miércoles, enero 29, 2020

EL PINZÓN AZUL....




La rama cual sus ojos prestaba contemplación tenía que tocarla, rozarla. Barranco arriba sus piernas cansadas piedra a piedra daban un paso más hasta esa rama, una rama donde se guarecía el pinzón azul. Quería verlo de cerca, acariciar sus plumas esplendorosas en su tono. Para ella era un gran significado, una magia que la involucraba a pesar de la plenitud de un día invernal ser cuchillada por el frío hiriente. Ella sabía que estaba allí, sentía su canto grave a medida que se aproximaba. En su ascenso cantaba una melodía, un melodía melancólica, calma para que el no huyera “No más daño/ no más sangre/ no más aberrantes danzas a tu libertad” Y así, barranco arriba, con la mirada puesta en la rama donde estaba posado ella continuaba ¡Qué buscas mujer por estas tierras¡ , le pregunto el pájaro azul. Busco el crepúsculo de los días emancipados en la desdicha, censurados de amargas penas que edifican al humano. Te busco…¡te busco¡ ante el esplendor de los soles de las jornadas. Y , ahora, estás ahí, frente a mí ¡Qué bello eres¡ Sigue…sigue con tu canto embelesando mis deseos. Y llega, frente a frente se encuentran, frente a frente se comunican, frente a frente hacen el juego del baile de la pasión, del resurgimiento de una sonrisa. Ella quiere acariciar su pluma azulado, el se deja. Y se miran, ojos concluyendo en otros ojos…y remiten al juego del baile. El en su rama, ella a ras de la tierra. El pájaro azul da un saltito y se apoya en el hombro de ella. El pájaro azul conversa con lo maravilloso que puede ser la sensatez, el respeto, el auge del amor. Porque bien están enamorados….enamoradas de la vida, enamoradas de la naturaleza, enamorados de esta tierra donde las flores margullan el sentido de la existencia. Y el pájaro azul se marchó con ella, en su hombro, prolongando el canto a la vida. A medida que se alejaban de aquel árbol cuya rama estaba el pinzón iban dejando un resto, unas huellas para los que los quisieran seguir. Seguir en el canto de la vida.

lunes, enero 27, 2020

NO.....





No. No me apetece callarme. Me gusta conversar con la madre tierra. Sí, con el viento, con la lluvia, con las nubes, con los soles, con las lunas. Soy así, pasos agrietados a medida que mis ojos, que mis oídos a veces,  insonoros, estáticos son alumbrados por la mediocridad humana. No . No me apetece callarme. Gotas de llantos cuando vientres reventados por el hambre, por la sed se vierten en mis entrañas. Gotas de alaridos cuando guerras groseras, estúpidas, malévolas sobrevuela en los inocentes. Sí, no me apetece callarme. El mundo gira y gira en torno a fogatas de calidez se sienten derrotadas, perdidas en la inmensidad de nuestros sentidos. Un mundo inconcluso. Un mundo obtuso. Un mundo donde rayos degradados rasgan ojos blancos, ojos inacabados en el dolor, en el grito. Colmillos rodean  nuestras conversaciones con nuestros pasos inciertos, inestables. Y todo calla, somos plástico, somos deshielo, somos tormentas, somos catacumba de un mundo mudo, de un mundo sumido en el callar y callar. No. No me apetece callarme. Girones de violencia nos obstruye, nos entierra en fosas comunes. No. No me apetece callarme. Que venga la paz, que venga la esperanza, que venga el amor, que venga los sueños de un mañana. Sí, un mañana donde nuestras pisadas no sean más que rosas al viento.

domingo, enero 26, 2020

DIVAGACIONES DE UN DESPERTAR DE ENERO....














El sol. El invierno de enero. El paso de los días. Aceras alimentadas de polución. Yo, en vertical, saboreando la plenitud del amanecer. Yo, en horizontal, abandonándome sobre un océano interminable. El reflejo de las pisadas. El agujero de las sombras. Yo, en vertical, concluyendo los estados de ánimos en la quietud. Yo, en horizontal, oleaje de los sentidos lamiendo mis pensamientos. La isla. Aquí, allí. Y seguimos el rumiar de la vida. Y seguimos en el esbozo de los deseos. Y seguimos amando las emociones del despertar.

jueves, enero 23, 2020

ESTOY ANTE TI....




