Ya hemos llegado. Laum
¿por qué me has traído aquí? No entiendo. Estamos encima de un mar de nubes
grises, el firmamento respira calma con el fragor exuberante de una luna que no
se va. Contéstame. Sé, que he errado en los campos donde cernícalos anuncian la
muerte. Sí, he muerte. Pero ahora vuelvo a resurgir, a erupcionar en esta cima
donde el helar aniquila mis huesos. No me importa, habrá otros que esto es
constantes en su fuga por el bienestar y la esperanza. Refugiados en el
ambiente equivocado, el egoísmo tizna al ser de una existencia mediocre,
austera. Pienso en esos niños, en esas madres, en esos ancianos que recorren
miles y miles de kilómetros para llegar a trincheras de hiel, trincheras de
sangre contra su persona. Somos todos humanos, tenemos los mismos huesos solo
nuestra mirada al mundo es diferente, nuestro razonar ante lo que viene, ante
lo que está. Tenemos que aprender a respetar cualquier idea, cualquier Dios
origen de las entrañas de esta esfera. No sé por qué te digo esto. Es lo que
pienso. Será la resaca. Ambulo por petrificadas colinas del saber, la duda me
caricia y su desdén me aprisiona. No nos entendemos. Con lo sencillo que es
charlar en el girar y girar de los días, de las noches, de las tardes. Ahora
recuerdo. Sí, aquí nos conocimos. Yo perdida en una cueva de nuestros
ancestros, había claridad. No sé que me dio por meterme. Tú de excursión con
otros compañeros. Yo sola. Tu acompañada. Yo asustada. Tu segura. Y comienza la danza de
la atracción, del manar un magnetismo que hasta hoy en día es erecto. Te quedaste
conmigo no sé por qué. Tus amigos se fueron, seguro que en sus mentes tú eras
reflejo de fortaleza, de confianza. Yo desquiciada. Tu serena...tan serena que
tus ojos al cruzarse con los míos me sosegué. Y venga la paz ausente,
despreciada por mí en aquellos momentos. Pienso, que fue instante adecuado, el
preciso estar y saber estar en el lugar adecuado. Aquí, donde estamos ahora. Y
venga el beso. Sí, ese beso a ras de mi cuello como enigma de tu esencia. Me
estremecí, me estremezco ahora solo recordarlo, alberga cada tiempo del atrás.
Me miras y en tus ojos observo la alegría. Me conoces bien. Aquí los pinares, el
submundo magmatico que alienta estas islas. Islas nacidas de las profundidades
del océano. No pertenecemos a nadie y al mismo tiempo somos de todos. Lugar de
paso para aquellos bailadores de la libertad. Bésame, así, como aquel día…por qué
no. Y vienes, y me abrazas al calor de las estrellas del cosmos. Este cosmos
desconocido, bello, magnífico. Bésame, así, con las alas verdes de nuevas
singladuras en el fin de nuestros días...
Este blog esta bajo los derecho de autor para cualquier información laguna198@hotmail.com Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
viernes, marzo 31, 2017
jueves, marzo 30, 2017
ELLAS. CAPÍTULO 9 (NARRATIVA)
Las cinco.
Son las cinco.
Carcomidas sentencias
Habitan en el ayer.
Aislado.
Estoy aislado.
Luces devorando.
Madrugada insomne
Lanzada al vacío.
Cotidianos revuelos
De farolas
Al encuentro del
desahuciado.
Marchito.
Me hallo marchito.
Roca rajándose
En mis sienes
Con el estallido
De las garras del
adiós.
Oh no,
Me abraza la duda,
Me abraza el cimbrar
De un viejo paseo
A través de angostas
sendas
Donde arboledas rajadas
Se desploman sobre mis
manos.
No, no puedo dormir. Me
siento angustiado, desvalido, desamparado de todo lo que se cocido en mi
reconditez. Hombre pobre de verdad, su verdad. Llueve. Otra vez la llovizna
deforma la serenidad que quiero alcanzar. La siento golpear los cristales de la
ventana de este miserable hotel. Desnudo, solo una toalla enrollada esperando
el secar de la ropa para irme cuando el alba me indique los pasos a seguir.
Mientras no queda otra. Escribir y escribir. Eso que he hecho toda la vida. Será
un poemario triste, sin nada de esperanza, cerrado para aquellos que quieren
saber. Ella no existe. Ya no …solo es una demacrada figura en el con la sombra
del pasado. No sé lo que me pasa. Siento que me llama, que me llama. No es el
eco de las gotas al caer ¿Me estaré volviendo loco ante esta situación? Olvido.
