jueves, abril 25, 2024

LA MEMORIA QUE HABITO(NARRATIVA) 3

 3

¿Cómo te va?, una voz trascendiendo a la neutralidad me habla. La linterna se ha apagado y a solas en la oscuridad con un firmamento increíblemente estrellado escucho. Me pregunta cómo me va y yo respondo, converso con esta voz a la vez masculina y femenina. Todo va bien. Sí, todo va bien , hasta que las maletas dejaron de pesar ante la huida. Todo va bien. Sí, todo va bien, hasta que la sequedad rajó los vientres. Todo va bien. Sí, todo va bien hasta que las gargantas se languidecieron de tanto y tanto suplicar. No estoy débil solo, inmiscuida en mis pensamientos, en mi yo. El interior en lo más hondo me dice que guarde la paciencia y que todo esto terminará. Sí, terminará esa ráfaga de tristeza que se apodera de la isla. Todo va bien. Sí, todo va bien, hasta que las armas de la estupidez asesinaron los sueños. Todo va bien. Sí, todo va bien hasta que los alambres de sangre rozaron nuestros rostros. Aquí, en la insonoridad del llanto cabalgo en las hogueras del universo. Míralo…míralo, observa con detenimiento lo pequeños que somos, no más , una mota de polvo. Viajo más allá de este lugar y me conecto con los puentes de las constelaciones donde habita la paz. Hay más mundos, nosotros somos un réquiem de mortandad.  Y me preguntas, cómo me va. Dame un beso. Un beso que insufle mis alas donde se escuche algún pájaro cantar. Qué canten. Cuando vuelvan sabremos que la esperanza estará con nosotros mientras, somos resonar de lo absurdo. Vienes, vas, me visitas pero no descubro el misterio que guardas pero el pronostico de mis sentidos dice que es bueno. Escucha, escucha, suenan campanas. Campanas en el chillido escalofriante de la muerte. Y la muerte viene, más y más, la impotencia arrebata mi condición de ser por estos instantes y la desgracia es cadencia que se repite una y otra vez. Y te digo, todo va bien, aquí en la cumbre donde la respiración se hace latente, donde mis manos perciben el clamor cálido de la tierra. Y me preguntas, cómo me va. Y todo va bien, todo hasta que ….que digo. Cuando todo termine seremos espejo de nuestros ojos. Las ojeras se irán, pero todavía somos hijos del infierno. Este infierno azotando a esas almas en su condición errónea de los sentidos que toman. Las horas pasan, una densa niebla viene. Mírala…mírala, es como nosotros, como nuestro yo cuando intentamos empecinadamente seguir la ruta de la victoria. Y de que victoria estamos hablando. Yo no quiero ninguna. Ninguna donde haya habido tumbas anónimas a mi alrededor.  Y me preguntas cómo me va. Todo va bien….el engaño rasca a los hombres, a las mujeres. Estoy harta, la molicie de este planeta me quita el sueño y aquí estoy, todo va bien mirando la belleza del firmamento. La linterna se enciente, su luz me impide ver su cara, su mirada y se va. Vigilo como ese alma neutra penetra por el boscaje de laurisilva y se extingue en el silencio

martes, abril 23, 2024

LA MEMORIA QUE HABITO 2

 

2

Humanidad. Y qué es lo humano. Lo humano tiene un compendio de referencias que se absorbe cuando somos vacío. Lo humano de ser y estar. Lo humano del todavía hay esperanza. Lo humano de un sueño. Lo humano de una paz. Lo humano de tender la mano al amigo, a los seres queridos. Lo humano del respeto. Lo humano en la actitud cuando el desastre nos emancipa de las ganas de sentir, de vivir. Lo humano de una sonrisa cuando la inocencia viene a nosotros. Lo humano de una razón que no desate la catástrofe. Humanidad…Ahora, sola, después de que se halla desintegrado el sistema político social económico sanitario de un país. Donde el caos nos consume en el desinterés, en una elocuente desgana en ser el pilar de una nueva vida. En este rincón, desconectada con todo, con esos monstruos de una tierra donde las prisas, la gravedad de las guerras avanzan terroríficamente. Donde somos seres no pensantes, alimentando a la inteligencia artificial todo aquello que nos gustaría hacer. Ellos gobiernan, nosotros pegados al curso de sus movimientos . Si fue un gran avance, pero también como todo lo que proviene de un buen descubrimiento viene su lado maligno. Tan mal que nos hemos estropeado, conversamos con robots y ellos responden a todas nuestras necesidades. Humanidad, donde está. Y yo aquí, todavía humana o me considero humana, ajena a lo podrido que andan nuestras ideas. Ahí abajo luchan contra la nada, con el descontrol del egoísmo e injusticia. Me fijo en unos ojos, en unos ojos claros. Se levanta. Se viste. Coge su bolo y sale. La ciudad en un mutismo total. La ciudad rota total. La ciudad escena de gases letales. Pero a esos ojos claros le es lo mismo. Sale. Pasea por una ciudad donde aun quedan restos del ayer. Por una ciudad donde el cielo es pesado y cenizo. Y esa mirada clara se pierde en los restos de un parque, un parque de su juventud, de su infancia. Solo su mirada percibiendo la muerte lenta de las arboledas, todo es ruina, todo es un canto fenecido en la memoria y se da cuenta que habita en el lamento de esta tierra. Esa mirada se viste ahora de estrella, allá en la cumbre, allá donde se deposita la calma, donde los días se hacen lento .  Y anuncio un atisbo de felicidad. Porqué no, estoy en mi derecho. A lo lejos se divisa una linterna que se balancea de su movimiento. Una linterna que desprende un andar tranquilo hasta aquí, hasta donde estoy. La vida es así, quién será. Aunque no me importa. Los presentimientos se aposentan y se yerguen en la confianza.

viernes, abril 19, 2024

LA MEMORIA QUE HABITO(NARRATIVA) 1

 1

Vuelves, como se puede volver lo interminable. Una espesa capa de fresco acoge mis ojos y habito donde las estrellas placen en el caos y el equilibrio de este mundo. La noche se hace cristalina y yo de mi casa cueva me asomo a la puerta. El fresco de un otoño derrotado acaricia mi cara y me siento renovada visión de lo que habita más allá de esta esfera. El tiempo , inestable, se contiene y puedo respirar por unos momentos ese regalo del cosmos. Sola, con mi perro Arturo, guía de mis pasos perdidos me mezclo con el follaje de este apartado lugar. Voy al lugar de mi encuentro, donde tengo todos esos aparatajes para observar detenidamente, insistentemente esa zona visible del universo. El tiempo es grato, mi madre me viene a la memoria. Ella me crío como hija de los astros, como hija de esta cueva acogedora donde ahora me quedo, como hija de noches que terminan cuando el crepúsculo besa mis párpados. Me siento donde una roca en la intemperie de mis sensaciones y una brisa pertinaz pero sutil se cruza en mi espíritu. Me siento elevar en los pensamientos, en una memoria perdida donde que escala en la armonía. No espero visita. Yo he designado mi modo de vivir, ajeno a la polución. Quiero disfrutar por los pocos años de existencia que me queda de mí, de mis ojos perdidos este cielo oscuro con sus gotitas brillantes de maravillas. Y es que es algo maravilloso. Yo, aquí, sentada, observando el nacimiento repetitivo de las noches. Y es que es agradable, sensato el estar aquí, en medio de la nada humana, donde aun sus quebrantos dolientes no han podido hacer cenizas, hundir este apartado canto de la naturaleza. La madre tierra me saluda. Mi madre me saluda e inspira cierta tristeza confortable que me aleja de todo, del todo. Aunque la noche sea clara, el mar de nubes asciende hasta ser parte de ellas, la humedad me rinde y disfruto mientras la celeridad de esta se disipa a medida que las horas se van. Mi madre está conmigo, esta madre que es madre de todos. Y confío, confío en las horas, confío en este destino que describe cada uno de los puntitos luminosos de este firmamento bello, increíble. Ramalazos de la vía láctea se perciben y que más decir de esta belleza. Una belleza donde la paz es sonora es invita especial en este mundo convulso, desquiciado. En estos momentos anoto cada observación de manera sosegada, ya llegaran otras noches. Inspiro y espiro, mi vientre se insufla de recuerdos, de una cotidiana calma infinita, de un querer, de una dejadez como máscara inquebrantable de mi esencia. Y ella vuelve, vuelve como las flores del amanecer cuando la primavera se expande ante nuestros sentidos. Miro por uno de los telescopios, mi ojo se retracta a un satélite de los innumerables que forman esta respiración del cosmos. Su danza es la similitud incorpórea de retazos de la lentitud. Su danza es detenida, casi estática y yo me dirijo a el como fuente de una oportunidad, de una ilusión que produce esa necesidad de saber por quien son succionado nuestros muertos cuando su energía abandona este planeta llamado tierra. Si , estoy en la tierra, corre el año 2050 y una grave violencia tanto del reino natural como antropogénica azota a este planeta. El agua es escasa, estamos en abril. Un abril cualquiera . Pero aquí, donde habito, este abanico de desesperación aun no hay hace escala para el sufrimiento, la ansiedad, la pena del humano.  Y me gusta conversar a solas, conmigo, con esta pizca de maravilla que me envulve. No sé, dreno como una felicidad en mis entrañas que desfila en el asombro de mis ojos. El asombro de contemplar este más allá de este globo.


miércoles, abril 17, 2024

AL AMOR...

 



Un apego…

     Al amor.

Resistiremos

A los vientos violentados

Por la nostalgia.

Un deseo…

   Al amor.

Esperaremos

A las flores bellas

Del amanecer.

Una dichosa gana

De verte,

De que me veas

De hablarte

De que me hables.

De besarte

De que me beses

   Tic-tac

Tic-tac

El tiempo se agranda

Y la intemperie es sutil abrazo

De nuestras espaldas.

Una danza

    A la caricia

Aquí estamos

Aquí estaremos

Donde las imperfectas pisadas

Se vuelve amor.

