viernes, marzo 28, 2014

Lento...

Lento.
Todo es lento.
Cascada que se engendra
Al vaivén de la jornada.
Aves que precintan lenguas grotescas
Para que la sonrisa sea bienvenida.
Más allá un árbol de escasas hojas
Anuncia la calma,
La erupción de montañas nevadas
Por donde corre la libertad.
Temprano.
Es temprano
Y el fuego del alma se sosiega
Toma rumbos donde la paz
Resbala por mis senos
Hasta expandirse en vientre de arco iris.
Lento.

Todo es lento. 

jueves, marzo 27, 2014

Te estremeces....

Te estremeces
Con los viento de la primavera
Que te llevan hasta el infinito de los astros.
La noche, oscura
Te evoca un horizonte
Donde los cuerpos se acarician
Con el rumor de las olas.
Olas que rompen
En acantilados afilados
Donde el eco de las pardelas
Es llanto en la ida de la luna.
Tu rostro se desdibuja
Y tus ojos sin mirada
Se revuelven en el ascenso
Por firmamento límpido, puro
Donde todo es simplemente paz.
Los sueños vienen
Y como yegua blanca
Eres piano andar hacia tu destino.
Pero tiemblas,
Tu verticalidad parece estrangularse
Pero no avanzas, te desatas

Rumbo a ese universo de tus ideas. 

martes, marzo 25, 2014

De vuelta a casa....


De vuelta a casa. Camina bajo la sombra de cipreses que le induce algo temeroso, algo apagado. Sus pasos rectos, se pierden en esta espesura que no acaba, que no acaba. Su estomago se revuelve, vomita cierto distanciamiento ante los que allí habitan. La armonía familiar se ha acabado y una nube gris y pesada corre bajo sus espaldas. La casa se halla allí, donde el golpear de las olas sobre las rocas llega como un estremecimiento en sus paredes. Abre la puerta con el cimbrar de sus manos. Dos manos delgadas, curiosas. Parece que no hay nadie. Pero lanza un saludo como es costumbre en ella.
-Hola ¿Dónde andáis?
- Hola, hola, hola. Pero donde vamos a estar hija, aquí. Siempre con tu educación. Vienes mojada. Ándate quítate esa ropa.
-No madre. No me quitaré la ropa.
-Pero qué dices. Pareces chalada.
- Por qué he de quitármela. Esta humedad…
-Sí está humedad que te enfermará si no lo estás ya.
-Siempre lo mismo. Tus palabras despectivas me hieren.
-Déjate de bobadas. Y quítate la ropa.
-No madre.
-Pues aquí no entras. Si estás mal vete a un loquero.
-No estoy mal. Son tus formas de decir las cosas.
-Anda, anda. Que soy tu madre y puedo decirte lo que me viene en gana.
    Se va. Se difumina en la distancia de su casa. Coge la dirección norte. Aun llueve. Allí el cabalgar efímero de las olas sobre las rocas le rocía cierta ternura a su rostro, a su cuerpo. Siente ganas de gritar. Por qué no. Vacía esa represión que llevamos dentro o nos induce a ella. Ahora si se quita la ropa, se descalza. Y una mezcla de llovizna y gotas salinas la acogen en el esplendor de sentirse libre. Sí, libre. Siente ganas de lanzarse a esa mar que hace remolinos blancos ante su mirada. Y se lanza. Bucea las entrañas de ese misterioso océano. Encuentra una caracola vacía y vuelve a la superficie. Entre rocas se sienta mientras el golpeteo de las olas y esa caracola emite voces lejanas. Voces que como las de ella son desahogo ante la represión, ante los prejuicios.



sábado, marzo 22, 2014

divagaciones de un sábado....

Tú que sabes del sabor de unos labios. Ven acércate. Sí, con la lentitud de un crepúsculo cuando el resquebrajar de las olas sobre las rocas volcánicas anuncia el estremecimiento de los sentidos. Sabes que te quiero.  Palabras que se revuelcan en la espesura de la hierba cuando la lluvia se ha evadido a otros lugares.  Nos colgamos de esos hilos que mantienen en equilibrio nuestras emociones, nuestras sensaciones. Y tú que vienes a mí con el indescifrable silencio de tu pecho. Siento tus latidos. Siento el vagar de tus pasos tersos ante mi mirada. Y me pierdo. Sí, me pierdo en la caricia de tus manos sobre mis manos. Te alejas. Dices que aun no es tiempo. Te comprendo.  Mi  entendimiento navega por los albores del mañana amor. Aquí guardo la armonía de tu respiración. Inspirar e espirar. Espirar e inspirar entremezclados con los silbos de las ramas retorcidas y grises de la espera.  Aquí estoy, como siempre, con mi música y mis palabras que cabalgan bajo la fragancia de una flor que alumbra mis ojos ante ti. 

jueves, marzo 20, 2014

Divagaciones de una mañana de marzo....

