jueves, octubre 31, 2013

Vienes y vas...

Vienes y  vas. Así como las ráfagas de viento que nos abandona en un mundo extraño. Un mundo donde las aves de los vergeles anidan en nuestras manos como eco sonoro de la paz. Ahora callas, no se lo que pasa por tu cabeza. Tal vez el anuncio de una nueva noche donde la lluvia trotara a ras de tu cuerpo desnudo. El viento se va. Y tu con el arriesgas palabras cuya senda alumbra la armonía.  Palabras cortas. Palabras que al fin al cabo se perecerán en las esferas de nuestra alma. Pero las dices. Las dices con el sentido de un grito que sueña en el hallazgo de una felicidad. Qué sueños son esos. Sueños donde la sed será arrebatada de aquellos de tierras indefinibles. Sueños donde el hambre será decapitada para ser semilla de una sonrisa. Sueños donde las minas serán juego de golosinas para los seres que pisan, que pisan con ansias de vivir. Sueños donde los náufragos se evaporaran ante la implacable marea, solo un terso océano de olas calladas. Sueños que no serán de traficantes ante nuestra debilidad, nuestra desesperanza. Sueños donde las guerras no animarán más campos refugiados donde el derrumbe del ser es inevitable, es desesperante. Sueños donde vienes y  vas. La lluvia se ha ido y el viento hace de las suyas otra vez. Soñar, soñar, soñar y soñar. Círculo vicioso en el que te mueves, en el que el llanto de rabia e impotencia te azota. Tu quejido. Tu quejido rasga tus manos y observas que las aves de los vergeles se han ido. No. Se han ido para no volver…

martes, octubre 29, 2013

Una larga noche...

La noche sería larga. La llanura cual tenía que recorrer era densa en hierbas y algún que otro árbol  desorientado.  La jornada anterior había tenido un sueño. Un sueño difícil de descifrar para ella. No lo entendía, iba más allá de su comprensión. Por ello se decidió. Y campo a través cuando la luna es la que marca el camino se dirigió casa de una curandera. Una mujer anciana bien conocida en la vecindad. Cuya alma revoleteaba entre espíritus y hierbas. Se sentía cohibida. Era la primera vez. Llegó. Una vieja casa de una nave con la hiedra rebosando sus paredes. La puerta estaba abierta y una leve luz salía desde adentro. La atrajo. Entró. Todo era silencio. Alguien de una esquina o detrás de ella le habla. Le dijo que se sentase que ya sabía a que venía.  Ella se sentó. Como un murmullo empezó a escuchar. Una canción que muy bien pudo descifrar. Una sombra se le aproximo y con una especie de danza y unas hierbas iba rozando todo su cuerpo. Que salga de ti ese sueño que tanto te preocupa. En ese instante del vientre de ella, de su ombligo, comenzó a brotar una llama donde diminutas yeguas veloces recorrían la casa. Ya está mujer, le habló la anciana. Solo ha sido un mal de ojo. Un mal de ojo que te hubiera llevado a tomar errores. Cuando llegues a tu casa date un baño de romero y rosas para que todo mal se vaya. Y se fue. La luna tomaba su tono más esplendoroso. Ella la miraba para su retorno. Andaba descalza quería sentir la humedad de la hierba. En el pueblo todo era oscuridad. Solo algunas farolas encendidas. Solo el rasguear de algún grillo. Miró la luna por ultima vez antes de meterse bajo su techo y le dijo buenas noches. Hizo lo que la curandera le había dicho. Lleno la bañera y se sumergió. Se quedó dormida. Un sueño de una nube blanca beso sus labios y despertó. 

