jueves, junio 27, 2019

La madre...


La madre. Sí, soy la madre. Si lo hubiera educado de otra manera tal vez….tal vez las sombran no sangrarían en sus ojos perdidos. La madre. Lo veo y una opresión apuñala mi pecho. De ese pecho del cual mamo cuando era bebe, de ese pecho que lo meció cuando el sueño no venía a buscarlo, de ese pecho que lo abrigó ante el miedo. Lo miro y pienso, el no es malo, el no es violento. Sí, soy la madre. La madre de este muchacho enganchado al alcohol y la droga y ahora buceando en la oscuridad, en el terror, en la densa niebla. El no se da cuenta con sus hombros caído, con su mirar de reojo pisoteado por la vergüenza y el temor. Estás pálido hijo mío, muy delgado, desganado, sin interés por la vida, por otros carriles que te lleven a la verticalidad de tu respiración opaca, obsoleta. La madre. A pesar de todo soy su madre, soy su disfraz, soy su máscara. Sí, lo cubro con un biombo en mis palabras…es que es buen chico, el no es malo, el no es violento. Solo que los amigos, los abusos que cualquiera sabe qué, la ignorancia lo ha llevado a un pozo de fango. Hay solución que no quiere decir vuelta atrás, tendrás que soportar tus locuras, tu juventud desparramada en la basura en el resto de tu existencia. La madre. Sí, soy la madre. Existe una oportunidad , si tu quieres…si tu quieres puedes caminar de nuevo, despacio…muy despacio hasta que tu salud nazca y entonces de nuevo nos abrazaremos. La madre. El no es malo, el no es violento. No más que algo neutro en este momento por un error, por un grave error. Sí, soy la madre. Y saldrás, verás con toda tu lucidez lo bello que este mundo. Tiemblo, una inmensa impotencia y tristeza amputa mi corazón. He de ser fuerte y hacerlo vivir, reanimarlo para que siga equilibradamente, hermosamente la línea de su vida. Siempre habrá curvas, algunas, peligrosas…pero sabrá después de vivir el infierno como saltar, como mirarla. La madre. Sí, soy la madre de este chico ¡Ha robado¡ no fue consciente de ello, juro renacerlo en el camino bueno. El no es malo, el no es violento. Sí, soy la madre. Y lo observo y el baja la cabeza, no, no quiere fijar sus ojos en mi. Hoy hace mucho calor y a pesar de ello un cierto frío metálico me apuñala. La madre. Este es final de una etapa hijo ¿me escuchas? Ya vendrán jornadas nuevas para ti, días donde la sonoridad de tus pasos se mezan en una sonrisa, en una vida edificada con el pulso de tu valentía. Porqué eres valiente hijo mío. La madre. Sí , soy la madre. Fíjate en este cielo, tan perfecto, celeste con el sol del verano persiguiéndonos. Esto es la vida, perseguir lo mejor, estar al tanto de aquello que nos alegre, que nos construya como persona. El no es malo, el no es violento. La madre. Sí , soy la madre. No te desprecio hijo aunque estés ahogado, ya revivirá el silbo de la brisa cuando te hallas recuperado. Me das la espalda, me es igual. La madre. Sí, soy la madre. Te dejo aquí hijo. Cuando quieras las puertas están abiertas para tu regreso. El no es malo, no es violento.

Tanto frío...


Tanto frío.
Inconcluso,
Dispersión de gotas a través de los sueños
Perdidos, negados a su rectitud.
Aliento en el tono de la existencia
Vuela a ras de las ventanas abiertas.
Cuerpo.
Frágil verticalidad de sus deseos
Muertos, invisibles
En la sombras de las calles plomizas.
Tanto frío.
Inconcluso,
Soy inconclusa.
Soy imperfecta.
Soy oscuridad.
Soy luz.
Amplitud en los vastos caminos de las lágrimas.
Estoy aquí.
Aquí estoy.
Atada a columnas marmóreas del mañana, del hoy.
Tanto frío...


sábado, junio 22, 2019

El naranjo...






