lunes, diciembre 22, 2014

llamas y llamas...

Llamas y llamas.  Sí, las del olvido. La de la memoria que queda en un rincón sobrevolando el ahora, el hoy. Apilamos suspiros y el jadear de una yegua que avanza bajo la niebla. Todo es turbio, rostros que no se ven pero se presiente el alzar de su vuelo sobre la densidad de esta. Seguimos caminando al encuentro de un alma paralela que nos muestro su beso Oh, su beso…Tan distante que los faros de los naufragios corretean por nuestras venas. Llamas y llamas. Sí, las que nutrimos con nuestro aliento calmo. Inspirar, espirar. Espirar, inspirar. Y otra vez  retrocedemos donde hemos dejados nuestras huellas. Invisibles con un aroma a vivencias nos envuelve en una pequeña sonrisa. Campanadas redoblan a ascenso de esta sutil alegría. Y nos contentamos por unos instantes. Nos abrazamos al árbol más anciano acariciándolo como si de ella se tratase.  Venga la danza alrededor de su cuerpo estático, de su cuerpo que ánima con el ronroneo de sus ramas a seguir, a continuar escalando por torres donde las luciérnagas dan lumbre a nuestra mirada. Llamas y llamas. Las hogueras del bien entonan el ritmo de las aves migratorias que vienen, que van como los corazones perdidos en la amplitud de un magma que tibia nuestras manos. 

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