miércoles, marzo 30, 2016

Ramas vacías...

Ramas vacías,
Raíces que engendran
Mujeres al viento
En la profundidad
Del oleaje
Que mira y mira
La rutina del trepar
Por los albores de la vida.
Cotidiana esencia
De los sentidos
Vientre que se funde
En cascadas plateadas
Con ojos de amapolas
Surcando caricias
Al son de una balada.




lunes, marzo 28, 2016

Estaba...

Estaba ahí, se los puedo jurar que la vi. Tan bella….flor de cascada que rebosa en la exuberancia de su mirada, con la delgadez de su figura. Sus ojos negros se clavaron como amapolas sobre los míos. Sí, me miraba como si el tiempo no hubiese pasado. Sería el mediodía, no llevaba reloj, pero la incidencia de los rayos solares sobre mi cabeza me decía que era esa hora. Estaba vestida, muy bien vestida. Da igual  estas nimiedades. Pero es que estaba tan bella que sentía ganas de abrazarla. No había nadie. Solo yo y ella y esa mirada que será perpetúa en el paso de los años. Yo estática, combatía con la razón, con el corazón. Como era posible me preguntaba. Pero sí, alargo su mano como ofrenda de los desaparecidos y yo…yo la bese. La bese incansablemente. Sentía su suave piel con cierto aroma ha rosas amargas. Entonces me di cuenta a medida que el día avanzaba. Estaba en el cementerio, frente a su lápida…pero…pero prometo que la vi. Tan fuerte fue nuestro amor. El día anterior la habíamos enterrado en un mar de penas, lágrimas y agotamiento. Y ahora, aquí. He pasado por este lugar pacificador y me la hallo frente a mí. Ha venido a despedirse, seguro, pensé. La realidad retornaba con sus astillas ensangrentadas sobre mis sienes. Sentí…qué sentí…una cierta calma, la serenidad de que algún día nos volveremos a encontrar. Hasta luego amada mía. 

domingo, marzo 27, 2016

Divagaciones de una mañana de marzo...

Sí, alza los ojos frente a nubes eclipsadas por el rumbo de los vientos. Acaricia tu cuerpo como exuberante belleza que se cierne en tu reconditez. Venga, levántate y vete hacia esos lugares donde un paisaje de constelaciones describen tu destino. Aquí, ahora, avanza por las cerradas colinas donde el eco sencillo de un mirlo es vigía de tus huellas. Ämate con la ventura de tus sentidos en el leve aroma de las siemprevivas. Abre tus manos, deja que en ellas se absorba el sudor de tus singladuras a través de los despertares de tu mirada. Ay, tu mirada, consolada por el ritmo de las estaciones cuando en los amaneceres eres hermosa ala impregnada de sueños aun por recorrer. Sí, ánimo, lindo vuelo en un horizonte cuya verticalidad te hace ser amiga de los libres puentes de la vida.



viernes, marzo 25, 2016

Todo gira...

Todo gira
Cuando a mi manera
Absorbo las sombras
De mis pasos.
Meditabunda arranco
Hojas secas de un calendario
Donde el tic-tac
Mece las estaciones.
Todo gira y gira
En un aroma de astros
Que coloquian con mis ojos.
Ojos desiertos.
Ojos solos.
Ojos sin mirada.
Todo gira y gira
En el pasto de la ventura
Que inconclusa

Rema nuestro destino. 






Aprisa...

Aprisa, ángeles caídos bajo los influjos de la lluvia. Intermitentes luces que amparan el desafío de puentes colgantes en la sombra difuminada de tu corazón. Subes, avanzas y en equilibrio medias con las ventiscas de la caída.  Aprisa difundes tus restos en un eviterno grito de ansiosas ganas de llegar. Sí, llegar a ese estado donde alma, donde el ser, se estremece con las palabras de paisajes quebrados. Te entregas a las arboledas, te entregas al fuego que emana de tus carnes cuando el sol se arrincona en ti y a tu manera vuelas y vuelas en latitudes desconocidas. Cierras los ojos, respiras hondo y cuando el amanecer levanta tu mirada eres guiada hasta donde se yerguen las sonrisa. Aprisa…aprisa te escabulles bajo ella inflando cometas al aire que evocan la calma.

jueves, marzo 24, 2016

Perro amarillo...

