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jueves, abril 25, 2024
LA MEMORIA QUE HABITO(NARRATIVA) 3
martes, abril 23, 2024
LA MEMORIA QUE HABITO 2
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Humanidad.
Y qué es lo humano. Lo humano tiene un compendio de referencias que se absorbe
cuando somos vacío. Lo humano de ser y estar. Lo humano del todavía hay
esperanza. Lo humano de un sueño. Lo humano de una paz. Lo humano de tender la
mano al amigo, a los seres queridos. Lo humano del respeto. Lo humano en la
actitud cuando el desastre nos emancipa de las ganas de sentir, de vivir. Lo
humano de una sonrisa cuando la inocencia viene a nosotros. Lo humano de una
razón que no desate la catástrofe. Humanidad…Ahora, sola, después de que se
halla desintegrado el sistema político social económico sanitario de un país.
Donde el caos nos consume en el desinterés, en una elocuente desgana en ser el
pilar de una nueva vida. En este rincón, desconectada con todo, con esos
monstruos de una tierra donde las prisas, la gravedad de las guerras avanzan
terroríficamente. Donde somos seres no pensantes, alimentando a la inteligencia
artificial todo aquello que nos gustaría hacer. Ellos gobiernan, nosotros
pegados al curso de sus movimientos . Si fue un gran avance, pero también como
todo lo que proviene de un buen descubrimiento viene su lado maligno. Tan mal
que nos hemos estropeado, conversamos con robots y ellos responden a todas
nuestras necesidades. Humanidad, donde está. Y yo aquí, todavía humana o me
considero humana, ajena a lo podrido que andan nuestras ideas. Ahí abajo luchan
contra la nada, con el descontrol del egoísmo e injusticia. Me fijo en unos
ojos, en unos ojos claros. Se levanta. Se viste. Coge su bolo y sale. La ciudad
en un mutismo total. La ciudad rota total. La ciudad escena de gases letales.
Pero a esos ojos claros le es lo mismo. Sale. Pasea por una ciudad donde aun
quedan restos del ayer. Por una ciudad donde el cielo es pesado y cenizo. Y esa
mirada clara se pierde en los restos de un parque, un parque de su juventud, de
su infancia. Solo su mirada percibiendo la muerte lenta de las arboledas, todo
es ruina, todo es un canto fenecido en la memoria y se da cuenta que habita en
el lamento de esta tierra. Esa mirada se viste ahora de estrella, allá en la cumbre,
allá donde se deposita la calma, donde los días se hacen lento . Y anuncio un atisbo de felicidad. Porqué no,
estoy en mi derecho. A lo lejos se divisa una linterna que se balancea de su
movimiento. Una linterna que desprende un andar tranquilo hasta aquí, hasta
donde estoy. La vida es así, quién será. Aunque no me importa. Los
presentimientos se aposentan y se yerguen en la confianza.
viernes, abril 19, 2024
LA MEMORIA QUE HABITO(NARRATIVA) 1
1
Vuelves,
como se puede volver lo interminable. Una espesa capa de fresco acoge mis ojos
y habito donde las estrellas placen en el caos y el equilibrio de este mundo. La
noche se hace cristalina y yo de mi casa cueva me asomo a la puerta. El fresco
de un otoño derrotado acaricia mi cara y me siento renovada visión de lo que
habita más allá de esta esfera. El tiempo , inestable, se contiene y puedo
respirar por unos momentos ese regalo del cosmos. Sola, con mi perro Arturo,
guía de mis pasos perdidos me mezclo con el follaje de este apartado lugar. Voy
al lugar de mi encuentro, donde tengo todos esos aparatajes para observar
detenidamente, insistentemente esa zona visible del universo. El tiempo es grato,
mi madre me viene a la memoria. Ella me crío como hija de los astros, como hija
de esta cueva acogedora donde ahora me quedo, como hija de noches que terminan
cuando el crepúsculo besa mis párpados. Me siento donde una roca en la
intemperie de mis sensaciones y una brisa pertinaz pero sutil se cruza en mi espíritu.
Me siento elevar en los pensamientos, en una memoria perdida donde que escala
en la armonía. No espero visita. Yo he designado mi modo de vivir, ajeno a la
polución. Quiero disfrutar por los pocos años de existencia que me queda de mí,
de mis ojos perdidos este cielo oscuro con sus gotitas brillantes de
maravillas. Y es que es algo maravilloso. Yo, aquí, sentada, observando el
nacimiento repetitivo de las noches. Y es que es agradable, sensato el estar
aquí, en medio de la nada humana, donde aun sus quebrantos dolientes no han
podido hacer cenizas, hundir este apartado canto de la naturaleza. La madre
tierra me saluda. Mi madre me saluda e inspira cierta tristeza confortable que
me aleja de todo, del todo. Aunque la noche sea clara, el mar de nubes asciende
hasta ser parte de ellas, la humedad me rinde y disfruto mientras la celeridad
de esta se disipa a medida que las horas se van. Mi madre está conmigo, esta
madre que es madre de todos. Y confío, confío en las horas, confío en este
destino que describe cada uno de los puntitos luminosos de este firmamento
bello, increíble. Ramalazos de la vía láctea se perciben y que más decir de
esta belleza. Una belleza donde la paz es sonora es invita especial en este
mundo convulso, desquiciado. En estos momentos anoto cada observación de manera
sosegada, ya llegaran otras noches. Inspiro y espiro, mi vientre se insufla de
recuerdos, de una cotidiana calma infinita, de un querer, de una dejadez como
máscara inquebrantable de mi esencia. Y ella vuelve, vuelve como las flores del
amanecer cuando la primavera se expande ante nuestros sentidos. Miro por uno de
los telescopios, mi ojo se retracta a un satélite de los innumerables que
forman esta respiración del cosmos. Su danza es la similitud incorpórea de
retazos de la lentitud. Su danza es detenida, casi estática y yo me dirijo a el
como fuente de una oportunidad, de una ilusión que produce esa necesidad de
saber por quien son succionado nuestros muertos cuando su energía abandona este
planeta llamado tierra. Si , estoy en la tierra, corre el año 2050 y una grave violencia
tanto del reino natural como antropogénica azota a este planeta. El agua es
escasa, estamos en abril. Un abril cualquiera . Pero aquí, donde habito, este
abanico de desesperación aun no hay hace escala para el sufrimiento, la ansiedad,
la pena del humano. Y me gusta conversar
a solas, conmigo, con esta pizca de maravilla que me envulve. No sé, dreno como
una felicidad en mis entrañas que desfila en el asombro de mis ojos. El asombro
de contemplar este más allá de este globo.
miércoles, abril 17, 2024
AL AMOR...
Un apego…
Al amor.
Resistiremos
A los vientos violentados
Por la nostalgia.
Un deseo…
Al amor.
Esperaremos
A las flores bellas
Del amanecer.
Una dichosa gana
De verte,
De que me veas
De hablarte
De que me hables.
De besarte
De que me beses
Tic-tac
Tic-tac
El tiempo se agranda
Y la intemperie es sutil abrazo
De nuestras espaldas.
Una danza
A la caricia
Aquí estamos
Aquí estaremos
Donde las imperfectas pisadas
Se vuelve amor.
domingo, abril 14, 2024
DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE ABRIL.
El crepúsculo. Rosas se abren a
las calladas pisadas de los cetáceos. El oleaje se consume en un adiós donde los
tangibles ojos miran su desvanecimiento. Mis espaldas pesan. Un desprendimiento
me lleva a la dejadez de mis emociones y soy ave en el aire que en remolinos se
vuelca en la tranquilidad. Hace tiempo que no espero. El agotamiento son hogueras
donde mis piernas corretean en la nada. Y continuó con este crepúsculo como
maravilla de la vida. Escucho al sol. Escucho ese universo que susurran el
canto del silencio. Y me siento donde las cumbres son mar de nubes de un
pensamiento. El crepúsculo. Soy poema que tiembla en la reanimación de sus ojos,
desterrados, aislados. Y sin embargo , amo.
Pieza que se pierde en las vertientes de la reconditez cerrada.
miércoles, abril 10, 2024
LA DANZA
Un piano
La danza
Los soles de lo cotidiano
El sosiego del cosmos
Una visión rota
El aleteo de las olas
Lo eviterno de los sentidos
Las manos ojos de lo venidero
Y el piano
Y la danza
Y este instante
en la isla.
lunes, abril 08, 2024
Y EL AHORA ES AHORA...
Siempre retirada de la intemperie
de los sentidos. Andamos, amamos y caemos en el silencio donde las manos se vuelven
llanuras de un follaje espeso. Así, en la soledad, en compañía de nuestros ojos
conversando con las estrellas más allá de lo eterno. La calma retira los
escombros de la juventud y el almanaque marca el nacimiento de un viento norte
donde nuestro ritmo crece en las tonadas de un piano, solo. Y el ahora es
ahora. Y el aquí es aquí para después pasar al mañana. Y siempre retirada de los
acantilados donde los vientres rozan la inquietud, la ceguera. Arrimándome a la
mudez de una danza. Arrimándome en esas esquinas donde las gotas de una tenue
lluvia me llevan al abrazo, el abrazo de mis pechos bailando con el silencio. Trepo
donde las rosas no son visibles solo , el eco de su perfume. Trepo donde las
aguas cristalinas me dejan beber siendo el rumor de su camino donde me dirijo. Y
el ahora es ahora. Y el aquí es aquí para después pasar al mañana.
miércoles, abril 03, 2024
LAS OLAS DUERMEN
¿Sabes de mí?
No sé, las olas duermen
Las flores de abril me llaman
Y la luna esboza calma
Pienso en ti
No se de que manera
Luzco esa bahía
Donde las ballenas cantan.
¿Estás ahí?