Sí, que olvido se apodere de mí y me lleve por la ruta incolora del fenecer. Me
miro al espejo. Veo un hombre caer, un hombre de ojos blancos como el deshielo
desplomarse ante la celeridad del recalentamiento ¡Ojos blancos¡ Ahora me sudan
las manos y mi vitalidad siente escalofrío ¡Aléjate de mi¡, grito al espejo. Mi
puño quiebra una imagen lamentable, mi puño sangra y sangra. Me encuentro
mejor. Me enrollo papel higiénico en mi mano. La sangre no cesa, sigue su
andadura pero no hay dolor. Ya no hay nada. Me siento en el sillón, continuo.
Ocaso precoz,
Heridas lamidas
Por el terror
Anclado en mis sienes.
Te busco, te busco…
Ya no estás.
Agujas oprimen mi
pecho.
Respiro.
Respiro el haz voraz
De su atmósfera.
Mariposas.
Mariposas blancas
Son visita.
La muerte, la muerte…
miércoles, marzo 29, 2017
ELLAS. CAPITULO 8 (NARRATIVA)
8
Se endereza, desnuda
presiente mi llegada hasta ella. Sigo en la sutileza de mis huellas en este
piso húmedo. Ahí está, frente a la ventana, mirando la plateada en todo su
brío.
Ella ya sabe que estoy
en este salón, no se da la vuelta sigue y sigue ensimismada en su luna redonda.
Tal vez la timidez, el azorar de ser imprudente la asusta. Me acerco con cierto
palabras en mi cabeza “ Te juro Anne que nada saldrá de aquí. Conservaré
nuestro secreto bajo un sótano impensable a los demás. Estoy aquí, tras tu
espalda ¡La belleza ronda tu piel pálida, frágil. Te juro que seremos una
mientras a puerta cerrada andemos juntas por esta casa. Después, dos, cada una
tomará el rumbo de la vida cotidiana. Pero nos volveremos a encontrar, así,
solas con la mirada fiel de los astros. No, no diré nada. A nadie le interesa
nuestra vida solo a nosotras” . Pongo lentamente mi mano sobre su hombro frío,
muy frío. Ella se estremece, se gira. Sus ojos vuelan a través del mutismo, del
cansancio. Busco y Busco, no hallo nada…a ras de sus manos queda la maléfica
cicatriz del pasado¡ Qué hacer¡ La abrazo, sus brazos caídos indican que su
voluntad es pésima. Venga , mujer, le digo. Salgamos de aquí, de esta casa
tétrica, esbozo de estaciones mal logradas. No se mueve. Me dirijo hasta su
habitación desordenada y cojo algo de ropa. Se la llevo y se la deposito en el
sillón. Ella sin prisas se viste, se abriga. No dice nada. Pongo mi mano sobre
la suya y la llevo afuera. Ella no se resiste, se deja llevar. Un taxi, lo
paro. Subimos y le digo el lugar que deseo ir. Lejos, muy lejos donde la pisada de
la humanidad deteriorada sea irreconocible. Lejos, muy lejos donde los
pinzones azules duermen en el balanceo invernal. Lejos, muy lejos donde los
pinares silban a la vida cuando el viento canta. Lejos, muy lejos fuera de esta
urbe que ahoga, que nos aniquila con su polución grotesca. Lejos, muy lejos
donde el llanto de un niño aguijoneado de sed y hambre no nos distorsionen por
unas horas. Y callo. Lejos, muy lejos donde mi beso en su cuello sea culminante
caricia del reverder de su mirada. Mirada ofuscada. Mirada perdida. Mirada
opaca. Mirada de pozos cubiertos de lodo. Todo es silencio. El taxista baja la
emisora, me escucha. Debe pensar que no debemos estar muy bien. Sí, en plena
madrugada dos mujeres una con rostro de cenizo y otra con el empuje de la
incertidumbre. Me callo. El taxista sube otra vez el programa que escucha. No
sé si Anne le molesta. Está inerte, sin ganas. A mí no me entorpece, me da lo
mismo. Para allá vamos. Traspasamos la ciudad, todo es oscuro. Constelaciones
nos persiguen en nuestra ruta a la cumbre ¿Y por qué este lugar? Será que allí
nos conocimos en una jornada de chubasco febril. Quiero rememorar ese instante.
Instante eterno que en su memoria volverá a flotar…¡Ay Anne¡ Lucha, vence...
martes, marzo 28, 2017
ELLAS. CAPÍTULO 7(NARRATIVA)
Presente.
Sí, está presente enlazada en el aseo, en la meticulosa tarea de recoger esta
casa a golpe de fregonasos. La siento en su vaivén imparable, osado. Yo, aquí,
con cierta quema de mi fortaleza. Estoy resacada. Me apetece dar una vuelta.
Miro el reloj y su tic-tac, tic-tac me dice que avanza para las cuatro de la
mañana ¡Qué estúpida he sido¡ Me
avergüenzo de haber cogido esta borrachera y más que ella lo sabe. Tomaré
vuelo, intentaré incorporarme de este sillón y la abrazaré. Tengo ganas de
salir, da igual la hora. Necesito por unos momentos aislarme de estas paredes
embarradas en añejos recuerdos. Recuerdos sumidos en la tempestad de la
hipocresía, en los tormentos de la ignorancia. Ahora, libre...ella, aquí.