lunes, octubre 28, 2013

Divagaciones de una noche de octubre

No se a donde vas. Un cierto quejido de las aves se desgarra en tu vientre, en tus brazos, en tus piernas. Y quieres ser libre. Libre con la esperanza brotando a ras de tu mirada. Cierto aire de melancolía brota en tus ojos, en tus huesos. Y tu alma se arrebata y desciende por precipicios de nubes en busca de no se que. La noche aflora con un viento débil. Da en tu rostro, en tu cuerpo y te sientes caer en lo liviano del deseo. La ceguedad del amor te busca. Ya te has olvidado. Has censurado cada beso en tus labios, en tu cuello. Te sientes bien. Una cierta ráfaga de serenidad acentuada te deja respirar. Y respiras. Sí, una cierta fragancia que esboza las alegrías de ser cumbre del equilibrio, de las emociones emancipadas al llanto ¿Qué haces? Andas y andas bajo las constelaciones del otoño, una cierta calma te apresa. Una calma que te hace eco del cosmos. Sí, una noche estrellada. La calma de los pinares. Tú y el universo. Extiendes tus brazos y abrazas a la vida ¡Qué bella es¡ Te entra ganas de correr hacia el roque más alto y escalarlo. Sentir el frío de su corpulencia en tu piel. Y lo haces. Subes a lo más alto, a lo más alto. Y ahí danzas y te lanzas en un canto que atrae el aroma de las lavandas, que imanta alas a tu ser. Inspiras y espirar. Una y otra vez. Y con tus ojos cerrados consumes el aroma de la madre naturaleza. Qué bien te sientes. La felicidad te llena y eres libre. Sí, ahora eres libre. 

jueves, octubre 24, 2013

El olvido(teatro)



Personajes:
Mujer
Amiga
El




Voz lejana:
Las ventanas se cierran y tras su eco se escucha el aguerrido lamento de un alma en pena ¡Qué sucede¡ Es la primera escena después de una noche de tormentos en una esquina del salón. Ahí una mujer danza al son de sus heridas de años. Corrompida, obsoleta, sollozante. Su rostro luce un morado intenso y sus ojos impregnados de sangre luce un llanto, una pena que la retuerce, que la desmigaja.

Mujer :
Dónde están los Dioses de este mundo ¿Dónde andan? No veis mi ser muerto en alianza con precipicios hasta llevarme andar por las tinieblas, por rejas cuya misión es el absurdo de mi vida ¡Oh Dios¡ La vida se escabulle por esa madeja de ortigas. Allí cierta mano plomiza, cierto puño de estacas sopla contra mi faz amortajando mis sentidos, dislocando mi verticalidad y esta fe propuesta por este mundo ¡Oh Díos¡ Acaba con todo esto . No soporto mi propio alarido. No soporto más esa cuchilla atacando mis palabras. Está perturbado. Borrachera tras borrachera. Y yo muro que ha de rasgar, que ha de derrumbar.

Voz lejana:
Tras su grito para sus profundidades el teléfono suena. Su tono es lejano, casi ausente. Ella lo escucha y con el temor aderezándola anda apresurada a cogerlo. Sabe que es su amiga. La única que sabe de su vida.

Mujer:
Diga.

Amiga:
Soy yo.

Mujer:
Ya lo se que eras tu. Única voz agradable que escucho en este infierno.

Amiga:
Siente palidecer tus días. Estoy mortificada, intranquila. Salpicada de punzones tu bello rostro. Tu voz es de cansancio. Que difícil es salir pero lo tienes que hacer. Dime, ¿Cómo estas?

Mujer :
 Bien

Amiga:
Ese bien. La nada es su significado. No me engañes. Tu voz es solo aridez y tu melodía(por qué la siento) vendaval caótico donde una airada bestia negra destruye tus días ¿Qué te ha hecho ahora ese desgraciado?

Mujer :
 Nada. Y no insistas. Deja que mi desolación duerma conmigo. No vale la pena hablar.

Amiga:
¡Otra vez¡ Te tortura ¡Condenado hijo de ….¡ Otra vez te ha pegado con sus puños de hiel, de muerte.
Mujer :
Sabes todo lo que pasa. Pero me siento tan débil.

Amiga:
¿Te ha hecho mucho daño?

Mujer 1:
No. Pero presiento que la tumba está cercana. Ay un cierto dolor en mis entrañas. Mi ser es cenizas. Mi cuerpo tiembla y no lo puedo detener.

Amiga:
¿Qué te ha hecho esta vez? Suenas a golpe. Suenas a gemido. Suenas a glaciar. Suenas a lamento. Suenas a muerte ¿Qué te ha hecho? Hoy siento tu amargura más pronunciada. Hoy no existe el sol para ti solo arenas movedizas que te tragan, que te tragan.

Mujer 1:
Sí, ¡ han sonado golpes¡ Sí¡ han sonado gemidos¡ Sí ¡ha sonado el frío¡ Sí ¡ha sonado el lamento¡ Si ¡Suena la muerte¡ Una bala se esconde entre mis sábanas. Una bala que me perfora, que me perfora día a día ¡Tanto¡ que mi ser ya no es. No existo. No sientes lo harta que estoy. No sientes el rumor eclipsado de mis olas. No sientes la censura de mi oxígeno.

