sábado, enero 30, 2010

Y esperaba


Y esperaba
Con la espiral de los versos
La diversidad de unos labios
Que me contaran la existencia del amor,
El misterio que se alinea en mi pecho
Trazando fragmentos del chispeante fuego
De ese amor que me roza, que me provoca
Pero se eclipsa cuando las madrugadas
Son ese pasillo de nebulosas en la distancia.
Y esperaba
La muerte ardiente de mis deseos
De ser metamorfosis del rumor
De riscos de luz tenebrosas
Mientras gravitaba por los templos
Donde mi sueño se vuelve hacia ti.
Sí, hacia ti
Viaje a través de cristales rotos
Donde un círculo invernal
Inspira el latir escurridizo
De mis manos sobre tus manos.

sábado, enero 23, 2010

Sín título



Mis alas,
Sábanas blancas rociadas de arco iris
En el balanceo del alba
Hasta confinarse en un halo de luz
Engendrado por el astro rey.
Mi cuerpo,
Animado árbol añejo
Que se mece con el ulular de las olas
A medida que tundras de cristal
Vierten su áspera sentencia
En mis singladuras.
Mi alma,
Espejo inexorable de ignotos pasadizos
Donde el repicar de campanas azules
La deja caer y caer
En el silencio, en la estepa eterna
De los desaparecidos.

jueves, enero 14, 2010

El jinete...(relato)

Entre montañas tiznadas de blanco mientras el sol en su renacer da cierto tono malva-azul al firmamento. Entre árboles de negro cuyos movimientos de ramas se asimila al rumor de voces por allí avanza él. Con su frente sudorosa, con sus manos en un ir hacia delante y atrás al compás de su pasos apresurados, con su tez pálida como la luna que ya se iba. Camina con el corazón compungido, como si una estaca que viaje a la velocidad de la luz se le hubiera enclavado en el pecho. Está aterrorizado, asustado por ese movimiento provocado por el viento en los árboles. Se dirige a una cabaña. De esas cabañas de madera para los excursionistas que en la noche los ha cogido. Está desorientado, desbordado de un miedo feroz porque no la encuentra. Lleva toda la noche buscándola y ahora mismo va a amanecer. Sus ropas húmedas le hacen temblar, eclipsarse más y más en la dirección que ha de tomar. Ruidos, susurros, el viento son sus enemigos. En el bosque no hay nadie pero él tiene la impresión de estar vigilado por miles de ojos. La angustia lo carcome hasta sus sentidos y desespera. Son horas y horas de soledad. De repente escucha el trotar de unos caballos que se aproximan a él. Se detiene y espera que llegue. Seguro que será algún guarda o un excursionista que temprano está dando una ronda, piensa él. El trote se intensifica, hace temblar el suelo como si fuera a sacudirlo un terremoto del cual emanará sangre, mucha sangre. Cuando observa la silueta que está frente a el se desploma. Sí, es un caballo. Un caballo negro con cabeza de serpiente y montado por un cuervo con forma humana que aporta una espada en uno de sus brazos. En el ocaso de sus ser su pavor y fatiga le hace abrir los ojos y se fija en esa figura espantosa como salida de un cuento de terror.
- Ha llegado tu hora amigo- le dice el jinete que lo mira fijamente
El se arrastra por el suelo, quiere huir.
-No huyas. Ha llegado tu hora querido amigo. Ya no puedes más. Tu vitalidad ha sido absorbida por este bosque. No ves como comienza a resplandecer. Tu hora está aquí. Yo soy la muerte y vengo a llevarte.
-No. No puede ser-comienza a tocarse-Me levantaré y saldré de esta amarga pesadilla. Desaparece. Desaparece alucinación cruel.
- No soy una alucinación. No es que tu mente esté enajenada. Nada por el estilo. Es que ha llegado tu hora querido amigo. Descansa en paz.
De la otra mano levanta una cruz y en baja voz suelta una especie de oración.
El lo mira. La respiración parece que le falla y escupe sangre por la boca. Ya no se puede mover, una nube se deposita sobre sus ojos hasta fallecer.

domingo, enero 10, 2010

El caballo y ella...(relato)


EL CABALLO Y ELLA
Flores que se tiñen de negro con el oscilar de un campo cenizo. Jardín de estatuas que salpica un horizonte de nubes inacabadas donde ella emerge en un descampado. El desierto la alumbra, la soledad la corroe, un grupo de desconocidos la rodea con piedras en la mano. Ella se pregunta, ¿ por qué?. De pronto como desde hace mucho tiempo el viento comenzó a corretear alrededor de ella. Un viento que formaba una capa protectora de todas las voces del mundo, de todas las voces en contra de esta muerte sin nombre. Las piedras eran paradas y ella con granitos de felicidad que se iban acumulando iba ascendiendo de aquel hoyo. Ellos no se daban cuenta, estaban ciegos de crueldad pero ella fue quitándose todo ese burka gigantesco a medida que un caballo blanco se aproximaba. El podía traspasar ese muro invisible cual el viento formaba. Corpulento llegó a ella. Detrás del muro seguían lanzando piedras. Se montó y con un giro misterioso sacó sus alas y voló y voló por encima de aquellos rostros enajenados de incredulidad. Camino por los pedregales de la libertad. Camino por la desnuda senda de una nueva vida.
Caballo: Ya eres libre
Ella: Libre y sola
Caballo: Sola no. Hay muchas como tu. Desvía tu mirada del ayer y mira el presente. El ahora, acógelo como si fuera margaritas aterciopeladas de cristal y vívelo. ¡Vívelo¡ El ayer no importa solo te sirve de experiencia para como actuar en el hoy. El mañana, ¡Ay el mañana¡ Solo es un eco que respiramos gotitas a gotitas de los recorridos del hoy.
Ella: Dices de desviar mí ayer. Pero todos mis pensamientos desembocan ahí. ¡Mi vida¡ ¡Mi tierra¡
Caballo: Tu vida no es lo que otros quieren. Tu tierra te quiere muerta, muerta de la manera más grosera. Ahora estás aquí conmigo y te ayudare a conocer a muchos como tu.
El caballo y ella terminan su vuelo. Aterrizan en un prado donde un lago dorado es reflejo de ellos dos. Ella mira y mira. Se ve reflejada pero al lado de ella hay otro ser, no el caballo, que le da la mano.










