Animo, la danza del desierto es lumbre de los corazones
yertos en el cambio de sintonía al ritmo de esta esfera. La paz, ahí, se
congrega con garzas azules batiendo el vuelo en el sentido de la existencia de
una promesa que nos arranque de las malas raíces ramificadas en el no de su ascensión
hasta la cumbre más alta. Venga, sigamos, continuemos con la lucidez de los
astros vagando en el deseo, en el anhelo suave de una esperanza abotonada de
blanco. Miremos allá arriba, un cielo límpido y en calma clama el regreso de
sus ojos plateados, mansos sobre este planeta. Acaricia mis manos, acaricia tus
manos, acaricia nuestras manos conscientes del sendero próximo al equilibrio, a la armonía. Se acerca, sí,
viene con un grito insonoro con él nunca más de las batallas que nos tira por
precipicios nefasto. Ay…la paz…la paz solo es eco de nuestro yo. Nos sentaremos
donde las olas rompa y envejeceremos con la promesa de una tierra sostenible
para venidera estaciones. Ay..la paz…la paz, izamiento de plumas amarillas
transeúnte de las miradas.
Este blog esta bajo los derecho de autor para cualquier información laguna198@hotmail.com Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
miércoles, noviembre 30, 2016
Sigamos...
Sigamos,
A través de los ojos nutridos
Del aliento del crepúsculo.
Aquí, nuestra madre,
Atmósfera del bien
En la proyección de un mañana
Elaborado con añejas recetas
Suspirando al amor.
Sigamos,
Un árbol se hace gigante
Y de sus ramas colgamos
Cada instante en los años
Crecientes en la memoria.
Así, madre,
Consuelo de nuestras espaldas
Emancipadas del mal,
De la proyección en vertical
De nuestros pasos.
Sigamos, continuemos
En el mecer de sus sueños.
lunes, noviembre 28, 2016
No me digas que llega la noche. Esperaba saborear algo más
de luz, consumirme hasta los últimos rayos solares. No me digas que te vas.
Estamos, aquí, en un andén a la espera que el tren pase y te evapores en la
distancia. Bueno, a lo mejor será benévolo para ambos, un alejamiento por poco
meses, por poco días. Ya el tiempo dirá. No me digas que no vas a volver. Ja…tengo
que creerte, no sé si lo superaré. Intento edificar un mundo de cristal a mi
derredor y la tensión se mueve en sentido de la decadencia. No sé lo que te ha
pasado. Esta ruptura…este adiós imprevisible. Sí, disfrutamos mucho con el
juego del amor, con el juego de la existencia de nuestros labios acariciándose.
No sé qué pensar. Con tu ida me derrumbo, no la esperaba. El tren se acerca,
siento su chillar melancólico enraizado a raíles oxidados. Bueno, te dejo. Me
voy. No te olvides la maleta. No sé ni lo que te llevas, espero, algún pedazo
de lo que fue. Me voy. Ella ahí, esperando la llegada del tren con su maleta
quejumbrosa. No la entiendo. Quizás sea para bien. Quizás….quizás mañana
volverá.
Pesa esta maleta a igual que cada recuerdo de nuestra
convivencia. Pero no puede ser. Ya se ha ido. Siento alivio, una congregación
de paz se revuelca en mi vientre. ¡No¡ no sentiré aspereza, hincaré el diente a
un vagón y me difuminaré de su espalda ya ausente para él jamás. No, no
volveré. Hastiada. Necesito de mi soledad, de mi interrumpible grito de
libertad. Subo al vagón, rostros extraños desvían la mirada al horizonte
oscurecido. Me siento sola. No hay nadie ni al lado mío, ni enfrente. Necesito
respirar. Ella creé que retornaré, pero no, esto es solo ida. Una ida que se
funde bajo los montes rápidos que veo en viaje. Ella cree que me ausentaré por
un corto periodo pero no es definitivo, una ruptura balanceante en todos años ¿Cómo
no pudo verlo? Es incompresible. La frialdad azotaba nuestros corazones o mejor
dicho mi corazón. Solo disimulaba para no dañarla. Todo tiene un límite, un
límite donde el cuento se pierde en el olvido y evocamos su fin. Quizás…quizás
mañana lo entenderá.
domingo, noviembre 27, 2016
Cansada...
