Me enfrento a
un piano, un piano que navega en el océano de las dudas. Sobre mi se recogen interrogantes que se
bifurcan hasta llegar a su curso final. El piano suena, aunque el mar roto ante
las tempestades climatológicas intenta de decirle algo…algo que se eclipsa a
medida que los años pudren su madera, su verticalidad en las batallas por unos
pocos contra la polución. El piano se atragante y emite sonidos grotescos, un
quejido en la infernal profundidad abisal que le espera. Lo observo, lo
escucho, lo siento desde aquí, de esta bahía moribunda de embarcaciones. No
quieren saber nada y lo estáticos de nuestras acciones pronuncian su adiós. Sus últimas notas lo dicen todo ¡ Ay su pena¡
Un estremecimiento se enclava en mis entrañas mientras lo observo, lo escucho,
lo siento en su naufragio ¿¡Qué dices¡? ¡Qué mal alumbra este cuerpo de sal ,
de agua, de caracolas y algas¡ Silencio, solo es un piano, un piano que viaja a
la nada con su música melancólica, marmórea hasta el final de nuestros días.
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