martes, septiembre 28, 2021

SILENCIO


 




Cara a cara. Vulcano con ella. Ella con Vulcano. No se dan la espalda en un mes de septiembre.

 

 

XX:

¡Fuera¡ ¡Fuera¡ Mal dios de la tierra que ahora vienes con tus ríos de fuego. No ves….no ves lo que haces. Mira esta pobre gente. Su ayer. Su hoy. Su mañana. Todo consumido en el roce mortífero de tus dientes al rojo vivo. Clavas el lamento en cada mirada, en cada alma estática al ritmo que te mueves como serpiente escurridiza, incontrolable, letal.

 

YY:

Y he venido. Y esta es mi tierra. Desde el corazón de mi vientre soplo lo que soy, lo que seré, lo que fui. No es odio. Es un remover de mi cuerpo tembloroso por este mundo.

 

XX:

¡Ah¡ Daño haces a este pueblo. A esta isla en medio del océano. Un mal irreversible, convencido en la destrucción. Rezo, rezo a tus orígenes para que te espanten, para que te extingas, para que vuelvas de dónde has venido ¡Fuera¡ ¡Fuerza¡ Mírame, ya sin fuerzas. Con mis lágrimas secas bajo un rostro herido, muerto.

Voz del silencio:

Venga el callar.

Venga la quietud.

Venga la danza alegre  de arroyos de agua fresca.

Venga la alegría.

Venga la vida hermosa.

YY:

Y he venido. No deseo vuestra tumba. Solo es revoltijo de mis entrañas vomitando navajas de llamas ¡Ah corazones rotos¡ ¡Ah corazones bellos¡ ¡Ah corazones ojerosos¡ Y he venido, mis cicatrices viajan sin sentido, desorientadas y ha estallado en vuestros pilares, en la cuna de la belleza. No, no me puedo detener. Una energía maléfica en mi me impulsa agriamente sobre vosotros.

XX:

¡Apartate¡ ¡Apartate¡ No quiero tu llanto. No quiero tus labios de sangre. No quiero tu deseo ¡Apártate¡ ¡Apártate¡ Que te lleve el silencio. Que te lleve la fatiga. Que te lleve las fosas de la oscuridad ¡ Mira¡ ¡Mírame a los ojos¡ Esto es lo que has provocado, desdicha, llanto y más llanto ¡Apartate¡

Voz del silencio:

Venga el callar.

Venga la quietud.

Venga la danza alegre  de arroyos de agua fresca.

Venga la alegría.

Venga la vida hermosa.

 

YY:

Yo Vulcano declaro, estoy triste. Siento como si me aliento se entrecortara ante tanta devastación, ante mal generado. Yo Vulcano declaro, estoy mortificado. Soy padre del abismo. Soy padre del terror. Soy padre del lamento. Y penar y penar. …porque lo sé. Me desfiguro más y más cuando os toco, cuando os engullo. No, no lo puedo evitar. Temblor, me estremezco en cada movimiento de mis alas reventadas, maltratadas. Yo vulcano declaro, soy un grotesco sinfín de penalidades. Soy padre de la muerte de tierra bonita, bella entre todos los jardines de la tierra.

 

 

XX:

¡Fuera¡ Ya no hay excusa. No hay perdón ¡Fuera de mi¡ No ves que me muero. No ves que mis piernas no me sostienen y me arrodillo ante ti con mis suplicas, y me arrojo a ti como intento de domar lo imposible. Mi lucha no sirve ¡Fuera Dios de la miseria¡ Qué los astros te lleven donde el daño no exista.

 

Voz del silencio:

Venga el callar.

Venga la quietud.

Venga la danza alegre  de arroyos de agua fresca.

Venga la alegría.

Venga la vida hermosa.

 

  XX:

Recuerdo. Sí, recuerdo las cosas que me había dejado mis abuelos. Ese viejo reloj, ese viejo libro , esa vieja foto. Una pesadez me abruma y con mis ojos soñadores vuelo donde los pájaros cantaban, donde sus parcelas era jardín de la bonanza.

 

YY:

Lloras…Uhm, no puedo hacer nada por ti , por los otros. Un cierto desorden emerge en mi lengua que no soy capaz de controlar. Perdona hija de la isla. Perdona hijos de la isla. Me derrumbo y en esa caída soy más mortífero. Pero, el cansancio llega y me iré a dormir.

