viernes, febrero 14, 2025

LA VISITA(NARRATIVA)8

 

8

No quiero ser consciente de este presente. Hoy a mediados de febrero devuelvo mis ojos a todo transeúnte que sube en este vehículo. Miramos los móviles como si nuestra pendiera de ella. Miradas cabizbajas , fijas, quietas a como evoluciona un rectángulo que nos dicta la era que vendrá. Sordos, nos batimos en la nada, en el vacío. Falta emoción, falta la mano humana, el trato de la existencia como seres de este planeta. Somos por condición innata sociables, pero, los espejos del hoy nos lleva a un aislamiento que hace un pasadizo oscuro hasta que una mirada se cruza con otra. Me entra frío aunque el sol brille en su aposento más álgido. Y necesitamos calor, mucho calor para que nuestras manos se unan como fortaleza a un espíritu libre, esperanzador, crítico. Penetro en mi persona y olisqueo el abismo de mi soledad. Un mundo de gentes solas y asiladas. Tenemos que sentir, sencillamente. Destruir esos candados que no deja entrar la palabra en las sombras que nos atraen, que nos seduce. En su recorrido hasta la estación se fijó en los que entran , en los que salen…en los que salen, en los que entra. Todos con la misma postura. Con ese modo peculiar del siglo XXI de insonorizarnos a otros. Mientras sus ojos vibran en cada persona, en cada postura piensa en el trabajo que ha de realizar en los montes sagrados. Hace un recorrido esquemático por la historia del mundo y todo se repite. Ya nuestros ancestros ante de cristo sabían del firmamento, de sus condiciones, de sus movimientos e iban construyendo sus pueblos en torno a ese dios sagrado llamado sol. Tenían una conexión espiritual más allá de este mundo, el más allá de nuestra atmósfera los atraía como inducidos a sus vivencias. Así giraban, entorno a los equinoccios, a los solsticios como ejemplo de cosecha, de lluvias , de un clima yermo para la subsistencia. Y adivinaban. Y acertaban. Es asombroso el ingenio humano en siglos atrás hasta que todo se oscureció con la llegada del cristianismo. Un apagón que nos llevó a un retroceso, a un parón que ahora intentamos recuperar en ciertas zonas de esta esfera ¡ Oh, cielo divino¡ traes el alimento para el hacer cotidiano. Y le hacían homenajes, tan magnánima que aun queda de sus arquitecturas, esas estructuras en cada cultura distante una de otras y con una respiración en común, el universo. Y en todos estos años , qué hemos aprendido, guerras estúpidas, opresión obsesiva, matanzas convulsas que nos lleva a lo aberrante, a lo tétrico, a lo horrible que somos. Se baja de la guagua, ya ha llegado a la estación y un hondo suspiro la conmueve, ve dos chicos besarse, ve dos chicas besarse, ve un chico y una chica besarse y considera que eso es la belleza en ese preciso momento, todo un instante que se vuelve eterno hasta que la muerte nos separe de lo terrenal y nos lleve con onda y energía lejos, muy lejos donde la materia , lo material no tiene cabida. Y ese momento lo desvía de su mirada , ensimismada en sus cavilaciones. Ella, sola. Sí, sola en la época de los solitarios. Mira el cielo ¡ Oh, cielo divino¡ traes la condición de nuestro mañana…un mañana incierto, algo estropeados, algo corroídos, algo insostenibles, pero con la fuerza suficiente para equilibrar el todo. Todo este todos que nos absorbe en un futuro mejor, más elocuente a las manos unidas. Sí, las manos unidas para desbarajuste de estos días, de esta contradicción que nos ampara.