 

domingo, abril 14, 2024

DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE ABRIL.

 


El crepúsculo. Rosas se abren a las calladas pisadas de los cetáceos. El oleaje se consume en un adiós donde los tangibles ojos miran su desvanecimiento. Mis espaldas pesan. Un desprendimiento me lleva a la dejadez de mis emociones y soy ave en el aire que en remolinos se vuelca en la tranquilidad. Hace tiempo que no espero. El agotamiento son hogueras donde mis piernas corretean en la nada. Y continuó con este crepúsculo como maravilla de la vida. Escucho al sol. Escucho ese universo que susurran el canto del silencio. Y me siento donde las cumbres son mar de nubes de un pensamiento. El crepúsculo. Soy poema que tiembla en la reanimación de sus ojos, desterrados, aislados. Y sin embargo , amo.  Pieza que se pierde en las vertientes de la reconditez cerrada.

miércoles, abril 10, 2024

LA DANZA

 



Un piano

La danza

Los soles de lo cotidiano

El sosiego del cosmos

Una visión rota

El aleteo de las olas

Lo eviterno de los sentidos

Las manos ojos de lo venidero

Y el piano

Y la danza

Y este instante

en la isla.

lunes, abril 08, 2024

Y EL AHORA ES AHORA...

 


Siempre retirada de la intemperie de los sentidos. Andamos, amamos y caemos en el silencio donde las manos se vuelven llanuras de un follaje espeso. Así, en la soledad, en compañía de nuestros ojos conversando con las estrellas más allá de lo eterno. La calma retira los escombros de la juventud y el almanaque marca el nacimiento de un viento norte donde nuestro ritmo crece en las tonadas de un piano, solo. Y el ahora es ahora. Y el aquí es aquí para después pasar al mañana. Y siempre retirada de los acantilados donde los vientres rozan la inquietud, la ceguera. Arrimándome a la mudez de una danza. Arrimándome en esas esquinas donde las gotas de una tenue lluvia me llevan al abrazo, el abrazo de mis pechos bailando con el silencio. Trepo donde las rosas no son visibles solo , el eco de su perfume. Trepo donde las aguas cristalinas me dejan beber siendo el rumor de su camino donde me dirijo. Y el ahora es ahora. Y el aquí es aquí para después pasar al mañana.

miércoles, abril 03, 2024

LAS OLAS DUERMEN

 


¿Sabes de mí?

No sé, las olas duermen

Las flores de abril me llaman

Y la luna esboza calma

Pienso en ti

No se de que manera

Luzco esa bahía

Donde las ballenas cantan.

¿Estás ahí?

No te siento,

Una gélida raja sacude mis hombros

Y me alargo en un llanto sentado en una pequeña plaza

Me visto de un deseo

Me visto de un sueño

Me visto de un duelo

Me visto de pájaros apiñados en su rumor

Con las calladas calles de esta ciudad

Y me confundo

Y me atraganto

Y me pierdo

La voz rota del mañana no se cansa

Emerge donde los cuerpos se lían

Como amantes de los soles.

martes, abril 02, 2024

FLABES

 


Estamos aquí, en la tierra. Un lugar donde la vida es posible o imposible. El agua escasea, el agua crea guerras infinitas en las corrientes de los harapos de nuestras ideas. Miramos el cielo, un azul añil baña nuestro escudo y es tan perfecto y es tan bello…que nos hacemos perezosos para contemplar la realidad. No hay agua, los campos en su soledad se queman de sed, las gargantas son oprimidas por el desgarro de la falta de agua. El mar está contaminado y los cetáceos no cantan. Estamos aquí, en la tierra. La estación está preparada , unos pocos seremos exploradores de es cosmos salvaje donde la existencia corre peligro. Nos embarcamos, en nuestras naves, corre el siglo 25 y aun así seguimos mirando el cielo, con su azul añil. El eje de la tierra se ha desviado posiblemente provocando en mezcla con el efecto invernadero y nuestra dejadez incontables avalanchas de inclemencias terroríficas a nuestro planeta. Estamos esperando, un viaje donde vagaremos más allá de este cielo de azul añil que nos protege. Expectativos vemos como nuestros navegantes del universo despegan. Convencidos de que llegarán al planeta Flabes donde se espera que se un bálsamo de tranquilidad para nuestro mañana ¡Uhm¡ Qué será…qué será de nuestro mañana, de unos pocos!  En flabes se supone que hay agua, agua pura. Y ahora , en este instante que han partido me pregunto del futuro de nuestras generaciones venideras. Flabes se encuentra en el cinturón de Kuiper. Los peligros abundan debido a la basura estelar. Pero confío en que llegarán y traerán buenas noticias. Flabes. Muchos años luz y llegarán y traerán gratas noticias. Solo hay un inconveniente, que este poblado. No sabemos nada de él. Llegan ondas de radio, pero es difícil descifrar la realidad. Nosotros que estamos aquí, en la tierra. Que no más somos una partícula dentro de una galaxia, en los brazos de una espiral que se vuelve imponente , gigantesca y casi inasimilable a nosotros. Y llegaremos a Flabes. La tierra está en la desesperación. Y después qué. El cielo, con su azul añil nos muestra que esta es nuestra casa y teníamos que cuidarla. Solo, unos pocos podrán viajar allí. Aquí seguirán las guerras, las batallas con un velo de metrallas, gases virulentos asesinando la vida, la atmósfera. Es un viaje peligroso. Es un viaje donde los pensamientos recalcan nuestro error. Es un viaje donde la pena te hace cerrar los ojos y caer en el sentido de este mundo. Miramos al cielo, un azul añil nos presente que aun hay esperanza. Estamos aquí, en la tierra. Y otros pensamos como descontaminar esta agua, como hacerla derecho universal para todos los habitantes de este lugar. El dióxido de titanio a lo mejor es nuestra salvación. Pero nos empecinamos, nos empecinamos en irnos y ello solo para unos pocos. Vivimos aquí, en el planeta tierra, un cielo de azul añil nos mira, nos aconseja que la amemos como raíces de nuestras singladuras. Y pienso que todo es posible, que todo puede cambiar y que todo cambia. Se ha perdido la señal con los exploradores a Flabes y nos sentimos decaer. Las jornadas pasaran y volveremos a tener noticias de ellos. De ellos, en ese espacio misterioso de la vía láctea. Salvar nuestra madre, que de sus fuentes aflore un agua limpia, pura, cristalina. Y porqué no. Aquí la tierra, con un cielo de azul añil proclamando los deseos , los sueños.

sábado, marzo 30, 2024

DISTANTE...

 



Distante, materia oscura que se expande y contrae en curso de las lunas. Nos unimos a las montañas donde los arroyos abundantes son maravilla de los sentidos. La existencia se vuelve extraña, una condición olisqueada por el encogimiento de nuestros estómagos ante tanto desgarro, ante tanta ruptura de lo sensible, de lo frágil. Distante, en donde las mareas hipnotizan los cetáceos, las aves nocturnas. Sin embargo, me aproximo, aquí estoy, aquí estamos divagando nuestra condición de amar y ser amadas. Un suspiro. Un agujero que sustrae cada tic-tac de la respiración para ser muelle donde escalan los ojos de la penumbra. Y no es tristeza asumida, es un girar y girar entorno a tu mirada ausente, desvaída, pálida. Distante…

martes, marzo 26, 2024

TRAGALUNAS


Y  Tragalunas miraba la luna, la blanca luna, en una noche de marzo cuando la primavera era obertura de la sinfonía de las flores. Y Tragalunas en la orilla miraba su barca. Y Tragalunas se embarcaba en el infinito de las estrellas, miraba el océano como padre de su condición y admiraba las ballenas como canto a su razón. Y Tragalunas no tenia ganas de trabajar, de pescar para su vida diaria. Tragalunas observaba fijamente el cosmos, esa vía láctea enredada en sus ojos claros. Su frente era seña de la sal  y algas. Su canto se condicionaba al canto apenado de los cetáceos. Si, Tragalunas estaba triste aunque la mar lo amaba, lo quería como parte de ella.  Su vieja barca danzaba al son de la marea, esa marea respetada en un mutuo acuerdo en el ayer. Y Tragalunas por momentos se sentía feliz. Una felicidad ausente en otros. Su contemplación, su amor por el océano lo conquistaba. Pero la desdicha también se arrinconaba en él. Estaba solo en una sociedad donde el refugio de la tecnología y las prisas lo dejaban invisible. No, su labor no era valorada. No más que un simple pescador. Un simple marinero de madrugadas gélidas. Había entregado su entereza al mar y por ella suspiraba. Y hoy mitigando su profundo firmamento complacido se mostraba dichoso pero a la vez un llanto reventaba su estómago, estaba solo. Tragalunas en las corrientes del aislamiento es voz del silencio de sus manos, gruesas, trabajadoras, deformadas en el paso de las estaciones. Y Tragalunas saludó a una pardela que se poso en su barca, ya conocida durante en el transcurso de la oscuridad, de las noches donde Tragalunas salía con su barca a pescar. Se miraron fijamente. Una comunicación se enervo en el sentido del callar cuyo significado implicaba la calma de estos dos seres. Supo de la cura de esta sociedad. Supo que el amor nunca le llegaría. Supo que su vida era prodigiosa. Supo de su pasión por ese destierro donde las ballenas cantan. Supo del sufrimiento que cruzan ese mar al encuentro de la esperanza, de la paz. Supo que el era parte de él y no le importaba. Un hombre donde la profundidad de su voz resonaban las caracolas. 

jueves, marzo 21, 2024

DICEN...