No te siento,
Una gélida raja sacude mis hombros
Y me alargo en un llanto sentado en una pequeña plaza
Me visto de un deseo
Me visto de un sueño
Me visto de un duelo
Me visto de pájaros apiñados en su rumor
Con las calladas calles de esta ciudad
Y me confundo
Y me atraganto
Y me pierdo
La voz rota del mañana no se cansa
Emerge donde los cuerpos se lían
Como amantes de los soles.
martes, abril 02, 2024
FLABES
Estamos aquí, en la tierra. Un
lugar donde la vida es posible o imposible. El agua escasea, el agua crea
guerras infinitas en las corrientes de los harapos de nuestras ideas. Miramos
el cielo, un azul añil baña nuestro escudo y es tan perfecto y es tan bello…que
nos hacemos perezosos para contemplar la realidad. No hay agua, los campos en
su soledad se queman de sed, las gargantas son oprimidas por el desgarro de la
falta de agua. El mar está contaminado y los cetáceos no cantan. Estamos aquí,
en la tierra. La estación está preparada , unos pocos seremos exploradores de
es cosmos salvaje donde la existencia corre peligro. Nos embarcamos, en
nuestras naves, corre el siglo 25 y aun así seguimos mirando el cielo, con su
azul añil. El eje de la tierra se ha desviado posiblemente provocando en mezcla
con el efecto invernadero y nuestra dejadez incontables avalanchas de
inclemencias terroríficas a nuestro planeta. Estamos esperando, un viaje donde
vagaremos más allá de este cielo de azul añil que nos protege. Expectativos
vemos como nuestros navegantes del universo despegan. Convencidos de que
llegarán al planeta Flabes donde se espera que se un bálsamo de tranquilidad
para nuestro mañana ¡Uhm¡ Qué será…qué será de nuestro mañana, de unos pocos! En flabes se supone que hay agua, agua pura. Y
ahora , en este instante que han partido me pregunto del futuro de nuestras
generaciones venideras. Flabes se encuentra en el cinturón de Kuiper. Los peligros
abundan debido a la basura estelar. Pero confío en que llegarán y traerán
buenas noticias. Flabes. Muchos años luz y llegarán y traerán gratas noticias. Solo
hay un inconveniente, que este poblado. No sabemos nada de él. Llegan ondas de radio,
pero es difícil descifrar la realidad. Nosotros que estamos aquí, en la tierra.
Que no más somos una partícula dentro de una galaxia, en los brazos de una
espiral que se vuelve imponente , gigantesca y casi inasimilable a nosotros. Y
llegaremos a Flabes. La tierra está en la desesperación. Y después qué. El
cielo, con su azul añil nos muestra que esta es nuestra casa y teníamos que
cuidarla. Solo, unos pocos podrán viajar allí. Aquí seguirán las guerras, las
batallas con un velo de metrallas, gases virulentos asesinando la vida, la atmósfera.
Es un viaje peligroso. Es un viaje donde los pensamientos recalcan nuestro
error. Es un viaje donde la pena te hace cerrar los ojos y caer en el sentido
de este mundo. Miramos al cielo, un azul añil nos presente que aun hay esperanza.
Estamos aquí, en la tierra. Y otros pensamos como descontaminar esta agua, como
hacerla derecho universal para todos los habitantes de este lugar. El dióxido de
titanio a lo mejor es nuestra salvación. Pero nos empecinamos, nos empecinamos
en irnos y ello solo para unos pocos. Vivimos aquí, en el planeta tierra, un
cielo de azul añil nos mira, nos aconseja que la amemos como raíces de nuestras
singladuras. Y pienso que todo es posible, que todo puede cambiar y que todo
cambia. Se ha perdido la señal con los exploradores a Flabes y nos sentimos
decaer. Las jornadas pasaran y volveremos a tener noticias de ellos. De ellos,
en ese espacio misterioso de la vía láctea. Salvar nuestra madre, que de sus
fuentes aflore un agua limpia, pura, cristalina. Y porqué no. Aquí la tierra,
con un cielo de azul añil proclamando los deseos , los sueños.
sábado, marzo 30, 2024
DISTANTE...
Distante, materia oscura que se expande y contrae en curso
de las lunas. Nos unimos a las montañas donde los arroyos abundantes son
maravilla de los sentidos. La existencia se vuelve extraña, una condición
olisqueada por el encogimiento de nuestros estómagos ante tanto desgarro, ante
tanta ruptura de lo sensible, de lo frágil. Distante, en donde las mareas
hipnotizan los cetáceos, las aves nocturnas. Sin embargo, me aproximo, aquí
estoy, aquí estamos divagando nuestra condición de amar y ser amadas. Un
suspiro. Un agujero que sustrae cada tic-tac de la respiración para ser muelle
donde escalan los ojos de la penumbra. Y no es tristeza asumida, es un girar y
girar entorno a tu mirada ausente, desvaída, pálida. Distante…
martes, marzo 26, 2024
TRAGALUNAS
Y Tragalunas miraba
la luna, la blanca luna, en una noche de marzo cuando la primavera era obertura
de la sinfonía de las flores. Y Tragalunas en la orilla miraba su barca. Y
Tragalunas se embarcaba en el infinito de las estrellas, miraba el océano como
padre de su condición y admiraba las ballenas como canto a su razón. Y
Tragalunas no tenia ganas de trabajar, de pescar para su vida diaria.
Tragalunas observaba fijamente el cosmos, esa vía láctea enredada en sus ojos
claros. Su frente era seña de la sal y
algas. Su canto se condicionaba al canto apenado de los cetáceos. Si,
Tragalunas estaba triste aunque la mar lo amaba, lo quería como parte de
ella. Su vieja barca danzaba al son de la
marea, esa marea respetada en un mutuo acuerdo en el ayer. Y Tragalunas por
momentos se sentía feliz. Una felicidad ausente en otros. Su contemplación, su
amor por el océano lo conquistaba. Pero la desdicha también se arrinconaba en
él. Estaba solo en una sociedad donde el refugio de la tecnología y las prisas
lo dejaban invisible. No, su labor no era valorada. No más que un simple
pescador. Un simple marinero de madrugadas gélidas. Había entregado su entereza
al mar y por ella suspiraba. Y hoy mitigando su profundo firmamento complacido
se mostraba dichoso pero a la vez un llanto reventaba su estómago, estaba solo.
Tragalunas en las corrientes del aislamiento es voz del silencio de sus manos,
gruesas, trabajadoras, deformadas en el paso de las estaciones. Y Tragalunas
saludó a una pardela que se poso en su barca, ya conocida durante en el
transcurso de la oscuridad, de las noches donde Tragalunas salía con su barca a
pescar. Se miraron fijamente. Una comunicación se enervo en el sentido del callar
cuyo significado implicaba la calma de estos dos seres. Supo de la cura de esta
sociedad. Supo que el amor nunca le llegaría. Supo que su vida era prodigiosa.
Supo de su pasión por ese destierro donde las ballenas cantan. Supo del
sufrimiento que cruzan ese mar al encuentro de la esperanza, de la paz. Supo
que el era parte de él y no le importaba. Un hombre donde la profundidad de su
voz resonaban las caracolas.
domingo, marzo 24, 2024
jueves, marzo 21, 2024
DICEN...
Dicen que llega la primavera.
Dicen que los cuerpos despiertan de un dormitar en los sueños. Dicen que el
querer conversa con las estrellas. Dicen que las cumbres son arroyuelos de
alegría. Dicen que nuestras manos , al unísono, desean la paz. Y la tregua
viene. Viene con sus ojos azules, con sus ojos verdes, con sus ojos negros a
vestir la gelidez de un hechizo que nos hacía herméticas masas corpóreas en el
vacío. Y tenemos ganas de soñar despiertos. Y tenemos ganas de brincar donde la
hierba danza con la brisa. Y tenemos ganas de abrazar los rostros cargados de
sombras. Y tenemos la esperanza hilando manantiales de quietud. Y bebo de ti. Y
bebes de mí. Y aquí estás cuando el día se turbia y los labios besan otros
labios incondicionalmente. Dicen que llega la primavera….Y nos esforzamos por
ser habito de pisadas que concluyan en una cima donde alas libres acarician
nuestros párpados. Y , aquí despiertos, con el tiempo olisqueando nuestras cosquillas,
nuestro ánimo. Y tenemos que caminar en el fuego de pañuelos blancos.
jueves, marzo 14, 2024
domingo, marzo 10, 2024
TODAVÍA
Racimos de astros
Noche templada
La sibilina pieza de las miradas
El auge de los cabellos al viento…al viento
Tu beso
Mi dejadez
Tu despedida
Todavía, las batallas de la tierra
Todavía, el sudor de nuestros hombros
Todavía, el silencio de nuestras manos
Todavía, el llanto de las pardelas.
Rasgueo de una luna
La huida
Los sentidos de las raíces en el temblor
El encuentro de playas vacías
Tu beso
Mi dejadez
La despedida
Todavía, la sed de los vientres
Todavía, el agotamiento de nuestras espaldas
Todavía, la memoria utópica
Todavía, el llanto de las pardelas.
Tu beso
Mi dejadez
La despedida.
sábado, marzo 09, 2024
ECOS
Ecos. El derrumbe de una tarde de
invierno. Cansancio. El nutrir de un nocturno que con la sutileza de una balada
lejana se asienta en los sentidos. El instante. Lo efímero. El resurgir de
palabras que son refugio del deseo. Palabras silenciosas, frágiles, presentes
en el circular por las vías del cosmos, de las enamoradas , de los enamorados
del amor imperfecto. Una plaza vacía, las hojas invisibles, el chasquido de un
viento gélido y la presencia de su sombra, de unos ojos inclusivos en mis
ojos. No callamos, conversamos en un
lenguaje ajeno al entendimiento de otros. Ecos. El derrumbe de una tarde de invierno.
