sábado, marzo 31, 2018

Un grito


Un grito, grotescas figuras imaginarias que daban a sus pisadas por la tierra húmeda, por las retorcidas ramas del viento nocturno ¿De quién sería?, se preguntaba aunque su interés era confuso que sí, que no. Mejor será continuar, llegar al final de este túnel de arboledas donde la luz de la luna le permitiera respirar pausadamente. Un cierto escalofrío ensuciaba sus pasos que con celeridad la ahuyentaba de ese boscaje tétrico. Otro grito, brumas cercándola con la danza de los muertos por el miedo, por el dolor intenso empujando el corazón al vacío de aquellas entrañas del monte. Apretó más sus zancadas, a veces, impedida por el temor.  Un temor de navajas rozando su cuello, sudoroso, frío. Puede ser que fue alguien ahogado en el terror de la muerte, del peligro. Pero algo le impedía mirar atrás. Solo ansiaba desbaratadamente llegar a la luz de la luna. Su corazón agitado vertiginosamente le hacía correr y correr por la densa espesura de ese boscaje. No alcanzaba la luz de la luna, por lo que se detuvo jadeando, ansiosa. Otro grito, otro agarre a su rostro descolorido, fatigado. Un temblor le hacía agonizar mientras se hundía en esa tierra de nadie.  No…no lograba a comprender lo que pasaba pero lentamente iba siendo enterrada viva.  En esos instantes insalubres, desesperante tomo mano del silencio. Era ella, ella la que gritaba mientras la luz de la luna ya se aproximaba. No sabe como logro salir de ese amasijo de fango, de ese agujero creado para su existencia asfixiada. Tomo aliento y llego donde la luz de la luna le permitía ver. Un cuerpo  borroso se incrustó ante sus ojos. Era ella y sus fobias. Gritó…



tranquila...


Tranquila.
Habitaciones vacías.
Un fondo azul de nostalgia
No sabe a qué, el por qué.
Ojeras acogiendo alguna lágrima.
La profundidad de los sentidos.
Silencio.
La nada.
El crujir de hojas secas.
Sus manos emancipadas de la vida
Arropada con los alientos de las mareas.


martes, marzo 27, 2018

Papadu...


Y  Papadu se levanta temprano.  Y Papadu hace la cama. Y Papadu se prepara el desayuno. Y Papadu mira su móvil . Y Papadu va a clase. Y Papadu está en un centro de menores. Y Papadu no ha hecho nada. Y Papadu vino en patera. Y Papadu tiene a su familia lejos, muy lejos donde las tierras se vendieron para que él tuviera una oportunidad, un sueño alegre que contar. Y Papadu comprende a su profera. Y Papadu no comprende otras cosas, otra cultura donde sus mayores son desechados a la deriva. Y Papadu ama a su tierra invisible. Y Papadu ama a sus mayores aunque el hambre sea círculo que ha de pisar. Y Papadu mira. Y Papadu se comporta bien. Y Papadu regresa al lugar de acogida. Y Papadu hace sus deberes. Y Papadu se acuesta. Sus sueños vagan en un tremendo paisaje devastado donde la sonoridad de agua no existe. Y Papadu despierta, una lágrima, dos lágrimas…Y Papadu se envuelve en su manta de rayas y promete que soñará cosas buenas del mañana. Y Papadu duerme, plácidamente mecido por una luna vigía de la ventana. Y Papadu no entiende muchas cosas ambulante  en esta sociedad. Y Papadu envuelto en su manta de rayas se abraza como abrazo a sus seres queridos. Y Papadu retorna al sueño. Y Papadu regresa a su tierra con una sonrisa, con un corazón más grande y con la nada de esta otra. Y Papadu con sus alas de mariposas  vuelve aunque hayan sido heridas.

Tendida...


Tendida sobre una rama, así miraba ella el transitar del nuevo amanecer. Un amanecer donde los pajarillos hacen de las suyas con sus cantos armónicos.  Se hallaba pensativa, absorbida y conmovido por la eclosión de una nueva jornada. Frente la isla, tan lejana, tan cerca que con sus dedos lograba dibujaba su relieve en globos amarillos. Se sentía vivir mientras su juego la invitaba a descender del árbol…el árbol de la vida, se decía. Se abraza a él como si fuera un nutriente revitalizador para su continuar…continuar evanesciéndose con una bruma cercana. Sus huellas dejaban de respirar. Sus manos sombras de sonoros olvidos. Sus ojos gritos del despertar, en silencio…mucho silencio.

sábado, marzo 24, 2018

Al fondo...


