viernes, noviembre 28, 2014

Te acercas...

Te acercas. Yo de mi rendija veo cierta claridad de la jornada aunque este perturbada por una fuerte lluvia y viento. Te paras en ellas pero no te das cuenta que estoy ahí debajo. Tu ropa mojada y tú haciendo contra el viento. Abre los brazos. Recoges todo lo que la naturaleza te puede dar aunque esta vez sea violenta. Yo aquí debajo, encerrada entre cuatro paredes donde voy marcando los días que pasan. Hace tiempo que no pruebo bocado y el olor de mis heces y orín hacen de las ratas un lugar apacible. Pero tu ahí con el viento y la lluvia. Les hablas. Dices “venid, venid hacía mi”. Ya me gustaría estar a tu lado, grito. Pero no me oyes. Yo en este pozo de mierda, de tinieblas estoy condenada. De repente todo cesa. Todo. Y miras por la rendija. Me vez en un rincón acostada. Te extrañas de ese mundo tan y tan oscuro, tan y tan grotesco. Te preguntas por qué.  Yo te digo por qué lo he decidido así. No, no puede ser, dices y me tiendes las manos. Abres las rendijas. Y mi mano débil toca la tuya. Siento el vibrar de la vida, del optimismo existente en ti y me contagias. Por qué estaré mendigando, haciéndome la pobre, haciéndome la muerta, me digo. Sí, me digo si tú estás ahí. Ahí, empapada, tiritando de frío pero con una energía edificante, hechizante. Me animo a salir. Hace tiempo que no veía la luz. Mis ojos se cierran. Grito para saber dónde estás. Pero no me oyes. No…No me oyes. Sola a través del sueño. De un mal sueño del que no logro despertar. Otra vez vuelve a llover. Otra vez el viento sopla bestial. Y dejo que me arrastre con su sabiduría brutal. Aquí estoy, arriba de mi agujero.  Presiento que regresas. Abro los ojos y estás ahí. Me das la mano y corriendo nos guarecemos bajo techo. Me miras. Yo demacrada. Tu vital. Nos abrazamos y esta unión se unifica. Ahora somos una tú y yo, yo y tú. 

miércoles, noviembre 26, 2014

Ecos y ecos...

Ecos y ecos. Las paredes se estremecen, mi cuerpo tiembla, mis ojos son blancos. Creo estar muerta, embargada en otro mundo del cual no podré regresar. Me pregunto por qué. Por qué a mí. Su bestial grito abre la puerta. Viene y viene. El miedo me paraliza, me deja estática y helada. Siento que me hago las necesidades encima. No puedo moverme. Viene y viene con sus dientes de cuchillos, con su grosera voz, con su aliento de tumbas. En un rincón me siento de cuclillas. Esperando, esperando su último golpe. Herida.  Ya no se llorar. Solo esperar y viene y viene. No recuerdo nada.  Solo mi vida barnizada de un gris oscuro, de cenizas.  No pude levantarme. Ya era tarde. Psíquicamente y físicamente me siento agotada, encarcelada. Un golpe y viene y viene. Adiós. Está bien de mascaras. Estoy cansada. Tanto que bajo tierra no soy más que un leve aroma de una vida perdida. Sí, perdida en el laberinto negro de sus manos. 

domingo, noviembre 23, 2014

Espacio...

Espacio de un hechizo de lluvia.
La vida se hace perfecta
Para desnudas manos
Beber de ella.
Los astros susurran un adiós
Ante el nocturnos
Que nos envuelve en brumas
Traídas y llevadas por el viento.
Somos equilibristas de un mundo
Que tiembla ante la desidia, el abandono.
La madre naturaleza emerge
Y convulsa estalla en mil suplicas
Fuera de nuestro entendimiento.
Viene y va apegada, devota
Al manantial que la engendró.
Esferas  que colisionan , que se fragmenta
Para el correr de la vida.  


Contemplaba....

