miércoles, abril 30, 2014

Pétalos negros...(relato)

Llega el crepúsculo una sombra violácea y rojiza se extiende sobre la tierra. Quizás llueva. Los cuerpos se elevan, se levantan al son del trinar de los pájaros que son sus vuelos precoces nos envuelve en belleza. La gente camina indiferente a todo lo que les rodea. Somos muertos, descendiente de otro planeta que ha dejado sus desechos en este rincón del universo. Como tales nos doblamos, nos estiramos y miramos más allá del horizonte sin saber el por qué. Nos les importa la agonía de esta esfera azul por qué ya somos rostros de mármoles grises. Sí, somos herencia de otros seres más allá de los astros que coronan este planeta de agua. Algunos se preguntan de dónde venimos. Pero esta cuestión es solo saboreada por el más allá de las espirales que observamos en una noche sin luna. Somos tumbas, solo que nos erguimos y andamos sobre nuestra propia destrucción. El viento sopla. Y seguimos vamos hacia el roque más alto. Ese el situado donde las olas rompen con todo su impulso. Olas que vienen y que van. Ahí hay un ser, hombre o mujer, arrodillado con sus brazos alzados como alas cansadas al encuentro de la verdad, de la auxilio ante la pesadumbre de este lugar. “ Por qué nosotros”, se pregunta. “ Por qué somos desechos de otras civilizaciones ¿A quien rogar? No sabemos quienes somos ni de dónde venimos. Este lugar, esta tierra donde todo es cíclico llora. Sí, se pierde en la sombra de nuestras manos ¡Qué dolor¡ La angustia me arrebata las fuerzas. La pena me deja tirado en su ida y un camino de rosas negras cubre nuestro cielo. Qué será de nosotros. Nosotros marionetas repudiadas por la esperanza.” De repente el cielo oscuro se abre, nubes pasan con celeridad. Y a la suplica de este ser respuestas llegan. “ Solo sois una prueba, una prueba que no habéis pasado. Hambre solo hay hambre. Sed solo hay sed. Injusticias solo hay injusticias. Y una madre naturaleza muerta, si está moribunda. Ella que os da vida.” El cielo se cierra y pétalos color sangre caen sobre el rostro de este ser.  


domingo, abril 27, 2014

Viene...

Viene el ciego día
Entonando alegría a los corazones
Que crecen con el astro rey de esta tierra.
Yeguas trepidantes son singladuras
Ante montañas vestidas de gris.
Pétalos manan de sus cuerpos
Congregándose en círculos
Donde la hierba crece

Al son de sus danzas.

sábado, abril 26, 2014

Aproximación..

Aproximación.
Nubes encadenadas con sabor a gris
Que vienen, que van
En el sutil encuentro con las gaviotas
Sobre las orilla.
El ronronear de las olas
En bajamar, mi encuentro
Con las alas de la libertad, de la esperanza
Somos ecos de las caracolas, de los tambores
Que integra nuestras manos cuando se rozan.
Latidos, profundos, confusos, desconformes
Con el erupcionar la saliva de las bocas
Que se esconden bajo las profundidades
De un océano que da aliento.
Ven aquí, te digo.
Ven aquí, me dices.
Y entretanto somos allende boscaje
Donde la oscuridad impera.
Nuestros pasos,
Se pierden al encuentro de nuestras miradas,
De nuestros labios, de nuestros cuerpos
Y así condenadas a la ceguera de las jornadas
Somos inaccesible lazos del amor.
Un gemir  se escucha a lo lejos,
Un gemir de seres rotos bajo el manto azul.
Lo escucho.
Lo escuchas.

Almas que se lían a la espera. 

viernes, abril 25, 2014

Una pared...