Ella lo explora, conversa con el aliento de sus ojos moviéndose al son de la brisa de una tarde de verano. Ella lo mira, habla abrazada a su tronco volviéndose mujer de árbol, mujer de la vida cuyas singladuras besan la paz. El naranjo esta rebosante en su espesura de soles, de soles que dan luz a un universo sibilino, misterioso. Ella se ve reflejada, soles diminutos alumbrando distintos planetas en el caos del cosmos ¿Cómo serán esas vidas?, se pregunta. Cómo será el recorrido hecho existencia de los seres pisando sus tierras, sus mares. Porque tienen que tener mares y tierras, piensa ella. La tarde asoma calurosa con el retorno de un verano más pegajoso , más abundante en temperaturas inciertas. Ella siente calor pero su admiración por ese árbol le arrebata todas sus sensaciones. Embelesada sube hasta una ramificación donde lo leve de su peso no la hace caer al foso de la nada. Ella maravillada al estar ahí, en una rama donde los soles pueblan lo desconocido, medita.
 Soles.
Tardes espesas
Y lo desconocido.
Y lo entrega
De mi corazón
En la verticalidad
De tu olor.
Ella huele, se perfuma de naranjas y baja. Otra vez en el suelo lo mira, mira lo grandioso que es. Él , el que se enraíza en las profundidades de la tierra rompiendo en los arroyuelos que lo acompañan. Ella no se cansa de observarlo, de examinarlo, de sentir el respirar profundo de sus entrañas. No, no estamos solos en la oscuridad, cuando vaga la noche lenta entre mis manos, entre nuestras manos.
Noche.
Búsqueda de parajes extraños.
Encuentro con el negror de tu hábito
En la reconditez hechizante
De tus manos.
Ella se sienta, apoya su espalda en el macizo tronco. Un cosquilleo le ronda, hormigas se asienta en sus piernas, en sus brazos, en su rostro. Le da igual y entonces silba al ritmo de la brisa, al compás de la noche hospedada en sus ojos, tranquilos.
¿Estás ahí?
¿Duermes?
Te estaba llamando a ti.
Sí, a ti.
Esferas coronadas de jugosas naranjas
Dando brío a tu corpulencia.
Ella cree, ella quiere creer que no estamos solos cuando los astros destellan   en el firmamento. Cuan hermoso somos, somos resonar sigiloso de lo perfecto, de lo imperfecto de este mundo, de otros mundos. Y si es así, no tocar ¡No¡ Todo fluye al ritmo enigmático de los sueños cuando el adormecer nos acoge en su regazo. Todo fluye en la danza entregada a las hogueras venideras donde entregaremos nuestra alma para la libertad de nuestras pisadas, de nuestras huellas dejadas.                                                  

jueves, junio 20, 2019

LA ROCA...


La roca. Sí , estaba sentada en una roca frente a una gruta cuando la tarde abatía en el letargo.  Por un instante escuché un gemido, un sollozar monótono que se me incrustó en las sienes. Me levanté de la roca. Sí, de esa roca donde reposaba las venturas de la espera. Me dirigí hacía la gruta y el gemido más fino, más potente estremeció cada uno de mis huesos. Un vago temblor me embargó en esa tarde donde aguardaba el callar de esa cumbre sola. Entré y encendí la linterna del móvil, el olor moliente de humedad era grande…muy grande. En un rincón vi una especie de ser humano, algo extraño, pero se movía en lo humano. No distinguía bien si era hombre o mujer, mujer o hombre. Solo su gemido confuso me embargaba en la incertidumbre. No hable, sus cabellos blancos…muy blancos eclipsaban su rostro. Calló de manera tajante y en un momento se levantó ante mí en esa tarde con sus cabellos blancos, muy blancos eclipsando su rostro. Pregunté, o creo que pregunté quién era, qué le pasaba. Entonces. Entonces de sus brazos nacieron plumas blancas…my blancas que la hizo, que lo hizo desaparecer en un vuelo a través de aquella cueva. Volví a la roca, a mi roca.  Un dolor intenso en el pecho, la mudez de los gemidos, aquel hombre o mujer con alas blancas, muy blancas. Miré el firmamento. Noche de luna redonda. Noche de sangre blanca…muy blanca engendraba su halo. Noche donde lo gélido resbalaba por mi tez y aquel cabello blanco…muy blanco. Por un momento sentí unas pisadas, no sé , un aleteo. Miré hacia atrás aquel hombre o mujer de cabellos blancos , muy blancos  estaba ahí o yo creía que estaba. En un pequeño momento se formo una escalera de colores entre la luna y él o ella, no sé. Lo cierto es que peldaño a peldaño ascendí por aquellas escaleras hasta la luna redonda, agigantándose a medida me aproximaba. Y de repente la nada del universo, mi visión de un planeta azul ahora cenizo, desolado, apagado. Punzadas relampagueaban mi vientre, mi vientre que hacía crecido, más esférico. No recuerdo bien de ese embarazo extraño nació algo, algo blanco…muy blanco. Cuando mis ojos se abrieron estaba en la roca, miré mis muslos y había sangre roca…muy roja. Entonces comprendí, si reaccioné de deriva de este mundo y lo que sería las generaciones venideras, blancas…muy blancas.

