La madre. Sí, soy la madre. Si lo hubiera educado de otra
manera tal vez….tal vez las sombran no sangrarían en sus ojos perdidos. La
madre. Lo veo y una opresión apuñala mi pecho. De ese pecho del cual mamo
cuando era bebe, de ese pecho que lo meció cuando el sueño no venía a buscarlo,
de ese pecho que lo abrigó ante el miedo. Lo miro y pienso, el no es malo, el
no es violento. Sí, soy la madre. La madre de este muchacho enganchado al
alcohol y la droga y ahora buceando en la oscuridad, en el terror, en la densa
niebla. El no se da cuenta con sus hombros caído, con su mirar de reojo
pisoteado por la vergüenza y el temor. Estás pálido hijo mío, muy delgado,
desganado, sin interés por la vida, por otros carriles que te lleven a la
verticalidad de tu respiración opaca, obsoleta. La madre. A pesar de todo soy
su madre, soy su disfraz, soy su máscara. Sí, lo cubro con un biombo en mis
palabras…es que es buen chico, el no es malo, el no es violento. Solo que los
amigos, los abusos que cualquiera sabe qué, la ignorancia lo ha llevado a un
pozo de fango. Hay solución que no quiere decir vuelta atrás, tendrás que
soportar tus locuras, tu juventud desparramada en la basura en el resto de tu
existencia. La madre. Sí, soy la madre. Existe una oportunidad , si tu quieres…si
tu quieres puedes caminar de nuevo, despacio…muy despacio hasta que tu salud
nazca y entonces de nuevo nos abrazaremos. La madre. El no es malo, el no es
violento. No más que algo neutro en este momento por un error, por un grave
error. Sí, soy la madre. Y saldrás, verás con toda tu lucidez lo bello que este
mundo. Tiemblo, una inmensa impotencia y tristeza amputa mi corazón. He de ser
fuerte y hacerlo vivir, reanimarlo para que siga equilibradamente, hermosamente
la línea de su vida. Siempre habrá curvas, algunas, peligrosas…pero sabrá
después de vivir el infierno como saltar, como mirarla. La madre. Sí, soy la
madre de este chico ¡Ha robado¡ no fue consciente de ello, juro renacerlo en el
camino bueno. El no es malo, el no es violento. Sí, soy la madre. Y lo observo
y el baja la cabeza, no, no quiere fijar sus ojos en mi. Hoy hace mucho calor y
a pesar de ello un cierto frío metálico me apuñala. La madre. Este es final de
una etapa hijo ¿me escuchas? Ya vendrán jornadas nuevas para ti, días donde la
sonoridad de tus pasos se mezan en una sonrisa, en una vida edificada con el
pulso de tu valentía. Porqué eres valiente hijo mío. La madre. Sí , soy la
madre. Fíjate en este cielo, tan perfecto, celeste con el sol del verano
persiguiéndonos. Esto es la vida, perseguir lo mejor, estar al tanto de aquello
que nos alegre, que nos construya como persona. El no es malo, el no es
violento. La madre. Sí , soy la madre. No te desprecio hijo aunque estés
ahogado, ya revivirá el silbo de la brisa cuando te hallas recuperado. Me das
la espalda, me es igual. La madre. Sí, soy la madre. Te dejo aquí hijo. Cuando
quieras las puertas están abiertas para tu regreso. El no es malo, no es
violento.
Este blog esta bajo los derecho de autor para cualquier información laguna198@hotmail.com Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
jueves, junio 27, 2019
Tanto frío...
Tanto frío.
Inconcluso,
Dispersión de gotas a través de los sueños
Perdidos, negados a su rectitud.
Aliento en el tono de la existencia
Vuela a ras de las ventanas abiertas.
Cuerpo.
Frágil verticalidad de sus deseos
Muertos, invisibles
En la sombras de las calles plomizas.
Tanto frío.
Inconcluso,
Soy inconclusa.
Soy imperfecta.
Soy oscuridad.
Soy luz.
Amplitud en los vastos caminos de las lágrimas.
Estoy aquí.
Aquí estoy.
Atada a columnas marmóreas del mañana, del hoy.
Tanto frío...
sábado, junio 22, 2019
El naranjo...
