sábado, abril 30, 2022

ELLA DANZABA

 






Y ella danzaba y danzaba, con su traje de rayas, con su traje de monótonos tintineos en la mirada de quien la miraba. Y danzaba y danzaba. La tarde empezaba en un sol tentador donde las olillas calmas resurgían en la travesía entre las rocas. Y ella con su traje de rayas verdes y blancas se colmaba en la felicidad de un cuerpo, de un espíritu brotando en el movimiento perfecto de sus pasos. Todo era hermoso. Todo era un intacto momento en las horas cuando ella danzaba y danzaba. Los duendecillos de sus ojos danzaban también, abiertos, cerrados…cerrados, abiertos. Su contenida respiración imaginaba costas donde las ballenas cantaban a su cierto ritmo. Y ella danzaba y danzaba, conversaba con sus piernas, con sus brazos, con toda su entereza. Y la noche se hizo, una noche sin luna de primavera y su danza continuaba hasta la extenuación, hasta que el sonido de los barcos avisaba de la hora del descanso. Y ella danzaba y danzaba, alas prietas en el ligero despertar de los sueños, de la libertad. Cada sensación la conmovía más y más, la alzaba más y más y su danza no ceso hasta que sus ojos abiertos contemplaron la noche estrellada, el filón de una vía láctea que la saludaba en su belleza. La brisa vino y ella se detuvo cuando las ramas danzaron también como despedida, como descanso de su esfuerzo. Y ella danzaba y danzaba. Y ella imaginaba e imaginaba entre las olas seguían su mecer con el aire. Pero era hora de descansar con la noche estrellada y esa brisa que le decía de la llegada de las hojas verdes alborozadas en el vaivén de la brisa, de la brisa. Se quito su traje de rayas, su traje de rayas blancas y verdes y desnuda se sentó en la orilla con la danza de las olas, con la danza de las ramas. Un sosiego reconfortante la vigilaba y el sonido de los barcos en la despedida.

jueves, abril 28, 2022

DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE ABRIL

 




Las pisadas de las flores se hacen libre, con la ligereza, con la fragilidad de un pecho compulsivo en el mecer de la tarde que se escapa. Una opresión se desinfla a medida del trepar en el olaje imperfecto de las carreteras. Y se hace el retorno. El retorno donde las paredes escarchadas consumen los años. El retorno donde los pequeños instantes son verticalidad del despertar. El retorno donde el viento norte sacude sin aspereza. El retorno donde los besos ausentes son molicie de las estaciones. Miro la pared, sucia de dibujos envueltos en la oscuridad. Escucho la radio, noticias graves acentúan lo miserables que somos. Nos arrastramos donde los naufragios son adheridos a precipicios. Una sonrisa, qué más da. Yo, ese faro donde yerto la oquedad de mis ojos. Ese adiós. La eternidad de la noche y me confieso con las estrellas fugaces que rozan mi frente, cansada. Me levanto. Miro la pared, una mancha, otra mancha. La herida. Lo bello de lo cotidiano de las horas. Me siento y me vuelvo a levantar, mis pasos son eco de calladas manos, de una memoria que pesa cuando el silencio de un espejo solo refleja el halo de una luna. Y la luna me habla. Y la luna pena. Y la luna se desviste del invierno y con celeridad da voces de la primavera. Aquí. Ahora. Miro la pared donde la maldita mancha sigue intacta. Me aproximo, raspo un poco. La noche me vence. Me vence con su vacío. Vuelvo a sentarme, en una silla, frente a la mudez del universo, converjo donde los dioses no tienen cabida y ante tanta insonoridad, a lo lejos, vienen las voces de las olas cuando se difuminan en viejas rocas. Rocas que dicen de la vida, de este pedazo de planeta absorbido por la duda. Y por qué no dudar ante tanta desdicha, ante tanta demacrada mirada de lo que habitamos aquí. La tierra, nuestra cuna, nos balancea en chillidos dispares en cualquier punto de su cuerpo. Cuerpo maltratado, sentidos rajados en el sueño del mañana ¡ El mañana¡ ….

martes, abril 26, 2022

LAS TIERRAS ESTABAN DIVIDIDAS


 



