Sí he salido. Qué más da. En el
bolsillo de mi pantalón llevo mis sueños. Correré detrás de la primera nube
cuya forma animada sea de una barca y montaré. Remaré y remaré hasta que el sol
de la primavera me indique que ahí es. Sí, ese paraje donde podré sembrarlos en
conjunto con el arco iris. Derrames de lágrimas de deseos será su alimento. Una paloma blanca saldrá de alguna forma para que no sea tarde el broté
sol. Peinaré cada pétalo con el aliento de la brisa. Y se encontrarán con el beso de las alas
plateadas cuando la belleza sea la batalla de los corazones. Sí, he salido. Al encuentro de la armonía de
los seres que el suceder de los años desparraman sus ojos a la herida. Dejo
atrás la violencia bajo el oscuro pasillo donde anidan cipreses negros. Dejo
atrás la sangre derramada de inocentes bajo una tierra donde no hostigue los
colmillos de sus hermanos. Qué más da. Sí, salir. Salir donde truenos y
relámpagos mencionen entre estelas la paz, el equilibrio. Me sostengo en las
sauces de un silencio. Un silencio que engarrota mi alma, mis manos impotentes
en los círculos de la ferocidad. Sí, somos feroces. Pero salgo, digo. He salido
cuando el animal broncíneo y la plateada luna me lo ha dicho. Sigo sus pasos.
Sigo su respiración.
Este blog esta bajo los derecho de autor para cualquier información laguna198@hotmail.com Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
viernes, febrero 27, 2015
jueves, febrero 26, 2015
Desinquieta...
Desinquieta mañana
Errabunda menciona los sueños
Que la noche ha dejado
El quehacer de la rutina
Metamorfosis de unas manos
Que vuelan a ras de unos ojos
Perdidos en la bruma.
Alejados erupcionan acantilados
Tras el sudor de la labor
Presos de la conciencia.
Avanzan en palabras
Que recoge la brisa
Y la alarga a un cosmos
Que parece no estar ahí.
Habitamos en el reverberar
De nuestros pensamientos
Concluidos en el quehacer diario,
La luz nos alumbra
Engendrado un nuevo paso.
martes, febrero 24, 2015
Temprano...
Temprano. Todavía los
astros rondan en el firmamento. El frío escala hasta sus entrañas como acero
plomizo que la hace dormitar. Pero se despereza. Se levanta. Y rastras lleva
los sueños del nocturno. En la cama su
amor. Ahí está en el apacible encuentro entre mantas y sábanas ¿Qué soñará?, se
pregunto. Su rostro es tan sereno que le da cosa despertar aquello donde se
sumerge en las profundidades del subconsciente pero no queda remedio la jornada
se aproxima con su paso apresurado y es hora de crecer entre las columnas de la
ciudad.
Elévate amado
mío. Ya es tarde. El café te espera. Truenos y relámpagos censuran este nuevo
día diciendo que la lluvia vendrá. Vendrá con sus agujas frescas y su humedad.
Es largo este invierno donde los ecos sonoros de la calidez se han alejado. Ya
sé que duermes. Duermes en la armonía de otro mundo, de otras esferas donde la
dicha congrega a todos los seres humanos en una misma hoguera. Todos iguales.
Sin la aberración de la distinción. Aquí estás en esta habitación con tus
sueños. Puedo adivinar lo que por tu
mente pasa.
Andas rondado por la
habitación averiguando lo que se esconde detrás de mis sueños ¡Déjame dormir¡
Soñaba un paraje lejos, muy lejos…donde los hombres y mujeres éramos recurso de
la paz, de un hambre eclipsada, de armas inexistentes y frutos todos ellos del
mismo río. Todos iban a beber. Sí, a beber. Se sentían…Como decirte…allendes a
todo mal de la venganza, del egoísmo, de la muerte. Ya, tengo que elevar mi
cuerpo y dejar este grato sueño para seguir la misma rutina de todos los días.
Ya la casa se describe el aroma del café. El aroma de tu ir y venir con las
prisas que presenta la mañana. Pero déjame por favor. Un poco más soñar con ese
mundo perfecto.
Todavía duerme. Qué bello es el sueño logro averiguar. Le da
igual todo. Si llega tarde que más da. Hay que recoger cada instante que nos de
satisface y da felicidad como logró del yo. Yo, sola, me tomaré el café.