Ella lo explora, conversa con el aliento de sus ojos moviéndose
al son de la brisa de una tarde de verano. Ella lo mira, habla abrazada a su
tronco volviéndose mujer de árbol, mujer de la vida cuyas singladuras besan la
paz. El naranjo esta rebosante en su espesura de soles, de soles que dan luz a
un universo sibilino, misterioso. Ella se ve reflejada, soles diminutos
alumbrando distintos planetas en el caos del cosmos ¿Cómo serán esas vidas?, se
pregunta. Cómo será el recorrido hecho existencia de los seres pisando sus
tierras, sus mares. Porque tienen que tener mares y tierras, piensa ella. La
tarde asoma calurosa con el retorno de un verano más pegajoso , más abundante
en temperaturas inciertas. Ella siente calor pero su admiración por ese árbol
le arrebata todas sus sensaciones. Embelesada sube hasta una ramificación donde
lo leve de su peso no la hace caer al foso de la nada. Ella maravillada al
estar ahí, en una rama donde los soles pueblan lo desconocido, medita.
Soles.
Tardes espesas
Y lo desconocido.
Y lo entrega
De mi corazón
En la verticalidad
De tu olor.
Ella huele, se perfuma de naranjas y baja. Otra vez en el
suelo lo mira, mira lo grandioso que es. Él , el que se enraíza en las
profundidades de la tierra rompiendo en los arroyuelos que lo acompañan. Ella
no se cansa de observarlo, de examinarlo, de sentir el respirar profundo de sus
entrañas. No, no estamos solos en la oscuridad, cuando vaga la noche lenta
entre mis manos, entre nuestras manos.
Noche.
Búsqueda de parajes extraños.
Encuentro con el negror de tu hábito
En la reconditez hechizante
De tus manos.
Ella se sienta, apoya su espalda en el macizo tronco. Un
cosquilleo le ronda, hormigas se asienta en sus piernas, en sus brazos, en su
rostro. Le da igual y entonces silba al ritmo de la brisa, al compás de la
noche hospedada en sus ojos, tranquilos.
¿Estás ahí?
¿Duermes?
Te estaba llamando a ti.
Sí, a ti.
Esferas coronadas de jugosas naranjas
Dando brío a tu corpulencia.
Ella cree, ella quiere creer que
no estamos solos cuando los astros destellan
en el firmamento. Cuan hermoso somos, somos resonar sigiloso de lo
perfecto, de lo imperfecto de este mundo, de otros mundos. Y si es así, no
tocar ¡No¡ Todo fluye al ritmo enigmático de los sueños cuando el adormecer nos
acoge en su regazo. Todo fluye en la danza entregada a las hogueras venideras
donde entregaremos nuestra alma para la libertad de nuestras pisadas, de
nuestras huellas dejadas.
jueves, junio 20, 2019
LA ROCA...
La
roca. Sí , estaba sentada en una roca frente a una gruta cuando la tarde abatía
en el letargo. Por un instante escuché
un gemido, un sollozar monótono que se me incrustó en las sienes. Me levanté de
la roca. Sí, de esa roca donde reposaba las venturas de la espera. Me dirigí
hacía la gruta y el gemido más fino, más potente estremeció cada uno de mis
huesos. Un vago temblor me embargó en esa tarde donde aguardaba el callar de
esa cumbre sola. Entré y encendí la linterna del móvil, el olor moliente de
humedad era grande…muy grande. En un rincón vi una especie de ser humano, algo
extraño, pero se movía en lo humano. No distinguía bien si era hombre o mujer,
mujer o hombre. Solo su gemido confuso me embargaba en la incertidumbre. No
hable, sus cabellos blancos…muy blancos eclipsaban su rostro. Calló de manera
tajante y en un momento se levantó ante mí en esa tarde con sus cabellos
blancos, muy blancos eclipsando su rostro. Pregunté, o creo que pregunté quién
era, qué le pasaba. Entonces. Entonces de sus brazos nacieron plumas blancas…my
blancas que la hizo, que lo hizo desaparecer en un vuelo a través de aquella
cueva. Volví a la roca, a mi roca. Un
dolor intenso en el pecho, la mudez de los gemidos, aquel hombre o mujer con
alas blancas, muy blancas. Miré el firmamento. Noche de luna redonda. Noche de
sangre blanca…muy blanca engendraba su halo. Noche donde lo gélido resbalaba
por mi tez y aquel cabello blanco…muy blanco. Por un momento sentí unas pisadas,
no sé , un aleteo. Miré hacia atrás aquel hombre o mujer de cabellos blancos ,
muy blancos estaba ahí o yo creía que
estaba. En un pequeño momento se formo una escalera de colores entre la luna y él
o ella, no sé. Lo cierto es que peldaño a peldaño ascendí por aquellas
escaleras hasta la luna redonda, agigantándose a medida me aproximaba. Y de
repente la nada del universo, mi visión de un planeta azul ahora cenizo,
desolado, apagado. Punzadas relampagueaban mi vientre, mi vientre que hacía
crecido, más esférico. No recuerdo bien de ese embarazo extraño nació algo,
algo blanco…muy blanco. Cuando mis ojos se abrieron estaba en la roca, miré mis
muslos y había sangre roca…muy roja. Entonces comprendí, si reaccioné de deriva
de este mundo y lo que sería las generaciones venideras, blancas…muy blancas.