Voz del silencio:

Venga el callar.

jueves, septiembre 23, 2021

LA AZOTEA

 








Está  en su azotea. Porque ella está en su azotea. Una lengua de fuego la advierte desde su vista cansada, de sus ojos ancianas. Otra vez, se dice. Y se dice del temblor de la tierra. Y se dice del vomito de su vientre del quejido de la madre tierra. Ella desde su azotea, porque está en su azotea lo entiende y conversa con ese flujo de lava que se arrastra lentamente hasta su casa. No, no me iré esta vez, se dice. El agotamiento de mis años no me deja tomar aliento y ser huida del fin. Todo ha terminado. Esta es mi tierra. Esta es mi azotea donde tiendo mis sueños, donde la sonoridad del pueblo me distrae, me alegra, ameniza cada despertar desde esta isla ¡Ah , la isla¡ Se desvanece entre tinieblas para después surgir como hija de los vientos. Está en su azotea. Sus lágrimas cuecen en su rostro, se mira sus viejas manos, sus huesos retorcidos  y bajo su corazón esconde un secreto, la calma. Escucha el sonido de la desesperación, de la agonía de su tierra. Y ella en la azotea, porque está en su azotea se deja ir al ritmo que todo es destruido. Ya no le queda nada, la soledad. Una soledad concienzuda en ella, una soledad testaruda en ella, una soledad perpetua en ella. De repente todo para, un silencio estremecedor, incontenido la confunde. Siente cierta amargura ante este callar, ni los pájaros cantan. Un hondo quejido dice de que todo ha terminado, el volcán a dejado de escupir, la tierra ha dejado de temblar. Y ella ahí, en su azotea. Rastrea todo su entorno y una larga pena martiriza sus fuerzas. Y no por ella sino por los otros, por aquellos que la han acompañado en su silencio, en su azotea.

sábado, septiembre 18, 2021

ALAS DE MARIPOSAS




 

Una calma  intensa. La pesadez del aire. La ligereza de las alas. Dos vidas que se cruzan en la oscuridad con la luna menguante observando. Verticales, se posan de espalda una tras la otra, la otra tras la una. En el horizonte una cumbre soportando los movimientos de las entrañas de la tierra. En el horizonte aves nocturnas mezquinas en su acecho.

 

Aquí, alojadas en la tranquilidad de la noche. Una noche que nos desea besar cuando los arroyos de septiembre pasean sutilmente sobre nuestros pies desnudos. Estas conmigo aunque nuestros ojos son huella de la huída ante el temblor de nuestro roce, ante la caricia dudosa de nuestro despertar.

Te siento, el calor que desprende tus alas se solapan a las mías. Y nos preguntamos cuando aguantaremos antes de volver a vernos, antes de ser seres al unísono de nuestro corazones. No sé si quererte, si abrazarte. No sé quién, que sexo ronda en tus sentidos. Y me dices que es te es igual, que te es indiferente solo la larga sonoridad del amor. Sí, el amor…

 

Intento huir, escaparme  de esta situación que me arranca de mis raíces. Y todo depende…no nos conocemos….solo el aroma de tus sensaciones invade toda mi verticalidad y me asombro. Un asombro donde bebemos del mismo arroyo. No te distingo sin embargo, asustada te quiero. Sí, te quiero. Te apoyas en mi espalda y ello es suficiente. Y siento que eres bella, bella en una atmosfera que se dilata en cada pisada que tomo.

 

Temblor, espuma naranja que se cuela a través de nuestros ojos. Ojos estáticos en el horizonte. Siento el murmullo hechizante de los rorcuales. Siento tu beso al viento. Siento el aleteo de tu cuerpo como presa de mis alas. Nos liamos, nos enredamos y en esa confusión la certeza de que te quiero. Temblor, la mar se revira y se violenta. Temblor, la entereza de nuestros cuerpos se desprende y caemos en pozos inciertos. Y, sin embargo te quiero. Te alejas, te aproximas. Vas y vienes con la danza de los cuervos en esta noche clara.

 

Somos así, ausentes a este mundo que gira y gira en la terquedad. Somos también corazón de mariposas que aun no han danzado en el vuelo. El vuelo insonoro, el vuelo aislado, el vuelo envuelto en la fragancia de nuestros labios. Ya somos mayores y comprendemos del no desperdiciar cada instante que se volverá eterno en el suceso de los despertares.