 


Dicen que llega la primavera. Dicen que los cuerpos despiertan de un dormitar en los sueños. Dicen que el querer conversa con las estrellas. Dicen que las cumbres son arroyuelos de alegría. Dicen que nuestras manos , al unísono, desean la paz. Y la tregua viene. Viene con sus ojos azules, con sus ojos verdes, con sus ojos negros a vestir la gelidez de un hechizo que nos hacía herméticas masas corpóreas en el vacío. Y tenemos ganas de soñar despiertos. Y tenemos ganas de brincar donde la hierba danza con la brisa. Y tenemos ganas de abrazar los rostros cargados de sombras. Y tenemos la esperanza hilando manantiales de quietud. Y bebo de ti. Y bebes de mí. Y aquí estás cuando el día se turbia y los labios besan otros labios incondicionalmente. Dicen que llega la primavera….Y nos esforzamos por ser habito de pisadas que concluyan en una cima donde alas libres acarician nuestros párpados. Y , aquí despiertos, con el tiempo olisqueando nuestras cosquillas, nuestro ánimo. Y tenemos que caminar en el fuego de pañuelos blancos.

domingo, marzo 10, 2024

TODAVÍA

 






Racimos de astros

Noche templada

La sibilina pieza de las miradas

El auge de los cabellos al viento…al viento

Tu beso

Mi dejadez

Tu despedida

Todavía, las batallas de la tierra

Todavía, el sudor de nuestros hombros

Todavía, el silencio de nuestras manos

Todavía, el llanto de las pardelas.

Rasgueo de una luna

La huida

Los sentidos de las raíces en el temblor

El encuentro de playas vacías

Tu beso

Mi dejadez

La despedida

Todavía, la sed de los vientres

Todavía, el agotamiento de nuestras espaldas

Todavía, la memoria utópica

Todavía, el llanto de las pardelas.

Tu beso

Mi dejadez

La despedida.


sábado, marzo 09, 2024

ECOS

Ecos. El derrumbe de una tarde de invierno. Cansancio. El nutrir de un nocturno que con la sutileza de una balada lejana se asienta en los sentidos. El instante. Lo efímero. El resurgir de palabras que son refugio del deseo. Palabras silenciosas, frágiles, presentes en el circular por las vías del cosmos, de las enamoradas , de los enamorados del amor imperfecto. Una plaza vacía, las hojas invisibles, el chasquido de un viento gélido y la presencia de su sombra, de unos ojos inclusivos en mis ojos.  No callamos, conversamos en un lenguaje ajeno al entendimiento de otros. Ecos. El derrumbe de una tarde de invierno. La nota musicada de un pedazo de mi , de ti. Es el tiempo. Es la hora. El dormitar de la herencia de los sueños. Aquí. Ahora. Tu y yo…yo y tú en el auge de las emociones. Nueve de marzo del dos mil veinticuatro, retornamos a la casa, una lluvia fina nos alumbra. Cruzamos la frontera y el beso se hace presente en este instante, en un efímero deseo sumergido en lo hondo del placer. Llega la noche, una noche fría. Paseamos donde las miradas se despiden, donde los cetáceos cantan.


 

miércoles, marzo 06, 2024

LA MUJER DE OJOS VERDES...

 


Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes al invierno cuando en el alba una llovizna liviana empapaba su traje. Buenos días, dijo el día a la mujer de ojos verdes cuando la débil lluvia se difuminaba en la nada. Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes cuando calada por el frío comenzaba una danza con el brío de un sol que venia…que venía a secar las lágrimas de la tierra. Buenos días, dijo el sol a la mujer de ojos verdes en sus pasos insonoros ante una urbe muerta por el agotamiento. Buenos días, dijo el día con todo su temperamento a la mujer de ojos verdes, una mujer de ojos verdes que no se detenía en su danza con los primeros rayos de ese maestro de la calidez que en sus carnes ahora penetraba. Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes al oleaje apresurado por un mar de fondo donde las caracolas cantaban a las ballenas apagadas de un mes de marzo. Buenos días, dijeron las olas a la mujer de ojos verdes cuando se encontraron en la desnudez de sus vientres. Buenos días y el oleaje expulso a la mujer de ojos verdes de la derrota, de la pena, de la prisión de su vida. Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes en una nota cantarina mientras danzaba al son de los filigranas solares en donde se observaba la belleza de cada uno de sus movimientos. Movimientos repetitivos, en espiral como las gaviotas en su vuelo en el horizonte. Y la mujer de ojos verdes regresó bajo su techo. Y la mujer de ojos verdes se sentó. Y la mujer de ojos verdes se quitó la ropa. Y la mujer de ojos verdes se tomó un café. Y la mujer de ojos verdes se adormeció en el tintineo de la jornada. Y la mujer de ojos verdes soñó. Buenos días , le dijo el sueño a la mujer de ojos verdes. Y la esperanza la sonrió, le dio un respiro por un día más.

viernes, marzo 01, 2024

YO SOY....

 







Yo soy criatura de las estrellas.

Lamo los vientos con el sueño eviterno.

Acaricio mis hombros cansados

Con el rumiar de las hojas de invierno.

Llueve.

Frío.

Yo soy criatura de las estrellas

Bahía donde las ballenas no cantan

Riscos donde los dragos se retuercen

Alimentando a los dioses.

Yo soy criatura de las estrellas

En la lentitud de la danza en el fuego.

sábado, febrero 24, 2024

CARTAS DE AMOR EN LO INSONORO

 


El infinito querida…el infinito. En esta carta de las pisadas de invierno el cosmos nos lía a ras del misterio. Te escribo porque siento la necesidad o no , de reflejar cada aliento que se enhebra en la isla…en la isla. El tiempo pasa…tic-tac, tic-tac y somos hijas de estos océanos que nos acordona, que nos anuda en un largo adiós. Tan amplio que será sonoro en los años venideros. Ahora debemos aprovechar estos instantes, estos momentos donde la verticalidad de nuestras alas con la sombra del ayer ampara un deseo, un sueño, el anhelo de ser vestidas por las olas, por los astros, por los años. El infinito…todo esto es eterno. Sí, el universo, esa luna latiendo al son de los enamorados, de los solitarios, de los locos y nosotras aquí con nuestros ojos inconclusos admirándola. No sé cómo decirte de esta carta, esta carta de amor tal vez. Según lo veas nos presenta en un imaginario hábitat donde los soles nos esperan para el retorno de los campos húmedos. Las guerras no acaban, su fin no es posible , querida. Somos colgajos de restos de nuestros antepasados, de descifrar lo que nos viene en gana a favor de la miseria, del hambre, de la sed. El odio , la venganza se enraíza en las venas como sangre de muerte. Ojos blancos. Ojos tristes. Ojos desamparados. Ojos de harapos. Y el silencio. Y la nada. Playas abandonadas donde las ballenas callan ¡Uhm , ese silencio¡ Tenebroso, arrebatado de los miserables que somos, de lo estropeado que esta este mundo! Pero el infinito está ahí, querida. Mira el firmamento ¡OH esas constelaciones¡ otros mundos donde se hace invisible al ojo humano. Y lo cierto, que la felicidad está aquí, en este instante eviterno donde nuestras miradas son espejos de una sonrisa ¡Uhm queridas¡ me enredo en el silbo de los montes que pueblan la isla, me enredo en esa silla donde tomo el café, me enredo en observarte y te digo, vale la pena, no me canso. El cansancio es ajeno a mis sensaciones , a mis emociones, a cada suspiro que piensa en ti.

domingo, febrero 18, 2024

TAN INFINITO COMO EFÍMERO....

 



Tan infinito como efímero, las constelaciones se revuelcan en las mareas, las ballenas no cantan y retorcidos silencios es temblor de las espaldas cansadas. Tan eterno como fugaz, los cuerpos se abrazan, se acarician en la plenitud de la luna las manos ojerosas hablan del amor. Tan bello como perfecto, nuestras pisadas que al unísono juegan donde la paz es vela de la esperanza, del reverder de esas almas obsesionadas por gravitar en la oscuridad. Y todo queda aquí. Y todo es símbolo de nuestro hoy, de nuestro ayer. Sostenidos en puentes colgantes cantamos , bailamos y esperamos la sonrisa de los inocentes, de las voces de las tumbas anónimas.

martes, febrero 13, 2024

NUBES DE HOSPITAL 16


 