 

 

 

 

 

 

martes, febrero 11, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 7

 

7

Llega el autobús, me subo con lo pesado de mi mochila. Es invierno y me he defender por lo que pudiera pasar, hasta un botiquín de primero auxilios llevo por si hay que trepar por esos senderos donde jamás sabremos de su ayer con certeza. Me siento al lado de una anciana. Me saluda. La saludo. Es mayor pero su vitalidad todavía promete en las estaciones venideras. A veces caracterizamos a las gentes por su rostro, por su presencia ante nosotros, pero no captamos el espíritu de su reconditez. Esta señora quizás sea más capaz de mucha de la juventud de hoy. Una generación en crianza de una sociedad patriarcal, machista y una dictadura que le quitaba la paz tal vez de sus despertares. Y no hace mucho, creo estar viendo en ella el espejo de esa represión que la ha  esculpido con esta fortaleza del hoy donde su verticalidad permanece intocable. Es como un soplo de vida tras la calvicie de las ataduras, de las censuras, de las prohibiciones. Ella, es una mujer que se ha ido moldeando al paso de los años, al paso de innumerables azotes del vivir, de expresar lo que siente. Y , me detengo, la miro, le sonrío, volvemos hacia atrás, una descomunal cultura en ser todos autómatas, con el pensamiento crítico borrado de la manera de ser, imitando el comportamiento de quien tenemos al lado, imitando esos disparates que describen una sociedad de analfabetos del pensamiento. Me habla, me dice algo del tiempo y yo asiento. No la he entendido muy bien y comienza a hablar conmigo así sin más. Me dice de su juventud, cuando iba a la isleta disfrazada en la huida de esa libertad arrebatada. Me dice de sus disfraces, en la época franquista, sacos de harinas rematados en los ojos de la fantasía, de esa ilusión y ganas que se tiene cuando volamos en la sombra de un pueblo, escapando a cada atizar que podría condenar en prisión. Sus ojos azules, sus ojos claros, sus ojos transparentes transmiten viveza y un regocijo que la llena y la hace caminar, seguir adelante. Se me hace ameno este viaje, la visita de ese saber de épocas pasadas. Las inhalo, las vivo como si de mi se tratara. Sube por las calles de esa vieja Isleta donde todos se reúnen. Una congregación para celebrar los abismos de una religión, de una política que llevo a muchos a la marcha, a los calabozos, a la muerte. Una época donde la miseria imperaba, pero sobre todo esa unión pacíficas de sus manos en la lucha, en la resistencia. Si, resistió, tanto. Que ahora el placer de su felicidad la lleva de autobús en autobús como si fuera una segunda, una tercera juventud embarcada donde la vio parir. Otros muchos se fueron , me dice, se embarcaron rumbo a las américas en busca de la buena fortuna. Y esos muchos otros, se olvidaron de sus familias, de sus mujeres, de sus hijos. Otros, y esos otros volvieron no sin con alguna sorpresa y de nuevo se iban y de nuevo regresaban  y de nuevo la nada. Mientras los más listos hacían trapicheos en el muelle, este muelle edificado con las ganas de una Europa. Y ellos eran los cambulleros y se hicieron ricos, hija ¡Qué si se hicieron ricos? Ricos y avaros. Ese intercambio de mercancías por dinero. ….Esos alemanes, esos ingleses…aun conservo objetos de la época hija. Aquí está mi parada. Se va, casi sin despedirse, se siente orgullosa de la época que vivió y sobrevivió. Sigo en mi ruta hasta la estación. No queda mucho…pero no hay prisas…no hay que tener ganas de correr …todo a su debido tiempo y allí tendré que esperar hasta la guagua que me lleve próxima donde los ancestros ovacionaban las montañas…las montañas sagradas. Miro por el cristal de la guagua, miro cada persona que entra y visiono un mundo distinto al mismo, una visión cambiante a medida que van pasando. El cielo se ha vuelto a nublar, así somos, estamos bien, estamos más o menos y estamos bloqueados. Así es la vida, una vida recorriendo las sombras y luces del tiempo que no volverá. Hay que aprovechar cada instante como si fuera eterno, como si fuera un filamento de oxígeno, de agua, de oro. La anciana, ya no está. Cualquiera sabe si me la encontraré otra vez, me ha enriquecido, un gusto charlar con ella. Con su maquillaje desfazado, con sus arrugas añadiendo cada situación de su vida, con sus manos de anillos que quien sabe de donde provienen. De un barco extranjero, de algún emigrante de sus antepasados, de algún amor perdido.

