Algunas veces me envuelvo en las fuerzas cósmicas y nada más
soy alas que se evaporan en la dirección sur. El viento llega y una masa de
polvo es beso que lame el rostro en sentido de calles solas. Yo con la manera
de amarte te olvido por unos instantes y nada más soy el rumor de esas olas que
vienen y van. Te doy una melodía que constantemente despierta mis manos, mis ojos,
mi vientre y ahí estás tú. Amor de penas. Amor ingrávido. Amor de la nostalgia.
Cuando se ejerce en mi el hecho de hallarte.
Este blog esta bajo los derecho de autor para cualquier información laguna198@hotmail.com Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
miércoles, diciembre 31, 2014
martes, diciembre 30, 2014
Un violonchelo..
Un violonchelo sueña en medio del
ocaso. Estáticas permanecen las estrellas, así, como los ojos que miran al
horizonte añorado. Quedan pocas horas y somos cumbre de un nuevo destino con
aliento a renacer. Estás ahí. Parada. Realojando cada uno de tus sentimientos.
Todo se va, se extingue y el anuncio de un vacío que tendremos que llenar con
las huellas que se van quedando te hace subir al roque más alto, al pico más
alto. Edificas un jardín entre nubes rojas y la
pasión te lleva a una existencia que has de continuar. Un susurro te dice de
mariposas plateadas que ascienden a tus manos. Las abres y posadas responden a
la belleza, la belleza de los montes que nos pueblan con su sonrisa, con esa
húmeda tierra que permanecerá en la memoria del tiempo. Pero otras cosas tendrás que olvidar. Sí, a
medida que un violonchelo te cerca en el sueño. Y no más. Sí, no más. Caes en la
nostalgia. Con un gesto te desprendes de
las lágrimas mientras las campanadas dan las doce. Otro año que seco da verdor a otro que se
engendra. Así somos. Lo rutinario se extingue y vuelas y vuelas hasta ese
jardín entre nubes. Te enredas en ellas como amantes de un mañana. No te cansas
y vuelas y vuelas…
sábado, diciembre 27, 2014
Quien sabe...
Quien sabe
Nos estiramos en el amanecer
Al alcance de un ala
Que nos expanda por el aire.
Aquí, en estas ínsulas
Donde la magmática esencia
Parte en busca del beso.
Sí, ese beso
Que pase por las manos desgastadas
De tanto y tanto silencio.
Y habló de ti
Para aquellas cuevas
Donde el olvido no tiene cabida.
Una rosa en el jardín
Imperturbable en el paso del tiempo
Allí aguarda con los sueños del mañana,
Con los rejos del ayer.
Sí, te espero.
Por ello nostálgica cabalgo
Más allá de la memoria.
Un sol que nace,
Me dice de tus manos
Acariciando mis labios.
viernes, diciembre 26, 2014
Divagaciones de una noche de invierno...
Arraigada a las raíces que se prolongan
a lo largo de los mares cuando la desnudez de mi cuerpo emerge en las orillas
de estructuras flotantes donde el ave plateada descansa. Me arrimo a ella y subo unas escaleras de
caracolas cual tonada siembra un pacífico movimiento en mis pasos. Me arrastro
bajo sus plumas cálidas y mis ojos solo ven un mundo perfecto. Un mundo que
gira y gira en torno a las fogatas del invierno. Me gusta. Pero he de elevarme, avanzar ante la escarcha que se posa en mis palmas.
Elevo los brazos y como mágica seducción las entrego al don de las mareas. Se consumen. Más y más un largo recorrido que
me llevará lejos, muy lejos. Aquí he perdido mi lugar. Aquí me he extinguido en
las grietas difusas de la desorientación. Gravitar por nuevas fronteras donde
el resonar de tambores y flautas erupcionan como nutriente a la vitalidad. Adiós,
te digo. Sí, un adiós metamorfosis de ese arco de colores que se entrega en mi
entrada a otro yo.
martes, diciembre 23, 2014
huellas
Puede ser que mis propias huellas me visiten tras dejarlas atrás
agotadas. Vienen a mí rastreando que es de mi vida, que es de mí. Las miro, las
observo y absorbo aquellas que dan la buenaventura en mi ascenso al mañana.
Ellas me interrogan una y otra vez. Y yo respondo aquí me veis más de lo mismo.
Somos ecos que en silencio tejen esas
grutas de los sueños que quedan por fabricar. Ellas no se contentan. Se enojan.
Siempre lo mismo. Sueños y más sueños.
De repente quedan borradas todas ellas. Sola, si sola me quedo con mis
sueños e incesantemente vago en ellos. Una puerta se cierra y tras ella el
viento parece introducirse en mi cuarto. Una habitación pintada con el humo de
la despedida.