miércoles, junio 19, 2019

ELLA


Las manos de ella, una luna, unidas a las manos de la otra ella. Un rumor soberano que viene del mar y la noche. Frente a frente, espíritus que flotan en medio de la nada y del todo.
Ella,1:
La noche. La noche temblorosa, efímera, hueco de los sueños del mañana, despertar de los poderes mágicos de las danzas de las ballenas. La luna está ahí presente. Yo aquí, tu aquí. Pareces no escucharme pero eres espejo donde el reflejo de mi conciencia, de mi yo evoca las ilusiones, las esperanzas empapadas de rectitud. No, no daré marcha atrás. Mis manos, posadas en las tuyas. Sé que no me ves pero me sientes, sientes la fragancia pacífica de mis pasos.
Ella,2:
No sé si conversas conmigo. No sé si hablas a la luna. No sé si sigues la melodía de las olas ¿las escuchas? Canturrean al tiempo que la luna vestida de blanco se acomoda en tus ojos ahí , en el horizonte. La noche parece aletargar las almas, la noche parece hacer una pausa con la hostilidad que carcome este planeta. No , no quiero violencia, no quiero la extinción de estas horas de un tiempo que parece que se detiene. No te das cuenta, estoy aquí, contigo. Somos almas desdibujada de una sociedad acabada, marchita , lamentando en su crítica al otro. No, no conversaremos de ello. No , no hablaremos de ello. Seguiremos la melodía de las olas. Cachalotes y delfines vienen a visitarnos con sus cantos agudos pero equilibrados.
Ella,1:
Mis manos te acogen, no te das cuenta…miras el infinito del cosmos con tus sentidos puestos en que tal vez podrás volar. Sí, puedes.  Vuela y vuela mientras cachalotes y delfines anuncian la despedida de la pena humana, del quejido inferna de un niño o niña en un lejana o tal vez próxima orilla. Sí, la queja ante el derrumbe de su vida, ante metralletas aniquilando lo que queda de sus huesos ¡Lamento¡ El lamento del siglo veintiuno. No mujer, no hemos cambiado en el paso de los siglos, si cabe aun somos peores. La inteligencia ambula precipicios ante los despiadados que la poseen. Y, sin embargo, cachalotes y delfines vienen a visitarnos.
Ella, 2:
Miras la luna, una cierta tristeza se mece en tus ojos cada vez más plomizos, cada vez más apagados. Mírame te digo. No escuchas. No oyes. Te embargas  en un pensamiento constructivo que a la vez es derribado por la mediocridad de esta esfera.  Todo es distinto. Todo es desigual.  Entonces, porqué no huir de los gritos agonizantes ante lo malo, lo malo del humano.
Ella,1:
La noche. Regazo de sabiduría, regazo de calma. Su mutismo me auxilia, te auxilia a las rajas de lo cotidiano. No escuchemos más lo maligno, lo diabólico de este globo. Mira…mira como se desinfla, roto de temblor.
Las manos de ella, una luna, unidas a las manos de la otra ella. Temprano, es temprano y se hunden en la homogenización de sus manos, de sus ojos, de sus cuerpos llevados por la marea. Lejos, muy lejos, donde la escoria de la existencia no las agote, no hagan de ella cenizas en las brumas que desorienta  de la luna. La luna, la luna llena, emanando cuajarones plateados de que quizás mañana será un mundo mejor.

EN HORIZONTAL...