 

 

 

 

 

domingo, febrero 09, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 6

 

6

Con la destreza que envuelve lo misterioso, lo oscuro, lo absolutamente quebradizo abre ese paquete, esa carta sin remitente. Sus ojos se posan en una foto en su primera impresión. Intenta averiguar donde es ese lugar, ese sitio tan ramificado en sus raíces. Su tentación se despierta y sabe de donde se trata, son las montañas sagradas por los ancestros de la isla…de la isla. Un viaje la separa por un instante de esa imagen y sus ojos vuelan en el pasado, en ese pasado remoto de miles de años. Un viaje que la ampara en las antiguas civilizaciones de la islas…de las islas. Y tras ella una pequeña carta. “ Hola Enma, te escribo porque me es necesaria tu ayuda en el estudio de estos monumentos naturales de nuestros antiguos pobladoras, de esos aborígenes venido supongo que en emigración en las huidas de las batallas del norte de Africa o posiblemente abandonados como castigo en este pedazo de tierra en medio del Atlántico. No se bien, por ello te envío esta foto del Risco Caído con sus montañas sagradas de antaño. Tu sabes bien que soy compulsivo con lo que desconozco. Se aproxima el equinoccio de primavera y quisiera saber, ser contundente con mis ideas, con mis investigaciones. Sabes mucho de esos temas y espero contar con tu ayuda” Ella cierra los ojos, respira profundamente. Y se marcha donde las costumbres antiguas abogaban en la isla. Dibujo un cielo límpido, sin secuelas lumínicas por la polución. Dibuja aborígenes que no sabe muy bien de donde vinieron. Pero lo seguro por ese mar que nos protege, ese mar donde en las precoces horas de la jornada fue a nadar y entabló conversación con los cetáceos. Observa esa foto y se desplaza donde los cantos, los gritos, la suplica, la oración era todo cómplice con el firmamento. Se yerta y se erige a su habitación, saca algunas cosas necesarias sobre todo de abrigo. La visita le espera, se elonga en la memoria de los aborígenes y comienza a divagar como pudieron con tanta exactitud averiguar los equinoccios, los solsticios para continuar, para amparar sus vidas en los siglos de los siglos. Se llevará una mochila, sabe que cuando se acerca uno de estos fenómenos astronómicos se desencadena una febril creencia en el presente por las gentes. Algunas supersticiones que nos lleva a la absoluto absurdo. Le es pesado abandonar por días su techo, estas paredes que la ilimitan en sus sueños, pero la causa es tentadora, lo desconocido se atreve a llamarla para investigar que hubo detrás de esas estructuras que en el día de hoy se conserva. Se traslada a otras civilizaciones y todo es semejante, unas más avanzadas, otras menos. Y es que se confirma que algo detrás y ese algo que ahora no estás , que nos ha dejado vencidos por los miedos y la carencia de empatía y humanidad de los terrestres o marcianos , porque todo indica que nuestra existencia se expande más allá de los confines de este mundo.  Introduce piezas en su mochila. Revisa la casa cautelosamente, apaga la música esa solemne aria que no deja y deja de rotar y sale. Sale con el acero de un invierno que llega a su final, le azota en su rostro una brisa gélida, una brisa que cuenta de un cielo claro y puro. Es hora de partir, ahora que es temprano. Y a la sombra de una ciudad despierta espera en la parada, tendrá que cruzar toda la ciudad para llegar a la estación y continuar su ruta a la cumbre. Su visita será un aliciente que con el pellizco de una sonrisa la llevé tal vez, a un emocionante recorrido del ayer.

