domingo, septiembre 30, 2012

Tic-Tac...


El negror del crepúsculo es cotidiana intercepción en el preámbulo de una  búsqueda. Desde lo lejos la llamada del viento del sur da presura al discurrir de un alma que vaga admirando la oscuridad de las colinas. Sombras que se encogen con el transcurrir de un tic-tac que desaparece de su mirada. Su corazón siente el retozar de la naturaleza, la calma cuando aún todos en su letargo ascienden al paraíso de los sueños. Se pregunta que será de su mañana. Un mañana donde las ráfagas de las ráfagas de neblina irradian incertidumbre en sus pasos. Se estira, se encoge y en el captar de cada señal de la madre tierra se sienta. De sus ojos mana una especie de llanto que podría ser de tristeza o alegría según como se mire. Inerte alza los brazos y abraza ese espacio que es su propio cuerpo.
      YY:
              Y qué día es hoy. Las horas pasan, los días pasan y en el vaivén de un cierto vacío me condeno, me rijo por el orden de la naturaleza.
      XX:(naturaleza)
           Para que quieres saber las horas. Esos días que ante tu mirada plasmada en el horizonte te hace ser dichosa sabiduría de la naturaleza. Ella con su luna. Con esa luna que tanto nombramos te sostiene, te hace ser vertical cernícalo que se alza entre barrancos.
 YY:
          Las horas pasan, los días pasan y me pregunto que si nos daremos cuenta. Nos daremos cuenta del daño que te hacemos. Cuando no podamos respirar, beber de tu agua, nutrirnos de tus bosques cuando somos pisada del follaje maravilloso que se enerva ante nuestros ojos.
  XX:
          Herido estoy. Pero esta herida creo yo que puede sanar con el paso del tiempo. Todo depende, digo. Todo depende de cuando el atrincherar de esa maza atroz me deje reposar, me deje exhalar las brisas de las esperanzas.

YY:
      Las horas pasan, los días pasan y más te admiro. Esa manera que tienes de grito callado, del silencio ante el daño. ¡Ya amaneces¡

Nubes enquistadas en el horizonte. Todo es de un gris sonoro que se difumina con el azul de una bóveda que nos vuelve más cordiales con la naturaleza. Tic-tac transcurre los pensamientos envueltos en el auge de que sí. Sí, seremos más equilibrados, más amables con nuestra madre tierra. Se deja de abrazar y se extiende ante ese paisaje que ahora saboreamos. ¡Tan hermoso¡ ¡Tan perfecto¡ Espera que nuevas generaciones puedan beber de el con el corazón, con el respeto… 