Las tierras estaban divididas. Una frontera con punzadas de dolor, de cicatrices, de heridas que reventaba a los vientres que danzaban al son de un nuevo sol. Las tierras estaban asoladas, derrotadas de tanta y tanta oxidación de su cuerpo, de tanta y tanta sangre esparcida a ras de sus ojos.  Una frontera con sogas al cuello de ahogamiento, de muerte, de esperanzas perdidas que danzaban en la descomunal helada de los labios. Sí, las tierras estaban divididas, amortajadas por el eterno rasurar de sus raíces, de sus gentes. Ellos, los apostados con sus rostros tétricos, con sus almas perdidas, con su llanto agónico no entendían el porqué las tierras estaban divididas con clavos depredadores de la libertad, no comprendían y se miraban con la sensatez de que sus huesos, de que su sangre era la misma que albergaba aquellos de miradas recelosas, amenazantes, asesinas. Una frontera donde la canción de la pena rociaba a cada mirada reventada en la garganta.  Y las tierras estaban divididas. Y había sed. Y había enfermedad. Y había hambre. Y había frío…mucho frío. Una frontera donde las miradas replicaban al adiós, a la indefensa manera de ser lucha firme contra una tromba genocidio en la atmósfera.  Y había cantos. Y había bailes. Y había suplicas en el más secreto de los corazones. Y la nada alcanzo la batalla de flores perdidas. Y la nada estallo en el grito de una paz efímera. Todo se esfumaba en sentido de violines que no hablaban, de pianos que callaban. Y cuando hubo tal silencio las fronteras se cayeron y las tierras fueron resonar de los que quedaban, de aquellos en la lucha muda conversaron con los soles, con las lunas. 



lunes, abril 25, 2022

Una ----

 


Una vuelta donde las nubes descansa.

La belleza del abrazo de los soles.

La larga espera de una lágrima

Arboledas cantando a la vida.

Aquí

Ahora

Donde los mares nacen

Donde las heridas se desabrochan

En un sendero invisible

Donde el instante perfecto se hace eterno

Una sonrisa

Una mirada

Aquí

Ahora

domingo, abril 24, 2022

Oteo

 



Oteo donde las filigranas grises ondean los sueños. Dibujo donde los peces se mecen cuando el oleaje es intenso, pesado.  Me dejo ir en algún poema tejido con mi vientre apoyado al suelo. Sueño donde los ríos no nacen. Donde el amor es eco ausente de mis manos. Manos, atadas al rompiente oleaje. Y una ola va. Y una ola viene. Más allá una ciudad circulando en un parque donde la gente no sonríe. Pasos diseminados, adoctrinados en el vacío se desnudan ante mis ojos insonoros. Una jornada cálida se cruza en mi ruta. Y sigo aquí con mis manos, atadas al rompiente oleaje…desde mi ventana. Sin embargo, ante todo, sueño, deseo, me emociono cuando mi pensamiento te halla. Sí, te halla, aquí sobre cumbres aladas de la fragilidad. Miro donde las tapias grafiteras dibujan corazones de un amor de escasos instantes. En la calle el ruido de la polución.  Y sigo aquí con mis manos atadas al rompiente oleaje. Un enjambre de soledades puebla a ese mar donde una ola va, donde una ola viene. Peces en el aire atisbando la vida de este mundo pequeño, un mundo diverso. Y me sorprendo ante lo heterogéneo que somos y la vez una mezcla homogénea de estrellas fugaces en el latir del universo. Oteo donde los filigranas grises ondean los sueños…¡ay los sueños¡ sepultura lucida en la profundidad de las heridas. Heridas que vienen, heridas que van y la nada de las olas. Aquí, quieta, estática, hermética en el sentido que desoye la pasión.

miércoles, abril 20, 2022

LOS PÁJAROS ESTABAN AHÍ....