 

 

 

 

sábado, febrero 08, 2025

LA VISITA 5(NARRATIVA)5

 

5

Uhm, ese beso. Esa caricia. Sumergida en un pensamiento casi obsesivo la llamo. Voy a ese cajón de la mesilla de noche y saco sus cartas, su aliento. Respiro hondo, un inspirar y espirar que culmina como relámpago en la madrugada de los sentidos. Recuerdo aquel jardín , aquella plaza donde nos conocimos. Ya anquilosado en el abandono por el paso del tiempo. Recuerdo como se desbordó en mi un temblor ramificándose por la espalda hasta ese saludo. Hasta ese hola que nos fundió en un iceberg en el más absoluto aislamiento en el cuchicheo de las miradas. Y nos miramos…uhm, aquí en mis manos débiles conservo aun sus garabatos sobre papel. Una letra distraída, natural , nacida de la sombra del pasado. El pasado, ahí queda, en el remoto camino sin retorno que solo contemplaremos cuando la memoria acecha así, en estos momentos de soledad y silencio. Uhm, pero esas cartas, me dan pereza romperlas, tirarlas al viento. Fue hermoso, pero cada uno tiene que seguir su senda como los destinos no convocados por el mecer del oleaje. Y la olvido. Y la guardo. Y soy gravitar donde las luces de este invierno encienden mi nuevo latir. Vamos cambiando a lo largo de los años, no totalmente, pero los años nos marca cada paso continuo a dar. Una cierta mezcolanza la desvía de ese propósito de abrir la carta llegada. La mira. …Sí, la mira, ahora que es otra, ahora que la mañana avanza embelesada en ese ayer. Suspira. Un suspirar profundo que la contiene en la entereza, en la fragilidad de sus pisadas. Su desánimo , su falta de ilusión se las arregla para dejar esa carta. El túnel se desfasa y entra en la oquedad de su carácter. Una mujer testaruda. Una mujer de si misma. Una mujer en los vuelos de los mirlos cuando se enciende el día. Una mujer causante de esa armadura que la ayuda para ser ella misma. Que más…Sí, ser uno mismo en cualquiera de las condiciones que tome las líneas de la existencia. Por ello en las vivencias no vale todo. No, no vale todo. Cabalgar donde las constelaciones marcan rigurosamente tu singularidad. Una singularidad no particular sino un baúl de secretos que van focalizándose a medida que los años nos envuelve en madurez. Se frota los ojos y despierta, se despereza como si hoy quisiera conquistar algún sueño perdido, algún sueño estropeado que se embellece con solo el cántico de sus alas. Se aproxima a la carta. Cuidadosamente la abre. Cuidadosamente vuelve a saber del aroma de su brisa pero no contesta, permanece callada como callan los que después en los columpios ofuscados por guerras perpetuas. Y es que así es el ser humano querida. Sí, es así, hagas bien , hagas mal siempre incordiando hasta los más frágiles, más delicado. Y dónde está esa delicadeza. Unos buenos días, un sombrero que nos proteja de todo mal como esta atmósfera terráquea. Y dónde está esa delicadeza. Somos sobornados por la hipocresía, una mentira que mantiene al mundo….sí, al mundo, que no son todos sino algunos en vilo , apartados de lo real, de la verdad. Y es que cuesta tanto ser verdad, ser natural como las alas de mariposas frágiles…muy frágiles.

 

 

 

 

martes, febrero 04, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 4

 

