viernes, septiembre 30, 2016

Querida xxx

Querida xxx:

       Hoy he despertado con el suculento suceso de los sueños. Nubes colgantes de una atmósfera límpida me convencía de que mi rostro, frente a un espejo,  se yergue sobre veleros que lo llevan, que lo traen a un paraje de acantilados violáceos donde la caída te hace nutrir del  renacer sobre fuentes de cristal. Sí, mi rostro, emancipado de los pliegues que el tiempo acumula, arrugada cometa del infinito. Te escribo por escribirte. No sé, tenía la necesidad de decirte que aún estoy aquí en la entereza del ánimo que con sus brisas perfumadas se contagia de gratitud y una fehaciente alegría que me aleja, que nos aleja de contaminadas tierras donde la hierba no evoluciona. Sí, estoy alegría con la constante amenaza de un baile que lleva lejos, muy lejos donde los sueños me embriagan hasta ser luna azul.  Y es que quiero abrazarte vieja amiga. Abrazarte con mis labios sostenidos por la veracidad de una vida que hemos de continuar enalteciendo para generaciones venideras.  Ahora te dejo, sigo con los sueños, con esa danza que me hace vagar en un canto álgido y luminoso. 




miércoles, septiembre 28, 2016

Infértil....

Infértil son los huecos de unos ojos oscuros que  no miran el regocijo del amanecer.  Ella de espalda, asolada por el derrumbe perenne de las rocas en las que se alimentaba, se sostenía. Ella sentada, cansada, aislada de cada amanecer lleno del grito aberrante de no sé quién. Paredes blancas la arropan, la visten en el vacío. Una ventana donde penetran las filigranas de la mañana no le dicen nada, solo, el silencio de sus sentidos.
-        Sí, grítame todo lo que venga en gana. Aquí estoy, estática, helada terminal en el anuncio de mi ida. Sí, me voy. Lejos, muy lejos, donde tu desdén , los escombros de tu manera de decir las cosas no me angustié más. Sigue, sigue ese recorrido por la penumbra de tu amor…Ah, es que me quieres. No entiendo. No llegó a comprenderlo, estoy absorbida por nubes de cristales rotos. Me rajas, me mortificas con solo el sonido de tu aliento. Sí, grítame. Todo lo que quieras. Yo, me largo en las fosas donde la tierra te censure, te encadenen al apagón de tu respiración.
-        Qué haces. Ahí callada. No escuchas ¡levántate¡ Eres solo aborrecimiento. Me voy, no quiero verte. Siempre de víctima ¿ Qué víctima? ¡ Por qué maldita sea lloras ahora¡ Di algo, no te soporto. Adiós.
-        Qué la calma sobrevuele mi corazón desvencijado en su marcha. Un portazo, un puño ido, una cuchilla desbordante en mis sienes.  Cansada, mis alas se han caído. Recogeré cada pluma gris para ver si puedo, si puedo huir.

Se levanta, con sus manos temblorosas y dañadas intenta coger esas plumas de sus alas de alguna esperanza, de una libertad ofuscada en el paso del tiempo. No siente fuerzas. Se vira y se yerta ante la ventana, pajarillos animosos cantan y cantan. Le molesta. Cierra la ventana y de nuevo se sienta en esa silla, quieta, paralizada. Mira sus paredes blancas. Percibe un agujero y de él el manar de un líquido rojo. Todo se ha acabado. 


martes, septiembre 27, 2016

Todavía...

Todavía los pajarillo no ejercen el círculo en vertical de sus cantos. Todavía nos expandimos en un sueño que ampara rocas deformes a medida del ronroneo del oleaje. Todavía amamos, sí, nos enriquecemos de esas manos unificadas y uniformes que nos da la bienvenida a serenas tonadas del alma. Todavía estoy aquí, bajo la inmensidad del tic-tac de un otoño que muele y muele el rigor de una mirada perdida en la nada. Todavía me canso de la incertidumbre alada de gentes extrañas que ansían el color plomizo en los despertares de unos ojos blancos ante las singladuras de la vida. Todavía recuerdo, los fotogramas de antaño toman el relevo y antorchas infunden mis pisadas vagas por cada rincón de este casa donde el retumbar de mis pies es cansada cascada del monólogo monótono de las jornadas. 



miércoles, septiembre 21, 2016

Un reloj...