Al fondo , en la habitación donde los libros reposan polvorientos en sus estantes. Se arrima con sus pasos animados por alguna lectura para la jornada de hoy. Libros que ya han pasado por sus ojos grises, verdes y ahora desea retomar su vivencia. Entra, un cierto picor se muestra en su cuerpo, en sus manos, en sus ojos cuando a ciegas coge uno. Que le dirá de nuevo, se dice, este hace años lo había leído y no recuerda bien cada fragmento que ahora se entrega a su vida. Al fondo, en la habitación azul…ojea cada frase y su memoria vuelve al atrás, regresa algún instante vivido en ese momento. Sabe cuál es su final, como seguirá pero se introduce con sus largas alas  y la lumbre de un lamparilla que enciende se inmiscuye en sus entrañas. Ella es el libro, se ve reflejada en cada hoja que pasa, en cada palabra que lee.  Se envuelve en una manta azul, hace frío. Se sienta en una butaca azul y respira hondo. La noche se avecina con cierta lluvia sutil. La escucha desde la ventana de la habitación azul, la del fondo. Lentamente mira sus manos, tiene plumas. Lentamente sus ojos son guía firme del encuentro….sí, en la habitación azul…suspira y se deja caer en un profundo sueño. Lejana, pacífica….



miércoles, marzo 21, 2018

En la orilla...


Estás en la orilla con tu larga melena, mezcla de una visión más allá de los horizontes lejanos y el murmurar de las olillas. Estática, sentada escuchas las voces de una brisa esbozando lo cotidiano. Te inmiscuyes en la reconditez de tu espíritu y vuelas, vuelas donde la sequía de tus ojos digan algo…tal vez alguna lágrima muy bien de alegrías o de penas. Estás distante, una luna plomiza descansa sobre tus hombros. Todo pesa pero lo liviano de un suspiro te hace inquietante pedazo de esta esfera…

domingo, marzo 18, 2018

Acostada


Acostada
Sobre peces de colores.
Desnuda ventana
A unas mareas que vienen y van.
Ajena
Al origen de las emociones
Aliento de los sentidos.
Perdida
En los revueltos cajones
Emancipados de recuerdos.
Cubro los sueños
Con veladuras de  un universo
Que se expande y contrae.
Me desnudo
Frente, el sedoso vaivén de la mar.
Un piano
Anclas alborotadas
En las profundidades inciertas del yo.
Noche
Astros ojeando los pasos perdidos
De la memoria, de las manos.


viernes, marzo 16, 2018

La tierra...


La tierra está húmeda, su fragor caricia sus ojos que desde la ventana la mira. Una tierra entregada al cultivo, a la limpieza y cuidado diario de sus hijos.  Ella lleva pantalones vaqueros y un móvil que según en lugar que esté tendrá cobertura. Tal vez la llamen. ..un tal vez extenso, obeso en el paso de los soles. Es temprano y con la fresca deja su ventana y se adentra en lo que sus manos han sembrado. Todo perfecto, todo envuelto en una atmósfera que la hace crecer aunque su soledad le habla y le habla. Ella escucha, desperdicio de años en su rutina, en sus sentidos orientados a una espera absurda, obsoleta. Se agacha y con sus dedos de manera sutil toca un tomate recién venido, verde, pequeño pero fuerte, con ganas de crecer y crecer hasta que su tonalidad varíe. Ella se ríe. Se yerta, coge unas tijeras de podar y poda algunas parras que posee. Hace frío, mucho frío. Este año se vaticina una cosecha será buena. La savia se detendrá y después vendrá más potente. Un efecto invernal, un efecto invernal que le afecta a ella largamente. Esto es todo, se dice. Todo lo que tengo, fruto de mis manos. Mis manos ásperas, mis manos estropeadas, cortadas.  La tierra está húmeda…la caricia como madre de ella, como hija de ella. Deja las parras y da media vuelta, mira sus tierras. Exuberante rito  de la labor jornada tras jornada. Ve unas malas hierbas alrededor de sus cebollas, las arranca como si con ello las dejara respirar. Esto es el todo, se dice. Regresa a la casa. Se hace café y lo bebe mientras desde la ventana observa todo lo que posee. Se ríe. No sabe por qué le entra ganas de bailar. Se aleja del trinar de los pájaros y pone algo de música, se descalza y sola da unos pasos con su taza de café, con sus ojos en sus tierras desde la ventana.

miércoles, marzo 14, 2018

Un lugar...