4

Escucho las noticias de la mañana mientras deambulo en el aseo de la casa. Dicen que puede que exista agua en otros lugares del sistema solar. Este sistema solar enigmático, inmiscuido en lo extraño,  inflado de lo desconocido. Buscamos agua y no por el mero echo de que puedan existir otras vidas sino para nosotros, los terráqueos. Tan importante es, que levitamos en esta era espacial como la búsqueda de la colonización desesperada de esos otros habitas, de esos otros mundos para expansión ha posteriori. Necesitamos aguas, esa agua por el cual nos confrontamos en tierras donde la desertización es explosiva, aferrada al terror. El agua de la vida. Nos ayudará por otras exploraciones espaciales aparte de la atmósfera de dichos satélites, planetas. Tomo un vaso de agua, del grifo no creo que me cause algún daño aparte de esta atmósfera cargada. El sol esta en su grado más alto y luce su traje broncíneo como lo máximo de vida. Se yerta en su salón, un salón luminoso donde toda la energía solar se expande por sus paredes, abre las cortinas y se sienta de nuevo ante esa carta, esa carta con remitente a mano. No sabe en su callar de que va, pero para ella le es lo mismo. La mira , la huele ese olor que la lleva arboledas perdidas en algún lado del hemisferio. Es de papel reciclado. Y otra vez el agua, se necesita mucha agua para reciclar papel. Bebe otro vaso de agua, se limpia todas sus entrañas mientras en sus manos la carta se vuelve atrás adelante, de adelante atrás. Y antes de abrirla imagina…imagina que podrá ser. Se asoma por un momento en su balcón, los geranios están secos, le quita las ramitas secas y les remueve un poco la tierra y los riega. Agua, agua…será algún agravio en lo posterior que colonicemos esos mundos, esos satélites tan lejanos que aún lo contemplamos como una película de ciencia ficción. Habrán banderas designando territorios, la fraternidad de la defensa planetaria está en estos instantes un poco estropeada. Seremos como esos navegantes del cosmos al encuentro de nuestro territorio, soplaran banderas de los primeros conquistadores, se liara una espesa bruma con el de quien es cada espacio conquistado. Todo se repite, los genocidios, las colonizaciones y por tanto los pleitos y batallas perdidas. Siempre lo mismo, estoy harta de tanto y tanto lo mismo. Somos obsesos compulsivos con el poseer y poseer tierras que no son de nadie. El agua , el agua. …Uhm, no esperaba su poder tan fascinante, por su poder tan aborrecible cuando las guerras contribuyen más y más a lo malévolo. Yo aquí, ante está carta. No se dé su contenido interior, pero me agazapo que será algo inesperado, alguna sorpresa que alguien me quiere dar. Y sueño…Y sueño con lo bello que es la vida, con magnífico que es tener esa unión con el agua que nos empuja a estar vivos.  Porqué no escribe su nombre el remitente, dentro hay un libro o un bloc o lo que sea.. La  olfateo para saber de su olor, para saber de quien es. En la memoria conservo los alientos de las gentes próximas a mí. Esa fragancia peculiar , particular que cada uno de nosotros poseemos. Pero no atino, no descifro su origen. Apaga la radio y sigo con las arias de ciertas óperas. Se viste en su habitación y se mira al espejo mientras lentamente se va poniendo cada una de las piezas. Se acaricia su vientre, abultado, inflado, entrado en la menopausia y su cambio desde hace algunos años es evidente. Unos kilos de mas moldean su figura, aún así se sienta bien consigo misma, lo acepta. Solo piensa en vivir , en armase hasta los ojos y ser brío de una sonrisa  aquello que la llama , que le atrae, que se sienta bien. Agua, necesitamos agua como aliciente para continuar, como encuentro de nosotros mismos, como eco del mañana.


 

 