Y no luce la sombra broncínea de ese astro cuando el amanecer es alfombra de nubes cenizas donde se recuestan los sentidos. Avanzamos. A medida que el tic-tac de un viejo reloj nos dice de ese tiempo que se va. Aquí estamos.  Saboreamos el perfume de la mañana donde los pájaros no son tonada.  En la espera aguardamos el silbo del viento que hoy permanece callado. Desaparece. Entre las calles de esta urbe nos movemos y levantamos una llamada a la distancia que se encierra sobre mareas de un lejano deseo. Y deseo es la palabra. Deseo de perderse por los laberintos de una mirada que nos dice “sigue, sigue”.  Y seguimos. Con un desierto en nuestra espaldas, con el incierto paso de las horas.  Que pesadez, nos decimos. Pero impenetrables, aislados nos balanceamos sobre los sueños que se yerguen en la sombra que vamos dejando atrás.  Y así continuamos. Siempre encerrándonos con nuestra esperanza que a veces juega al escondite ¿Dónde estás? A por ti vamos. Sí, alargamos nuestra mano y tomamos de ella como manantial de siemprevivas que nos hace sonreír. 

lunes, marzo 17, 2014

Una barca...

Una barca.
Un roque.
El eclipsar de la tarde
Que sobrevuela mareas infinitas
En busca de la calma.
Una soledad.
Un silencio.
Cerca, el rumor de las mareas
Subiendo por esas añejas maderas.
La búsqueda.
El encuentro.
El arribar sobre tierras extrañas.
Tierras cuyo eco se expande en nuestra respiración.
Inspirar y espirar
Espirar e inspirar.
¡Qué sensación¡
Todo es bello
Cuando penetramos
En nuestra reconditez.
Ánimos que sobrevuelan
La costa.
Una pardela.
Una ola.


domingo, marzo 16, 2014

La rama...

La tarde se emancipaba del canto de los pajarillos. A ella le gustaba acostarse en las ramas. Sí, en las ramas de un árbol fuerte y que mantuviera su peso o su levedad según se mire. Apaciblemente descansaba y miraba todo ese horizonte de arboledas y montañas que ejercicio una atracción sobrenatural sobre ella. Era sobrenatural ese magnetismo que sentía. Soñaba despierta y cada deseo se hacía realidad. Soñaba con hermosas cascadas que caían libre en una isla donde todos sus seres eran felices o poseían ese equilibrio para llevar sus vidas adelante. No había pobrezas, injusticias, egoísmos, envidias y un largo etc de palabras catastróficas que aquí no tienen cabida. Cuando despertaba se ponía de pie y de un salto bajaba hasta que la tierra enterrara sus pies, hasta que la hierba cubría sus rodillas. Y corría. Sí, corría sin agotarse solo con el aliento de la brisa que daba sobre su cara.  A veces se detenía y cogía una flor. Separaba cada pétalo y se preguntaba que si alguna vez hubo un tiempo así. La interrogación quedaba cuando alguna mariposa se cruzaba en sus ojos. La miraba. Saboreaba su danza lejana y con el corazón acelerado la perseguía. Tal vez ella le daría algunas respuestas. Llego hasta una cueva. Una cueva de esas en que sus antepasados habían vivido y se introducía mirando, pensando cómo podría haber sido aquella vida. Sentía cierta nostalgia.  Una nostalgia que se engordaba a medida que penetraba más y más adentro. El frescor de aquel lugar…La invadía no se qué cavilar de cómo pudo ser aquella vida. De nuevo salió al exterior algo entumecida, algo sorprendida por el mundo que acaba de descubrir y dejaba pasar a su mente fotogramas del ayer, del muy ayer. Recordó que tenía que volver. Volver al mundo de suyos donde todo era monótono, donde todo estaba corroído.  Pero decidió que no se fue aquella rama del principio y allí se quedo. No quiso bajar más. Hasta que la mano sincera le dijera todo cambiará. 

sábado, marzo 15, 2014

La calma...