Una pared. Arboles que recorren con sus raíces desprendidas ya de la tierra por su cuerpo. Un ser mirando. Un ser hablando. La tarde golpea con las últimas filigranas solares en la espalda de esta. Más allá el rumiar de las olas. Una aventura, un quehacer, solo una tarde.
XX: Qué hago aquí. Frente a este muro infinito que da sombra a mis ojos cuando intento escalarlo para ver ese viejo árbol tras de él. Quiero beber de su savia. Recostarme en sus raíces como ventura del mañana.
Pared: Me miras. Quieres subir para de nuevo bajar y beber de este árbol cual soy escudo. Lo protejo. Lo admiro por su templanza a lo largo de los años. No sé cuanto tiene pero seguro que es más anciano que tu, que yo. No. No te dejaré la vida del más allá de estas paredes lo separa de la muerte. Quieres beber de él pero no puede ser. El, formidable, robusto, bello. Sí, muy bello.
XX: ¡La belleza¡ Su belleza me conduce a él. Siempre que paso por aquí lo observo. Tan solo, tan melancólico que me gustaría abrazarlo. Sí, abrazarlo para saber de las sensaciones que corren en su interior.
Pared: No. Muchos lo han intentado. Han venido como tú por lo mismo pero solo le han dejado cicatrices de dolor. No cometeré más ese fallo. Es mejor que este así. Aislado, vigilando todo lo que pasa tras mi.
Árbol: Déjala que me abrace. Hace tanto tiempo…Veo una persona noble, sincera. No me hará daño.
Pared: Qué es lo que escucho. Es la primera vez que oigo su voz. Me estremezco y parece que quiero caer. Qué te pasa querido amigo.
Árbol: Déjala que me abrace. La estaba esperando. Ella y yo. Yo y ella.
Una fuerza invisible hace que la pared se derrumbe. Frente a frente el árbol y ella. Ella y el árbol. Se miran, comprende que el vacío del hoy puede ser viento del mañana que viene y que va para consagración en vertical de ambos. Naturaleza destruida. Seres derruidos. Todo cambiará. Nacerá un arco iris que será puente de los corazones benevolentes y sobrevolaran sobre la madre tierra.   


jueves, abril 24, 2014

Un lugar....

Un lugar recóndito de canarias. Acantilados, oleaje, la calma. Casas donde el tiempo no pasa. Todo es bello, hermoso. Un baile de flauta que alberga sus montes, solo el rumor de la brisa marina pasea por sus calles.

La sombra...

La sombra de las nubes escucha el ronronear de mi corazón. El viento calla, ha dejado de ser caminante de cada rostro, de cada mirada. Caravanas de   cuerpos tiznados de una paleta gris se acrecienta a medida que las calles  son silencio.  Busco el latir de tus labios sobre los míos, la caricia perfecta. Sí, esa que hace estremecer cada una de mis pisadas en tu búsqueda. Te llamo y un planeta decaído, lánguido me responde. Sus palabras saben a hiel, a una mezcolanza entre agonía y seducción roto. Dónde está la belleza. Algo queda. Supongo que algo de amor bajo la cotidiana alfombra de astros será  luz para mi algún día. Ahora cuidémonos. Cuidémoslo. Esto, donde habitamos cuya aroma sabe pena tras las perturbaciones del hoy, del ayer.  Y mi corazón ronronea. Gravitando bajo las aguas de una cascada que no más son llanto ante tanto desastre. Límpidas son pero cierta indiferencia las transforma  en ese lodo donde un pinzón azul deja sus alas. Alas agujeradas, rotas, rajadas    por el grotesco tintineo del ser.                                         

martes, abril 22, 2014

los susurros...

Los susurros del sol rompen la mirada de la tarde. Segrega el vuelo horizontal y somos eco del oleaje.  Un oleaje pequeño, suave. Donde nuestras piernas cansadas giran en torno a su propio eje para hallar el canto de las caracolas. Las escucha. Y mar adentro somos libres, somos esa esperanza que asciende hasta la superficie del océano venerando estrellas marinas.  

lunes, abril 21, 2014

Corriendo...(poema)

Corriendo por colinas rajadas
Donde la medianoche pisa
Los astros colgantes
Con la luz de la luna.
Esferas que conducen al sin sabor,
A lenguas que se perpetúan
En el silbo del amor.
Negro, es todo negro
Solo un haz que deja a la intemperie
Sus rostros.
Se miran.
Se tocan.
Y con el labio a labio,
Y con el vientre a vientre
Son esa lluvia salvaje de sudor,
Son ese viento violento de sus cuerpos
En horizontal, en vertical
Según la caricia del rumor de las hojas secas.

viernes, abril 18, 2014

la soledad...

