martes, mayo 31, 2016

Otra dimensión...

Otra dimensión, otro mundo donde el rodar y rodar de sus pies cansados lo llevaba a un vergel de indescriptible imagen. Sonaban los ritos de las aves que se amaban. Cantaban las olas la vejez de sus andaduras. Suspiraban las arboledas el reverder de una sonrisa que se insuflaba más a más a medida que penetraba en aquella belleza. La pena no tenía cabida, solo, el aliento de las estrellas que acariciaban su corazón. La noche lo ataba a fijar sus ojos a la luna, un firmamento limpio del ruido sucio de aquella otra esfera. Sí la muerte fuera así, se preguntaba. Qué placer albergaría en mis sentidos. Su mirada blanca estampaba instantes de eterna vitalidad. Todavía no era su hora o eso creía. No quería ahora volver a su lugar de tan dichoso que se hallaba. Solo había un inconveniente allí la nada de seres como él rondaba. Solo él y el rumiar de las mareas, de los árboles, de las aves, de los astros…Caminaba lento, sosegado, estaba cansado tras las cicatrices de antaño. Pero ahora se miraba en un arroyuelo y todo había desaparecido, era joven otra vez. Sus arrugas no más que eran fruto de un ayer, un ayer doloroso ¡Qué más da estar solo¡ se decía. Al menos puedo andar y andar con la libertad que aquí se respira. Qué linda noche con la calma de las ramas, con el silencio de las aves y solo el taconeo incesante del océano. Aun así se sintió vigilado. Quien podía ser. Descubrió una cascada en su paso, una cascada plateada que hechizaba su corazón. Se aproximó. Penetró en ella y halló solo huesos y más huesos. Qué podría ser, se dijo. No temió sino una paz se le incrusto en su vientre, en sus piernas, en sus manos, en su mente ¡La muerte¡ Allí entre aquellos esqueletos se sentó a la espera de la sentencia de los dioses del universo. No lloró, un halito de alegría se festejaba en su reconditez y durmió y durmió hasta el fin de sus días. 

lunes, mayo 30, 2016

DE ESPALDAS...

De espaldas.
Sí, estoy de espaldas.
Gotas de penas
Sobrevolando
Los cráteres
Que se abren
En el entusiasmo
De una mirada tuya.
Lejana confusión
Donde las rocas
Manan caricias
Del eco rebosante
De los latidos.
De espalda.
Sí, de espaldas
Girando y girando
En mi recuerdo,
En unos ojos
Cuyo jugo es aire
Que ambiciona  la verticalidad
De tus manos.
De tus manos…
A ras de las mías.
Estatuas de acero
Me observan,
Pero que frío hace.
Caigo y levanto
Y otra vez eres tú.