Silenciosa, serpenteando de un sitio a otro como si no existiera. Ánimo, me
digo. Que la verticalidad sobrevuele mis piernas e ir en su búsqueda, callada.
Miro el reloj de nuevo, las horas no avanzan su tic-tac, tic-tac me retuerce.
Me gustaría que este día diera ya su comienzo y su fin. Comenzar una nueva ruta
donde el nacer de las sensaciones y emociones fragmentarán el ayer y lo
alejará, lejos, muy lejos…Tengo náuseas. No debí beber pero estaba sola, no
sabía cómo cubrir mis sentimientos hacia aquel que se marchó. Y limpia y que te
limpia. No sé lo que hace. No creo que yo haya evocado tanto destrozo. Quiero
llamarla y mi voz desciende en vertiginoso campo de la fatiga ¡Qué débiles
somos¡ Somos resonar de impíos cuchillos que en unos minutos puede desvanecer
nuestra lucha. Tenemos que ser nosotros mismos aunque nos abofeteen, aunque
avalanchas de estupideces nos cerqué para hacernos caer. Creo que ya me
sostengo en pie ¡Laum¡ ¡Laum¡ creo
emitir su nombre. Sí. Sus pisadas certeras se acercan, vienen con la valentía de
elevarme ¡Qué horror¡ y yo en estas circunstancias: desnuda, aborrecible,
apestosa ¡Qué hacer¡ No hay remedio…qué venga, qué venga. Para qué esconderme,
ella está bajo mi techo. Tic-tac..tic-tac, el reloj parece acelerarse en mi
llamada. Las cuatro y media. Miro a través de la ventana, la luna sigue ahí.
Parece mi guardaespaldas, me protege. Sus
ojos…sus ojos veraces me miran, no me interrogan como si ya supieran todo esto
¡Dame la mano Laum¡ Me siento arrinconada en las densas tinieblas de alas
arrancadas en el mecer de los años. Ya no puedo más. Hoy ha sido el final de
este camino rebozado de ortigas sobre mis manos y ahora…Sí, ahora ¿qué pasará
ahora? He marchitado una existencia, la de él. Déjame respirar. Inspiro y
espiro, espiro e inspiro y solo la memoria me trae a él. Por dónde andará,
decaído, confuso. Perdóname Laum, no te hice caso. Los prejuicios de esta
sociedad son aliento feroz que he temido. El miedo. Sí, el miedo al qué dirán
no por mí, sino mis allegados. Sufrimiento. Demasiado, la repulsa me da
vértigo, me desmorona en sentido de la ausencia. Sí, has café, creo que me
ayudará. Me sustentará por el momento de este hiriente malestar...
viernes, marzo 24, 2017
ELLAS. CAPÍTULO 6(NARRATIVA)
Un
hombre apenado. Las cuatro y media de la mañana. Se sube a mi taxi. No huele
alcohol. No tiene secuelas de alguna droga. Esto es un alivio. La luna ahí,
parece que ha percatado algo de mi trabajo. Todos los días en la madrugado solo
entran gentes extrañas, gentes consumidas por la locura de una noche de
vértigo. Más de uno no me paga, el, me ha pagado. Me pide que lo lleve al hotel
más próximo y lo hago. Se ve una persona bien curtida, triste, pero bien
curtida. No me hará trampa y es cierto, muy cierto. Yo hablo y hablo, quiero
quitarle un pedazo de su corazón maltratado. Supongo que alguna relación
difuminada para estar a estas horas por las calles. Su entereza parece
desvanecerse en un tremor. Me da que lleva tiempo dando vueltas y vueltas. Yo
con unos café estoy despierto, muy despierto. Yo hablo y hablo, es mi condición
como conductor entretener al cliente, disimular mi miedo cuando la madrugada azota
¿Qué pasará por su cabeza? Su mirada fija en la ventana, no me escucha.
Consumido en un amplio callar. Gimotea algo, tan poco que casi no lo percibo.
Pero yo se que llora. La ruta que escojo no es muy larga. Tal vez pueda sacar
algo en su despiste, en la sumisión de su cavilar no sé en qué. Presiento que
será una buena noche. Gente solitaria a la deriva de sus sentimientos. Hoy he
tenido suerte, la suerte de no coger a esos gamberros, a esas gamberras que
luego te pagan con amenazas y tentaciones groseras. La noche. No sé por qué me
gusta trabajar a estas horas. Será la calma de la carretera, caravanas
inexistentes, luces de farolas que acogen mi conducir a medida que la radio
suena y suena. Me gusta. Me gusta escuchar esa voz, esa melodía retumbante en
mis ventanas cerradas. Solo yo y la radio. Qué agradable es la voz de la
locutora, de una sutilidad que estos tiempos está podrida. Y llegamos al hotel,
paro. Me da un billete de veinte euros y se va. No quiere la vuelta o está tan
inmiscuido en preocupación que no se da cuenta de lo que ha dado. Me da cierta
pena. No arranco hasta que entra, esto no ocurre todos los días, es un caso excepcional.