miércoles, junio 19, 2019
ELLA
Las manos de ella, una luna, unidas a las manos de la otra
ella. Un rumor soberano que viene del mar y la noche. Frente a frente,
espíritus que flotan en medio de la nada y del todo.
Ella,1:
La noche. La noche temblorosa, efímera, hueco de los sueños
del mañana, despertar de los poderes mágicos de las danzas de las ballenas. La
luna está ahí presente. Yo aquí, tu aquí. Pareces no escucharme pero eres
espejo donde el reflejo de mi conciencia, de mi yo evoca las ilusiones, las
esperanzas empapadas de rectitud. No, no daré marcha atrás. Mis manos, posadas
en las tuyas. Sé que no me ves pero me sientes, sientes la fragancia pacífica
de mis pasos.
Ella,2:
No sé si conversas conmigo. No sé si hablas a la luna. No sé
si sigues la melodía de las olas ¿las escuchas? Canturrean al tiempo que la
luna vestida de blanco se acomoda en tus ojos ahí , en el horizonte. La noche
parece aletargar las almas, la noche parece hacer una pausa con la hostilidad
que carcome este planeta. No , no quiero violencia, no quiero la extinción de
estas horas de un tiempo que parece que se detiene. No te das cuenta, estoy
aquí, contigo. Somos almas desdibujada de una sociedad acabada, marchita ,
lamentando en su crítica al otro. No, no conversaremos de ello. No , no
hablaremos de ello. Seguiremos la melodía de las olas. Cachalotes y delfines
vienen a visitarnos con sus cantos agudos pero equilibrados.
Ella,1:
Mis manos te acogen, no te das cuenta…miras el infinito del
cosmos con tus sentidos puestos en que tal vez podrás volar. Sí, puedes. Vuela y vuela mientras cachalotes y delfines
anuncian la despedida de la pena humana, del quejido inferna de un niño o niña
en un lejana o tal vez próxima orilla. Sí, la queja ante el derrumbe de su
vida, ante metralletas aniquilando lo que queda de sus huesos ¡Lamento¡ El
lamento del siglo veintiuno. No mujer, no hemos cambiado en el paso de los
siglos, si cabe aun somos peores. La inteligencia ambula precipicios ante los
despiadados que la poseen. Y, sin embargo, cachalotes y delfines vienen a
visitarnos.
Ella, 2:
Miras la luna, una cierta tristeza se mece en tus ojos cada
vez más plomizos, cada vez más apagados. Mírame te digo. No escuchas. No oyes.
Te embargas en un pensamiento
constructivo que a la vez es derribado por la mediocridad de esta esfera. Todo es distinto. Todo es desigual. Entonces, porqué no huir de los gritos
agonizantes ante lo malo, lo malo del humano.
Ella,1:
La noche. Regazo de sabiduría,
regazo de calma. Su mutismo me auxilia, te auxilia a las rajas de lo cotidiano.
No escuchemos más lo maligno, lo diabólico de este globo. Mira…mira como se desinfla,
roto de temblor.
Las manos de ella, una luna, unidas a las manos de la otra
ella. Temprano, es temprano y se hunden en la homogenización de sus manos, de
sus ojos, de sus cuerpos llevados por la marea. Lejos, muy lejos, donde la
escoria de la existencia no las agote, no hagan de ella cenizas en las brumas
que desorienta de la luna. La luna, la
luna llena, emanando cuajarones plateados de que quizás mañana será un mundo
mejor.
EN HORIZONTAL...
En horizontal, avistamiento de la
reconditez de la luna blanca…muy blanca. Sinuosa embarco bajo las estelas de
las sombras de un nocturno que se desdobla ante los espejos quebrados de las lágrimas.