 


Los pájaros estaban ahí. Lo aseguro, con el movimiento de las campanas de la ermita. El balanceo los hacía cantar al ritmo que los feligreses acudían al recinto. Se levantaron los ancianos o aquellos, creo entender, sentados en el parque que la rodeaba, aquellas cuya conversación remontaba lo añejo, la experiencia de antaño. Años donde la lucha por la supervivencia fue toda una culminación briosa. Ahora, descansaban, escuchaban las campanadas y con el ellas el cantar de los pájaros. Una agitada tristeza los azoraba, un estremecimiento de un mañana desconocido, confuso, caótico en el rumbo de este mundo. Pero cuando era de decir lo cierto todos tornaban los ojos hacia el campanario que replicaba con al ritmo del canto de los pájaros.  Todos entraron en la pequeña ermita, no había cura, no había figuras donde refugiar sus miradas solo velas que ellos iban encendiendo y cuya llamarada los purificaba de todo mal en la oración intima, cercana a los sentimientos de cada cual. Las campanas callaron y lo aseguro que los pájaros dejaron de cantar. Un silencio sepulcral se hizo himno. Un silencio efímero se hizo belleza. Un silencio misterioso los hacia indagar en un futuro a un incierto, un futuro donde los sórdidos llantos de alguien los llevaría a la derrota como ser humano. La noche se hizo y los pájaros estaban ahí. Las campanadas comenzaron de nuevo su danza y ellos de nuevo cantaron. Nadie salía de la ermita, sentía ahí dentro seguros, resguardados de un mal tiempo que venía, entregados aquellas muertes innecesarias, injustas por la atmósfera rondaba este planeta. Así estuvieron días. Así estuvieron noche. Así estuvieron hasta que en sus entendimientos llego la noticia de la nada, del rumor de las heridas eternas, de las tumbas desconocidas de esa tierra que ellos también pisaban. Comprendieron de los chasquidos de nubarrones en los ojos, en ojos lejanos. Comprendieron de la pena en los corazones, en corazones lejanos. Comprendieron que todos los pájaros no cantaban y de que todo los hombres y mujeres liados en esta tierra no lograban alcanzar la sonrisa. Los pájaros estaban ahí. Lo aseguro, con el movimiento de las campanas de la ermita. Entonces salieron cuando la luna se hizo presente, cuando las campanas sonaron, cuando los pájaros cantaban a su ritmo. Delante de ellos una pareja de enamorados, una pareja de enamoradas mirando la luna, la luna blanca.

lunes, abril 18, 2022

ALAS DE MARIPOSA

 





Un sol bello. Una primavera que dejaba a su paso alas secas de mariposas y ella. Ella no dudaba, las iba recolectando para después adentrarse en el vuelo de sus sueños a una cima próxima. Iba dejando cada ala seca a ras de cada árbol que se iba encontrándose, para que no volarán, como ilusiones de confusa escalada. Así se afirmaba en cada pisada. Así en la verticalidad de sus deseos tomaba posición cierta de lo que realmente quería y eso quería. Le era de desinterés las negativas de quien la miraba cuando pasaba e iba dejando rastros de alas de secas de mariposas a su ritmo. Un ritmo lento, un ritmo seguro, un ritmo realzando sus sueños. Y es que ella se sentía ajena a todo lo que la rodeaba debajo de la cima. Su entendimiento atravesaba afiladas astillas. Y llego a la cima, a esa cumbre donde la isla luce su traje más esplendido de gala, su maravilla rodeada de un océano que ese día no lamentaba. Y ella asumía el verdadero lamento de su alma, de ese espíritu que quiso ser libre y solo fue alas de mariposas secas dejadas a ras de los árboles que se habían topado en su paso. Pero, ahí, en la cima con la caída de la tarde con el bello sol beso sus palmas y extendió su regazo todo lo que el firmamento puede comprender.  Y se hizo la espera. Y se hizo repetitivo mientras la primavera estaba en alza. Era como una especie de rito que se propuso como abolición de todo mal en el jardín donde crecía su entereza.  Descuido la mirada extraña. Descuido las palabras insanas. Descuido el quejido de las aves que posaban en su hombro. Y ella y un sol bello se encontraron como esperanza de un mañana. En el suceso de los meses engendró nuevas mariposas, nuevas flores como continuidad de sus querencias, de su pasión. Y ella y un sol bello se enamoraron. Cayeron prendidos cuando la isla los llamo cuando la marea castañeaba contra las rocas. Y , ahí, se encontraron. Un sol bello y ella con la llovizna de alas de mariposas  secas que había dejado a ras de los arboles.