Pongo el motor en marcha y sigo y sigo en busca de clientes. Todos no serán
como este hombre apagado. Cualquiera sabe lo que me espera en la siguiente
ruta. Por lo menos hoy voy con el pan bajo el brazo a mi casa. Me ha ido bien
la noche. Esto no es siempre igual, situaciones críticas induciendo a la
desgana, al continuar en esta profesión. Quiero quitarme de mi mente a ese
hombre mortificado. Alguien me para, una pareja. Dos chicas ¿En qué estado
estarán? No creo que sea igual que ese hombre dejado hace un momento…
jueves, marzo 23, 2017
ELLAS. CAPITULO 5(NARRATIVA)
Todavía.
Si, todavía ando y ando por estas calles solitarias. Mi ropa ya está seca pero
un cierto helar llega adentro, muy adentro. Intento encender un cigarrillo y
mis manos me tiemblan ¡Mierda¡, lo necesito. Necesito apagar mis ansias, mi
hastío a estas horas de la madrugada. Una luna que emana el brillo de los
desaparecidos. Aquellos que con sus ilusiones se embarcan en la nada y no más
son recluidos en campos donde las trincheras son navajas afiladas. Me los
imagino ahora, en ese desorden, en el resonar de sus pulsos caídos. Ella estará
igual. Sí, Anne ¡Anne¡ ¡Anne¡, me apetece gritar. Alguien se asoma de alguna
ventana y no más que dice silencio o llamo a la policía. Me callo, sigo con un
paso apresurado, huyendo de esa calle. Campos de refugiados donde los desastres
y la injusticia abogan en el crujir del lamento. Nosotros lejos. Este mundo se
eclipsa. Cada vez menos humanos, nuestra racionalidad mantiene al margen el
dolor ajeno, de aquellos cuyos huesos son hermanos a los nuestros. Sí, todos iguales.
No entiendo la partición del camino que anhelamos, que necesitamos. Fronteras y
más fronteras nos hace ser enemigos de unas manos iguales a la nuestra.
Prejuicios nada más. Creencias que declinan ante un dios que se disfraza, que
cambia sin darnos cuenta. Yo no soy creyente, creo en la humanidad, en ella, en
Anne. Pero Anne no me quiere, nunca. Solo hemos sido unos buenos amigos donde
la libertad de la mentira llegó muy alto. Todavía. Sí, todavía ando de esquina,
en esquina con mi maleta, con la luna al encuentro de algún hostal u hotel.
Buscaré en mi móvil, no lo había pensado. Bah…me he quedado sin batería.
Necesito dormir y dormir para despertarme luego de este mal sueño, de esta
pesadilla. La noche con lentitud sigue
su ritmo. Yo paralizado, estático bajo una farola donde los mosquitos giran y
giran en una danza monótona. Ya sé, pararé un taxi y preguntaré. Mi cabeza da
vueltas y vueltas al suceso de ayer y por ahora no comprende. El vacío me hunde
por grutas tenebrosas del callar y la soledad ¡la soledad¡ Qué es eso…no sé,
tanto tiempo juntos, tantas risas localizadas ahora en la tempestad de mis
entrañas. La luna me acecha, su halo es cómplice de estos momentos que serán
eternos en la memoria.
-
Dígame señor, conoce algún hotel cerca.
-
Sí, suba caballero.
Me
subo en el taxi. El mira por el retrovisor. Ve mi llanto. Mi llanto largo y
denso. No dice nada. La ciudad solitaria. Escucha la radio canciones
melancólicas, nostálgica. Me gusta, entro en calor. Le pregunto la hora y me
dice que son las cuatro de la mañana. Llegamos a un hotel, me bajo y le pago.
-Buenas
noches. Anímese usted y gracias.
-
Buenas noches. Gracias por este recorrido.
Gracias
por este recorrido. Sí, me ha sido muy grato con ese hilo musical que tenía
puesto. Ahora me queda descansar. Entrar en hotel y pedir habitación. Es
pequeña pero cómoda. Me desnudo y me doy una ducha con agua caliente, muy caliente.
Me siento en el sillón y escribo hasta que el sueño me amarre.
Querer.
Oscuridad.
Luna
ennegrecida
Tras
el llanto de la caída.
Cieguetud
.
Adiós.
Madrugada
invertida
En
los pasos de la nada,
En
la pérdida de una sonrisa.
Envés
Vida.
