viernes, febrero 27, 2015

He salido...

Sí he salido. Qué más da. En el bolsillo de mi pantalón llevo mis sueños. Correré detrás de la primera nube cuya forma animada sea de una barca y montaré. Remaré y remaré hasta que el sol de la primavera me indique que ahí es. Sí, ese paraje donde podré sembrarlos en conjunto con el arco iris. Derrames de lágrimas de deseos será su alimento.  Una paloma blanca saldrá  de alguna forma para que no sea tarde el broté sol. Peinaré cada pétalo con el aliento de la brisa.  Y se encontrarán con el beso de las alas plateadas cuando la belleza sea la batalla de los corazones.  Sí, he salido. Al encuentro de la armonía de los seres que el suceder de los años desparraman sus ojos a la herida. Dejo atrás la violencia bajo el oscuro pasillo donde anidan cipreses negros. Dejo atrás la sangre derramada de inocentes bajo una tierra donde no hostigue los colmillos de sus hermanos. Qué más da. Sí, salir. Salir donde truenos y relámpagos mencionen entre estelas la paz, el equilibrio. Me sostengo en las sauces de un silencio. Un silencio que engarrota mi alma, mis manos impotentes en los círculos de la ferocidad. Sí, somos feroces. Pero salgo, digo. He salido cuando el animal broncíneo y la plateada luna me lo ha dicho. Sigo sus pasos. Sigo su respiración. 

jueves, febrero 26, 2015

Desinquieta...

Desinquieta mañana
Errabunda menciona los sueños
Que la noche ha dejado
El quehacer de la rutina
Metamorfosis de unas manos
Que vuelan a ras de unos ojos
Perdidos en la bruma.
Alejados erupcionan acantilados
Tras el sudor de la labor
Presos de la conciencia.
Avanzan en palabras
Que recoge la brisa
Y la alarga a un cosmos
Que parece no estar ahí.
Habitamos en el reverberar
De nuestros pensamientos
Concluidos en el quehacer diario,
La luz nos alumbra
Engendrado un nuevo paso.



martes, febrero 24, 2015

Temprano...

Temprano.  Todavía los astros rondan en el firmamento. El frío escala hasta sus entrañas como acero plomizo que la hace dormitar. Pero se despereza. Se levanta. Y rastras lleva los sueños del nocturno.  En la cama su amor. Ahí está en el apacible encuentro entre mantas y sábanas ¿Qué soñará?, se pregunto. Su rostro es tan sereno que le da cosa despertar aquello donde se sumerge en las profundidades del subconsciente pero no queda remedio la jornada se aproxima con su paso apresurado y es hora de crecer entre las columnas de la ciudad.
       Elévate amado mío. Ya es tarde. El café te espera. Truenos y relámpagos censuran este nuevo día diciendo que la lluvia vendrá. Vendrá con sus agujas frescas y su humedad. Es largo este invierno donde los ecos sonoros de la calidez se han alejado. Ya sé que duermes. Duermes en la armonía de otro mundo, de otras esferas donde la dicha congrega a todos los seres humanos en una misma hoguera. Todos iguales. Sin la aberración de la distinción. Aquí estás en esta habitación con tus sueños.  Puedo adivinar lo que por tu mente pasa.
  Andas rondado por la habitación averiguando lo que se esconde detrás de mis sueños ¡Déjame dormir¡ Soñaba un paraje lejos, muy lejos…donde los hombres y mujeres éramos recurso de la paz, de un hambre eclipsada, de armas inexistentes y frutos todos ellos del mismo río. Todos iban a beber. Sí, a beber. Se sentían…Como decirte…allendes a todo mal de la venganza, del egoísmo, de la muerte. Ya, tengo que elevar mi cuerpo y dejar este grato sueño para seguir la misma rutina de todos los días. Ya la casa se describe el aroma del café. El aroma de tu ir y venir con las prisas que presenta la mañana. Pero déjame por favor. Un poco más soñar con ese mundo perfecto.
  Todavía duerme.  Qué bello es el sueño logro averiguar. Le da igual todo. Si llega tarde que más da. Hay que recoger cada instante que nos de satisface y da felicidad como logró del yo. Yo, sola, me tomaré el café. Pensaré en el.  En lo hermoso que debe  ser vivir en una tierra distante.