Un reloj. Pasos en la sombra del estremecer del suelo. Ellos concentrados con el eclipsar de sus miradas alrededor de una mesa. Se unen las manos, se unen las fuerzas del cosmos para llamar a los espíritus andantes en horas cuando una luna redonda llama sus energías. Una mujer que habla en nombre de ellos. La articulación de sus palabras suena algo gutural, algo nacido de las entrañas de las paredes que les rodean. Todos callan. La palidez conquista sus rostros, un sudor monótono avista la detención de las luces. Todo es oscuridad con solo el quejido infausto de la plateada y el temblor de los ocupantes bajo ese techo. Ella calla. Un silencio desintegra cada estado elaborado en la helada mirada que ahora eclosiona. Pero hay algo en la atmósfera que los atrapa ¿alguna energía no ida aún? Ese algo toma los tonos del arco iris, toma la forma de los humanos, toma el aliento de cada uno de los allí presente. Ella, la médium, no entiende, la sesión ha terminado. Temerosos observan como estallan las luces, como quiebra la mesa, como se destruye todo lo que los rodea. Estáticos miran el techo que no más es un aliento de la luna blanca. Aquella sustancia incorpórea se alarga y acoge en su pecho a todos los allí presentes. No dice nada. Ella calla. Oscuridad. Todo se hace oscuro. La esfera blanca que los vigilaba se ha ido. Solo, esa energía que impide el movimiento. El miedo se larga, ahora, solo estrellas condicionan el exterior que los agarra. La imagen desaparece como humo en espiral hacia el firmamento. Deja atrás un halo de conciencia, de desgarradores fotogramas del mundo que hoy en día se vive. No hemos evolucionado solo nos hemos vestido con diferente tono pero con el mismo argumento. De repente pálidas tez resbalaba por cada uno de los presentes.  De repente aquellas masas albas se elevaron y desaparecieron bajo la ceniza de aquella forma humana del arco iris. La noche seguía cantando al son de los grillos, de los perros, de las constelaciones y de nuevo vino la blanca luna. Aún más perfecta, más bella…



lunes, septiembre 19, 2016

Ella creía...

Ella creía en ese romance, un romance que ante un espejo escondía el amor puro de lo eviterno.  Espero a que el llegará, ya le daba igual. Quería compartir un pedazo de su firmamento cuando contaba las estrellas con él. Si, para toda la vida. Ahora amanecía, sus sábanas envueltas en sudor de un verano mañanero la empujaban a eclosionar sus ojos y verlo. Sí, lo veía en cada suspiro que impulsaba su pecho desnudo.  Pero se hacía tarde, tenía que continuar su vida.
-        ¿Dónde estás? Preguntaba ella.
-        Bajo las ciénagas de una esperanza muerta, torturada.
-        No. No te entiendo. Te espero.
-        No. No aguantes más. La eternidad está enhebrada de aguijones que con su suculento néctar te convence, te marchita en ese guardar de una pasión imperecedera.
-        No. No me digas eso. Estoy aquí, he despertado, frente a mí ese espejo donde su imagen revuelve mi vientre.  Me dice que esperé.
-        Vives un sueño. Un soñar con tus ojos abiertos a la ignorancia. Ves peces en el aire, perros exuberantes en las entrañas de los océanos. No. No es así. Nada es verdadero, durable. El se irá con el tiempo. Tic-tac. Tic-tac. Su huída te entregará la desgracia en falsas creencias ¡ Sal ya¡ Enamórate.
-        No ¡ No quiero escuchar¡

No, no quiere escuchar. Se mira al espejo, no sabe el por qué de esas tajantes palabras. Una gota de tristeza se desliza en su pálido rostro, en las arrugas que la van carcomiendo ante la espera. Soterrada ambula desnuda por la casa. Todo tiene polvo. Será la dejadez, el agotamiento de largos años ansiando su venida. Abre un cajón, coge un paño y comienza a limpiar. Limpiar bajo ese techo lleno de malos augurios en su destino. Sola, desértica, conforme. Limpia y limpia ahora bajo la lumbre del sol que ventila cada una de las habitaciones. Se sienta frente al espejo, cansada. No habla, no lo mira. Se sumerge en la duda de su rutina. Escucha un mirlo. Termina en la atmosferas de una esperanza ida, de un sueño incompleto que la rompe. No entiende. Se levanta, sale a pasear por esas aceras grises. No hay nadie. Ecos de libertad suenan en su corazón. Ya no quiere aguardar solo, caminar y caminar hasta donde el oleaje rompe, fragmenta los cuerpos en el infinito de sus emociones. 

viernes, septiembre 16, 2016

Destierros...