Emerjo en la duda y soy golondrina revoltosa en busca de la ventura de los ecos
del silencio. Silencio. Sí, invertida con la condición llameante de mis
emociones, de sensaciones que adulan al espíritu, libre…muy libre. La musicalidad
de mis versos se pierde en las cuevas de una cumbre donde la luna blanca…muy
blanca me ampara bajo su halo nítido de sensatez, de verticalidad. Y vuelo,
vuelo en el vacío hasta ser tragada por los calmos oleajes de una marea
cristalina, lúcida, secuencia de la existencia. Soy yo, en horizontal y una
luna blanca…muy blanca.
sábado, junio 15, 2019
Miraba la luna....
Miraba la luna, mujer de
incrédulos ojos a la par que su espíritu la envolvía en una danza a cada
estrella fugaz esfumada. Miraba la luna, un juego atento donde los corazones
rozan la armonía, la verticalidad de sus alas en el confín de un cosmos
misterioso, sibilino, nostálgico. Miraba la luna en su cuerpo pequeño y alcance
de cumbres donde el resonar de las aguilillas la emocionaban en la rotunda
noche. Miraba la luna y una calma se apoderaba de sus pensamientos, caminando
por parajes desconocidos de su conciencia. Miraba la luna y no dejaba de
mirarla vertida en vagos recuerdos transportándola a una dimensión alejada de
la realidad. Miraba la luna, el callar del nocturno la inducia a ser ella. Sí,
ella, en su atmósfera acogida a la nada. Miraba la luna y no dejaba de mirarla,
solo, sábanas blancas tendidas columpiándose con la brisa fresca, húmeda. Miraba
la luna en todo su esplendor, en toda su belleza y su danza continuaba, seguía
al ritmo de las horas lentas, de su soledad.
lunes, junio 10, 2019
Echadora de cartas...
Bochorno, ese es el hoy. Un
presente enjaulada en la humedad y el calor, un calor que me hace andar
despacio, con ralentizadas pisadas sobre un asfalto que se derrite. Mis huellas quedan plantadas y el eco del sol
me hace sacar un pañuelo de mi bolso para pasármelo por la frente. En la
esquina, la anciana de las cartas, de seguro que me apresará e intentará
adivinar mi destino mientras yo la dejo vagar en su elocuencia. Cuando acaba me tiende una rama de romero en
las manos, en tus ojos veo una luz, una claridad que será peso de tus
singladuras. Eso me dice y yo me conformo, afronto sus palabras en un reto de
incredulidad y a la vez de dudas concienzudas que se incrusta en mi mente. Sino mi camino, lento con el bochorno
impactando en mis carnes. Todo es pegajoso, hasta las sentencias efímeras de la
anciana de las cartas. Miro para detrás, ya no está pero su mirada clara persigue mis pensamientos. La echadora de cartas se ha perdido en sus
ojos hipnóticos, en sus manos arrugadas, en su frente señalada por un punto
oscuro que la lleva donde nadie la descubra. No me pregunto más, me ha echado
el destino, hoy, en mi andar despacio me ha capturada en sus redes de
clarividencias. Cuanto será verdad,
cuanto será mentira. Una cierta brisa fresca viene hacía mi y todo se vuelve
confuso ¡Su voz¡, eco meticuloso palpitando en mis sienes, en cada fotograma de
mis pisadas de vuelta a casa. No, no me asusta pero su profundidad, su gravedad
en el tono clava en mí torrentes de
duda. Emerjo en mi casa, abro la puerta, entro y me siento en el sillón del
salón. Me descalzo, me desnudo y enciendo el ventilador, lo necesito. La
anciana echadora de cartas me viene, me hechiza y yo asiento. La veo frente a
mí, bajo un cuadro por no sé quien pintado y delante de mi aparato de música.
Todo se hace extraño, yo desnuda, agotada, aquí agotada y la música comienza y
la echadora de cartas juega con su baraja incendiaria pronosticando mí. Así la
veo, es real ¡Tanto a influido sobre mi? Sí, pero no hay temor. La anciana
echadora de cartas de ojos hipnóticos, de manos arrugadas, de su frente
señalada se va…si se va en la espesura de una bruma de una atmósfera pesada,
ciega. Yo desnuda, descalza, en el sillón, escuchando música o lo que yo
considero música.
viernes, junio 07, 2019
OJOS CERRADOS
Ojos cerrados.