La nota musicada de un pedazo de mi , de ti. Es el tiempo. Es la hora. El dormitar
de la herencia de los sueños. Aquí. Ahora. Tu y yo…yo y tú en el auge de las
emociones. Nueve de marzo del dos mil veinticuatro, retornamos a la casa, una
lluvia fina nos alumbra. Cruzamos la frontera y el beso se hace presente en este
instante, en un efímero deseo sumergido en lo hondo del placer. Llega la noche,
una noche fría. Paseamos donde las miradas se despiden, donde los cetáceos
cantan.
miércoles, marzo 06, 2024
LA MUJER DE OJOS VERDES...
Buenos días, dijo la mujer de
ojos verdes al invierno cuando en el alba una llovizna liviana empapaba su traje.
Buenos días, dijo el día a la mujer de ojos verdes cuando la débil lluvia se
difuminaba en la nada. Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes cuando calada
por el frío comenzaba una danza con el brío de un sol que venia…que venía a
secar las lágrimas de la tierra. Buenos días, dijo el sol a la mujer de ojos
verdes en sus pasos insonoros ante una urbe muerta por el agotamiento. Buenos
días, dijo el día con todo su temperamento a la mujer de ojos verdes, una mujer
de ojos verdes que no se detenía en su danza con los primeros rayos de ese
maestro de la calidez que en sus carnes ahora penetraba. Buenos días, dijo la
mujer de ojos verdes al oleaje apresurado por un mar de fondo donde las
caracolas cantaban a las ballenas apagadas de un mes de marzo. Buenos días, dijeron
las olas a la mujer de ojos verdes cuando se encontraron en la desnudez de sus
vientres. Buenos días y el oleaje expulso a la mujer de ojos verdes de la
derrota, de la pena, de la prisión de su vida. Buenos días, dijo la mujer de
ojos verdes en una nota cantarina mientras danzaba al son de los filigranas
solares en donde se observaba la belleza de cada uno de sus movimientos. Movimientos
repetitivos, en espiral como las gaviotas en su vuelo en el horizonte. Y la
mujer de ojos verdes regresó bajo su techo. Y la mujer de ojos verdes se sentó.
Y la mujer de ojos verdes se quitó la ropa. Y la mujer de ojos verdes se tomó
un café. Y la mujer de ojos verdes se adormeció en el tintineo de la jornada. Y
la mujer de ojos verdes soñó. Buenos días , le dijo el sueño a la mujer de ojos
verdes. Y la esperanza la sonrió, le dio un respiro por un día más.
viernes, marzo 01, 2024
YO SOY....
Yo soy criatura de las estrellas.
Lamo los vientos con el sueño eviterno.
Acaricio mis hombros cansados
Con el rumiar de las hojas de invierno.
Llueve.
Frío.
Yo soy criatura de las estrellas
Bahía donde las ballenas no cantan
Riscos donde los dragos se
retuercen
Alimentando a los dioses.
Yo soy criatura de las estrellas
En la lentitud de la danza en el
fuego.
sábado, febrero 24, 2024
CARTAS DE AMOR EN LO INSONORO
El infinito
querida…el infinito. En esta carta de las pisadas de invierno el cosmos nos lía
a ras del misterio. Te escribo porque siento la necesidad o no , de reflejar
cada aliento que se enhebra en la isla…en la isla. El tiempo pasa…tic-tac,
tic-tac y somos hijas de estos océanos que nos acordona, que nos anuda en un
largo adiós. Tan amplio que será sonoro en los años venideros. Ahora debemos
aprovechar estos instantes, estos momentos donde la verticalidad de nuestras
alas con la sombra del ayer ampara un deseo, un sueño, el anhelo de ser
vestidas por las olas, por los astros, por los años. El infinito…todo esto es
eterno. Sí, el universo, esa luna latiendo al son de los enamorados, de los
solitarios, de los locos y nosotras aquí con nuestros ojos inconclusos
admirándola. No sé cómo decirte de esta carta, esta carta de amor tal vez.
Según lo veas nos presenta en un imaginario hábitat donde los soles nos esperan
para el retorno de los campos húmedos. Las guerras no acaban, su fin no es
posible , querida. Somos colgajos de restos de nuestros antepasados, de
descifrar lo que nos viene en gana a favor de la miseria, del hambre, de la
sed. El odio , la venganza se enraíza en las venas como sangre de muerte. Ojos
blancos. Ojos tristes. Ojos desamparados. Ojos de harapos. Y el silencio. Y la
nada. Playas abandonadas donde las ballenas callan ¡Uhm , ese silencio¡
Tenebroso, arrebatado de los miserables que somos, de lo estropeado que esta
este mundo! Pero el infinito está ahí, querida. Mira el firmamento ¡OH esas
constelaciones¡ otros mundos donde se hace invisible al ojo humano. Y lo
cierto, que la felicidad está aquí, en este instante eviterno donde nuestras
miradas son espejos de una sonrisa ¡Uhm queridas¡ me enredo en el silbo de los
montes que pueblan la isla, me enredo en esa silla donde tomo el café, me
enredo en observarte y te digo, vale la pena, no me canso. El cansancio es
ajeno a mis sensaciones , a mis emociones, a cada suspiro que piensa en ti.
domingo, febrero 18, 2024
TAN INFINITO COMO EFÍMERO....
Tan infinito como efímero, las
constelaciones se revuelcan en las mareas, las ballenas no cantan y retorcidos
silencios es temblor de las espaldas cansadas. Tan eterno como fugaz, los
cuerpos se abrazan, se acarician en la plenitud de la luna las manos ojerosas
hablan del amor. Tan bello como perfecto, nuestras pisadas que al unísono juegan
donde la paz es vela de la esperanza, del reverder de esas almas obsesionadas
por gravitar en la oscuridad. Y todo queda aquí. Y todo es símbolo de nuestro
hoy, de nuestro ayer. Sostenidos en puentes colgantes cantamos , bailamos y
esperamos la sonrisa de los inocentes, de las voces de las tumbas anónimas.
martes, febrero 13, 2024
NUBES DE HOSPITAL 16
16
Asciendo
a las alturas de la desgana y me marcho y me despido. Ahora soy despedida de
toda esa memoria que quedará en una voz silenciosa de mi reconditez. Ya es hora
de partir, la conversación se hace pesada, aburrida, monótona. El vacío nos
ronda con sus garras tirando de cada de nosotras y mi yo se evade en un cavilar
intenso de que no estamos para perder el tiempo en lo obsoleto, en lo absurdo. Me
marcho, de camino mientras llamo un taxi ese jardín es toda belleza, una
llovizna frágil resbala por mi rostro y siento el habito de la sensatez. Me
despido de todo aquello que amarro mi pasado. De que sirve el pasado, no sé,
una experiencia en alas de mariposa del hoy , liviana, plena ¡uhm¡ Solo una
muerte, una pesadez que arrojo en los riscos donde los antiguos aborígenes gritaban
antes de arrojarse a la nada ¡Uhm , la tierra mojada¡ desprende una fragancia
escasa en el día a día y ello lo agradezco. Disfruto de esta despedida, es como
si destrozara hasta llegar a cenizas todo mal que me ronda. Y me despido,
disimulo y para qué. Mi postura es evidente, es evidente como este universo se
expande y contrae a medida de su caos. Es oscuro, me siento bien, el taxi
tarda. Todo es silencio y ese callar deje. Un silencio vestido de la nada. Y es
que precisamente que necesidad de aguantar la estupidez humana. No tengo
tiempo, estamos aquí en un ciclo corto donde nuestra energía se concentrará en
ese espacio habitado y la memoria será olvido. Te olvido querida y no es que no
te halla amado. En mi vida el recorrido ha sido un sinfín de ojos que miran mis
ojos, de ojos que tocan mi cuello, de ojos que besan mis labios y ahora no, no
tengo tiempo querida. Ay, amiga del alma mía, te has ido, yo me he ido. Los
años pasa y todo se remueve en el sentido de otras pasiones, de otros sueños.
Si, sigo siendo la misma, pero con unos retoques de desinterés por lo que es inconexo
a mis sensaciones. Ay, amiga del alma mía, creo que no nos hemos defraudado,
solo que ahora nuevos sentimientos, nuevos anhelos, nuevos sueños. Sigo en esta
barca solitaria con rumbo a un horizonte donde las estrellas gravitan en mi
dolor. Porqué todo tenemos un dolor, una gota quebrante a nuestras pisadas.
Pero seguimos , seguimos a través de este cosmos aportando un pedacito de
nuestro yo. Ay, amiga del alma mía, adiós. Un adiós condenado a perpetuo. Todo
se ha acabado. No me llames, no insistas. Soy otra o la misma. La misma u otra.
Qué más da. Sí, qué más da. Lo anterior no sirve para el ahora, para el todavía.
Pero todavía cantan los pájaros y ello quiere decir, amiga del alma mía, que
nuestras esperanzas también pueden cantar, volar en lo más alto de los crepúsculos
y atravesar cumbres pedregosas, con paciencia, con ganas. Escucha , escucha el
sonido de la brisa, la lluvia caer y los pájaros en su balada de alegría.
Escucha, escucha tu espíritu como hija de las ganas, las ganas de seguir en
este mundo maltratado, desquiciado. Ay, amiga del alma mía. El taxi llega y yo
mi temblor ante la humedad que ha penetrado en mis carnes. Me subo y le digo la
dirección a la que voy. Al principio son torpes mis palabras y después me
concentro. Ay, amiga del alma mía. No miro atrás. No hay que mirar, lo que no
puede ser , no puede ser. No he nacido para casarme con alguien y no lo haré.
Libre ¡libre¡ las campanas suenan de este lugar que me alejo. Suenan a campanas
a los muertos. Un amor muerto. Ay, amiga del alma mía ¡Uhm¡ es necesario esta
ausencia en nuestras vidas. La ausencia tuya.