Viento:
Que haces mujer. Han venido a por ti. Una visita que tal vez
deberías recibir mejor. No eclipsarte en tu reconditez de acero que sobrevuela donde las campanas se
retuercen de llanto.
Ella:
Huellas y más huellas. Para que. El ayer quedo estancado en
foso profundo y oscuro. Miro y observo y no veo más que una bruma que asciende
hasta mis ojos como velo. No, no recuerdo nada del ayer. Sea una sonrisa, sea
una pena. Ahora soy hoy. Ahora soy mañana. Enciendo las velas del destino y a
cada paso voy marcando escalar otro escalón más. El ayer no existe. Solo ha
servido para edificar mi rutina, no más.
Viento:
Mira. Mira atrás. Hay algo que te has dejado escapar. Algún corazón rajada por la impertinencia
voraz de seguir corriendo, corriendo hacia al mañana.
Ella:
No. No me importa. Ahora como hija del océano, de la tierra
me erecto sobre plataformas inmóviles y avanzo, avanzo.
La puerta se abre.
El viento se va. La deja en su desierto de espejos donde la imagen de ella se
desdobla. Sus yos gravitan bajo esferas
de otros mundos, de otros seres que le tienden la mano. Ya es la noche.
Una noche sin luna. Donde los brillantes del universo la invitan a sentarse en
su sillón y desde su ventana contemplarlos. Pide algún deseo. Lanza un beso. Y
duerme, duerme apaciblemente.
lunes, diciembre 22, 2014
llamas y llamas...
Llamas y llamas. Sí, las del olvido. La de la memoria que
queda en un rincón sobrevolando el ahora, el hoy. Apilamos suspiros y el jadear
de una yegua que avanza bajo la niebla. Todo es turbio, rostros que no se ven
pero se presiente el alzar de su vuelo sobre la densidad de esta. Seguimos
caminando al encuentro de un alma paralela que nos muestro su beso Oh, su beso…Tan
distante que los faros de los naufragios corretean por nuestras venas. Llamas y
llamas. Sí, las que nutrimos con nuestro aliento calmo. Inspirar, espirar.
Espirar, inspirar. Y otra vez
retrocedemos donde hemos dejados nuestras huellas. Invisibles con un
aroma a vivencias nos envuelve en una pequeña sonrisa. Campanadas redoblan a
ascenso de esta sutil alegría. Y nos contentamos por unos instantes. Nos abrazamos
al árbol más anciano acariciándolo como si de ella se tratase. Venga la danza alrededor de su cuerpo
estático, de su cuerpo que ánima con el ronroneo de sus ramas a seguir, a
continuar escalando por torres donde las luciérnagas dan lumbre a nuestra
mirada. Llamas y llamas. Las hogueras del bien entonan el ritmo de las aves
migratorias que vienen, que van como los corazones perdidos en la amplitud de
un magma que tibia nuestras manos.
domingo, diciembre 21, 2014
El descenso...
El descenso de la tarde cuando el invierno se precipita bajo
el insomne silencio de los ojos.
Visitamos acantilados donde acecha una caída del sol en su perpetua
unión con la luna. Avistamos el vuelo del cernícalo que desde su guarida nos
avisa del tiempo frío. Nos entregamos al vacío con esos puentes tangibles a
nuestros pasos y volamos y volamos. Nos dirigimos a un universo como si fuera
padre o madre nuestros. Engendramos cierta melancolía que seduce la mirada
ausente de una sonrisa. Repartimos besos
alados que van más allá del Monteverde , de las piedras que perfilan este
lugar.
miércoles, diciembre 17, 2014
Sonríes...
Sonríes,
Deambulas por las insomnes colinas
De la eternidad de tus deseos,
La noche te espera.
Sola,
Con la aventura de caracolas y pétalos
Que te llenaran de frescura y himno de los mares.
Ya no esperas,
Solo sonríes en vertical
Soplando serenidad
Y una bella mirada
A cada huellas que dejas.
Te acuestas sobre ramas sedosas
Y con la llovizna de la sombra de la luna
Emigras a los paisajes de los sueños.
Sirio está presente.
Lo miras y miras,
Orbitas con las raíces del tiempo
Alargadas en tu rostro intacto
A los aruñones de murciélagos
Que huyen y huyen
En el desembocar de la esperanza.
domingo, diciembre 14, 2014
Divagaciones de una mañana otoñal....