Pensaré en el. En lo hermoso que debe ser vivir en una tierra distante.
Ella se toma el
café. No espera…No esperes. Me quedaré aquí con la maravilla callada de mi largo
dormir. Es tan hermoso…la siento. Creo
que ya se va. Puerta que se abre y se cierra. Mientras yo seguiré aquí, bajo
este techo con la alegría de un mundo mejor.
sábado, febrero 21, 2015
El paseo...
Su paseo incesante por las
enrevesadas raíces de la vitalidad. En el bosque la bruma se hacía más densa,
más mezclada con la humedad de una vieja tierra. Ella caminaba lenta, insonora
a toda polución de las personas. En sus pensamientos daba prisa a ese aire frenado de los ayeres, amputando cada secuela
cristalina que nos hace retornar. Un
empujo la hizo adentrase más y más en esa masa arbórea hasta llegar al árbol más
grandes. Relucía con su corteza marrón grisácea más que los demás. Se situó
frente de él. A ras de su pie nacía una
oquedad que la invitaba a introducirse. Penetrar las entrañas nobles de aquel
majestuoso árbol. En su interior era
todo oscuridad pero la calidez que insuflaba la invitaba a quedarse hasta que
el amanecer broncíneo retumbara en las campanadas de su aldea. Y espero. De vez
en cuando dormitaba y sueños se hacían con ellas. Sueños de una vieja espera
donde los navíos del destino alzaban sus velas con la luna clara. Allí estaba.
Navegando, navegando…Por los pasadizos del océano que la llamaban. Las campanas
sonaron y ella salió del cuerpo de aquel árbol. Lo miro, lo acarició. Y su
paseo se torno hacía su pueblo. Todavía callado. Con sus calles empedradas eco
de los pasos de ella. Llegó bajo su techo. La casa estaba vacía. Se asomo desde
una de las ventanas y allí en la lejanía el árbol. Ese árbol que le hacía un
guiño como el despertar a una nueva aventura. “ Quizás no sea muy tarde”, pensó. Se mudo de ropa y salió de la casa. Saludaba
a todo vecino y se dirigió al campanario. Las campanas todavía sonaban.
Detenidamente observó ese movimiento pendular. En ella penetró el aroma de sus gentes, de sus
costumbres. Y sola entró en la pequeña
iglesia. No había nadie. Se sentó en una de sus sillas y absorbió la fragancia
de sus paredes antiguas, de su historia, de su vida.
viernes, febrero 20, 2015
Divaga...
Divaga la caída de la tarde.
Cuerpos que se adolecen de un mañana.
La repentina estancia del agotamiento.
Un arco iris que se eclipsa
Y las flores silvestres danzando
Al son de las sombras de ojos.
Las olas rompen con su cuerpo deforme
En las rocas moldeándolas
En figuras que toman aliento.
Voces de ventisca, chasquidos de granizo
Y entonces la llamada al recogimiento
Bajo la sombra de nobles arboledas.
lunes, febrero 16, 2015
Tembrano...
Temprano,
Es temprano
Hay hambre
Gravitamos bajo las cascadas de la luna
Miramos
Temprano
Es temprano
Techos que caen
En las esferas de los desaparecidos.
Acariciamos
Ritmo que se vuelve tosco, tedioso
Seguimos
Temprano
Es temprano
Ave que enmudece
La noche
Asfalto vacío
Llueve
Ojos blancos
Que resplandecen en el nocturno.
domingo, febrero 15, 2015
Las primeras...
Las primeras luces del alba. El
ritmo de los pajarillos esbozando el canto de la vida. Camina hacia su balcón.
Un balcón donde las flores allí colgadas la premian con su gran colorido. Se
asoma. En el horizonte un océano claro y una bóveda naranjada. No sabe lo que
va hacer hoy, tal vez respirar. Inspirar y espirar el aliento de la mañana.
Medita sobre las estaciones idas. Se vuelve. Y en su salón el piano. Hace
tiempo que sus dedos inducidos por su corazón no componen algo que la lleve a
otras esferas de este mundo. Se sienta y comienza ser caricia de cada una de
las teclas hasta que una tonada le llegue, la albergue en un espacio lejano.