La ausencia mía. Es difícil ver el brío del mañana en estos instantes, pero lo
veremos. Llego a la ciudad. Me bajo antes para ir caminando bajo mi techo. Aquí
no llueve, está todo remolinado por un viento expresivo con sus dentelladas. Un
desorden que marca un vuelco en la visión de este mundo Y esta ciudad, esta
isla me enamora. Un amor cerrado para mi razón. Su corpulencia está teñida de
una climatología especial. Y arribo a ese otro jardín, donde se encuentra el
edificio en que vivo. Las mujeres de negro me esperan, es noche cerrada y el enmudecer
de cuerpos tendidos en el dormitar es visible. Me acerco a ellas, quieren
comunicarme algo…un algo que ignoro. Despacito, con el aliento de este nocturno
donde la ramificación de mis sienes se extienden en el convencimientos de mis
pisadas verticales, exactas , me aproximo a ellas. Danzan en la sombra de un
ficus donde nadie las puede ver. Danzan en la creación de una atmósfera con
velas en sus manos ….velas que no se apagan en sus movimientos sensuales,
perfectos, en el baile de la libertad. Por
un instante fugaz , me quedo quieta y las observo. Veo en ella mi mañana, mi
hoy, mi ayer. Delatan cada pedazo de mi entregado a esta existencia. Me siento
cómoda y el pavor es desconocido, es de una atracción conmoviendo mi corazón,
mi soledad. Ando de nuevo y ya muy próximas a ellas me invitan a su danza imparable,
pausada y me siento yo. Si yo, Jam, mi nombre es Jam , nombre que se puede
decir con un suspiro, nombre que mueve todos mis sentidos cuando bailo con
estas mujeres de negros. Mujeres de negro, mujeres de lucha, agarradas a la
supervivencia de las rutinas, de esas jornadas marcadas por el gemido de algún
alma bajo la influencia del desatino de otros. Mujeres de negro, sacan sus
pañuelos blancos, apagan sus velas y se insuflan de una profunda y verdadera
libertad.
sábado, febrero 10, 2024
NUBES HOSPITAL 15
15
Cierro
la puerta. Cierro las ventanas. El móvil suena y esta vez lo cojo. Una voz
conocida llega a mí. Una voz que me pregunta como estoy y yo respondo. Un amor
viajero a tierras de lo imposible. Es impertinente y desea verme, intento
escaparme , huir donde los astros dicen que ese no es tu destino. Sin embargo,
quedamos. Sí, una cita a cierta hora en la cafetería de un hotel. Me miro al
espejo, aun soy joven, aun una chispa de realidad se almacena en mi mente y
puedo presentarme en la aventura del tal vez, que no es un tal vez, es una
dejadez. Y porqué un hotel, no quiero bajo mi techo algo que no fue y que
quizás no pueda ser. Este espacio eclipsado para cada aventura, para cada singladura
donde la palabra amor, sin ser amor, lo ponen delante. Y prefiero esperar. Y
elijo otro lugar, otro momento, otro tiempo donde me sienta libre de mis
miedos. Porque es cierto que siempre existe temor, más con los años que me ha
tocado girar y girar. Y porqué tan distante, un hotel, a las afuera de esta
ciudad. Mi soledad es mía, mi verticalidad también. No me queda mucho tiempo,
me ducho y salgo. Me quedo en la parada a esperas que pase un taxi y lo voy.
Voy a ese hotel. Un hotel donde la frondosidad de la naturaleza brinda por la
tierra, liado de flores, de arbustos, de árboles dándome la bienvenida en su
entrada. Mientras, pienso, no tuve que coger el teléfono. Pero basta ya, no soy
una niña y la pesadez constante de su llamada me atrae sin saberlo, qué
guardara. Entro, de espalda en un rincón de la cafetería visualizo una imagen,
no ha cambiado, me acerco por detrás y digo hola. Cuando nuestros ojos inciden
unos vastos recuerdos me anuncian el ayer. Cuando nuestros ojos coinciden un
estremecimiento balbucea que no. Que no, que esto es una pesadez, que ya no
puede ser. Todo cambia, todo fluye de manera eficaz hasta ser otra. Y ahora soy
otra, con los mismos ojos, con las mismas manos, con la misma voz . Somos
distantes, me siento, le doy un beso en la mejilla y por un largo minuto
silenciamos nuestros pensamientos. Somos corrientes de la distancia, eso razone.
Y no , no , todo no es igual. Quien hablará primero. Rompo este casquete de
hielo entre nosotros y comento algo. Un algo totalmente absurdo, normal en las
conversaciones vacías de amor, de cariño fugado en el alejamiento. Y todo
cambia, como cambia el clima, como cambia el plumaje las aves, como cambia las
mareas, como cambia lo que vemos ante nosotros. Circulamos sin precipitarnos,
sin ser ese acantilado donde todo cae y nada vuelve. Todo cambia, nuestras
sensaciones y es que han pasado muchos años, estaciones donde cada una a sembrado
lo suyo y las vivencias remotas a la sabiduría de cada una. La conversación
llega un momento en que un halito de esperanza vuelve y yo con mi independencia
y su existencia con su experiencia nos hace respirar , nos hace caer en campos
donde la nada habita en lo intimo de nosotras. No, despliego mis alas y surco
cada instante del pasado, cada error, cada secuencia y esos momentos me
reprime, me dice vete. Almorzamos, calladas. Todo cambia, todo se clarifica y
el aprecio es no más que un guiño explosionando en este sitio, donde la naturaleza
prende lo que es suyo. Me levanto, voy al baño. Allí me miro en otro espejo, me
siento y aflora en mi la dejadez, la desgana, lo invalido que es este instante.
Nada es similar al ayer, envuelto neblinas que me hace difusa mi despertar del
hoy. Miro por la ventana del servicio, unos pajarillos cantan, los observo, la
paz de este territorio donde estoy presa es indiscutible, es magnífica.
Retorno, me siento y de nuevo nos miramos como si un puñal hubiese atravesado
nuestro pecho. Todo un adiós.
jueves, febrero 08, 2024
NUBES DE HOSPITAL 14
14
Tengo
que ir a trabajar, como todas las gentes de clase obrera, dejar el sudor en
unas pisadas que se pierde entre la estructura de un hospital. Yo soy hija de
esa conciencia lucida donde solo el trabajo y la casa es el lugar donde te lías
y lías hasta el dormir sobre sueños de esplendor donde el descanso tiene
cabida. No hay tiempo para más, solo alargar el agotamiento hasta un precipicio
donde la almohada te llama. Y no quiero descansar, tengo ganas de sacar algo de
mí, teñirme de viveza para ser rumor de la brisa, de las nubes, de un cielo
donde los pájaros cantan. Uhm…urgencias está rebosada, no deja de llegar
ambulancias, personas cada uno con sus dolencias. Me impresiona los distintos
sucesos que puede atravesar una noche. Algunos, muy desagradables. Llevándome
lejos…muy lejos, donde la mujer es menospreciada, es presa de insensato
lapidación dejándola lisiada , dejándola mentir, dejándola marcada para toda su
existencia. La fatiga me anuda y las horas pasan rápidas, no se cuantas
personas he atendido, pero en cada uno de ellos hay un reflejo del mal…del mal
que les daña o el mal que los apuñala. Estoy , no estoy , emerjo donde las
estrellas dan un poco de tranquilidad, todo se detiene en la madrugada, algún caso
extraviado acude a urgencias, pero nada más. Mis ojos se prestan a la conversación
con mis pensamientos con la celeridad y el impulso de estar en alerta. Y
pienso, mascullo en mi mente que dispar de creencias, todas a mi entender falsas.
Todas hiladas en la unicidad y que interpretamos siempre o casi siempre para
menospreciar otras ideas, otros credos. Y porqué tantos dioses, somos polvo de
estrellas, somos eco de un cosmos que nos mantiene como una parte de él. Y el
ser humano necesita aferrarse a un Dios, qué Dios, ese que necesitamos en los
tiempos más duros, ese que necesitamos para dar escusa de nuestros actos más perversos,
crueles. El silencio en cada templo me sustrae, cuando entro, sensaciones de un
silencio recóndito hace sumergirte en lo profundo de las almas. Y no es que sea
creyente, pero en este mundo es un lugar que congrega cada individuo como una uno
solo. Sienten aferrarse a un dogma que los caracteriza en esos instantes como
cantata a la paz. Después, bajo sus mascara, algunos, se encuentra el
desbaratado en el que desvariando sus leyendas, sus mitologías, los escritos
los transforma en una aberración sanguinolenta de muerte y odio….de odio y
muerte. Son las siete, las siete de la mañana. Todo está calma, ya me queda
poco para ser vencida por el sueño, que no será sueño sino alargamiento de mis
ganas de continuar el curso de este día que ya se presenta. Me despido, el móvil
suena, me dejo ir por el progresivo ajetreo de los pensamientos. Me acerco
hasta la playa, con su amplia avenida, con su barra erosionada con el paso del
tiempo. El día se presenta con un jadeo de la calima y calor que nos desarme en este mes de febrero. Regreso donde
las olas intocables , sordas las sigo con el ritmo de mi verticalidad. Ellas se
irán. Ellas regresarán. Solo, el resonar de su susurro galopan por mis miembros,
son lo eterno. Y nosotros, también cuando el dormir perenne nos abrace en un nicho,
bajo tierra, en cenizas. Ellas, en rasgaran en lo imperecedero de este planeta
su balada de los ahogados, solo. Y esa eternidad será la nuestra, partículas insignificantes
en lo infinito del universo. Nuestras voces, serán un vagar y vagar como el
resonar del vacío, viajaremos más allá de este sistema referencias y no seremos
nada, no más que una voz del ayer en el espacio. Mientras, aquí, rogando a un Dios
inexistente , que nos de fuerza para continuar caminando sobre tumbas espejos
de nuestro yo. Las gaviotas danzan con sus movimientos en la arena, su mirada atenta
me persigue en cada desplazamiento de mis hombros cansados, marchitados al son
de andar en la orilla.
sábado, febrero 03, 2024
NUBES DE HOSPITAL 13
13
Descanso.