Destierros, sensaciones arboladas induciendo al eterno grito del silencio. Así, se conformaba ella. Adoraba cada palpitar de los astros que en una noche de luna llena esboza su sonrisa para sí misma. Las jornadas se le hacían cortas y monótonas en su rutina. Mientras meditaba. Sí, un pensamiento que iba más allá de la lluvia mañanera. Su ventana se abría dando un cierto aroma a los rosales que posaban tranquilos en su jardín. Un perro verde que ladra a la luz de farolas rodeadas de insectos. Alguien entró. No sé sabe quien, un aliento azul blanquecino la acogió. Sintió un cierto rubor, una mezcla de temor y placer conquistando sus sentidos. Sería el…se preguntaba. Sí, el, su amor, su sinceridad, su porte honesto ante los desafíos de la vida. Se elevó a unos metros del suelo. Voló por cada una de sus habitaciones bajo aquel techo. Observo, absorbió cada halito de raíces que la encadenaban en cada uno de los fotogramas que pasaba por su mente. Un solo deseo, un solo amor. Lo demás no era verdadero, puro. Abrió cuando descendió el armario. La luz de había ido. Ahí había una camisa rajada. Se sentó junto a la ventana a la lumbre de la luna llena y la cosió con ternura. Una vez terminada la labor la olió, todavía su perfume estaba instalado en aquella camisa, en su memoria. La ventana se cerró y con ello la luna llena se largó, se fue en su beso con una lluvia débil, frágil que la evocaba salir y danzar con el eterno grito del silencio. 

miércoles, septiembre 14, 2016

Sí, he llegado...

Sí, he llegado.
¿No te has dado cuenta?
Sigue durmiendo
Bajo la sombra de nubes inanimada
Placenteras sobre las sábanas.
Sí, ya estoy aquí.
Ojos revirados
En el cauce de tu letargo.
Ojos negros
En la ventura de tus sueños.
Dime, que es de ti.
¿Me estabas esperando?
No sé, no sé…
Bellas caricias agrietan la duda
Bellos besos desploman
El serpentear por tercas incertidumbres.
Sí, estoy aquí
Despierta .
Esboza una sonrisa
Tiznada de tibios firmamentos

Cuando me recuerdes. 

Divagaciones de un despertar de septiembre....

Todo se vuelve en el inmediato zoco de la oscuridad. Es temprano, horas precoces que abogan al despertar ante paneles de figuras uniformes conquistando los ojos amarrados a las vivencias de lo cotidiano.  Una gota de sudor. El calor ampara esta eclosión de cuerpos erectos bajo centinelas de estrellas que aún quedan. No sé para qué hablar ¡Silencio¡ un océano a lo lejos.  Singladuras que percatan el acoger de un horizonte vestido de calma. Lo observo. Voy hacia él. Así, con el consumir de años que brotan más allá del vacío. Un café se ahoga en mi garganta. Desenredo el largo sueño en una cometa que gira y gira en un ambiente sin viento que la vierta lejos, muy lejos.  Todo es oscuridad. Trotar de manera callada por la aurora que se avecina. Me inclinaré ante los círculos de fuegos de los pajarillos y seré vertical comienzo de la jornada. 

domingo, septiembre 11, 2016

cuatro años...

