miércoles, septiembre 25, 2019

LA HABITACIÓN QUE HABITO...






La habitación que habito, cierro la puerta cuando el nocturno cabalga junto a los astros. No, no quiero que se vayan los sueños, eso decía mi abuela.  Hay  que dormir a puerta cerrada para que los sueños bonancibles se despierten al amanecer. El silencio guarda el secreto y los riscos a trepar se convierten en barcas danzando peces plateados cuando la mar retorna a la tranquilidad. La habitación que habito, empeñada en un despertar donde los pozos del subconsciente erupcionan en un jardín de deseos verticales.  Me entrego como decía ella a las sábanas blancas del descanso y me dejo sutilmente ir en el canto certero del letargo cuando abrasa los sueños.  Sueña, me decía mi abuela. Sueña con un mañana plagado del desacuerdo con el ayer. Sueña con los ojos abiertos, con los ojos cerrados en el canto de las noches. Sueña fuertemente con aquello que más anhelas. Sueña, libre, con el tintineo de tu corazón agarrado a la verdad. Sueña, sí, con el giro de atmósferas buenaventuras de tus pisadas. La habitación que habito, paredes verde azuladas que hablan del creciente vuelo de las aves en un destino tus alas amparan la gracia, la belleza, el buen sabor de los despertares. Y todo es sueño, eso decía mi abuela. Y todo es dejadez de trastos de púas para el empuje de la verticalidad de tus deseos. Cierra bien la puerta, eso decía mi abuela. Qué los embarradas atmósferas no te contaminen, no envenene cada una de tus huellas, no yazcan donde tú eres ese pedazo de cosmos bosquejando los ojos en un horizonte benevolente.

domingo, septiembre 22, 2019

Y las olas...

Y las olas rajadas daban aliento a los sentidos.
 Y la bóveda celeste impecable daba cobijo a la desnudez.
Y el baile de los despiertos daba alimento a los muertos.
Y el adiós del alba daba juegos de cometas de arco iris
Donde el andar sobre ellas nos llevaba lejos….muy lejos.
Y elevadas al son de las aves consumimos nuestras estaciones.  
Y el resonar de una sonrisa hormigueaba en los vientres
Desheredados de la calma de las armas.
Y el estar aquí
    Y el estar ahora
                                               Es mañana de lutos oxidados
De  sueños presos en la madrugada.
Y la mirada se torna aguacero  de paz.
Y las manos esbozan conjuntamente idas batallas de pañuelos 

sábado, septiembre 21, 2019

DESPERTARES...


La cocina. Dos sillas. Dos mujeres. Un amanecer. Un otoño.


X:
Y comienza la mañana, una espiral preñada de un olor intenso a café despierta mis sentidos. Tú, no sé dónde estás, no sé donde tus conversaciones se erigen en el momento que mis parpados se abren y dejan que la luz del día los cierre de nuevo. Inspiro y espiro, me inundo del más apreciado de los dilemas, la vida e intento agarrarme a esa cuerda que a veces balancea en una danza de despertares. Ven , ven querida amada, querida amiga. Tu rostro me envuelve y surco el remanso de la plenitud ¡Oh mañana¡ Levanta los ánimos que con nuestros alientos navegarán contra corriente impuesta por la mediocridad.
Y:
Y comienza la mañana, aquí sentada. Ella no lo sabe y puedo leer cada una de sus palabras reflejadas en sus ojos. En sus ojos que se abren y se cierran por el haz solar. El aroma estremece las paredes blancas de esta casa y mis pasos comienzan el ritmo lento hasta su frente. Se escucha el trinar de los pajarillos, el otoño que con su valentía viene de nuevo para agazapar nuestros cuerpos entre sueños de barcos de papel que irán por un cielo perfecto, cotidiano ¡Oh mañana¡ Llama a nuestro destino, incierto o cierto, según vengan los vientos nortes. Ella toma café y yo de nuevo sentada espero sus ojos.
X:
Las mareas nos envuelven en el sutil bramido de su alma. Un alma aquejada, herida. Siento la tersa espalda de ella en mi espalda.  Estimulada soy vertical, me alzo y me doy la vuelta. Ahí estás, siempre conmigo aunque a veces la ausencia dialogue a solas con mis deseos ¡Qué será¡ ¡Qué será¡ de las calles contenidas en la nada. Todavía….todavía el silencio mana de ellas. Solo un perro ladra. Un perro verde, azul, amarillo, rojo rebozado de alegría. La alegría de sentirte, cerca, próxima a la calidez desprendida bajo este techo.
Y:
Sentada…aún sigo sentada, de espaldas. Qué todo es reverder. Qué todo es paz. Qué todo es libertad ¿Te he dicho que te amo…?no sé, a veces me despisto y me abrigo en mis pensamientos ¿Te lo he dicho…? Palabras tambaleando en mi voz. No sé, me pierdo,  me ahondo en un largo verso que espontáneamente me embriaga. No, no valen las palabras, no vale mi voz. Solo el eco del acto, de los sucesos del tiempo dirá de este querer. Te levantas, te asomas en la ventana, quieres nutrirte del día, de ese día que viene hoy con toda su plenitud.
X:
Ya estoy aquí, ante ti.
Y:
Ya estoy aquí, ante ti.
X,Y:
Condición de nubes inanimadas que nos entrega el deseo, este amor de estaciones pausadas en el auge de un beso. Sí, un beso horneado en la distracción del mundo, un mundo estancado en el paso del tiempo.