Nuevos
rumbos
Tomarán
la rutina
De
ojos yermos
Bajo
el insomnio
De
las cicatrices,
De
las balas emergidas
En
acantilados de hiel...
viernes, marzo 17, 2017
ELLAS. CAPITULO 4 (NARRATIVA)
Ellos,
aislado en la incertidumbre del qué será. Seguro que ya a estas horas él se
habrá ido, refugiándose en el desorden del engaño. Y ella, mi querida
Anne…¿Cómo estará? Lo aprecia, ha sido tan benevolente…tan exquisito con el
rumbo de sus pisadas. El tiempo trajina en caos. Una primavera por venir y un
invierno por irse. Todo está revuelto. Llueve, no llueve. Un astro rey que
inspira a los pájaros desorientados ante la venida de nubes densas, pesadas. Hoy
me encuentro pesada. No sé, no me gustan estas cosas. El deteriorado me lo
imagino. Ella sumisa en un vaso de alcohol arrojando todo lo que le quedaba de
él. Ay querida Anne te precipitas por riscos por no asumir tu verdad, tú única
verdad ¿ Para qué lo intentaste? Supongo que para agradar, para complacer a los
que te rodeaban. No pensaste en ti. No te paraste y escuchaste la reconditez de
tu alma. Todo esto me apena. Sufrimiento, temor por ti ¿Qué hago ahora? Estoy
aquí, en el trabajo dando clases de matemáticas. Ecuaciones y más ecuaciones,
derivadas, integrales y áreas ¿Qué área te has marcado? Supongo la de un hoy
incierto. Ya sé que no querías dañar. Al final todos han terminados en tumbas
flotantes de heridas que tardarán mucho tiempo en cerrar. Sé que te encerraron
en tus singladuras, te rechazaron en el ayer. Sí, lo recuerdo. Tu cuerpo
desnudos para observar de que sexo eras, tu ser espantado ante los gritos
injustos de esos que no aceptan a la persona por cómo es sino la apariencia.
Así estás, eclipsada, inmersa en el que dirán. Qué digan lo que digan no es
asunto tuyo sino de ellos. Un cierto temblor se apodera de mi, la preocupación,
el interés de cómo estará. Me embarco en estelas sin luz en el camino hacia su casa. La noche me resguarda con sus
astros emanando a medida que las horas pasan. Sobre un arco de pétalos de rosas
llegaré y sonreiré. Tal vez logré salvarla de las tierras movedizas que se
mece. Crecer y crecer bajo el techo del querer, de la belleza
casi perfecta de la intimidad, del suculento roce de la caricia surgida en el
regazo lapidante del ayer. Me ando
y en vertical me expansiono bajo su techo, su techo maloliente de amores
insanos, impuros, llevados por las corrientes de alas moribundas hasta el fin,
hasta el cansancio.
Camino y camino, ficus ambulan a mi alrededor,
jardines donde la sombra de la madrugada esconde el misterio de su nuevo nacer
cuando el astro rey se emancipe de la luna. Camino y camino hasta su casa,
hasta su puerta moribunda donde el tremor de los sentidos contagia mis pasos
precipitados. Sola, no hay nadie en la calle solo el eco luminiscente e intenso
de las constelaciones invernales. Toco y toco. Nadie responde. Noche gélida que
me hace acrecentar el temor sobre mis espaldas. Toco y toco. No hay luz de sus
huellas. Merodeo la casa con cierto sudor, cierta desesperación. La
preocupación se cierne en mi cabeza, latidos con la celeridad de que algo va
mal ¡Ay querida Anne¡ ábreme, estoy aquí a los pies de estas paredes que me
encapsulan en desasosiego, en miedo…tanto que me retuerzo. Quizás debería de
haber venido antes pero no quería encontrarme con él. Creo que me equivoqué,
que lancé mi cavilar en una discusión entre ellos que tal vez no haya existido.
El, tranquilo, monótono, sumiso en su quehacer diario, tan absorto…que no se
daba cuenta que ella ocultaba la realidad de sus deseos, de su amor. Se habrá
ido, me lo imagino con hombros bajos, resignado, perdonándola, rechistando en
sus entrañas que estúpido ha sido, siempre trabajando y trabajando. Ella, en
estos momentos, dentro de esta casa. Toco y toco pero la negatividad de sus
sentidos chocan con mi insistencia. No…no quiero pensar mal pero a veces se me
alteran las neuronas y persigo lo peor. Ansiedad. Siento ansiedad, un
ahogamiento por la desesperanza ¡Abre mujer¡ Soy yo Laura ¿Me escuchas? A lo
mejor duermes. Eclipso mis ojos e inspiro y espiro…tres, cuatro, cinco,
infinitamente hasta que sepa algo de ella ¡Ya basta¡ Un perro flaco se me
acerca, me olisquea. Supongo que se preguntará que hace a estas ahora. Se va,
huye con el rabo entre sus patas. Estoy nerviosa, muy nerviosa…inspiro y espiro…tres,
cuatro, cinco, infinitamente ¿Es una luz lo que observo? Sí, una luz dentro. El
alivio sobrevuela mi desquiciado corazón. Inspiro y espiro…tres, cuatro, cinco,
infinitamente. Serena, tengo que estar serena…luna, gracias por escuchar, estás
abrigando mi entereza. Ya me recupero. Pasos y pasos, lentos, muy lentos. Ella
abre la puerta. Ella cadavérica, fantasmal silueta que ni saluda. Se va. Entro.
