viernes, diciembre 23, 2011

Tragalunas...(relato)

Agarrado a un pedazo de madera cuando una violenta tormenta emergió tras el silencio y la calma de un océano. Así se hallaba Tragalunas aquella noche, semiinconsciente, arrastrado a una playa de azabache arena fina. Era noche de navidad. Sí un veinticinco marcado por la brisa fría y un firmamento límpido donde los astros emergían como bolas de jardines de mármol. Tragalunas en ese estado donde la fatiga y desfallecimiento imperaba soñaba. Soñaba con sus ojos azules abiertos mientras los pescadores del lugar se aproximaban y lo llamaban. Sabían que el estaba esa madrugada hablando con la luna en alta mar. Sí, porque Tragalunas adoraba la plateada como si fuera su amante. Y esa noche era especial para él, quería compartir su soledad con ella. En sus sueños presagiaba una escena de amor, de cariño. Ella estaba presente. No sabía de quien se trataba, su rostro tapado por flores nocturnas lo despistaban, lo anquilosaba en la desorientación. Pero de esa persona emanó un abrazo, gotas de una caricia deliciosa sobre sus labios. Los pescadores llegaron y rayaron su sueño tan especial.
- Tragalunas, Tragalunas- entonó uno de ellos-estás bien.
- Si-fue su única respuesta.
- Tragalunas nos ha dado un susto. Anda hombre levántate y vente con nosotros a celebrar la navidad hasta que las luces del alba espante las estrellas.
- No ¿Las estrellas? Como podéis hablar así. Quiero volver a la mar. Llevarme con ella. Delfines, calderones, ballenas y los candiles de las constelaciones dibujando sonrisas en mi corazón.
- Tragalunas no estas bien. Olvídate del amor que ya los años aprietan y eres pobre desgraciado.
- Por eso quiero volver a la mar. Llevarme con ella me gusta soñar, crecer en la esperanza, en esas ilusiones que me da alimento para un nuevo día. Llevarme a la mar. Dejadme una barca.
- Tragalunas pero estás loco. Una noche así, tan importante y quieres estar solo.
- Solo no. Yo y mis deseos.
Los pescadores hicieron caso a Tragalunas, entre todos trajeron una pequeña barca y se la dejaron. Todos se marcharon con un cierto pesar en sus adentros pero que iban hacer el era así. Tragalunas se embarcó de nuevo cuando recobró sus fuerzas. Se adentró en la extensión del océano y observó la luna. De repente de la luna emanó un haz, un haz que incidió en su pequeña barca. Tragalunas entendió y ascendió por él hacía ese globo gris. Allí en la luna había muchos seres como él, seres celebrando ese evento a su manera independiente de raza, color y creencias. Todos juntos bajo el calor de una hoguera danzaban, reían y soñaban.

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