  Ella se toma el café. No espera…No esperes. Me quedaré aquí con la maravilla callada de mi largo dormir.  Es tan hermoso…la siento. Creo que ya se va. Puerta que se abre y se cierra. Mientras yo seguiré aquí, bajo este techo con la alegría de un mundo mejor. 

sábado, febrero 21, 2015

El paseo...

Su paseo incesante por las enrevesadas raíces de la vitalidad. En el bosque la bruma se hacía más densa, más mezclada con la humedad de una vieja tierra. Ella caminaba lenta, insonora a toda polución de las personas. En sus pensamientos daba prisa a ese aire frenado  de los ayeres, amputando cada secuela cristalina que nos hace retornar.  Un empujo la hizo adentrase más y más en esa masa arbórea hasta llegar al árbol más grandes. Relucía con su corteza marrón grisácea más que los demás. Se situó frente de él.  A ras de su pie nacía una oquedad que la invitaba a introducirse. Penetrar las entrañas nobles de aquel majestuoso árbol.  En su interior era todo oscuridad pero la calidez que insuflaba la invitaba a quedarse hasta que el amanecer broncíneo retumbara en las campanadas de su aldea. Y espero. De vez en cuando dormitaba y sueños se hacían con ellas. Sueños de una vieja espera donde los navíos del destino alzaban sus velas con la luna clara. Allí estaba. Navegando, navegando…Por los pasadizos del océano que la llamaban. Las campanas sonaron y ella salió del cuerpo de aquel árbol. Lo miro, lo acarició. Y su paseo se torno hacía su pueblo. Todavía callado. Con sus calles empedradas eco de los pasos de ella. Llegó bajo su techo. La casa estaba vacía. Se asomo desde una de las ventanas y allí en la lejanía el árbol. Ese árbol que le hacía un guiño como el despertar a una nueva aventura.  “ Quizás no sea muy tarde”, pensó.  Se mudo de ropa y salió de la casa. Saludaba a todo vecino y se dirigió al campanario. Las campanas todavía sonaban. Detenidamente observó ese movimiento pendular.  En ella penetró el aroma de sus gentes, de sus costumbres.  Y sola entró en la pequeña iglesia. No había nadie. Se sentó en una de sus sillas y absorbió la fragancia de sus paredes antiguas, de su historia, de su vida.

viernes, febrero 20, 2015

Divaga...

Divaga la caída de la tarde.
Cuerpos que se adolecen de un mañana.
La repentina estancia del agotamiento.
Un arco iris que se eclipsa
Y las flores silvestres danzando
Al son de las sombras de ojos.
Las olas rompen con su cuerpo deforme
En las rocas moldeándolas
En figuras que toman aliento.
Voces de ventisca, chasquidos de granizo
Y entonces la llamada al recogimiento
Bajo la sombra de nobles arboledas.


lunes, febrero 16, 2015

Tembrano...

Temprano,
Es temprano
Hay hambre
Gravitamos bajo las cascadas de la luna
Miramos
Temprano
Es temprano
Techos que caen
En las esferas de los desaparecidos.
Acariciamos
Ritmo que se vuelve tosco, tedioso
Seguimos
Temprano
Es temprano
Ave que enmudece
La noche
Asfalto vacío
Llueve
Ojos blancos
Que resplandecen en el nocturno.


domingo, febrero 15, 2015

Las primeras...