Retorna al hallazgo de rocas negras que el mar traga en la espesura de las estrellas. Mira el horizonte, ese cielo que oscuro con las velas encendidas al ritmo que rumor de las olas la invitan a ser parte de él. Esta sola. Sola y la naturaleza. La naturaleza y ella. Soñaba despierta con el letargo de la isla. Se le hacía pequeña y quería ir más allá. Más allá del oleaje sereno que había esa noche. Ahí había una pequeña barca. Una barca que la invitaba a navegar por ese manto oscuro mecida por sus sueños. Cuando se halló lejos de la costa, en ese punto donde solo la brisa entona una canción, se detuvo. No quiso ausentarse más de la isla. Tiró los remos. Y allí se quedo con el respirar hondo que llega al alma.
                        Ella: Aquí estoy. Aquí estamos. Mi espíritu y yo. En medio de la paz. Del incansable ronronear de las mareas. Acunada por olillas de tersas espumas blancas que me dan cierto aliento para seguir. Para seguir en esta vida.
                       Cachalote: Sí, estás aquí. En mezcolanza con las estrellas marinas y los astros que abogan    por ese tiempo perdido en tu vida. Vienes a recuperarlo con la luces de la atmósfera que suavemente muerden tu conciencia.
               Ella: Tú que me hablas. Dime que será de mi destino. Un destino incierto que se condena al silencio de mis manos, de mis ojos, de mis caricias por este mundo.
           Cachalote: El que tu marques. La espera ha sido muy larga, muy larga. Y caes bajo la gravedad de tormentas sobre tus sienes. No has completado tu ser en esta vida. Te falta amar, amar ¡Ay de ese amor¡ No te atreves, no se atreve. El temor es causa que te abstiene a ser mujer libre de las cadenas que presan tus venas.
      Ella: Sí ¿Cómo decírselo? ¿Cómo hablar para que mis palabras no sean signo de negatividad sino una fuente por la que corre libremente el agua que he de beber?
    Cachalote: Déjalo venir. Todo viene. A un paso lento que es fuego que alumbrará tu corazón. Regresa a la orilla. Aquí sola, aislada no tienes nada que hacer. Solo disfrutar de la madre naturaleza cuando todos duermen. Vendrá. Seguro. Con sus caricias y besos, con sus palabras y silencios.
  Deja la barca. Bucea y nada hasta la orilla. Allí se extiende desnuda con solo el abrigo de las rocas. Se sienta y mira el firmamento. En su travesía los astros se han evaporado y aparece el broncíneo del amanecer. Los observa y se siente dichosa. Que cambiante es el reino natural. Es bello. Es hermoso. Es lindo. Se mira a sus manos. Manos vacías a lo largo de los años. Y una lágrima cae sobre ellas. Quema. Sus sensaciones son extrañas. Todo sigue igual. Pero ha rejuvenecido su alma. La pesadez de su cuerpo se levanta y se aproxima al acantilado. Quiere escalar. Sí subir a lo más alto. Y lo hace. Sangra pero lo logra. Consigue esa cima en la que se ve toda la ínsula. El mar, las olas, las rocas, el amanecer. La soledad.

domingo, abril 13, 2014

Tu silueta...poema

Tu silueta
Marcada por los hilos de sombras
Que esconde el horizonte
De una tarde
En la llamada de la ebriedad de las miradas.
Te pierdes en una danza
Donde el infinito de los astros
Consumen de tu savia
Como nota de el hechizante astro rey.
Tú, sin pausa,
Que te conmueves con una sonrisa
Algunas veces eres ola
Que rompe sobre mis senos
Con el eco de las lenguas
Que se vertebran a ras
De nuestros labios.
Vienes y vas.
Vas y vienes.
Tú que jadeas en el instante
Que somos esa colina embargada
Por la caricia sutil
Te evaporas en mi piel
Como sudor de mis entrañas.
Ven, ven aquí.
Zas, y una ráfaga de mirlos vivos
Animan nuestro roce, nuestros movimientos

