viernes, mayo 29, 2020

ANN....7(CONTINUARÁ)


7
Estoy bien, aun estoy bien en este presente observando como la brisa ondula las sábanas tendidas. En la acera toda callado, un mirlo se posa en el jardín de este edificio. Me envuelve la fragancia a café ¿por qué?, me digo. La primavera trae el ayer como custodia del hoy, del ya. Veo la playa, aun solitaria, aun calma, aun con su mordisco de un tiempo inestable. Ahora hace sol pero ¿después? Será el florear de algún chaparrón. No obstante me desprendo de esta azotea y bajo a mi piso, voy de escalón en escalón absorbiendo lo único  que tiene vida, el café. No, no conozco a mis vecinos. Entran , salen y vuelven a entrar y salir pero sin ninguna observación, con algún quizás un saludo de educación. Todo es silencio, solo el barullo del oleaje. El sonido del mar y bajo un techo donde mi vida se aísla de lo pesado, de los angostos pasillos de un pasado y este presente. Me llega los ojos de una epidemia, de una peste cuyo nombre no vale la pena ronronear. Solo la peste, desbaratando lo cotidiano, la fortaleza de las gentes. Ahora, aquí, estamos en ese episodio. Hoy una jornada primaveral del siglo XXI azota la peste como en siglos pasados. Estamos encerrados y me parecen inimaginables los hilos quebrados que mueven este mundo. Cojo mi toalla, mi bañador y me bajo hasta la playa. El silencio, el vacío, la nada me acecha y en mi viene el juego del clavo cuando veníamos del mercado en aquel verano esperando la noche mágica de San Juan. Íbamos a la playa siempre con los ojos vigilantes de mis padres y jugábamos y jugábamos. Ante el asentir a lo lejos de ellos nos dábamos un chapuzón. Ojos que ya no me ven, ojos espirituales abrazándome cuando de mi surge el temblor. No hay nadie y tiendo mi toalla en la arena. Me dirijo al agua, quieta está la marea y nado y nado con mis gafas de natación. Admiro la riqueza de este océano en cada brazada pero no me detengo. Todo es limitado, hasta nadar aun no habiendo alguien. Sargos, salemas, fulas y un etc…se depositan ante mis ojos, me reconforta y regreso, me seco y de nuevo retorno a mi casa. Una casa no lejos donde nací,  siempre volvemos a nuestros orígenes de igual manera o de otra pero, siempre. Todo es cíclico. En mi vuelta alguien me saluda, a lo lejos. Percibo que la enfermedad se irá  como tantas ocasiones a lo largo de la historia y regresará con el mismo motivo, la muerte, la dejadez, la desilusión. Volvíamos corriendo y mojados a los brazos de mis padres, ellos tenían las toallas con las que no secaban un poco y descalzos llegábamos a esa gran casa extraña ¿ extraña?




miércoles, mayo 27, 2020

ANN...6(CONTINUARÁ)


6
Qué sociedad tan diferente vivimos ahora ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ se acoplan a mí este jaleo, este grito de uno de los inquilinos que habitaba bajo aquel techo. Salía al pasillo aquella mujer cuyo nombre no recuerdo, cuyos ojos no llego, cuyo fisionomía no me viene  y llamaba a mi madre ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ ¿Cómo está ese mercado hoy? Una mujer que luego se escondía tras su puerta. Mi madre le dejaba algo de comida en la puerta mientras nos mandaba a nuestra habitación. Nunca logramos reflejarla en nuestra mirada. Su misterio me viene, me viene como mujer envuelta en brumas malévolas. Mujer trajeada de una mala boda con algo que la llevaba al encierro. Nunca la vimos solo, cuando su cuerpo salió de aquel cuadrado tapado por una sábana manchada de sangre. Eso es lo único que me queda, una sábana manchada de sangre. Una sensación estremece mis huesos aquí en esta azotea, en el ahora ¡Siempre¡ ¡Siempre¡ ha habido manos groseras sombreando al débil. Aquella mujer misteriosa ¡Sí¡ ¡Sí¡ escuchábamos o yo escuchaba sus gemidos en las paredes huecas de aquella casa, unos gemidos que en el hoy me estrangulan de impotencia. No, no se hacía nada. Teníamos que aguantarnos, mientras duraban mi madre tarareaba una canción, ponía un disco y fuerte cantaba. Siempre protegiéndonos de lo desgraciada que era su vida, de aquella vida que un terminó sacándola los guardias civiles bajo una sábana manchada de sangre ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ su tono de voz era sereno, monótono…es lo único que me queda, su voz. Una voz única, una voz desatendida por las tempestades de la existencia. Una sábana…manchada de sangre y debajo su cuerpo inerte, descansando donde los demonios  están ausentes. Detrás , esposado, su esposo ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ miro mi ropa de cama tendida, sábanas blancas, puras. Hago círculos en ellas, círculos en el aire de ese ambiente que asfixia a tanta y tantas personas. La violencia no se rinde, no se acaba en el siglo de los siglos. Todo sigue igual, el que calla, el sometido, el arrastrado hasta que sus ganas son presas de la nada de sus estímulos  ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ la muerte ronda su puerta, la muerte agarra su garganta y la tritura y la extingue de este mundo , de ese infierno que la abrazada cada hora, cada minuto, cada día. Me planto en el océano de esta isla, un mar donde gira y gira las suplicas al olvido. Sí, quiero olvidar pero no, ¡Vecina¡ ¡Vecina¡...CONTINUARÁ