domingo, septiembre 23, 2012

El lago(narrativa) 2ª parte


     Retorna de nuevo a ese vagón, ese vagón desnudo de gente. El supervisor toca, abre.
- ¿Desean algo señor y señorita?
- Pero es que usted no sabe esperar a que yo le la orden de entrar.
   El hermetismo era sombra que bordeaba aquel caballero acompañante de mi viaje, de ese viaje incierto.
-       Lo siento señor, no quería molestar. Es la costumbre. Es que a lo mejor a la señorita le apetece algo. Son muchas horas…
-       No se nos apetece nada y haga el favor de no molestar más.
Un sudor  de nerviosismo invadía al revisor. A través de su mirada se adivinaba un cierto aroma de desorientación. ¿Qué hacer? Cerró. Sus pasos con la estridencia del tren eran pesados, plasmados en el descontento y desconcierto.
-       Que pesados son. Sé que es su obligación pero las condiciones de este viaje no nos permiten dar confianza a nadie. Me siento de malhumor, no me gusta tratar a nadie así sea cual sea su cargo. ¿Quieres comer algo Rosam? He traído algo por si la fatiga aparece.
-       No. No deseo nada . Me hallo bien. Este viaje es muy largo y a donde quiera que vayamos estoy deseando poner los pies en tierra.
-       Como que no quiere nada. Debería comer algo. Sabe que el nutrirse salva a las almas de esa prolongada tortura de los pensamientos. Si usted no come desfallecerá y eso le provocará un cierto nerviosismo. Ande tome algo.
Se fija ella en al comisura de los labios de aquel hombre, agrietados, ya sea por frío o por el avance de los años. Tenía una curiosidad atractiva ¿Cuántas mujeres lo habrían besado? Y su voz, ¡ay su voz¡ con esa serenidad contundente ¿a cuantas habría embelesado? El se dio cuenta, se da cuenta de que estaba examinándolo, sabe que ella se encuentra desorientada, desconcertada, dudosa para ese destino solo conocido por el. La pesadumbre por un momento hizo mella en sus pensamientos y insuflo un pequeño suspiro. Ella seguía explorándolo ¿Qué le pasará?, se preguntaba y noto cierta tristeza en sus ojos. Miró de nuevo por la ventanilla la oscuridad era tal que no se distinguía nada. Con las horas le llegó y el ronroneo de la locomotora le llegó el sueño. Se quedo dormida. El la observaba mientras explosionaba palabras de esperanza “ Ojala tengas suerte. Suerte en ese allende territorio donde la luna será tu centinela cuando la noche cae, donde el sol te vigilará cuando esta se acueste.  Ojala sepas sobrevivir en ese lugar donde la arboleda será tu fortaleza y las montañas esas murallas impenetrables por cualquier ser humano. Las flores te mimarán y serás libre. La naturaleza te guiará a ser mariposa que jornada a jornada ira creciendo con su aroma, con la fragancia de la esperanza. No estarás marcada como tu padre, nadie posará una mano sobre ti. Pobre hombre ¡Ay¡ Otro suspiro que despertó a Rosam. Lo miro pero sus ojos ahuyentaron las lagrimas que le caía aquel hombre por las mejillas y se acorraló en el eclipsar de sus párpados. Intuía, no solo intuía, sabía, que algo pasaba y ver un hombre llorar no era normal.
  Pensar y pensar así afloró tras la lluvia fuera de su techo. Recuerda muy bien ese hombre, su voz rumiaba ahora en su cerebro. Se detuvo olfateando esos algodones plúmbicos que rondaban en el horizonte del lago. “ Solo horas me quedan para ser caricia de mi cosecha que supongo que estará todo destrozado con la que acaba de caer. Me da igual. Mañana renacerá un nuevo estallido otoñal y el primor del sol me dará fuerzas para hacerla resucitar después de la destrucción”. Se echó a andar en dirección a su huerto. Un huerto encharcado pero aún así pudo recolectar algo. La tormenta no había sido tan fuerte. Unas lechugas por aquí, unos tomates por allá. Inspeccionó el lugar y los charcos abundaban. Pero pudo recoger. En una cesta se lo llevó a la cabaña y lo depositó sobre la mesa para otra vez salir. A zancadas se introdujo en la masa arbórea dejando al lago solo, sin el aliento de su presencia. Recolecto unas cerezas pues ese lugar abundaban los cerezos. Húmedas, frescas se introdujo una en la boca. La saboreó con el eclipsar de sus párpados. Respiró profundamente y ese sabor entre agrio y dulcen la meció en la dicha por unos instantes. Se pregunto por el amor, ese amor que nunca había vista, palpado o sentido. Como besaría ella, ni se lo imaginaba. Como sería su acaricia si nunca había sido calidez del ser humano. No podía responder a sus interrogantes. No podía asimilar como sería sus palabras si algún día se encontraba con un ser de su especie. Retorna al lago, ese lago que la abraza ahora que los dorados rayos salen a flote, como a flote sale ese ferrocarril que la llevo a ese destino.
-       El tren se ha parado pero no observo sombra alguna afuera.
-       Es para retomar combustible. Todavía queda. Pero venga tenemos dos horas para estirar las piernas.
-       Como que estirar las piernas. ¿Es que vamos a salir? Me extraña.
-       Si, vamos a salir. Necesitas coger un poco de aire fresco además no has comido nada. Esto nos despejará la cabeza. Creo que el día de hoy esta resplandeciente.