Contemplaba las aguas reminiscente del ayer. Aguas que correaban en el curso de las horas, de los días, de los meses. Sumisa a su juego encendía hogueras que dibujaban tu fisionomía. También corrías con el soplar de la brisa hacía mi. Tu espíritu albergaba cierto aroma que intentaba atrapar en mis sentidos. Pero la levedad de tu susurro se iba. Sí, se iba hacia donde nadie habita. Te habías ido. Y yo también corrí, corrí hacia ti. Halle una gruta. Una gruta profunda. Allí me refugié. Me encerré eternamente conquistando todos los recuerdos del ayer. No salí jamás. Me alimentaba de cada imagen que venía de tu esencia, de tus manos con las mías. Y llorar y llorar. La oscuridad y el frío lugar me auxiliaban a estar más cerca de ti. Las jornadas pasaban. Mis ojos se iban apagando, tanta luz perdida hizo que me agarrara más y más a esa cueva. Me molestaba la claridad, el tic-tac de mis pasos en el exterior. Me acostumbre. Solo en la noche y las campanadas silenciosas luminiscente de las constelaciones salía de mi agujero. Muerte en vida. Vida muerta. Era presa de un otoño donde las ventoleras me arrastraban más allá del hambre. Y así me quede. Con ese ayer lleno de alegrías, de alguna otra pena. Bebía de las aves nocturnas que me llevaban hasta ese arroyuelo. Me alimentaba de las raíces que emergían del barro. Curioso, no echaba nada en falta. Solo su ser que me azocaba en un soñar despierto. La veía…La veía latente, bella. Que más necesitaba. Nada. Solo el venir de su aroma, con eso me bastaba. 

miércoles, noviembre 19, 2014

Vienes...

Vienes. Sí vienes. Yo aquí sentada en un banco de algún parque. La lluvia que cae con reminiscencias de un largo pasillo que nos lleva a la dejadez. Estoy mojada. Pero sin embargo no tengo ganas de moverme. Quedarme aquí. Y tú vienes. Te sientas a mi lado. Tu alma azul, gris, blanca. Ya perdida en el infinito de los astros. Dejas caer tu mano invisible, tu energía sobre mi mano. Presiento como el temblor se alberga. No te veo. Solo un halo que deja en compañía tuya. Hace tanto tiempo que te has ido…Que no sé. No sé por qué tu espíritu regresa en estos momentos cuando una masa de agua cae sobre mi cuerpo. No dices nada. Solo me miras. Lo siento. Te pregunto pero tu luz es lejanía. Solo vienes aquí, a estar sentada conmigo en este parque deshabitado, con el frío trepando por las piernas, por mi vientre hasta llegar mis ojos que miran tus ojos. Tus ojos vacíos. La lluvia cede el paso a un luminoso sol. Todo se vuelve verde, frescor con un aroma a hierba. Inspiro y espiro. Lentamente. Muy lentamente. Y en mi memoria vienen esos recuerdos cuando tú eres ser de este mundo, con tus raíces apegadas bajo tierra y el imparable movimiento de tu persona. Ahora mira, aquí a mi lado. Muerta. Mis ojos miran tus ojos y la nada es la respuesta. Una lágrima emerge de mí. Cae sobre mi mano y tu mano. Desapareces. No dejas rastros. Solo fue un instante, un sueño. Un mal o buen sueño, según como se mire de que todavía estás aquí. 

lunes, noviembre 17, 2014

Te has levantado...

Te has levantado con la pesadez de áncoras oxidadas abandonando tu garganta. Te elevas por una mar donde las gaviotas plateadas anuncian vientos nuevos, vientos que te llevarán y traerán al ritmo de los dioses por los dominios de la serenidad. “Sopla, sopla. Ven hasta mi y desarma todo esta amargura que pesa sobre mis sienes, sobre mis espaldas”, dices.  Y viene, sopla el viento norte con sus lluvias, con sus brumas eclipsando en ti esas ganas de andar en penas. Como  sobrevives…Te admiro. Creas cierto magnetismo que sobrecoge mi corazón en el estallido de silvestres flores alegres. Sí, flores y más flores. De todos los colores. Circulas como ángel de alas blancas que rememora cada instante de una felicidad, esa felicidad puntual que tenemos en el curso sinuoso de nuestra vida. Ahora vienes. Si. Aquí. Conmigo, con los brazos abiertos y el palpitar insepulto del abrazo. 

sábado, noviembre 15, 2014

Pasos...