Las primeras luces del alba. El ritmo de los pajarillos esbozando el canto de la vida. Camina hacia su balcón. Un balcón donde las flores allí colgadas la premian con su gran colorido. Se asoma. En el horizonte un océano claro y una bóveda naranjada. No sabe lo que va hacer hoy, tal vez respirar. Inspirar y espirar el aliento de la mañana. Medita sobre las estaciones idas. Se vuelve. Y en su salón el piano. Hace tiempo que sus dedos inducidos por su corazón no componen algo que la lleve a otras esferas de este mundo. Se sienta y comienza ser caricia de cada una de las teclas hasta que una tonada le llegue, la albergue en un espacio lejano. Lejos, muy lejos. Algo suena. Algo que le hace cerrar su mirada a su derredor. Suspira y mientras una puerta se abre. Ella está sola. Pero alguien la escucha. Serán las paredes de esa vacía casa. La oscuridad de su alma es sesgada y emprende una huída a algún paraíso perdido. La puerta se cierra. Alguien anda detrás. Por un momento mira pero nadie hay. Continúa tocando y tocando hasta que se siente cansada. Una sombra se posa en su espalda. No siente temor. Está consumiéndose en su piano. La abrazan ¿Quién será? Una niebla penetra por el balcón y acoge toda la habitación. No se ve nada. La nada ronda a su derredor. Ella en calma continúa tocando. No necesita ver cada tecla, cada nota. De inmediato desaparece y sobre su piano pétalos blancos de rosas reposan. El aroma que insuflan le agrada. Intenta coger uno y cenizas se hace en sus dedos. Llora, no sé por qué. Es como si la vida se le hubiera ido. Se desploma. Su última composición es atmósfera que la envuelve como sudario desgastado.  



sábado, febrero 14, 2015

Sí, ayer...

Sí, ayer
 Embalsamiento de un arco iris
Cruje bajo el llanto de cipreses
Que desprenden su último aliento.
Batallas silenciosas,
Desgarre de las almas
Ambulando  en la agonía, en la desesperación.
Sí, ayer.
Lágrimas de fosas comunes
Donde el resonar de la carne muerta
Buscan la luz, la verdad.
Vamos, todo ha de acabar
Que la paz inspire una mirada del abismo.
Que la esperanza sea fardo que hemos de cargar
En nuestras espaldas, espaldas cansadas.
Sí, ayer
Esqueletos de perros verdes
Son sombra de las calles que pisamos.
Una mina en la pisada errónea
Despedaza nuestro ser
Y somos insonoridad a la vida, a la vida.
Nos dirigimos al océano de los elefantes
Yertos, rígidos, estáticos ,
Con la respiración acabada .


viernes, febrero 13, 2015

Hubo un tiempo...

Hubo un tiempo en que ella se arrugaba como hoja quemada tras los pétalos idos. Como monte buscaba las filigranas solares y después cuando la noche llegaba se encogía en un rincón de algún tronco que le diera calor. Encendía una hoguera y danzaba a su derredor para calentar su corazón. Hubo un tiempo en que ella se creía enamorada de los besos alados de una sonrisa, de las esquina donde algún que otro rostro la miraba a modo de saludo. Pero todo se esfumo como la canción que cansa, que agota. Todo se hacía añicos, se difuminaban en un espacio muy corto de tiempo. Por  ello se alejó, cayó bajo un pozo donde los sueños son muertos que vienen y van en cada suspiro. Tendría que olvidar. Olvidar y  apilar escalones para ascender a la esperanza de unos ojos que te miran y se quedan, se quedan. Hubo un tiempo en que ella era una anciana mano que se posaba sobre cirios para quemar cada dolor, cada pena, cada perdida. Y tendría que olvidar. Olvidar e ir tras unos gatos  azules que maúllan a la luna como llanto evadido y buscar en esa luz el recuerdo bello  de sus noches de insomnio. 

martes, febrero 10, 2015

Divagaciones de una mañana de febrero...

Suavemente ese animal broncíneo se aproximaba después de tantos crepúsculos entre cenizas alimentándome de su viveza. Como pardela perdida gemía en un rincón de la oscuridad. Ahora que la luz penetra en mi rostro soy alargada orilla donde renacen los pasos. Voy hacia él. Sí, me entrego a su alma ardiente en estas primeras horas de la mañana. Calor… Necesito calor, me digo. Las olas quietas. Llamándome. La ventura de ser cuerpo desnudo bajo las mareas del hoy. Mientras los filigranas solares sobre mi rostro. Y otra vez en la orilla consumiendo cada mirada que se cruza por las arenas negras. Saludos de gentes cotidianas, de cuerpos que se desdoblan cuando la mañana da la bienvenida a la edificación de nuestros enigmas.  Venid…Venid, digo. Aunamos nuestras almas junto al arco iris. Ascendamos por él. Sí por su cuerpo semicircular como afrodisiaco del despertar. Absorbamos de su sabiduría para que en los días venideros seamos más sensatos, más honestos con este reino natural que nos ampara. Y otra vez soy eco del susurro de las olas. La marea se levanta rompiente contra rocas deformes que dibujan las siluetas del ayer, de los ahogados. Ven sol, ven hacía mi. Ven ola viva, hacía mí. Llévame donde el destino no sea cobarde sino un riachuelo donde los rostros fijos en la mirada alberguen la emoción, el gusto de la verdad, de la belleza.  