Es otoño. La lluvia, los trozos de hojas se expanden a
través de nuestras pisadas. Amanece, singladuras más allá del viento norte que
agarra nuestro rostro y lo encrudece. Vengo de lejos, de muy lejos. Ahora aquí
evoco la memoria de los cuerpos arrastrados por el mal oleaje, por la maldita
brújela de la existencia. Somos muchos en una barca que en cualquier momento se
destrozará, se hundirá con nuestras almas abogando a la vida. Sí, la vida…a veces
tétrica, plasmada en nuestros anhelos que ahora se diseminan en este océano de
la distancia. Alambradas se enredan en nuestras manos, tierras yertas a la
libertad enmudecen y no nos dan la bienvenida. Somos ecos de ellos, de esos
centros donde como con rejas oxidadas que nos impide ver la luz. Al menos lo
hemos alcanzado. Gigantes urbes edificadas en el silencio de la armonía. Será
otro punto de vista. Estoy aquí en un recinto cárcel donde la llamada a la
libertad será todavía lejana ¡Ven¡, digo. Ven hacía nosotros con alas majestuosas
para poder alzarnos. Estamos atados, atados a la ventura de un sueño que
envejece a medida que pasan las estaciones. Solo he huido. Huir de la masacre,
de los corrosivos alientos y ojos de humanos que al fin al cabo solo quieren la
muerte. Desde mi ventana enrejada veo solo un patio donde, nosotros, los huidos
al encuentro del sosiego damos vueltas y vueltas en círculo. No, ¿qué delito
hemos realizado? No lo entiendo. Solo quiero auxiliar a mi familia de los
terrores de la guerra, del hambre, de las injusticias. Nos tratan como delincuentes,
aquí, clausurados a la fragancia vital del continuar con nuestras pisadas
¡Dejadnos¡ ¡Dejadnos navegar por vuestras calles al son de una lenta respiración¡
Quiero oler la jornada sin mis ojos presa de estos barrotes. A veces pienso, huir de nuevo. Ah, no tengo
fuerzas ¡Cansada¡ Cansada de la monotonía de este supuesto grito de libertad.
viernes, noviembre 25, 2016
Alejados...
Alejados, momentos que se contrae en un espacio donde dos
cuerpos trepan a la cumbre de sus besos. Ellos, ahí, desfigurando lo cotidiano
en el albor del querer. Somos seres de aquí, de esta atmósfera absorbiendo de
las jornadas lo más hechizante, lo que se pueda enhebrar bajo las luces de un
otoño. Un árbol más allá de la ventana que los vigila, así, de manera suave,
reflejando el viaje a los eviternos instantes. Dos cuerpos sudorosos en la
estampida monótona de los soles. No desean aliarse a la existencia, a la vida
que los hilan con otros. Están bien, aislamiento hasta que el cansancio se
arrime a sus alas ahora inmóviles, estáticas, palpables a ras de sus miradas.
Sí, alejados, sentidos presente en la emoción, en el mágico imantar de la
dualidad de sus manos. No hablan del adiós ¡Flores emergentes en la sutil
caricia de sus labios¡ Así, en el infinito del universo solo olisqueado por
perennes gracias del uno con el otro, del otro con el uno.
sábado, noviembre 19, 2016
El orificio...
Una bóveda ceniza anunciadora de
lluvias venideras huelo desde este rincón donde estoy. No sé por qué me dio por
vigilarla, es algo que me asusta, que me incomoda. Un pequeño orificio en la
pared daba a la habitación contigua. Al principio pensé de que se trataba de
una mancha, una mancha en la pared. Cuando fui a limpiarla descubrí que mi ojo
podía mirar más allá de este cuarto donde ando recluido. Ella ahí, desnuda,
bailando al ritmo de una música acelerada. El sudor de su cuerpo, la atracción.
