miércoles, diciembre 31, 2014

Algunas veces...

Algunas veces me envuelvo en las fuerzas cósmicas y nada más soy alas que se evaporan en la dirección sur. El viento llega y una masa de polvo es beso que lame el rostro en sentido de calles solas. Yo con la manera de amarte te olvido por unos instantes y nada más soy el rumor de esas olas que vienen y van. Te doy una melodía que constantemente despierta mis manos, mis ojos, mi vientre y ahí estás tú. Amor de penas. Amor ingrávido. Amor de la nostalgia. Cuando se ejerce en mi el hecho de hallarte. 

martes, diciembre 30, 2014

Un violonchelo..

Un violonchelo sueña en medio del ocaso. Estáticas permanecen las estrellas, así, como los ojos que miran al horizonte añorado. Quedan pocas horas y somos cumbre de un nuevo destino con aliento a renacer. Estás ahí. Parada. Realojando cada uno de tus sentimientos. Todo se va, se extingue y el anuncio de un vacío que tendremos que llenar con las huellas que se van quedando te hace subir al roque más alto, al pico más alto.   Edificas un jardín entre nubes rojas y la pasión te lleva a una existencia que has de continuar. Un susurro te dice de mariposas plateadas que ascienden a tus manos. Las abres y posadas responden a la belleza, la belleza de los montes que nos pueblan con su sonrisa, con esa húmeda tierra que permanecerá en la memoria del tiempo.  Pero otras cosas tendrás que olvidar. Sí, a medida que un violonchelo te cerca en el sueño. Y no más. Sí, no más. Caes en la nostalgia.  Con un gesto te desprendes de las lágrimas mientras las campanadas dan las doce.  Otro año que seco da verdor a otro que se engendra. Así somos. Lo rutinario se extingue y vuelas y vuelas hasta ese jardín entre nubes. Te enredas en ellas como amantes de un mañana. No te cansas y vuelas y vuelas…


sábado, diciembre 27, 2014

Quien sabe...

Quien sabe
Nos estiramos en el amanecer
Al alcance de un ala
Que nos expanda por el aire.
Aquí, en estas ínsulas
Donde la magmática esencia
Parte en busca del beso.
Sí, ese beso
Que pase por las manos desgastadas
De tanto y tanto silencio.
Y habló de ti
Para aquellas cuevas
Donde el olvido no tiene cabida.
Una rosa en el jardín
Imperturbable en el paso del tiempo
Allí aguarda con los sueños del mañana,
Con los rejos del ayer.
Sí, te espero.
Por ello nostálgica cabalgo
Más allá de la memoria.
Un sol que nace,
Me dice de tus manos

Acariciando mis labios. 

viernes, diciembre 26, 2014

Divagaciones de una noche de invierno...

Arraigada a las raíces que se prolongan a lo largo de los mares cuando la desnudez de mi cuerpo emerge en las orillas de estructuras flotantes donde el ave plateada descansa.  Me arrimo a ella y subo unas escaleras de caracolas cual tonada siembra un pacífico movimiento en mis pasos. Me arrastro bajo sus plumas cálidas y mis ojos solo ven un mundo perfecto. Un mundo que gira y gira en torno a las fogatas del invierno. Me gusta.  Pero he de elevarme, avanzar  ante la escarcha que se posa en mis palmas. Elevo los brazos y como mágica seducción las entrego al don de las mareas.  Se consumen. Más y más un largo recorrido que me llevará lejos, muy lejos. Aquí he perdido mi lugar. Aquí me he extinguido en las grietas difusas de la desorientación. Gravitar por nuevas fronteras donde el resonar de tambores y flautas erupcionan como nutriente a la vitalidad. Adiós, te digo. Sí, un adiós metamorfosis de ese arco de colores que se entrega en mi entrada a otro yo.