Lejos, muy lejos. Algo suena. Algo que le hace cerrar su mirada a su derredor.
Suspira y mientras una puerta se abre. Ella está sola. Pero alguien la escucha.
Serán las paredes de esa vacía casa. La oscuridad de su alma es sesgada y
emprende una huída a algún paraíso perdido. La puerta se cierra. Alguien anda
detrás. Por un momento mira pero nadie hay. Continúa tocando y tocando hasta
que se siente cansada. Una sombra se posa en su espalda. No siente temor. Está consumiéndose
en su piano. La abrazan ¿Quién será? Una niebla penetra por el balcón y acoge
toda la habitación. No se ve nada. La nada ronda a su derredor. Ella en calma continúa
tocando. No necesita ver cada tecla, cada nota. De inmediato desaparece y sobre
su piano pétalos blancos de rosas reposan. El aroma que insuflan le agrada.
Intenta coger uno y cenizas se hace en sus dedos. Llora, no sé por qué. Es como
si la vida se le hubiera ido. Se desploma. Su última composición es atmósfera
que la envuelve como sudario desgastado.
sábado, febrero 14, 2015
Sí, ayer...
Sí, ayer
Embalsamiento de un arco iris
Cruje bajo el llanto de cipreses
Que desprenden su último aliento.
Batallas silenciosas,
Desgarre de las almas
Ambulando en la
agonía, en la desesperación.
Sí, ayer.
Lágrimas de fosas comunes
Donde el resonar de la carne muerta
Buscan la luz, la verdad.
Vamos, todo ha de acabar
Que la paz inspire una mirada del abismo.
Que la esperanza sea fardo que hemos de cargar
En nuestras espaldas, espaldas cansadas.
Sí, ayer
Esqueletos de perros verdes
Son sombra de las calles que pisamos.
Una mina en la pisada errónea
Despedaza nuestro ser
Y somos insonoridad a la vida, a la vida.
Nos dirigimos al océano de los elefantes
Yertos, rígidos, estáticos ,
Con la respiración acabada .
viernes, febrero 13, 2015
Hubo un tiempo...
Hubo un tiempo
en que ella se arrugaba como hoja quemada tras los pétalos idos. Como monte
buscaba las filigranas solares y después cuando la noche llegaba se encogía en
un rincón de algún tronco que le diera calor. Encendía una hoguera y danzaba a
su derredor para calentar su corazón. Hubo un tiempo en que ella se creía
enamorada de los besos alados de una sonrisa, de las esquina donde algún que
otro rostro la miraba a modo de saludo. Pero todo se esfumo como la canción que
cansa, que agota. Todo se hacía añicos, se difuminaban en un espacio muy corto
de tiempo. Por ello se alejó, cayó bajo
un pozo donde los sueños son muertos que vienen y van en cada suspiro. Tendría
que olvidar. Olvidar y apilar escalones
para ascender a la esperanza de unos ojos que te miran y se quedan, se quedan.
Hubo un tiempo en que ella era una anciana mano que se posaba sobre cirios para
quemar cada dolor, cada pena, cada perdida. Y tendría que olvidar. Olvidar e ir
tras unos gatos azules que maúllan a la
luna como llanto evadido y buscar en esa luz el recuerdo bello de sus noches de insomnio.
miércoles, febrero 11, 2015
martes, febrero 10, 2015
Divagaciones de una mañana de febrero...
Suavemente ese animal broncíneo se aproximaba después de tantos
crepúsculos entre cenizas alimentándome de su viveza. Como pardela perdida
gemía en un rincón de la oscuridad. Ahora que la luz penetra en mi rostro soy
alargada orilla donde renacen los pasos. Voy hacia él. Sí, me entrego a su alma
ardiente en estas primeras horas de la mañana. Calor… Necesito calor, me digo. Las
olas quietas. Llamándome. La ventura de ser cuerpo desnudo bajo las mareas del
hoy. Mientras los filigranas solares sobre mi rostro. Y otra vez en la orilla
consumiendo cada mirada que se cruza por las arenas negras. Saludos de gentes
cotidianas, de cuerpos que se desdoblan cuando la mañana da la bienvenida a la
edificación de nuestros enigmas. Venid…Venid,
digo. Aunamos nuestras almas junto al arco iris. Ascendamos por él. Sí por su
cuerpo semicircular como afrodisiaco del despertar. Absorbamos de su sabiduría para
que en los días venideros seamos más sensatos, más honestos con este reino
natural que nos ampara. Y otra vez soy eco del susurro de las olas. La marea se
levanta rompiente contra rocas deformes que dibujan las siluetas del ayer, de
los ahogados. Ven sol, ven hacía mi. Ven ola viva, hacía mí. Llévame donde el
destino no sea cobarde sino un riachuelo donde los rostros fijos en la mirada
alberguen la emoción, el gusto de la verdad, de la belleza.