Llegó hasta la puerta, estaba entreabierta. Detrás el océano, una orilla donde las olas eternas rumiaban con sutileza. Le dio la impresión de que no había nadie y estaba abandonada, la hiedra vestía sus paredes, tanto, que no podía observar por alguna ventana. La casa, de una nave, era ruinas de un pasado que pudo ser enriquecedor. Entró, no había nada, solo una especie oscuridad iluminada por un halo de luz de la mañana y una mesa en el centro de aquella quebrada vivienda. Techos de madera, seguro que traídos de lejos, muy lejos. Suelo de piedra como si fuera una iglesia de antaño. La frialdad daba canto a todo su cuerpo. Se aproximó hasta la mesa, una inquietud la apresaba para ir hasta allí. Sobre aquel polvoriento trozo de madera había un libro que por su forma debía de ser muy antiguo, demasiado se dijo para ella. Por unos instantes le daba cierta cosa tocarlo…se desasearía en sus manos, pensó. Puso su mano sobre él. Oyó el ladrido de un perro, estaba afuera, cerca. No temió y lo abrió. El perro de un color amarillento entró y se puso al lado de ella. Se extrañó. Es como si estuviera esperando algo de aquel libro, que ella hiciese. Leyó y leyó. Una vieja historia, supuso. Se estremeció. Era un diario de alguna mujer que vivió bajo esos techos. Una mujer que poseía un perro como el que estaba al lado de ella.  Eran sus días, sus monotonías, su vida en aquel lugar. De pronto un halo de luz emanó del libro. El perro amarillo ladró y después calló con la viveza de sus ojillos. Ella no temió. Un espíritu extraño se estaba apoderando de ella, en círculos la envolvía en luminosidad, hasta encantarla. El perro amarillo la olía, la examinaba y un profundo lloriqueo se hizo presa de él. Se apartó, huyendo de aquella casa desierta. Solo ella en ese sitio. Solo la luz rodeando cada movimiento que realizaba. No entendía, algo quería decirle. Y con llamas de fuego escribió algo en el suelo. Al leerlo un temblor se apodero de ella. Se fue de la casa y llegó hasta la orilla de la playa. Allí el perro amarillento esperándola. Allí una mano que nacía del océano y se aproximaba a la orilla. El perro meneo el rabo, como de alegría. Ella ensimismada en el pánico se quedo estática frente a esa mano que venía, que venía a por ella. Del liviano oleaje brotó una mujer, una mujer desnuda ensangrentada, y fue hasta ella. No hubieron palabras, sus ojos delataba lo que quería explicar. El perro amarillo junto a ella otra vez, el perro amarillo reconoció a su amiga muerta en raras circunstancias. “Fue él”, dijo ese cuerpo mutilado. Ella cerró los ojos y comprendió. Acarició al  perro amarillo y se fue. Nunca más volvió a esa casa donde el dolor y la muerte eran parte de su vida. 

miércoles, marzo 23, 2016

Cuando el viento...

Cuando el viento te mece
Al son de los astros
Que sobrevuelan nuestra memoria,
Te siento desembocar en arroyuelos
Donde tus ojos oscuros son llanto.
Miras el vuelo de una rapaz
Y sus garras engendran las llagas
Que pesa en tu espalda.
Sin más bailas, tiemblas
Examinas cada gota de sudor,
Un sudor ensangrentado
Por los rostros de la nada
Cuando la bruma pesa.
Sí, pesa, en tus sueños,
En el balanceo de espejos rotos

Que pisas y pisas. 

Buscaba..

Buscaba la luna
En la hechizada playa
Donde los latidos del mar se reúnen.
Buscaba lirios, rosas
En los jardines misterioso
Donde los arco iris es manantial
De la sabiduría.
Buscaba el amor
En las cuevas enigmáticas
Donde el frescor de su aliento
Exhala vida.
Buscaba, buscaba…
En la algidez de un risco
Donde el grito de las ramas
Llamaba a la alegría.
Buscaba las manos
Cuya aventura fuera volcán
Donde se vomita burbujeantes sonidos
A la paz.
Buscaba, buscaba…
El imperecedero rincón
Donde las aves cantan a las ramificaciones
De la libertad.


lunes, marzo 21, 2016

Peces...

Peces en volandas,
Acordadas espumas
Descendiente en la desnudez.
Besos camuflados
Bajo los espectros del más allá.
Esfera balanceante del destino.
Cuerpo que erupciona
Al compás de gotas negras
De un sudor que se expande
En la caricia abierta
De unos brazos ramificados
Bajo tierra deforme.
Astros de plumas
Trepando a ras del fuego
De las sensaciones.
Brindis al tiempo sumiso
De unos labios que reman
Al norte de los sentidos.




El camino...