Con pies desnudos del sudor. Me aquieto en este jardín, donde las rosas parecen
no dormir, donde las lavandas son parte de mí, donde un romero me insufla de
recuerdos. Y retrocedo, un paso atrás, antes de acabar en este hospital. Me
vengo donde el invierno era invierno, ahora es solo un aliento de polvo
sahariano que vetan mis ojos, mi respiración. La noche es cómoda, un agradable
desdén a la gelidez de esta estación. Ahora se puede decir que la primavera
forma eviterna parte de la isla…si, una isla arrinconada en la lejanía de otras
tierras, de otros amores. Aquí, en el instante donde la ciudad es duermevela me
envuelvo en una atmósfera de nostalgias que perecerán cuando el crepúsculo del
día expulse esta luna…esta blanca luna. Los hielos se están rompiendo y me quedo
aquí. Esto implica un cambio en el ph del agua , esto implique miles de
especies muertas, esto implica aumento del nivel del mar, esto implica ciudades
hundidas como la Atlántida. Siglos después , miraremos atrás y veremos este
mundo como con un cambio drástico lo que ahora nos encontramos, bucearemos en
lo que fue inevitable y seremos hallazgo de ciudades sumergidas en las
profundidades. Pero basta, el daño del agua. Sí, su daño. Ya sea agua dulce,
salada. Estamos ante el mal de este siglo, el agua. Un agua que se atraganta
cuando en su orilla ve un niño hambriento, sediento y no puede dar de beber. Un
agua envenenada de los avances de este mundo, por esas guerras sin fin. Me
acerco a un rosal, el ambiente trasquila una a una mis pieles fabricadas de
vivencias. Yo mujer solitaria cuando la madurez se refleja en mis ojeras, en
mis arrugas. Yo mujer , he llegado hasta aquí, arrastrando un carro de zarzas que
indujeron a este solido aislamiento. Dicen de que errores vivimos. Dicen que
los paso de ayer son espejo de nuestro espejo. Miro la luna. Huelo estas rosas
rodeado de un jardín en plena madrugada , mi vida hace un recorrido tiempo
atrás y me sostengo en el ya, en este tiempo que me hace levantar la cabeza y
el ánimo. Canto para mis adentros, como playa vacía, como loba corriendo en
yermas llanuras me expando y me edifico de cada pleito sufrido en lo hondo,
donde nadie puede llegar, donde nadie llegará. Me afirmo y desde este punto me ramifico
en lo maravillo, en saber decidir, en saber elegir. No, no hay prisas , el
tiempo contemplara los ojos que estáticos me haga temblar…Si , temblar cuando
los mire. Yo soy libre. Yo soy madre de mis actos. Yo soy estela que se atreve
a danzar sola…digan lo que digan. Y danzo. Y canto. Y es la madrugada, la luna
pálida me señala el andar de las horas. La luna pálida me avisa de mi grito en
la templanza de riscos donde todo lo mágico me absorbe. Mientras este planeta
parece estar enfermo, enfurecido, dolido. Mientras las muertes continúan en
suceso de la injusticia, en voces del callar que nunca sabremos de sus
torturas, de su parecer. Descanso. Mis pies desnudos. Nadie me ve. Aquí, en
este jardín bajo el edificio. Y tal vez encuentre el amor. Aunque consumida por
el hilar e hilar de mariposas que no vuelan pierda la esperanza. Pero que es la
esperanza, un pedazo extenso de ilusiones que nos hace continuar y continuamos
en lo frío del silencio. Un silencio que amo, un silencio que se empeña en ser
la plenitud de mis ojos. Las catástrofes se engullen este punto del universo,
pero sobrevivimos, como plaga beneficiaria o no de él. Y todo es cíclico, tendrá
que venir generaciones y generaciones para ver la claridad de los amaneceres, el
tiritar de las estrellas como muestra de que estamos vivos. Y tal vez encuentre el amor. Vientre con vientre.
Labios con labios en el curso de las horas.
miércoles, enero 31, 2024
NUBES DE HOSPITAL 12
12
Me
siento en mi silla blanca en el balcón. Se divisa una noche donde la luna clara
me seduce, tomo un café. Las sombras de una noche callada. Las sombras de la
música del cosmos convergen en mi corazón y mis sentidos se rinden a él. Zas,
mis ojos impactan en el jardín en esta noche de luna clara, en esta noche donde
el cansancio de mi trabajo prima en cada uno de mis movimientos, mis
articulaciones se paralizan y me cuesta , me cuesta levantarme de esta silla
blanca en el balcón. Veo que entre las arboledas imágenes de mujeres vestidas
de negro. Sí, son mujeres por la balada remota que impregna en mí. Se
aproximan, vienen con la carga de los años. No atino adivinar su triste canción,
pero algo me dice que es el horror de los años. La vejez de nuestros
sentimientos. Las palizas sobre sus rostros de niebla rozando lo insensato, la
incoherencia. Y no sé porqué escucho la misma balada en mi piano ¡Suena el piano¡
Ese es mi tremor, un anquilosamiento de mis presentimientos me dicen que nada
bueno traen! Y vienen y yo en mi silla blanca en el balcón. Mujeres de negros en
el rumiar de una canción de heridas, de cicatrices, tatuadas en lo anónimo. No
se cuantas son, me es igual. Solo escucho su quejido. Una queja que me hace
temblar en esta noche de luna clara. Intento levantarme de mi silla blanca y me
levanto. Desde este balcón de un nocturno de luna clara veo las cristalinas
lágrimas de sangre y dolor de cada una de ellas. El tono se hace grave y me
entrego al daño. Ese daño que en los años ha sido forzado a estas mujeres de
negro. Su caminar lento. Sus miradas miran al frente, la sequedad de sus labios
, maltratados, muestran el desdén de su balada de duelo, un himno a todas las
que se han ido en el crepitar de los siglos. Ya cerca, ojos con ojos, manos con
manos , me saludan y hacen un coro donde su balada es quejido que estremece mis
huesos. Y me siento. Me siento en mi silla blanca en esta noche de luna clara. Mi
memoria mira el pasado, que no más que es una milésima de segundo del ahora. El
piano no deja de sonar. Ellas, no dejan de cantar. Yo , cierro los ojos transportándome
en ese preciso instante donde una caída cruel, maldita, sombría me enraízo en
el presente, que no es presente que es pasado. Y me agarro al futuro, a ese futuro
que será mañana con el brío de un jardín donde las mujeres de negro se hallan
ido. Y se van, dos cuervos se posan en mis muslos , los miro y una cierta
debilidad me acaricia hasta no más que ser un pájaro sin alas. El móvil suena,
el piano no deja sonar, las mujeres de negros se han ido y yo en mi silla
blanca en una noche de luna clara que me dice , descansa.
jueves, enero 25, 2024
NUBES DE HOSPITAL 11
11
Día
laboral. Día donde mi entrega se hace lo mejor que puedo en este oficio. Esta
labor denigrada por muchos. Nos miran como objetos, una pieza invisible en el sector
sanitario y no me quejo, para que más responsabilidades. Pero, aun así, somos
humanos. Humanos entregados a la vida, a la celeridad de cada urgencia, de cada
caída de la existencia. Aquí, en la puerta de urgencias. Llega una mujer,
albina ella. Dice ser de un país donde los negros blancos son cosas del diable.
Viene marchita, herida, dolorida en la razón desenfrenada de esas creencias que
desvirtúan a la persona. Ella, en su tierra, es una apartada, una marginada.
Entre barrotes hiel abandonada lega su pena, su sufrimiento. Y ha llegado aquí,
a este hospital donde todo el mundo es acogido. Me sorprende, me da lastima
aunque ella no quiera que lo sienta y disimulo. Viene de un país , de una etnia
donde el blanco es tirar la fortuna, la suerte en agujeros negros donde lo
negativo vendrá. Y ella es una persona, un individuo más en este mundo de
creencias absurdas, de rituales delirantes. Le doy mi mano, ella la agarra con
la fuerza portentosa de una nueva vida, de nueva oportunidad. Esta demacrada,
la muerte se aloja en su frente, no puede más y me dice quiero vivir. Sí, vivir
para la lucha incesante de los derechos de cada persona. Si globalizamos, el
ser humano es social, culturalmente inmerso en la costumbre. Y dice que aquí
está bien. Sí, bien…en ese apilar de gentes que llegan en barcas a la deriva. Y
dice que aquí está bien. Si, bien …en ese deposito donde largamos a los que
vienen sin papeles. Un aglutinamiento, un cumulo de personas estriadas por cada
circunstancia. Todos tienen sus historias, sus creencias. Y esas historias y
creencias toman la forma de un nuevo mundo, de nuevas tierras donde el
ejercicio de cada ideología sea digna y respetada sin cauce del mal, de lo perverso.
Le doy mi mano y ella con sus ojos torturados exprime su respiración, calma, resignada,
aferrada a la vida. ¡A la vida ¡rápidos momentos que escrudiñan nuestro
aliento, esa acoger de lo más bueno de ella. Murmura algo, no sé el que.
Aproximo mi oído y una sonrisa de triunfo impera en su aridez. Y ella coge mi
mano. Agárrate fuertemente que se guerreará por salvarte. Y ella sonríe en el
adiós, en estas malditas creencias que nos hace inválidos en su batalla por
sobrevivir. Avisto un jardín de flores podridas. Avisto pájaros que no cantan. La
dejo en críticos y me voy, continuo con lo amargo de estos encuentros en parajes
donde perdura la desgracia, los malos pensamientos, lo simple que somos cuando nos
encontramos cara a cara con el ocaso del vivir. Vivir…vivir, con la danza de
las constelaciones, con las figuras de las nubes, con la siembra de las lluvias
que nos traerán la razón , la razón de ser en un rango posible de actuar con el
bien. Vivir…vivir , con el bella balada de las llanuras, de las montañas, de
una ciudad obrando en lo mejor de su todo. Un todo que abarca la conciencia
equilibrada y constante en los sentidos. Hay que abrirse , así, como las flores
al amanecer y dejar fluir cada creencia en gobernada por la sensatez y acorde con
lo justo. Derecho de ser ciudadano de un mundo enhebrado por la armonía , por
la concordia de sus pueblos.
lunes, enero 22, 2024
NUBES DE HOSPITAL 10
10
Sola.