En su habitación no hay ventana solo la luz de una lámpara sin embargo ella parecía
estar ausente a todo lo que la rodeaba. Yo vigilante en cada despertar de su
ser, de sus movimientos. Alrededor un halo de hojas secas serpenteantes a sus
pisadas, a cada tacto de ella con el suelo de madera ¿Cómo podría ser? Yo
miraba y miraba, miraba en su soledad, como se acariciaba su cuerpo en cada
paso frente a un espejo. Me era desagradable el estar espiando su intimidad. En
la residencia decían que era una chica extraña, introvertida, una mezcolanza
entre el aislamiento y los desiertos cuando la timidez invade la persona. Ello
me hacía mirarla más y más. Era una explosión en plena calma, una mujer que
rozaba la ensoñación cuando a solas se encontraba. Me dio cierta pena.
Observaba como hablaba con estas paredes, con la alfombra de hojarasca que
bañaba su habitáculo. Un día decidí tapar el agujera, dejarla en su mundo, ese
mundo que desconocemos. Comencé a saludarla a partir de ese momento. Sí, hablar
con aquella que había emocionado cada instante de mis ojos en el agujero de la
pared. Nunca le conté mi secreto, nunca le dije que la amaba.
jueves, noviembre 17, 2016
El
Espíritu:
Siempre maldiciendo el resonar desterrado de estas paredes. Gritas, ¡ay vida maloliente desemboco en
la tiranía de la soledad desde que él se fue¡ Mi ser, mis sentidos se revuelven
bajo las ventiscas de un tifón que me lleva a agujeros negros de un universo
que desconozco ¡Dónde estás amado mío¡ orbito en la sentencia de mi ira ante tu
ida. No, no puede ser te has marchado callado, solemne en el vasto imperio del
vacío. No, no quiero oír más tu lamento, esa agonía expresada en llantos y
encierro. Respira hombre de hoy. Inspirar y espirar, espirar e inspirar con el
mecer de las jornadas venideras.
El:
¡Qué escucho¡ ¡Es su voz¡ Ha regresado para reprenderme, por
ser solo un sonoro anacoreta que veía en sus ojos. Muéstrate amado mío. No, no
te veo, solo te escucho los zumbidos de un que suenan a ti. Dices, no quieres oírme
más, oler todo lo que se pudre bajo este techo desde que te marchaste. Sin
embargo, conversas conmigo ahora o soy yo. No lo sé. Llevo estaciones aquí
recluido, la luz del día angustia mis ojos, la noche chorreo trazos de tu
esencia, de tu aroma y puedo asomarme y ver más allá de las estrellas ¿Te
acuerdas de aquella melodía que tanto nos gustaba? Triste, decaída, humilde,
sencilla, sonoridad de los corazones que se amaban. Te presiento y tocaré para
ti, para tu venida.
Espíritu:
No. Rompe ese piano. Destroza las ventanas ¡Márchate de esa
casa¡ Sí, esas paredes te manchan, te engarrotan y solo te deja pensar en mi.
No he dicho que me olvides, solo soy un recuerdo de un efímero recuerdo
sempiterno. Agárrate fuerte amigo mío, querido y lucha por la vida. Ya nos
veremos, más adelante cuando redoblen las campanas por tu desvanecer de esta
tierra.
El:
Sí, me iré. Pero antes tocaré, tocaré toda esta noche hasta
que las filigranas solares me avisen de mi ida. Me siento feliz ¡Oh escucharte¡
Me das una opción, la de vivir o no. Esperaré mi turno y cuando la luz azul de
invierno me avise contigo me reuniré. Jugaremos, reiremos, tocaremos el firmamento
con nuestros labios, con nuestro amor.