Amiga:
Sí, lo siento amiga mía. Siente ese valle de lágrimas bajo techo. Deberías de huir. Alejarte de ese ser maligno. Yo te ayudaré.

Mujer:
No, no puedo. Ya es imposible.

Amiga:
Huye amiga. Sí. Si puedes. Yo lanzaré esa soga que te auxilie. Ven a mi casa. Huye.

Voz del fondo:
La mujer y la amiga se pronuncian en silencio. La puerta se abre y un terrorífico portazo se escucha. El pánico corre por la mujer. El se acerca. Ella cuelga.

El:
Mujer, ¿Dónde andas?

Mujer:
Aquí , en el salón.

El:
Por qué no has ido a esperarme tras la puerta. Sabes que llego a esta hora. Eres asquerosa ¿Qué hacías? La verdad no te mereces nada.

Mujer:
Has llegado antes de tiempo. Mira el reloj. Tal vez se halla parado.

El:
Que más da. Aun así deberías esperar mi vuelta. No me quieres, lo presiento. Te encuentro lejana.

Mujer:
No. No es así amor mío. Te adoro.

El:
¿Me adoras? Este halago…Falso. Todo lo que decís las mujeres es falso.

Mujer:
No querido.

El:
Calla, no quiero escuchar tu voz.  Ahora quiero comer, estoy cansado.

Voz del fondo:
 Un plato cae al vacío. El estruendo hace estremecer a la mujer. El con sus ojos inyectados en sangre la mira, la observa con asco. Ella llora, su llanto es mudez de esas paredes, bajo ese techo.

Ella:
¿Qué pasa?

El :
Está fría. Como puedes servirme la comida…En que piensas. Que haces. Has perdido todas tus facultades. Ni cocinar sabes. Salé para otro lado. No te quiero ver. Me voy a acostar para después salir.

Voz del fondo:
Y recoge lo destrozado. Y recoge cada cacho de su alma desmigajada. Se intenta recomponer pero es imposible. Por un momento sueña despierta ¿Cómo sería la libertad? No se lo imagina. No puede aunque con toda su fuerza mental cavila. Todo es inútil, todo es absurdo. Permanecerá en ese agujero el resto de su vida.

Ella:
Que silencio hay en la casa. Siento hielo en mis huesos. Espumas de sangre en mis labios. Mis manos están mutiladas. Una flecha famélica me arrebato mis pasos y ahora que…Bajo la sombra de la niebla me mezo y cuando menos me lo espero unos machetes dan oscuridad a mi esencia, a toda mi entereza. Solo llorar y llorar me queda. Yo mujer herida cuyo cuerpo no siento, cuya mirada se ha perdido, cuyo yo está destruido. Yo mujer. Me siento culpable. Tantas y tantas humillaciones decido que he comedido un error, el error de nacer ¡Soy culpable¡

Voz del fondo:
  Levanta el rugiendo como un ingrato. Ella apoyada en la ventana mira y mira esos rayos solares que le hacen daño. El se va con un portazo.

Ella:
Ya se ha ido…Pero que pasa ha vuelto.

El:
¡Ven aquí¡

Ella:
No me golpees. Que pasa ahora.

El:
¡Calla¡ Mujer infectada por la peste. Eres vulgar, una cualquiera ¡Calla¡ No hables cuando yo hablo.

Ella:
Perdona. Soy toda tuya.

El:
¡Cállate¡

Voz del fondo:
Todo es confuso. El ambiente se hiela y un arpón envenenado atraviesa su vientre.

Ella:
¡Perdona¡ ¡Perdona¡ Si he sido error para tu felicidad.

El:
¡Cállate¡

Voz del fondo:
Latigazo del desvarío, de la maldad. Ella se arrodilla. Ella se fatiga. Ella se arrincona. Ella llora.

Mujer:
Por Dios déjalo ya. Déjame.

El:
¡Cállate¡ Acaso tu sufres. Solo eres un animal. Tu sufrir no existe. Solo sirves para engendrar. Ni eso. Ni un hijo me has dado.

Mujer:
Yo no soy culpable. Perdóname.

El:
¡Cállate¡ No mientas. Eres una mentirosa. Solo falsedad ante mi franqueza. Estoy harto de ti.