Mi nombre es Jam, no lo había dicho. Las calles se vuelven mirlos en su pleno
auge. Un silencio demoledor se enraíza en mis arterias y caigo neutral en una
respiración lenta y pausada. El sol dice adiós. La noche saluda y mis huellas
se vuelven trozos de cristal salado. La gordura de mis pensamientos habilita a
la huida, a no pasar por alto cada pizco de mi existencia. Sola y culpable de
esta soledad. Una soledad amada donde tapias interviene en el eje concéntrico
de mi columna. De ella un dispar de ideas andan lucidas al encuentro de lo
bello, de lo maravilloso. Sola. El trabajo me ha hecho así, arrinconarme cuando
las expectativas son decadencia y malestar. Todo en esta vida es fugaz y
nosotros somos eco indómito de un universo que se expande, que se contrae al
ritmo del espacio y el tiempo. Las cinco fuerzas que lo componen nos dan una dimensión
abstracta cuando en el nocturno lo alcanzamos con nuestros ojos y nos
percatamos de su dimensión. Y me digo, Jam, no estamos solos. Es tan enorme,
tan gigantesco que se escapa de nuestros sentidos y nos arropamos en el yo. Un
yo que a muchos le dice que somos únicos. Es imposible cuando una mirada a las mega
estructuras del ayer gozan aun de verticalidad. Todos los imperios se ataron a
las mismas condiciones. Pirámides de un lado u otro al encuentro de aquello que
no se sabe. Sola, un mundo a la par de fuerzas que nos empequeñece. Rozamos el
entusiasmo y nos engrosamos de ideas que tal vez…que puede ser, todo es
posible. Sola, llego a casa después de este viaje a Moan, me quedo con su
esplendor, con lo más alto de sus hermosas callejuelas. La humedad cala mis miembros,
se duermen y de una sacudida los despierto. Necesito calor, un calor que nunca
llegaré alcanzar. Me pongo mis zapatillas, la noche, correr y mi corazón desbocado,
pero cauce del ritmo exacto se precipita por las luces de esta urbe. Sola, sin
miedo, segura. Somos una historia de este cosmos…una historia más de las que
los conforma, como una unicidad que se va dispersando a medida que llega al
borde de un precipicio. Somos un fragmento de esta galaxia. Intentamos rescatar
nuestro ayer y quien sabe si algo lo sabe. Eso es nuestro impulso. Aun así esta
es nuestra casa y hemos de cuidarla, de mimarla, tratarla cariñosamente con el
afecto suficiente para que sobreviva. Sola, el cuerpo me pesa. Soy peso, la
gravedad me succiona y soy cansancio. Retorno, sola. Y vuelvo a ese café, a ese cigarro, a mis
largos ratos pensativos invadiendo la serenidad. Y Canto, canto a la paz, que
venga en su lecho de sueños, que venga en su corriente de palomas, que venga en
su masa disecada de esperanza, eviterna, continua, embelesada en el himno
sostenido del silencio de los llantos, del dolor, del pánico, del pavor. Sola,
el instante de mi vida se hace reencuentros del pasado, suena el móvil .
viernes, enero 19, 2024
NUBES DE HOSPITAL 9
9
Puedo
decir que todo va bien. Puedo mirar el horizonte y con mis pies cimbrando donde
el arco iris nace me involucro el paraje de Doramas. De la nada brota la
laurisilva, un pinzón descubre mi embelesamiento, esa admiración por los restos
de boscajes que anudan las islas. Me adentro. Estoy aquí, ahora, en un efímero
encuentro con la historia. Doramas, el último Mencey como muralla a la
profanación de esta tierra. Un pinzón me ojea cómplice de mi llegada al pasado.
Ese pasado envuelto en las brumas de la conquista del archipiélago, aquí donde
los atlantes tomaban manzanas de oro para la eternidad. Una masa forestal como
maestra de que aún la historia se persevera. Imagino este lugar y sus
habitantes cuyo misterio es presa hoy en día en el ocaso de sus días. Seres
impolutos, solemnes, guerreros del día a día, convencidos en que las lluvias traerán
la buena cosecha. El frío y la neblina me acogen. Y las dejo. No pongo
obstáculo donde la laurisilva canta al ayer. Un paisaje breve pero inmenso a la
vez. Abrazo un tilo. Porque me da la gana. Abrazar ese ayer donde los
aborígenes eran cause de cada arroyuelo que impregna este sitio. Y me siento
enamorada ¡Uhm? Que paraje tan intenso. Aquí, donde los poetas se encontraban
en el curso de los años. Aquí, donde la flor de mundo dice del hechizo
ambientado en su olor, en sus calles adoquinadas con la templanza de siglos
atrás. Oh , Doramas, rendido caíste y ahora todo ha cambiado. Porque todo
cambia. Tenemos que ser admisibles al desvío de las rutas y sentarnos en esa
grandiosa y maravillosa llovizna de nuestro hoy. Y nuestro hoy es parte de
nuestro ayer. Paseo por estas antiguas calles y la lucidez de una ventana me
señala una anciana, con su rosario que cuenta gotas y el arañar del silencio se
le escucha su murmullo. Un mestizaje. Porque somos mezcla, todos, encadenados
de las raíces de esta tierra. Me adentro. Aquí. Ahora. Un pinzón me observa y
continuo en la belleza engendrada en sus alas, en esas nubes chispeantes que sonríen
a la quietud de este pueblo afincado en un remoto lugar del mundo. Y puedo
decir que todo va bien. Mientras somos barricadas a cada grito de la oscuridad.
Mientras esta esfera se mueve en una fragancia enrarecida y engorrosa. Mientras
yo paseo, aquí, ahora en donde la estructura de sus casas me aloja en el
pasado. Mientras me detengo ante una rosa, la huelo, cojo un pétalo y lo guardo
en mi bloc de notas. Y puedo decir que todo va bien.
jueves, enero 18, 2024
NUBES DE HOSPITAL(8)
8
Mis hombros se
hacen pesados. Estoy extasiada en la firme pisada del vacío. Me anquiloso en
los sueños, esos deseos vanos pincelando mis sienes y caigo, abatida, a ras de
estridentes ortigas dando un vuelco a mi corazón…a mi corazón. Dejo que la
música se case conmigo, atrapada en la amplitud de su esencia hasta llegar al
adormilamiento de mis ojos. Mis sentidos, atentos, me observan, me examinan,
calan hasta mi estomago donde mariposas sin alas se mueve en acecho de una
hoguera que me consuma en las ganas. Sí, en las ganas de seguir empujando, de
seguir cargando todo este angosto sendero hasta el brío de mis ojos. Cierta
distancia, cierto acongojar, cierta frialdad me muele, pero el ánimo me levanta
y soy viento con aliento a esperanzas. Hoy cuando paseaba con kena e visto
gallinas muertas en el jardín, este jardín callado y a la vez bullicioso donde
los pájaros cantan. Su fetidez era repugnante y mi razón desvaría en este culto
a los espíritus donde hay que sacrificar a los vivos. No este el jardín perdido
de las manzanas de oro. De esos atlantes que cantaban con los cetáceos al ritmo
de la paz, de la grandeza. Y no me quejo, es desagradable estos ritos cada día
más presentes en este archipiélago, en estas islas abandonadas por gentes mediocres.
Gentes cuyo sino es la maldad, las creencias falsas. Y me asombra y dejo que mi
memoria del ahora borre estos acontecimientos crueles, de falsos pensamientos de
estos analfabetos. Temblor. Tiemblo no más que pensar que vamos a la deriva aun
en este siglo. Me retiro de estos credos, de estos sacrificios y miro las
religiones como una búsqueda del porqué, como un auxilio para aquellos que no
encuentran su lugar en a la vida, como un perdón a todo lo nefasto, atentado y
terror que podemos sembrar. Mis hombros se hacen pesados, avisto esta jornada
en la plenitud de unas islas adoradas por un invierno cálido. Me extraña. Me
deleita y a la vez me preocupa. El rugir de tanta tranquilidad mientras en
otros lares se matan entre sí, corretea los verdugos de este mundo en tierras inhóspitas
de la armonía de las culturas. Mis hombros se hacen pesados, aglutino cada pose
de mis cavilaciones a manera global y el desencanto y la debilidad cuecen mis
espaldas, mi vientre. Somos hijos de las mareas. Somos hijos del viento. Somos hijos
de la lluvia. Somos hijos de esta tierra que nos vio nacer, que nos dio de su
pecho y ahora caemos en decadencia. Sí, la decadencia humana. Mis hombros se
hacen pesados, me siento. Mi derredor está compuesto por un jardín perdido en las
inmediaciones de lo sobrenatural. Nuestra naturaleza no sabemos de donde
procede, de que manifestación nos hemos creado. Sea lo que sea hemos inferido
en el mal, en una razón declinante, denigrante, devastadoras a todo lo que nos
rodea, nos ampara, nos acoge y mis hombros se hacen pesados, trepidantes
escalan hasta el sol. Ese sol que anuncia lluvias y el invierno viene, lento
pero viene. Viene a su modo, aquí donde hace tiempo los atlantes pisaron estas
islas.
miércoles, enero 17, 2024
NUBES DE HOSPITAL (7)
7
La experiencia
te hace vertical. Sean buenas, sean malas. El orden de la prioridad se
establece en un puente que hemos de pasar y pasamos, sin mirar abajo. Ahora ,
sin descanso, meticulosa reviso cada instante de mi trabajo. Ser calador no más
que es peón básico en las piezas de un hospital. Que si llevar un paciente. Que
si llevar una bala. Que si hay que introducirlo en un quirófano. Que si hay que
ser un raquis. Que si hay que ayudar a colocarlo. Que si hay que sacarlo y
llevarlo a URPA o Rea. En un trabajo tan básico, se requiere varios
conocimientos. Cada servicio es distinto. Nada es igual. Nos movemos en el
silencio, en las ordenes y a veces te quedas sin aliento ante la presura de los
acontecimientos. Llego al instante que me pregunto que hago aquí. Nos miran
como la nada, no somos sanitarios pero realizamos labores de sanitarios. Celar
palabra que significa vigilar. Eso es lo menos que hacemos. Voy por un pasillo
, me encuentro a compañeros y nos saludamos y conmigo una cama de un enfermo. Lleva
oxígeno a dos, lleva drenajes, lleva sonda. Lo único que me viene a la cabeza
es que no se pare. En el sudor toco el botón del ascensor, lo llevo a planta.