Espíritu:
Toca y toca. Desahógate y luego te largas como me iré yo.
Y tocó
durante toda la noche. Una luz blanca revoleaba en su derredor. No lloraba, sus
ojos eclipsados absorbían de aquel haz luminoso como fuente de vida, de una
esperanza, de un sueño ya ido.
martes, noviembre 15, 2016
Sí, nunca más...
Sí, nunca más.
Aléjate en las demoniacas islas de la nada.
No. No quiero escucharte.
Olvídate de mí,
De estos sentidos llevados por los vientos nortes
Al aislamiento de cada mano ceniza
Difuminada en mis ojos blancos.
Saber no más de ti, sí.
Me congrego con las agujas del destino
Y entonces un tremor invade mi sien.
Otoño agazapado en una luna examine,
Chasquido de mi ida
bajo los pantanales
Efusivos la vieja espera.
Sí, nunca más
Reflujo de hogueras danzantes
A través de un espacio ausente, extenuado
En el girar y girar del corazón.
No hables,
Rocosas rotas nombran tu vacío,
Tu alma huída.
lunes, noviembre 14, 2016
Ya te he encontrado...
Ya te he encontrado. Lo sabía. Sabía que estabas ahí, en una
rama del corazón de un viejo árbol. Así puedes ver mejor lo que se estremece
ante ti, lo que se mueve, lo estático de esta vida. Siempre lo mismo. Sueñas,
te esperanzas, te recoges y agotas tus miedos en esas alturas. Yo no te puedo
alcanzar, es imposible. Un torbellino de pájaros se congregan a tu alrededor y
como el humo ascienden hasta un celeste cielo. Sí, te he encontrado. Te conozco
querida mía. Esbozas un no sé qué aliento que me hace venir hasta aquí y
hallarte. Eres diminuta así encogida, la lluvia acecha y te mojaras y
temblaras. Pero te es igual. Seguirás ahí, en tu sueño, en tus esperanzas,
invadida por el aroma de la madre naturaleza que tan bella es. Bella como tú
¿Aún no lo ves? ¿Estás durmiendo? Yo aquí, debajo, a la sombra de tu esbelto
cuerpo. No me miras, no miras. Agachas la cabeza entre tus rodillas y te
sientes lastimada. Comprendo. Entiendo el proceder de los años anclados en una
misma rutina, en unos mismos ojos. Todo cambiará, emergerá una azotaina
pacificadora, equilibrada y después de ello seremos seres del vacío, con nuevos
horizontes a seguir, para continuar en
un nuevo mundo ausente de desastres desquiciados de la razón humana. Tú te
quedas, esperas y esperas esa rebosante finalidad aliada a la paz, a la
libertad. De acuerdo, sigo aquí bajo tu sombra. No. No te quedarás sola. Yo
también quiero ver ese arco iris caminar por nuestros corazones.
Me hallo aquí. Sí, en este añejo árbol milenario donde su
savia me alimenta en cada despertar. El, ahí debajo, a mi sombra. Colores
infinitos se perciben desde este lugar tan lejano para otros, tan cercano para
mí. Acurrucada en una rama robusta y fuerte soy frágil esencia que divisa este
globo. Este globo putrefacto donde guerras, hambre y sed hostigan a sus
pobladores. Debe de existir otro mundo mejor, un mundo más consciente con la
deriva en que estamos embarcados. No. No entiendo el parloteo de los pájaros
rondando mis espaldas, mis piernas. Picotean suavemente, un picotear que me
hace desperezarme de todo mal que habita esta atmósfera asfixiante. No sé que
hace ahí debajo, yo renuncio al vivir en estas condiciones cambiantes, con
rumbo al exterminio de nuestros hermanos. Quiero la paz, la justicia, la
solidaridad bienaventurada a través del tiempo. Yeguas de un paraíso sin fin
llevadme donde la sangre de ojos no emane en rostros marmóreos. Correr y correr
lejos, muy distantes donde la garra humano no os alcancé. Yo me quedaré en esta
rama, eximida de cualquier trueno turbador de la tranquilidad, de la serenidad
de mis sueños. Ya no estoy sola. El ahí debajo será mi guía, algún día me dirá
cuando bajar. Arroyos de peces variopintos absorberemos las calamidades del hoy
y todo será olvido, olvido…
viernes, noviembre 11, 2016
El tambor...