    Y salieron, bajaron de aquel vagón con el impacto fugaz de los rayos solares. Un enjambre de pasajeros ya había descendido de esa masa de hierro y carbón. Muchas horas, muchas horas en la penumbra de una luz que ahora era natural. No tardaron mucho en adaptarse.
- ¿Dónde estamos?- preguntó ella al paso de él.
  Miró al horizonte, arboledas de un verde intenso, de un verde negro se proyectaban ante ella. El cielo era de un celeste coloquial cuasi invitando a cualquiera a saludar al mundo. En la estación no había nada, nada de nada es como si hubiese un viaje a través del tiempo. Si un viaje a un lugar que por muchos siglos no hubiese sido tocado por nadie y por nada. Una brisa ligera levantaba algo de la arenilla del suelo de madera que ellos pisaban. Los demás pasajeros fueron entrando.
-       Solo veo montañas escarpadas y bajo el una especie de boscaje y esta estación. Y que decir de ella es el desierto en persona. No hay nada más.¡Es tan solitario esto..¡ Y yo que creí haber llegado a un lugar donde el movimiento de gentes, donde el conjunto de edificios me permitiera entrar en un café o admirar los escaparates. Me quieres decir dónde estamos.
-       Solo ves lo material joven. No inhalas la fragancia reinante concebida por la madre naturaleza. No ves que este lugar antiquísimo es una reliquia. Estás tan ciega…Anda caminemos un poco, vamos por la parte trasera.
- ¿Que vamos a ver?
-       Por ejemplo un café que bien humilde sirve el mejor café.
-        ¿Un café? ¿Aquí?
-       Si, ya te he dicho que caminemos un poco.
Se yerguen en la parte de atrás de la estación, un espacio de verde hierba y grises rocas es el panorama. Un pequeño café había. Estaba casi repleto de todos los que habían venido en ese tren pero encontraron sitio.
-       Vamos, ahí nos sentaremos.
-       Por qué esa mesa, está muy alejada de los demás. Yo tengo necesidad de enredarme con la gente.
-       ¡Prudencia, niña¡ Calla por favor. Yo soy tu tutor por si no lo sabías, tu guía y has de hacer lo que yo diga por ordenes de tu padre.
 A regañadientes se sentó donde él le indicó.
- Dime lo que quieres. Algo que no sea galletas pues ya en el tren las has rechazado.
  Aquella cafetería se llenaba cada vez más : parejas, amigos, solitarios, familias. Teniendo muchos que compartir mesa con desconocidos. Con desconocidos, de eso que huían. Ante ellos se presento una anciana mujer con un vestido impregnado de duelo, con un dolor que la agitaba en sentido de unos ojillos cuajados. Pálida, de manos temblorosas apoyada en su derecha por un bastón. Esa aproximación, ese ser lo frenó a el en bloque. No lo esperaba.
 -Buenos días viajeros. Si no os importa ya que todas las mesas están ocupadas y aun queda aquí un sitio libre de sentarme con ustedes- dijo la anciana escudriñando la los ojos de Rosam. A el no lo miraba.
- Si señora. Siéntese.
- Se puede saber a donde vais. Estáis indiferentes a los demás como si estuvierais huyendo. Solo queréis pasar como humo que se desvanece cuando se intenta tocar, mirar.
 Si, una coz. Le sentó a el las palabras de la anciana. Rosam por dentro se sintió divertida.
-Señora. Nosotros le permitimos sentarse y acaso le hemos preguntado de donde viene y a donde va. No sea osada. No son correctas sus preguntas.
- Perdone caballero que me halla inmiscuido y vuestro misterio. No más que decir que vuestro camino hay una amarga astilla que os induce a ser silencio. ¡Huís!
- Señora, no diga cosas absurdos.
- Bueno tómeselo como quiera caballero. Yo ya soy mayor y no estoy para discusiones. Solo me interesan estos raíles en los cuales en la travesía de este tren consumiré el resto de mis años. Antes era vereda por la que múltiples amores pasaban por mi piel, por mis labios. Paisaje de distintas pieles, de distintos idiomas y de arboledas extrañas.
-¡Señora…¡
- No se moleste por la jovencita. Estoy hablando de la vida, de mi vida. No se ofenda usted. Pero cada ser tiene un don especial. Como podría explicárselo. Fui construyendo mi amor ideal en cada uno de ellos, en cada labio que reposaba en mis labios, en cada esencia que reposaba en mi esencia. Era como el romper de las olas sobre rocas carmín, rocas azules donde el corazón se expande para después contraerse y decir adiós. Mi espíritu se enriqueció ante tantas culturas.
  Rosam cabizbaja por él la miraba de reojo. Absorta por las experiencias de esa extraña mujer. Su naturalidad era sobresaliente.
-       Y dígame señora- con ironía entonó el- ¿Quién le espera en la estación siguiente?
-       No se ria usted caballero con mi arte de estudiar las culturas, de escribir sobre ellas.
-       El arte acaso de ser almohada con lo desconocidos. Eso lo llamaría yo otra cosa…Cuide lo que dice ante la señorita.
-       Se preocupa y protege esta linda señorita. Me parece bien. Pero ella en la vida tendrá que atajar, zanjar todos los derrumbes que nos sobrevienen. Y tendrá que luchar sola, no va a estar usted siempre a su lado.
-       Señora comete errores en sus palabras. Cállese, por favor.
    La mirada de el se volvía feroz. Buscaba en aquella mujer ni sabia el que.