Pasos.
Huellas incesantes.
Olor a raíces
Y el canto de las ramas.
Un crujido.
Un gemido.
La oscuridad del nocturno.
Luciérnagas a la sombra de un tronco
Que se retuerce y retuerce
En sus siglos.
Una paloma blanca.
El descenso de un arroyo
Bajo mi desnudez.
Pasos.
Huellas de lágrimas.
Soledad.
Solo el gravitar del viento, del viento
Que me lleva a la ventura de seguir.
Aquí estoy.
Monte que cobija el corazón

De la escarcha, de la ida. 

jueves, noviembre 13, 2014

Lo viré...

Lo viré hacia mí. Solo balbuceaba un nombre. Un nombre perdido en las brumas de su rostro pálido, sudoroso. Intente reanimarlo. Pero no, solo el silencio fue atmósfera que hipnotizaba el lugar con sabor a muerte. La decadencia de su entereza era estimulada por un feroz eco que venía debajo de la tierra. Levántate y anda, le dije. Aunque sea por última vez y llévame al origen de ese nombre. Me miraba. Me miraba con sus ojos sumidos en la pena que le embargaba. Del nombre nada. Se incrustaba en mi cierto dolor. Sus ojos querían hablar pero no…No la tumba estaba más cerca. Sin más levantó un brazo y puso su mano sobre mi hombro. Y cayó, cayó bajo las ciénagas de la nada. Le cerré los ojos en ese instantes los cristales de la casa crujieron en ruptura, en ese instante las puertas se abrieron y cerraron, se cerraron y se abrieron. Un halo azul verdoso emanó de su vientre. Un halo que daba cierta paz. Me envolvió. Me arrastró hasta las afueras de la casa. Era de noche. Noche de luna llena. Oh que bella estaba. Me llevó hasta las oscuras profundidades del bosque donde la luna no se avistaba. Allí había una fosa cavada esperando ser ocupada por alguien. Me empujo dentro. Sentía como poco a poco la tierra iba cayendo sobre mi cuerpo. Yo luchaba, gritaba. Pero había algo, algo que me había quitado toda la energía. Estaba inmóvil, mudo…

martes, noviembre 11, 2014

Aquí...

Qué haces aquí, me pregunté.  Embelesada en el surcar de una tarde ceniza con la mudez de las aves me retuerzo sobre cadenas que respiran calma. Aquí, aquí…Frente una ventana donde la luz rancia de las horas cae con la rapidez de un relámpago. Lluvia que viene con su sonora canción. Me adormecerá. Me entregaré desnuda hasta que la danza de los fuegos al amanecer sosiegue su ritmo. Así como amantes perfectas girando y girando  con los ecos del paso del tiempo. Un tiempo que te hace crecer hasta envejecer. Miro mis manos. Observo sus movimientos.  Y las alas del agotamiento vienen a mis pequeños pies que pisan y pisan cenizas. Lastimada. Dolida. Tal vez sean las palabras…Ay el cansancio con sus plumas de buitres viene hasta mí y yo danzo y danzo como ser del vacío, como ser de la oscuridad.
               YY: Venid. Venid que ha empezado la danza de la lluvia que se nutre de fuego, que se funde por aceras contaminadas donde el auge de la pena retumba.
            XX: No. No queremos albergar la desesperanza desenterrada de tus entrañas. Guárdala ahí. Ahí donde nadie la vea.
     YY: Venid. Venid que el despertar del llanto ahoga el mañana. Los mismos pasos. Los mismos rostros opacos. La misma raja sobre mi pecho. Me siento herida. Loba que huye por las sendas de denso bosque en busca de su negra guarida. Fango. Lodo. Y el llanto…el llanto.
XX: No. No iremos. Aquí estamos bien. Sí en este rincón donde la brisa otoñal nos anuncia de la existencia de un lago donde los cuerpos engendran alegría.
  YY:  Venid. Venid. No hay sueños. No sueño. En vela cuento los suspiros que alzan como barcas vacías sobre un mar extraño. Y me dejo ir. Ir a la deriva hasta encontrar la luz. Esa que te emancipe de este fiero castigo. La nada. La nada…¡la nada¡
Qué haces aquí, me pregunto. Sola. Sola en  esferas que indagan el por qué de esta tristeza. La respuestas se presentan con telón de acero que me aparta, me aparta al sin sentido. Quizás vuelva otro día frente a la ventana. Quizás otro día cualquiera encuentre la solución. O tal vez no. Estaré saltando, brincando, distanciada del gemir y gemir.