domingo, mayo 24, 2020

ANN....5(CONTINUARÁ)

5

En la azotea. Esta azotea de la cual soy vigía de todo lo que corre a mi alrededor. La azotea , lugar de encuentros con cada uno de los distintos ojos ambulando por este edificio. No nos decimos nada si acaso, un saludo, seco, serio, estrecho. Cojo mi infancia y me doy gusto cuando íbamos también a la azotea. Allí con nuestras travesuras y el vocerío de madre con aquellas que habitaban bajo el mismo techo ¡Uhm pero estaba en el día de San Juan¡ Estábamos en el mercado donde los gritos en moltto allegro se escuchaban en cualquier puesto. Mi madre y padre eran conocidos por todos. Los trataban con la amabilidad rica que solo se tiene con la gente de dinero. Aun  sabiendo todo lo que se mecía tras aquella cordialidad  era orgullosa, era segura. Madre en las altas horas cuando de la noche cuando nosotros éramos nave de sueños también trabajaba. Cosía y cosía, hacía vestidos todo lo que le encargarán a sus manos menudas y huesudas. Hilar e hilar cuando las noches se hacen largas músicas del silencio. Yo no lo notaba, me traía indiferente. Pero ahora caigo, nuestra educación. Tuvimos la suerte de poder ir a un centro de enseñanza. Una escuela aprendimos para construirnos en el hoy y ser libres, y ser consolidadas llamas de nuestra propia verticalidad. Miro está amplia azotea, ahora no hay nadie. Me fijo en la calle que vivo, en la orilla de la playa. Las gentes que pasan son monotonía de poder adquisitivo. Vivo sola, entre paredes donde el vacío del ruido me  hace ser artífice de mi yo. Hoy es día de mercado, como todos los días e iré. Vagaré por cada puesto implantado igual que el ayer. Sí, sigue en mismo lugar pero con diferentes rostros. Ya he tendido mi ropa y aún así me place quedarme mirando el mar ¡Uhm ese mar¡ de todos, sus aguas se mezclan en una sola. Somos todos iguales. Deberíamos fijarnos en la sabiduría impecable de la naturaleza. No hay distinción de fronteras, de colores, de maneras, de culturas. Cada uno respetando sus límites, atmósferas que conjugan con el mismo oxigeno que respiramos ¡Ahm ¡ espiro e inspiro…inspiro y espiro. No, no me fijaba pero ahora comprendo. Madre no pagaba nada, no sé enmascaraba pero así era. Por esa labor tortuosa en la madrugada para esas gentes que allí estaban. Todos la conocían y la respetaban. Ella seguro que habría firmado de palabra el callar de ellos. Y compraba con los ojos chispeantes cada vez que nos miraba, cada vez que nos perdía de vista ¡Ann¡ ¡Ann¡ me llamaba entre el resonar de aquella plaza de toros. Y nosotros contentos nos escondíamos a veces para hacerla rabiar. Esa rabia que nunca lució ante nosotros, una rabia contenida, exacta ante cada pobreza, ante toda impotencia ¡Ann¡ ¡Ann¡ Padre la observaba como se observa el amor, la sensación de sentirse querido...CONTINUARÁ