Un horizonte sombreado de
naranjas, rojizos, malvas nubes que dicen de la lluvia venidera. Un horizonte
donde el océano en su plano infinito disemina esperanzas a los que respiran de
él. Un horizonte embarcado a la deriva de nuestros sentidos cuando en calma
esbozamos nuestra primera mirada a la jornada. Un horizonte de ecos fecundos
transmitiendo el erguir de nuestras energías al son de su quieto paso. Tú aquí,
ronroneando alguna balada que te viene a
la memoria después de muchos años. Canturreas algún himno echo tuyo alimentando
tus pasos a través de los pasillos de tu casa. Abres, cierras ventanas en busca
de esos filigranas broncíneos que te más aliento para continuar. No quieres
despertar a nadie. Descalza y con ese murmullo de una tonada avanzas en tu
quehacer. Sales, te vas al patio, un gran patio donde el aroma de la mañana
después de la lluvia te llena. Eriges cierto monólogo. Sí, ahora que nadie te
escucha. “ Aquí estoy sumisa entre la
realidad y el sueño. Estos años atrás han sido duros, muy duros. La siembra de
mis manos cansada no ha dado su fruto. Todo perdido. Todo devastado por el
tifón de la calma. Todo igual. Me elevo como si fuera un albatros al encuentro
de algún desierto que me alimente. Sed, mucha sed que me va consumiendo, dejándome
en un estado de aislamiento. Ellos duermen y no lo captan. Mi silencio. Mi
soledad. Mis lágrimas intangibles al aleteo de sus huellas sobre mí. No sé lo
que me espera el mañana. Desorientada y orbitando en nebulosas que se pierden
con la claridad me emancipo de todos. No, no habéis comprendido. Nauseas vienen
a mí y me siento caer. Si caer en una playa donde la mar de fondo me llama.
Nadar y nadar, sentirte la ahogada, la que se estremece contra las rocas. Pero
la serenidad me hace eternamente salir, respirar y de nuevo en la orilla
desnuda con el frío otoñal. Regreso bajo mi techo. He rejuvenecido con este
baño. Escribo algo en mi diario. La experiencia de hacerme la ahogada y otra
vez aquí, en este patio. Todos duermen, no quiero despertarlos. “
jueves, diciembre 11, 2014
Dentro, muy adentro...
Dentro, muy adentro
Donde las piedras cuecen hogueras
Donde el viento retuerce las lágrimas
Que divagan en el peso de una soga
Aislante de la atmósfera.
Dentro, muy adentro
Donde los pueblos decaen en soledad
Donde las cruces ambicionan el firmamento
Que es molicie de nubarrones
Fuera de la realidad.
Dentro, muy adentro
El alma resbala por acantilados
El cuerpo duele ante la tempestad
Los ahogados sueñan con cetáceos
Que los devuelva a la vida,
Que los alongue a la luz.
Adiós...
El firmamento anunciaba un manto de constelaciones
intocables al adiós. Habías llamado. Sí, llamar y llamar con la sonoridad de un
gemido vertido en cien vasos de alcohol. Tu aliento apresaba la duda, la
negativa de ser atendido. Te dejabas llevar por cierta melancolía que revelaba
cada paso que dabas, cada bar que ibas por un vaso más. Te fuiste haciéndote él solo, digo. No
querías compartir esos momentos de desgarra que sufrimos durante la existencia.
Así te ibas. No, no te contesté. No estabas en ese estado que diríamos sobrio.
No eran coherentes tus palabras por aquel entonces. Una distorsión te iba
consumiendo poco a poco y no te dabas cuenta.
A las horas me enteré que habías desaparecido. Que te habías ido lejos,
muy lejos. Sobre aquellos mundos azules que imaginabas. Tal vez tu mundo
paralelo. Que allí eras feliz. Sí, feliz. La pena me embargó. Sabía que no te
vería más. Sabía que mi teléfono dejaría de sonar. Sabía que no te había socorrido en el amplio
panorama de posibilidades. Me arrepiento. Me castigo. Y me siento caer bajo las
inclemencias que muerden mi conciencia. Muchas veces te dije por qué no lo
dejas. Tú ni caso. Vivías en esa atmosfera de tristezas con las que bailabas,
danzabas, hablabas. Fue en el lago donde te vieron por última vez. Sí, ese lago
que en barca solías salir. Hoy he ido allí. He navegado bajo el imperio de los
astros con ayuda del haz de la luna. No te he visto. No te he sentido. Por un
rato he echado el ancla en una zona donde el temblor comenzaba a inundar mis
sienes, mis piernas. Nada. He escuchado las voces de los desaparecidos. Unas voces que anunciaban descanso y paz. Tal
vez, digo, tú te encuentres con ellos. Después de esos instantes levante el
ancla. No pude. Algo me lo impedía. Un terror me cegaba. Pasar la noche con las
navajas del frío y la humedad. Quizás, fueras tú. Sí, respondí a tu llamada. Te
hable y hable y así durante horas. Almas
decaídas comenzaron a erupcionar del lago. Te buscaba. No te vi. Me rodearon y
sentí como si tú fueras. De repente el
cielo se hizo rojizo, malva, había amanecido. Me hallaba en la orilla. Adiós,
te dije.
martes, diciembre 09, 2014
Temblor...