                                                                                       continuará
                  

sábado, septiembre 22, 2012

Un olvido, un recuerdo


El otoño impera en su llegado con un calor agotador. Las primeras estrellas se acogen a la vera de nuestra mirada. Una habitación. Dos mujeres. Un olvido. Un recuerdo.


YY:
Presiento que mi torpeza arañe nuestra amistad, nuestro amor.
XX:
¡Qué dices! No eres torpeza. Y nuestro cariño no lo puede dañar nada.
YY:
(mirando al vacío)
Me siento decaer. Ya sabes lo que me han diagnosticado. Ese olvido, olvido del aliento a tomar cuando se dirigen a mí. Dentro de poco, no se cuando no recordaré estas calles, esta atmósfera que me envuelve. No te hallaré a ti. Me sentiré como extraña en un nuevo mundo, donde los sentidos son corriente del instante.
XX:
(la mira, la observa y se siente estremecer. No sabe que hacer por ella)
Que puedo hacer por ti. Dímelo.
YY:
Nada. Solo anhelo la muerte antes de…No quiero que me cuides ni que nadie me toque. Asearme, vestirme y todo lo que ello conlleva. Que terrible es a veces la vida.
XX:
No. No
YY:
Si. Vivir en una nube con cosas raras manoseándote. Te imaginas. No soporto esa idea me produce dolor, angustia.
XX:
A lo mejor no llegas a…Dale tiempo al tiempo.
YY:
(grita)
¿Tiempo al tiempo? Cuando no pueda actuar por mi misma, decir que si, que no, que yo que se.
XX:
Te entiendo.  Pero que vas hacer, yo te quiero. Siempre estaré a tu lado.
YY:
A mi lado…Sacrificar los años de tu vida por mi. No. Jamás permitiré que tu y nadie me mire cuando la sombra negra del olvido recorra mis venas.
XX:
Adiós amor mío.
YY:
Perdóname pero si. Adiós amor mío. Necesito descansar.

sábado, septiembre 15, 2012

Yeguas que desembocan.....


Yeguas que desembocan
En la boca de la luna
Cuando la eterna desnudez
De sus senos
Son corrientes de lavas
Que atraviesan sus entrañas.
Se siente enamorada
De esa naturaleza bella
Que trota en el sentido de la perfección,
De la serenidad envuelta en volcanes
Donde su huella es eco de la libertad,
De esos campo de refugiados
Que rumian la desesperación.
Los años pasan
Y ellas con su mirada vertical
Alzan ese grito de guerras inexistentes
A nuestra oscuridad.

domingo, septiembre 09, 2012

Se quiebra el silencio


Se quiebra el silencio,
La dama de blanco esboza
Su halo cuando la noche cae
Y ella engendra lirios
Donde la muerte agarra al vientre.
La mar con su bella sonata
Rumia el grito de los ahogados.
Yo de espaldas
Ella de espaladas
En el habitar de un cuarto vacío.