Comenzamos en la profundidad de un bosque que exhala brumas. Andamos como perdidas en la dimensión grandiosa de su humedad. Penetramos en su cuerpo sin saber con qué deparará nuestros pasos. Miramos atrás y nuestras huellas son invisible espíritu que mece las ramas con la vaga brisa. Queremos saber de su enigma, del misterio que cubre nuestros ojos con velo de llovizna. No hay prisa, es noche sin luna, solo el hueco nuestras almas entregadas a él. Ocultas en esta gran extensión del monte virgen. No sabemos a dónde llegaremos pero todo tiene un final. Avanzamos, de la mano, con una prieta sonrisa en nuestros labios. La humedad hace incursión en nuestras carnes pero la olvidamos. Al final del camino nos hallamos un acantilado, la bruma se detiene ahí, nosotras también. Meditamos, recorremos con nuestros pensamientos ese denso mar oscuro que se halla ahí debajo. Desliamos nuestras manos y alzamos nuestros brazos como signo del vuelo libre. Alas se engendran, alas matizados por una respiración positiva y energética. Volamos en el sentido de nuestras sensaciones…sí, sobre ese mar oscuro y rugoso que se halla ante nosotras. Cachalotes salen a nuestro encuentro, algas que nos tienden sus dedos delicados al pasar a ras del océano…y de pronto…caracolas emitiendo el sonido de la tierra. Ahora somos dos en una con vuelo firme y seguro. Regresamos al bosque. Un bosque donde la bruma se hace invisible. El alba parece erupcionar con su tonada broncínea. De nuevo de la mano andamos, el esplendor de ese lugar es extraño y animoso. Nos hemos perdido al encuentro de sus palabras, del saber. Nos da igual, una cueva se interpone en nuestro camino y dentro encendemos una hoguera de la vida, de nuestra vida. Un perro amarillo ladra afuera, nos indica que tenemos que volver. Lo seguimos, descalzas, cristales rotos a nuestro paso hasta la civilización.  Llegamos a la ciudad, aun duerme. Ensangrentadas de sudor y despacio seguimos en esta alma de ruidos y atropellos. Nos da todo igual, ya sabemos donde se halla el murmullo de nuestras vidas.

domingo, marzo 20, 2016

Te escribo...

Te escribo
Bajo la sombra de pinares
Andantes en un mes de marzo.
No sé, siento la necesidad
De evocar tú forma de moverte
A través de los vientos.
Una melodía suena,
Ahora, en mi memoria
Y cimbro sobre
Nubes animadas por una lluvia
Que se yerta en el eterno grito
De la sequedad de mis manos.
Sí, te escribo
Una jornada gris viene
Siento el aliento de aves de colores
A ras de mi corazón
No sé por qué
Quizás vengas
Aquí estoy en la tardanza
De un ocaso que nos  aísle
De la monotonía del ruido
De un reloj que no descansa.  
Habrá alguna manera
De hallarnos bajo el eterno oleaje
Observando el vuelo de una gaviota
Que con su alma plateada
Deja rastros de nuestros ojos
Mirándose, mirándose…





sábado, marzo 19, 2016

No te reflejas...

No te reflejas en un espejo. Sientes ganas de soñar  y que esos sueños te lleven a otra dimensión de tu transitar por la vida. Te miras y miras y no ves nada. Solo un cabello cano que va creciendo y creciendo. Posas tus manos sobre él, se quiebra y percibes la oscuridad de tu corazón. En otro tiempo, en otro espacio eras ave que sobrevolaba montes verdes donde los manantiales corrían como sangre tuya. Ahora, te sientes vieja y extasiada de tus singladuras por la vida. Solo te quedan esos instantes eternos de la memoria. Echas una sonrisa, recorres tus recuerdos como si fueran de ahora. Sí, ahora cuando la vejez y la soledad se embarcan en una misma canoa de noche sin luna. Ríes y ríes. Inspiras y espiras. Espiras e inspiras y un cierto placer da brío a tu ser. El espejo se recompone. Te vuelves a mirar y te ves…te ves sumergida en una danza de algas y caracolas en un amanecer donde tú te acercas y la llama de los océanos erupcionan en un canto eviterno. Ballenas vienen a ti y tú sobre ellas saltas hasta ser eco de la bóveda celeste. Eres tú, me digo. Hace tiempo que no te veía, has vuelto, has regresado a las esferas que condicionan tu destino. 

viernes, marzo 18, 2016

Callados...

