miércoles, octubre 02, 2013

Y la música. Y el calor...

Y la música. Y el calor. Juntas unamos nuestros sentidos y somos hijas de un otoño que llama a ese desierto que mece entre nuestras manos. Aquí estamos cabalgando sobre aves de papel que nos llevaran por las llanuras franqueables de una luna cuyas raíces de hojas verdes nos empujarán al compás de la brisa. Y la música. Y el calor. Calles vacías. Y ella. Que lejano paisaje donde los sueños nos llevan cuando en la tarde paseamos bajo secas arboledas de soledad. Esperemos al anochecer y encendamos esa hoguera donde los pensamientos son verticales, están concentrados en minúsculos astros que cuenta los días, los meses, los años que evocamos para ese encuentro. Un encuentro tal vez doliente, sumiso a esos caminos que nos harán andar en la unión del amor. Y la música. Y el calor. Vagar a rienda suelta por esos laberintos sibilinos de la nostalgia, del despertar en el vacío de tus labios, de tu mirada. Querer y no querer. Contradicción. Y la música. Y el calor. Nos arropamos de la cara silenciosa de la luna y en la intimidad somos ese andar y andar por la caricia perdida. Deseos inconclusos. Amor distante. Y la música. Y el calor…Bailo. Canto. Y me dejo caer en la tentación de seguir aguardando bajo faros cuya luz alumbra esa senda del mañana. Ay el mañana. Cierto. Incierto. Rodeadas por las ortigas que nos presionan a volar entre riscos muertos. Y la música. Y el calor…

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