Entre la duda y la verticalidad la persigo con mis ojos. Se sienta en el salón.
La casa desprende cierto mal olor, alcohol y vómitos, vómitos y alcohol. Ella
vive, el sosiego penetra por mis piernas hasta llegar a mi vientre. Antes de
hablar con ella limpiaré y limpiaré. La dejaré que termine este distanciamiento
con la tumba y la recuperaré en los pilares del querer, del abrigo de la
belleza de una caricia ¡Venga mujer¡ me digo para mí misma. Vamos a asear esto
para cuando ella nazca...
jueves, marzo 16, 2017
ELLAS. CAPÍTULO 4(NARRATIVA)
4
Ellos,
aislado en la incertidumbre del qué será. Seguro que ya a estas horas él se
habrá ido, refugiándose en el desorden del engaño. Y ella, mi querida
Anne…¿Cómo estará? Lo aprecia, ha sido tan benevolente…tan exquisito con el
rumbo de sus pisadas. El tiempo trajina en caos. Una primavera por venir y un
invierno por irse. Todo está revuelto. Llueve, no llueve. Un astro rey que
inspira a los pájaros desorientados ante la venida de nubes densas, pesadas. Hoy
me encuentro pesada. No sé, no me gustan estas cosas. El deteriorado me lo
imagino. Ella sumisa en un vaso de alcohol arrojando todo lo que le quedaba de
él. Ay querida Anne te precipitas por riscos por no asumir tu verdad, tú única
verdad ¿ Para qué lo intentaste? Supongo que para agradar, para complacer a los
que te rodeaban. No pensaste en ti. No te paraste y escuchaste la reconditez de
tu alma. Todo esto me apena. Sufrimiento, temor por ti ¿Qué hago ahora? Estoy
aquí, en el trabajo dando clases de matemáticas. Ecuaciones y más ecuaciones,
derivadas, integrales y áreas ¿Qué área te has marcado? Supongo la de un hoy
incierto. Ya sé que no querías dañar. Al final todos han terminados en tumbas
flotantes de heridas que tardarán mucho tiempo en cerrar. Sé que te encerraron
en tus singladuras, te rechazaron en el ayer. Sí, lo recuerdo. Tu cuerpo
desnudos para observar de que sexo eras, tu ser espantado ante los gritos
injustos de esos que no aceptan a la persona por cómo es sino la apariencia.
Así estás, eclipsada, inmersa en el que dirán. Qué digan lo que digan no es
asunto tuyo sino de ellos. Un cierto temblor se apodera de mi, la preocupación,
el interés de cómo estará. Me embarco en estelas sin luz en el camino hacia su casa. La noche me resguarda con sus
astros emanando a medida que las horas pasan. Sobre un arco de pétalos de rosas
llegaré y sonreiré. Tal vez logré salvarla de las tierras movedizas que se
mece. Crecer y crecer bajo el techo del querer, de la belleza
casi perfecta de la intimidad, del suculento roce de la caricia surgida en el
regazo lapidante del ayer. Me ando
y en vertical me expansiono bajo su techo, su techo maloliente de amores
insanos, impuros, llevados por las corrientes de alas moribundas hasta el fin,
hasta el cansancio.
Camino y camino, ficus ambulan a mi alrededor,
jardines donde la sombra de la madrugada esconde el misterio de su nuevo nacer
cuando el astro rey se emancipe de la luna. Camino y camino hasta su casa,
hasta su puerta moribunda donde el tremor de los sentidos contagia mis pasos
precipitados. Sola, no hay nadie en la calle solo el eco luminiscente e intenso
de las constelaciones invernales. Toco y toco. Nadie responde. Noche gélida que
me hace acrecentar el temor sobre mis espaldas. Toco y toco. No hay luz de sus
huellas. Merodeo la casa con cierto sudor, cierta desesperación. La
preocupación se cierne en mi cabeza, latidos con la celeridad de que algo va
mal ¡Ay querida Anne¡ ábreme, estoy aquí a los pies de estas paredes que me
encapsulan en desasosiego, en miedo…tanto que me retuerzo. Quizás debería de
haber venido antes pero…
martes, marzo 14, 2017
ELLAS. CAPÍTULO 3
3
El sol vuelve de su
remota estampida de nubarrones. Salgo. Necesito cualquier bar lejos, muy lejos,
donde los vecinos no rumoreen mi conducta. Con celeridad bajo dos calles más.