 


jueves, mayo 21, 2020

ANNE ....4(CONTINUARÁ)


4
Corriendo y madre nos llamaba, corriente donde el mercado luce sus mejores trajes y madre llamándonos. Íbamos felices, sin conciencia de los años que estábamos viviendo. Siempre lo disfrazó, siempre ellos, mis padres bosquejaron sueños del mañana ¡Qué bien lo hicieron¡ ¡Como se quisieron¡ El sin decir palabra alguna, el asintiendo a todo lo que ella se le ocurriera. Era un buen hombre, trabajador, luchador de las miserias, de las penas de la postguerra. Callado, reptando solo su mirada tímida en nosotros con los favores de su esfuerzo para nuestra educación, para nuestro crecimiento. Ellos eran cómplices de nuestros mañanas, de esa protección que daría sus beneficios en el tiempo. Ahora me doy cuenta mientras miro el   fondo de esta taza de porcelana antigua traída por él de algún navío de extrañas latitudes en aquel entonces para nosotros. Escucho el murmullar de un mirlo, melancólico, cotidiano. La guerra aun no ha acabado, un mundo abatido es inmersión en un abatimiento. El hambre aun no ha acabado, un mundo feroz desgarra los ojos de la nada. La sed aun no ha acabado, agarrados al egoísmo e injusticia arrebatan con fronteras de hiel. Yo estoy aquí, dejo la taza de porcelana antigua en el fregadero, abro la llave y cae un agua que destila pureza, frescor. Su sonido me engulle y me traslada a esa casa donde vivía. Una casa compartida con otras familias, cada uno en su rincón, en sus habitaciones con un largo pasillo donde rondaba el eco de cada voz. Voces que no se mezclaban, que apelaban al lejano contacto. No, no teníamos conciencia en aquellos años de cómo vivíamos. Familias bajo un mismo techo y extraños a la vez. Sí, éramos extraños cuando nos encontrábamos en el pasillo, en esa azotea donde la ropa se tendía. Y mis padres disfrazando el por qué de vivir así. Batallando en cómo salir ciegamente para nosotros de ese modo de existencia. Y corríamos ….y corríamos hasta las puertas del mercado y mi madre llamándonos. Ella llevaba la batuta y padre sonriendo en sus adentros. Pongo una lavadora, el día se presta aún agradable, acogedor. Porqué no tender en la azotea de mi casa, me digo. No, no pondré la secadora cuando termine el lavado, me dejare ir con las sábanas blancas por la brisa de la mañana en la azotea. Veleros entornando en su asta velas que el viento los llevará donde sea propicio el desembarco. Dejo la taza de porcelana antigua en el escurridor, me fijo en su diseño, en sus bordes de oro dándole una pizca de tono a su blancura apagada. Mis párpados se caen y con mis ojos eclipsados navego en la mano de mí madre, de mis hermanos, de mi padre. Entramos y el barullo es hermoso y el colorido es lindo y  el movimiento es vida....CONTINUARÁ


lunes, mayo 18, 2020

ANN....3(CONTINUARÁ)