Un lugar.
Un violín.
Hilos revolcándose sobre los hombres.
El callar.
El andar.
Espejos soñando el mañana.
Una mirada.
Una  necesidad.
Extrañas huellas buceando en la luz
Despierta del alba.
Una silla.
Un pensamiento.
El largo pasillo hasta la puerta
De una libertad que nos conmueve
Que nos da brío suficiente
Para saborear la vasta paz
De las fronteras intangibles.


martes, marzo 13, 2018

Y tengo piedras...


Y tengo piedras en los bolsillos de mi pantalón liso. Y tengo piernas que me hacen avanzar hasta el pico más alto. Y tengo sentimientos abordando cada pisada, cada respiración  en sentido concéntrico al ayer. Y tengo ganas…sí, muchas ganas de llegar. Y tengo piedras en los bolsillos de mi pantalón, piedras donde e inscrito cada suspiro desvanecido, burbujeante en el paso del tiempo. Y parezco llegar a la cima, el pico más alto donde las aves se revuelven en su existencia, en el elixir de la vida libre, muy libres. Y ya estoy, aquí, en el pico más alto con mis piedras en el bolsillo. Me desprendo de ellas. Y caen en el vacío, en el oleaje bajo esta cima. Un oleaje calmo o violento, no distingo, pero me es lo mismo. Y miro está bóveda celeste que me alumbra. Y cierro los ojos.  Y los pinares ya no están muy lejos. Y yo puedo también caer, caer ese vacío donde la nada de las mareas gastará y llevará al fondo esas piedras. Y me siento bien, una felicidad cautivante que me aísla por unos instantes del tremor de la Urbe. Y meto las manos en los bolsillos de mi pantalón liso. Y doy la vuelta regresando al país de lo incierto. Y, no sé , me acurruco en un sendero anciano bajo un paisaje que van variando su tonalidad mientras desciendo. Y siento que me desdoblo, cierta parte de mi se ha ido en las profundidades del océano y otra regresa para el comienzo, el comienzo de unas manos fuera de los bolsillos de mi pantalón liso.

sábado, marzo 10, 2018

meditaba


Meditaba. Sí, se pasaba el día meditando a ras de unos ojos que observaban el ritmo del oleaje. Un oleaje calmo en las primeras horas de la mañana, un oleaje fuerte cuando subía la marea. Y qué piensa, me decía. Estática, hermética, estatua de  lágrimas y pesadez miraba el fondo de su yo. Un yo narrador constante de las virulentas guerras en el lado oscuro de esta tierra.  Ella, pisa firme ya cansada. Un estado consternado y doliente donde las alas para brincar en el más allá de su frontera se desvanecida. En su mente la nada, el sabor amargo girando en torno a hogueras apagadas. Su contemplación sin embargo la orientaba en pacíficos deseos aunque no lo expresaba. Silenciosa se deja ir. Así, meditando, con el agarre de una jornada siempre igual. Así, meditando, desintegrándose a medida que tiempo ¡ay el tiempo¡ la rodeaba con sus dudas e incertidumbres.  Le daba lo mismo. De vuelta a casa, bajo su techo. Ahora se moviliza sin hacer ruido pero con pasos cansados, extasiado de su encuentro con la reconditez de sus entrañas se cierra. El nocturno le hacía un hueco con sus ojos pendientes de una luna que tal vez le diera alguna respuesta.  Pero eso lo cuestionaba. No había nada, no había nadie cuando en la madrugada en su cama de sábanas de rayas rojas, azules, verdes  y el gélido aliento de sus sueños, ya apagados, ya reposando.  

jueves, marzo 08, 2018

¿Son veleros?


