Cabalgando a ras de las constelaciones cuyo dilema enaltece
el avance hacia la oscuridad del cosmos. Ellas, distraídas, sumisas en la
verticalidad de sus emociones, de sus inquietudes abordan ese viaje como
aventura que no ha de acabar sino como plano infinito donde sus pisadas se transforman
en alas amarillas, verdes. Continúan en el sosiego, en el derramar besos sobre
cántaros donde yace la sonoridad del silencio. Se animan, se quieren en el
bello coro de la armonía. Adeus al qué dirán, a las tijeras sobre venas
murmurando despectivamente la atmósfera coronada de caricias, de un amar simple,
admirado por la libertad ¡Suena un piano¡ Allá en las inmensidades de un
universo hueco. Ellas gritan, ellas se elevan, ellas se desbordan de los
manantiales cuyo eco viene a visitarlas. Beben de él, exhaustas, agotadas ante
rostros asimétricos a sus huellas…y siguen, continúan en las zancadas con el
brío de jardines plateados eternos aunque llueva, aunque lo gélido de sus manos
la ampare la nada. Llegarán, claro que llegarán a ese rincón de grutas cálidas
donde sus corazones permutarán noche tras noche.
Este blog esta bajo los derecho de autor para cualquier información laguna198@hotmail.com Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
martes, febrero 28, 2017
lunes, febrero 27, 2017
Y si...
Y si brincas en el aliento de los astros. Y si te convences
de que puedes reír en el circular de tus piernas por orbitas celestes. Y si
avanzas con el canto acogedor de las aves que rozan tu piel. Y si vienes…no sé,
conmoverás los acantilados donde tus brazos se alzan en caída libre hasta las
profundidades de un océano paciente, tranquilo, amparo de aquellos que se
vuelcan por la vida. Y si esbozas un garabato bajo las calmas nubes huídas de
la brisa suave a ras de tu rostro, tal vez, las penas se estanquen en corretear
de aguas nuevas por los barrancos que eres descenso hasta hallar ese eterno
canturrear de las olas. No sé, solo te digo eso, que si pudieras levantar el
ánimo las emociones sibilinas vendrían a ti. Ahora acuéstate, la noche sedienta
nos invade con su corpulencia de sutiles tonales al son de la serenidad…quizás
sueñes, quizás te invada las ganas de alzar tus sentidos y ser libre, libre…
viernes, febrero 24, 2017
Le decían la mujer azul...
Le decían la mujer de azul. Sí, azul porque ella era azul.
Envuelta en su túnica translúcida se sumía en sus pensamientos. Pensamientos
soñadores, evocadores de los dilemas que nos escupe en lo pequeños que somos.
Veía este mundo minúsculo, indeciso, serpenteante ante la agresividad de unas
lanzas que lucen la brutalidad. Y ahora, digo, se tropezaba con su cavilar. Su
cavilar azul. Sí, azul porque ella era azul. El azul de las mareas en calmas,
en paz, en el valiente mecer de sus deseos. Se dio cuenta desde hace muchas
décadas de que no estaba sola, de que no estamos solos. Aunque sigamos el
empuje tradicional de lo incomprensible como gigantes. Descubrió que no éramos
exclusivo, solo, polvo de estrellas. De millones de estrellas que flotan en el
oscuro universo. Otras vidas, se decía, a mi me vienen con esas. Si fuésemos
más allá de nuestra frontera en nuestra conciencia todo sería lógico, decía la
mujer de azul. Y esa mujer era tomada por lela o como quisieran tomarla. Pero a
la que decían mujer de azul tenía razón. Una razón que va más allá de lo que
aquí se cuece, que no es poco. Ay y la
mujer de azul se alegraba de que se la tomase en consideración. Viajes a través
de un tiempo que no se detiene sino que se expansiona y contrae con el tic-tac
de nuestra visión. Ahora que todo parece cierto su mente se extiende en los
montes sagrados de la lógica. La mujer de azul salió de su cueva, su casa
pintada de azul. Todos la miraban, con extrañeza. Sí, era el anochecer de un
cielo cubierto por amplias y pesadas nubes grises. Pero ella sabía que allá
arriba, allá donde la atmósfera es inconcebible para los terráqueos había vida ¿Cómo
sería?, meditaba. Y cierta ofuscación caía sobre la mujer de azul …¿Cómo nosotros?
Un brinco de temor se apoderó de ella. Una batalla entre mundos, no ahora, está
claro sino con devenir de los siglos. Y la mujer de azul dio marcha atrás.