Estoy ante ti ¿no te has dado cuenta? Sí, con ojos oscuros sombra de tus huellas. Aun soy impertinente y persisto en observarte. Acaso, no me ves. El tiempo se lamenta, el tiempo gruñe a los espejos con la manía de estar aquí. Sí, con ojos locuaces abandonados en tu lejanía.  Estoy ante ti congregando astillas sobre mi espalda pesada. Tan pesada que los pasos se me hacen invertidos donde los riscos arriban en mi caída. Estoy ante ti ¿no te has dado cuenta? Herida lamiendo las horas, las estaciones ante la locura de ser mar de tu esencia. Sí, con ojos rajados por el mal viento del querer, de amar en la ausencia de tu verticalidad ante mí. Gravito en una jornada despejada invernal, la calima vuelve y mis pisadas me llevan a ti. Sí, a ti con el goteo eterno de tu ida. Acaso, no me ves. Te busco, te encuentro y vuelvo a buscarte y vuelvo a encontrarte tras las escenas rasguñadas del ayer. Sí, con ojos oscuros amándote.

domingo, enero 19, 2020

BOLITAS DE PAPEL....







Andaba…Sí, andaba en la elocuente ciudad. Ella tras de mí, tan cerca que su aliento acariciaba mi cuello. A cada esquina iba dejándome algo en los bolsillos. No sé lo que era. Ella tras de mí, con su aliento a rosas negras, a flores marchitas, a un invierno perezoso en lo gélido. Y otra esquina, y algo más caía en mi bolsillo. Algo ligero, rugoso, algo que yo no quería ni rozar hasta que su sombra me dejara. Andaba…sí, andaba de vuelta a casa, la cabeza se me retorcía ante el enigma, ante aquella mujer que me dejaba cosas en el bolsillo. No quería mirar para detrás, no me interesaba, había cierta cosa que me impedía. No lo entendía. Ella tras de mí, ya estaba cerca de casa. Una casa rodeada por un jardín apagado, sombrío, desganado. Abrí la puerta y en un descuido su aliento se derritió como se derriten los glaciales. Sentí en ese instante un no sé qué, una descomposición en mi entereza que me llevaba aguas para la inexistencia. Me toque los bolsillos, mis bolsillos, llenos de algo. Introduje mis manos secas, mis manos obreras y halle una serie de papelillos hechos bolitas. La tarde ya venía vencida, sin armas para defender su esplendor. Abrí cuidadosamente, lentamente cada una de las bolitas de papel y leí. Cada uno tenía una frase, unos versos mal formados donde la ilusión de la vida me conmovía. Mi sombra hablaba en bolitas de papel. Bolitas de papel construyendo los pilares de la existencia, de mi existencia como  una sombra más de este mundo. Me senté en el sillón bajo la luz de flexo pues la noche venía,  venía. Volví a leer las bolitas de papel, arrugadas, casi ya con una letra ilegible en transcurso de las horas. Todo se iba cayendo a medida que la luna asomaba su hocico. Intentaba rescatarlo todo en mi memoria ¡Ah¡ respiré hondamente y vague en el ensueño de aquellas palabras, de aquella mujer tras de mí. Me había dejado un rastro, un rastro seguir. Se borraron las letras, desaparecieron en mis manos. Puso algo de música, una música eterna, infinita a mis oídos. Me iba quedando dormida, serena, con la memoria puesta en las bolitas de papel. Las guardé en mi bolsillo, ahora mudas, en blanco y me tragué todo lo que había escrito. Un sorbo de agua fresca recorría mi sed, mi hambre, lo real de esta atmósfera. Seguirán los inviernos, seguirán las primaveras, seguirán los veranos, seguirán los otoños y de nuevo invierno. Aquí estaremos sobreviviendo, existiendo, verticalizándonos en pacíficas tonadas.  Cuando desperté las bolitas de papel se había ido. Abrí las ventanas y los mirlos rumoreaban al viento. Me sentí entregada a ese viento, ese viento invernal y duro como si me duchara. La calle vacía, todavía temprano. Me hice un café y miré mi bolsillo de nuevo , nada de las bolitas de papel. Bolitas de papel que da un sentido al pulso en continuar trepando a través de las rejas de fronteras inventadas.

sábado, enero 18, 2020

NOCTURNO










Nocturno.
Astros ambulando el hambre.
Presas consumiendo la sed.
Un Venus remoto, acariciando ojos
Sonámbulos del sueño.
Nocturno.
Deseos recónditos.
Deseos allendes.
Deseos intangibles.
Deseos tangentes al sabor de mi garganta.
Nocturno.
Rompen las olas lejanas.
Labios agrietados.
Calima revuelta
Y el retorno de pensarte, conversarte
A solas con las alas rotas.
Nocturno.
Silencio.
Luces de una urbe aletargada,
Muerta de memorias
Para alcanzar el mañana.