domingo, febrero 08, 2015

Camino lento...

Camino lento,
Una noche de luna
Discurriendo entre el lodo y la bóveda celeste.
La lluvia
Viene con su frío acero
A impregnar cada obstáculo
Que edificamos
De semillas que en el mañana florecerán.
Camino lento,
La calma tras la espalda.
Pasos que se depositan en fosas oscuras
Donde el resonar de un violín
Nos hace escalar por nebulosas de cristal.
Camino lento
Y otra vez somos jardín de los astros
Que nos miran, que nos observan
En la quietud de las ramas
En el sangran de los manantiales
En el espejo que cruje
Cuando somos emancipar del agotamiento.


jueves, febrero 05, 2015

Las noche de invierno...

Un cielo plomizo. La caída de la tarde. Algún resplandor violáceo se dejaba ver. El frío como cuchillos que cruzan el rostro. El frío galopando a ras de sus pasos. Pasos que se perdían en el monteverde cuando nadie la acechaba.  Eran horas de recogimiento, de estar bajo un techo al calor de un fogón, de hogueras que se esparcen por ese pueblo ya lejano. Intento mirar atrás pero la sombras más la oscuridad solo era ojos para el verdor, para la humedad, para las pisadas que ella daba. Encendió una antorcha y hacia la gruta se dirigió. Allí la esperaban. Cuando llego a las afueras la música le alborotó el corazón, su latir se hizo más acelerado y atraída por ella penetró. Panderetas, flautas y chácaras sonaban a un ritmo vivo, ardiente. Eran los desprotegidos del pueblo. Que en el azocar de un invierno se motivaban saltando, danzando.  Al verla todo se detuvo. Una extraña. Se pusieron cada uno de ellos una máscara y le ofrecieron una a ella. Es mejor no reconocer al enemigo, a esos que nos deshecha en las esfera de este lugar, dijo uno de ellos. Ahora la diversión, el calor de la danza que viene y va con el ritmo de nuestras manos e instrumentos. Que la pena se ahogue con el fulgor de nuestros cuerpos al compás de una noche de helada. Que los llantos se diseminen en los arroyuelos de la naturaleza para que se los lleve lejos, muy lejos donde no podamos hallarlos.

Ella los miraba, mirabas sus caretas. Todos desconocidos con un auge de misterio. Un cosquilleo penetró en su cuerpo y comienza la danza. Esa danza que hermana los corazones en sentido de la libertad, de la igualdad. Cuando todo terminó retorno al pueblo. Las luces del alba bajo una sombría bóveda le decían de la vereda que debía tomar.  Una brisa del norte la refrescaba para olvidar. Olvidar los enigmas de las noches de invierno.

martes, febrero 03, 2015

Saltar y saltar...

Saltar y saltar
Bajo las cascadas del arco iris
Cuando nos emancipamos
De ser corrientes de las aceras empapadas
De nostalgias.
Brincar y brincar
Aves majestuosas que se equilibran
A nuestro vuelo fugaz
Bajo una bóveda de luciérnagas
Que nos dice, que nos susurra
Del bello despertar.
Danzar y danzar
Con la utopía de los muros
Que se fragmenta a nuestro grito, a nuestro canto
Por el romper de las olas, por esas maneras que toman
En libertad,
Con los sueños epicentro de las singladuras
Que hemos tomar como beso a la vida, a la vida.
 Y venga comencemos de nuevo
Con el brotar de un salto,
Con el nacimiento de un brinco ,
Con el engendrar de un baile ,
Que amenizará la caída del sol
De esta jornada de hoy.