Terminamos la conversación. Temible cauce donde andamos. Todo es la nada que nos persigue. Esperamos, esperamos nuevos vientos pero cada vez se dilata más el silencio bajo entre estos pedazos de paredes. Se están rajando de tanto y tanto callar. Nos estremecemos. Nos miramos. Observamos a través de los cristales rotos de la ventana. Una sombra avanza hasta nuestra casa. Una sombra que no se distingue bien lo que es solo el color de su traje, un gris ausente. Dime algo, por favor…estoy aquí sentada frente a ti y no dices nada, yo digo nada. Esperamos, esperamos que la noche vega con sus cirios y su tumba y nos arrastre bajo las raíces. Todo ha fracasado, ya, desde hace mucho tiempo. La sombra se aproxima. La noche no se hace esperar. Suena el timbre. Nos precipitamos como si fuera la solución a la puerta. No decimos nada, abrimos. Ahí está, la muerte. No deja ver el rostro pero puedo asegurar al mirarnos que es la muerte que viene a danzar con nosotros. No estamos tristes, solo, cansados. Ella pasa como si nada. No pide permiso y va delante nosotros. Nos sentamos otra vez. Tu, yo y la muerte ¡Por qué¡ Silencio, ella también calla.  Nos absorbe con su energía, con la frialdad existente entre los tres y se va. Cruzamos el jardín, los tres. Nos lleva donde las olas rompen sobre unas rocas. Se detiene y desaparece. Quedamos los dos, callados, indecisos, gastados. Es noche de luna. En el horizonte se divisa una barca que viene, está vacía. Nos introducimos dentro. Avanza en ruborizar de las mareas lejos, muy lejos. Nos arrugamos por el frío y la humedad pero no hablamos, nos miramos. Una pardela plateada pasa ante nosotros. Se posa en la barca y nos guía. Llegamos a otras tierras callados, muy callados. Allí solo hay arena y piedra, nos bajamos. Nos cogemos de la mano sin mirarnos y de golpe amanece. Un amanecer que viene con el brío del astro rey. Por última vez decidimos mirarnos. Todo ha acabado. Tan largo viaje para descubrir el vacío entre nosotros. Nos no decimos adiós, solo, regresamos al océano. 

miércoles, marzo 16, 2016

Riscos...

Riscos.
Caída de la tarde.
La intemperie de los sentidos.
Balanceos sobre la mar
Cuyos destinos
Enmudecen nuestras miradas.
Somos aire, fuego, humo
Que se expande y contrae
A la danza de las jornadas.
Miramos más allá de las rocas
Amorfas de tanto y tanto oleaje.
Refrescamos nuestras manos
Con el aliento marino
Y amamos este devenir

De las brisas de la vida. 

El...

El nocturno se abría sin luna, solo, constelaciones animadas por sus figuras. Ella se fue a acostar sobre la nube de los sueños cuando pasada la medianoche y horas y horas de lectura habían cansado sus ojos. Todo era plácido, una brisa tenue entraba por su ventana. Ese frescor del otoño acariciaba su rostro. Se sentía feliz inspirando y espirando mientras el sueño la iba consumiendo en profundidad. Una puerta que se abre, una puerta que se cierra la despertó. Miraba y era la de su habitación. Miraba como esa puerta se abría y cerraba. Imposible, perpleja se dijo ella. Hay viento, pero muy suave. Se desperezó y se levantó, quería saber el motivo del por qué la puerta se abría y cerraba, no entendía. Cuando se acercó la puerta se abrió nuevamente. Un cierto temor y  temblor penetró por su cuerpo. Agazapada en su albornoz salió de la habitación. Percibió vagas luces en su salón. Se detuvo ante el interrogante, ante un cierto pánico que no la dejaba caminar hasta allí ¿Hay alguien?, preguntó. La nada contestó. Meditó por unos momentos y decidida fue al salón. Su rostro se volvió pálido, indeciso, cubierto por una neblina de terror. Estaba el suelo rebosante de velas encendidas en forma de corazón. Paralizada no sabía qué hacer, quién había hecho eso.  De pronto las velas se fueron uniendo, solas, se deslizaban solas formando una gran antorcha. Ella miraba y miraba anonadada, espantada. No había nadie, solo ella y esa especie de hoguera en su salón. Las llamaradas que soltaban formaron una palabra, una cierta palabra. Amor. Perpleja retrocedió a años atrás. Sí, cuando lo había dejado. Sí, el había muerto en circunstancias raras, insospechables bajo la continuidad de las mareas. Ella ya había olvidado aunque un cierto ronroneo la atizaba de vez en cuando. No lograba entender estos pensamientos pero algo le decía que era un mensaje de él. De repente la llama se fue apagando hasta quedar cenizas sobre el suelo en forma de corazón, cenizas que la hizo dar unos pasos y recogerlas minuciosamente como si él tratase. Las guardo en una caja pequeña de madera y se fue de nuevo al paraíso de los sueños. Y soñó y soñó…con él, en una playa vacía cuando andaban juntos de la mano por la orilla. Una energía extraña se apoderó de ella y con impulso se vistió y salió. Se dirigió a esa playa donde por última vez lo habían visto. Se sentó en una roca donde las apagadas rompen con su mirada fija en el horizonte. Ya casi era el amanecer y el ahí, frente a ella.  

martes, marzo 15, 2016

Un sol...