16

Asciendo a las alturas de la desgana y me marcho y me despido. Ahora soy despedida de toda esa memoria que quedará en una voz silenciosa de mi reconditez. Ya es hora de partir, la conversación se hace pesada, aburrida, monótona. El vacío nos ronda con sus garras tirando de cada de nosotras y mi yo se evade en un cavilar intenso de que no estamos para perder el tiempo en lo obsoleto, en lo absurdo. Me marcho, de camino mientras llamo un taxi ese jardín es toda belleza, una llovizna frágil resbala por mi rostro y siento el habito de la sensatez. Me despido de todo aquello que amarro mi pasado. De que sirve el pasado, no sé, una experiencia en alas de mariposa del hoy , liviana, plena ¡uhm¡ Solo una muerte, una pesadez que arrojo en los riscos donde los antiguos aborígenes gritaban antes de arrojarse a la nada ¡Uhm , la tierra mojada¡ desprende una fragancia escasa en el día a día y ello lo agradezco. Disfruto de esta despedida, es como si destrozara hasta llegar a cenizas todo mal que me ronda. Y me despido, disimulo y para qué. Mi postura es evidente, es evidente como este universo se expande y contrae a medida de su caos. Es oscuro, me siento bien, el taxi tarda. Todo es silencio y ese callar deje. Un silencio vestido de la nada. Y es que precisamente que necesidad de aguantar la estupidez humana. No tengo tiempo, estamos aquí en un ciclo corto donde nuestra energía se concentrará en ese espacio habitado y la memoria será olvido. Te olvido querida y no es que no te halla amado. En mi vida el recorrido ha sido un sinfín de ojos que miran mis ojos, de ojos que tocan mi cuello, de ojos que besan mis labios y ahora no, no tengo tiempo querida. Ay, amiga del alma mía, te has ido, yo me he ido. Los años pasa y todo se remueve en el sentido de otras pasiones, de otros sueños. Si, sigo siendo la misma, pero con unos retoques de desinterés por lo que es inconexo a mis sensaciones. Ay, amiga del alma mía, creo que no nos hemos defraudado, solo que ahora nuevos sentimientos, nuevos anhelos, nuevos sueños. Sigo en esta barca solitaria con rumbo a un horizonte donde las estrellas gravitan en mi dolor. Porqué todo tenemos un dolor, una gota quebrante a nuestras pisadas. Pero seguimos , seguimos a través de este cosmos aportando un pedacito de nuestro yo. Ay, amiga del alma mía, adiós. Un adiós condenado a perpetuo. Todo se ha acabado. No me llames, no insistas. Soy otra o la misma. La misma u otra. Qué más da. Sí, qué más da. Lo anterior no sirve para el ahora, para el todavía. Pero todavía cantan los pájaros y ello quiere decir, amiga del alma mía, que nuestras esperanzas también pueden cantar, volar en lo más alto de los crepúsculos y atravesar cumbres pedregosas, con paciencia, con ganas. Escucha , escucha el sonido de la brisa, la lluvia caer y los pájaros en su balada de alegría. Escucha, escucha tu espíritu como hija de las ganas, las ganas de seguir en este mundo maltratado, desquiciado. Ay, amiga del alma mía. El taxi llega y yo mi temblor ante la humedad que ha penetrado en mis carnes. Me subo y le digo la dirección a la que voy. Al principio son torpes mis palabras y después me concentro. Ay, amiga del alma mía. No miro atrás. No hay que mirar, lo que no puede ser , no puede ser. No he nacido para casarme con alguien y no lo haré. Libre ¡libre¡ las campanas suenan de este lugar que me alejo. Suenan a campanas a los muertos. Un amor muerto. Ay, amiga del alma mía ¡Uhm¡ es necesario esta ausencia en nuestras vidas.  La ausencia tuya. La ausencia mía. Es difícil ver el brío del mañana en estos instantes, pero lo veremos. Llego a la ciudad. Me bajo antes para ir caminando bajo mi techo. Aquí no llueve, está todo remolinado por un viento expresivo con sus dentelladas. Un desorden que marca un vuelco en la visión de este mundo Y esta ciudad, esta isla me enamora. Un amor cerrado para mi razón. Su corpulencia está teñida de una climatología especial. Y arribo a ese otro jardín, donde se encuentra el edificio en que vivo. Las mujeres de negro me esperan, es noche cerrada y el enmudecer de cuerpos tendidos en el dormitar es visible. Me acerco a ellas, quieren comunicarme algo…un algo que ignoro. Despacito, con el aliento de este nocturno donde la ramificación de mis sienes se extienden en el convencimientos de mis pisadas verticales, exactas , me aproximo a ellas. Danzan en la sombra de un ficus donde nadie las puede ver. Danzan en la creación de una atmósfera con velas en sus manos ….velas que no se apagan en sus movimientos sensuales, perfectos, en  el baile de la libertad. Por un instante fugaz , me quedo quieta y las observo. Veo en ella mi mañana, mi hoy, mi ayer. Delatan cada pedazo de mi entregado a esta existencia. Me siento cómoda y el pavor es desconocido, es de una atracción conmoviendo mi corazón, mi soledad. Ando de nuevo y ya muy próximas a ellas me invitan a su danza imparable, pausada y me siento yo. Si yo, Jam, mi nombre es Jam , nombre que se puede decir con un suspiro, nombre que mueve todos mis sentidos cuando bailo con estas mujeres de negros. Mujeres de negro, mujeres de lucha, agarradas a la supervivencia de las rutinas, de esas jornadas marcadas por el gemido de algún alma bajo la influencia del desatino de otros. Mujeres de negro, sacan sus pañuelos blancos, apagan sus velas y se insuflan de una profunda y verdadera libertad.

 

sábado, febrero 10, 2024

NUBES HOSPITAL 15

 

15

Cierro la puerta. Cierro las ventanas. El móvil suena y esta vez lo cojo. Una voz conocida llega a mí. Una voz que me pregunta como estoy y yo respondo. Un amor viajero a tierras de lo imposible. Es impertinente y desea verme, intento escaparme , huir donde los astros dicen que ese no es tu destino. Sin embargo, quedamos. Sí, una cita a cierta hora en la cafetería de un hotel. Me miro al espejo, aun soy joven, aun una chispa de realidad se almacena en mi mente y puedo presentarme en la aventura del tal vez, que no es un tal vez, es una dejadez. Y porqué un hotel, no quiero bajo mi techo algo que no fue y que quizás no pueda ser. Este espacio eclipsado para cada aventura, para cada singladura donde la palabra amor, sin ser amor, lo ponen delante. Y prefiero esperar. Y elijo otro lugar, otro momento, otro tiempo donde me sienta libre de mis miedos. Porque es cierto que siempre existe temor, más con los años que me ha tocado girar y girar. Y porqué tan distante, un hotel, a las afuera de esta ciudad. Mi soledad es mía, mi verticalidad también. No me queda mucho tiempo, me ducho y salgo. Me quedo en la parada a esperas que pase un taxi y lo voy. Voy a ese hotel. Un hotel donde la frondosidad de la naturaleza brinda por la tierra, liado de flores, de arbustos, de árboles dándome la bienvenida en su entrada. Mientras, pienso, no tuve que coger el teléfono. Pero basta ya, no soy una niña y la pesadez constante de su llamada me atrae sin saberlo, qué guardara. Entro, de espalda en un rincón de la cafetería visualizo una imagen, no ha cambiado, me acerco por detrás y digo hola. Cuando nuestros ojos inciden unos vastos recuerdos me anuncian el ayer. Cuando nuestros ojos coinciden un estremecimiento balbucea que no. Que no, que esto es una pesadez, que ya no puede ser. Todo cambia, todo fluye de manera eficaz hasta ser otra. Y ahora soy otra, con los mismos ojos, con las mismas manos, con la misma voz . Somos distantes, me siento, le doy un beso en la mejilla y por un largo minuto silenciamos nuestros pensamientos. Somos corrientes de la distancia, eso razone. Y no , no , todo no es igual. Quien hablará primero. Rompo este casquete de hielo entre nosotros y comento algo. Un algo totalmente absurdo, normal en las conversaciones vacías de amor, de cariño fugado en el alejamiento. Y todo cambia, como cambia el clima, como cambia el plumaje las aves, como cambia las mareas, como cambia lo que vemos ante nosotros. Circulamos sin precipitarnos, sin ser ese acantilado donde todo cae y nada vuelve. Todo cambia, nuestras sensaciones y es que han pasado muchos años, estaciones donde cada una a sembrado lo suyo y las vivencias remotas a la sabiduría de cada una. La conversación llega un momento en que un halito de esperanza vuelve y yo con mi independencia y su existencia con su experiencia nos hace respirar , nos hace caer en campos donde la nada habita en lo intimo de nosotras. No, despliego mis alas y surco cada instante del pasado, cada error, cada secuencia y esos momentos me reprime, me dice vete. Almorzamos, calladas. Todo cambia, todo se clarifica y el aprecio es no más que un guiño explosionando en este sitio, donde la naturaleza prende lo que es suyo. Me levanto, voy al baño. Allí me miro en otro espejo, me siento y aflora en mi la dejadez, la desgana, lo invalido que es este instante. Nada es similar al ayer, envuelto neblinas que me hace difusa mi despertar del hoy. Miro por la ventana del servicio, unos pajarillos cantan, los observo, la paz de este territorio donde estoy presa es indiscutible, es magnífica. Retorno, me siento y de nuevo nos miramos como si un puñal hubiese atravesado nuestro pecho. Todo un adiós.

jueves, febrero 08, 2024

NUBES DE HOSPITAL 14

 

14

Tengo que ir a trabajar, como todas las gentes de clase obrera, dejar el sudor en unas pisadas que se pierde entre la estructura de un hospital. Yo soy hija de esa conciencia lucida donde solo el trabajo y la casa es el lugar donde te lías y lías hasta el dormir sobre sueños de esplendor donde el descanso tiene cabida. No hay tiempo para más, solo alargar el agotamiento hasta un precipicio donde la almohada te llama. Y no quiero descansar, tengo ganas de sacar algo de mí, teñirme de viveza para ser rumor de la brisa, de las nubes, de un cielo donde los pájaros cantan. Uhm…urgencias está rebosada, no deja de llegar ambulancias, personas cada uno con sus dolencias. Me impresiona los distintos sucesos que puede atravesar una noche. Algunos, muy desagradables. Llevándome lejos…muy lejos, donde la mujer es menospreciada, es presa de insensato lapidación dejándola lisiada , dejándola mentir, dejándola marcada para toda su existencia. La fatiga me anuda y las horas pasan rápidas, no se cuantas personas he atendido, pero en cada uno de ellos hay un reflejo del mal…del mal que les daña o el mal que los apuñala. Estoy , no estoy , emerjo donde las estrellas dan un poco de tranquilidad, todo se detiene en la madrugada, algún caso extraviado acude a urgencias, pero nada más. Mis ojos se prestan a la conversación con mis pensamientos con la celeridad y el impulso de estar en alerta. Y pienso, mascullo en mi mente que dispar de creencias, todas a mi entender falsas. Todas hiladas en la unicidad y que interpretamos siempre o casi siempre para menospreciar otras ideas, otros credos. Y porqué tantos dioses, somos polvo de estrellas, somos eco de un cosmos que nos mantiene como una parte de él. Y el ser humano necesita aferrarse a un Dios, qué Dios, ese que necesitamos en los tiempos más duros, ese que necesitamos para dar escusa de nuestros actos más perversos, crueles. El silencio en cada templo me sustrae, cuando entro, sensaciones de un silencio recóndito hace sumergirte en lo profundo de las almas. Y no es que sea creyente, pero en este mundo es un lugar que congrega cada individuo como una uno solo. Sienten aferrarse a un dogma que los caracteriza en esos instantes como cantata a la paz. Después, bajo sus mascara, algunos, se encuentra el desbaratado en el que desvariando sus leyendas, sus mitologías, los escritos los transforma en una aberración sanguinolenta de muerte y odio….de odio y muerte. Son las siete, las siete de la mañana. Todo está calma, ya me queda poco para ser vencida por el sueño, que no será sueño sino alargamiento de mis ganas de continuar el curso de este día que ya se presenta. Me despido, el móvil suena, me dejo ir por el progresivo ajetreo de los pensamientos. Me acerco hasta la playa, con su amplia avenida, con su barra erosionada con el paso del tiempo. El día se presenta con un jadeo de la calima y calor que nos  desarme en este mes de febrero. Regreso donde las olas intocables , sordas las sigo con el ritmo de mi verticalidad. Ellas se irán. Ellas regresarán. Solo, el resonar de su susurro galopan por mis miembros, son lo eterno. Y nosotros, también cuando el dormir perenne nos abrace en un nicho, bajo tierra, en cenizas. Ellas, en rasgaran en lo imperecedero de este planeta su balada de los ahogados, solo. Y esa eternidad será la nuestra, partículas insignificantes en lo infinito del universo. Nuestras voces, serán un vagar y vagar como el resonar del vacío, viajaremos más allá de este sistema referencias y no seremos nada, no más que una voz del ayer en el espacio. Mientras, aquí, rogando a un Dios inexistente , que nos de fuerza para continuar caminando sobre tumbas espejos de nuestro yo. Las gaviotas danzan con sus movimientos en la arena, su mirada atenta me persigue en cada desplazamiento de mis hombros cansados, marchitados al son de andar en la orilla.