viernes, mayo 27, 2016

Silencio

La caída de la tarde. Astros que ambientan la escena. Ella frente a un espejo. El espejo frente a ella. La casa está vacía. Ni siquiera hay muebles, solo una silla donde ella se sienta frente al espejo. El espejo frente a ella.
Silencio.
Soledades.
Insolidarios rincones
Donde una se cobija.
Mi cabeza parece estallar
Frente al oleaje deforme
De mi esencia.
Que hacer,
Que hacer….
Espejo:
Hola amiga mía. Estás otra vez por aquí. Ahí sentada en una silla. Tus ojeras te delatan. El sufrimiento, la marca grotesca que ha dejado la sociedad sobre tus sienes. Pareces estallar, hacerte añicos y me miras, me miras con llanto tenebroso. Tanto…que me rajo, ten cuidado que te cortes.
Ella:
Sí, aquí. Mirando mi fisionomía, este cuerpo mío desastrado. No aguanto más. Estoy cansada de vomitar, de correr y correr hasta arrojar mis entrañas y de muchas cosas más. Por qué seré tan grotesca, tan gorda. Te miro y observo la decadencia de mi ser. Yo que soñaba con no se qué. No, no…sueños no. Ya no hay, solo deseo vomitar y vomitar todo lo que hay dentro de mí. No puedo comer las ideas perversas me asaltan y otra vez lo mismo. Dime, espejo, espejo…por que seré tan aberrante.
Espejo
Que hablas mujer. Te has quedado sin dientes, sin cabello, sin carne que rozar¿Es que no te vez? Estás anoréxica. No lo quieres acertar. Todo depende de ti. Veo un mal destino en tu desequilibrio mental. Estás delgada, muy delgada pero aun no lo vez. Ya no puedes ni sostenerte en pie ¡No me cortes y deja esa botella en el suelo. No bebas más. El alcohol no es la solución. Tienes que pedir ayuda, por favor. Hazlo por mí, no la muerte ante mi presencia.
Ella:
Dices que estoy delgada, enferma. Yo no lo veo. Parece que voy a estallar. Necesito emborracharme y después descargar a lo largo del asfalto con mis zancadas. No hay fuerzas, me siento débil, me siento caer en los laberintos infrahumanos. Tu espejo, mírame. Dime que estoy bien. Sí, que soy ala de la vida. No, no…(aprieta las manos contra sus sienes) soy mierda, soy polvo que se evade de este mundo. Para qué seguir. Sufro…sí, sufro y no dejaré de sufrir. Y pedir auxilio, no. Nunca, yo no veo que este mal. Solo que quiero dejar mi cuerpo libre de estas grasas, de esa comida que tanto apesta. Por Dios…Por Dios…Déjame de mirarme. Que…que es lo que hay ante mí. No, no me conozco.
Espejo
Tu impulso te llevará a la muerte. Pronto, muy pronto cuando la luna oculte a las estrellas. Pide ayuda. Sale de estas paredes y vete a beber de la vida. Sí, de la vida. Me das lástima. Yo aquí sin poder hacer nada. Tu ahí desnutrida, deshidratada, etc….No, delante de mi no fallezcas. No quiero ser reflejo de tumbas. Ya se hay mucho dolor tras tu espaldas ¡Te he dicho que dejes la bebida¡, ya. No más borracheras para suplir la angustia. Te estás cavando una rincón sin salida. Recuerdo lo bella que eras…(interrumpe ella)
Ella
Es que acaso no lo soy ahora. Lo vez…lo vez. Solo soy una bestia deforme.
Espejo:
No digo que ahora no lo seas. Pero te estás autodestruyendo lento…muy lentamente ¡Quítate de mi vista¡ ya. Vete…vete no quiero que te mueras ante mí.
Ella:
No puedo. Mis piernas flaquean. Me siento fatigada, muy fatigada…
Adiós,
Paraísos perdidos
En las alas del agotamiento.
Cuerpo inhóspito
De la hermosa caricia
Del sol.
Adiós,
Te has ido
En el mecer de los años,
Gastados de tanto y tanto penar
Por pasillos de hambre.
Se cae de la silla. Se quiebra el espejo.




miércoles, mayo 25, 2016

LA HUIDA...