Sobre una esfera azul. 
Y subes por los pedregales de la conciencia. Te arrimas a esas hierbas que con su frescor mecen una canción a la alegría en cada grieta que respiran a la atmósfera que te envuelve. Puede que te embarques sobre nubes cuando ahí, en lo alto, seas esa ave acurrucada que vive de sus sueños. Por qué no soñar. Las montañas dibujan claro oscuros de la aurora. Y ahí arriba, en la cima de tu ser, aleteas tus deseos, tus pasiones. Ya no te importa nada. Tu misma, tu sola sigues la ruta que el corazón te lleva hasta ser perfecto equilibrio mente cuerpo. Asumes que tienes que irte, que aquí ya no haces nada, no eres nada. Pero  serena alzas tus brazos de los cuales manan plumas verdes, amarillas, azules en el ascenso por esa bóveda broncínea. Vuelas. Sí, vuelas. Lejos, muy lejos. Hacía donde tu rostro con ojos de vida, de alegría amenizan tierras nuevas donde crecerás como árbol nuevo cuyas raíces perpetuaran tu destino.

sábado, abril 12, 2014

Es oscuro...

Es oscuro el surcar donde las ventoleras raja tu rostro y después desnuda eres ave malherida que invoca a la vida. Cual fue el fallo se pregunta ella. Ella que entre la duda y la penumbra anda perdida de esquina en esquina al encuentro de un halito de ese jugo que evapore su pena. Pero hay penas y penas. Hay heridas y heridas. Penas y heridas que nos hacen recogernos en el pensamiento de la impotencia. Por qué no habré…se pregunta. Tantas calamidades rondan sobre ella que a veces siente ganas de ser hija de acantilados. Acantilados que desquebrajan cada llaga, cada llanto, cada recuerdo que se cierne sobre ella. El viento norte llega. Unas nubes cenizas cubre el firmamento y el crepúsculo se transforma en un telón que ella tiene que desvelar. Qué habrá detrás. No sabe. Muñecas colgantes zanjadas a la vida. Sangre que corre por los espacios inaccesibles de las creencias. Se alza y con su verdad, con su ser desgajado, desgarrado vuela. Si vuela hacia esos rincones donde la luz no incida sobre las secuelas de su recorrido por esta tierra extraña. Un ataúd censurará el daño, ese daño que como rastrojos sube, trepa, escala por sus entrañas. Por qué no…se pregunta ella. 

jueves, abril 10, 2014

Despertaba...

Despertaba mutada  por las corrientes de golondrinas que posaban en mi cuerpo. Lenta, mirando más allá de los astros que coronaban mis sueños. Despertaba en la intemperie de una rosa cuyas espinas iban tatuando mis ojos cerrados de mariposas del buen querer. La belleza llegó a mí con una sonrisa del madrugador arco iris. Lluvias venían, lluvias iban por el paisaje de mis ojos ya abiertos. Miraba. Sí, miraba todo mi derredor y todo era blanco azulado. Una luz de no sé dónde venía hacía mi. Me levante y era la claridad del día. Este día que viene y con sus sombras y luces nos hace andar por cuerdas flojas de cuyo equilibrio depende nuestro estado de ánimo. Pero yo sonreía. Sí, hoy sonreía. Una sonrisa verde, una sonrisa amarilla donde la esperanza tejía cada hilo del cual me iba colgando para seguir por este mundo desconocido. 

martes, abril 08, 2014

Todo surge...

Todo surge rápido. El despertar, el amanecer, la caída de la tarde, los sueños…Danzas con las dunas, te dejas caer en un silencio que solo ellas conocen. Y llegas a esa orilla, a ese horizonte donde el océano se entrega a ti, donde tú te entregas a él. Con la misma danza, con el mismo silencio. Solo murmullo de las olas, del viento. Que vienen a ti. Te hablan. Y tú danza, en tu silencio los escuchas, les contestas. Todo es rápido. Tanto que te sabe a poco. Y vienes al otro día al despertar, cuando el amanecer con su manto malva broncíneo te eleva y esperas la caída de la tarde que te llevará al paraje de los sueños. 

domingo, abril 06, 2014

El salvaje ronronear...