LA CALIMA

 





La calima. El aliento pesado en los hombros. Tus ojos ausentes. La sencillez de los cuerpos ajenas al oleaje. La calima. Una gaviota, en espiral sacude los corazones, sola. Aquí. Ahora. La memoria perdida. Las pisadas regresivas. El eviterno instante. Aquí. Ahora. La nada del ayer. La nada del mañana. Un presente que nos distancia en el ronroneo del vacío. La calima. Caemos donde los pájaros cantan. Y el alivio surge en ese jardín caracolas y algas. La calima….

 

viernes, abril 15, 2022

LA LUNA RONDA

 


La luna ronda, se introduce en los boscajes donde sus senderos son mudos. Una mujer paré en medio de la fina lluvia. Una mujer llevada la profundidad de un bosque de laurisilva. De ella emana la savia de vidas venideras, el ascenso hacía nuevas generaciones. Apartada contempla como su hijo nace, fuerte, callado. Lo lleva a su estómago y un beso en la frente lo despierta a este mundo, a esta tierra en la profundidad de un bosque…un bosque cualquiera. Te meceré en el sentido de los meses, de los años hasta que vueles más allá donde yo no pueda ver, pero si sentir. Tener esa sensación de tus andaduras a través de los mares, de las tierras de un planeta herido. Y serás valiente. Y serás maltratado. Y serás vertical ante cualquier tornado humano. Sabrás del dolor. Sabrás de la alegría. Y tus lágrimas se guardarán en la memoria para tus pisadas en la existencia. La luna ronda, la mujer la mira entre las sombras de una primavera fría, húmeda. Su hijo se mueve en su estómago y sabe de los soles que vendrán donde él será animal enroscado en vivencias. El rostro de ella se entremezcla entre el barro y el musgo. Corta el cordón umbilical y sabe que ya no le pertenece, que no es parte de su cuerpo. Solo un ser que tendrá que andar con cuidado para enfrentarse a lo cotidiano, al vivir en la intensidad breve de este existir. Aquí, ahora, tu sobre mi estómago, el bosque, la duda de los caminos a andar se desvestirán en tu travesía, naufraga unas, gloriosas otras, pero siempre con el contundente halo de luz que te hará respirar. Aquí, ahora, empieza tus pisadas, en este boscaje donde la luna redonda te dice de esa lucha por la verticalidad de tu aliento hijo mío. La luna ronda, un bosque, una mujer en el brío de la vida.

martes, abril 12, 2022

EL FARO...

 

Y de repente el tremor se impuso a la calma, lenguas de magma fueron expulsadas en el curso de la isla…de la isla. Las campanadas de la iglesia se callaron. Los mayores dejaron de conversa en las plazas, en los parques. Los menores ante tal magnitud de desgracia no comprendían, no llegaban a acertar el porque de esa terrorífica humareda y asesinaba el monte que los vio nacer. El faro de las brujas fue el único que su lumbre se repetía con la misma palabra de luz en el preciso instante. Y de repente el silencio dio paso al trueno indescifrable que viene de las entrañas de la tierra. Y de repente los pájaros, los perros lanzaron una agónica señal de tristeza, de una especie de muerte de una tierra que con el tiempo brotaría de nuevo. El faro de las brujas no dejaba de ser punto de luz para todos aquellos que sus ojos se vertían en él. Ahí vivía la curandera de la isla, aislada, maltratada, desoída en el ayer. Ella, sola, con sus oraciones bajo un repunte de santos y hierbas daba alimento con su espíritu a ese mal que cebaba la isla…la isla, su isla. Y ella suplicaba como si su cuerpo fuera esa tierra quemada, herida, momificado bajo los desastres de la madre tierra. Y todos cuando el estruendo fue mayor acudieron cerca de ese faro. Un faro de acceso imposible entre rocas y el mal oleaje. Solo ella, la curandera, sabía el sendero para llegar a la entereza de la isla….de la isla. Una isla quebrada, una isla dolorida, una isla herida, una isla mortificada. Ella lo sabía, de la pena que corría por sus habitantes, por sus hijos…alzo los brazos y por un momento el faro callo y un grito más potente que el de la erupción la detuvo. La marea se calmó, el volcán se quedo mudo, el temblor seso y el faro de las brujas continuo con su intermitente luz. Y todos se miraron. Los perros ladraron con el rabo meciendo al son de la alegría, los pájaros hablaron en su trinar del faro de la isla y el rumor se fue pasando. Y los pájaros llegaron al faro, ese faro hermético ante todo desorden, ante tanta tristeza. La curandera yacía en una roca, dormida o no, la dejaron, le dieron aviso de la felicidad de la isla, le dieron la noticia de la gratitud. Y la curandera no se movía de esa roca es como si toda su energía la hubiera succionado el volcán, ese viejo volcán de la cumbre. Ella boca abajo, tenía plumas en su espalda. Las aves comprendieron, una ráfaga de lástima paso por sus vuelos rítmicos, repetitivos. Y de repente ella fue parte de ellos, voló alrededor de la isla…su isla, su gente. Una mueca de gracia la animo y como si compusieran una grandiosa sinfonía retorno al faro…a su faro. Un faro dando lumbre a la paz.