No. No puede ser. Qué haces aquí. Sí, aquí donde la brisa toma el movimiento de mis cabellos. Hace estaciones que te habías ido, alejado de este globo donde los astros suspiran a la noche. Ahora vienes como ser sin luz abocándome en el verdor de mis sueños a un llanto, a un recuerdo. Vete y descansa. Ya es tarde, muy tarde. La muerte te lapidó en mis pensamientos y ahora soy rumbo de otras tonadas ¡Vete¡ te he dicho. No me atormentes, no me apenes, no me atosigues con tus gastadas manos.
¿Seguro? Por qué mujer esa huída. El ayer siempre tiene que estar presente. Acaso no me querías para que el olvido tome parte de tu andar por esta urbe. Aquí estoy contigo. Sé que en la profundidad de tus entrañas aún me añoras, me suspiras. Solo he venido para despedirme, para decir adiós. Eres tú la que no me dejas descansar. Siempre pensándome, pensándome…Muerto estoy, mis ojos no te ven pero te sienten. Déjame descansar mujer. Habito en cierto lugar que me hechiza a ser parte de ti y aquí estoy, despidiéndome, despidiéndome.
Es tan difícil el olvido. Me amaste tanto que aún hay restos de ti bajo este techo. Cada armario, cada toalla, cada sábana huele a ti. No sé…no sé. Te mueves como sombrío frío que me hace estar estática. Sí, dejaré de pensarte. Márchate. Tomemos nuestros caminos. Tú bajo tierra y yo a ras de ella. Pero dime una última palabra ¿ me quieres?
No. No contestaré. Sería darle  a la misma tuerca. Esclava del deseo eres, esclava de tu meditar cuando me llamas. No me llames más. No me traigas flores a este lugar lleno de huesos y cipreses. Huye…huye bajo la sonrisa azul de una nueva vida, de una nueva emoción.
Así lo haré. Adiós.

Ella se arrodilla sobre su tumba. Coge un puñado de tierra y lo aprieta hasta que es sangre que corre por sus manos. Se levanta y dice adiós. Se va…se va con una sonrisa entre los labios. La lluvia comienza, le queda un largo recorrido hasta llegar a su casa. El maquillaje se le corre y mira el cielo. Lluvia que cae, lluvia que corre en la ventura de nuevas singladuras. 

No dejar de danzar...

No dejar danzar con el ronronear del oleaje cuando la ventisca tétricas nos encausa por sendas mal olientes. Disipar el disparo inoportuno cuando avanzas tras las praderas infinitas de la belleza, del amor, de las deliciosas colinas embargadas en silencio. Encasquillarse  con el resoplido de una mirada que te desnuda, que te absorbe como semilla que ha de nacer en las travesuras del corazón, del corazón…Viva. Sí, viva en el forcejeo con las rotas alas impulsoras de la libertad. Continuemos…continuemos en la severa rectitud de un sol embriagador de sonrisas. Abracémonos…abracémonos cada vez que nuestros ojos aislados sean vertiente de la tersa brisa de las flores. Por favor, color y color, tatúa mis sentidos con los valles endulzados de paz, de armonía. 

martes, mayo 24, 2016

La aurora...

Sereno es el auge de la aurora. Un cierto firmamento gris empaña los últimos astros en el sentido de sus alientos. Ella se eleva y se evapora en su meditación con una taza de café. Aún es temprano. La casa vacía, no hay muebles, solo una silla y una mesa. Se sienta y respira hondo observando a través de la ventana, la única que posee bajo su techo, los alegres pajarillos que anuncian una lluvia tierna, suave ¡Cómo le sabe ese café¡ Mira los posos que ha dibujado y no halla su destino, el rumbo a tomar en esa jornada que se asoma. Se levanta, una ducha de agua fresca la aliviará de sus pensamientos. Se seca, se viste, sale a la calle. Las aceras permanecen en la quietud de lo cenizo. Te yerta sobre un viejo cementerio. Ahí están sus seres queridos, no lleva flores. Solo una visita enlazada al grito de su soledad. Sí, sola y sus muertos. Habla y habla con ellos. Les pregunta sobre su ayer, por qué se han ido tan temprano. Las respuesta que recibe es paralela a un mundo lejano, un mundo que ella aún no ve ¡Por qué¡ ¡Por qué¡ Sigue preguntando. Ella quiere ir con ellos, aquí es seducción de manos agrietadas por la sequedad de su silencio, de los desiertos habitados por ortigas. Ellos callan, deja que sus lágrimas cubran su rostro en esa desesperación. Se va, lejos, muy lejos donde los cipreses y los cuervos no mecen su palabra. Retorna a su casa. Sí, ahí, donde una silla y una mesa la espera para el juego tenebroso de su espíritu. Cuando entra siente un aroma especial, mágico diría yo. Son sus seres queridos, esos que se han ido. Luces verde azuladas danzan alrededor de ella. Se siente viva. Abre su mano y en su palma se posan. Una a una clama un deseo, una felicidad que la hace sonreír. Sonreír y continuar.

