sábado, diciembre 31, 2011

Bella la aurora

Bella la aurora en el cimbrar de pajarillos
Cuando de una añeja rama es despedida
De un año que se eclipsa, que se desparrama
Por las sendas del recuerdo.
Más altos miramos, deseamos, volamos
Hacia la ventura de uno nuevo que lenta y silenciosamente
Se aproxima por las vertientes de los silbos, de los tambores, de las chácaras
Abriéndose a la vida de una fuente de pinzones azules
Que nos ofrece paz, libertad emergiendo de unos ojos subterráneos
En este mundo tan demacrado por las inclemencias de la mano humana.
¡Bienvenido seas¡
Siente aquí a nuestro lado
Y hechízanos con una canción de esperanza y alegría,
Llama a esas mariposas mañaneras que con sus sueños
Son pilares de nuestras singladuras.
¡Bienvenido seas¡
Captura la justicia, deshabilita el hambre y la sed, censura
Esas batallas estúpidas que no llegan a nada
Y edifiquemos sobre hojas húmedas un boscaje esplendoroso
Donde el arco iris tenga cabida, donde el amor sea ápice de nuestro corazón
¡Bienvenido seas¡
Que hermosa es la aurora con el remover de la calma
Y cavilar que todo se volverá dama blanca de los deseos, de la ilusión.

viernes, diciembre 23, 2011

Tragalunas...(relato)

Agarrado a un pedazo de madera cuando una violenta tormenta emergió tras el silencio y la calma de un océano. Así se hallaba Tragalunas aquella noche, semiinconsciente, arrastrado a una playa de azabache arena fina. Era noche de navidad. Sí un veinticinco marcado por la brisa fría y un firmamento límpido donde los astros emergían como bolas de jardines de mármol. Tragalunas en ese estado donde la fatiga y desfallecimiento imperaba soñaba. Soñaba con sus ojos azules abiertos mientras los pescadores del lugar se aproximaban y lo llamaban. Sabían que el estaba esa madrugada hablando con la luna en alta mar. Sí, porque Tragalunas adoraba la plateada como si fuera su amante. Y esa noche era especial para él, quería compartir su soledad con ella. En sus sueños presagiaba una escena de amor, de cariño. Ella estaba presente. No sabía de quien se trataba, su rostro tapado por flores nocturnas lo despistaban, lo anquilosaba en la desorientación. Pero de esa persona emanó un abrazo, gotas de una caricia deliciosa sobre sus labios. Los pescadores llegaron y rayaron su sueño tan especial.
- Tragalunas, Tragalunas- entonó uno de ellos-estás bien.
- Si-fue su única respuesta.
- Tragalunas nos ha dado un susto. Anda hombre levántate y vente con nosotros a celebrar la navidad hasta que las luces del alba espante las estrellas.
- No ¿Las estrellas? Como podéis hablar así. Quiero volver a la mar. Llevarme con ella. Delfines, calderones, ballenas y los candiles de las constelaciones dibujando sonrisas en mi corazón.
- Tragalunas no estas bien. Olvídate del amor que ya los años aprietan y eres pobre desgraciado.
- Por eso quiero volver a la mar. Llevarme con ella me gusta soñar, crecer en la esperanza, en esas ilusiones que me da alimento para un nuevo día. Llevarme a la mar. Dejadme una barca.
- Tragalunas pero estás loco. Una noche así, tan importante y quieres estar solo.
- Solo no. Yo y mis deseos.
Los pescadores hicieron caso a Tragalunas, entre todos trajeron una pequeña barca y se la dejaron. Todos se marcharon con un cierto pesar en sus adentros pero que iban hacer el era así. Tragalunas se embarcó de nuevo cuando recobró sus fuerzas. Se adentró en la extensión del océano y observó la luna. De repente de la luna emanó un haz, un haz que incidió en su pequeña barca. Tragalunas entendió y ascendió por él hacía ese globo gris. Allí en la luna había muchos seres como él, seres celebrando ese evento a su manera independiente de raza, color y creencias. Todos juntos bajo el calor de una hoguera danzaban, reían y soñaban.