El salvaje ronronear de las olas
Que vienen, que van
A ese destino donde su continuidad
Se anula cuando somos cuerpo de ella.
Oh, ese océano.
Bello, perfecto, puro, virginal
Que se apodera de nuestra mirada,
De nuestra piel
Cuando sentimos el estremecimiento
De nuestro ser con su esencia.
Aves vuelan a ras de él
Absorben del néctar que les da vida
Y él agradecido vela cada palabra
Que evocan estás
En la ida de la tarde.
Se va, se va el día
Océano de las maravillas
Que trota bajo mis ojos.
Y tú y yo nos miramos.
Como amantes eternos
De una tarde de abril.
Tu frescura alimenta mi  silencio, mi soledad.
Y soy equilibrio cuando de la mano

Vamos lejos, muy lejos. 

sábado, abril 05, 2014

Deseabas...(poema)

Deseabas zambullirte a la brisa fuerte de una noche
Resonar constantes de las almas
Que se engendran al son de las hojas secas.
Una noche, donde la luna menguante
Hacía de nido para que tu esbozar de palabras de esperanzas
Viajaran más allá de las nebulosas.
Decías algo sobre el amor,
Sobre esas batallas inconclusas
Que muerden, que desgarran, que destrozan
La danza de la humanidad.
Y te veías inmerso en ese aliento grotesco y fétido
De las balas que van al corazón, al vientre.
¡Acaba ya¡, te decías.
No vale la pena malgastar la benevolente mirada
Por las rajadas secuencias de la vida.
Puede ser que en un mañana
La feroz ignorancia del humano comprenda.
Sí, que bella es la paz.
Sí, retozar con las alas de mariposas
Que vienen, que van
En círculos conmoviendo una sonrisa.
Míralos, mira esas criaturas
Que ahora no más que son espanto,
Que no más que son heridas de un hoy.
Pero todo puede ser.
Puede ser que una metamorfosis
De un giro en sus mentes criminales
Y demos un abrazo a la calma.
Y demos una caricia
A esos rostros demacrados, quebrados
Para que vuelvan erupcionar
En un mundo limpio,
Un mundo donde la nobleza de la mano
Sea amiga, sea abastecedora
Del resurgir de la alegría.


miércoles, abril 02, 2014

Nubes...

Nubes aterciopeladas que gritan en su huída. Un sol dorado que se arroja contra las rocas. Una gruta donde el murmullo de sus aguas hace embeberse a los que la escuchan en un sueño profundo. El penetra, se introduce en ese cuerpo hueco donde los manantiales dan aliento a la vida. Ahí, según le han dicho está la cumbre del amor, de los deseos. Sí, en sus aguas cristalinas. Aguas que miras y no sabes de si es profundidad o el reflejo de ese techo que colma la gruta. Se mira, el reflejo de su mirada lo invita bucear por esas aguas. Busca, busca. Busca el deseo, el amor. Pero algo que lo detiene. No halla nada y sale a la superficie. Todo es silencio, solo el eco enrarecido de sus movimientos. Se mira otra vez en esa agua y no ve sus ojos reflejados. Solo, un corazón agrietado por el peso de los años. Ya no puede amar, ya no desea. Pero aun así se siente bien. Descubre una luz nocturna que entra en la gruta. Es noche de luna. Su alma cansada se arrastra hacia ella.  Las llamas blancas de la luna lo miran. El también mira. Se pregunta qué  ha hecho. No comprende. Afuera se dirige a la colina más alta. Una mezcla de maleza le ata sus piernas. Cae. Y en ese estado inconsciente sueña. Sueña con ese amor, con ese deseo. Cuando despierta ante él una imagen difuminada con cuerpo de mujer le tiende la mano. Aquí estoy, le dice. Por qué ir tan lejos.                 

martes, abril 01, 2014

Una habitación....