La calma.
Rosas que se desquitan de sus espinas.
El tambalear de la incertidumbre.
Un violín que indomable anuncia la noche.
Tranquilo.
Sereno.
Envuelta la bruma que cae incesantemente.
Me enamoro.
Sí, me enamoro
Como si de la brisa se tratase.
Un querer incierto
Donde las manos se extienden en el infinito
De su lejanía.
Pero es así.
Un amar que se vuelve lento, suave.
Solo con la violencia de las olas
Que vienen, que van
Bramando la espera interminable.
Me doblo, me retuerzo
Y  en la muerte del beso ansiado
Todo se vuelve oscuro,  indiferente
A la mirada a la vida.
La alegría se desdibuja
Y bajo los tenebrosos pantanos del querer camino.
Lenta.
Pausadamente.
Hasta que las fuerzas derriben la verticalidad de mis sueños.
Aun sueño.
Algo cansada.
Algo ausente.
Me siento a tu lado
Cuando una melodía suena
Y aunque seas nieblas
Que se lían en mis manos
Aquí estoy.
Pensándote.
Amándote.


miércoles, marzo 12, 2014

el fuerte oleaje

El fuerte oleaje. La sombra que da mi mirada. La lejanía de las montañas que se oscurecen a medida que la tarde cae. Te acercas. Te aproximas con el resonar de pardelas que buscan su norte entre los acantilados. La pesadez de mis alas. Se despliegan e intentan volar y volar más allá del horizonte cobrizo.  Veo tus manos. Lo único que observo de ti. Veo el  corazón en la penumbra de sus días, el jadeo incesante de una ballena. Cementerio de sueños que corroen el navegar por las estelas de los primeros astros.  Me arrimo. Me acerco a ti. Tú y yo. Yo y tú. Y formamos ese rompeolas donde los deseos se fraguan al son de una caricia, de un beso, de unos pasos que saltan al vacío. No, no mires atrás. Para qué, te digo. Y vienes con ese encanto que seduce a los océanos. Hijas de ellas somos. Allí volveremos cuando las penas nos aticen sin cesar y nos sumergiremos en esa boca cuyo aliento es de sal y algas. Volveremos a nacer. Ya todo ha pasado. Aquí estamos. Tú y yo. Yo y tú. 

lunes, marzo 10, 2014

Tú...

Tú que puedes soñar
Sobre barcos que van hacia el destino brioso.
Tú que puedes agrandarte
Cuando dices algo sobre la felicidad.
Tú que puedes ejercer
El encanto del amor.
Dime como ascender por esta vida
Donde los buitres se columpian
A ras de mis espaldas.
Cansada.
Sí, estoy cansada.
No me ves.
Tú que puedes caminar
Entre los astros que pueblan nuestro mundo.
Dime como alumbrar mis manos
Para que se nutran de calor.
Siento frío.
Un frío que se colma hasta mi vientre
Alimentándose, alimentándose
De mis escasas ansías de seguir.
Tú, siempre enamorada del arco iris
Cuya paleta recorre tu sangre
Dime como ser caricia al aliento.
El viento se acerca.
Seguro.
Hurgando cada herida
De mis entrañas.
Tú que sabes de esas cosas,
Del dolor de las lágrimas
Que se pierden con una sonrisa.
Dime, cuéntame
Como alzar una sonrisa
De cuyo rostro solo hay pesadez.


domingo, marzo 09, 2014

María y Alba....

Había cierto desconsuelo en una tierra donde la aridez arrimaba los corazones bajo la sombra de los cuerpos. Solo un árbol retorcido y con sus ramas disecadas daba reflejos de sombras que iban rayando el suelo. Allí en medio de aquella desolación se halla María y Alba.
María: Quisiera volar donde la tierra fértil alimentara mi alma, diera fresco a mi rostro cuando corriendo a ras de su verde espesura contara cada uno de mis sueños.
Alba: Quisiera amar. Sí, enamorarme. Por qué no. Bajo la sombra de rosas amarillas que dieran luz a mi espíritu para poder alcanzar la cima de la alegría.
María: Quisiera. No sé. Desenvolverme bajo una cascada donde sus aguas abundantes dieran calidez a mi cuerpo.
Alba: Quisiera gravitar bajo los astros cuyos espejos fueran imagen mía, imagen de….
María: Quisiera que me miraras. Hace tiempo que no lo haces. Atrás, de espaldas a este árbol que quema sus últimos gritos de vida.
Alba: Quisiera mirarte. Pero no más me atrevo. Existe cierta muralla invisible que no me permite dar la vuelta. Me oprime. Me oprime.
   El sol se asoma en su ventana más abierta. Hostiga el rostro de ambas. El cuerpo de las dos, que desnudas permanecen de espaldas una a la otra, la otra a la una en ese árbol que chupa todo el ritmo de sus vidas.
María: Quisiera virarme. Verte. Saber cómo eres. Pero hay cierto temor de entrar en la oscuridad de nuestras vidas.
Alba: Ja. Ja. La oscuridad…Acaso somos ecos de mayor oscuridad que esta. Aquí, a pleno sol. En una tierra agarrada  a la muerte. En un árbol cuyas retorcidos candelabros de cenizas. Vírate. Espera. Espera. Primero dame la mano.  Agárrame fuerte para cuando nos miremos las lagrimas nos no rompa.