 Un sol que no encuentro nada. Ráfagas de viento que acaba en un rincón donde la hojarasca crece y crece bajo tela de arañas. Rumiamos la senda de manos alzados al ritmo que la paz se congrega en plazas vacías. La calidez de losas tendidas en el camposanto de aquellos que antaño marcaron sus vidas con la danza de la libertad. Y sin más la noche. Andamos entre nubes desabridas, cenizas al encuentro de un mar abierto a todos los corazones. Solo el auténtico sabor del oleaje mientras avanzamos, mientras nos despedidos fuera de las amarras que rotan y rotan en nuestras muñecas. 

domingo, marzo 13, 2016

Un viaje...

Comienzo un viaje. Un viaje donde mis pisadas absorben la tibiez de las estrellas. Voy explorando cada esquina donde solías asomar tus ojos melancólicos. Y te hallo, te encuentro en un estado grave e incierto. Respirando el aroma de la polución. Respirando cada rostro que pasa ante cada esquina. No hay nada en ti, vagas en las esferas infinitas de la desidia. No sé por qué. Clavo ardiente en tus sienes que hace brotar llantos y más llantos. Te cojo de la mano. Al principio indecisa, quebrada, te apartas pero después vienes. Posas tus labios sobre mis hombros. No sé qué temores tendrás. Nebulosas de papel son paisaje de ti. Una densa niebla que no te da aliento. Te animo y das unos pasos. Sales de cada esquina y comenzamos un nuevo viaje. Singladuras por los verdinos océanos cuyo oleaje es tenue ruptura de cada mala gana. Te entusiasma, quieres seguir. Continuamos mirando el crepúsculo como si fuera eterno. Ay, esos instantes…reboso de espumas que acarician nuestros pies. Un faro a lo lejos, un faro que vendrá con noticias nuevas, el rajar de las fronteras con cierto aroma de arco iris. Le cuentas tus sueños, tus deseos y un velo azul se enciende en tus ojos. Observas, yeguas galopantes sobre las mareas, aves zancudas ofreciéndote sus alas. Te transformas y galopas y vuelas sobre el resonar del mar hasta las profundidades misteriosa de su cuerpo. Te entregas. Yo te miro en el resurgir de tu esencia, de tu ser. 

sábado, marzo 12, 2016

MÍRAME...

MIRAME
ALZA LA NITIDEZ DE LOS OCÉANOS
BUCEANDO A TRAVÉS DE LOS ASTROS
QUE SE ALIMENTAN DE ESTATUAS DE SAL.
MIRAME
SIMPLEMENTE EN EL DEVENIR
DE LAS VASTAS JORNADAS
DURMIENTES EN LA PLENITUD
DE UNA PLAYA VACÍA.
MIRAME
NO ME ESCUCHAS
ANDAS LIADA ENTRE SÁBANAS
QUE SE ABANDONAN EN EL SUEÑO,
UN SUEÑO PROLONGADO, ANCHO
EN EL TRANSCURRIR DE LAS ESTACIONES.
MIRAME
PROMESAS ONDULADAS,
RECUERDOS VAGOS,
BESOS EVAPORADOS
EN LA MEMORIA INFINITA
SIEMPRE AMANTE DE LA ETERNIDAD.



Callados...

Callados. Espacio intangible donde espejos reflejan el eco interior. Nos arrugamos al ritmo de los días, de las horas, de las estaciones permaneciendo intacto el beso que toma vuelo en los sueños. Sí, estamos callados. Heridas en la vertiente de nuestro vientre, no se irán, mientras alzamos nuestros cuerpos en la algidez de un sol que viene, nos entregamos a su pasión por la calidez de nuestros miradas. No sabemos a veces si llorar o reír, un vago recuerdo ensucia nuestras singladuras a través del tiempo. Nos desnudamos. Nos miramos y en galopantes girones nos desquitamos de todo mal. Callados, seguimos aquí. Se abre una ventana y las palomas vienen a observar todo quehacer de nuestras manos. Manos abiertas, manos agrietadas, manos envejecidas, manos que giran y giran en la tibiez de sus alas. Callados. Sí, callados alargamos un túnel al encuentro de una lumbre que nos erija como humanos que somos. No la hallamos, pero hay tiempo, un tiempo que se retuerce en el derivar de azules cometas sonrientes en el aire. 