sábado, febrero 03, 2024

NUBES DE HOSPITAL 13

 

13

Descanso. Con pies desnudos del sudor. Me aquieto en este jardín, donde las rosas parecen no dormir, donde las lavandas son parte de mí, donde un romero me insufla de recuerdos. Y retrocedo, un paso atrás, antes de acabar en este hospital. Me vengo donde el invierno era invierno, ahora es solo un aliento de polvo sahariano que vetan mis ojos, mi respiración. La noche es cómoda, un agradable desdén a la gelidez de esta estación. Ahora se puede decir que la primavera forma eviterna parte de la isla…si, una isla arrinconada en la lejanía de otras tierras, de otros amores. Aquí, en el instante donde la ciudad es duermevela me envuelvo en una atmósfera de nostalgias que perecerán cuando el crepúsculo del día expulse esta luna…esta blanca luna. Los hielos se están rompiendo y me quedo aquí. Esto implica un cambio en el ph del agua , esto implique miles de especies muertas, esto implica aumento del nivel del mar, esto implica ciudades hundidas como la Atlántida. Siglos después , miraremos atrás y veremos este mundo como con un cambio drástico lo que ahora nos encontramos, bucearemos en lo que fue inevitable y seremos hallazgo de ciudades sumergidas en las profundidades. Pero basta, el daño del agua. Sí, su daño. Ya sea agua dulce, salada. Estamos ante el mal de este siglo, el agua. Un agua que se atraganta cuando en su orilla ve un niño hambriento, sediento y no puede dar de beber. Un agua envenenada de los avances de este mundo, por esas guerras sin fin. Me acerco a un rosal, el ambiente trasquila una a una mis pieles fabricadas de vivencias. Yo mujer solitaria cuando la madurez se refleja en mis ojeras, en mis arrugas. Yo mujer , he llegado hasta aquí, arrastrando un carro de zarzas que indujeron a este solido aislamiento. Dicen de que errores vivimos. Dicen que los paso de ayer son espejo de nuestro espejo. Miro la luna. Huelo estas rosas rodeado de un jardín en plena madrugada , mi vida hace un recorrido tiempo atrás y me sostengo en el ya, en este tiempo que me hace levantar la cabeza y el ánimo. Canto para mis adentros, como playa vacía, como loba corriendo en yermas llanuras me expando y me edifico de cada pleito sufrido en lo hondo, donde nadie puede llegar, donde nadie llegará. Me afirmo y desde este punto me ramifico en lo maravillo, en saber decidir, en saber elegir. No, no hay prisas , el tiempo contemplara los ojos que estáticos me haga temblar…Si , temblar cuando los mire. Yo soy libre. Yo soy madre de mis actos. Yo soy estela que se atreve a danzar sola…digan lo que digan. Y danzo. Y canto. Y es la madrugada, la luna pálida me señala el andar de las horas. La luna pálida me avisa de mi grito en la templanza de riscos donde todo lo mágico me absorbe. Mientras este planeta parece estar enfermo, enfurecido, dolido. Mientras las muertes continúan en suceso de la injusticia, en voces del callar que nunca sabremos de sus torturas, de su parecer. Descanso. Mis pies desnudos. Nadie me ve. Aquí, en este jardín bajo el edificio. Y tal vez encuentre el amor. Aunque consumida por el hilar e hilar de mariposas que no vuelan pierda la esperanza. Pero que es la esperanza, un pedazo extenso de ilusiones que nos hace continuar y continuamos en lo frío del silencio. Un silencio que amo, un silencio que se empeña en ser la plenitud de mis ojos. Las catástrofes se engullen este punto del universo, pero sobrevivimos, como plaga beneficiaria o no de él. Y todo es cíclico, tendrá que venir generaciones y generaciones para ver la claridad de los amaneceres, el tiritar de las estrellas como muestra de que estamos vivos.  Y tal vez encuentre el amor. Vientre con vientre. Labios con labios en el curso de las horas.

 

miércoles, enero 31, 2024

NUBES DE HOSPITAL 12


 

12

Me siento en mi silla blanca en el balcón. Se divisa una noche donde la luna clara me seduce, tomo un café. Las sombras de una noche callada. Las sombras de la música del cosmos convergen en mi corazón y mis sentidos se rinden a él. Zas, mis ojos impactan en el jardín en esta noche de luna clara, en esta noche donde el cansancio de mi trabajo prima en cada uno de mis movimientos, mis articulaciones se paralizan y me cuesta , me cuesta levantarme de esta silla blanca en el balcón. Veo que entre las arboledas imágenes de mujeres vestidas de negro. Sí, son mujeres por la balada remota que impregna en mí. Se aproximan, vienen con la carga de los años. No atino adivinar su triste canción, pero algo me dice que es el horror de los años. La vejez de nuestros sentimientos. Las palizas sobre sus rostros de niebla rozando lo insensato, la incoherencia. Y no sé porqué escucho la misma balada en mi piano ¡Suena el piano¡ Ese es mi tremor, un anquilosamiento de mis presentimientos me dicen que nada bueno traen! Y vienen y yo en mi silla blanca en el balcón. Mujeres de negros en el rumiar de una canción de heridas, de cicatrices, tatuadas en lo anónimo. No se cuantas son, me es igual. Solo escucho su quejido. Una queja que me hace temblar en esta noche de luna clara. Intento levantarme de mi silla blanca y me levanto. Desde este balcón de un nocturno de luna clara veo las cristalinas lágrimas de sangre y dolor de cada una de ellas. El tono se hace grave y me entrego al daño. Ese daño que en los años ha sido forzado a estas mujeres de negro. Su caminar lento. Sus miradas miran al frente, la sequedad de sus labios , maltratados, muestran el desdén de su balada de duelo, un himno a todas las que se han ido en el crepitar de los siglos. Ya cerca, ojos con ojos, manos con manos , me saludan y hacen un coro donde su balada es quejido que estremece mis huesos. Y me siento. Me siento en mi silla blanca en esta noche de luna clara. Mi memoria mira el pasado, que no más que es una milésima de segundo del ahora. El piano no deja de sonar. Ellas, no dejan de cantar. Yo , cierro los ojos transportándome en ese preciso instante donde una caída cruel, maldita, sombría me enraízo en el presente, que no es presente que es pasado. Y me agarro al futuro, a ese futuro que será mañana con el brío de un jardín donde las mujeres de negro se hallan ido. Y se van, dos cuervos se posan en mis muslos , los miro y una cierta debilidad me acaricia hasta no más que ser un pájaro sin alas. El móvil suena, el piano no deja sonar, las mujeres de negros se han ido y yo en mi silla blanca en una noche de luna clara que me dice , descansa.

jueves, enero 25, 2024

NUBES DE HOSPITAL 11

 

11

Día laboral. Día donde mi entrega se hace lo mejor que puedo en este oficio. Esta labor denigrada por muchos. Nos miran como objetos, una pieza invisible en el sector sanitario y no me quejo, para que más responsabilidades. Pero, aun así, somos humanos. Humanos entregados a la vida, a la celeridad de cada urgencia, de cada caída de la existencia. Aquí, en la puerta de urgencias. Llega una mujer, albina ella. Dice ser de un país donde los negros blancos son cosas del diable. Viene marchita, herida, dolorida en la razón desenfrenada de esas creencias que desvirtúan a la persona. Ella, en su tierra, es una apartada, una marginada. Entre barrotes hiel abandonada lega su pena, su sufrimiento. Y ha llegado aquí, a este hospital donde todo el mundo es acogido. Me sorprende, me da lastima aunque ella no quiera que lo sienta y disimulo. Viene de un país , de una etnia donde el blanco es tirar la fortuna, la suerte en agujeros negros donde lo negativo vendrá. Y ella es una persona, un individuo más en este mundo de creencias absurdas, de rituales delirantes. Le doy mi mano, ella la agarra con la fuerza portentosa de una nueva vida, de nueva oportunidad. Esta demacrada, la muerte se aloja en su frente, no puede más y me dice quiero vivir. Sí, vivir para la lucha incesante de los derechos de cada persona. Si globalizamos, el ser humano es social, culturalmente inmerso en la costumbre. Y dice que aquí está bien. Sí, bien…en ese apilar de gentes que llegan en barcas a la deriva. Y dice que aquí está bien. Si, bien …en ese deposito donde largamos a los que vienen sin papeles. Un aglutinamiento, un cumulo de personas estriadas por cada circunstancia. Todos tienen sus historias, sus creencias. Y esas historias y creencias toman la forma de un nuevo mundo, de nuevas tierras donde el ejercicio de cada ideología sea digna y respetada sin cauce del mal, de lo perverso. Le doy mi mano y ella con sus ojos torturados exprime su respiración, calma, resignada, aferrada a la vida. ¡A la vida ¡rápidos momentos que escrudiñan nuestro aliento, esa acoger de lo más bueno de ella. Murmura algo, no sé el que. Aproximo mi oído y una sonrisa de triunfo impera en su aridez. Y ella coge mi mano. Agárrate fuertemente que se guerreará por salvarte. Y ella sonríe en el adiós, en estas malditas creencias que nos hace inválidos en su batalla por sobrevivir. Avisto un jardín de flores podridas. Avisto pájaros que no cantan. La dejo en críticos y me voy, continuo con lo amargo de estos encuentros en parajes donde perdura la desgracia, los malos pensamientos, lo simple que somos cuando nos encontramos cara a cara con el ocaso del vivir. Vivir…vivir, con la danza de las constelaciones, con las figuras de las nubes, con la siembra de las lluvias que nos traerán la razón , la razón de ser en un rango posible de actuar con el bien. Vivir…vivir , con el bella balada de las llanuras, de las montañas, de una ciudad obrando en lo mejor de su todo. Un todo que abarca la conciencia equilibrada y constante en los sentidos. Hay que abrirse , así, como las flores al amanecer y dejar fluir cada creencia en gobernada por la sensatez y acorde con lo justo. Derecho de ser ciudadano de un mundo enhebrado por la armonía , por la concordia de sus pueblos.