En horizontal, avistamiento de la reconditez de la luna blanca…muy blanca. Sinuosa embarco bajo las estelas de las sombras de un nocturno que se desdobla ante los espejos quebrados de las lágrimas. Emerjo en la duda y soy golondrina revoltosa en busca de la ventura de los ecos del silencio. Silencio. Sí, invertida con la condición llameante de mis emociones, de sensaciones que adulan al espíritu, libre…muy libre. La musicalidad de mis versos se pierde en las cuevas de una cumbre donde la luna blanca…muy blanca me ampara bajo su halo nítido de sensatez, de verticalidad. Y vuelo, vuelo en el vacío hasta ser tragada por los calmos oleajes de una marea cristalina, lúcida, secuencia de la existencia. Soy yo, en horizontal y una luna blanca…muy blanca.

sábado, junio 15, 2019

Miraba la luna....


Miraba la luna, mujer de incrédulos ojos a la par que su espíritu la envolvía en una danza a cada estrella fugaz esfumada. Miraba la luna, un juego atento donde los corazones rozan la armonía, la verticalidad de sus alas en el confín de un cosmos misterioso, sibilino, nostálgico. Miraba la luna en su cuerpo pequeño y alcance de cumbres donde el resonar de las aguilillas la emocionaban en la rotunda noche. Miraba la luna y una calma se apoderaba de sus pensamientos, caminando por parajes desconocidos de su conciencia. Miraba la luna y no dejaba de mirarla vertida en vagos recuerdos transportándola a una dimensión alejada de la realidad. Miraba la luna, el callar del nocturno la inducia a ser ella. Sí, ella, en su atmósfera acogida a la nada. Miraba la luna y no dejaba de mirarla, solo, sábanas blancas tendidas columpiándose con la brisa fresca, húmeda. Miraba la luna en todo su esplendor, en toda su belleza y su danza continuaba, seguía al ritmo de las horas lentas, de su soledad.

lunes, junio 10, 2019

Echadora de cartas...


Bochorno, ese es el hoy. Un presente enjaulada en la humedad y el calor, un calor que me hace andar despacio, con ralentizadas pisadas sobre un asfalto que se derrite.  Mis huellas quedan plantadas y el eco del sol me hace sacar un pañuelo de mi bolso para pasármelo por la frente. En la esquina, la anciana de las cartas, de seguro que me apresará e intentará adivinar mi destino mientras yo la dejo vagar en su elocuencia.  Cuando acaba me tiende una rama de romero en las manos, en tus ojos veo una luz, una claridad que será peso de tus singladuras. Eso me dice y yo me conformo, afronto sus palabras en un reto de incredulidad y a la vez de dudas concienzudas que se incrusta en mi mente.  Sino mi camino, lento con el bochorno impactando en mis carnes. Todo es pegajoso, hasta las sentencias efímeras de la anciana de las cartas. Miro para detrás, ya no está pero su  mirada clara persigue mis pensamientos.  La echadora de cartas se ha perdido en sus ojos hipnóticos, en sus manos arrugadas, en su frente señalada por un punto oscuro que la lleva donde nadie la descubra. No me pregunto más, me ha echado el destino, hoy, en mi andar despacio me ha capturada en sus redes de clarividencias.  Cuanto será verdad, cuanto será mentira. Una cierta brisa fresca viene hacía mi y todo se vuelve confuso ¡Su voz¡, eco meticuloso palpitando en mis sienes, en cada fotograma de mis pisadas de vuelta a casa. No, no me asusta pero su profundidad, su gravedad en el tono clava en mí  torrentes de duda. Emerjo en mi casa, abro la puerta, entro y me siento en el sillón del salón. Me descalzo, me desnudo y enciendo el ventilador, lo necesito. La anciana echadora de cartas me viene, me hechiza y yo asiento. La veo frente a mí, bajo un cuadro por no sé quien pintado y delante de mi aparato de música. Todo se hace extraño, yo desnuda, agotada, aquí agotada y la música comienza y la echadora de cartas juega con su baraja incendiaria pronosticando mí. Así la veo, es real ¡Tanto a influido sobre mi? Sí, pero no hay temor. La anciana echadora de cartas de ojos hipnóticos, de manos arrugadas, de su frente señalada se va…si se va en la espesura de una bruma de una atmósfera pesada, ciega. Yo desnuda, descalza, en el sillón, escuchando música o lo que yo considero música.