domingo, mayo 22, 2016

LLega la noche

Llega la noche,
Hace frio,
Me consumo bajo el insomne oleaje
De los mirlos que vienen
Arrimarse algún árbol.
El sol se ha ido
Larga espera de delfines
Limpiando lo grotesco
De nuestras manos.
Las rocas me aguardan
Danza en la aventura
De ser eco de pardelas
Cuando cavilo
Sobre los lejanos senderos
De su sentido.
Llega la noche
Columpio de sueños
Elaboran una linda mirada.
Distanciada y bella
Corriente de pasos
Hacia las ventiscas de su aliento.
Hace frio
El titilar de los astros
Me animan al abandono.
Caigo sobre el aroma de las zarzas,
Me dejo ir incesante
Un quemor….un quemor
Anuncia la despedida,

La ida sobre lagunas de mármol. 

jueves, mayo 19, 2016

Fosas...

Fosas de cristales rotos.
La embestidas de las mareas.
Un rincón donde un alud de memoria
Se retuerce bajo la insomne mirada.
Aquí, presente, al encuentro de tus labios
Creciente luna que mece los sentidos
Acompasados por el vientre a vientre
De un sudor que emana de unos pechos

Firmes en el norte de los sentidos.


Llegamos...

Llegamos a esa casa donde los ecos de la oscuridad se cierran de golpe bajo nuestras miradas. Íbamos de la mano como renacidas de las aguas de sabiduría del amor. Un viejo árbol reposaba, tranquilo, en el jardín. Lo observábamos, lo examinábamos. Un viejo árbol ya sin hojas que insuflar a la calma de la noche. Tú y yo ensimismadas en su talante, en el precipicio de su caída.  Tu gracia me hacía danzar en el apogeo de la tibiez. Mi sonrisa elaboraba cierto aroma que te inducia al beso. El viejo árbol ahí, vigilante, eterno, magnetizante. Y lo observábamos, el, como vigía de todos nuestros movimientos. Encendimos unas velas pues los plomos habían saltado, inmediatamente después las apagamos era noche luna, de luna bella y perfecta. Se retorcía por medio de una brisa fuerte el viejo árbol. Y lo observábamos como parte nuestras singladuras bajo el atemperar del astro rey. Deseo siempre del nocturno, llamábamos. Sí, cuando los ojos rajados de la tormenta no nos pudieran mirar. A ráfagas de pasión nos amábamos, así, hasta que el alba encendía el nuevo día. Después nos despedíamos, corríamos en los huecos del alejamiento siempre con pensamiento en vertical. Qué difícil, nos decíamos, el amor oculto. Un amor que se agranda a medida que nuestros párpados se cierran y se consumen en el silencio del recuerdo.


lunes, mayo 16, 2016

Abres...

Abres el confín de los astros que revoltosos juegan al deseo. Te aproximas sobre nubes de espejos donde los latidos subterráneos de tus alas me hacen soñar. Sí, soñar con tus labios bajo la sombra de los míos. Vienes a mí con retazos sonrojados de rosas que me camuflan al son de tu mirada ¡Qué bella es¡ Sí, linda luna en los piélagos que mis pies pisan y pisan tras la bocanada profunda del amor. Y, si te digo te quiero….No, aun no, el tiempo retorcerá esta palabra cuando tu cuerpo, mi cuerpo frente al rumiar del olaje sean unísono canto de las horas emancipadas de una vida que continua en las fogatas del beso, de la caricia.

viernes, mayo 13, 2016

Miraba...