viernes, marzo 11, 2016

la noche

La noche. Tres rostros perdidos en la luz de unas velas que se mecen al son de la brisa. Nubes afuera, nubes y frío. Mes de marzo del año xxxx. Tres rostros que en la noche se convocan en una mesa redonda bajo un degastado techo. Tres rostros que están en silencio, esperando, esperando que alguno se decida hablar. Uno levanta la mano “ esta esfera está impregnada de sangre y hambre, los recursos infinitos se han condicionado al poder, mientras, niños y niñas soportan grotescos fardos para su beneficio, hay que detenerlo”. El segundo alza su brazo, con lágrimas en los ojos hablas” la huída de la masacre, la huída de la atrocidad, nuestras fronteras están absortas ante tanta y tanta desgracia. Caravanas de sangre, caravanas de hambre, caravanas de frío, caravanas de injusticia. Esto no puede seguir así, todo se destartala, todo se dilata en la ruina de este mundo, un mundo insalvable.” El tercero yerta su mano” tenéis razón. Todo es caos y desorden. Adiós querida tierra. Tierra de nadie y de todos a la vez.” La noche. Tres rostros envejecidos por las ojeras que vuelven a callar. Cuando se hayan ido esa casa será ceniza. Velas que se apagan. Tormenta que se aproxima. Un colapso en medio de la mesa que parece rajarse. De ahí mano un árbol. Un árbol sin hojas, sin raíces. Solo un troco seco y hueco. Todo ha terminado. 

miércoles, marzo 09, 2016

Despacio, con calma...

Despacio, con calma. Un ave que no vuela, roto corazón en su peregrinaje al sur. Unas manos. Despacio, con calma la coge y le cede la tibiez de su pecho Por qué no vuelas, le pregunta. Ella, mustia lo mira y no habla, no habla...está cansada. Sus plumas de plástico no la dejan avanzar donde el sol erige su canto más alto. Hace frío. Despacio, con calma la abriga. Siente sus latidos. Vive aún...una vida que progresara en el surcar del sosiego, de la lentitud de los días. Mareas transformados bajo las llamas del hombre. Despacio, con calma la lleva bajo su techo. Frente a la chimenea la recuesta, ella, lo mira con cierto amor. No te preocupes, dice él, ya te recuperaras.  Despacio, con calma el ave se yerta. Vuela alrededor del salón sana ya. Te tienes que ir, le dice él, tu libertad. Ella indecisa lo mira a él y ese balcón desde donde izará su nueva aventura. Regresaré, le dice ella cuando el astro rey sea brío. Despacio, con calma se va. Solo otra vez. Observa como se aleja. Observa la marchitez de sus manos, ahora, que ella se ha ido a su mundo. Se queda en un profundo cavilar. Medita el bien que ha hecho a esa ave que ahora vuelve volar. Una felicidad impregna todo su ser. Despacio, con calma, se acuesta y desea soñar. Soñar con parajes de arco iris donde las arboledas manen paz y respeto.  Soñar con acuarelas que vayan pintando cada rostro en bondad y justicia. Ahora, despacio, con calma…

invocar..

Invocar el sentido de tu aliento.
Fuerza lamiendo las sienes
A medida que pasa el tiempo.
Navegar bajo nubes cenizas
Mientras el viento se agarra
A las aventuras del vivir.
Te encuentro, te recuerdo
Bajo un colchón mullido
Donde la palabra amor
Se destierra del plano horizonte.
Lluvia de estelas
En la llamada de la añoranza.
Cuello acariciado
Por  el insomne oleaje
De fronteras tapiadas
Entre tú y yo.
Todo se hace lejos, muy lejos.
Velo que nos carcome
Al soplar barranco arriba
Nuestros deseos,
Nuestros anhelos
Tiznados  de libertad.
No sé,
Creo ver un arco iris
Donde las pardelas nacen.
Vamos allí
Al son de una cueva
Emergente en el beso,
Quizás no sea tarde,
A lo mejor nos encontramos
Y al unísono seremos rumbo
A los astros pobladores de este globo.




lunes, marzo 07, 2016

No hay dolor...

No hay dolor
Solo, cicatrices
En la rutina de los años.
Años ofuscados
Por el deforme soplo
De los vientos.
Sentada,  conforme,
Agitación que se dilata
A medida que los ojos
Miran el horizonte lejano.
Un día más
Donde el resonar
De campanas
Anuncian lo inconcluso

De nuestros pasos. 

sábado, marzo 05, 2016

Extraño...