martes, diciembre 20, 2011

Suspiramos...(poema)

Y el placer es mecha que se eleva
Sobre las palabras evadidas del amor, de la emoción.
Corremos tras la bella mirada que de aliento a nuestras alas
Y así ser esa cima donde los mirlos vienen a jugar
A ras de nuestros labios.
Tiempo al tiempo, todo es cuestión de una larga espera
Que erosiona, que agrieta este corazón
Con la fuerza de unas navajas rigiendo las pisadas.
Nos sentimos sangrar pero no nos detenemos
Luchamos por lo más que añoramos
Con el sigilo de una lluvia que no grita, que no dice nuestros sueños.
Mejor ser baúl de secretos que desvanecida puerta
Donde la nada impera con sus ojos de clavos.
Suspiramos, somos navío a la deriva
Esperando, esperando a que un sol espléndido y afable
Nos sitúe en ese lugar donde las flores son orquesta
De nuestra vida.

sábado, diciembre 10, 2011

Ella, la soledad y el viento....

Niebla. Luna llena difusa que se yerta sobre nuestras manos. Ella se halla en su sillón, meditabunda. Desea apagarse pero algo le impide cubrirse del sueño. Es la noche y ha venido con violáceo ocaso donde las olas rompen sobre los muros de su conciencia. Está sola, el silencio la apresa y solo las pisadas de sus pensamientos es olor que la espabila, que a veces la desespera.
Ella:
Te esperaba soledad. Bienvenida seas bajo este techo de ortigas y zarzas a danzar con mi cuerpo desnudo. Sí, desnudo. Me desvisto ante tu visita de nuevo. Sabes que eres mi amante fiel. Fíjate hasta soy capaz de cantar. Cantar para que el viento que estremece la ventana pase y seamos ese trío. El con su música, tú con tu silencio, yo con mi voz.

Soledad:
No me esperas. Esos pensamientos tuyos son falsas tonadas que te ciegan. He venido porque a veces necesitamos de algo para contar nuestro pesar. Yo invisible. Yo sin tacto. Yo ausente. Aquí estoy y me mezo desde tu cintura hasta tu garganta e invoco tus palabras.

Viento:
Abrirme. Abrirme. Soy suave viento del norte. Frío pero fresco que trae la caricia sobre ese rostro apagado.

Ella:
No me roces. Mis pasos no se detienen. El baile no para. No domino mi cuerpo. Pasa viento abrígame con tus palabras de esperanza.

Soledad:
¿Para qué quieres ese maldito viento?

Ella:
Para bailar con el. Deseo que mi piel sea acariciada por la sedosidad de alas. Deseo hacer el amor con la fuerza de su aliento.

Soledad:
La envidia me corroe. Me amarga. Me hace vomitar piedras afiladas sobre tu conciencia y me da ganas de arrebatarte la respiración, la respiración…

Ella:
No me roces. Mis pasos no se detienen. Inspiro y espiro para aborrecerte. Inspiro y espero para apartarte. ¡Apártate de mí¡ No me engañas. Siempre con dientes negros dando malignos consejos. Fuera. ¡Fuera¡ Vivan las ilusiones, esos sueños los cuales nos embarcamos de futuro lejano aunque nos cueste….. Pues sí. Nos cueste visitas como tu. Soy veraz. Mi verticalidad es pesada y tú eres esa nada que a veces me despierta pero no consigues quitarme lo que más amo, respirar. No me roces. Mis pasos no se detienen. Inspiro y espiro. Pasa viento. Sedúceme, ámame.