Pájaros enjaulados...

Pájaros enjaulados. Manos rotas. Rostros que se difuminan en la oscuridad. Náufragos de un viento que asola hasta una orilla. Arrastrados, condenados, apiñados en los escombros de unos puñales que les llevaran a la concentración entre rejas. Presos, marginados, heridos por un sueño que se revuelca en tierras tenebrosas. Habéis llegado cansados, cansados de vagar en vuestro pecho la esperanza. Murallas y mentes rancias se ponen en vuestro camino. Y ahora navegáis como si las velas alzadas al sol se hubieran oscurecido. Destino incierto el vuestro bajo las garras de un enrarecido olor que rodea estas ínsulas. Adiós, gritáis. Un adiós que hace temblar los pilares de la humanidad. 

Solo...

Solo los alientos de un beso que se fue.
Solo y en vertical las caricias
Que se emancipan del alma.
Reboso de mareas
Nos condiciona a una lejanía
Donde las pardelas llaman al llanto
Tras el oscurecer de mis ojos, de tus ojos.
Chácaras, tambores entonan
El viejo baile del adiós
Sobre llanuras secas
Que corren a la ventura de nacer.
Solo tú. Solo yo.
Otra vez el tintineo de la madrugada.
Otra vez faros que velan por nuestra esperanza,

El reverder de nuestras ganas. 

domingo, noviembre 09, 2014

La cueva

“Ahí. Ahí están esas cuevas que nos habían dicho en sueños. Cuevas donde el circular del viento y el agua emiten cierta esperanza. Introduzcámonos. Todos. A la vez para que el sonido de sus oscuridad nos de la luz de nuestros pasos a dar.  Vamos compañeros. Agacharos, retorceros. Y todos seremos ese navegar por el cuerpo de roca de este rincón inhóspito.”, dijo uno de ellos.  Se agacharon, se retorcieron y como serpientes de carne y hueso rastrearon aquella cueva. Iban en busca de la verdad. Esa verdad que se adentra en nuestra reconditez y pace en las esferas del alma. Ya dentro de ella hallaron estalagmitas, estalactitas y pudieron erguirse de nuevo. Solo la luz de una antorcha los alumbraba. El goteo incesante del agua era eco que los hacía tambalearse de vez en cuando. El piso era resbaladizo. Seguían caminando, con esa antorcha que a veces parecía que se iba a apagar, el frío correteaba por sus venas. Al final de ella se encontraron con tres espejos. Tres, ellos eran tres. Cada uno se detuvo en uno de ellos y desaparecieron absorbidos por el. La cueva vacía y los tres espejos. Al rato cada uno de ellos comenzó a mirar desde el interior de el. Cada uno veía sus dos compañeros reflejados por el espejo que había sido absorbido. Se llamaban el uno al otro, el otro al uno ante ese encuentro. “ Qué es la vida aquí adentro. Observo una inmensa llanura donde yeguas de arco iris corren detrás de un rayo azul. Todo es hermoso, perfecto”, dijo el primero. “ La luz de una luna llena hechiza los riachuelos animados por el ritmo bello de una canción de peces, de árboles cuyas raíces nacen de él. Todo es hermoso, perfecto”, dijo el segundo. “ Ay que tarde, con ese cielo excelso, con el impecable aleteo de las aves que en migración van de un lado a otro. Todo es hermoso, perfecto.”, dijo el tercero.  Pasaba el tiempo, cada uno dentro de un espejo. Ellos no se percataban, sus sueños se habían edificado fiero remar del esfuerzo. Cada uno compartía sus debilidades con otro de sus compañeros y así sucesivamente. No quisieron más regresar. No quisieron decir de su secretos atrapados en su mundo.


jueves, noviembre 06, 2014

Y quisiste...