Las ruedas de la cama cuando entra en el ascensor se quedan atascada en la
ranuras del piso. No sé como demonios levanto todo ese peso y entro. El ascensor.
Yo. El enfermo. Vamos a planta. Que no se pare, es mi única súplica. Aquí.
Dentro. En este rectángulo estrecho y sola. Está muy frágil. Y en esa
fragilidad no me dejo caer. Kena me ladra. El amanecer. Son las seis y el día
toma una tonalidad broncínea en este archipiélago. Dicen que se debe a que
vienen lluvias o tal vez alguna tormenta. Es precioso. Mis ojos se instalan en
este crepúsculo con su color, fuerte, puro, exacto. Dejo la cama, conecto el
oxigeno y llevo la historia a la enfermera. Tengo por costumbre de apurarle,
que vaya hacer un examen de la persona. Cojo mi bala de oxigeno y me voy. Que
grato son estos amaneceres. Se respira un cierto equilibrio entre la madre
tierra y el universo. La danza de los despertares de la ciudad. Y despierta. Se
ve más tráfico cuando antes era nulo. El móvil suena y no lo cojo, no tengo
ganas aun de cogerlo. Me inspiro y en mi cabeza se dibuja mi mañana. Así, con
los pájaros cantando, pájaros con alas de libertad, pájaros picoteando cada
deseo, cada sueño. Tal vez me enamore. Tal vez renuncie a lo yermo que me admire
y comience un largo viaje donde el horizonte sea ese beso prohibido. El sol no
se distingue y un poema danza en mi razón.
Es invierno
Todo cambia.
Los grises
vientos
Se abren al universo.
Es invierno
Converso con los
sueños
Aquí, donde los
arroyuelos
Danzan tatuados
en esta bruma
Sostenida en mis
manos.
Es invierno
Te llamo
Erupcionan las
flores
Caricias sin alas
Buscándote
Es invierno
Aquí
Ahora
Kena me interrumpe.
La miro. Miro esos ojos de azabache, dulzura y cariño. Despierto, estoy aquí.
Estoy ahora. En mi casa y es invierno.
domingo, enero 14, 2024
NUBES DE HOSPITAL (6)
6
Kena ladra a
este resto de luna. Parece perdida a igual que yo cuando en la madrugada antes
del crepúsculo damos un paseo. Y me gusta esas horas, el desierto de la urbe
ronda por mí. De los jardines los pájaros trinan, a estas horas de la
madrugada. Son las cinco y el fragor de esta masa de floresta invade todas mis
entrañas. Caigo en la levedad, soy leve como el vuelo de algún mirlo que se
cruza en mis pisadas. La brisa ha dejado de respirar y siento calor, el invierno
se vuelve invertido, lejano, es como si estuviéramos en pleno recital de una
primavera. No para muchos. Un taxi pasa, deja a una muchacha, joven, se va. Mi
cerebro se revuelca en esas niñas que son casadas desde la infancia en este
mundo. Si este mundo deteriorado, anclado en costumbres pasadas que remueve los
sentidos. Me abato y a ras de un acuario las veo partir al sufrimiento, al
lamento, al dolor, a la tragedia. Son no más que niñas cuyas raíces son enjambre
de una sociedad patriarcal e injusta. Las siento, escucho el sollozo de unos
jazmines con su olor empalagoso atravesando mi pecho. Y hay que estar en la
situación. Una situación incómoda, anómala, mortífera para quien la parece.
Desgarrada de sus orígenes. Desgarradas de su inocencia. Desgarradas de su
verticalidad en estaciones venideras. Kena ladra a este resto de luna. Y la
miro. Y la absorbo. Y la lamo como si ella me pudiera salvar de estos
pensamientos. Y caigo y me enraíce que la queja mía no vale, no vale la pena. Vivimos
en una sociedad en la borramos, en la que censuramos todo mal fuera de nuestras
fronteras. Y que son las fronteras, una línea continuar e imaginaria de nuestra
forma de hacer. Una navajilla, una obsesión de que no sientan y la sangre y la
enfermedad y la muerte, para algunas. Me nublo en esa entrega donde los ojos de
ellas miran el suelo, miran el miedo. Me nublo la mirada de la viciosa, deseosa
de poseer la ternura de la niñez. Esto es una violación, una menor. Ella no
sabe. Ella ignora. El sabe. El entiende. Se la lleva y después la destrucción
de su sentidos, de su existencia. Intento quitar estas imágenes de mi mente
como tantas otras de este desgraciado mundo. Miro a kena . Miro a la luna
difusa. Miro los jardines esbozando el ajetreo de los pájaros de la madrugada. Y
me despisto, kena ladra a la luna. Gracias le digo, me observa con su flamante
rabo meneándose, continuamos por las aceras deshabitadas. Solo los jardines, coches
callados , farolas haciendo de mi sombra un puente al abismo. Quiero distraerme.
Me gustaría ser indiferente, no puedo. Y no es feminismo, pero, el hombre es
una masa dañina en muchos frentes de culturas convencidos de su poder, de una
verdad de conveniencia empecinada en ultrajar a la mujer, a la niña. Velos
sonoros abogando por este planeta. Sí, este punto en el cosmos. No somos nada y
a l vez grandes. Un vértigo me produce nauseas, escupo. La niña vuelve a mi,
kena tira. La niña vuelve a mí. Amenazada, asesinada con ojos blancos buscando
la tumba de sus difuntas, de otras. Kena la luna ya no está, le digo. Volvamos al
piso. El móvil suena , son las cinco de la mañana de un mes de noviembre y el
frío no acecha. Una masa de polvo impacta en mis bronquios. Respiro, cierro la
puerta y voy a la ducha, Velos apaleando la sensatez, la verdad. El callar es
la salvación. La resignación es la salvación. La impotencia es la salvación.
Una esquina. Una casa destartalada y el llanto. Ella llora.
sábado, enero 13, 2024
NUBES DE HOSPITAL (5)
5
Mi casa. Todavía
la noche. Todavía la soledad. Todavía el regresivo encuentro con mis ojos,
frente al espejo. Mis canas. Mis pechos caídos. El agotamiento del trabajo. Mi
piano. Me siento, aunque los músculos me dictan has de reposar. Mis manos
deslizándose lento y monótono sobre las teclas. Una melodía, un poema y la
dejadez de la conciencia. Mis parpados se condenan a un eclipsar tatuado de
serenidad y me dejo ir en mis pensamientos. Regreso con este cavilar al
hospital, mido tramo a tramo todo lo que hoy he realizado, tanto lo que esta
bien como lo que he errado. Me supero y me entrego donde los sonidos del
silencio se agolpan en una pequeña pieza. Así compongo, mis deseos se tañen en
un álbum donde mi música se sienta tranquila, cómplice de mis horas en esta
habitación donde habitan instrumentos. La casa es grande, cada cuarto guarda un
secreto que solo dan lumbre cuando mis piernas cansadas entran y se entregan. Todavía
la noche. Una noche de invierno donde las olas callan solo, el murmurar de la
mar. La mar, un mar con nombre de mujer. Me levanto y me desvisto, estoy en la
ducha y dejo el agua correr, un agua tibia, un agua que me da todo lo que
necesito acariciando cada poro de mi entereza. El móvil suena y no lo cojo,
dejo que el agua correr. Correr donde los sentidos despiertan de igual manera que
los recuerdos. Y ahora recuerdo, sí, ese amor. El único amor esparcido entre mis
desastres. Ya hace muchos años ¡Los años¡me han derivado en la desgana, porque
soy yo. Yo, yo misma inquiriendo este aislamiento. Vallas de aceros de
desperdigan en mi derredor y me niego que bajo este techo surque otro aliento,
otras manos que no sean las mías. Hace tiempo que hice la maleta, hace tiempo
que dije adiós, hace tiempo que me he acostumbrado a esta cultura del silencio
de mis labios, de mis sentidos. Mi casa. Mi piano y el acompañamiento de notas
que brotan de la insonoridad de los días, de las semanas, de los meses. No tengo prisa, la celeridad de cada movimiento
se evaporó cuando mi mirada se pierde en el vacío. Y puede ser que algún día
vuelva amar. Y puede ser….. Y puede ser que mis alas de mariposa levanten
cabeza y sienta algo extraño en su vientre, esa extrañeza que llamamos amor. Mi
piano. Mi yo. La noche. El susurro de un frío que se avecina. Siento frío. Me
levanto y el espejo. El móvil suena de nuevo. Me pongo ante la ventana, un
cierto olor a rosas penetra desde el jardín y la ciudad somnolienta asume su desánimo
de continuar. Las estrellas colonizan el firmamento, medito. Son brío
espectacular con esa belleza perfecta de las noches de invierno. Pido un deseo.