3
Nuestra casa o mejor nuestros habitáculos contaba con dos habitaciones. Dos habitaciones donde los sones de las voces se escuchaban por esas paredes marcadas por la dejadez. En una de ellas nos quedábamos nosotros, los hermanos y en la otra mi padre y mi madre.  El quejido del café se expandía por ambas habitaciones. Donde mi madre y mi padre dormían estaba la cocina ¡Uhm el café¡ ahora tengo en mis manos una taza de porcelana de esos años y no sabe igual. Imagino su sabor aun latente en mis labios, en mi garganta mientras doy la espalda a la ventana de estas horas primaverales. Todos concurríamos ahí, donde el olor a pan caliente y a café nos despertaba de nuestras ansias de un futuro. Nos sentábamos en una mesa redonda, estropeada, pequeña y allí todos apiñados nos zampábamos el desayuno. Me viene a mí la sonrisa de mi madre, la mirada perdida de mi madre en cada uno de sus movimientos. Me viene a mí como todos agradecidos por un nuevo día comíamos y comíamos hasta que no quedara nada de ese pan, de ese café carismático dando zumbidos espirales con su vapor. Vestidos ya con ropa dominguera, íbamos en dirección al mercado. No sabría medir la distancia ahora pero eran unos cuantos kilómetros , nos acompañaba el erupcionar de  las olas con su calma y otras con su brusquedad. Como todos los años ese día estaba marcado por un cielo cenizo, pesado con ganas de llorar. Cavilo en estos instantes donde los filigranas solares inciden en mi espalda el llanto. El llanto de esa mujer enamorada de mi padre por sacarnos adelante, por disimular cada avistamiento de penas y derrotas. Sus ojos, toda expresión consciente de su realidad. Sus ojos grises, sus ojos apagados aunque de sus labios despertaran una sensación de serenidad. Indago en sus sueños. Sí, sus sueños, sus deseos. Lo mejor para sus hijos. Estar ella presente hasta cuando nosotros tomáramos nuestros  caminos con la entereza con que ella se movía. Una mujer muda en sus emociones, en sus sentimientos. Pero no, no es verdad. Ella lloraba donde nadie la viera. Ella suplicaba con la palabra muda. Ella luchaba con la máscara de aquellos tiempos penosos que no quería que nos marcara, que nos viera. Siempre en la ida al mercado tarareaba una canción, una de esas de la época donde podría ser Carlos Gardel o una Concha Piquer, si no recuerdo mal. Yo la estudiaba sin que se diera cuenta y no sé, una cierta penumbra me azotaba. Disimulaba. Sí, disimulaba cada uno de sus pesares, de mis pesares, de nuestros pesares. Pero al fin, era feliz. Con sus hijos, con mi padre ¡Uhm¡ se me enfría el café caída en la memoria, me lo tomo y miro los posos que ha dejado en el fondo de la taza ¿Qué dirán? ¡Qué dirán¡...CONTINUARÁ

sábado, mayo 16, 2020

ANN...2(CONTINUARÁ)


2
¡Ann¡ Ann¡ mi nombre saboreado por el oleaje incesante no lejos de casa. Un rememoar del olor intenso a mar me viene. Un olor mezclado con peces, caracolas y algas y un faro que en la noche, visible, nos quedábamos mirando en su monotonía. Sí, vivíamos en la isla cerca de la playa. No la apreciábamos, como deberíamos. Ahora, me quedo intacta en el tiempo y examino, compruebo mi mirada a esa masa azulada verdosa donde por costumbre íbamos a jugar.  También el hoy convivo con ella, pero mi perspectiva es bien distinta. Un océano que nos aisla, que nos enorgullece, que nos muestra la sabiduría del paso de los siglos y el ahí, callado, con la conversación de las olas ¡Uhm¡ Me acerco a la ventana y lo ojeo con cierto cariño, hoy a amanecido cargado de bravura, con la bandera de prohibido el baño. Y mi que más me da, siempre me he dado un chapuzón, antes no existía esa señalización y no pasaba nada…nada , de nada ¡Oh ese mar¡ con su brusco palpitar me caricia en el día de hoy y me trae el ayer ¡An¡ ¡An¡ mi madre me llamaba. Prepara a tus hermanos para irnos al mercado, me decía con su vista cansada, con su vitalidad aun reluciente, con la belleza que ahora llegan hasta a mí. Nos sentamos todos en la mesa y con el pan crujiente recién traído por mi padre lo untábamos con mantequilla y mermelada alemanas. Productos que después de la guerra aquí no existían. Productos apreciados por los que no tenían nada para echarse a la boca. Mi padre, peluquero de los buques que llegaban a la isla, siempre nos traía cosas preciosas, vajillas, regalos de sus clientes. Y como no ese pan crujiente ¡Uhm su olor¡ Aun en mi mente navega su aroma, tan peculiar, tan exquisito, tan atrayente ¡Ann¡ ¡Ann¡ parece que al fijar la vista al mar que mi madre me llama de una orilla que no logro distinguir pero siento que me llama. El sol ansioso de un día primaveral sale y me encuentra, en la ventana. Está puntilloso, como huyendo de lluvia. Vendrán o no vendrán…vendrán o no vendrán tanteo. Creo que no , que lo magnífico de la jornada se quedará y todos abrazaremos su tibieza, esa calidez natural con que nos seduce ¡An¡ ¡An¡ levanto a mis hermanos con la palabra de en que hoy es un día especial y hay que madrugar , tenemos que aprovechar las horas antes de que la noche nos llame con sus fogatas y hogueras. Cierro la ventana y me condeno a mis recuerdos, mi mano comienza a temblar un poco cuando me sirvo el café, en una taza, en una taza pequeña de porcelana antigua. Sorbo a sorbo mi aliento me evoca el pasado. Un pasado donde la miseria se veía por cualquier esquina, un pasado donde la lumbre de noticias desconocidas, apagadas nos daba un buen abrazo a medida que íbamos creciendo...CONTINUARÁ