Y quisiste elevar tus pilares a través de las constelaciones del otoño cuando los sueños se vertebran bajo un haz de lluvia fina.  Y quisiste perderte en las colinas encerradas al son de cristales azules para que te ofrecieran algo de vida. Y quisiste volar más allá del horizonte donde las palomas mensajeras resquebrajaran un piano que no quiso tocar. Y quisiste amarla con las llamas de tus sentidos, con el peso de tu corazón cuando noche te visitó. 

miércoles, noviembre 05, 2014

Desde aquí...

Desde aquí, desde la distancia comenzamos las singladuras que nos llevará al invisible manto yerberas. Nos acostaremos, seremos colonizar de un suspiro y danzaremos con nuestros pies desnudos bajo la masa de astros que son visibles en este mundo.  Tal vez nos besaremos, nos desnudaremos y nuestros cuerpos como si fuera uno solo vagarán en el ritual del amor.  Izaremos la bandera de los llantos, de las penas, de la paz, de la justicia y de un hambre erradicada. Sed. Sí, tendremos sed. Sed de que batallas nefastas se calmen bajo la luz del arco iris. Y quizás nos abracemos, nos acariciemos cuando todo esto haya acabado. Ahora, desde aquí bailamos, saltaremos para que los fusiles sean metamorfosis de plumas de aves, de lavandas que difundan el equilibrio entre la humanidad y este planeta. 

sábado, noviembre 01, 2014

El silencio...

El silencio. Se retuerce bajo los oscuros cielos donde los astros entonan cierta luz. La marea corretea en el hechizo de los corazones sobre sus  pieles. Historias de dos se vierten en esa lluvia venidera de un otoño que luce la calma.
XX: Estoy mayor. La casa se me hace grande. Los cuadros que cuelgan de sus paredes emanan un llanto que hace que se revivan secuencias del ayer. Estoy cansado. No sé. Todo se vuelve sombra de nubarrones que adquieren el lánguido cuerpo de mis pasos. Sí, ya sé que me escuchas. Ahí sentado. Mirando siempre ese rosal blanco que parece el manto de lo que nos esperas. Sí, agotamiento. Mi ser se extingue y tú ahí. Mirándome, observando. Ahí amor…
YY: Aquí estoy mirándote. El rosal ya se ha secado, es estéril como nosotros. La vejez llega y con el ella la desgana nos embriaga en un mundo de paredes blancas. Te acuerdas de nuestra última velada. Sí, ese concierto hace años donde los componentes de traje negro nos decían de lo triste que es la vida, ese ser anciano sin que nadie te venga a visitar. Solo cartas y cartas. Cartas que llegan de los pocos amigos que nos quedan, que nos recuerdan. Me siento cansada yo también. Deberíamos hacer algo. Hay marea baja. Un baño, no te apetece…
XX: Que hablas mujer. Esto mullido. Por muy pequeñas que fueran las olas nos llevarían. Ya no hay fuerzas.
YY: Fuerzas. Aunémoslas. La tuya y la mía. La mía y la tuya. Dos cuerpos en uno.
XX: Hacer el amor cuando las estrellas son horizonte que nos acoge. Hacer el amor cuando el océano precipita un ronroneo que nos hará crecer a lo largo de nuestro yo. Tú y yo. Yo y tú. El último baile. Para que más. Horas y horas pasan aquí sentados. Tú con tu viejo rosal yo con mis viejas pinturas. Sí, levantémonos. Ya es hora.