Mujer:
Ya no puedo más. Mi último suspiro emerge y mi ser no quiere penar más. Y mi alma ¡ay mi alma¡ está tan confundida, tan perdida.

El:
¡Cállate¡ Me voy. No quiero estar entre basura.

Voz del fondo:
El teme lo peor. Pero no se arrepiente. Se marcha decidido, satisfecho. Ella yace en el suelo. Su cuerpo se diluye en la última brisa. Sus ojos no tienen expresión, miran al techo. Quiere descansar de el. Quiere descansar ante la ilusión esfumada. Quiere descansar ante su desgracia. El teléfono suena. Su amiga avistando su martirio. Se arrastra y consigue cogerlo.

Mujer:
Si

Amiga:
¡Ocurre algo¡ Presiento lo peor.

Mujer:
Buena amiga. Mi muerte se acerca. La ruptura con la vida.

Amiga:
Espera. Llamo una ambulancia y para allá. Espera querida, aguanta.

Mujer:
Ya es tarde. No ves. No ves. Veo una cierta luz de calma, de felicidad que me lleva. Ya no tengo dolor. Solo sosiego. Ahora soy libre y como libre podré luchar por la esperanza en otro lugar, en otro mundo.

Amiga:
¡No¡ ¡No¡ Aguanta amiga. Ya voy.

Voz del fondo:

Muere ella. Muerte incomprendida. Muerte innecesaria. Muerte imperfecta. Llegan las bocinas. Llega la amiga. Derriban la puerta. Ella allí. Bajo su ventana donde el aroma del azahar la acoge en su regazo. 

martes, octubre 22, 2013

La calma del océano...

La calma del océano
En tu retorno
En la deriva de los días.
Te sientes cansada,
Un cansancio que no te permite
Ser arco iris de una tarde ceniza.
Cierras tus ojos
Y una canción es estampida
Que te reduce al aislamiento
De tus sentidos.
De nuevo esa sensación de dejadez,
De desgana que conmueve tu espíritu
Dejándolo al son del viento, del viento…
Hablas no se con quien
Preguntas a tu café invisible
Que es del mañana.
Pero la nada se digna
Hacerte un juego arriesgado.
Gritas y vuelves a gritar.
Entonces tu ser despierta
En medio de la siesta sudorosa
Con cierto desdén al mañana.
Que te importa.
El ahora es lo que prima,
Ese ahora que te hace volar
Por llanuras invisibles
Donde tu lucidez brota siemprevivas
Que constituyen las ansias de vivir.


lunes, octubre 21, 2013

El tiempo...

El tiempo, el tiempo. Como pasa. Si, instantes que se perpetúan en un rincón de la memoria. Que a veces retornan por esos puentes colgantes entre acantilados en busca de una sonrisa, al encuentro de la nostalgia. La infinitud del aliento de sus imágenes te recorre sigilosamente, con la sutil llama de una esperanza, de un despertar que aprieta en el corazón. Deprisa lo intentamos capturarlo hacerlo nuestro otra vez. Por qué no. Las vivencias conforman nuestro presente, nuestro esbozo del mañana. 

sábado, octubre 19, 2013

Y llega la noche

Y llega la noche
Luna llena en el imperio de los astros.
Y llega la noche
Vientre que muerde el sueño,
Vientre que se estremece
En el sentido de la realidad.
Hacia abajo corre,
Corre con sus huellas insípidas, extinguidas
Bajo un halo de luz blanca.
Y llega la noche
La sinfonía del universo
Toma relevo en este mísero mundo
Donde todo gira y gira en las cenizas
De una mirada.
Te vas y tras de si dejas lágrimas
Sobre rostros demacrados.
Más allá, una bahía
Donde las tempestades son huidizas
Y solo el recuerdo te hace ser beso
De la desgana, de unas fuerzas
Que se enfilan en tumbas de cristal.
Y llega la noche
Y quieres soñar
Y te vas.
Sí, te escondes donde tu faz
Sea eco de ballenas, de estrellas marinas
En las profundidades de tus pensamientos.
Y te desanimas, marcas una caricia al viento
Y lo persigues, vas hacia él
Como amante eterno.
Y llega la noche
Triste tonada retumba en tus sentidos.
Te apegas a tapias donde hiedras de huesos negros
Has de trepar.
No se por qué, me pregunto.
Tal vez la tundra duerme junto a ti
Con sus hoces
Cortando todos los hilos que hacen moverte
Por vacías calles.
Y la noche llega. Sí llega.