martes, diciembre 23, 2014

huellas

Puede ser que mis propias huellas me visiten tras dejarlas atrás agotadas. Vienen a mí rastreando que es de mi vida, que es de mí. Las miro, las observo y absorbo aquellas que dan la buenaventura en mi ascenso al mañana. Ellas me interrogan una y otra vez. Y yo respondo aquí me veis más de lo mismo.  Somos ecos que en silencio tejen esas grutas de los sueños que quedan por fabricar. Ellas no se contentan. Se enojan. Siempre lo mismo. Sueños y más sueños.  De repente quedan borradas todas ellas. Sola, si sola me quedo con mis sueños e incesantemente vago en ellos. Una puerta se cierra y tras ella el viento parece introducirse en mi cuarto. Una habitación pintada con el humo de la despedida.
Viento:
Que haces mujer. Han venido a por ti. Una visita que tal vez deberías recibir mejor. No eclipsarte en tu reconditez  de acero que sobrevuela donde las campanas se retuercen de llanto.
Ella:
Huellas y más huellas. Para que. El ayer quedo estancado en foso profundo y oscuro. Miro y observo y no veo más que una bruma que asciende hasta mis ojos como velo. No, no recuerdo nada del ayer. Sea una sonrisa, sea una pena. Ahora soy hoy. Ahora soy mañana. Enciendo las velas del destino y a cada paso voy marcando escalar otro escalón más. El ayer no existe. Solo ha servido para edificar mi rutina, no más.
Viento:
Mira. Mira atrás. Hay algo que te has dejado escapar.  Algún corazón rajada por la impertinencia voraz de seguir corriendo, corriendo hacia al mañana.
Ella:
No. No me importa. Ahora como hija del océano, de la tierra me erecto sobre plataformas inmóviles y avanzo, avanzo.

  La puerta se abre. El viento se va. La deja en su desierto de espejos donde la imagen de ella se desdobla. Sus yos gravitan bajo esferas  de otros mundos, de otros seres que le tienden la mano. Ya es la noche. Una noche sin luna. Donde los brillantes del universo la invitan a sentarse en su sillón y desde su ventana contemplarlos. Pide algún deseo. Lanza un beso. Y duerme, duerme apaciblemente. 

lunes, diciembre 22, 2014

llamas y llamas...

Llamas y llamas.  Sí, las del olvido. La de la memoria que queda en un rincón sobrevolando el ahora, el hoy. Apilamos suspiros y el jadear de una yegua que avanza bajo la niebla. Todo es turbio, rostros que no se ven pero se presiente el alzar de su vuelo sobre la densidad de esta. Seguimos caminando al encuentro de un alma paralela que nos muestro su beso Oh, su beso…Tan distante que los faros de los naufragios corretean por nuestras venas. Llamas y llamas. Sí, las que nutrimos con nuestro aliento calmo. Inspirar, espirar. Espirar, inspirar. Y otra vez  retrocedemos donde hemos dejados nuestras huellas. Invisibles con un aroma a vivencias nos envuelve en una pequeña sonrisa. Campanadas redoblan a ascenso de esta sutil alegría. Y nos contentamos por unos instantes. Nos abrazamos al árbol más anciano acariciándolo como si de ella se tratase.  Venga la danza alrededor de su cuerpo estático, de su cuerpo que ánima con el ronroneo de sus ramas a seguir, a continuar escalando por torres donde las luciérnagas dan lumbre a nuestra mirada. Llamas y llamas. Las hogueras del bien entonan el ritmo de las aves migratorias que vienen, que van como los corazones perdidos en la amplitud de un magma que tibia nuestras manos. 

domingo, diciembre 21, 2014

El descenso...

El descenso de la tarde cuando el invierno se precipita bajo el insomne silencio de los ojos.  Visitamos acantilados donde acecha una caída del sol en su perpetua unión con la luna. Avistamos el vuelo del cernícalo que desde su guarida nos avisa del tiempo frío. Nos entregamos al vacío con esos puentes tangibles a nuestros pasos y volamos y volamos. Nos dirigimos a un universo como si fuera padre o madre nuestros. Engendramos cierta melancolía que seduce la mirada ausente de una sonrisa.  Repartimos besos alados que van más allá del Monteverde , de las piedras que perfilan este lugar. 

miércoles, diciembre 17, 2014

Sonríes...

Sonríes,
Deambulas por las insomnes colinas
De la eternidad de tus deseos,
La noche te espera.
Sola,
Con la aventura de caracolas y pétalos
Que te llenaran de frescura y himno de los mares.
Ya no esperas,
Solo sonríes en vertical
Soplando serenidad
Y una bella mirada
A cada huellas que dejas.
Te acuestas sobre ramas sedosas
Y con la llovizna de la sombra de la luna
Emigras a los paisajes de los sueños.
Sirio está presente.
Lo miras y miras,
Orbitas con las raíces del tiempo
Alargadas en tu rostro intacto
A los aruñones de murciélagos
Que huyen y huyen
En el desembocar de la esperanza.

 

domingo, diciembre 14, 2014

Divagaciones de una mañana otoñal....