El miraba y miraba el renacer de las flores cuando el crepúsculo se emancipaba de los astros. Ensimismado acariciaba cada flor que se abría en el brío de los jardines de un parque donde la soledad rondaba. Sí, solo. A él le daba ya igual. El abismo de ser diferente lo embriagaba de cierta pena, lejano y desértico. Ya no se preguntaba el por qué, paseaba siempre con las mismas pisadas mientras meditaba que sería de él con alguna amistad que le diera de la mano. Muchas estaciones estancado bajo los influjos del frío. Triste continuaba el amanecer de las flores. Un amanecer semejante al latido de su corazón, de su corazón…Llegó al final del parque, al final del túnel de su despertar: aceras ojerosas ante la verticalidad de sus pasos. Adiós, les dijo. Un tropiezo. Sí, un tropiezo de alguien que hacía lo mismo que el. Se miraron, se reconocieron, bajaron la cabeza y sus manos se enlazaron al paseo matutino. “ Soy Bob”, dijo aquel. “Yo Ann”, dijo el otro. “Caminaba y caminaba donde los soles me muestran el calor de un abrazo, de una eclosión de mis sentidos bajo el rumor de los pájaros” , dijo Bob. “Yo también, me pierdo por estas calles, por este parque al encuentro de la brisa. Una brisa que viene, que va y se asienta en mi rostro”, dijo Ann. Andemos y andemos. Sí, con la fuerzas de nuestros espíritus solitarios, cancelados en una urbe se precipita en la carcajada sobre nuestros sentidos. Para ellos somos extraños, no formamos parte de su grupo. Ahora tú y yo. Solos. Observando el alba de las flores que nos da la bienvenida a nuestros caminar por este sobrio mundo. Qué más da que nos aparten, estamos los dos. Tú y yo. Yo y tú. Ellos miraban y miraban el renacer de las flores cuando el crepúsculo se emancipaba de los astros. Ellos aliados a un mismo meditar siguieron acaricia tras acaricia el nacer de una nueva vida.

miércoles, mayo 11, 2016

Detenles...

Amanece, despiertan las aves que rondan los boscajes. El ahí, sobre un árbol ensimismado en su quehacer jornada tras jornada. El sol viene y en el pie del árbol alguien. Alguien desconocido para él , alguien lejano a sus pensamientos, a sus costumbres, a su cultura. Lo mira y mira.
Xx: Yo aquí meditando a medida que las nubes me envían esos mensajes cargados de saber. Sí, sobre este árbol admiro la fuerza del viento que viene y que va a lugares distintos. No sé por qué me miras, me examinas. Soy feliz, esperando que las lluvias vengan para beber del agua que corre por las cascadas.
YY: Me es extraño estas tierras. Vida radical a la mía. Estás ahí sentado aguardando lo que te dice el viento, las nubes y yo sin embargo ando con la rapidez de estos días que se me agotan. Sí, temo a la muerte. Una muerte que vendrá con cuervos y cipreses sobre mí ser.
XX: Tú crees. La muerte forma parte de la rutina de esta vida. Hay que fallecer para que los espíritus dancen a través de las hogueras al anochecer. No, no tienes que tener miedo. Solo, al sufrimiento. Para todos tiene que venir, su peso puede ser ligero o hiriente pero viene. Viene arrebatarnos la carne que posa sobre nuestra alma y hay que aceptarla quieras o no.
YY: Qué haces ahí, me pregunto. Pasa y pasa el tiempo y permaneces en la misma postura, vigilante, al acecho de algo.
XX: Los espíritus me persiguen, me abrigan. Espero mi presa he de alimentar a mi gente. No hay prisa. Mira, mira…humo.
YY: Será un incendio.
Xx: ¿Tú crees? No son los que como tu arrasan con el Dios naturaleza. Los animales huyen, la lluvia huye y la atmósfera se intoxica. Tendré aguardar más tiempo. Espero que no lleguen donde nosotros estamos, verdad Dios del viento ¡Llévatelos¡ Arrasa con todo lo que nos destruye por el placer de rajar nuestra forma de ser. Aquí sonrío. Allí no. Solo seremos emigrantes de nuestras propias tierras. Mejor morir.
YY: Te entiendo. Somos así, no nos damos cuenta. Pensamos que nuestra vida es la ideal cuando no es así. Qué pena me das. Siento llagas en mi corazón que nunca cicatrizarán. Me marcho. Te dejo a ti y a los tuyos.
XX: Detenles ¡Páralos ya¡ Estoy cansado, estamos cansados. Nosotros nacimos libres y queremos seguir libres. Sí, libres como las aves que se posan en las ramas de estos árboles. Detenles ¡Páralos ya¡ Ay sol que habitas sobre mi cabeza diles que se vayan, lejos, muy lejos sino la muerte de mi pueblo. Quiere ver mi gente crecer, así, desnudos con las corrientes de los ríos cazar el auge de la vida, danzar cuando la luna mece nuestras cabañas.