Volvió a bajo su techo azul. Le decían la mujer de azul, deshielo temprano a
pesar de su juventud, a pesar de su rostro azul.
martes, febrero 21, 2017
HUECA...
Hueca.
Profunda.
Extravío de los ojos
Bajo los columpios del atardecer.
Lluvia.
Viento.
Expansión de las manos gélidas
Sobre la estancia vacía.
Eco.
Pasos.
Eclipsar de las huellas
Ancladas en el resurgir de la huída,
En el utópico deseo
Amparado en las raíces putrefactas
De la nada.
Niebla.
Penas.
Ahogamiento de lágrimas
En la acogida de un espejo
Que te miras
Que te observas
Estallando en el rincón
De las aves muertas,
De salones desvalidos
De pilares para la danza del fuego.
domingo, febrero 19, 2017
Se ha ido...
Ya me he ido.
No intentes buscarme más por esos lugares donde la cima es grito del silencio. Sí,
ido. No más llantos. No más del querer lejano. Estoy cansada, alas negras pesan
en mi espalda. Esculpo hogueras en lo gélido de tu mirada y se pierde, se
eclipsa bajo los techos ahogados de la sin razón ¿Para qué sacrificarse? Todo es
baile de púas rondando a ras de mis pisadas, ahora, lejos. Muy lejos, donde el
tic-tac de las horas desaparece a la vez que balanceo mi cuerpo al viento, al
viento.
Se fue. Escucho
su mirada en mi pecho con celeridad. Solo me queda su despedida llana y pacífica
en mi derredor. La casa vacía. Observo desde su ventana su marcha, lenta,
segura. No mira atrás, es definitivo, es infinito sus pasos ausentes entre
estas paredes teñidas de llantos. No iré a por ella, la dejaré. Libre…sí,
libre. Libros y más libros. No más que hacía leer, crearse un mundo invisible,
paralelo a sus sueños. A por ellos va. Yo ya no soy nada. Comienza a llover,
hace frío, jornada oscura se aposenta frente a mí. No, no intentaré buscarla. Me
quedaré aquí sentado, presto a la vida difuminada por unos instantes. Espero
que la eternidad no me ampare, no me aprese en sin sentido ante su ausencia.
Libre y libre, ya está.
Una cierta luz
me atrapa aunque llueve. Gotas frescas en mis huellas, ya lejanas, ya
inexistentes para el vuelo de él. Lo imagino sumiso en sus pensamientos ¡Qué
habré hecho¡ se dirá. Sí, has hecho mucho daño. Tu dejadez, tu hastío ante mis
ojos, ante el aroma perenne de esa casa, nuestra casa. Libre. Si soy libre, tan
libre que el reverder de mis manos aspiran a la melodía de la serenidad. Libre.
Si soy libre, tan libre que el eco insonoro de mi dicha me asciende hasta las
cumbres más altas.
Ojeo sus
notas. Tal vez debería romperlas, hacer cenizas de una relación desembocada en
la nada. Solo habla de una soledad cimbreante, de una soledad aunque mis caricias surgieran en pequeños instantes.
No. No había amor, solo posesión de los cuerpos flotantes entre sábanas ¡Qué
más da¡ Todo ha acabado. Se ha ido.
sábado, febrero 18, 2017
Nubes espesas...
Nubes espesas, muy espesas. ..de
cierto aroma cenizo se hallan tras ella. Camina y camina con muchas bolitas de
papel en sus manos, envejecidas, frágiles, gozosas de la vida. No mira atrás
solo el sendero liado de arboledas que le dará la sombra de sus pasos. Ya ha
llegado al lugar. Un lugar virginal, ciego
para aquellos que no rondan la naturaleza bella, perfecta diría yo. Deja las
bolitas a un lado, sobre una roca por si la humedad que desprende ese boscaje
las destrozará. Cava y cava con sus manos envejecidas, frágiles, gozosas de la
vida un gran agujero. Las introduce
dentro y piedra tras piedra va colocando como suplica a un dios inexistente. Al llegar al nivel de la tierra la tapa con
resto de hojas secas, de hojas tiernas que hay alrededor. Despacio, en
progresión de una despedida desorientada se yerta. “Que estas cartas aquí
mueran como nacieron, en el vientre de la madre naturaleza, en el esbozo de una
sonrisa de amor y singladuras a través de los años. Yo ya no tengo fuerzas.