Ahí, en una esquina, un bar de borrachines, si de esos en los que entras al
baño y está cubierta de mierda y mal olor. Me siento en un rincón y llamo al
camarero. Le pido un vaso de vino. Rápidamente atraviesa mi garganta seca, mi
garganta engarrotada, mi garganta que pide más y más. Otro y otro, me lo tomo a
la misma velocidad. Pago. Intento levantarme e irme de ese lugar, todos me
miran. Mis ojos lagrimosos es señal de lo que pueden o no pensar. Una mujer
ahogando sus penas en el alcohol, eso dirán. Me balanceo y cierto mareo hace
que mis piernas tiemblen, que cada paso que intento dar es como si danzase en
el aire. Todo para mi es doble, una distorsión que me embarga en penalidades.
Me voy. De farola en farola voy sosteniéndome. Intento estar erguida pero la
fatiga brota y me consume. Vomito, los transeúntes ni se inmutan. La
pestilencia que debo soltar lo dice todo. No sé como llego a casa. No atino en
la cerradura por unos momentos, pero ya…ya logro entrar. Todo me da vueltas. El
baño…el baño. Sigo vomitando hasta quedar desfallecida. A cuatro patas llego al
salón, me siento en el sillón. Vueltas y vueltas…caigo en un letargo, no por
mucho tiempo. Despierto, veo una luz
penetrar por mi ventana. Cavilo por unos instantes. Una luz que viene a por mí
como parte de mi espíritu mundano. Intento tocarla pero me doy cuenta de que es
la luna, la maravillosa luna: grande, exultante, bella. Me yerto y la miro y le
hablo “ ¡Por qué¡ ¡Por qué de esta situación¡ Me alcanza un baile de desdicha y
me columpio entre la duda y la realidad. Sí, tenía que irse pero sobre mis
espaldas pesa el daño. Un daño irreversible ¡Por qué¡ ¡Por qué¡…galopo en el
vértigo , en la maldita esencia que me ata. Yo. Sí, soy yo. A ella la quiero y
a el no. Todo ha sido muy largo…largo para corazones en el regazo de la lealtad
¡lealtad¡ ah que asco de palabra. No, no lo soy. Solo un ser que juega en dos
bandos…no sé, por lástima, por aprecio o por qué se yo”. Callo. Silencio. La
noche viene con su eternidad en los pensamientos, en lo embustera que he sido.
Arrepentirse o no. Mis piernas perdidas en una resaca me hacen caer. Y caigo.
Me arrodillo ante la oscuridad de mis ojos
y amarro lo que queda de mi. Siempre, amigo, amigo mío…Agárrame luna y
llévame donde la existencia no sea tan cruda, tan hiriente. Cierro los ojos,
quiero dormir. Las horas pasan y solo hago recordarlo, regenerando un no sé que
de arrepentimiento...
viernes, marzo 10, 2017
ELLAS.CAPÍTULO 2(NARRATIVA)
Me he ido. Sí, y qué.
Qué le importará a ella. Me observa en la lejanía desde la venta donde fue
nuestro hogar…nuestro hogar, ja. Me consideraba sincero, honesto, benevolente
con ella. Pero no sé lo que ha pasado. De espaldas a mi ha estado esta mañana
pronunciando lo que no se atrevía, lo que guardaba hace años ¡márchate¡ Vete de
aquí esto no es el bajo techo donde las hogueras de amor chispeaban. La mentira
la azuzado todo estos años, todas esas estaciones donde la algidez de nuestros
labios se empapaban de un querer afortunado ¡Qué tonto fui¡ Miro atrás, ella
ahí. Sonrío y disimulo mi angustia en una margarita que arranco de un
jardín. Llueve, alargamiento de la
agonía en paralela proposición de la despedida. Pero quien será, quien será que
le despierta tanto entusiasmo, esa sonrisa cohibida ante mí. Sí, ante mí. Por
qué no era por mí. Tirito. No ha llovido fuerte pero la humedad me cala hasta
los huesos. Yo sigo, me voy con mi entereza mojada, con un llanto infinito por
aquella que tanto apreciaba. Para está asquerosa llovizna. Arrastro mi maleta
con mismas ganas de vivir. La duda me envuelve…tal vez pueda regresar,
recuperar aquello que fue y que entiendo ahora no era. ¡Dioses del universo¡
amparar mi locura del querer. No. No me puedo creer después de tanto tiempo
solo. Estoy cansado, me siento en puentes colgantes bajo las batutas del
desequilibrio. Un banco, me sentaré. Da igual el tiempo, el tiritar este amargo
sabor. Me resisto a creer que todo ha acabado. Quiero dar fuerza a mi ser y
dejarla ser feliz con aquel, con aquella…no sé…me encuentro confuso. Las ideas
brotas disparatadas, con una celeridad
agresiva, descomunal. Respirar hondo. Inspiro y espiro. Espiro e inspiro.