Bajaba y subía


Bajaba, subía y por un momento infinito en sus recuerdos estaba estática. Escaleras abajo, escaleras arriba y el surgir de un olvido, despistadas formas  al encuentro de algo para encontrarse con las aceras de una ciudad durmiente. Bajaba, subía y en cada escalón tomaba aliento de cada poema desaparecido en las cenizas de sus manos. Bajaba, subía y un firmamento donde la luna juega con el sol temprano se vestía a cuadros. Todavía joven, todavía abandonada amores prohibidos, todavía contemplando el surgir de la mañana bajaba y subía.  Cuando se detuvo bajo su techo lamía cada visión, cada respirar de la urbe. Se miraba su traje de cuadros frente a un espejo. Se sentía bien, sentada en el piano reactivaba todos sus sentidos mientras la mañana iba avanzando con un invernal alarido.  Sus manos, imprecisas marcaba el ritmo del orden matemático de las notas. Sus manos se dejaban llevar por el canto de su alma. Un alma sumando tranquilidad mientras todo era aislamiento a su derredor. Y de nuevo bajaba , subía las escaleras convencida de la lucidez de las calles ensambladas a los transeúntes. Recorría cada esquina con el encuentro de ojos distintos, de ojos iguales en el  rigor de sus procedencias con su vestido a cuadros. Para ella no había distinción de cada persona que cruzaba sus pasos. Para ella no había religiones que la condenarán a la ignorancia.  Para ella, con su traje de cuatros, que bajaba y subía solo era alimentada por el cosmos. Y de nuevo cierra la puerta de su casa, y de nuevo se sentaba en el piano y de nuevo suspiraba profundamente.

viernes, enero 17, 2020

¿ME PREGUNTAS...?



¿Me preguntas? No, no estoy triste. Solo que las inclemencias de la tierra arrebatan cada suspiro enhebrado a la esperanza. No, no estoy triste. Solo estoy meditando en la reconditez que nadie ve, que nadie escucha. Converso con el paso del tiempo, el paso de las estrellas, el paso de los soles el porqué de tanta miseria a cada puerta cerrada a nuestros ojos. Ojos martillando para descubrir el florecer de una sonrisa, ojos inmiscuyéndose para saber de cuerpos rotos para izarlos verticalmente a un nuevo mundo ¿Me preguntas? No, no estoy triste. Un haz de ilusiones hace sombra a cada pisada hilada en el curso de una nueva esperanza. Sí, que quiero corazones verdes. Sí, que quiero miradas verdes. Sí, que quiero sueños verdes. No, no estoy triste.  La calima remite, la luna y sol se enfrentan en un diálogo común, saborear de este planeta que en su impulso se pierde. Ya me gustaría el todo del equilibrio, que las tempestades terminasen con un racimo de agua para el encuentro del bien, del surgimiento entre las cenizas ¿Me preguntas? No, no estoy triste. En estas horas precoces me retuerzo en mi vientre y danzo mis deseos, mis inquietudes ¿Te parece bien? No, no me preguntes más de lo mismo. Aquí estoy, palpando en el silencio el amanecer. Un amanecer pródigo en su fuerza del fin. Todo ha acabado. Sí, ese es mi sueño. Todo malestar, calamidad y una indeseable listas de palabras que no pronuncio. Sí, todo ha acabado. Acaso ¿no lo ves? No hay más guerras incansable, no hay más hambre  venenosa, no hay más muertos en las mareas anónimas, no hay más sufrimiento... Levantamos las manos, gritamos al son de la alegría ¿me preguntas? No, no estoy triste. No insistas. Dame la mano amiga y brindemos al ritmo de la paz, de la calma.