YY: Lo siento. Son imparables. Son hijos de lo grotescos, seres oscuros de la nada. 

lunes, mayo 09, 2016

Soles

Soles de ojos cerrados,
Manantiales de sabiduría
Alargando su mano
A la proposición retumbante de alas
Que se yerguen con el sino de la vida.
Mujer que huye
De las tempestades bajo cristales rotos.
Emancipación de la sonoridad del llanto
A la sombra de un crepúsculo
Que viene, que va
Por las vertientes enjauladas

Del abrazo.

jueves, mayo 05, 2016

Atada...

Atada bajo la enigmática sonrisa de un muro. Su cuerpo se reduce al vaivén de una brisa que la seduce con su aroma. Ella, recogida, medita sobre los montes tras aquel muro. Saltar o no saltar. Quedarse ahí con la respiración entrecortada de la oscuridad. Dar un brinco y como yegua salvaje alejarse de los sombríos pasillos de su mirada. Le cuesta, la torpeza le impide cualquier movimiento que sea aliento de libres manos, libres besos. Se levanta, observa el muro. Qué fácil sería, se dice, ir a la conquista de nuevos sabores que ronronean en su corazón. Sí, su corazón, ala desplumada al son de los años envejecidos frente aquel muro. Tiene que intentarlo, arriesgarse a asomar un pellizco de su esencia ante aquel monumental boscaje que hay tras él. Salta y salta…ya está en el otro lado, un campo de arbustos la invitan a continuar.  Camina y camina con prisa, con el frescor de que algo nuevo vendrá. Un cierto temor la hace sudar, sudores de arco iris que ella palpa, que ella acaricia. Se introduce en el boscaje, un bosque sereno con la claridad de los rayos solares acogidos por el murmullo de las aves. Sus pisadas son suaves, llenas de gozo. Antes todo gris, ahora, todo es belleza. Recuerda imagen del ayer no muy lejano. Se lleva sus manos a los ojos y se siente culpable. Sí, culpable de dejarla evaporar en los cimientos del miedo. Rodeada de una hermosura perfecta se sienta bajo un enorme árbol. Se duerme y en sus sueños un adiós con pinceladas de acuarelas anuncia la venida de ojos que la miman, que la alegran. No quiere despertar, solo, aislarse en esas sensaciones de la perfección. Una hoja cae sobre su rostro y sus ojos eclosionan como hijos de aquella atmósfera. Retorna al muro, al gris de las calles donde las miradas se eclipsan con cualquier paso. No sabe lo que busca pero lo halla. No lo entiende, alas de mariposa que posan sobre los pensamientos edificantes de su naturaleza. Ya todo nube de la noche, una noche que viene con el halito de un deseo. El muro ya no lo ve, el monte a ennegrecido y ella ….¡ay ella¡…con peso maravilloso de su destino.


lunes, mayo 02, 2016

remar y remar

Remar y remar
Bajo espacios desconocidos.
Misterios  se yerguen
A medida que avanzamos
Sobre fondos oscuros, callados.
Imperfectas sonrisas,
Mudez de los vientos,
Caricia de las manos
Que se levantan, que se elevan

Bajo una luna eviterna.