Conciencia despierta a los sentidos.
El descanso.
La rectitud de lo placentero
Anclado en flores del crepúsculo.
Pisadas dormidas.
Un corazón en la dejadez
De su lento ronroneo.
Ojos cerrados.
Ventanas abiertas al deseo.
Mirlos picoteando la danza
Y el rigor de la brisa calma.
¿Por qué duermes ¿
Alma baldía de la lumbre
De unos labios en su sombra.
Placentero estar
En el cimbrar de pasos acabados,
Concluidos en la cima
del vacío.
Ojos cerrados.
Sueños efímeros.
Arrastrada por la vida,
Rota sentencia de la pena.
Ojos cerrados.
Sublime, despedida
cordial
Donde todo se desvanece.
¿Por qué duermes?
Espaldas pesadas.
Y, sin embargo, dichosa.
lunes, junio 03, 2019
DUNIA SÁNCHEZ PADRÓN ©2007-2019: DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE JUNIO...
DUNIA SÁNCHEZ PADRÓN ©2007-2019: DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE JUNIO...: ¿He despertado? No, aun ando acurrucada en el calor de unas sábanas que extiende más allá de los sueños. Siento mi espalda fría, una...
DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE JUNIO...
¿He despertado? No, aun ando
acurrucada en el calor de unas sábanas que extiende más allá de los
sueños. Siento mi espalda fría, una
gelidez que mi impone a lo largo de las estaciones. El día acecha con su
bochorno y nubes que no desafían a la lluvia. Es tal vez un día gris, un día
marrón donde se cuece la aspereza, la desgana, el desorden. Intento levantarme
y no puedo, a mi derecha, la ventana luciendo su cortina de flores arrimadas en
la quietud, a mi derecha, la ventana
animándome a bailar con este amanecer.
Escucho los pajarillos traviesos, juguetones, alegres aunque las nubes
callen. No, no quiero despertar, las
olas rompen contra las rocas, las oigo con su rugido de fortaleza de emociones
que vienen y van hasta quedarse en el vacío.
Las oigo impertinentes, impredecibles en el canto de la madre naturaleza
cuando continua en su línea espontánea, imprecisa. Soy imprecisa, no saco ganas de alzar mis
alas y se canto al compás de las olas.
El cansancio se agolpa en mi espalda fría, una gelidez que me hace encogerme en el paraje de los
sueños. Y sueño…y sueño en la vestimenta
de personas humanizadas a ras del equilibrio, de la paz de este pequeño mundo. Y sueño…y sueño con ramitas esparcidas en cada
una de las manos aleteando la
estabilidad, la voz prolongada de rosas coronando el beso, el abrazo a las
almas ausentes de fusiles, ausentes de hambre, ausentes de heridas, ausente de
cicatrices, ausentes de tortura, ausentes de la pesadez en esta esfera. Y sueño…y sueño como subimos
escaleras donde la cima nos engancha a la existencia, a la calma ¿He
despertado? No, aun ando acurrucado en los sueños fértiles ajenos a una
atmósfera yerma, infértil ¡Cómo rompen
las olas¡ su canción monótona me mece en una danza con espíritus flotantes que
ingieren luz, que ingieren energía soberana de nuestras pisadas ¿He despertado…?
domingo, junio 02, 2019
El piano
Me enfrento a
un piano, un piano que navega en el océano de las dudas. Sobre mi se recogen interrogantes que se
bifurcan hasta llegar a su curso final. El piano suena, aunque el mar roto ante
las tempestades climatológicas intenta de decirle algo…algo que se eclipsa a
medida que los años pudren su madera, su verticalidad en las batallas por unos
pocos contra la polución. El piano se atragante y emite sonidos grotescos, un
quejido en la infernal profundidad abisal que le espera. Lo observo, lo
escucho, lo siento desde aquí, de esta bahía moribunda de embarcaciones. No
quieren saber nada y lo estáticos de nuestras acciones pronuncian su adiós. Sus últimas notas lo dicen todo ¡ Ay su pena¡
Un estremecimiento se enclava en mis entrañas mientras lo observo, lo escucho,
lo siento en su naufragio ¿¡Qué dices¡? ¡Qué mal alumbra este cuerpo de sal ,
de agua, de caracolas y algas¡ Silencio, solo es un piano, un piano que viaja a
la nada con su música melancólica, marmórea hasta el final de nuestros días.
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