Querida xxx:
Hoy he
despertado con el suculento suceso de los sueños. Nubes colgantes de una
atmósfera límpida me convencía de que mi rostro, frente a un espejo, se yergue sobre veleros que lo llevan, que lo
traen a un paraje de acantilados violáceos donde la caída te hace nutrir
del renacer sobre fuentes de cristal.
Sí, mi rostro, emancipado de los pliegues que el tiempo acumula, arrugada
cometa del infinito. Te escribo por escribirte. No sé, tenía la necesidad de
decirte que aún estoy aquí en la entereza del ánimo que con sus brisas
perfumadas se contagia de gratitud y una fehaciente alegría que me aleja, que
nos aleja de contaminadas tierras donde la hierba no evoluciona. Sí, estoy
alegría con la constante amenaza de un baile que lleva lejos, muy lejos donde
los sueños me embriagan hasta ser luna azul.
Y es que quiero abrazarte vieja amiga. Abrazarte con mis labios
sostenidos por la veracidad de una vida que hemos de continuar enalteciendo
para generaciones venideras. Ahora te
dejo, sigo con los sueños, con esa danza que me hace vagar en un canto álgido y
luminoso.