jueves, mayo 14, 2020

ANN....PARTE 1(CONTINUARÁ)


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Cómo bendecíamos aquel día en que el solsticio de verano venía con su suave brisa, con la igualdad entre la luz y la oscuridad. Un equilibrio que nos libraba de las jornadas donde la armonía no era eco. Cómo reíamos mientras que la ciudad durmiente por ser un domingo esperaban la noche donde el temblar de hogueras haría cenizas todo lo malo, todo lo nefasto, eso creíamos. Danzar uno tras otros en nuestras correrías dando bienvenida a la nueva estación. Jugueteamos a despertarnos más tarde, eso creíamos, no sabíamos en aquellos años que nuestro presume de su propio reloj biológico. Nos escondíamos bajo sábanas blancas de algodón de sacos de harina e imaginábamos batallas con un final feliz, con un final lejos a la cruda realidad. Izábamos pañuelos blancos con las cañas que habíamos recogido en un arroyuelo no muy lejos. Como todo domingo tendríamos que ir al mercado, para la compra de la semana. Un mercado redondo fermentado por una plaza de todos donde nunca hubo corridas. Y yo soñaba, soñaba despierta ese instante donde yo y mis hermanos de la mano cantando alguna canción al uso íbamos. Ahora me detengo en ese lugar, en el mercado de la plaza de toros y agradezco a mi gente que nunca se llevara allí aberrantes fiestas donde la sangre habría salpicado negramente su postura del hoy, de los años. Sí, hubiera quedado una sombra negra en las cuevas manchadas por cicatrices de dolor, de muerte. Y sigo parándome en este pensamiento, en otros lugares aun se hacen abominables corridas donde el animal sufre, el animal grita de temor, el animal corre angustiado por el penoso corro. Me enorgullezco entonces de mi pueblo. Sí, mi pueblo. Pero dejemos esto para otros razonamientos, para otras discusiones. Era domingo, solsticio de verano. Nuestra madre ya nos llamaba para el desayuno para girar en garabatos de alegría al mercado. Era un día, como diría, especial. Después en la noche, la noche de San Juan se abría la fiesta , las fuegos, los baños, los cantos. Un nocturno donde la magia y el hechizo de las hogueras reverberaban sobre nuestros corazones. En aquellos años de mi niñez me daban incluso miedo, un miedo por las historias o leyendas que curtía esa jornada. Pero ahí estaba mi madre ¡Uhm mi madre¡ con un abrazo, con una caricia, con un beso, con unas palabras expulsaba todo mal crecido en mi mente las conversaciones de la ultratumbas de las gentes ¡Ay ese mercado¡ y flores y más flores, y frutas y más frutas, un colorido sin igual, un colorido asombroso , tan atrayente que los ojos se volvían gotas de deseo, gotas de alegría. Se me olvidaba, mi nombre es Ann, así como suena. Ann….Ann. Siempre me han llamado así.  Un nombre corto y largo a la vez, un nombre donde se refleja mi condición de hija de una madre que con solo un suspiro me llamaba ¡Ann¡ ¡Ann¡...CONTINUARÁ