 

lunes, enero 22, 2024

NUBES DE HOSPITAL 10

 

10

Sola. Mi nombre es Jam, no lo había dicho. Las calles se vuelven mirlos en su pleno auge. Un silencio demoledor se enraíza en mis arterias y caigo neutral en una respiración lenta y pausada. El sol dice adiós. La noche saluda y mis huellas se vuelven trozos de cristal salado. La gordura de mis pensamientos habilita a la huida, a no pasar por alto cada pizco de mi existencia. Sola y culpable de esta soledad. Una soledad amada donde tapias interviene en el eje concéntrico de mi columna. De ella un dispar de ideas andan lucidas al encuentro de lo bello, de lo maravilloso. Sola. El trabajo me ha hecho así, arrinconarme cuando las expectativas son decadencia y malestar. Todo en esta vida es fugaz y nosotros somos eco indómito de un universo que se expande, que se contrae al ritmo del espacio y el tiempo. Las cinco fuerzas que lo componen nos dan una dimensión abstracta cuando en el nocturno lo alcanzamos con nuestros ojos y nos percatamos de su dimensión. Y me digo, Jam, no estamos solos. Es tan enorme, tan gigantesco que se escapa de nuestros sentidos y nos arropamos en el yo. Un yo que a muchos le dice que somos únicos. Es imposible cuando una mirada a las mega estructuras del ayer gozan aun de verticalidad. Todos los imperios se ataron a las mismas condiciones. Pirámides de un lado u otro al encuentro de aquello que no se sabe. Sola, un mundo a la par de fuerzas que nos empequeñece. Rozamos el entusiasmo y nos engrosamos de ideas que tal vez…que puede ser, todo es posible. Sola, llego a casa después de este viaje a Moan, me quedo con su esplendor, con lo más alto de sus hermosas callejuelas. La humedad cala mis miembros, se duermen y de una sacudida los despierto. Necesito calor, un calor que nunca llegaré alcanzar. Me pongo mis zapatillas, la noche, correr y mi corazón desbocado, pero cauce del ritmo exacto se precipita por las luces de esta urbe. Sola, sin miedo, segura. Somos una historia de este cosmos…una historia más de las que los conforma, como una unicidad que se va dispersando a medida que llega al borde de un precipicio. Somos un fragmento de esta galaxia. Intentamos rescatar nuestro ayer y quien sabe si algo lo sabe. Eso es nuestro impulso. Aun así esta es nuestra casa y hemos de cuidarla, de mimarla, tratarla cariñosamente con el afecto suficiente para que sobreviva. Sola, el cuerpo me pesa. Soy peso, la gravedad me succiona y soy cansancio. Retorno, sola.  Y vuelvo a ese café, a ese cigarro, a mis largos ratos pensativos invadiendo la serenidad. Y Canto, canto a la paz, que venga en su lecho de sueños, que venga en su corriente de palomas, que venga en su masa disecada de esperanza, eviterna, continua, embelesada en el himno sostenido del silencio de los llantos, del dolor, del pánico, del pavor. Sola, el instante de mi vida se hace reencuentros del pasado, suena el móvil .


 

viernes, enero 19, 2024

NUBES DE HOSPITAL 9

 

9

Puedo decir que todo va bien. Puedo mirar el horizonte y con mis pies cimbrando donde el arco iris nace me involucro el paraje de Doramas. De la nada brota la laurisilva, un pinzón descubre mi embelesamiento, esa admiración por los restos de boscajes que anudan las islas. Me adentro. Estoy aquí, ahora, en un efímero encuentro con la historia. Doramas, el último Mencey como muralla a la profanación de esta tierra. Un pinzón me ojea cómplice de mi llegada al pasado. Ese pasado envuelto en las brumas de la conquista del archipiélago, aquí donde los atlantes tomaban manzanas de oro para la eternidad. Una masa forestal como maestra de que aún la historia se persevera. Imagino este lugar y sus habitantes cuyo misterio es presa hoy en día en el ocaso de sus días. Seres impolutos, solemnes, guerreros del día a día, convencidos en que las lluvias traerán la buena cosecha. El frío y la neblina me acogen. Y las dejo. No pongo obstáculo donde la laurisilva canta al ayer. Un paisaje breve pero inmenso a la vez. Abrazo un tilo. Porque me da la gana. Abrazar ese ayer donde los aborígenes eran cause de cada arroyuelo que impregna este sitio. Y me siento enamorada ¡Uhm? Que paraje tan intenso. Aquí, donde los poetas se encontraban en el curso de los años. Aquí, donde la flor de mundo dice del hechizo ambientado en su olor, en sus calles adoquinadas con la templanza de siglos atrás. Oh , Doramas, rendido caíste y ahora todo ha cambiado. Porque todo cambia. Tenemos que ser admisibles al desvío de las rutas y sentarnos en esa grandiosa y maravillosa llovizna de nuestro hoy. Y nuestro hoy es parte de nuestro ayer. Paseo por estas antiguas calles y la lucidez de una ventana me señala una anciana, con su rosario que cuenta gotas y el arañar del silencio se le escucha su murmullo. Un mestizaje. Porque somos mezcla, todos, encadenados de las raíces de esta tierra. Me adentro. Aquí. Ahora. Un pinzón me observa y continuo en la belleza engendrada en sus alas, en esas nubes chispeantes que sonríen a la quietud de este pueblo afincado en un remoto lugar del mundo. Y puedo decir que todo va bien. Mientras somos barricadas a cada grito de la oscuridad. Mientras esta esfera se mueve en una fragancia enrarecida y engorrosa. Mientras yo paseo, aquí, ahora en donde la estructura de sus casas me aloja en el pasado. Mientras me detengo ante una rosa, la huelo, cojo un pétalo y lo guardo en mi bloc de notas. Y puedo decir que todo va bien.

 

jueves, enero 18, 2024

NUBES DE HOSPITAL(8)

 

8

Mis hombros se hacen pesados. Estoy extasiada en la firme pisada del vacío. Me anquiloso en los sueños, esos deseos vanos pincelando mis sienes y caigo, abatida, a ras de estridentes ortigas dando un vuelco a mi corazón…a mi corazón. Dejo que la música se case conmigo, atrapada en la amplitud de su esencia hasta llegar al adormilamiento de mis ojos. Mis sentidos, atentos, me observan, me examinan, calan hasta mi estomago donde mariposas sin alas se mueve en acecho de una hoguera que me consuma en las ganas. Sí, en las ganas de seguir empujando, de seguir cargando todo este angosto sendero hasta el brío de mis ojos. Cierta distancia, cierto acongojar, cierta frialdad me muele, pero el ánimo me levanta y soy viento con aliento a esperanzas. Hoy cuando paseaba con kena e visto gallinas muertas en el jardín, este jardín callado y a la vez bullicioso donde los pájaros cantan. Su fetidez era repugnante y mi razón desvaría en este culto a los espíritus donde hay que sacrificar a los vivos. No este el jardín perdido de las manzanas de oro. De esos atlantes que cantaban con los cetáceos al ritmo de la paz, de la grandeza. Y no me quejo, es desagradable estos ritos cada día más presentes en este archipiélago, en estas islas abandonadas por gentes mediocres. Gentes cuyo sino es la maldad, las creencias falsas. Y me asombra y dejo que mi memoria del ahora borre estos acontecimientos crueles, de falsos pensamientos de estos analfabetos. Temblor. Tiemblo no más que pensar que vamos a la deriva aun en este siglo. Me retiro de estos credos, de estos sacrificios y miro las religiones como una búsqueda del porqué, como un auxilio para aquellos que no encuentran su lugar en a la vida, como un perdón a todo lo nefasto, atentado y terror que podemos sembrar. Mis hombros se hacen pesados, avisto esta jornada en la plenitud de unas islas adoradas por un invierno cálido. Me extraña. Me deleita y a la vez me preocupa. El rugir de tanta tranquilidad mientras en otros lares se matan entre sí, corretea los verdugos de este mundo en tierras inhóspitas de la armonía de las culturas. Mis hombros se hacen pesados, aglutino cada pose de mis cavilaciones a manera global y el desencanto y la debilidad cuecen mis espaldas, mi vientre. Somos hijos de las mareas. Somos hijos del viento. Somos hijos de la lluvia. Somos hijos de esta tierra que nos vio nacer, que nos dio de su pecho y ahora caemos en decadencia. Sí, la decadencia humana. Mis hombros se hacen pesados, me siento. Mi derredor está compuesto por un jardín perdido en las inmediaciones de lo sobrenatural. Nuestra naturaleza no sabemos de donde procede, de que manifestación nos hemos creado. Sea lo que sea hemos inferido en el mal, en una razón declinante, denigrante, devastadoras a todo lo que nos rodea, nos ampara, nos acoge y mis hombros se hacen pesados, trepidantes escalan hasta el sol. Ese sol que anuncia lluvias y el invierno viene, lento pero viene. Viene a su modo, aquí donde hace tiempo los atlantes pisaron estas islas.

