Estoy cantando. Sí, cantando ,
ahora que el final de mi vida en esta isla reclama a la alegría. La enfermedad
se embrutece, enturbia, entumece cada uno de mis movimientos y ese dolor que
rompe rocas en el abismo insonoro se escuece en mis ojos. Estoy cantando. Los años
son largos, mi cabello cano se enraíza en cada una de mis vivencias. Veo aquel
día donde corría en la intrepidez de la inocencia. Veo aquella hora donde ella
, en una plaza, esboza una sonrisa de rosas roja. Veo aquel enjambre de
estudiantes universitarios sin saciar su futuro. Veo las batallas donde los
pájaros callan entre tanta y tanta miseria. Veo la huida del más fuerte a las
orillas impenetrable de las mareas. Me veo yo, caminando con la canción de las
soledades, de los amigos. Ahora que canto, en este silencio mío, pasan por mi
mente fotogramas de cada vivencia, sea buena , sea mala. Y reconozco que he
vivido o no en las gargantas de los desfiladeros que nos lleva hasta este día
de hoy. Sola, aislada, con la vejez de mis pisadas. La muerte viene, lenta pero
viene. El sufrimiento se hace imposible, rajando mis sueños de hoy, del ayer.
Frente a mi una playa, esa amada avenida donde mis paseos cotidianos alumbraban
el saludo. Y ahora que es de madrugada y la luna se esconde, estoy cantando,
cojo mi bañador y me dirijo a la arena. Mis fuerzas mermadas me lo permiten ,
creo que es el ultimo pensamiento hasta la muerte. Una lágrima se restregaren
mi mejilla. No. No me despediré, me es igual mi fortuna, ahora no vale. Sí, lo
digo, ahora no vale la pena.. Y digo no vale la pena. Me iré donde este cosmos
ampare mis huesos quebrados, mis carnes flácidas, mi dolor. Y por ello canto,
no quiero comprometer a nadie, he permanecido postrada en un sillón, en una
cama por mucho tiempo y digo que ya es hora, ya es hora de cruzar esta
dimensión para descansar mi cuerpo, para que mi alma vuele más allá de la vida,
para que mi voz recorra el oleaje de otros mundos. Estoy con el bañador, el
agua está fría, no tanto para la fecha que estamos. Orión me mira y yo lo miro
como parte de mi existencia. Veo las gentes idas. Veo la última cena donde me reunía
con mis amigos. Veo mi ultimo trabajo. Veo mi piano, callado. Veo el adiós.
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