jueves, mayo 07, 2020

DIVAGACIONES DE UN 7 DE MAYO

Las ganas de verte. De verte con tus ojos azules, grises, verdes, marrones, negros. Las ganas de conversarte con el aliento de un abrazo girando y girando entorno de tus sentidos. Las ganas de besarte donde el resonar del pulso toma la celeridad del viento. Es por la tarde, un cielo celeste nos entrega su calidez, su tranquilidad, sus andanzas por cada cuerpo presente en las calles. Las ganas de que esta desescalada muera en un precipicio donde la vida surge, surge y ama. Las ganas de verte. De verte con tus manos tomando de mis manos, de mis labios tomando de mis labios, de tu vientre tomando de mi vientre mientras una tonada nos embebe en el infinito de nuestra amistad. Ahora, solo, la pesadez de las horas, la engañosa silueta a lo lejos carcomiendo cada pisada, cada acercamiento. Las ganas de conversarte, aunque el silencio sea muralla de brumas. Giro mi cabeza, aparto mi mirada sobre esta hoja que de nuevo se tiñe de tinta y percibo un brisa suave, tierna, agarrada al cosquillo en mi rostro. Estamos en mayo, un mayo donde nos defendemos de las fuerzas contrarías a la existencia. Caminamos entre muertos y más muertos. Pero todo tiene que acabar ¡qué nos abandone esta pesadilla que discurrimos entre pasillos estrechos¡ Que nos abandone lo ingrato de estas mal olientes alcantarillas que arrastran nuestros cuerpos. Las ganas verte. Mientras malgasto el tiempo en el serpenteante sueño de los verdores del mañana. Las ganas de conversarte. Mientras puede ser que mi alma ronde tu alma, que me escuches en este cambio de nuestro horizonte ¿ves algo distinto? Todo es lo mismo, todo es miserable igual que ates. Las ganas de besarte como presa de la calma, de la cura. Mientras confío en mis palabras mudas, en mi espera.  Puede ser que las estrellas cuando la noche venga te señalen, te luzcan entre sábanas blancas de algodón. Las ganas….sí, las ganas de dar un brinco donde los huesos sean temblor con la emoción satisfactoria. Las ganas…sí, las ganas de volar con plumas de arco iris en jardines donde las rosas tomadas ofrezcan tu olor. Las ganas…sí, las ganas de romper el telón y ser espectador que tras las lágrimas y sonrisas os ve.





viernes, mayo 01, 2020

DIVAGACIONES DE UN 1 DE MAYO











Uhm, la noche. Su musicalidad se afinca hilando raíces que nos seduce con los sueños. Un mañana. Un quehacer. Un silencio. Y el recuerdo de tiempos pasados. Miramos al frente. Miramos un firmamento ciego. Miramos la bondad de la vida. Uhm, la noche. Giro y giro entorno a las hogueras de los océanos. Aquí, en la distancia, lo percibo. Huelo el sudor de su sal , algas y caracolas como revitalizante espejo en que me poso y me veo reconstruirme.  Uhm, la noche. Cabalga bajo los chispeantes astros que nos dice de un cambio, un cambio cosido con los descuidos de la existencia. Mañana saldrá el sol. Desorientados saldremos al aliento de su tibiez. Desorientados caminaremos entorno a su lumbre. Desorientados miraremos de despistados cada esquina, cada encuentro. Uhm, la noche. Me dice del descanso, me dice de vagar por las sendas de los desencuentros. Me dice tantas cosas…que no logro abarcar en el suceso de los días. Observan luces moverse ávidamente entre nuestras sombras, son nuestros cuerpos agarrados a un madero en busca del reverder de nuestra mirada. Una mirada perdida en la dejadez, en el desencanto cuando intentamos ser caricia de otras manos. Manos lejanas, manos abarrotadas de ternura que se evaden a nuestras pisadas. Uhm, la noche. Sí, la noche. Cuentan cuando las lunas se ocultan la danza de las hechiceras embellecen el nocturno, la oscuridad con sus fogatas.  Alrededor hacen un coro donde musitan a la esperanza, a la libertad. Cuando la madrugada se adhiere a sus arterias, a sus huesos se dejan ir y se esconde donde lo callado grita. Uhm, la noche. Me entrego y hago un coro de deseos a un mundo para que se establezca el equilibrio, para que las armas desemboquen en la nada, para que la injusticia se rompa en infinitas aguas que nos nutran, que suban por nosotros y congreguemos la igualdad. Uhm, la noche…