viernes, enero 31, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 3

 3

Puede ser que soñar despiertos sea un alivio, un escape, una escusa del presente. Ese presente consumida en la obsesión, en ser parte de una atmósfera que no perteneces. Intenta en su cavilar como puede ser complaciente con lo que hay a su rededor. Se consume en la vaguedad, en lo perezoso de ese de retomar fuerza y romper el silencio ante las conversaciones triviales, absurdas con las gentes próximas  a sus pisadas, a su día a día. Cuenta con los dedos de su mano sus amigos reales, lejos …muy lejos. Están en otro ambiente que los fortalece y los estimas. Mientras , ella, se queda así con su raciocinio pendiente de una llamada, pendiente de llamar a aquellos que la valoran, que la consagran como persona normalizada con sus alientos, aunque invisibles , precisos para escalar en su yo. Mira la carta, en la mesilla. Sentada en el sofá vaga y vaga en la ensoñación, en ese mañana que tal vez no sea mañana sino un hoy envuelto en la maravilla de ser superviviente de una comunidad obsoleta, estrecha, agresivamente violenta con su manera de visión del mundo. Y se enciende una voz de orgullo. Y se enciende una voz estimulante. Y se enciende una voz equilibrada. Y se enciende su ánimo a través de esos ecos de su silencio ante lo fatal, ante las estructuras cinceladas con el desprecio, con el despecho. Parece que tal vez precipicios ambulen a ras de mi espalda. Parece que mi voz , callada, se anquilose en un reservorio insano. Parece que domar nuestros enojos, nuestros demonios nos lleven a esa vía donde la amplitud del universo conspira para ser entregada a la serenidad, a la paz. Y es eso, la paz, el respeto enhebrado a cada azotaina de nobles brisas. Normalizo mi existencia, soy ave de alas blancas, de alas negras dispersando el crepúsculo de mis pisadas al son de una memoria del olvido. Y olvido, porque olvidar es bueno, olvido los daños irreversibles en mis hombros, en mi garganta rajada , en mis manos que abrasaron la confianza. Esa confianza confiada de que todo está bien. Y  ahora que maduro. Y ahora que se somos hijos de estrellas, de cometas, etc. Y ahora que la mañana rumorea el canto de los pájaros, aún. Y ahora que continuo suspirando. Y ahora que los punzones son desmemoriados. Y ahora que estoy aquí, sola, en un sofá mirando ese trozo de papel que quien sabe quien lo envío. Y ahora que me es sabroso estar en ese subterráneo pasadizo intocable, intangible para todos y pincelo mi mundo. Y ahora que mi corazón se siente en la solidaridad de este esfera donde los espejismo de las infracciones graves, crueles, indecibles con la humidad son evidentes. Ahora…sí, ahora, habito donde los amores están en los cajones del recuerdo. Y ahora que río, enciendo la una lámpara y soy razón de vivir….sí, de vivir. Se levanta se dirige a esa carta y se la lleva a la cocina, camina por los pasillos de su casa como si fuera una fortaleza donde ella es la protagonista de todos sus actos, de todas sus reacciones. Antes de abrirla, toma café con canela y una pizca de azúcar. Uhm ….ese aroma , tan atrayente, tan imantado al comienzo de la jornada. Se sienta en la cocina con la carta sobre la mesa, con el café saboreando sus labios, todo su temperamento, todo ese carácter esculpido en los años. Mientras el despertar suena, una canción de suena. Uno de sus temas favoritos que la hace ser más contemplativa, más grito de su persona. Escucha los pescadores de perlas, dueto de Bizet. Y ahí la tonalidad de Alfredo Kraus encara una nostalgia magna.  Mientras escucha se sumerge en este aria desprendiendo toda su tensión, toda su personalidad en pensamientos que conducen a lo misterioso. Por un instante se olvida de la carta pero vuelve a tenerla entre sus manos. El remitente es escrito a mano y no reconoce esa letra. Mayúscula tentación de lo que puede aguardar. Solo su sello, que marca que es de la isla. De estas islas tan chiquitas y amplias a la vez. Donde todos nos conocemos. Aunque su población ha ido en aumento degenerado , tan revuelto en la polución automovillístico que ya es imposible conducir cómodamente. Y ahora que todo cambia. Y ahora que la oscuridad es luz. Y ahora que me embriago de mi misma. Y ahora que mis costumbres se vuelven ritual diario. Y ahora que estoy solo, me trajeo de afables ganas. Ganas de compartir todo mi yo, aunque lo aplasten, aunque lo designen en una papelera. Y ahora soy yo….razón de vivir.


miércoles, enero 29, 2025

LA VISITA(NARRATIVA)2

 