sábado, septiembre 14, 2019

Divagaciones de una mañana de septiembre de footing...


He corrido sobre el asfalto corroído por la polución.
He corrido, libre, sobre las nubes inanimadas de la esperanza.
He corrido, pacífica, con el viento calmo del mañana.
He corrido con el pensamiento en el reverder de mis pisadas.
He corrido con la ausencia de las mareas muertas.
He corrido con el sudor de la lucidez.
He corrido con mi espíritu imbuido en la certeza.
He corrido dibujando círculos con el aliento
Donde el resonar de mis ojos abiertos clama
El renacer de la memoria en mis huellas.
He corrido, así, con la estampida de la verticalidad.

miércoles, septiembre 11, 2019

En la cama...


En la cama con el placer del sueño o eso creía. Estaba durmiendo o no. No sé, fijamente miraba el techo en la oscuridad de la noche sin luna. Una extraña imagen de luz, una figura de halo azul, verde me miraba desde el techo. No sentía miedo o alguna especie de pánico que me arrastrara en un sudor frío. Era septiembre, un septiembre con un clima pesado, pegajoso. Yo estaba despierta o no. Pero sí, estaba despierta. La luz me hablaba y yo me sentía invitada a sus palabras. No se entendía muy bien, pero creo que algo respecto a este mundo donde existimos. Constantemente nombraba la palabra dimensión, yo no comprendía lo que quería decir con ello y me levanté y la imagen de luz se puso ante mí, de pie, frente a frente. Alargo una especie de sus brazos y me enrolló en su luz azul, verde. En ese instante sentía cierto impacto sutil de energía en mi cuerpo. Temblé por un momento y luego me deje arrastrar hasta donde quería llevarme. Cerré los ojos y como si el tiempo se hubiera detenido pues me fije en mi reloj, estábamos frente a un árbol. Un árbol cualquier, de cualquier parte del mundo. Mis ojos atentos lo observó el árbol, como se desenrollaba aquella especie de energía de mi y desaparecía. No me pregunté por qué estaba ahí, frente a un árbol ante un parque desolado, desértico. Era el único, esbelto, gris, sin hojas con el crujir de ramas que van cayendo a la tierra. Un presentimiento me vino a buscar, un pensamiento del mañana, de un amanecer donde las cloacas del adiós nos invocaban al desastre. Huí de él al encuentro de aquella luz para que me llevara a mi realidad del presente. Corrí y corrí, con el desespero desbocado del vacío, de la nada del futuro. Cerré los ojos y sentí un calor que subía por mis piernas, por mis muslos, por mi vientre, por mis pechos, por mi cabeza. Los abrí, en la cama, mirando el techo. Supe de lo que nos esperaba, supe de mi vida en el hoy, supe del mañana. Ya lo estaba viviendo de manera inconsciente. Dormí, hasta que mi gata blanca y negra me despertará a las siete. Son las siete, elevo la mirada, elevo mi cuerpo, me asomo por una ventana y veo un árbol similar que se le caen las hojas ante el otoño venidero. Hojarasca y hojarasca revoloteando en busca del descanso.

domingo, septiembre 08, 2019

Amanece.....