jueves, diciembre 08, 2011

Decía...Poema


Decía algunas palabras
Evocadoras de la esperanza.
Su cuerpo desplegaba ese deseo
De volar y volar
A ras de nubes plúmbicas
Para descubrir los secretos de su vida.
Una vida envuelta en ese humo
Que en espiral y azul rondaba
Sobre su rostro.
Decía, cántame en ese fuego de la aurora
Cuando los mirlos, los herrerillos
Sobrevuelan mis sueños.
Decía, abrázame en el ocaso de la jornada
Cuando el ronroneo de las olas
Son claro oscuro de las delicias
De un paisaje que se vuelve azabache.
Decía, bésame cuando en la madrugada
Mis labios son espíritu que merodea
La duermevela de los astros.
Decía, seamos delfín en esas singladuras
Por un firmamento donde se cuece al unísono
La bella caricia.

martes, diciembre 06, 2011

Divagaciones de una tarde diciembre....

El jardín, la tarde que en su esplendor patina bajo nubes cenizas. Un parque donde un balón rueda y rueda a medida que unas piernas jóvenes mece su sentido. Ella se asoma a su balcón, inspira e espira, y con esta respiración lenta recoge en sus pulmones toda la frescura del otoño. Piensa, sí, está cavilando la última vez que el volaba sobre el asfalto con la fibra de sus músculos. Hace años ya de eso. Los cuarenta y dos y pico kilómetros le vienen a la memoria como halito de felicidad. Fue la única y la última vez que sintió ese extraño fenómeno en su cuerpo que casi desfallecida rió y lloró. Le vienen muchas imágenes. Ese entrenamiento en un parque de un kilómetro que todos los fines de semana iba a dar 40 vueltas. ¡Qué duro las primeras diez o quince¡ Las demás por inercia. Sola, como siempre ha estado. “ Sola para que te acostumbres en las largas carreras de fondo no depender de nadie”, eso decía su entrenador. La soledad de los fondistas, codo a codo con el sudor, con el sufrimiento. Porque se sufre. Porque se suda hasta cierto límite en que ya no hay sudor solo rodar y rodar. Ella se asoma a su balcón, los muchachos se agotan, gritan de entusiasmo en ese deporte en equipo. Inspira e espira y atiende a su subconsciente, se sumerge en lagunas de plata donde su cuerpo seco repite una y otra vez se ave de cumbres donde la el oleaje feroz no te aprese. La nostalgia es eco, es sombra de sus pisadas.

sábado, diciembre 03, 2011

Está distraída....


Estás así distraída en las baladas del viento otoñal. Te retuerces entre nubes grises que no dicen nada y la lluvia vaga por tu mirada como niebla de una mañana. ¡Como se pierden tus pisadas¡ Tus huellas profundizan la llaga y el dolor y la pena juega en la ruptura de tu silencio. Gritas, te expansionas y bajo la gravedad de la llamada de los pajarillos eres uniforme horizonte a la espera de un amanecer broncíneo. Estás así como retraída en las palabras de la luna creciente que se venga de tu vida ausente. Quieres volar pero no puedes. Quieres danzar pero cerrojos apretados circulan por tus desnudos pies. Quieres cantar pero roturas en tu garganta te hace ser océano donde naufragan notas de felicidad. ¿Que vas hacer ¿ Llegas al hastío y cuerdas flojas mecen tu verticalidad. Abajo en ese vacío que a veces sentimos te pierdes. Sí, te pierdes. Lo noto. Pero después arribas en vergeles donde una caricia puede hacer mucho de ti. Sí, simplemente una caricia que sopla calidez. Estás así distraída, el frío humano a resbalado en ti y marmóreas tonadas te conducen a la nada, a la desgana. ¿Qué vas hacer? ¡Levántate¡ ¡Mírate¡ ¡Abrázate¡ Se tú misma la que insufla esa tibieza que tanto, que tanto necesitas. Ven, arrímate a ese árbol que con la dulzura de su sombra te nutrirá de lo que careces. ¡Amor tal vez…¡