Sueña otra vez. 

viernes, octubre 18, 2013

El viento...

Golpe a golpe incide el viento en su ventana. Le cuesta despertarse sumisa en un sueño profundo. Pero siento ese viento que terrible sopla, que airado golpea contra su habitación. Abre los ojos y mira hacia la ventana. Todavía es todo es oscuridad. Pero la sombra de los árboles dados por el ventarrón dibuja seres extraños en su techo. Quiere seguir entre sábanas pero el ruido impertinente no la deja. Se levanta. Abre la ventana. Y un haz de fuerza la deja casi sin respiración. Se contiene. Deja que el viento le de bofetadas para despertarse y cuando sus sentidos comienza a vibrar cierra la ventana. Otra vez el golpeteo contra los cristales. Mira hacia ellos. No hay nada solo el viento voraz. Ya vital se dirige a la cocina. Ahí no choca tanto por su orientación. Se hace un café. Desnuda mientras bebe de él se fuma un cigarrillo cuyo humo asciende hasta extinguirse. Siente como su vida se acaba. Si, llega su fin. Siente dolor. No por su término sino por su soledad. Una soledad que ha levantado las raíces de la tierra y ahora no tienen donde absorber. De nuevo va a su habitación. Allí se mira al espejo y conversa con el.
XX: Llevo semanas encerrada bajo este techo. No. No es que me aburra. Siempre encuentro algo que hacer. Pero el silencio de una voz me entorpece, hace ascuas en mí. Me siento envejecer. Sí ser rama que cae al vacío y en su larga caída solo ve féretros flotantes. Estoy harta. Sí harta de esta vida en la que me he condenada. Yo sola y estas paredes. Miro fijamente el teléfono. Ya ni suena. Todo se esfuma. Todo se pierde en la oquedad del olvido. No, no hay amigos. Cada uno vertical con sus vivencias, con su cotidianidad y yo desierto. Sopla el viento, un viento poderoso. Al menos me aviva, enciende en mi un no se que de esperanza.
Espejo:
Te miras. Te observas. Te ves desanimada. Pareces que vagas como una imagen fantasmagórica por los pasillos de esta casa. Esperando, esperando. No. No esperes ¿A qué? A que una tormenta te eclipse para siempre. No. Mira la vida. Mira su belleza. Sin compañía, las palabras se las lleva la lluvia. Las palabras se consumen en un instante y después…Después que. Volverás sobre ese círculo en que te columpias abrazada por el viento, el viento. Sobrevive. Edificarás un ser con los pilares bien asentados que nadie podrá derrumbar, herir.
XX:
Me miro. Me observo. Y la desidia penetra en mi vientre. Quisiera acariciar unas alas para huir de aquí. De todo esto ¿Y esto que es? Soy yo. Lo que yo misma he ido sembrando. Estos son sus frutos. La nada. Y esta nada a veces me oprime. A veces me asalta con sus garras, con sus colmillos de sangre. A veces me duele. Pero te escucho alma mía. Entiendo el significado de mi imagen. Me miro. Me observo. Y veo lo que soy. Lo que seré. Intento apaciguarme. Intento serenarme. Y que la armonía y la paz recóndita me magneticen para aguantar. Aguantar este alud de ortigas que roza mis manos vacías.
Espejo:
     Te miras. Te observas. Ay esa alma tuya. Está tan decaída, tan cansada…que solo quiere ser letargo eterno. Levántate y anda. No te apenes. Tú puedes. Tú…Tú sola.


miércoles, octubre 16, 2013

La calma---

La calma. Llega la calma después de una intensa tempestad que barrido todo aquello que en la memoria hace la herida. Caminabas ansiosa, desesperada, bullendo en ti la agonía de ese ayer que ahora es muerte, que es destrucción bajo las cenizas de tus huellas. Cantas aun así una vieja canción. No. No te trae mareas malas de antaño. La tarareas con el don de la fortuna que gira bajo tu mirada. Se enciende una llama, una llama que sinuosa y verde da ese toque mágico de esperanzas. Te esfuerzas, luchas. Y ahora todo ha concluido. Ya no la pesadez de tus piernas cuando intentabas huir del fango.  Ya no la pena cuando mirabas al firmamento y lucia un cielo gris y apagado. Desde otro punto de vista erupcionas. Erupcionas arco iris que le llevarán, que te traerán a galope a la vida. Caminas por los montes donde el follaje caricia tu esencia. Sientes como cierto brillo de tus ojos se estremecer al sentir su frescor. Un estremecimiento que te induce a andar más y más. Observas una gruta. Y penetras. Ya la conoces. Una gruta de cuyas paredes lisas y suaves mana un manantial. El manantial de la alegría. 

lunes, octubre 14, 2013

Te vas...