Amanece. Sí, amanece en los caminos de los ojos cuando el horizonte los impregna de un lento despertar.  Fija, estática, mira la nueva tonada del día que se engendra en las vertientes nortes del viento. Sí, un cierto viento que le arrebata la pesadez de su espalda. Rocas inmunes rozando su piel y el océano….Ante el parece pardela matutina en busca de su presa cuando aun la ciudad está adormilada. Amanece. Sí, amanece, el mundo gira en la confusión del que sí, del que no de un mañana seguro. El miedo se vertebra a veces en lenguas mezquinas arremetiendo con la existencia después de la frontera. Todo es cambio, todo es metamorfosis, una dimensión que nos lleva a la aceptación de lo que viene. Amanece. Sí, amanece y estamos en la profundidad de una nueva atmosfera, de nuevas gentes andando a ras de las aceras, sosas, apagadas. Todo hay que vivirlo y aceptarlo, pieles distintas, pensamientos distintos, tiempo distintos  que se aunarán para la reestructuración de un mundo nuevo. Amanece. Sí, amanece y no estoy penando, estoy en plena acogida de mis ojos cuando el horizonte los embellece del ronroneo de las olas. Inspiro y espiro…espiro e inspiro y todo es calma y todo rejuvenece en mi andar pausado. El viento norte ¡el viento norte¡ tira de mi  empujándome a continuar. Todo hay que aceptarlo. Amanece. Sí, amanece en los caminos de los ojos cuando distintas culturas son horizonte de nuestro hoy, de nuestro mañana. Un mañana tan simple con tomar de las manos de los hijos, de las hijas de la tierra.

miércoles, septiembre 04, 2019

Divagaciones de una tarde de septiembre...







Septiembre, un halo de calidez se incrusta en mis carnes. Mis pisadas esquivan las esquinas donde la duda se hace mencionar. Mis manos acarician las tersas nubes de un deseo, un deseo penetrante en mi vientre seco. Septiembre, sin más tarareo una melodía tosca, oscura y me pierdo en el ensueño. Mis ojos abiertos conquistan el horizonte en toda su densidad. Septiembre, un nuevo viaje me espera en andenes envejecidos por la herrumbre de los años. Aquí estoy, con mi maleta, una maleta retazos de poemas navegarán hasta hallar tu rastro. Nada de ti. Septiembre, imbuida en mis pensamientos correteando por el beso, el beso prohibido del tiempo. Avisto la caída de la tarde con su luna blanca haciendo un guiño al mañana. Avisto el último vuelo de los pajarillos en el término de la claridad. Septiembre, la verticalidad alza mi cuerpo y mi espíritu quiere danzar con los llamativos astros que vendrán. Vendrán y soñaré. Sí, seguiré soñando en cada rincón de mis sentidos. Septiembre, un árbol renace en los jardines clausurados a las miradas, venturas nuevas planearan sobre mi espalda. Sí, septiembre, un dibujado camino me lleva, me trae hasta la libertad de las mareas, hasta los despertares calmos ante la tempestad de manos de sangre de otros lugares.   Septiembre, una manzana brota del árbol renacido, muerdo y el aliento de mis piernas resurgen entre las hogueras purificadoras a la paz. Septiembre…                                                                 

LAS PALABRAS...


Las palabras,
Humo que nos invade
En la verticalidad de su ida.
Las palabras,
Inquietas, movedizas
Sentido desorientado en llamas.
Las palabras,
Vienen con su resonar
En las paredes
De habitaciones blancas, vacías.
Las palabras,
Vertiente desconocida
Donde el tiempo
Las acuesta en la verdad.
Palabras y palabras
Vuelco paralelo que nos inundan,
Que nos abstienen ante su tono roto
En los huecos del  viento.
Las palabras,
Venid….venid….
Aunadas a las manos que tragan
Cuando son equilibrio de las jornadas.
Las palabras,
Se escapan, se escurren
En parajes indecisos, desconfiados
De los sueños del mañana.
Siempre las palabras
Sentencia dudosa de lo venidero,
De lo real
Las palabras
Aceptarlas, guardarlas
En baúles del recuerdo.