Asomada, un tambor irrumpe a lo lejos. Lo sigo. Su tam- tam
evoca una cierta melancolía de pájaros a espera del chubasco. Rápido me visto.
Rápido salgo a la calle y acera abajo voy hacia el tam-tam. Me mezclo con la
gente que pasa, que no entienden, que miran la celeridad de mis zancadas. Me
aparto de la ciudad y hallo un viejo camino que me lleva a una casa en ruinas,
sumisa en un sueño del ayer. Tam-tam sigo escuchándolo, ahora, más cercano, más
vivo. Miro a través de un hueco que dejo una puerta en el pasado. No hay nada
solo el tam-tam. Me aproximo detrás de una roca y ahí está ¡Mi corazón¡ Un
corazón rajado por las inclemencias de los tiempos que pasamos. Un corazón destrozado
por cada mirada al presente. Tam-tam,
derrama sangre seca. No, no puedo ser. Su muerte pasa por mi mente, una muerte
elaborada por el encallar de cada maldita aguja a la madre tierra, a los seres.
La espera ha sido larga, cuarenta y tanto años en el sentido de la umbría, de
la dejadez de un edificar con la fragancia de la paz. Tam-tam. Cogerlo o no,
esa es la cuestión ¿Para qué? Todo sigue igual ante el paso de los siglos, de
las estaciones. Hoy otoño, mañana invierno y luego una primavera donde el
primor purificante del nacimiento nos da algo de lucidez ¡Mi corazón¡ Se
detiene, aliento último en el brotar del crepúsculo. No. No lo cogeré, seguiré
sin él. Aquí al lado una escalera descalabrada, en harapos. Subo y subo. Cada
peldaño desaparece igual que el pulso de la vida a medida que asciendo. Ya me
queda el último. He llegado. Miro un
horizonte al que no volveré. El tam-tam ya ha oscurecido, se ha aislado en la
negritud de este mundo descodificado, desequilibrado ¡Un arco iris¡ ¡No¡ No venga ahora con esas chorradas de que todo cambiará. Aún así me
quedaré observante hasta que te desvanezcas. Aquí en esta añeja casa donde los
recuerdos remontan a un pasado efímero y a la vez indestructibles para aquellos
que gozan del tambor con su tam-tam.
miércoles, noviembre 09, 2016
Que viene...
Que viene.
Que viene.
Disfrazada de luciérnagas
Abogando la calma de los truenos,
Alzando la paz de los ojos
Que miran acantilado arriba
Cuando las constelaciones
Se desnudan en el rotar y rotar
De la esencia de las manos.
Sí, viene
Con su panza abultada de una felicidad
Corriente de pardelas sudorosas
Ante la inminente presencia de su faz.
A ras titubeamos con ella,
La defendemos de la contrariedad
Emergida de las fauces grises
De un escudo ensangrentado, moribundo.
Ahí, una barca
De cuerpos bordados por serenos cantos,
De cuerpos reconstruidos en la calma
De una ola que viene, que va.
Aquí está, no nos abandones
Con el soplido socarrón de los demonios
De la humanidad.