Extraño. Sí eres un extraño. Tocas la puerta. La abro y apareces tu diciéndome que me conoces, que hace años fuimos amigos. Ahora, no recuerdo. Tu rostro me es desconocido, eres un extraño para mí. Intento cerrar la puerta y no me dejas.  Sigues con tu antojo que sabes todo de mi, toda mi vida.  Te pide que me des detalles de ella y los da. Imposible, no me lo puedo creer, me digo a misma…sabe todo. Como confiar…me das miedo. Un temblor de pánico sube por mis piernas hasta mi estómago. Me siento desfallecer y me miras. Me miras como si un mundo paralelo del que no logro comprender albergará en mis pasos. Quieres entrar, hace frío, mucho frío. Tal vez nieva…pero sigues siendo para mí un extraño. Un ser que viene me toca a la puerta y dice que me conoces. Por qué, no esperaba a nadie. Siempre he vivido sola. Sola entre estas paredes manchadas de una humedad melancólica. No…no puede ser. Quizás no seas de esta esfera. Sabe de mis huellas, de mis singladuras a través de las estaciones. No sé qué hacer. Me das miedo. Anochece, seguro que nevará. Tú ahí, yo aquí. Sigues hablando y hablando. Yo ya ni te escucho. Me conoces a la perfección y ello me molesta. Te pregunto y no dices nada de tu vida, de dónde vienes.  Todo es misterio. No sé por qué razones te dejo pasar. Ya nieva. Nos sentamos uno frente a otro en el salón. Me miras y me miras. Hablas y hablas. No paras. Tu insistencia me derrumba. La luna mece hoy un cierto aroma a nostalgia, ha dejado de nevar. Por lo que observo no tienes intenciones de irte, de dejarme sola seduciendo mis deseos de un soñar despierto. No me conozco, he dejado pasar un extraño a mi casa. Todo es extraño, muy extraño.  De repente te callas, me miras fijamente. No sé qué hacer, me siento cómoda tras las horas. Así somos cabalgamos bajo las estrellas desconocidas en un universo que se expande, que se contrae. Un universo extraño para nosotros que no más que somos polvo de él. Aquí está él, callado, a la luz de una lámpara que cimbra en la certidumbre de quién será. Extraño.

jueves, marzo 03, 2016

Pasos...

Y los pasos me llevaron hasta casa. No sé por qué.  Hacia dos décadas que había desaparecido en medio del boscaje. Tú todavía llevas un traje negro y una mirada gris. Tanto me has echado de menos. No lo entiendo…te deje para que fueras libre. No quisiste. Solo la espera estación tras estación imaginando que algún día volvería. Ahora regreso, me miras, no como un extraño.  Sino como un pasajero del tiempo que se ha perdido en sus cavilaciones, en su soledad. La casa sigue igual por lo que observo. Tú la misma, más pálida quizás. Te has encerrado en un mundo de ensueño en el que edificabas nuestro amor.  Recuerdo aquel entierro en un nicho en pleno invierno, una lluvia infernal caía sobre ti y mi ataúd vacío era gritos de dolor. Sí, te estaba mirando. Tú no te dabas cuenta. No querías a nadie alrededor. No sabías que explicación dar a mi supuesta muerte. He meditado mucho, tanto…que ahora estoy aquí. Sufro verte en tu silencio, en ese desierto de tela de arañas en que te lías y lías hasta el cansancio. No me preguntas donde he estado. Tal vez muerto en un mundo invisible a ti, a todos. No has hecho nada. Solo esperar y esperar. Tanto amor…tanto amor por mí. Será por ello que he vuelto. Hoy en invierno, cuando la lluvia diabólica toca  a la memoria. No lo volveré hacer jamás. He pasado por el cementerio y había flores frescas ¿Por qué? Por qué tanto tiempo, ya era hora que volarás. No importa aquí estoy.

miércoles, marzo 02, 2016

Te acercas...