Un horizonte sombreado de naranjas, rojizos, malvas nubes que dicen de la lluvia venidera. Un horizonte donde el océano en su plano infinito disemina esperanzas a los que respiran de él. Un horizonte embarcado a la deriva de nuestros sentidos cuando en calma esbozamos nuestra primera mirada a la jornada. Un horizonte de ecos fecundos transmitiendo el erguir de nuestras energías al son de su quieto paso. Tú aquí, ronroneando alguna balada que te viene  a la memoria después de muchos años. Canturreas algún himno echo tuyo alimentando tus pasos a través de los pasillos de tu casa. Abres, cierras ventanas en busca de esos filigranas broncíneos que te más aliento para continuar. No quieres despertar a nadie. Descalza y con ese murmullo de una tonada avanzas en tu quehacer. Sales, te vas al patio, un gran patio donde el aroma de la mañana después de la lluvia te llena. Eriges cierto monólogo. Sí, ahora que nadie te escucha.  “ Aquí estoy sumisa entre la realidad y el sueño. Estos años atrás han sido duros, muy duros. La siembra de mis manos cansada no ha dado su fruto. Todo perdido. Todo devastado por el tifón de la calma. Todo igual. Me elevo como si fuera un albatros al encuentro de algún desierto que me alimente. Sed, mucha sed que me va consumiendo, dejándome en un estado de aislamiento. Ellos duermen y no lo captan. Mi silencio. Mi soledad. Mis lágrimas intangibles al aleteo de sus huellas sobre mí. No sé lo que me espera el mañana. Desorientada y orbitando en nebulosas que se pierden con la claridad me emancipo de todos. No, no habéis comprendido. Nauseas vienen a mí y me siento caer. Si caer en una playa donde la mar de fondo me llama. Nadar y nadar, sentirte la ahogada, la que se estremece contra las rocas. Pero la serenidad me hace eternamente salir, respirar y de nuevo en la orilla desnuda con el frío otoñal. Regreso bajo mi techo. He rejuvenecido con este baño. Escribo algo en mi diario. La experiencia de hacerme la ahogada y otra vez aquí, en este patio. Todos duermen, no quiero despertarlos. “

jueves, diciembre 11, 2014

Dentro, muy adentro...

Dentro, muy adentro
Donde las piedras cuecen hogueras
Donde el viento retuerce las lágrimas
Que divagan en el peso de una soga
Aislante de la atmósfera.
Dentro, muy adentro
Donde los pueblos decaen en soledad
Donde las cruces ambicionan el firmamento
Que es molicie de nubarrones
Fuera de la realidad.
Dentro, muy adentro
El alma resbala por acantilados
El cuerpo duele ante la tempestad
Los ahogados sueñan con cetáceos
Que los devuelva a la vida,

Que los alongue a la luz. 

Adiós...

El firmamento anunciaba un manto de constelaciones intocables al adiós. Habías llamado. Sí, llamar y llamar con la sonoridad de un gemido vertido en cien vasos de alcohol. Tu aliento apresaba la duda, la negativa de ser atendido. Te dejabas llevar por cierta melancolía que revelaba cada paso que dabas, cada bar que ibas por un vaso más.  Te fuiste haciéndote él solo, digo. No querías compartir esos momentos de desgarra que sufrimos durante la existencia. Así te ibas. No, no te contesté. No estabas en ese estado que diríamos sobrio. No eran coherentes tus palabras por aquel entonces. Una distorsión te iba consumiendo poco a poco y no te dabas cuenta.  A las horas me enteré que habías desaparecido. Que te habías ido lejos, muy lejos. Sobre aquellos mundos azules que imaginabas. Tal vez tu mundo paralelo. Que allí eras feliz. Sí, feliz. La pena me embargó. Sabía que no te vería más. Sabía que mi teléfono dejaría de sonar.  Sabía que no te había socorrido en el amplio panorama de posibilidades. Me arrepiento. Me castigo. Y me siento caer bajo las inclemencias que muerden mi conciencia. Muchas veces te dije por qué no lo dejas. Tú ni caso. Vivías en esa atmosfera de tristezas con las que bailabas, danzabas, hablabas. Fue en el lago donde te vieron por última vez. Sí, ese lago que en barca solías salir. Hoy he ido allí. He navegado bajo el imperio de los astros con ayuda del haz de la luna. No te he visto. No te he sentido. Por un rato he echado el ancla en una zona donde el temblor comenzaba a inundar mis sienes, mis piernas. Nada. He escuchado las voces de los desaparecidos.  Unas voces que anunciaban descanso y paz. Tal vez, digo, tú te encuentres con ellos. Después de esos instantes levante el ancla. No pude. Algo me lo impedía. Un terror me cegaba. Pasar la noche con las navajas del frío y la humedad. Quizás, fueras tú. Sí, respondí a tu llamada. Te hable y hable y así durante horas.  Almas decaídas comenzaron a erupcionar del lago. Te buscaba. No te vi. Me rodearon y sentí como si tú fueras.  De repente el cielo se hizo rojizo, malva, había amanecido. Me hallaba en la orilla. Adiós, te dije. 

martes, diciembre 09, 2014

Temblor...