Mientras danzamos al viento(poesía)

Renacimos como pétalos
Amamantando nuestras manos
A medida que las voces de nuestros corazones
Avanzaban por la espesura de una hierba azul.
Lento, muy lentamente
Con el templo del astro rey y la plateada
Haciéndonos un hueco
A medida que el silbo de las palmeras
Es vigía de nuestros besos.
Sí, te amo, me dices.
Sí, te amo, te digo.
Palabras mecidas por volcanes estentóreos
Cuyo magma recorre nuestras venas sibilinamente
Mientras danzamos al viento, al viento;
Mientras cantamos al alba, alba.

martes, enero 05, 2010

Vuélvete...(poesía)


Vuélvete, sí, hacia mi.
Seamos esa frontera invisible
Donde nuestras manos pasan y pasan
En la caricia sublime.
Seamos árbol que en su canción de amor
Permite cambiar el destino de la extinción
De nuestros labios en una llamada
A la atmósfera que luego nos acogerá.
No reservemos más el abrazo
Para ese horizonte que no nos respira
Y aunque no pare de llover cenizas
Por nuestra pasión que el coraje
Nos emborrache en una fuga
Por cumbres nevadas de magarzas.
Vuélvete, sí, hacia mi.
El desierto impera con su profundo pesar,
Con su lamento mirándonos fijamente,
Con su constante ventolera de mares marchitos
Al son de los aromas de los caídos en la distancia,
Inyectándonos no se que sombra de borrascas
Que nos inducirá a la muerte del deseo,
A la languidez de la esperanza,
A la ruptura de la libertad en su alianza con los sueños.

viernes, enero 01, 2010

No te vuelvas...(relato)

Se había levantado temprano como de costumbre. Sus manos añejas se dirigieron a ese retrato de su amor desvanecido ya entre cipreses encima de su viejo paño. Se sentó y empezó a tocar esa melodía que a ella tanto le gustaba. Sus dedos huesudos y largos se identificaban con cada nota con una emoción que lo llevaba al llanto. Lágrimas navegando por su tez, lágrimas de éxtasis asentándose en su corazón. Cuando hubo terminado la maravillosa música se levanto, se vistió y salió de su casa. Era temprano, en la ciudad no había un alma pues era veinticinco de diciembre. Se dirigió al cementerio. Allí se encontraba ella, en un su tumba de mármol negros con las flores aún todavía con ánimo de vida. Detrás se extendía otras tumbas, un horizonte donde el naranja incidente de las primeras horas del día daba oscuridad a las montañas. Se arrodilló y en el instante que puso su mano sobre esas flores para retirarlas noto sobre el una sombra. No había nubes, no se oían pasos. Por ello se extrañó. Quiso girarse, saber quien andaba tras de él. Pero en ese momento una voz le invitó a detenerse.
- No te vuelvas. Quédate así. Como estás ahora. No me quites las flores. No ves que aún no se han marchitado.
Un cierto helor comenzó a recorrer cada célula de su cuerpo. Un cierto temor tirado por el recuerdo vagó por su memoria. Esa voz. Conocía ese tono como caricia de su ayer.
- ¿Quién eres? Ya se que estoy viejo y que mi cabeza se desparrama pero aún soy entereza de mis conductas, de mis pensamientos. ¡Tú voz¡ ¡Tú aroma¡ No puede ser. Los muertos no pueden deambular por la tierra. ¿Quién eres que con esta pesada broma?- Se levantó y giró. Sus ojos designaron en ese momento una especie de incredulidad y cierta nostalgia. Intento abrazar a ese espectro que estaba ante él. Pero igual que el aire ese intento fue fallido- Eres tú amada mía. Pero, ¿Cómo? No puede tocarte. Tal vez, mis ojos cansados, me están haciendo una mala jugada pero no puede ser. Estás aquí. Estás delante de mí.
- Sí, estoy ante ti. Este es mi último viaje. He venido porque me llamabas en tu cavilar, porque siempre besas esa foto mía cuando la noche te ronda y cuando el alba te busca. He de decirte que estoy bien allí donde estoy en ese universo que parece tan lejano y no lo es. Polvo de estrella somos. He de decirte que la vida sigue y aquí, en la tierra, también. Déjame surcar los mares de las estrellas en paz. No rememores tanto mi nombre y vuelve a vivir. En esa vida que tú estás existen muchas oportunidades. Olvídate del pasado y se fortaleza del presente.
Como viento que se presentó ella desapareció y él ensimismado ante lo que fue su presencia se gira de nuevo. Se arrodilla y observó las flores de la tumba. Las acarició, las besó y se fue.
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