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Hola
, los tambores del callar vienen a ti. Sí, a ti, como ola que se estira y se
recoge para ganar la fuerza suficiente de continuar. Soy aquella que en tus
sueños se presenta con un rostro con velo cuando el dormitar te acoge. Hola,
soy aquella que vive en los riscos donde las tabaibas alertagan a los curiosos…esos
curiosos donde crece la maldad de ser, de estar. Estoy aquí, contigo. No me ves
pero sientes cada latido…pum..pum…de mi esencia como existencia. Porque existo
como puedes comprobar ¡Oh que no tan espléndida¡ estrellas fugaces se difuminan
en nuestro cielo. Este cielo que tu y yo observamos con detenimiento, con la
suficiente pausa que nos deja respirar. No dejo de tocar, está sonido transciende
en nuestros sentidos y nos hace estar vivos. Una emoción se dibuja en tus ojos,
en tus ojos claros y dejas de preguntarte quién soy. Soy el viento, la lluvia,
este aire que se insufla tus pulmones y te hace meditar acerca de nuestro
porvenir. Y ese mañana vendrá. Y , yo. Como sueño tuyo vendré. Pacificadoras velas blancan anunciaran mi
encuentro contigo y no te darás cuenta pero, te lo diré. Hola, estás aquí, me
cuentas una historia que vaga sutilmente por mi mente cuando me arropo en esa
cueva , es como si mi llamada en los sueños se hubiera vuelto realidad. Percibo
tu aliento, un aliento jovial, un aliento desatado de la sed y el hambre, un
aliento danzando en mi soledad y el universo. Dices que llegará ese instante en
que te descubra y mi entendimiento no alcanza a hacer una escena de tu. Sí,
tengo un velo en mis ojos. Un velo que me invade adivinar quién eres, pero tu
voz, me queda tu voz. Una voz gutural que se desplaza en la quietud. La quietud
de las horas. Estas horas que pasan ante este magnífico despojo de lo material,
de lo corrupto, de la pena. Sí, aquí estoy en este auto destierro mientras te
pienso, mientras converso contigo. La plenitud nos alcanza mientras intento
descifrarte. Ese tambor me hace ser latidos de la espera. Y espero, espero ese día
en que los pueblos callen sus atropellos, sus matanzas despiadadas. Hola, mi
conciencia me dice que estás bien, solo he venido a darte un aviso. Ya nos
veremos, ahora me iré donde los riscos son resonar del dolor, de la enfermedad
que afecta a este mundo. Más adelante, no se cuándo tu velo será borrado y me
verás y te veré. Alcanzaremos la cima del amor ¡Ay , el amor¡ Qué extraño es
pronunciar esta palabra en estos tiempos, pero, ahí está, sin saber ni cuando
ni dónde. Ahí está, nutriéndose de expectativas , mientras saboreas este cosmos
en un rincón de la vía láctea. Qué este silencio nos cubra, nos proteja. Qué
este tambor de un canto a la paz. Qué este instante quede en tu memoria como
ecos del mañana. Suavemente, con el tintineo de un viento lento se diluye el
tambor. Su voz queda en mi memoria, su olor impregna todo lo que soy , todo lo
que aguardo. Y , no sé, es como se generara una nueva juventud, un nuevo deseo
¡Ay, el amor¡ Amor del alma mía, te he sentido callo. Porque he de callar y esta
mudez es tan hermoso como este paraje. Me siento hija de este lugar. Soy hija
de esta isla. Soy hija de cada penar andando en mi vientre. Soy hija de cada
muerte en esta sociedad perturbada. Soy hija de cada anciana, de cada mujer
indefensa en sus derechos de vivir. Y cómo vivir con el amparo de aberraciones
, de la bestia bailando al son de la sangre derramada. Pongo como horizonte la
bandera de la esperanza, de la paz. Pongo como horizonte la mortandad de esos
homicidas descabellados de este presente, este presente que es mío y ahora se arropa en está reclusión donde las
estrellas habitan. Y quizás más adelante sentiré ese…pum…pum… Y quizás el
abrazo será cúspide de este aislamiento. Mientras habito aquí ¡Ay, amor¡ Te he
sentido y el vibrar de estómago me hace ser paciente, ser ala con plumas en el
canto de la espera