martes, enero 14, 2020

LA BARCA



La barca, una barca marcada por cicatrices borradas en nuestra memoria. Las gaviotas,  surcando el océano al encuentro de su presa…una, dos, muchas se posan en una playa vacía donde solo una barca encallada habla del ayer o tal vez del presente , del mañana. El crepúsculo , suculento amanecer donde los amantes se distancian en sus rutinas monótonas. La barca, una barca marcada por almas en la huída ¿Han llegado? ¿Han sobrevivido? Después de las terribles barrotes que han de pasar como prueba del dolor, como prueba de la pena, como prueba del adiós. La barca, ahí está, quieta, acariciada por una suave y tibia brisa en la orilla ¿Dónde están ellos? ¿Dónde están ellas? La mañana se vierte en calma con la hegemonía de un cielo azul donde la luna y el sol se besan en la distancia. Esa distancia que hemos de recorrer para hallar la paz, los libres deseos ante una atmósfera agrietada, doloroso, amortajada. La barca, mis ojos, la ausencia de ellos , de ellas y miro al cielo, las gaviotas , surcando el océano donde los ahogados suspiran al viento, empujan sus espíritu a lucha de la llegada del fin de sus llantos. Llantos sin lágrimas. Llantos de la agonía de sus corazones. La barca, mis ojos, la ausencia…que la huída de todo mal se extinga, quede difuminada como un infernal sueño del cual pudieron escapar. La barca, una barca en la orilla, una barca sin color, una barca que no entiende de diferencias, una barca que conversa con las gaviotas.

lunes, enero 13, 2020

el despertar







En vertical, respiración honda.
En horizontal, signo de los pasos.
No,  somos nada.
Sí, somos todo.
Navegamos por las secuelas del ayer
Arrancando la desnudez de sus raíces.
No, somos nada.
Sí, somos todo.
La, la, la…cantamos a las vivencias
Desparramadas en nuestra memoria
Agarradas a nuestras espaldas.
No, somos nada.
Sí, somos todo.
Y la, la, la….vienen los arco iris.
Y la, la, la….ha amanecido.
En vertical, reverberación de nuestros sentidos.
En horizontal, prieta calidez de los días.
No, somos nada.
Sí, somos todo.
Aves en su curso amando la tierra.
Caballos girando en torno antorchas
Caricia de la respiración,
Caricia del beso contemplativo
a esta esfera.
No, somos nada.
Sí, somos todo.
La, la , la….comienza la danza
La,la la….comienza el canto.
No, somos nada.
Sí, somos todo.

sábado, enero 11, 2020

Los cuervos...








Desnudo…todo estaba desnudo, el otoño había pasado fugaz en sus ojos y ahora todo estaba desnudo. Hojarasca que se desparrama más allá del viento de un invierno que abría sus puertas con una bocanada gélida, de penumbra, de una bruma que hacía aquel parque insonoro a la mirada. Solo, las pisadas de aquellos solitarios, solitarias en su encuentro con el pulmón de la urbe. Ahí, estaba ella, sentada en su banco habitual, con una carta en las manos temblorosas, frías, doloridas.  Cada cierto tiempo volvía algún cuervo con un aliento de palabras que la iban conformando, edificando en el fin de sus días y ¿Cuál fin? Ello es indeciso de predecir , solo , cuando nos llame los huecos de la muerte. Ahí, estaba ella, sentada en su banco habitual, con una carta que se edificaba a medida que un cielo pesado, bochornoso, nublado anunciando tormenta se estancaba en el parque. Ahí, estaba ella, intentando terminar esa carta que en el paso de los días se hacía más y más larga, más y más densa. Su significado bailaba con la pronunciación de su destino, una ruta indescifrable hasta que fuera amortajada. Y venía de nuevo un cuervo, un cuervo negro regándola de palabras, palabras de deseos, de sueños que serían heredados por otros. Sí, otros cual leyera lo que en ella decía.  Por un momento la abrazaba a su pecho para que se impregnara de sus latidos firmes, esperanzadores, pacíficos y luego continuaba…continuaba escribiendo lo que los cuervos le traían.  Una carta con sabor a ella, con olor de invierno.  No era ni triste, ni alegre solo el resonar de la vida como nota de lo cotidiano la embriagaba, se deletreaba en cada figura de sus palabras. Un respirar intenso, un vivir profundo en las cavidades del amor, de una paz rasgando las quebrada emociones. Ahí, estaba ella, sentada en su banco habitual, con una carta en las manos donde describía el circular del mundo, de esa atmósfera que en vertical u horizontal atrapaba al humano. Y seguía y seguía con su carta escrita por cuervos negros, con sus manos arrugadas, ásperas por el frío.


martes, enero 07, 2020

MIS RECUERDOS...