Te acercas. Desolada te desdoblas y unificas una sonrisa con la nostalgia. No sé lo que añoras. Te miras. Te observas frente a una obra donde la amante parece dormir en la placidez de aves surcando su vientre. Experimentas con agrado algo emocionante, algo que tu reconditez llama a las antorchas nocturnas. Tú frente a esa obra. Un lienzo que deja pasar el tiempo. Caes de nuevo. Otra vez ese maldito ayer. Congregas en tus entrañas un agudo dolor que diezma tus andanzas a través de aceras mojadas. Hojarasca durmiente en el seno de los océanos. 
Me aproximo a ras de sus espaldas. Mis ojos frente a una obra sin terminar. Esferas ambulantes en un pincel que se mece bajo la lluvia del pasado. Sí, el pasado. Nos ha truncado en el firme paso del hoy. La duda viene. Estamos aquí encerrados entre estas verdes paredes. Tú ahí, yo aquí detrás de ti. No tengo ganas de salir. De mis manos manan raíces que me aferran más y más a tu obra. Te miro. Te observo. Ya no hay sueños. Para qué, me digo. Creo que tú sientes lo mismo. Estamos solos. Tú y yo. Yo y tú.
Tal vez no acabe hoy, ni nunca. Me gusta cómo me miras mientras elaboro pincelada tras pincelada esta obra. Quizás de ella nazca algún halito de ilusión. Pero no. Estamos acabados. Esa es mi impresión. Afuera el viento es atroz, una violencia que desparrama lágrimas en los rostros anónimos que se interponen. Mientras alguna sonrisa se escabulle por mi espalda. Eres tú. Sí, tú que estás detrás de mí. No sé de qué te ríes. Llevamos muchos con el reflejo de cristales rotos. Me desdoblo, me arrimo a ti. Te doy a ti. Frente a frente. Unificamos nuestra energía edificante en el jamás. Jamás seremos libres pinzones cruzando de cumbre en cumbre los deseos.
Todo cambia. No estamos estáticos en un mismo paisaje aunque tú te empeñes. Debemos avanzar sobre cimas nevadas, ante rompeolas poderosos. Emerger en el saber y dar pequeños pasos gratificantes que nos sume en la vida. Aquí estoy, detrás de ti. Con mis manos cruzadas. Esperando, esperando a que te gires. Deja ya esa obra…así está bien. Ahora estás en mí y yo en ti.  Agárrame fuerte compañera. Ya es hora de partir, aquí no hay salida.
Afuera llueve. Nubes animadas que da un cierto aroma a cemento. Me animas. Si, lo dejaré por hoy esta obra infinita. Tú y yo. Yo y tú. Quemar todo esto que nos ha llevado a la nada. Vamos que se hace tarde. Abrázame. Tú en mí y yo en ti. Nos iremos bajo la llovizna metálica. Ella nos seducirá con su frescor, con su caminar por aceras grises. Desapareceremos bajo el influjo de verdes tonadas de algún árbol. Nos sentaremos bajo él y dejaremos pasar el tiempo.  


Crecemos...

Crecemos en las sendas de la armonía.
Así me gustaría, enorme belleza
Frente a las columnas de las arboledas.
Nos guiamos bajo un faro
En  la verticalidad de su peso.
Allí vamos, emanando armonía
Entre las manos de este globo.
Nos abstraemos bajo un punto de luz
De astros animando un mañana solitario
En la lucidez de sus trajes azules, verdes, amarillos.
Repetimos las mismas pisadas cotidianas
Regresando  al encuentro de nuestro yo.
Dual permanece estático en lo largo de la noche
En el aislamiento de lo diario
Bajo nubes serenas,  ondeando  banderas blancas
En las hogueras de una cumbre nevada.



martes, marzo 01, 2016

Vienes...

Ah, como vienes a mí. Con tu ventisca entremezclada con pedazos de hielo. Sobre mis espaldas pesa tu malestar, tu incontinencia a ser violenta zarpa que me subestima. Aquí te espero con los brazos abiertos. Ya sé que estas aquí. La tempestad acaba de empezar. Para ti todo igual. Para mí la lucha contra la voracidad de mirada. Me miras, así…de reojo, con la ardiente sangre que tizna tu boca en desagradables palabras. No. No, hoy seré muralla que nubla tus deseos de daño. Me levanto tras el mal sueño de tenerte a mi lado.  Hace frío bajo este techo y tu ahí. Cierro puertas. Cierro ventanas. Pero tu brusquedad son cristales rotos, puertas que se abren y se cierran, que se cierran y se abren.  No sé si irme. Quieres atraparme con tu sucia lengua. Con tu olor de daño. No más. Estoy harta. Vete…vete, te digo.  En mi debilidad he edificado placas de ortigas que impiden tu paso ansioso. Ya está bien. Aléjate, digo. Aléjate para no verte más. Sabes, hoy he nacido. Sí, nacer…bajo las insomnes estrellas que dan aliento para continuar, para seguir por esas veredas verdes, muy verdes de boscajes mágicos. Ahí penetraré y los espíritus benignos de la paz, de la libertad me darán aliento. Tú no tienes nada que hacer, solo, la muerte. Que venga la muerte ante la bestia negra de las manos. Que venga rápido, muy rápido…yo, aquí. Dentro de este bosque que me nutre, que me endereza para seguir mi vida.