Temblor.
Las raíces se elevan
Más allá de la tierra.
Olisquean la lluvia que viene,
Los pasos invisibles de la oscuridad.
Yo aquí,
Sumergida entre la irrealidad y la realidad
Persiguiendo faros de algún océano
Mágico, sereno.
Sed.
Los desiertos bucean
Entre sus entrañas
Al encuentro de una mirada perdida
En su inmensidad.
Yo aquí,
Vomitando la duda, la incertidumbre
Entre cercos de espinas
Que cubren mis manos.
Sangro pero el dolor es incierto
Es un foso profundo donde las alpispa
Picotean en busca de la brisa que la despierte.
Luz.
Y viene con sus cantos y bailes
Al hallazgo de ojos cerrados
Por las ventiscas de un hoy
Que revuelve los estómagos.
Yo aquí,
Solapada a una imagen
Que se hace difusa
A medida que las estaciones furiosas
Pasan y pasan.
Si, aquí
Esperándote, llorándome, llamándote
Cuando los cernícalos de la noche
Lanzan sus gemidos.
sábado, diciembre 06, 2014
Viviendo...
Viviendo en el árbol viejo que
nos lía y lía en su sabiduría centenaria. En una rama habitamos, nos acoge con
su espesura protegiéndonos de las ventoleras de la realidad. Somos peso que se
incorpora por un haz de sueños que brillan en las alturas. Aquí estamos
atiborrándonos de ciertos alientos que vienen de la desembocadura de nubes
azules cuando alzamos nuestras manos al horizonte. La calma nos reinicia en el
camino que nuestros pasos dejarán. Lejos, muy lejos…sobre vertientes donde el
rasgar de la brisa será la tonada mensajera de nuestros pensamientos. Y aquí
estamos, sobre una vieja rama. A veces tiembla otras da entereza a nuestra
mirada perdida en las llanuras donde río emerge con su aliento precoz. Expulsa
deseos. Arroja gotas de lágrimas que se pierden en algún pozo oscuro. Vomita
aquellas emociones inconclusas que vagan en la certidumbre. Erupciona la calma
que vendrá con flautas y tambores a restaurar la sonrisa de unos labios ¡Oh que
paz¡ Qué el equilibrio entre la madre naturaleza y el humano se establezca para
generaciones venideras. Y el árbol viejo sonríe, habla. Nos dice de lo dichoso
que se siente a medida que en cada una de sus ramas se posa un sueño, un deseo.
jueves, diciembre 04, 2014
Los pinzones...
Los pinzones retoman el vuelo.
Cesa la caída de los blancos astros
Que resplandecientes se agolpan sobre el firmamento.
El frío llega con sus armas de hogueras
Encendiéndose al compás que la danza
Se vuelca con celeridad.
Mes de diciembre
Donde la atmósfera se torna cansada.
Los ojos son de un vacío
Que hace de la noche
pasos
Perdidos en el
aislamiento.
martes, diciembre 02, 2014
Un suspiro...
Un
suspiro. Un jadeo. Cuerpos que al unísono siguen su ciego ritmo. Caricias.
Besos. Cuerpos que tras la tempestad perfilan en un recóndito desván
desastrado. Susurros. Sudores. Cuerpos
que emergen del silencio y se yerguen cuando todo ha acabado. Despedidas.
Adioses. Cuerpos desterrados del sexo, de la pasión desenfrenada que se
derraman en un vaso de porcelana. Rupturas. Llantos. Cuerpos fragmentados en
sus máscaras ocultas. Decaimientos. Sueños. Cuerpos lejanos que responden al
balanceo de otras miradas, de otros hechizos
lunes, diciembre 01, 2014
Acabado.-..
Acabado.
Recuerdos ahogados.
Una penumbra que azota.
Nos desvanecemos en la memoria inconclusa.
Aquí estamos
Estirando un poco más la vida.
Si esta vida que se evapora
A medida que los cipreses cantan al viento.
Ay ese viento,
Encogido viene,
Palpa nuestros rostros
Y nos sentimos caer.
Fosas profundas nos protegen
Cuando de la alada rama plateada
Nos agarramos como ave del sosiego.
Y sin embargo seguimos aquí.
Sí aquí, aquí…
Donde el resoplido de la memoria
Se entorpece cuando albergamos la extenuante torre alta
Donde nadie puede llegar.
Solo nosotros.
Trepamos al vacío
Entre zarzas y ortigas.
Ya no hay dolor.
Ya no hay llanto.
Acabado.
Todo ha acabado.
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