miércoles, enero 17, 2024

NUBES DE HOSPITAL (7)

 

7

La experiencia te hace vertical. Sean buenas, sean malas. El orden de la prioridad se establece en un puente que hemos de pasar y pasamos, sin mirar abajo. Ahora , sin descanso, meticulosa reviso cada instante de mi trabajo. Ser calador no más que es peón básico en las piezas de un hospital. Que si llevar un paciente. Que si llevar una bala. Que si hay que introducirlo en un quirófano. Que si hay que ser un raquis. Que si hay que ayudar a colocarlo. Que si hay que sacarlo y llevarlo a URPA o Rea. En un trabajo tan básico, se requiere varios conocimientos. Cada servicio es distinto. Nada es igual. Nos movemos en el silencio, en las ordenes y a veces te quedas sin aliento ante la presura de los acontecimientos. Llego al instante que me pregunto que hago aquí. Nos miran como la nada, no somos sanitarios pero realizamos labores de sanitarios. Celar palabra que significa vigilar. Eso es lo menos que hacemos. Voy por un pasillo , me encuentro a compañeros y nos saludamos y conmigo una cama de un enfermo. Lleva oxígeno a dos, lleva drenajes, lleva sonda. Lo único que me viene a la cabeza es que no se pare. En el sudor toco el botón del ascensor, lo llevo a planta. Las ruedas de la cama cuando entra en el ascensor se quedan atascada en la ranuras del piso. No sé como demonios levanto todo ese peso y entro. El ascensor. Yo. El enfermo. Vamos a planta. Que no se pare, es mi única súplica. Aquí. Dentro. En este rectángulo estrecho y sola. Está muy frágil. Y en esa fragilidad no me dejo caer. Kena me ladra. El amanecer. Son las seis y el día toma una tonalidad broncínea en este archipiélago. Dicen que se debe a que vienen lluvias o tal vez alguna tormenta. Es precioso. Mis ojos se instalan en este crepúsculo con su color, fuerte, puro, exacto. Dejo la cama, conecto el oxigeno y llevo la historia a la enfermera. Tengo por costumbre de apurarle, que vaya hacer un examen de la persona. Cojo mi bala de oxigeno y me voy. Que grato son estos amaneceres. Se respira un cierto equilibrio entre la madre tierra y el universo. La danza de los despertares de la ciudad. Y despierta. Se ve más tráfico cuando antes era nulo. El móvil suena y no lo cojo, no tengo ganas aun de cogerlo. Me inspiro y en mi cabeza se dibuja mi mañana. Así, con los pájaros cantando, pájaros con alas de libertad, pájaros picoteando cada deseo, cada sueño. Tal vez me enamore. Tal vez renuncie a lo yermo que me admire y comience un largo viaje donde el horizonte sea ese beso prohibido. El sol no se distingue y un poema danza en mi razón.

Es invierno

Todo cambia.

Los grises vientos

Se abren al universo.

Es invierno

Converso con los sueños

Aquí, donde los arroyuelos

Danzan tatuados en esta bruma

Sostenida en mis manos.

Es invierno

Te llamo

Erupcionan las flores

Caricias sin alas

Buscándote

Es invierno

Aquí

    Ahora

 

Kena me interrumpe. La miro. Miro esos ojos de azabache, dulzura y cariño. Despierto, estoy aquí. Estoy ahora. En mi casa y es invierno.

domingo, enero 14, 2024

NUBES DE HOSPITAL (6)

 

6

Kena ladra a este resto de luna. Parece perdida a igual que yo cuando en la madrugada antes del crepúsculo damos un paseo. Y me gusta esas horas, el desierto de la urbe ronda por mí. De los jardines los pájaros trinan, a estas horas de la madrugada. Son las cinco y el fragor de esta masa de floresta invade todas mis entrañas. Caigo en la levedad, soy leve como el vuelo de algún mirlo que se cruza en mis pisadas. La brisa ha dejado de respirar y siento calor, el invierno se vuelve invertido, lejano, es como si estuviéramos en pleno recital de una primavera. No para muchos. Un taxi pasa, deja a una muchacha, joven, se va. Mi cerebro se revuelca en esas niñas que son casadas desde la infancia en este mundo. Si este mundo deteriorado, anclado en costumbres pasadas que remueve los sentidos. Me abato y a ras de un acuario las veo partir al sufrimiento, al lamento, al dolor, a la tragedia. Son no más que niñas cuyas raíces son enjambre de una sociedad patriarcal e injusta. Las siento, escucho el sollozo de unos jazmines con su olor empalagoso atravesando mi pecho. Y hay que estar en la situación. Una situación incómoda, anómala, mortífera para quien la parece. Desgarrada de sus orígenes. Desgarradas de su inocencia. Desgarradas de su verticalidad en estaciones venideras. Kena ladra a este resto de luna. Y la miro. Y la absorbo. Y la lamo como si ella me pudiera salvar de estos pensamientos. Y caigo y me enraíce que la queja mía no vale, no vale la pena. Vivimos en una sociedad en la borramos, en la que censuramos todo mal fuera de nuestras fronteras. Y que son las fronteras, una línea continuar e imaginaria de nuestra forma de hacer. Una navajilla, una obsesión de que no sientan y la sangre y la enfermedad y la muerte, para algunas. Me nublo en esa entrega donde los ojos de ellas miran el suelo, miran el miedo. Me nublo la mirada de la viciosa, deseosa de poseer la ternura de la niñez. Esto es una violación, una menor. Ella no sabe. Ella ignora. El sabe. El entiende. Se la lleva y después la destrucción de su sentidos, de su existencia. Intento quitar estas imágenes de mi mente como tantas otras de este desgraciado mundo. Miro a kena . Miro a la luna difusa. Miro los jardines esbozando el ajetreo de los pájaros de la madrugada. Y me despisto, kena ladra a la luna. Gracias le digo, me observa con su flamante rabo meneándose, continuamos por las aceras deshabitadas. Solo los jardines, coches callados , farolas haciendo de mi sombra un puente al abismo. Quiero distraerme. Me gustaría ser indiferente, no puedo. Y no es feminismo, pero, el hombre es una masa dañina en muchos frentes de culturas convencidos de su poder, de una verdad de conveniencia empecinada en ultrajar a la mujer, a la niña. Velos sonoros abogando por este planeta. Sí, este punto en el cosmos. No somos nada y a l vez grandes. Un vértigo me produce nauseas, escupo. La niña vuelve a mi, kena tira. La niña vuelve a mí. Amenazada, asesinada con ojos blancos buscando la tumba de sus difuntas, de otras. Kena la luna ya no está, le digo. Volvamos al piso. El móvil suena , son las cinco de la mañana de un mes de noviembre y el frío no acecha. Una masa de polvo impacta en mis bronquios. Respiro, cierro la puerta y voy a la ducha, Velos apaleando la sensatez, la verdad. El callar es la salvación. La resignación es la salvación. La impotencia es la salvación. Una esquina. Una casa destartalada y el llanto. Ella llora.

sábado, enero 13, 2024

NUBES DE HOSPITAL (5)


 

5

Mi casa. Todavía la noche. Todavía la soledad. Todavía el regresivo encuentro con mis ojos, frente al espejo. Mis canas. Mis pechos caídos. El agotamiento del trabajo. Mi piano. Me siento, aunque los músculos me dictan has de reposar. Mis manos deslizándose lento y monótono sobre las teclas. Una melodía, un poema y la dejadez de la conciencia. Mis parpados se condenan a un eclipsar tatuado de serenidad y me dejo ir en mis pensamientos. Regreso con este cavilar al hospital, mido tramo a tramo todo lo que hoy he realizado, tanto lo que esta bien como lo que he errado. Me supero y me entrego donde los sonidos del silencio se agolpan en una pequeña pieza. Así compongo, mis deseos se tañen en un álbum donde mi música se sienta tranquila, cómplice de mis horas en esta habitación donde habitan instrumentos. La casa es grande, cada cuarto guarda un secreto que solo dan lumbre cuando mis piernas cansadas entran y se entregan. Todavía la noche. Una noche de invierno donde las olas callan solo, el murmurar de la mar. La mar, un mar con nombre de mujer. Me levanto y me desvisto, estoy en la ducha y dejo el agua correr, un agua tibia, un agua que me da todo lo que necesito acariciando cada poro de mi entereza. El móvil suena y no lo cojo, dejo que el agua correr. Correr donde los sentidos despiertan de igual manera que los recuerdos. Y ahora recuerdo, sí, ese amor. El único amor esparcido entre mis desastres. Ya hace muchos años ¡Los años¡me han derivado en la desgana, porque soy yo. Yo, yo misma inquiriendo este aislamiento. Vallas de aceros de desperdigan en mi derredor y me niego que bajo este techo surque otro aliento, otras manos que no sean las mías. Hace tiempo que hice la maleta, hace tiempo que dije adiós, hace tiempo que me he acostumbrado a esta cultura del silencio de mis labios, de mis sentidos. Mi casa. Mi piano y el acompañamiento de notas que brotan de la insonoridad de los días, de las semanas, de los meses.  No tengo prisa, la celeridad de cada movimiento se evaporó cuando mi mirada se pierde en el vacío. Y puede ser que algún día vuelva amar. Y puede ser….. Y puede ser que mis alas de mariposa levanten cabeza y sienta algo extraño en su vientre, esa extrañeza que llamamos amor. Mi piano. Mi yo. La noche. El susurro de un frío que se avecina. Siento frío. Me levanto y el espejo. El móvil suena de nuevo. Me pongo ante la ventana, un cierto olor a rosas penetra desde el jardín y la ciudad somnolienta asume su desánimo de continuar. Las estrellas colonizan el firmamento, medito. Son brío espectacular con esa belleza perfecta de las noches de invierno. Pido un deseo. Sí, un deseo. Deseo que paz restaure todo este mundo llamado tierra. Muchas guerras eternas y el invierno aprieta. Muchas guerras en que los inocentes adolecen a cada golpe de un bombardeo, de ese avance áspero, dañino, insensible de los armentos. Guerras estúpidas creadas por estúpidos, por febriles mentes aferradas a su ego. Enciendo la tele, paraíso que enjaula cada imagen sangrienta, ahora, en directo, vemos lo destructivos que somos. El hombre no cambia por mucho que pasen los siglos, seguimos estando estancados en un retroceso de la mentalidad, de la manera de hacer el mal.  Imagino alguien débil, caminando entre escombros , gritos y dolor. Y ese alguien no comprende, no quiere comprender el porqué de tanto y tanto desastre. Camina solo, herido, con la tez polvorientas donde sus lágrimas se han secada dejando en su rostro un dibujo del horror entre sangre y polvo. Temblor y el adiós. Las raíces de la tierra emanan un manifiesto ante los necios de esta esfera. Un manifiesto donde se desata el anhelo, la esperanza ¡Ay la esperanza¡Que venga con amor. Que venga con olvido. Que venga con propósitos de un mundo mejor. Aquí cabemos todos y tenemos los mismos derechos, la dignidad humana. Sea cual sea tu punto de origen, tu punto de ideales. Temblor. Respeto. Mi piano y la dejadez de mis pensamientos, de esta memoria mía que estas horas me atraganta, me corta la respiración y aspira de mi en una larga y contenida pena. Mi piano. La noche. El cansancio.