Muy bien, digo. Has decidido extender tus alas de huesos y perderte por los puentes colgantes de los astros. Ya no me miras. Me resigno. Pero no caigo. Me escabullo en un rincón donde los pensamientos pasean tus labios, tus manos. No se lo que pasó. Pero algo en ti cambió. Será esta vida que nos ha tocado donde todo va a una velocidad vertiginosa. Yo soy lenta. Soy serena. Tu eres fuego que al borde de precipicios increpas las llamas te tu ser. Yo soy…¿Qué soy yo? Sueño eterno entre nubes violáceas donde espero el canto de la lluvia. Te vas. Muy bien, te digo. Cada uno a de designar las órdenes de la conciencia, del corazón hacia donde más la belleza sea cascada que te humedezca. Yo me quedo aquí. No tengo ganas de soltar anclas. Estática. Vertical. Guiada por los vientos del sur cuando roza mi rostro. Aquí me quedaré. Tú te vas. Libres somos de esos sentidos que toman nuestra vida. Dueñas somos de respirar el aroma de otros lugares. Aunque el tuyo y el mío sean distinto. Ya te digo, me quedo. Mi maleta son cerrojos a los vuelo. Tu maleta es rumbo de lo desconocido. Te atrae. Te conozco cada rasgo de tu ser. Ese hechizo que ejerce sobre ti otras tierras, otros mares. Me parece bien, te digo. Vete y que seas feliz, que ningún rasguño supere a la alegría. A la alegría de ser hoja que cae bajo la sombra de otro árbol.  

La caída de la tarde...

La caída de la tarde persiguiendo lentamente los astros que ya levantan su luz en los firmamentos. Tus pasos. Sombras difusas que se transforman en alas de mariposa al encuentro de una mirada. Tus pasos. Y sigues con ese andar por un sendero liada a riscos en los flancos. No sabes a donde te diriges. Pero como esto es una isla bien de seguro que llevará a la mar. A ese océano que penetrarás y sabrás del reverder de tus emociones. Vas solo. Como no. Siempre sola. Solo la brisa da golpecitos a tus espaldas. Golpecitos que más bien parecen acariciarte. Tus pasos. No necesitas a la luna. Tus sentidos te llevarán hasta él. Mientras en el camino te encuentras un viejo árbol caído, de piel gris. Quiere comunicarte algo y te habla. Te habla.
               Viejo árbol:
                                 La vida es corta. Los años se van. Y como una violenta resaca cuando nos demos cuenta estaremos bajo tumbas. Vive. Aprovecha cada instante que te brinda la vida sean amargos, sean felices. Todo es cuestión de instantes.
                Ella:
                      Ya se que la vida es breve. Pero yo he desfrutado de ella. La vida se ha sentado conmigo y ha conversado. Ahora, como tu, soy una anciana y voy en busca de mi destino. La muerte.
               Viejo árbol:
                         La muerte. Estás eligiendo lo impredecible ¿Qué prisa te lleva a ello?

               Ella:
                    La prisa del viento. La prisa de las jornadas. La prisa de la vida. No se. Creo que ya no cabe más gozo en ser y por ello voy hacia la mar. Hacia la muerte. Quiero partir. Que mis huesos y carnes se hundan como esos ahogados obligados por los sueños falsos. Ya no tengo más nada que hacer. Solo llegar al océano y dejar que las olas me lleven, me lleven más allá de este mundo.

      Viejo árbol:
               Te sublevas. Vas en contra de la razón. Pero te comprendo. Entiendo que quieras se parte de ese manto azul virgen que puebla este planeta. Es lo más puro, lo más desconocido y tal vez en sus profundidades encuentres el logro de tu vida. Ese silencio que ya nadie te podrá quitar y en tu soledad y en tus pasos solo verás el deseo del fin.
      