viernes, junio 07, 2019

OJOS CERRADOS








Ojos cerrados.
Conciencia despierta a los sentidos.
El descanso.
La rectitud de lo placentero
Anclado en flores del crepúsculo.
Pisadas dormidas.
Un corazón en la dejadez
De su lento ronroneo.
Ojos cerrados.
Ventanas abiertas al deseo.
Mirlos picoteando la danza
Y el rigor de la brisa calma.
¿Por qué duermes ¿
Alma baldía de la lumbre
De unos labios en su sombra.
Placentero estar
En el cimbrar de pasos acabados,
Concluidos  en la cima del vacío.
Ojos cerrados.
Sueños efímeros.
Arrastrada por la vida,
Rota sentencia de la pena.
Ojos cerrados.
Sublime,  despedida cordial
Donde todo se desvanece.
¿Por qué duermes?
Espaldas pesadas.
Y, sin embargo, dichosa.



lunes, junio 03, 2019

DUNIA SÁNCHEZ PADRÓN ©2007-2019: DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE JUNIO...

DUNIA SÁNCHEZ PADRÓN ©2007-2019: DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE JUNIO...: ¿He despertado? No, aun ando acurrucada en el calor de unas sábanas que extiende más allá de los sueños.   Siento mi espalda fría, una...

DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE JUNIO...



¿He despertado? No, aun ando acurrucada en el calor de unas sábanas que extiende más allá de los sueños.  Siento mi espalda fría, una gelidez que mi impone a lo largo de las estaciones. El día acecha con su bochorno y nubes que no desafían a la lluvia. Es tal vez un día gris, un día marrón donde se cuece la aspereza, la desgana, el desorden. Intento levantarme y no puedo, a mi derecha, la ventana luciendo su cortina de flores arrimadas en la quietud, a mi derecha, la ventana  animándome a bailar con este amanecer.  Escucho los pajarillos traviesos, juguetones, alegres aunque las nubes callen.  No, no quiero despertar, las olas rompen contra las rocas, las oigo con su rugido de fortaleza de emociones que vienen y van hasta quedarse en el vacío.  Las oigo impertinentes, impredecibles en el canto de la madre naturaleza cuando continua en su línea espontánea, imprecisa.  Soy imprecisa, no saco ganas de alzar mis alas y se canto al compás de las olas.  El cansancio se agolpa en mi espalda fría, una gelidez  que me hace encogerme en el paraje de los sueños.  Y sueño…y sueño en la vestimenta de personas humanizadas a ras del equilibrio, de la paz de este pequeño mundo.  Y sueño…y sueño con ramitas esparcidas en cada una de las manos aleteando  la estabilidad, la voz prolongada de rosas coronando el beso, el abrazo a las almas ausentes de fusiles, ausentes de hambre, ausentes de heridas, ausente de cicatrices, ausentes de tortura, ausentes de la pesadez  en esta esfera. Y sueño…y sueño como subimos escaleras donde la cima nos engancha a la existencia, a la calma ¿He despertado? No, aun ando acurrucado en los sueños fértiles ajenos a una atmósfera yerma, infértil  ¡Cómo rompen las olas¡ su canción monótona me mece en una danza con espíritus flotantes que ingieren luz, que ingieren energía soberana de nuestras pisadas ¿He despertado…?


domingo, junio 02, 2019

El piano


Me enfrento a un piano, un piano que navega en el océano de las dudas.  Sobre mi se recogen interrogantes que se bifurcan hasta llegar a su curso final. El piano suena, aunque el mar roto ante las tempestades climatológicas intenta de decirle algo…algo que se eclipsa a medida que los años pudren su madera, su verticalidad en las batallas por unos pocos contra la polución. El piano se atragante y emite sonidos grotescos, un quejido en la infernal profundidad abisal que le espera. Lo observo, lo escucho, lo siento desde aquí, de esta bahía moribunda de embarcaciones. No quieren saber nada y lo estáticos de nuestras acciones pronuncian su adiós.  Sus últimas notas lo dicen todo ¡ Ay su pena¡ Un estremecimiento se enclava en mis entrañas mientras lo observo, lo escucho, lo siento en su naufragio ¿¡Qué dices¡? ¡Qué mal alumbra este cuerpo de sal , de agua, de caracolas y algas¡ Silencio, solo es un piano, un piano que viaja a la nada con su música melancólica, marmórea hasta el final de nuestros días.