miércoles, enero 10, 2024

NUBES DE HOSPITAL (4)

 

4

Llego. Todavía todo está oscuro. Una luna menguante se divisa en el silencio de las horas, en este hospital que parece que aun no ha despertado. UMI , todas las luces parecen apagadas, el personal latente , atento sentado con sábanas del agotamiento. Los monitores vigorosos anuncian alguna caída de cada uno los que componen los boxes. Están todos llenos, tanto en neurotrauma, en respi, en cardio e intermedia. Voy de módulo a módulo, voy de box a box. Cuerpos hinchados donde la respiración asistida desembocará a la recuperación o a la desgana por la vida. Cuerpos obsoletos donde el sentido de la hegemonía de la existencia se ha vuelto avara. Una guadaña quiere llevárselos mientras el personal y el subconsciente son eternos luchadores. Pero no todos, hay quien impera en el desanimo de seguir resistiendo a la muerte. No me he presentado, soy celadora de un hospital con proyección directa en atender enfermos. Sí, tan simple, somos simples. Solo, apoyo en la necesidad de movilizarlos, de cubrir aquellos aspectos en el auxilio de las enfermeras. Me pongo el EPI y entramos en un box por aislamiento aéreo. Un cuerpo inflado requiere cambio de postura, asentarlo en la mejoría de su resurgir entre las brumas plomizas. Un cuerpo que no ayuda, acordonado a la vida con tubos y sensores que nos dicen de su evolución. Termino, en el sudor del esfuerzo y el EPI, salgo. Mis pensamientos me erigen en círculos de si vale la pena. En este módulo, hay un trasplantado de pulmón. Lo continuo con los ojos y me asiento en su restaurar. Su mirada se ve esperanzadora y a la vez temerosa de que tal vez no. Ponemos un halito de fe y el cavilar se vuelve para que salga y saldrá. Las horas no cuentan, las horas arrastran los malos ratos del ayer, de ese pasado que puede ser ahora. Me siento, en alerta, con los sentidos en la verticalidad de cada llamada, de cada ayuda que pueda ofrecer. El minutero pasa, son doce horas en las que puede pasar cualquier cosa. La muerte y la vida se aúnan, se tiran una a otra. Se pelean sin mediar palabra solo el pitido de esas pantallas. Voy a farmacia, entro, me encuentro con otros compañeros y nos saludamos. Recojo la medicación y la subo con la rapidez de un estado crítico. Llego, una señora lamenta a gritos el adiós, una señora rota por los delitos de la vida y no aceptar la muerte. Su hijo va a ser desconectado, no hay vuelta atrás, no hay remedio. Temblor. Pánico. Gritos. La UMI se vuelve tinieblas ante tanto silencio, ante tanto llanto y dolor. El tiempo pasa, son las seis de la tarde, de una tarde nefasta para unos, de una tarde neutra para otros. El tiempo pasa, son las seis de la tarde, un halo de mortandad y sudario se revuelca en el módulo, pero a la vez un resonar de supervivencia, de una expectativa cargada de energía positiva para restos de cuerpos inflados que flotan en cada box, en cada cama. Miro el reloj, la señora ya se ha ido ahora solo espera la tumba de ese individuo que no pudo más. Lo aceptamos, meditamos cada uno en sus adentros, en esa reconditez sonora para los demás. Nos despedimos y los minutos, los segundos, las horas cumple las ocho, las ocho de la tarde noche. Me voy, regreso a mi casa, me ducho. El sabor descaradamente acre de la jornada me encierra en cuestiones, la vida. Aprovechar el momento, ese instante eterno que puede ser pisoteado en menos de que te los esperas. Peleamos por el todo y el todo es la nada. La nada cuando cuerpo no responde, cuando nuestros sentidos son latidos de féretros aterrizando bajo tierra. Y digo no vale la pena. Sí, no vale la pena ser engullidos por los desgarrar los senderos de los demás. Ya la vida nos dará esa cuna donde se mece la muerte sin importar de quien eres. Somos polvos de estrellas y a ello nos convertiremos. No más. Cada civilización, cada imperio mira la muerte de manera distinta y es algo natural, está integrado a nosotros. No más. Sí, no vale la pena. Para que discutir, es mejor callar todos pertenecemos al mismo agujero, a mismo nicho sea anónimo o no. Para que esas rencillas del ayer. Seamos viento de nuestro ascenso en las vías de la paz, de la fraternidad. No de murallones de espinas donde el eco del quejido se hace perpetuo. No, no vale la pena.

domingo, enero 07, 2024

NUBES DE HOSPITAL (3)

 

3

Porque tengo ganas. Porque lo necesito. Me acuesto en esa cama donde los sueños barruntan mi mañana, mi ayer. Leo una pieza de Virginia Wolf y en su homogéneo relato me hundo en las profundidades de la nada. Son las once de la mañana y me acecha un levitar por los caminos de las ilusiones desvanecidas o no. Mi subconsciente se limita al infinito de una percepción donde la mente elabora los deseos prohibidos. Ahí está, en mis sueños, con sus inhospitables labios surcando mi cuello, frágil. Y no conozco este amor que atraviesa mis ojos con ojos de gaviotas arrimadas al amanecer. Sin embargo, suave, sutil, me estremezco y despierto. Mi mirada fija en el techo, un techo blanco, como el del hospital. Busco en mi memoria ese sueño y lo encuentro, se hace patente en escenas coherentes en mi razón y un presentimiento me dice que he de esperar. Una espera prolongada de estación en estación hasta que la musicalidad de sus sentidos resuene en mis venas, en mis arterias, en mi corazón de manera real. Y me conformo, cierro los ojos y deseo entregarme un poquito más a este sueño, a este deliberado acto de soñar y sueño. Sueño una playa, una playa vacía con mis alas cansadas, con mis hombros mirando al horizonte, con mi espalda mojada como rompen las olas cuando llegan a la orilla, suaves, calmas. Yo sentada en la orilla dejando que juegue la espuma de su acto final con mis piel, con mis glúteos.  Sueño una playa, una playa de esta isla que me acordona, que me ata, que me exige ser corriente de su sonoro canto acorde a las jornadas. Cetáceos bailan frente mi, unísonos en sus saltos hasta perderse en el horizonte, tras la barra. La marea esta baja y me levanto, y me entrego a este mar de alga y caracolas con el ronroneo de las olillas, con el rumor de las gaviotas. Nado, hasta la barra y ahí, me siento otra vez, un descanso, un deseo y de nuevo las ballenas brincan en su danza equilibrada, ahora más cerca. Para mi es grato, una satisfacción que a muchos le gustaría atrapar en esos instantes. Regreso a la orilla. Camino por ella, el temblor del invierno cala mis carnes, me seco, me visto. De un momento a otro instante alguien camina hacia mí. Es una figura conocida, busco y busco en mi cerebro, pero no hallo quien es, es como si el olvido escociera mi razón y un miedo, un temor me acribilla, me bombardea en ese futuro que vendrá. No , no quiero ser olvido, quiero la seguridad de mis pasos en cada invierno venidero, en cada mano  que acoge mi mano, en cada aliento que evoca la existencia. Despierto, ahora sudorosa, de malhumor y me recreo en la delicia del sueño anterior, ahí está. Mi mirada fija en techo blanco, como el del hospital. Me relajo y con la vertical de las luces de la mañana me incorporo, voy al baño. Abro el grifo y dejo el agua correr mientras mis ojeras se asoman en el espejo, frente a mí. Corre el agua, la malgasto de forma provocada. Y que será de aquellos que no la poseen. Y que serán de las guerras por este humilde líquido, cristalino, simple pero benefactor de muchas vidas, de muchas batallas inconclusas. Qué será de esas poblaciones donde su escasez, donde su precariedad, donde la miseria los aboga a la muerte, a una lucha infinita por la sequedad, por la sed, por el hambre de sus vientres, de sus ideas. Me parece algo impensable y es tan verdadero, que haríamos sin ella, sin el agua. Corre el agua, el agua de la vida. Despierto, cierro el grifo y me quedo con ese sueño donde sus frágiles labios rozan mi cuello, una súbita emoción simpatiza conmigo y con ojos alegres hago de mi rutina una danza de siemprevivas.