     Mano a mano. Manos que se tocan. Que se rozan. Que esbozan cierto magnetismo cuando el deseo se impregna de una larga espera.  Así, no se miran. No se dan la vuelta. Solo las manos en aquella tierra baldía. Solo un suspiro que nutrirá sus corazones hasta caer en el agotamiento, en el abatimiento de que todo ha acabado. 

sábado, marzo 08, 2014

Un quejido...

Un quejido.
Una ruta que te lleva por los rincones del boscaje.
Es  la noche.
Silenciosa.
Indomable.
Astros que se confunden con luciérnagas.
Que danzan al son de la brisa fresca.
Es la noche.
Vienes a mí.
En la oscuridad me escondo.
Y en contracorriente desaparezco
Bajo la niebla de la nostalgia.
Otro quejido.
¡Qué será¡
¡Qué será¡
Pasos que se pierden.
El lamento que no cesa.
Un alma herida, dolida.
La noche.
Enigmática.
Verdadera.
Muestra los estragos a la madre tierra.




lunes, marzo 03, 2014

Sed...

Sed.
Hay mucha sed.
Sed de huesos
Que huelen a bosques
Donde las pisadas se pierden  su encanto
Cuando nos tropezamos por campos de refugiados.
Hambre.
Hay mucha hambre.
La sombra maligna hace hueco en sus manos
Y sus vientres son hojarasca que vuelan
Lejos, muy lejos
Donde nuestra mirada no puede retozar.
Enfermedad.
Hay mucha enfermedad.
La debilidad es caos que nos transforma
En hijos de tumbas anónimas
Donde nadie irá a llorar.
El precipicio de la humanidad
Camina a ras de sus venas
Donde el rojo de su sangre
Es blanco, es negro.
Donde están las lágrimas, ¿Dónde?
Oscuridad.
Brumas que envuelven al ser
En ventiscas de ortigas.



sábado, marzo 01, 2014

Qué escucho...

Qué escucho. Es el sonido de los violines llevados por el viento. Un viento que viene como norte de mis pasos. El agua corre. Un riachuelo de esperanza penetra por mis poros y soy ave que emigra a tierras desconocidas. Aquí todo ha acabado. Necesito ese resurgir de mis cenizas, de mis huellas extirpadas al son de mis pisadas. No. No tengo prisa. Me estoy preparando para ese viaje donde tendré que cruzar el océano como nutriente esencial a mi nuevo nacimiento. Ahora observo. Observo esta casa sola donde las paredes ya ni hablan. Un silencio que circunscribe temblor a mis huesos. Sí, sé que puedo. Arribar donde el sol no se escabulla con la entrada de brumosas desperdicios que ahora caen sobre mis manos. Manos frágiles. Tanto peso. Tanto castigo.  Te digo amiga que ya he terminado. Sí he acabado con estas rejas que rodean mi espíritu y ahora soy libre. Me voy. Por qué no. Aquí ya no tengo nada que hacer.  No ves como la vejez es sombra que me merodea. No ves que el agotamiento  desfallece mis alas. Y las necesito. Las necesito para retomar mi vida. Escucha. Escucha. Un piano me dice que todo está próximo. Que es hora de levantar el vuelo lejos, muy lejos. Donde la calidez sea manantial que corra por mis venas. No. No hables si es para decirme que espere. La espera ha sido muy larga y siempre lo mismo. La monotonía. No soporto la monotonía de los colores que se engendran frente a mi mirada. Sí, cambiar. Ya es hora. Ya es ese tiempo donde el crecer de mi verticalidad se lanzará y se irá. Deséame buen viaje, digo.  Haz lo que quieras. Me voy con los sueños envueltos en mi corazón.