     Ella:
          ¡El océano¡ Ahí está. Ahí está. Como rompe contra las rocas. Ahora quiero que su cuerpo, que su olor rompa contra mis sentidos y me lleve lejos. Muy lejos. No tengo nada que perder. Todo es estático. Todo uniforme. Todo se mueve en una masa homogénea de la cual ya no hay más ilusión por vivir. Llévame océano de los náufragos junto a ellos. Quiero ser una más. Una más que se mueve por las oscuridades de su misterio. Quiero saber de su misterio. Quiero abrazar sus sentimientos. Quiero amarlo.

                                                

jueves, octubre 10, 2013

Y sigues...

Alredor del fuego. Alrededor de tus llantos. La sombra de las arboledas se van cuando la noche viene y tu inmersa en tu danza. Una pena. Un dolor. Cierto viento que te raja de melancolía surca tu cuerpo desnudo. Y sigues. Y sigues. Con tu danza que como hechizada te llevará al rincón del ensueño. Soñar despierta a través de los tambores de la naturaleza. Escuchas fluir un arroyuelo. A su izquierda alguien te observa. Alguien sin ojos. Alguien sin boca que se consume en su aliento reprimido. Pero sigues. Y sigues. Con esa danza del viento a ras de la tierra. Te desquitas de cada púa clavada en tus carnes y dejas sangrar cada amargura, cada mentira. Te ciernes a la vida ¡Vida¡ Y monte abajo te arrimas a un lugar donde los árboles te abandonan a cambio de una luna, de un océano que no más rompe contra las rocas del ayer. Y sigues. Y sigues. Cantas a la plateada. Cantas a ese mar infinito y de ellos mana la mano amiga.

miércoles, octubre 09, 2013

Yo soy Malala...

Yo soy Malala,
La maldición para unos.
La sabiduría para otros.
Mis pasos son ecos de la libertad y esperanza.
Árbol que corre las entrañas
De los débiles cuyo fruto mágico
Ha de ser captura del mañana.
Pido un mañana.
Un sueño.
Una ilusión.
Un derecho.
Bajo las tinieblas de las balas
Me sumerjo y salgo a la luz.
Bajo la tempestad de arena
De las tapias escribo mi nombre,
Escribo mi deseo.
Un deseo vertical y justo
Que por mi lucha los faros de la alegría
Alumbre mis pasos, la de otras.
Yo soy Malala…



lunes, octubre 07, 2013

Cierras los ojos...

Cierras los ojos.
Deja que corra esa agua
Que te da vida.
No miras.
Solo tú inspirar y espirar
Se transforma en aves
En busca de la reconditez de la paz.
Un paisaje verde.
Piedras que ceden a tu caminar
Y otra vez el desplegar de tus alas
En busca de la calma, de la armonía.
Lejos, la luz a tus ojos.
Ahora, en un eclipsar de tus ganas.
Te ausentas.
¡Sí¡
Ausentes divagas en el ayer, en el ahora
Y los chasquidos de lo falso te hacen errar.
Cierras los ojos
Dejas que el agua corra.
No miras.
Solo tú inspirar y espirar
Te lleva por la palabra incierta.
Caes y caes.
Vacío están tus ojos.
Vacía están tus manos.
Muerdes tus labios
Y bajo nubes cenizas aguardas
El mañana.
Lluvia.
¡Qué llueva¡
Y arrastre cada herida, cada muerte.


domingo, octubre 06, 2013

Solo...(relato)

