viernes, agosto 01, 2008

La tonada del olvido

El surcar de las mareas revienta la jornada en una noche de luna llena. Ahí, los amantes en pleno apogeo de sus lazos de amor. Ahí, el ronroneo de las olas en sus bodas con las caracolas que como almas flotantes dan la tonada del olvido. Despacio, caminan por la arena, el frescor del océano les transmite un perfume a algas y sal. Sus manos enlazadas, sus cinturas balanceadas al compás de las olas. Su andar se hace eterno. Pasión que se desata en el océano con sus labios adosados, con sus cuerpos aunados en el vaivén del susurro del mar. Se abrazan diseminando un exuberante placer que los lleva al agotamiento. Se adentran más. Más y más. Hasta que aguas profundas les dicen de esas ballenas que gimen en el rubor de la plateada. Allí, sobre las ballenas, recuestan sus sentidos, todas esas emociones que en ese momento sienten.