Temblor.
Las raíces se elevan
Más allá de la tierra.
Olisquean la lluvia que viene,
Los pasos invisibles de la oscuridad.
Yo aquí,
Sumergida entre la irrealidad y la realidad
Persiguiendo faros de algún océano
Mágico, sereno.
Sed.
Los desiertos bucean
Entre sus entrañas
Al encuentro de una mirada perdida
En su inmensidad.
Yo aquí,
Vomitando la duda, la incertidumbre
Entre cercos de espinas
Que cubren mis manos.
Sangro pero el dolor es incierto
Es un foso profundo donde las alpispa
Picotean en busca de la brisa que la despierte.
Luz.
Y viene con sus cantos y bailes
Al hallazgo de ojos cerrados
Por las ventiscas de un hoy
Que revuelve los estómagos.
Yo aquí,
Solapada a una imagen
Que se hace difusa
A medida que las estaciones furiosas
Pasan y pasan.
Si, aquí
Esperándote, llorándome, llamándote
Cuando los cernícalos de la noche

Lanzan sus gemidos. 

sábado, diciembre 06, 2014

Viviendo...

Viviendo en el árbol viejo que nos lía y lía en su sabiduría centenaria. En una rama habitamos, nos acoge con su espesura protegiéndonos de las ventoleras de la realidad. Somos peso que se incorpora por un haz de sueños que brillan en las alturas. Aquí estamos atiborrándonos de ciertos alientos que vienen de la desembocadura de nubes azules cuando alzamos nuestras manos al horizonte. La calma nos reinicia en el camino que nuestros pasos dejarán. Lejos, muy lejos…sobre vertientes donde el rasgar de la brisa será la tonada mensajera de nuestros pensamientos. Y aquí estamos, sobre una vieja rama. A veces tiembla otras da entereza a nuestra mirada perdida en las llanuras donde río emerge con su aliento precoz. Expulsa deseos. Arroja gotas de lágrimas que se pierden en algún pozo oscuro. Vomita aquellas emociones inconclusas que vagan en la certidumbre. Erupciona la calma que vendrá con flautas y tambores a restaurar la sonrisa de unos labios ¡Oh que paz¡ Qué el equilibrio entre la madre naturaleza y el humano se establezca para generaciones venideras. Y el árbol viejo sonríe, habla. Nos dice de lo dichoso que se siente a medida que en cada una de sus ramas se posa un sueño, un deseo. 

jueves, diciembre 04, 2014

Los pinzones...

Los pinzones retoman el vuelo.
Cesa la caída de los blancos astros
Que resplandecientes se agolpan sobre el firmamento.
El frío llega con sus armas de hogueras
Encendiéndose al compás que la danza
Se vuelca con celeridad.
Mes de diciembre
Donde la atmósfera se torna cansada.
Los ojos son de un vacío
Que hace de  la noche pasos

Perdidos  en el aislamiento.

martes, diciembre 02, 2014

Un suspiro...

Un suspiro. Un jadeo. Cuerpos que al unísono siguen su ciego ritmo. Caricias. Besos. Cuerpos que tras la tempestad perfilan en un recóndito desván desastrado. Susurros. Sudores.  Cuerpos que emergen del silencio y se yerguen cuando todo ha acabado. Despedidas. Adioses. Cuerpos desterrados del sexo, de la pasión desenfrenada que se derraman en un vaso de porcelana. Rupturas. Llantos. Cuerpos fragmentados en sus máscaras ocultas. Decaimientos. Sueños. Cuerpos lejanos que responden al balanceo de otras miradas, de otros hechizos

lunes, diciembre 01, 2014

Acabado.-..


Acabado.
Recuerdos ahogados.
Una penumbra que azota.
Nos desvanecemos en la memoria inconclusa.
Aquí estamos
Estirando un poco más la vida.
Si esta vida que se evapora
A medida que los cipreses cantan al viento.
Ay ese viento,
Encogido viene,
Palpa nuestros rostros
Y nos sentimos caer.
Fosas profundas nos protegen
Cuando de la alada rama plateada
Nos agarramos como ave del sosiego.
Y sin embargo seguimos aquí.
Sí aquí, aquí…
Donde el resoplido de la memoria
Se entorpece cuando albergamos la extenuante torre alta
Donde nadie puede llegar.
Solo nosotros.
Trepamos al vacío
Entre zarzas y ortigas.
Ya no hay dolor.
Ya no hay llanto.
Acabado.

Todo ha acabado.