Solo  cuatro estaciones han pasado por mi conciencia. Quiero jugar. Si jugar con otros niños a la sombra de un árbol de arco iris que me enseñe el por qué de las cosas. Alguien me ha llamado. Alguien mayor que yo…¡es tan alto¡ ¡es tan fuerte¡ y me ha dado un caramelo de color rosa. Lo mastico y está bueno. Me dice que si quiero más que me dará pero primero tengo que dirigirme donde él dice. Me ofrece una mochila, no sé que tendrá. Dice que es una sorpresa. Yo estoy contento. Seguro que es un regalo y que lo tengo que abrir cuando llegué a donde me ha dicho. Que señor tan amable, parece que me quiere. Es amigo de mis padres. Ellos me han ofrecido la aceptación de ir donde él dice. Y voy.  En unos minutos veo gente alrededor de mí. Me quieren quitar el regalo, pienso. Aquí hay tanta pobreza. Pero los que me rodean van vestidos todos iguales, me miran con cara de miedo. Que sí, que yo sé es lo que tener ojos de pánico. Me quitan la mochila. Yo lloró. Nadie responde. Pasan los años, 20 estaciones han pasado por mi esencia. Comprendo, entiendo que llevaba la muerte sobre mis espaldas. Intento huir. Todo en este país es oscuro, son nieblas sobre un cielo que antes era azul. Sí, escapar de este lugar, de esta tierra demoniaca donde la lucha no termina. Me llamo Jason. Ahora ando en una barca por la que he tenido que vender todas mis pertenencias. Me da igual. Solo la fuga, la ausencia de gritos, de sangre, de huesos, ojos blancos en el balanceo de unas jornadas abusivas en miseria. No entiendo aún esta guerra, por ello, vuelo y vuelo a otras tierras, a una vida mejor.  Sé que mi andar será penoso, que alambradas y cuellos rajados me esperan donde desembarque. Viviré. Emergeré entre las cenizas como alas de mariposa en la caída libre a la nada.  

sábado, septiembre 10, 2016

Sí, a ti me dirijo..

Sí, a ti me dirijo
Tu madre tierra,
Ave cruzando la mirada
Cuando nuestro cansancio
Abduce a un oleaje
Entre acantilados.
Nos observas
Y en el constante
Ramificar de tu cuerpo
Somos aisladas ganas
De continuar tus huellas.
Te dejamos, abúlica,
En las hogueras de la dejadez.
La belleza engendrada
En cadenas milenarias
Las absorbemos
Con los colmillos sangrientos
Del sufrimiento,
De pesadas manos
Condenando tú rumbo
A esferas sucias
Con el temblor de tu techo.



viernes, septiembre 09, 2016

¿Atravesaste el espejo?....

¿Atravesaste  el espejo? Creo que sí. No he recibido noticias tuyas desde entonces. Frente al espejo donde la belleza decae o se enaltece con el paso de los años estoy. Intento introducirme a través de él pero no puedo. Tal vez no he sido honesta consigo misma…será eso. Dame aviso de donde andas. Yo aquí ante el espejo observando cómo mis canas se agarran de mi garganta y me asfixia. Te imagino sobre una yegua salvaje corriendo y corriendo sobre hierbas que enredan en cada rubor que dejas  detrás. Feliz. Conforme. Arboledas bajo una bóveda celeste contaminando tu entusiasmo en el resonar de cascadas donde te saciaras. Yo no puedo. No sé, ese mundo en que te mueves creo que me pertenece, que no acepta las pisadas melancólicas de astros dando lumbre a mis ojos blancos. Sí, blancos. Ya no pertenezco a la plenitud vida. Cansada, con alas que agreden sin plumas mis espaldas ¿Tanto peso hay? Si, ya veo que sí. Pero tu, dichosa, has atravesado el espejo. Te has mirado y una bella mariposa se ha posado sobre tu hombro. Has caminado veloz hacia ella y ahí estás, detrás del espejo, en un ambiente donde los sonoros arcos iris son orquesta  alegre de tus pensamientos.  Pero aún no te lo he dicho, me he despistado…espérame. Ando tejiendo un traje de lunas lindas que quizás me permita llegar hasta ti. Sí, son bonitas. Lunas con todo el color del placer, de los deseos…



miércoles, septiembre 07, 2016

El acantilado del olvido...