Cansada…cansada de todos estos años en que he sido correrías en cada horizonte
del amanecer”, se dice. En vertical y alzada sobre si misma comienza una danza,
una danza lenta y pausada de las almas ahí depositadas. “ Aquí os dejo, en el regazo de la tierra
como hijas de los astros que llegarán al anochecer, como hijas de un sol
complaciente cuando el día se aproxima. Hoy , sin embargo, luce una jornada
gris. El llanto del adiós, de la ida. Adiós a los amores , a los amigos que han
colmado mi existencia. Ahora me voy, vuelvo al rumiar de una urbe donde nada se
detiene, solo aquí…aquí donde el paso del tiempo es estático, eviterno. Adiós” y se va. Retorna como mujer
enderezada en los derroteros de su andar. Ahora que ha lapidado todo su ayer se
siente bien , con sus manos vacías, envejecidas, frágiles, gozosas de la vida
vuelve. Vuelve a su casa. Sí, esa cuya ventana da un árbol donde los
herrerillos alegran con su canto.
martes, febrero 14, 2017
Tam...
Tam… Tam, el regreso del viento
norte nos emancipa de la rutina. Estamos esperando el derivar de barcas que en
el infinito de los deseos desembocan bajo las inclemencias del oleaje. No hay
corazones a la vista. La oscuridad se endereza y viene voraz a someternos a las
profundidades de los océanos. Un mundo
abisal cuyo rugido nos estremeces, nos desvía de esa ilusión de la mirada. Aquí
el frío es aberrante, los ojos caen presa de la sepultura cuando el amor de
espalda nos dice del fin. Tam…tam, saltan los cristales de una ventana
entreabierta en el golpear incesante, monótono. Cristales rotos que nos
ahuyenta del querer. Regresamos a nuestra cueva y ahí amontonamos piedras y
piedras. Un cúmulo para alzar la hoguera del abrazo a la calidez, al recóndito
aislamiento de nuestras pisadas. A veces olisqueamos el exterior, pero aquí tan
protegidos de la aberrante verdad nos hace cerrar los párpados y ser horizonte
de los sueños ¡Qué bueno soñar¡ Aquí, con la sintonía del callar de los últimos
luceros.
sábado, febrero 11, 2017
Ahora...
Estoy ahora ascendiendo por pedregales ausentes ya pinares
en la vieja cumbre. Bañada de leche de cabra murmuro al silencio de estas
altitudes. Me hallo sola, columpiada por cierto sueño enhebrado en las costas
de los idos. MI cuerpo blanco, mis manos ligeras, frágiles, sumidas en un deseo
que me hace cimbrar por cada zancada que doy. Ya estoy en la cima. Un mar de
nubes le resta a mis ojos los sonidos de la civilización. Yerta, con los brazos en altos clamo una canción…una
canción que siempre se asoma a la llamada de la madre tierra, de los anhelos.
Hace frío, no sé, uno o dos grados. Yo, segura, conforme a la línea serpenteante
marcada por las jornadas me alojo bajo este maravilloso paraje. Intento
retroceder, me dirijo a mis ancestros. Grito
“ Venid, venid al son de un tiempo inexistente, de un tiempo alejado de la
celeridad de los días. Venid, venid aves de este templo de cristal a picotear cada una de mis emociones, cada
uno de mis sentidos en el rigor de la libertad, de la paz”. Un manantial no muy
lejos suena, voy hacia él. Meticulosa me lavo hasta ser de nuevo yo. También
bebo de él, de la veracidad de sus palabras ininteligibles para aquellos cuyos
cirios se ocultan tras la máscara. Leche
de cabra derramada en mi bajada a lo que dicen normal. Mientras desciendo soy
plumas de colores en la danza del adeus.
Adiós al monte virgen que ondea la verticalidad de cada instante feliz.
Adiós a las ramas que me azotan con una leve caricia en el momento de ser
presente ante lo real.
miércoles, febrero 08, 2017
Divagaciones de una mañana de febrero...