La madrugada se enlaza a un mar de astros que condiciona el despertar en medio de una oscuridad que aún es vigente. El, callado, se yerta sobre su cama. Sábanas arrugadas en la pesadez de la noche. Tan temprano se ha levantado que sus sueños aun pesan en su espalda. Un café. Un cigarro. Y la ronda de su memoria de aquello que hubo en su subconsciente. No recuerda bien. Todo son imágines difusas que se extingue a medida que su vitalidad asciende en su ser. Se asoma al balcón. Quiere ver perecer las últimas estrellas. La claridad viene lenta, sosegada, refugiada en un canto con tintes azules y anaranjados. Tal vez llueva, se dice. Una lluvia que activa las emociones en una cierta melancolía. Regresa a su habitación. Ahí esta él. Su amor. Duerme. Saca su maleta y se la lleva al cuarto de estar. Cuidadosamente va metiendo sus cosas personales, ropa y todo lo demás. No sabe por qué se va. Solo desea estar solo. Nunca lo ha estado. Ya es hora , piensa él, aunque las cosas vayan bien. Darse un respiro. Una respiración profunda que nunca ha tenido.  Se va. La brisa matutina lo relaja, le induce una cierta manera de ver las cosas. Ama a la vida. Ama ese aire que con armonía le hace más fuerte ¿Cómo será su vida en soledad? No lo sabe aún. Quiere experimentar el sentirse sin ese abrazo apoyo de todos sus días, de todos sus años. Camina. Dobla una esquina. El piso donde habitaba ya no se ve. Solo quedan rastros de la última noche. Esa noche evadida de sus sentidos.  Ahora se siente libre. Esa dependencia no era que le amargará pero era como una gran púa que rozaba su vientre. Ahora no tiene bastón que le ayude a sostenerse, solo por sus propios pilares, por su propia capacidad. Las calles aún están vacías. Eso le ayuda. Solo él y la brisa. Solo él y chapurrear de los pajarillos. Solo él y sus deseos. Entra en el parque. Ese parque que siempre acostumbraba a pasear. Pero ahora solo. Tiene que una especie de lago en su corpulencia. Se aproxima. Aves migratorias le tienden sus alas. Aves que mañana ya no estén. El le tiende sus manos. Se rozan y un cierto fuego dulce se apodera de él. Soy libre, se dice. Paulatinamente su ropa se va rompiendo. Se queda desnudo. Y siente que su cuerpo toma la forma de ellas. De la libertad. 

jueves, octubre 03, 2013

Negro...

La caída del día. Cielos anaranjados que conducen al vuelo de aves negras, de arboledas mecidas por un viento callado. Ella se encontraba allí, sentada en una roca. Admiraba todo ese espacio monumental que es la naturaleza. Pero en su observación también se perdía por los sinuosos laberintos de la búsqueda. Hacía tiempo que su corazón no latía. Cosa extraña, se decía. Pero lo cierto es que su pulso se había extinguido. Muerte en vida. Tumbas que anuncian su dejadez a medida que las jornadas pasaban. Iba a su encuentro. Al encuentro de su corazón. Que tal vez enmarañado por la hostigacion que se cernía sobre ella a lo largo de los años había decidido ser una piedra más. La sombra del bosque iba desapareciendo y solo sus pasos se escucharon cuando elevó anclas y comenzó a andar. Estaba desorientada, como nublada que dirección tomar. Sin embargo en la espesura de la naturaleza había una. Las de los árboles negros. Siguió esa senda. A cada paso la oscuridad era mayor pero seguía. Sonidos extraños se escuchaban a medida que avanzaba, sonidos de una huída. Vio una luz al final del camino. Una luz con forma de corazón. Que podrá ser, se preguntaba. La atraía, la imantaba y hasta ella fue. Un roque de dimensión descomunal estaba ante sus ojos. Un roque que al aproximarse apagó toda su lumbre. Lo toco. Lo rozo. Lo acarició. Había algo…Algo que la invitaba a abrazarse a él. Lo había encontrado.

miércoles, octubre 02, 2013

Y la música. Y el calor...

Y la música. Y el calor. Juntas unamos nuestros sentidos y somos hijas de un otoño que llama a ese desierto que mece entre nuestras manos. Aquí estamos cabalgando sobre aves de papel que nos llevaran por las llanuras franqueables de una luna cuyas raíces de hojas verdes nos empujarán al compás de la brisa. Y la música. Y el calor. Calles vacías. Y ella. Que lejano paisaje donde los sueños nos llevan cuando en la tarde paseamos bajo secas arboledas de soledad. Esperemos al anochecer y encendamos esa hoguera donde los pensamientos son verticales, están concentrados en minúsculos astros que cuenta los días, los meses, los años que evocamos para ese encuentro. Un encuentro tal vez doliente, sumiso a esos caminos que nos harán andar en la unión del amor. Y la música. Y el calor. Vagar a rienda suelta por esos laberintos sibilinos de la nostalgia, del despertar en el vacío de tus labios, de tu mirada. Querer y no querer. Contradicción. Y la música. Y el calor. Nos arropamos de la cara silenciosa de la luna y en la intimidad somos ese andar y andar por la caricia perdida. Deseos inconclusos. Amor distante. Y la música. Y el calor…Bailo. Canto. Y me dejo caer en la tentación de seguir aguardando bajo faros cuya luz alumbra esa senda del mañana. Ay el mañana. Cierto. Incierto. Rodeadas por las ortigas que nos presionan a volar entre riscos muertos. Y la música. Y el calor…