Hace tiempo que se sumergió. Se hundió entre las olas balanceadas por un viento feroz. Sí, hace tiempo. No me acuerdo cuanto. No sé si años o meses y aún no ha aparecido. Supongo que seguirá esperando con sus ojos capturados por el ensueño de un amor. El ha regresado, ha ido hasta el acantilado más alto y se ha arrodillado bajo el árbol de la vida. Ha bebido de su savia y no halla respuesta.  Mira el vacío que le separa de la marea espesa en blancor y no ve nada, no la encuentra. Una cierta desaprobación de sus actos lo acosa ¡Cómo pude dejarla sola tanto tiempo¡ Aquí, ahora solo en el acantilado del olvido. Los ancianos del lugar dicen que hace tiempo…Sí, hace tiempo que se largó sobre las olas cuando cenizas nubes daban un aliento gris al océano ¡Qué hacer¡ Yo he vuelto, esperaba encontrarla ahí en el mismo rincón de su casa de puertas verdes, de buganvillas dando sombra a sus ojos lagrimosos cuando me fui. No. No. No es culpa mía. Considero mi ida por el devenir de esas brisas en barcas al hallazgo de otra oportunidad. No tenía nada que ofrecerle. Ahora llego con mis bolsillos rebosados de anillos que me condenan, que me rajan. Ella no está ¿Dime acantilado del olvido que ha sido de su ser? Aún la amo y esa dejadez de su existencia me transforma el alma habitada por tenebrosas brumas. De nuevo me iré. Aquí no tengo nada que hacer. Los ancianos me miran extraños, tantos años han sido. No le tome nota. Pero sí, muchas estaciones en que la soledad y la desesperación ahogaron su creer…su creer en mí. Solo queda la nada, la nada que envuelve este sagrado acantilado del olvido. Aquí la vieron por última vez. Dime amor, regresa sino yo iré a por ti. Juntos, abrazados dormiremos bajo el oleaje que azota estas rocas deformadas. Gaviotas cenizas sobrevuelan sobre mí y me llaman, me dicen que vaya contigo.  Y cae sobre una mar donde la oscuridad es eterna. Danza solo con ella en el balanceo agreste, usurero del oleaje. El árbol de la vida mira el mundo de los ahogados, de aquellos que se hacen invisibles ante la violencia implacable de la marea. En el pueblo se canta, se canta por esa pasión más allá del temor.
Se han ido
Bajo las aguas oscuras
Del silencio
¡Ay el amor¡
La espera
Es eterna lucha
Que enloquece,
Que deshabita los cuerpos
En uno solo.
Se han ido,
Adiós enamorados
De la espera larga.
Nosotros aquí
Cantaremos al beso
De los espíritus flotantes
Bajo el árbol de la vida,

Sobre el acantilado del olvido.


sábado, septiembre 03, 2016

Tic-tac

Tic-tac, tic-tac.  Volvemos  atrás. Sí, retrocedemos donde los ecos de un submundo evoluciona en el aliento de la vejez. Tic- tac, tic-tac un cielo despejado menciona los ruegos subordinados de peces aladas al atardecer. El ronroneo de las olas, no lejanas viene con su cuerpo nutrido de desnudez. Tic-tac, tic-tac. Comencemos otra vez. Sí, dame la mano nuevamente que en la usencia austera de las noches sin lunas pueda caminar, andar a través yeguas cuyos ojos sobresalientes vigilan las pisadas. Hechizo de estrellas que vienen y vienen para abrazar el desamparo de los desaparecidos en los infernales mares de la huída. Tic-tac, tic-tac . Fragilidad. Decadencia. Agonía se unen en los brazos de las arboledas que dicen adiós a la vida. Tic-tac, tic-tac. Ya oscurece, dejemos de meditar para trepar por los muros harapientos que nos llevarán al ascenso de la existencia. Abajo los párpados. No…no me despiertes, déjame con mis sueños y andaduras en los paraísos de los sueños. Tic-tac, tic-tac. Como se va el tiempo ¡agárralo antes de la medianoche¡ cuando las aves nocturnos van a por su presa. Estático, así. Tic-tac,tic-tac. Mis manos sobre puentes colgantes de donde fluye la calma regida de una sonrisa a no sé quién. Tic-tac, tic-tac. Se acabó, despedida de azules bóvedas que pisan el agotamiento. Mis alas caen, mi cuerpo se recoge y no hay nada más. Tic-tac…

Divagaciones de una mañana de septiembre...

Un arco iris entre rocas deformes que abogan al naciente de gaviotas cenizas sobre las mareas desterradas  de nuestro nombre. Avanzamos, cabalgamos entre los colores difuminados después de una sutil lluvia. Cielos uniformes abandonan el cauce de nuestros sentidos y nos dicen de la cordialidad de un mañana tiznado de paz. Nos retraemos en nuestra conciencia y abordamos sedientos saberes de la vida. Esta vida impalpable con el paso del tiempo. Un arco iris bajo los secretos mágicos de una mirada, de una palabra que ronda por las vertientes de un norte cercano. Nos arrimamos, confiamos y luego somos estallido de largos paseos a través de nuestras manos afincadas en la unión de libres canciones ¡Mira, mira¡…allí el espejo de nuestro yo, lentamente nos observa y hace gigantesco el resonar del abrazo envuelto en atmósferas apacibles. Un arco iris….