Mis recuerdos se hacen difusos, un  murallón de pétalos de rosas negras se agrega y trepa por la brumas de la memoria. Me cuesta ver el alejamiento del hoy pero, el del ayer navega por aguas fangosas, profundas donde su recorrido se hace enfermo en el presente. Solo me queda el olor de cada beso, de cada caricia lejana, ausente y me envuelvo en las sombras del olvido. Sí, el olvido, viento mortal al ayer, veredicto de las penas idas, eclipsadas en mi presente. No, no te recuerdo, aunque te observe por un largo tic-tac. Un tic-tac que evapora las sentencias de un pasado que tal vez no fuera. Aquí estoy ahora sentada viendo el amanecer de un invierno frío, el sol ha venido, latigazos contra mi ventana de una luz que no me deja ver la oscuridad y me conformo, me deleita con su danza mañanera. Aquí estoy, pajarillos en revuelo me envuelve en una cierta paz y no sé porqué. Aquí estoy, en el ya, en el paso firme y vertical de blancas palomas rumoreando en la calle.

sábado, enero 04, 2020

Miraba el reloj...





Miraba el reloj, seguía la continuidad del paso de las horas y ella ahí, en la cama. Arrugada sábanas la agazapaban en el sabor del alba. Miraba el reloj, me presionaba a marcharme ya era de conversar con las calles, con primeros pajarillos del amanecer, a la rutina de un trabajo áspero.  Y ella ahí, en el sueño  agradable de los movimientos de los cuerpos en la noche, en la madrugada. Miraba el reloj, tenía ganas de romper ese tiempo que se iba y me dejaba sola en mi ida y la dejaba sola en sus sueños. El ambiente envuelto en un frío metálico a la vez que un viento de arena me detenía y me sumergía en  agrios pensamientos. No, no quería dejarla. Miraba el reloj, sus manecillas seguían andando, los minutos iban transcurriendo mientras ella dormía después de una noche donde el sudor de nuestras pieles se cruzaba en el éxtasis, en una pasión que la memoria no borra. Miraba el reloj, este reloj de bolsillo de mis antepasados, seguía en su movimiento hacía la viveza de la mañana. Me detuve, leí mi conciencia y describía círculos en el aire de unas horas que no  existen. Entonces, porqué irme, porqué circular en una rutina marcada por la desgana. Lo miraba y lo miraba, me extraviaba de ella, me emancipaba del hoy. Quizás se vaya y no vuelva más, quizás cogiera la maleta y se disolviera en la ciudad para nunca más abrazarnos, hacer el amor en la plenitud de las estrellas. Miraba el reloj, el rugido tempestuoso de un tiempo que se me iba me agobiaba, me asustaba, me hacía temblar desde esa puerta que todo lo cierro, que todo lo termina. Ella ahí, en la cama, desnuda, batiendo sus alas en los confines de sus sueños….

jueves, enero 02, 2020

LAS FLORECILLAS.....


Las florecillas amanecían abiertas
Dudosas de la ternura dúctil del viento empapado de arena.
La furia despojaba los pétalos
Y en el vals de la mañana planeaban a ras de la tierra.
Las florecillas pedían sueños,
Sueños evaporados a medida de una brutal corriente de penas.
Y en sus sueños galopaban en la ventura del saber de la duda.
Las florecillas derramaban soles de sangre
Sobre los cuerpos olisqueando la nada.
Las florecillas despertaban en el verdor de los barrancos
Bajando trepidantemente hacia un océano elevado en caracolas y algas
Durmientes ante una naturaleza herida.
Ay, amores heridos en el curso de las estaciones invernales.
Ay, insonoro relámpago de las tempestades de los ojos.
Ay, flotantes cuerpos en la desidia del olvido.
Y las florecillas amanecían abiertas
Con el compás del grito cercano de las gaviotas.
Y las florecillas pedían sueños
Con voz callada en el jadeo del oleaje.
Y las florecillas derramaban soles de sangre
Con las manos tatuadas de tristezas.
Y las florecillas despertaban
Con la ascensión de la danza de los ciegos pensamientos
Desparramando el clamor del vacío.