Hace frío,
Color que se expande y contrae
A través de ojos amarillos
Al encuentro de sus huellas…
Nubes plomizas. Estancamiento del cavilar mientras los pasos
amplios se introducen en las leyendas de naves vacías. Una hoguera. Cuerpos que
se agotan en el transitar divisorio de un universo añejo ante la mirada. Nos
fijamos en nuestra vida, galopa tras el horizonte sombrío de la duda. Aquí
estamos ¿Qué sería de los otros? Caminos inversos a lo cotidiano de nuestras
rutas, a lo mejor una existencia en la plenitud de los sentidos. Mientras
estamos aquí, andando, andando…en las sombras del callar, del enraizado musgo
engendrado por nuestro vientre. Ellos, allí, en el gozo de nuestra caída, en la
desmemoria de la amargura ¡Venga¡ ojala el cosmos conspire contra los abusos,
la intolerancia, las batallas sanguinolentas y seamos paralela senda donde
todos somos uno, donde la dualidad de los desnudos seres sea inclusiva en el
paso de las estaciones bajo la memoria antagonista a la fugacidad del tiempo
exquisito, sonriente.
sábado, febrero 04, 2017
la noche
La noche. Un espejo. Ella frente a él. Se toca, se
habla, desciende al yo infinito contrario a la conciencia. Sus manos arrugadas
tocan con su palma el espejo y se habla, se habla…
X:
Ja, me dices
que sí, me dices que no. Balandros vuelan por tu cabeza en busca de su
interior. Siempre dices decir que la paz se apodera de ti cuando las batallas
alzadas sobre montes oscuros apuñalan todo aquello que es inverso a nosotros. A
veces no te entiendo. Saboreas tu aislamiento con el tremor de un mundo que se
vuelve bizarro, cenizo. Prefieres estar así. …Muy bien, perfecta realidad
asaltada por la imagen azulada a ras de ti. Ahora no me ves. No quieres
conversar sino alejarte en el ritmo de las agujas de un reloj inexistente.
Estás estática, mientras yo, soy relativa celeridad frente a los mismos
acontecimientos ¡Despierta¡
Y:
¡Aléjate de mi¡ Sí, prefiero respirar el aroma de mi
piel, de cada paso por este pasillo en soledad. No acepto tu forma de
convencerme, de manipularme. Ya sé, ya sé todo lo que se aguarda ahí afuera:
ventoleras devastadoras al encuentro de la muerte. Una muerte blanca, negra,
sombreada por ojos infértiles, inamovibles, idos de la mano de la existencia
¡Déjame en paz¡ No ves que estoy ocupada. Así, bailando, cantando al son de
herméticas murallas que solo me dan silencio, respirar. Estoy harta ¡harta¡…de
este cuadro salpicado de tachaduras contra la humanidad. No…no me gusta. Me
desagrada, me hace….me hace impotente.
X:
Y ¿por qué lloras ahora?
Y:
Eres tú. Tu culpable de este romper de mi dicha.
Déjame cantar por favor. Aunque sea por unos instantes que se ofuscarán con el
tiempo ¿Dónde te has ido? Ven, ven de nuevo. No me dejes. Sí, saldré con plumas
blancas en mano y las haré…las haré navegar hasta el último rincón de este
planeta consumido, asfixiado.
X:
Sí, vamos. Agárrate fuerte amiga, cruzaremos la
trinchera, las vallas de púas y seremos felicidad, una paz compartida, libres….muy
libres.
jueves, febrero 02, 2017
Te he buscado...
Te he buscado. Sí, en la incertidumbre de arboledas
retorcidas por un viento incesante. Cae la tarde Pegasus impregna los cuerpos a la intemperie
con el suceso de las jornadas difuminadas bajo un jardín invisible. Te busco,
no sé, en la memoria de los sueños de la nada esparcidos bajo mis manos
temblorosas saboreando un garabato.
Escribo, dibujo, plantó mi faz sobre acantilados de papel que hago
añicos a medida que te me apareces como imagen inalcanzable, intocable, infinita
tras los pasos perdidos en los pozos oscuros de una vieja espera. Te he buscado
en las entrañas de mis ojos que sirven al silencio de tu nombre ¡tú nombre¡
espesura repartida en las venas inflamadas cuando galopo a través de la bruma
de tus sentidos. Luz que llega, que enloquece, que enhebra las zancadas adustas
al encuentro. Viajo por llanuras donde el frío se hace humano y me abraza…y me
abraza con la ternura de un adiós. Un gato muerto se cruza en mi camino, un
gato verde y amarillo cuyo desamparo me hace balancearme en la duda. Te he buscado, que más decir, escucho el
desgarramiento de una esperanza dormida, indómita, palidecida en el taconeo de
los años. Ya no más emerger entre las cenizas del desencuentro, ya no más
borrascas imparables tras la senda del vacío. Te he buscado…
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