Una habitación. Es la tarde. Los rayos solares penetran. Hay dos sillas. Dos seres sentados de espalda.
Xx: No. No te acuerdas de mí. Vengo de un ayer donde la sombra negra se tatuaba en tu cuerpo, en el sentido que danzabas sobre la vida. Te miro. Me miras. Y en la extrañeza de mirada está la huída. No, no huyas. No he venido para nada malo. Solo quería observar como sonríes ahora.
Yy: No. No recuerdo ¿Quién eres? Mi ayer dices… Nubes pasadas en la que solo un vago presentimiento maligno me hiere. Pero no. No recuerdo ese ayer del que tú me dices. Es como. Yo que sé. Es como si me memoria se hubiera borrado y hubiera renacido otra vez. Por ello me siento incómoda. No sé si seré prudente. Pero me gustaría saber que fue de ese pasado. Dime, dime ¿Quién eres?
Xx: Tú estabas muy mal. Sola con una copa. Sola con una obsesión. Eras huída. No te atrevías hablar. Me entiendes. Me explico. La comida, huías de la comida a lo mismo que te sentías como extraña en esta sociedad por tu condición sexual. Eso te llevo al declive de tu persona ¿Cómo vas hacer memoria de ello? Todo se ha ido. Todo se ha evaporado en la esfera de tu fortaleza para llevar una nueva vida. Sonríes. Me sonríes. Ya no sientes temor. Me alegro por ello.
Yy: Y a que viene todo esto ahora. Intento retornar al ayer y solo un leve, un leve aroma amargo e insípido cae en mi como brutal paliza.
Xx: Por qué lloras. No he venido a que sientas remordimientos. Todos en esta vida hemos tenido nuestros sufrimientos. Pero los tuyos. Tú sola…Como pudiste salir. Me sorprende. Estás tan cambiada. Y del amor si no es atrevimiento que me cuentas.
Yy: Ahora pasas al amor. Te gusta hurgar en las heridas. Pero ya no es herida. Aquí esperando. Esperando que las nubes  pasen y pasen y cuando se confirme el equilibrio yo persona, tú persona navegaremos por el infinito de las mareas más allá donde el romper de las olas nos de aliento para un lazo eviterno.
Xx: Ah, Me esperabas.
Yy: Si
Xx: Todavía es temprano. El sol de la tarde planea sobre una bóveda celeste luminosa, perfecta.  Tengo que acabar unas cosas y tú también.
Yy: Nos asomamos?
Xx: Si y por qué no dar un paseo. Está todo tan esplendoroso. El verde de los ficus, el aroma de las rosas…

Se levantan. Ella y su pasado. Un pasado envejecido, demacrado pero con algo de luz de la mirada. Ella, bella, feliz. 

Una colina

Una colina donde se luce un viejo árbol. Ramas que evocan a violines mecidas por el viento. El crujir de la hojarasca. Desde allí miramos el océano. Un océano de aves que esbozan sus últimos vuelos cuando la noche es venidera. Nos emocionamos. Y con un antes y después nuestros sentimientos brotan en el sentido de la serenidad. Todo está en calma. Tal vez está noche podremos navegar, introducirnos en esa mar que nos llama y desea y evocar a la danza de las algas, de las estrellas marinas. Extiendes tus brazos y sumisa al ronroneo de una canción te lanzas colina abajo a abrazarlo. Te sumerges en su cuerpo, en lo frágil de su mundo y desde ahí eres ballena que se mueve desde las profundidades hasta la superficie. Huyes, tu mundo azul es esperanza que hay que salvaguardar con la distancia de tu ida. Ves el viejo árbol. Y cierta añoranza te ampara. Pero no puedes, no debes ascender de nuevo a ese lugar donde las leyendas flotan en el aire. Todo está raído. Todo se ha ido. Ahora que lo ves de manera diferente, una oscuridad alumbra sus ramas, su entereza. Es como si se extinguiera. Todo se extingue. Y tu, ballena de las aguas azules huyes, huyes.