Son veleros? Se pregunta constantemente lo que en la distancia. No, se dice a si misma son las mujeres de la acequia que van con sus ropas tendidas al viento sur. Mujeres de sombrero las cargas en amplitud de todas las dificultades por nombrar para llevar sus vidas por una cuerda floja que nunca romperá, que nunca tirará. Son enérgicas desde sus silencio, desde sus trabajos cuando el habito de la rutina sudorosa, cruel cuando las emociones por una diminuta balada de sonrisas, de abrazos, de apoyos que con el tiempo serán olvidados por los otros. Ellos no se dan cuentan pero están ahí, haciendo ascender una tierra en fertilidad en uno de los rincones más ásperos, más yermos de la existencia. Sencillamente mujeres, mujeres algunas decepcionadas, algunas gratificadas con sus esperanzas y desesperanzas puesta en el navegar de sus veleros para el mañana. Y suena el piano de sus manos, sus chirriantes violines, sus asoladas guitarras, suenan en si sus manos como destino de la libertad e igualdad. Se sienten capaces , luchadoras del campo, de la ciudad, de los desiertos que conlleva su callar los pilares de este globo ¿Son veleros? Se pregunta a medida en la distancia. No, se dice a si misma son mujeres veredicto del despertar, mujeres de agua, mujeres de fuego, mujeres de aire, mujeres que danzan al son de un sueño verdadero o no ….ahí están en vertical con la respiración contenida por lo que vendrá, por lo que será. …

miércoles, marzo 07, 2018

El viento


Será el viento, el viento…el que estremece mis oídos en su ronronear incesante.  Será visiones mías si digo que con el reconozco su voz ida hace años. No sé, me pregunto de que desbastara manera me sumerjo en el delirio. Me desvisto de este pijamas de flores, de flores malvas , rojas, amarillas, verdes, etc….Y desnuda me introduzco en la bañera. Agua fría que hará que mis sentidos se calmen. Ahora no lo escucho, no escucho su grito mortal hacia mis emociones. Salgo y me visto, despacito…muy despacio como si de se tratase, me han traído su recuerdo , su olor. Otra vez, el viento, otra vez su voz amenizando mi despertar, esta jornada coronado con un sol radiante y mentiroso. Y si fuera el ¡Qué hacer¡ ¡qué hacer¡ Voy a la calle, desierta, el polvo pisa mis ojos y no logro ver bien. El viento, el viento…se introduce en mi vientre y parezco caer. Sí, si es él. Me estaré volviendo loca …todo es incierto. Lo busco en esa fuerte masa de aire caliente y no lo encuentro, me induce a su búsqueda a través de este paisaje desértico tatuado de casas blancas, azules. Debo de ser yo pero el viento, no lo dudo, me trae sus palabras, siempre las mismas, te quiero. Me halló acogida en la calma, mi nerviosismo parece apagarse. Pero…pero el, ¿Dónde está? Retorno a casa ante el encuentro fallado. Cierro ventanas, cierro puertas y me siento donde el viento no penetre en el baño. Abro el grifo del lavamanos y me echo agua a la cara ¡Mis ojos¡ mis ojos en la incesante búsqueda. Aquí no puedo quedar todo el día, pienso. Salgo y el viento entra en su etapa de serenidad, ¿será el?

domingo, marzo 04, 2018

la distancia


La distancia.
Cumbres ondeando el sabor de la humedad,
Vastos senderos marcados por el ayer,
Y el ahora, consumido en hábito de un cigarro
Inexistente en el recorrido de las piernas.
Una sinfonía de colores colman los ojos
Paralelos al pico más anciano.
La palidez.
Extenuadas espaldas se encogen
Ante lo bello del horizonte,
Un oleaje ajeno,
Me llevo las manos a un rostro inexpresable,
Intangible con los años.
Todo pesa.
Todo es duda.
Todo es ausencia…


viernes, marzo 02, 2018

ecos....


Ecos.
Resoplar de una atmósfera
Teñida de emotivas miradas.
Y la danza.
Comienza la danza,
Perpetua en el sino del oleaje.
Te vas.
Te alejas.
Vamos en la avidez acogida
A los vientos del norte.
Ecos.
Palmas manando alegría
Y la vida,
Inspira y espira,
Espira e inspira
En el vientre a vientre,
En el adiós sonoro
De días ascendiendo
Por nuestras manos.
Y la danza.
Comienza la danza,
Al tintineo de pies navegantes
De los luceros liberados
de la pesadez de los espaldas.