viernes, febrero 22, 2019

EL POZO DE LA MERORIA...7


7
Sus huesos ya han llegado, están aquí, frente a mí. Era ella…sí, ella, su presencia posada en un jarrón es cenizas que aromatiza este salón. Lo miro, ese jarrón, y mis recuerdos se hacen nítidos pero frágiles. Somos frágiles a veces y otras fuerte. No sé porqué este cariño por ella, solo un leve suspiro me ampara, el del adiós. Solo hallo el dolor en la ya fallecida madre. Tanto lloró, tanto anhelo, tanto mordió sus labios en el silencio de su soledad que ahora que descansa ante mi sus restos. Restos que me observan, que me examinan, que me pierden en el vaivén de la figuración de aquellos años de la posguerra. Batalladora, luchadora, energética, con su boca abierta para decir la verdad y escupir en la cara de sus asesinos. Me la imagino, de rodillas, con los ojos sin vendar, mirando cara a cara a su ejecutor, a aquel garrote rompiendo su  garganta y ella…ella sin dejar de gritar ¡Libertad¡ ¡Libertad…¡ Así me lo contaron, así queda en este espacio que me rodea. Libertad…viajes infinitos invisibles de aquellas que tomaron la palabra como sus armas. Un dolor agudo siento en mi pecho, me levanto y me acerco al jarrón donde las cenizas de ellas están, las beso. Querida abuela, querida madre, aquí estáis en el reposo de la paz, en la libertad de vuestras almas. Siento el vagar incesante pero inexacto de sus espíritus en esta habitación. Una luz azul-amarilla mana de ese jarrón. Sí, de ese jarrón donde las cenizas de ellas están. No, no tengo miedo, me abrazan en una calidez asertiva, plasmada de toda calma. Sobreentiendo que es el amor protector. Un amor naufrago en los océanos de las miserias del ayer, de este tiempo que ha pasado. Pero ahora están juntas. Están unidas en la armonía de sus almas. Me da fuerzas. No, no estoy ahora sola, presiento la presencia de sus manos invisibles acariciando mis manos. Las miro y un halo azul-amarillo, amarillo-azul corre por ellas. La danza en el nocturno profundo, alzado en mis pies desnudos por el eco del pasado. Y habló con ellas. Ellas liadas en mis manos, a mis pies, a mi danza que me evacua de la frialdad bajo este techo. Me hallo bien, extensa por el vasto pasillo ando. No, no hace frío y las bombillas de esta casa desconchada se apagan. Solo, la luz de ellas, su luz en mis manos y las miro y me yergo como estrella fugaz del mañana...del mañana.  Un mañana donde pondré flores nuevas como signo de respeto, del querer, de lo justo. Temprano iré al mercado, un mercado que me llena de viveza con su diversidad de color, con su ritmo. Ahora cierro los ojos y descanso en el acogedor beso en mi frente de sus energías, de sus luces amarillas-azul, azul-amarilla.


sábado, febrero 09, 2019

LA TARDE...


La tarde.
Un aliento.
Un nacimiento.
El partir en vertical de los sentidos.
Una sonrisa.
Flores en la mesa de la luna blanca.
El letargo.
Golpeteo de puertas que se abren, que se cierran.
Y tus manos, y mis manos
Galopando a través del firmamento oscuro, luminoso.
La tarde, nada más.


Ella...


Una arboleda extraña, ajena a cada paso dado. Un cielo cenizo, raro, rebosado de una lluvia advenediza. Un amanecer, enrarecido en un olor a invierno.  Ella se levanta y conducida por un sueño de la noche se marcha de su casa. Es presencia en un camino donde una arboleda, un cielo cenizo, un amanecer le tiende las raíces manadas de lo hondo de la tierra. Ella se lía con ellas, las acaricias, las besa, las sostiene en sus labios. Retrocede a su sueño, un sueño agarrado a un amor distante, un amor albergado en los astros sin huellas en su piel, en su tez. No la pronuncia, no deja que se escape de una palabra de quien será…¿Quién será? ¿Quién será? , me pregunto.  Pero ella se deja ir en su sueño, en ese sueño amarrado a puentes transparentes en el tiempo. La ve, no sabe cómo, presiente el abrazo, el beso atrás de sus párpados.  Y el sueño viene una y otra vez a su memoria. Una imagen intacta en el escalonado avance de las estaciones. Siempre la misma. Conversa con su yo. Conversa con esa arboleda extraña, con ese cielo cenizo, con ese amanecer que tanto la seduce a seguir.  Un arco de colores tira de ella por un instante, un cielo que se despeja, una arboleda que desaparece, un amanecer en su adiós y ella de pie. Mira atrás, su casa y vuelve a ella. Cierra los ojos y pausadamente suspirando camina hasta bajo su techo. Cierra la puerta y vuelve donde los sueños son historias de la memoria.

jueves, febrero 07, 2019

Blanco...



Unos ojos , blancos…my blancos. Recoger el aliento de la madrugada cuando los sueños se evaporan a medida que se elevan. Rostros degradados, enganchados al jadeo de las mareas. Y nos entregamos al silencio, a la duda, a la incertidumbre de mundos lejanos, de tierras yermas para la verticalidad de los sentidos. Perdida en el vasto rasgueo de una guitarra o porqué no un violín. Amanecer de cristales rotos arrugando los deseos. Mis ojos, blancos…muy blancos donde la dejadez son cipreses jugando en círculos de arena. Escucho el rumiar de las olas cuando son cercano alimento a mi estómago de mariposas muertas…muy muertas. Y camino por calles oscuras, la lucidez de mis pasos ahuyentan almas invisibles en el rigor de la pena. No, no estoy llorando, solo, deletreando el destino de las almas ajenas a mis manos, a mi vientre, a mi respiración.

lunes, febrero 04, 2019

Corre...


Corre…corre amamantada por las playas vacías de desorden. Yegua embriagada de sudor, de unos sueños erupcionantes de una mañana. Un mañana despierto, un mañana exultante en plenitud, en un mañana alegre de viveza, en un mañana acogido en las vírgenes mareas de lo vertical. Corre…corre por agrietados pesos invisibles en el serpenteante alzamiento de los sentidos. No, no te canses, no desesperes, no vueles en el rincón de la congoja. Corre…corre abrazada a la luz, en la sombra de tus deseos…así con la inocencia ardiente de la que espera en playas vacías.

sábado, febrero 02, 2019

No...


No,
No  responderé a las alas al viento norte.
No,
Azules océanos de la desidia, de la muerte.
No,
No llegaremos a esa bahía
Donde las ballenas emergen ante el final de un crudo viaje.
No,
No retornaremos donde la ausencia de existencia
Impele a nuestros pasos a la nada.
No,
Aquí estamos libres, hundidos en el cansancio.
No,
No me mires criatura de ojos inocentes
Bajo las neblinas embrutecidas de este mundo.
No,
Aguas brumosas nos llevan al adiós.
No,
¡Dejadnos pasar¡
No,
No veis la herida…la profunda herida, la nada
Vagando a través de nuestro pecho.
No,
¡Dejadnos pasar¡
Cementerios anónimos en el amplio mar.
No,
¡Tanto dolor¡
   Tanta y tanta penuria.