 

domingo, abril 10, 2022

NO ENTIENDE...

 







A veces no entiende. Su comprensión no alcanzaba los pozos de la desmemoria de esta tierra. Pozos donde batallas baldías habían engendrado la oscuridad de la mirada. No, no quería entender. Se sentaba en una roca, en la noche, mirando el girar y girar del faro de la isla. Divisaba un horizonte difuso…un horizonte donde la monotonía del ser humano se extendía en la derrota de su entereza. Un quejido infinito daba cobijo a este planeta, más allá de las mareas.  Y sin saber por qué se sentía triste. La vida era como ese faro, un halito de luz, un halito de la nada. Sus manos, se las llevaba a su rostro cuando el brío de aquel faro daba la vuelta. No, no quería la nada, deseaba insistentemente el haz de luz que el desplegaba.  La isla se le hacía pequeña.  Mujeres y hombres luchaban…una lucha encadenada al desastre, a ojos marmóreos en medio de lo confuso. Y la madrugada llegaba con una brisa gélida a sus carnes y ella seguía contemplando el horizonte, estática, con el pensamiento fijo de la barbarie de la existencia en este punto azul del universo. Demasiadas y no entiende. Vientres inflados de moscas en el retumbar del hambre, ojos secos en el soplido de la sed y muertos y más muertos por la violenta agonía del poder. A veces no entiende. El faro sigue ahí, quieto, constante en su lucidez. Y ella no quiere entender. Se le cae el botón de su camiseta blanca… una camisa blanca y botón que rueda y rueda ligero y torpe a la vez donde no se puede ver. Sus senos medios desnudos se descubren a un mundo donde todo es oscuro. El faro gira y gira. El faro alimenta sus sensaciones de rota mujer en medio de las rocas. La marea sube lenta…lenta ella se incorpora. Mira el horizonte donde la esencia humana perece, se entierra bajo fosas de agujas en el anonimato. Ella no quiere encontrar ese botón, le es igual que sus pechos se luzcan en esa noche sin luna donde el faro murmulla el rumbo de los barcos. Caravanas humanas navegando a la nada. Y ella, a veces no entiende. Su compresión no alcanza los abismos del hoy, del ayer, del mañana. Y la noche se torna negra. Y su desnudez se acuesta con las plumas de pájaros que emanan de su espalda, cansada. Y ella desoye el entendimiento y vuela más cerca del faro. Se posa en su pie con lágrimas maquillando alguna esperanza, algún pensamiento de acuerdo con la belleza.  

viernes, abril 08, 2022

¿HAS HABLADO..?