Sí, un deseo. Deseo que paz restaure todo este mundo llamado tierra. Muchas
guerras eternas y el invierno aprieta. Muchas guerras en que los inocentes
adolecen a cada golpe de un bombardeo, de ese avance áspero, dañino, insensible
de los armentos. Guerras estúpidas creadas por estúpidos, por febriles mentes
aferradas a su ego. Enciendo la tele, paraíso que enjaula cada imagen
sangrienta, ahora, en directo, vemos lo destructivos que somos. El hombre no
cambia por mucho que pasen los siglos, seguimos estando estancados en un
retroceso de la mentalidad, de la manera de hacer el mal. Imagino alguien débil, caminando entre
escombros , gritos y dolor. Y ese alguien no comprende, no quiere comprender el
porqué de tanto y tanto desastre. Camina solo, herido, con la tez polvorientas
donde sus lágrimas se han secada dejando en su rostro un dibujo del horror
entre sangre y polvo. Temblor y el adiós. Las raíces de la tierra emanan un
manifiesto ante los necios de esta esfera. Un manifiesto donde se desata el anhelo,
la esperanza ¡Ay la esperanza¡Que venga con amor. Que venga con olvido. Que
venga con propósitos de un mundo mejor. Aquí cabemos todos y tenemos los mismos
derechos, la dignidad humana. Sea cual sea tu punto de origen, tu punto de
ideales. Temblor. Respeto. Mi piano y la dejadez de mis pensamientos, de esta
memoria mía que estas horas me atraganta, me corta la respiración y aspira de
mi en una larga y contenida pena. Mi piano. La noche. El cansancio.
miércoles, enero 10, 2024
NUBES DE HOSPITAL (4)
4
Llego. Todavía
todo está oscuro. Una luna menguante se divisa en el silencio de las horas, en este
hospital que parece que aun no ha despertado. UMI , todas las luces parecen
apagadas, el personal latente , atento sentado con sábanas del agotamiento. Los
monitores vigorosos anuncian alguna caída de cada uno los que componen los boxes.
Están todos llenos, tanto en neurotrauma, en respi, en cardio e intermedia. Voy
de módulo a módulo, voy de box a box. Cuerpos hinchados donde la respiración asistida
desembocará a la recuperación o a la desgana por la vida. Cuerpos obsoletos
donde el sentido de la hegemonía de la existencia se ha vuelto avara. Una
guadaña quiere llevárselos mientras el personal y el subconsciente son eternos
luchadores. Pero no todos, hay quien impera en el desanimo de seguir
resistiendo a la muerte. No me he presentado, soy celadora de un hospital con
proyección directa en atender enfermos. Sí, tan simple, somos simples. Solo, apoyo
en la necesidad de movilizarlos, de cubrir aquellos aspectos en el auxilio de
las enfermeras. Me pongo el EPI y entramos en un box por aislamiento aéreo. Un
cuerpo inflado requiere cambio de postura, asentarlo en la mejoría de su
resurgir entre las brumas plomizas. Un cuerpo que no ayuda, acordonado a la
vida con tubos y sensores que nos dicen de su evolución. Termino, en el sudor del
esfuerzo y el EPI, salgo. Mis pensamientos me erigen en círculos de si vale la
pena. En este módulo, hay un trasplantado de pulmón. Lo continuo con los ojos y
me asiento en su restaurar. Su mirada se ve esperanzadora y a la vez temerosa
de que tal vez no. Ponemos un halito de fe y el cavilar se vuelve para que
salga y saldrá. Las horas no cuentan, las horas arrastran los malos ratos del
ayer, de ese pasado que puede ser ahora. Me siento, en alerta, con los sentidos
en la verticalidad de cada llamada, de cada ayuda que pueda ofrecer. El
minutero pasa, son doce horas en las que puede pasar cualquier cosa. La muerte
y la vida se aúnan, se tiran una a otra. Se pelean sin mediar palabra solo el
pitido de esas pantallas. Voy a farmacia, entro, me encuentro con otros compañeros
y nos saludamos. Recojo la medicación y la subo con la rapidez de un estado
crítico. Llego, una señora lamenta a gritos el adiós, una señora rota por los
delitos de la vida y no aceptar la muerte. Su hijo va a ser desconectado, no
hay vuelta atrás, no hay remedio. Temblor. Pánico. Gritos. La UMI se vuelve tinieblas
ante tanto silencio, ante tanto llanto y dolor. El tiempo pasa, son las seis de
la tarde, de una tarde nefasta para unos, de una tarde neutra para otros. El
tiempo pasa, son las seis de la tarde, un halo de mortandad y sudario se
revuelca en el módulo, pero a la vez un resonar de supervivencia, de una expectativa
cargada de energía positiva para restos de cuerpos inflados que flotan en cada
box, en cada cama. Miro el reloj, la señora ya se ha ido ahora solo espera la
tumba de ese individuo que no pudo más. Lo aceptamos, meditamos cada uno en sus
adentros, en esa reconditez sonora para los demás. Nos despedimos y los
minutos, los segundos, las horas cumple las ocho, las ocho de la tarde noche.
Me voy, regreso a mi casa, me ducho. El sabor descaradamente acre de la jornada
me encierra en cuestiones, la vida. Aprovechar el momento, ese instante eterno
que puede ser pisoteado en menos de que te los esperas. Peleamos por el todo y
el todo es la nada. La nada cuando cuerpo no responde, cuando nuestros sentidos
son latidos de féretros aterrizando bajo tierra. Y digo no vale la pena. Sí, no
vale la pena ser engullidos por los desgarrar los senderos de los demás. Ya la
vida nos dará esa cuna donde se mece la muerte sin importar de quien eres.
Somos polvos de estrellas y a ello nos convertiremos. No más. Cada civilización,
cada imperio mira la muerte de manera distinta y es algo natural, está
integrado a nosotros. No más. Sí, no vale la pena. Para que discutir, es mejor callar
todos pertenecemos al mismo agujero, a mismo nicho sea anónimo o no. Para que
esas rencillas del ayer. Seamos viento de nuestro ascenso en las vías de la
paz, de la fraternidad. No de murallones de espinas donde el eco del quejido se
hace perpetuo. No, no vale la pena.
domingo, enero 07, 2024
NUBES DE HOSPITAL (3)
3
Porque tengo ganas.
Porque lo necesito. Me acuesto en esa cama donde los sueños barruntan mi
mañana, mi ayer. Leo una pieza de Virginia Wolf y en su homogéneo relato me
hundo en las profundidades de la nada. Son las once de la mañana y me acecha un
levitar por los caminos de las ilusiones desvanecidas o no. Mi subconsciente se
limita al infinito de una percepción donde la mente elabora los deseos
prohibidos. Ahí está, en mis sueños, con sus inhospitables labios surcando mi
cuello, frágil. Y no conozco este amor que atraviesa mis ojos con ojos de
gaviotas arrimadas al amanecer. Sin embargo, suave, sutil, me estremezco y
despierto. Mi mirada fija en el techo, un techo blanco, como el del hospital. Busco
en mi memoria ese sueño y lo encuentro, se hace patente en escenas coherentes
en mi razón y un presentimiento me dice que he de esperar. Una espera
prolongada de estación en estación hasta que la musicalidad de sus sentidos
resuene en mis venas, en mis arterias, en mi corazón de manera real. Y me
conformo, cierro los ojos y deseo entregarme un poquito más a este sueño, a
este deliberado acto de soñar y sueño. Sueño una playa, una playa vacía con mis
alas cansadas, con mis hombros mirando al horizonte, con mi espalda mojada como
rompen las olas cuando llegan a la orilla, suaves, calmas. Yo sentada en la
orilla dejando que juegue la espuma de su acto final con mis piel, con mis glúteos.
Sueño una playa, una playa de esta isla
que me acordona, que me ata, que me exige ser corriente de su sonoro canto
acorde a las jornadas. Cetáceos bailan frente mi, unísonos en sus saltos hasta
perderse en el horizonte, tras la barra. La marea esta baja y me levanto, y me
entrego a este mar de alga y caracolas con el ronroneo de las olillas, con el
rumor de las gaviotas. Nado, hasta la barra y ahí, me siento otra vez, un
descanso, un deseo y de nuevo las ballenas brincan en su danza equilibrada,
ahora más cerca. Para mi es grato, una satisfacción que a muchos le gustaría atrapar
en esos instantes. Regreso a la orilla. Camino por ella, el temblor del
invierno cala mis carnes, me seco, me visto. De un momento a otro instante
alguien camina hacia mí. Es una figura conocida, busco y busco en mi cerebro,
pero no hallo quien es, es como si el olvido escociera mi razón y un miedo, un
temor me acribilla, me bombardea en ese futuro que vendrá. No , no quiero ser
olvido, quiero la seguridad de mis pasos en cada invierno venidero, en cada mano
que acoge mi mano, en cada aliento que
evoca la existencia. Despierto, ahora sudorosa, de malhumor y me recreo en la
delicia del sueño anterior, ahí está. Mi mirada fija en techo blanco, como el
del hospital. Me relajo y con la vertical de las luces de la mañana me incorporo,
voy al baño. Abro el grifo y dejo el agua correr mientras mis ojeras se asoman
en el espejo, frente a mí. Corre el agua, la malgasto de forma provocada. Y que
será de aquellos que no la poseen. Y que serán de las guerras por este humilde líquido,
cristalino, simple pero benefactor de muchas vidas, de muchas batallas
inconclusas. Qué será de esas poblaciones donde su escasez, donde su precariedad,
donde la miseria los aboga a la muerte, a una lucha infinita por la sequedad,
por la sed, por el hambre de sus vientres, de sus ideas. Me parece algo
impensable y es tan verdadero, que haríamos sin ella, sin el agua. Corre el
agua, el agua de la vida. Despierto, cierro el grifo y me quedo con ese sueño
donde sus frágiles labios rozan mi cuello, una súbita emoción simpatiza conmigo
y con ojos alegres hago de mi rutina una danza de siemprevivas.