Danos aliento, refréscanos con el auge infinito
Sostenido en un horizonte placentero.
martes, noviembre 08, 2016
Agárrete fuerte
Agárrate fuerte, el viento grotesco y endemoniado brota de
las entrañas de este océano donde antes la plateada soplaba serenidad. Olvídate
de mí, aléjate con esta embarcación donde los sueños se enderezan y son fruto
de años. Dices, no. Qué me esperarás. Ya es tarde, no. No me aguardes el oleaje
infernal me tira y tira a las profundidades de los deseos destrozados, hecho
añicos con el destino marcado en nuestro reloj. Agárrate fuerte, se valiente,
está barca no aguante el peso de los dos, la gravedad me lleva a las
profundidades y tu saldrás. Claro que saldrás, ilesa, resplandeciente, bella. Ahora
veté tengo que salvar a otros…¿Dónde están? La noche absoluta, la oscuridad en
mis manos impotentes ¡Libérame maldito Dios de estas heridas, de esta ceguedad
inducida en el vacío¡ Sálvate compañera ¡Tormenta asquerosa¡ Deja que ella se
vaya. Que una orilla la acoja para su descanso, para su temor impuesto por tu
brutal alma. Yo ya no. Aquí estoy en tu cuerpo venenoso, corrosivo, torbellino
de maldad ¡Déjala ya¡
Y la calma viene de nuevo, y la calma recita el paraje
perdido de los enamorados. Ella busca y busca pero no lo encuentra. Sola, en la
barca y el brío de una luna que nace de nuevo solloza para sus adentros.
¡Dónde¡ ¿Dónde está? Solo mis oídos escuchan sus últimas
palabras “Agárrate fuerte, agárrate fuerte y sueña” No. No, no te alejes más de
mi, te necesito. Sobrevivir bajo la sombra de los astros, con tus ojos blancos
de muerte, de ida por empecinarte en auxiliarme ¿Para qué? ¿Por qué? No ha
servido de nada. No lo ves. Me quedaré aquí, en esta barca hasta mis últimos
días, hasta las últimas lunas que me dirán de esa fogata donde te encontraré.
Agárrate fuerte…¡No¡ la vida no me busca, no me llama. Arrullado por las olas
seré embeleso de las noches y los días hasta fenecer. No más. No quiero más
seguir.
Y la ventolera viene de nuevo, su rugir se enfrenta a ella.
Sí, a ella, la que se deja abatir absolutamente hasta hallar a su amado.
Manantiales eufóricos de un océano en la formación de un agujero en la calma,
dos estrellas verdes azuladas emanan de ellos y son acogidos por el firmamento
en su elongación al infinito. La plateada hace un guiño, un saludo que da la
bienvenida aquellos enamorados del resurgir de la vida. Canto de ballenas,
peces voladores con ojos brillantes saludan a sus nuevos compañeros en el viaje
del universo.
domingo, noviembre 06, 2016
Sombras...
Sombras de acantilados barrocos
Enamorando los pies dejados atrás
Por los ojos negros de la nada.
Una sonrisa, una lluvia, un arco iris
Que se insuflan en la dejadez
Continuando en el absoluto nudo
De las palabras remadas al viento.
¡Silencio¡
¡Callad¡
Deriva de cuerpos en el negro
De un sol exterminado por las constelaciones
Sombras, no más que sombras
Engendrando peces con alas
A ras de los riscos carcomidos
Por el paso de los años,
Por el quehacer cotidiano de nuestras manos
Hilando un desfile de vivencias enaltecidas,
Pacificadoras en el girar y girar de la luz.
sábado, noviembre 05, 2016
Paso debajo de tu balcón...
Paso debajo de tu balcón. Un balcón en el que deteriorar de
los años hace de él que se vaya derrumbando poco a poco. No sé si estás, más no
me interesa. Supongo que la corriente que te lleva a ese destino incierto
también estará corrompida, en la pesadumbre de una espera de ojos estáticos, de
cuerpo frío, de un sudario que te vista ante tanta y tanta grosería ante tu
fragilidad. No sé por qué te escribo, por qué envío estas palabras a la nada.
Será por qué la memoria te hace hueco, por qué las alas se baten llevándome a
ti. Tan cercana y lejos. Tan lejos y cercana. Un arco iris atrapa esta isla.