 



¿Has hablado? No converses con el aliento de batallas perdidas. Esta atmósfera se entremezcla con las muertas flores de una primavera. Esta atmósfera se apodera de los sentidos vertidos en la agonía. No, no hables. Mejor es callar, rincón donde las almas se desdoblan e invocan las hogueras de la paz ¿Has hablado? No converses con las ventiscas de los desaparecidos bajo las tumbas de la memoria. El aroma de los pueblos decae, el olor de sus calles se hace eco prolongado de lenguas de cuchillos. No entiendo. No comprendo la existencia enraizada en el vacío. Te escucho ¿Has hablado? Calla, calla…la palabra se vuelve inerte en el ritmo de la nada. Desde la isla me anclo en la marea, una marea que sube, que baja…que sube y baja con la elocuencia de la agresividad ante el mal tiempo que corretea entre nuestros ojos. Sin saber el por que andamos en pozos oscuros donde la espesa niebla nos hace caer. Cállate…cállate, no converses con el aliento de batallas perdidas. Las batallas del sórdido estruendo del llanto, de las ilusiones vagando entre muertos. Sí, solo muertos. El rencor mece al humano ¿Has hablado? Calla, calla…es mejor ser insonoridad ante lo devastador, ante lo aberrante. Los gritos de la noche nos asustan. Vamos, deja eso ahora. No da tiempo. No hables, huyamos donde la respiración sea vida, sea alegría. Aquí, solo la pena. Aquí, solo cementerios de ciudades que se arriman a la fugacidad del existir. Todo es fugaz solo, este instante, este momento donde nos abrazamos bajo las inclemencias de esta tierra.

lunes, abril 04, 2022

La guerra...

 



La guerra ha comenzado

La guerra ha comenzado

La guerra llega con sus horcas

La guerra llega con sus navajas

La guerra llega con su pisada tormentosa.

Aquí estamos hija mía,

Aquí estamos en el infinito dolor

En el interminable lamento del siglo XXI

Deprisa, deprisa, hija mía

Deja la comida, de que ese vaso se caiga

Y escondámonos donde la muerte no nos separe

Ay madre

Ay madre

De espaldas con la cruel lengua de veneno de la inconciencia

Y mira hija que han pasado siglos

Y mira hija que aun el odio y la venganza se alza con sus vuelos negros.

La guerra ha comenzado

La guerra ha comenzado

La guerra llega con sus guillotinas

La guerra llega con sus puñales

Ay madre, pongámonos pañuelos blancos.

Mis libros madre

Mis muñecos madre

Mis amigos madre

¿Dónde están?

Vamos …vamos hija bajo los túneles de la existencias

Ay madre, pongámonos pañuelos blancos.

Mis libros madre

Mis muñecos madre

Mis amigos madre

Deprisa…deprisa , siento los bombardeos

No tires de mi madre

Me haces daño

No tires de mi madre

Ay madre, pongámonos pañuelos blancos.

Mis libros madre

Mis muñecos madre

Mis amigos madre

No hay tiempo hija, todo se ha acabado

Encontraremos más libros

Encontraremos más muñecos

Encontraremos tus amigos

Vamos, vamos hija

Me haces daño madre

Que pasa madre

No comprendo

La muerte hija

La muerte…

Mis libros madre

Mis muñecos madre

Mis amigos madre

 

Viento--

 







Viento. Una isla en el infinito. La ascensión de la sonrisa torcida. La molicie de las espaldas, cansadas. Viento. Laberintos alados de la búsqueda. Indagamos en el yo, en el yo de la voz. Una voz que se exterioriza con la impertinente balada de los ojos. Viento. Hace frío. No te hallo. La derrota de los sentidos. El estancamiento de los sentidos. El corrosivo balanceo de las emociones. Y te busco y no te hallo. Duermo donde los jardines de colores dan aliento al mañana, a un despertar lento, monótono. Viento. Sacude el viento en mi rostro. En mi rostro seco, en mi rostro de rocosas inaccesibles. Viento. Hay viento…un viento delirante donde los huesos se consumen. Paseo frente las fronteras. La inconciencia llora, pena donde los chasquidos se hacen corruptos. Y yo no te hallo. Sola, en la intemperie de mi oquedad te espero. Aquí, arrimada a un viento gélido. Porque hace viento, un viento doloroso, un viento arrebatado, un viento mermando cada pisada vertical de nuestros vuelos. Viento…