jueves, junio 20, 2019

LA ROCA...


La roca. Sí , estaba sentada en una roca frente a una gruta cuando la tarde abatía en el letargo.  Por un instante escuché un gemido, un sollozar monótono que se me incrustó en las sienes. Me levanté de la roca. Sí, de esa roca donde reposaba las venturas de la espera. Me dirigí hacía la gruta y el gemido más fino, más potente estremeció cada uno de mis huesos. Un vago temblor me embargó en esa tarde donde aguardaba el callar de esa cumbre sola. Entré y encendí la linterna del móvil, el olor moliente de humedad era grande…muy grande. En un rincón vi una especie de ser humano, algo extraño, pero se movía en lo humano. No distinguía bien si era hombre o mujer, mujer o hombre. Solo su gemido confuso me embargaba en la incertidumbre. No hable, sus cabellos blancos…muy blancos eclipsaban su rostro. Calló de manera tajante y en un momento se levantó ante mí en esa tarde con sus cabellos blancos, muy blancos eclipsando su rostro. Pregunté, o creo que pregunté quién era, qué le pasaba. Entonces. Entonces de sus brazos nacieron plumas blancas…my blancas que la hizo, que lo hizo desaparecer en un vuelo a través de aquella cueva. Volví a la roca, a mi roca.  Un dolor intenso en el pecho, la mudez de los gemidos, aquel hombre o mujer con alas blancas, muy blancas. Miré el firmamento. Noche de luna redonda. Noche de sangre blanca…muy blanca engendraba su halo. Noche donde lo gélido resbalaba por mi tez y aquel cabello blanco…muy blanco. Por un momento sentí unas pisadas, no sé , un aleteo. Miré hacia atrás aquel hombre o mujer de cabellos blancos , muy blancos  estaba ahí o yo creía que estaba. En un pequeño momento se formo una escalera de colores entre la luna y él o ella, no sé. Lo cierto es que peldaño a peldaño ascendí por aquellas escaleras hasta la luna redonda, agigantándose a medida me aproximaba. Y de repente la nada del universo, mi visión de un planeta azul ahora cenizo, desolado, apagado. Punzadas relampagueaban mi vientre, mi vientre que hacía crecido, más esférico. No recuerdo bien de ese embarazo extraño nació algo, algo blanco…muy blanco. Cuando mis ojos se abrieron estaba en la roca, miré mis muslos y había sangre roca…muy roja. Entonces comprendí, si reaccioné de deriva de este mundo y lo que sería las generaciones venideras, blancas…muy blancas.

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