domingo, febrero 08, 2015
Camino lento...
Camino lento,
Una noche de luna
Discurriendo entre el lodo y la bóveda celeste.
La lluvia
Viene con su frío acero
A impregnar cada obstáculo
Que edificamos
De semillas que en el mañana florecerán.
Camino lento,
La calma tras la espalda.
Pasos que se depositan en fosas oscuras
Donde el resonar de un violín
Nos hace escalar por nebulosas de cristal.
Camino lento
Y otra vez somos jardín de los astros
Que nos miran, que nos observan
En la quietud de las ramas
En el sangran de los manantiales
En el espejo que cruje
Cuando somos emancipar del agotamiento.
jueves, febrero 05, 2015
Las noche de invierno...
Un cielo plomizo. La caída de la
tarde. Algún resplandor violáceo se dejaba ver. El frío como cuchillos que
cruzan el rostro. El frío galopando a ras de sus pasos. Pasos que se perdían en
el monteverde cuando nadie la acechaba.
Eran horas de recogimiento, de estar bajo un techo al calor de un fogón,
de hogueras que se esparcen por ese pueblo ya lejano. Intento mirar atrás pero
la sombras más la oscuridad solo era ojos para el verdor, para la humedad, para
las pisadas que ella daba. Encendió una antorcha y hacia la gruta se dirigió.
Allí la esperaban. Cuando llego a las afueras la música le alborotó el corazón,
su latir se hizo más acelerado y atraída por ella penetró. Panderetas, flautas
y chácaras sonaban a un ritmo vivo, ardiente. Eran los desprotegidos del
pueblo. Que en el azocar de un invierno se motivaban saltando, danzando. Al verla todo se detuvo. Una extraña. Se
pusieron cada uno de ellos una máscara y le ofrecieron una a ella. Es mejor no
reconocer al enemigo, a esos que nos deshecha en las esfera de este lugar, dijo
uno de ellos. Ahora la diversión, el calor de la danza que viene y va con el
ritmo de nuestras manos e instrumentos. Que la pena se ahogue con el fulgor de
nuestros cuerpos al compás de una noche de helada. Que los llantos se diseminen
en los arroyuelos de la naturaleza para que se los lleve lejos, muy lejos donde
no podamos hallarlos.
Ella los miraba, mirabas sus caretas. Todos desconocidos con
un auge de misterio. Un cosquilleo penetró en su cuerpo y comienza la danza.
Esa danza que hermana los corazones en sentido de la libertad, de la igualdad.
Cuando todo terminó retorno al pueblo. Las luces del alba bajo una sombría
bóveda le decían de la vereda que debía tomar.
Una brisa del norte la refrescaba para olvidar. Olvidar los enigmas de
las noches de invierno.
martes, febrero 03, 2015
Saltar y saltar...
Saltar y saltar
Bajo las cascadas del arco iris
Cuando nos emancipamos
De ser corrientes de las aceras empapadas
De nostalgias.
Brincar y brincar
Aves majestuosas que se equilibran
A nuestro vuelo fugaz
Bajo una bóveda de luciérnagas
Que nos dice, que nos susurra
Del bello despertar.
Danzar y danzar
Con la utopía de los muros
Que se fragmenta a nuestro grito, a nuestro canto
Por el romper de las olas, por esas maneras que toman
En libertad,
Con los sueños epicentro de las singladuras
Que hemos tomar como beso a la vida, a la vida.
Y venga comencemos de
nuevo
Con el brotar de un salto,
Con el nacimiento de un brinco ,
Con el engendrar de un baile ,
Que amenizará la caída del sol
De esta jornada de hoy.
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