2

La madrugada se junta con el amanecer. Todavía en la playa no pasea nadie, la visita de sus  habituales parece desaparecer en este clima inestable, ramificado en un invierno que enciende nubes plomizas sobre sus ojos, sobre sus pisadas, sobre sus espaldas y parece retenerlos hacer una grávida pausa en sus costumbres. Saco del armario un bañador, un viejo bañador liso. Bajo con una toalla y un polar como abrigo. Camino un pequeño rato por la avenida hasta llegar a la altura de la playa chica, lugar donde la marea parece estar en más calma. La casa roja me mira, una casa roja de muchos años, estancada en el tiempo , remodelada a disfrute de sus dueños. Piso la arena, húmeda, fría, antipática. Gaviotas y pardelas alborotan esta mañana donde aun temprano la nada convive con ellas, solo la marea. Dejo mis cosas y me aproximo a la orilla, aunque el tiempo apunte malestar la marea esta bajando. Tengo frío, un aliento a algas y caracolas me recorreré como parte de esta isla. Es tanto la gelidez del aire que mi cuerpo se halla a la misma temperatura que el agua. Despacito, haciendo amago de algún ejercicio introduzco mi cuerpo en la amplitud de la marea. Y nado…nadar en lo interminable del océano. En mi ruta observo banco de peces, sargos, fulas, salemetas , etc….Mi sentido tomo aliento , por un instante la fatiga me viene, me falto poco para llegar a la barra, ese amasijo de piedras donde la historia de formación de la isla cuenta. Llego y me siento, respiro pausadamente para recobrar las ganas de seguir. Mientras miro ese horizonte, la isla vecina se ve con claridad, eso dice que vendrán más y más lluvias. Y llueve, estoy mojada, no importa. Después de la barra el mar profundo, el mar rabioso, el mar inestable. Corrientes que traen mundos misteriosos, oscuros a la superficie. Un cetáceo pasa por mis ojos. Varios cetáceos pasan  por mis ojos. Detenidamente suspiro y contemplo este hito en mi vida. Una gran masa de animales admirables tanteando las proximidades de la barra. Es como si se comunicarán conmigo. Les hablo, como si fueran dioses de este inagotable e infinito océano. Les hablo, como si fueran existencia que con su canto gutural enviase mensaje de nuestro destino. La alegría y una cierta paz empapa mis miembros, helados, tiesos, descansados. Aprovecho para conversar con ellos, ahora, donde el silencio de las gentes puebla este zona. Aprovecho para enviar un saludo cordial. Y ellos me contestan , me hablan de lo amargo que es a veces el océano, un océano de la nada donde lo violento puede desalmar vidas, donde la huida, está presente. Y ellos me contestan, en su movimiento rítmico, acompasado con la tonalidad de la vida, de una existencia realzada en el fluir de los vientos. Considero este instante casi perfecto. Sí, rozo la perfección cuando las ballenas erigen a mi y me escuchan. Y me dicen, de la oscuridad. Y me dicen, de las muertes. Y me dicen de la paz. Y me dicen , de la desesperación. Y me dicen , de lo bello que este mar. Me vuelvo a la orilla, nado hasta la playa con una energía repuesta, con el orgullo de esa visión, de ese dialogo con las hijas de este mundo. Ya hay personas rutinarias a la vez que un sutil sol quiere venir. Cojo mis cosas y me voy a casa. Miro el buzón, una carta. Subo y la dejo en la mesilla. Tengo frío tal que quebranta mis huesos, el sol se aviva más. No tengo ganas de ducharme y me dejo el salitre, dicen que es bueno para preservar la piel. Me visto, no sin antes planchar la ropa, este será el calor que me zanjará este tembleque mío.  Y se sienta, ella, se sienta. Sus pensamientos recorren ese crepúsculo donde ha avistado los cetáceos, donde ha charlado sobre las devastadoras inclemencias del humano, donde ha visto la realidad de los días, la inevitable perfección de sus movimientos. Que somos parte del agua. Si seres del agua, de algún cometa que ha dejado del hielo de sus escombros vida en este planeta. Y sentada mira la carta, sus ojos gravitan en la letra del remitente. Se pone las gafas, el tic-tac de la jornada avanza y el tiempo que no es tiempo la lleva a abrirla. No sin antes tomar un respiro y ser parte  de ese encontrarse con si misma. Lee sus pensamientos y los sueños se acuerdan de sus prisas, de sus miedos, de sus ganas de vivir. Se acuerda de su juventud. Tan lejos que es imposible renovarla además que no lo deseo. Acaricia ese sol que viene, el temblor se ha marchado, ha perdido el rastro de toda su vida pasada... Y ello le sienta bien, se asoma a la ventana y sus pulmones se inflan del hoy, de ese vuelo en la tranquilidad de sus sentidos, de sus emociones.