Esta isla donde los demonios saltan al vacío al encuentro de su víctima. La
soledad te ata. Sí, te lía y lía en la fecundidad de labios prietos consumiéndose
en el lamento. Un lamento que te cerca, que te lleva y trae, que te trae y
lleva por los calabozos del letargo. No quieres espabilar, te conformas ante la
inminente tertulia de las estrellas. A ellas si, si que las escuchas. Y, a
veces, si tienes ganas bailas y bailas. Sola. Tú y la noche, la noche y tú. Voy
tras de ti. Cuando tus pies se pierde en el denso boscaje con una luna
cimbreante, con el cotorrear de aves nocturnas, de ramas retorcidas por un
viento asustado, huido, compungido. Caes cansada, extenuada, desfallecida y
sola, muy sola. No te das cuenta, pero aquí estoy bailando y bailando a cada
huella que dejas. Enciendes una pequeña fogata y te desnudas, no hay nadie. Te
observo, te examino y mi mirada fija presiente tu ida ante la calidez de esa
hoguera. Sonríes…¡Vamos que si sonríes¡ y de nuevo la vuelta antes de que los
astros sean eclipsados por el amanecer. Otra vez paso debajo de tu balcón. Hay
silencio. Un silencio molesto, inalcanzable. Estarás dormida. Solo el hechizo
de la noche te convence en tomar aliento y galopar a través de una bruma otoñal
¡Maldita sea¡ Te olvidas. Sí, te olvidas de que yo estoy aquí.
jueves, noviembre 03, 2016
LA ERUPCIÓN...
Qué es eso. Un quejido en la inmensidad de una noche
apresurada por eclipsar nuestros ojos. Su gemido monótono nos encierra en un
bajo un techo sin luces. Ventanas censuradas al grito apagado que se extiende
como temblor bajo nuestras piernas. Qué será…qué será. No la soportamos. Parece
mujer, parece hombre. Hombre o mujer que más da. Su llanto se perfila detrás de
nuestras espaldas barriendo la calma de una luna de otoño. No. No aguantamos
más. Salimos al exterior. Un silencio rotundo nos acecha, nos daña en el sin
sentido ¿Dónde está?, nos preguntamos. Ha callado en el chirriar de nuestra
puerta. Volvemos a casa. Otra vez…otra vez el lamento vertido en las entrañas
de estas paredes blancas. Se agrietan, rompe, se desploma aquello que nos da
calor y, ligeramente, nos vemos en otro
lugar, otra dimensión donde la lluvia se precipita feroz sobre nuestros
rostros. Rocas hirvientes vienen, avanzan con la voracidad de una huida
inexistente. No hay escapatoria. Es nuestra tierra vomitando de sus hondos
pesares la muerte. Nos detenemos, rodeados de una masa magmática que llega, que
nos gasta hasta el suceder de una nueva
vida. Plumas azules vienen ha acogernos, ha auxiliarnos ante lo que es
evidente. Nos hallamos volando sobre la erupción, sobre la emancipación nuestra
sobre esta tierra hostil. Y llueve. Todo se apaga. Todo desciende a la nada y a
la bruma que cuaja en nuestros ojos llorosos, nuestras alas negras. Pero aquí
estamos, de nuevo edificando nuestro techo, nuestro continuar por la vereda del
esfuerzo y el trabajo. Solos, muy solos.
martes, noviembre 01, 2016
Gorriones...
Gorriones en el denso crecimiento
De un sol que da calma a los cuerpos errantes
Ante los derrumbes de antaño.
Camino en el erguir de mis sentidos
En una baile que me consume
En el elixir de una tonada.
Agarrada fuerte escucho
Las letras garabateadas frente un muro
Donde pinceladas de sonrisas
Me lleva, me trae
A una esfera herrumbrosa
Que se lija con la mirada cierta,
Con la mirada galopante de la paz.
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