 

Temblor, me vuelvo. Temblor, te vuelves. Nuestros ojos son clara realidad del hoy, de este hoy alterado, desquiciado. Y en nuestro tiempo nos mantenemos ajenos. Tu mano derecha sobre mi hombro. Tu mano izquierda sobre mi hombro. La suave caricia del temblor. Temblor, un resquicio de tristeza alberga nuestros espíritus y despertamos. Despertamos y tu sonrisa y mi sonrisa se aúnan en estelas alegres. Ahora nos conocemos aunque, ya hacía tiempo que habíamos coincidido, en los sueños.

Una calma intensa. El sollozo agónico de los ángeles. Mariposas que se pierden en un horizonte de espuma y humo. Mariposas descansando en los brazos de una luna, de una luna blanca y menguante. Nada más.


viernes, septiembre 17, 2021

UHMM...







 

Uhmm….la terquedad humana. Existencia bosquejando alas quemadas en el horizonte. Existencia bostezando cantos rotos en el paso de nuestras manos. Uhmm…la pesadez de la jornada. Existencia despistada ante la sonrisa. Existencia torcida en un despertar doloroso ante las arboledas estranguladas. Uhmm….me escuchas?  El sonoro penar de las ballenas envuelve un oleaje violento a la verticalidad. Y…caemos…tic-tac, tic-tac…el tiempo se contrae y estamos en el inicio de este mundo. Estamos en una isla donde las nubes plomizas cubren nuestras espaldas, todo se hace lento, todo se hace monótono. Uhmm…me escuchas?  Aquí, frente un espejo donde el reflejo de la ventana conversa con las lluvias venideras. Aquí, callada, aislada donde el ritmo de una melodía mantiene mis sentidos. Uhm...me escuchas? Y caemos…tic-tac, tic-tac. La muerte danza. La muerte vomita su quejido. La muerte viene con sus zapatos de flores secas ¡Fuera¡ ¡Apártate¡ Deja que la bese  antes que la niebla embarace mi desnudez. Deja que la abrace antes que los ojos blancos acaricien mi cuello. Uhmm…la luna viene. Viene con su silueta menguante de luna cansada, de luna hastiada.

 


sábado, septiembre 11, 2021

LA SEQUEDAD

 


La sequedad de los vientres

Los ojos oscuros descansando

Sobre vertientes nortes.

El aliento de tu cuello,

El piano lento

Y somos labio a labio

Y somos alas valientes

Y somos acaricia del oleaje.

La estancia columpiada por pisadas

Pisadas desnudas de jardines flotantes

Donde los pájaros cantan

Y somos el imperfecto movimiento del querer

Y somos notas de un quejido aislado

Y somos playa del crepúsculo de nuestras manos.

 

domingo, septiembre 05, 2021

LA AZOTEA

 


Estaba en la azotea, una azotea que daba riendas sueltas a las voces del viento, una azotea donde sus minúsculas pisadas extendían su ropa blanca, sus sábanas blancas con el guiño de un sol de verano. Estaba en la azotea, tendía su ropa en la danza del viento, un viento que escrutaba siluetas en cada pieza tendida. Y ella imaginaba…sí, su mente elaboraba un cierto mensaje de figuras que se iban extendiendo a cada línea acabada.  Y ella le daba nombres…nombres de gentes que habían pasado por su vida, por la verticalidad de su destino presente.  Ah, tu eres tía Florinda…así Florinda, como las flores de mayo. Ah, tu eres abuela Ana…así un nombre corto para que un suspiro te llamara. Ah, tu eres… tú eres cierto amante de desconocidas cumbres donde mis labios se entregaban a los vuelos del nocturno. Estaba en la azotea y ella gozaba con cada encuentro de esas almas que se daban forma a medida que tendía.  Y ella ya no se sorprendía de cada figura, los deseaba, los esperaba a medida que las pinzas presionaban su ropa blanca. Adoraba esos días como quien adora un nuevo amanecer, como quien ve la belleza en la caída del día. Y conversaba, una charla que duraba horas y horas hasta que su ropa blanca, sus sábanas blancas se secarán. Le daba lo mismo las interpretaciones de los otros. Solo hablar en esas horas donde el tic-tac de la vida se iba acabando. De vez en cuando se asomaba, en la azotea y quieta en la intemperie de sus pensamientos se fijaba en ese horizonte  ametrallado por hormigón plomizo, por ese camino echo añico de tanto y tanto alquitrán. Estaba en la azotea, sus espíritus le hablaban y le hablaban de lo hermosa que estaba, de lo lindo de la paz cuando ella tiende su ropa blanca, sus sábanas blancas. Y sentía crecer en todos sus sentidos para cualquier dirección donde el viento le comunicaba su rumbo a escoger.