Bochorno, ese es el hoy. Un
presente enjaulada en la humedad y el calor, un calor que me hace andar
despacio, con ralentizadas pisadas sobre un asfalto que se derrite. Mis huellas quedan plantadas y el eco del sol
me hace sacar un pañuelo de mi bolso para pasármelo por la frente. En la
esquina, la anciana de las cartas, de seguro que me apresará e intentará
adivinar mi destino mientras yo la dejo vagar en su elocuencia. Cuando acaba me tiende una rama de romero en
las manos, en tus ojos veo una luz, una claridad que será peso de tus
singladuras. Eso me dice y yo me conformo, afronto sus palabras en un reto de
incredulidad y a la vez de dudas concienzudas que se incrusta en mi mente. Sino mi camino, lento con el bochorno
impactando en mis carnes. Todo es pegajoso, hasta las sentencias efímeras de la
anciana de las cartas. Miro para detrás, ya no está pero su mirada clara persigue mis pensamientos. La echadora de cartas se ha perdido en sus
ojos hipnóticos, en sus manos arrugadas, en su frente señalada por un punto
oscuro que la lleva donde nadie la descubra. No me pregunto más, me ha echado
el destino, hoy, en mi andar despacio me ha capturada en sus redes de
clarividencias. Cuanto será verdad,
cuanto será mentira. Una cierta brisa fresca viene hacía mi y todo se vuelve
confuso ¡Su voz¡, eco meticuloso palpitando en mis sienes, en cada fotograma de
mis pisadas de vuelta a casa. No, no me asusta pero su profundidad, su gravedad
en el tono clava en mí torrentes de
duda. Emerjo en mi casa, abro la puerta, entro y me siento en el sillón del
salón. Me descalzo, me desnudo y enciendo el ventilador, lo necesito. La
anciana echadora de cartas me viene, me hechiza y yo asiento. La veo frente a
mí, bajo un cuadro por no sé quien pintado y delante de mi aparato de música.
Todo se hace extraño, yo desnuda, agotada, aquí agotada y la música comienza y
la echadora de cartas juega con su baraja incendiaria pronosticando mí. Así la
veo, es real ¡Tanto a influido sobre mi? Sí, pero no hay temor. La anciana
echadora de cartas de ojos hipnóticos, de manos arrugadas, de su frente
señalada se va…si se va en la espesura de una bruma de una atmósfera pesada,
ciega. Yo desnuda, descalza, en el sillón, escuchando música o lo que yo
considero música.
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