Deseabas zambullirte a la brisa fuerte de una noche
Resonar constantes de las almas
Que se engendran al son de las hojas secas.
Una noche, donde la luna menguante
Hacía de nido para que tu esbozar de palabras de esperanzas
Viajaran más allá de las nebulosas.
Decías algo sobre el amor,
Sobre esas batallas inconclusas
Que muerden, que desgarran, que destrozan
La danza de la humanidad.
Y te veías inmerso en ese aliento grotesco y fétido
De las balas que van al corazón, al vientre.
¡Acaba ya¡, te decías.
No vale la pena malgastar la benevolente mirada
Por las rajadas secuencias de la vida.
Puede ser que en un mañana
La feroz ignorancia del humano comprenda.
Sí, que bella es la paz.
Sí, retozar con las alas de mariposas
Que vienen, que van
En círculos conmoviendo una sonrisa.
Míralos, mira esas criaturas
Que ahora no más que son espanto,
Que no más que son heridas de un hoy.
Pero todo puede ser.
Puede ser que una metamorfosis
De un giro en sus mentes criminales
Y demos un abrazo a la calma.
Y demos una caricia
A esos rostros demacrados, quebrados
Para que vuelvan erupcionar
En un mundo limpio,
Un mundo donde la nobleza de la mano
Sea amiga, sea abastecedora
Del resurgir de la alegría.
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