Llueve otra vez, una lluvia intermitente ante un cielo oscuro como oscuro son
mis pasos perdidos por esta calle. Dejaré desvanecerme de frío, del gélido aliento
del invierno. Si, invierno duro y cruel ¡Muerte¡ Miro a la muerte como si
mirara ella, como si sus caricias fueran navajas afiladas absorbiendo todo lo
que hay en mi ¡Muerte¡ Ojos alocados me inspiran la huída. Sí…sí, acantilados
por donde mi vuelo rasgará toda la pena. No…no. No herirla. No asesinarla.
Tengo que levantar, ser vertical pisada
que se evade, que se ausenta de todo lo que era ella. Llorar, no más. Tendré
que reiniciar mi vida , tendré que expandirme como gas en una atmósfera
distinta a la que estaba acostumbrado.
Me levanto, tiro la margarita. Mi pie aplasta la sensibilidad. La rabia
se apodera de mí y no sé por qué corro y corro. Dejo la maleta, huele a ella. Llorar,
no más. Un círculo de vida nuevo. Me
costará pero aprenderé. El sol es engendrado por las nubes. Me calmo y pienso…
domingo, marzo 05, 2017
ELLAS.CAPÍTULO I(NARRATIVA)
He despertado. Sí, como otras
jornadas bajo el influjo de una colina lejana mirando la ventana donde mis ojos
se posan en el desperezar. Los primeros rayos solares penetran y dan calor a mi
desnudez. Detrás de mí, sábanas revueltas, frías, con tu cuerpo carente de
tibiez para mi enderezar en los pasos del hoy. Hay algo ajeno a mí y ese eres
tú. El sol me da todo eso que necesito para poderme levantarme y andar,
mientras, tu, lejano en la frialdad de esa cama. Observo un cielo colosal,
anaranjado, anunciado una llovizna dentro de las horas del día de hoy. Tu maleta en un lado, ya te vas. Es mejor así
y ella…también se había ido. Se marchó sin mediar palabra tras una noche en la
que tú no estabas. Nuestras caricias terminaron en el fallo de una emoción del
ayer ahora ofuscada. Nuestras palabras no se entendían, ella allá, yo aquí. Una
confusión prolongó nuestro viaje hasta este final. Ni ella, ni tú. Ni tú, ni
ella. Ahora él también se va, tras el engaño. Ya se eleva, no me mira…su
maleta. Se viste y un portazo dice de la mentira, de lo hipocresía que existe
en nosotros. Me invade la duda, la pena pero no el dolor. Es mejor que se vaya,
que se aleje y comienzo un largo recorrido hasta el fin de su vida. Yo aquí,
nos mentíamos. No. No, una máscara no puede durar tanto tiempo. Se sufre,
desespera hasta llegar a lo que llegamos, lágrimas bajo ojos rajados por la
ira. Basta. Ya no más discusiones dijimos anoche. Basta, adiós. El no es mi
amor, el querer de la belleza en cada beso alado en sus mejillas, en su frente.
Solo estábamos cavando la fosa del hoy. Sí, ese hoy que teje las olas cuando
llegan a las rocas. Llueve. Se mojará…me importa a mi acaso. No, no hay perdón.
Nubes grises son estampida en un pequeño instante, el avanza. Avanza sin mirar
atrás, no hay perdón, no hay comprensión. Ahí va, delgado, absorto en la
verdad, envuelto en capas de tristezas tal vez o tal vez no. Solo, lejos, muy
lejos. Ya no lo veré más. Ni tan siquiera como un amigo. No sé que hace ahora,
se detiene. Coge una margarita de un jardín y se la coloca en la oreja. Se da
la vuelta. Llueve. Me mira y me guiña un ojo ¿Qué haces?, me pregunto. Sospecho
que lo sabía, que todo ha sido un error ese el de disfrazarme de deseo por él. Somos
ridículos…y mucho. Aquí estoy en la ventana, continua pero antes se despide con
su brazo alzado. Creo ver cierta sonrisa
de entendimiento. No entiendo este clima, ahora para de llover. El sol vuelve
de nuevo a ser visitante de esta mañana donde la humedad es pegajosa. Tengo
frío, mucho frío. Esta casa es gélida, el viento norte siempre azotando con su
látigo de granizadas. Me vestiré, pantalón vaquero y playeras. Saldré a no sé
dónde. Hoy necesito de los espíritus de la brisa norteña para que amputen el ayer,
ese ayer pesado, gordo tras mis espaldas. Mi amigo, mí querido amigo....CONTINUARÁ
oleaje...
Oleaje. Fronteras. Invisibles cristales amputando las manos
de sangre al sudor de la huída. Refugio. Calidez. Movimiento uniforme hasta el
fin de los días, de las rosas invernales agotadas. Espalda. Nada. Caes en la
remota estancia de rejas de ortigas caminando de sobre cenizas. Danza del fuego
amparando los huecos ojos desvanecidos en el cincelar de tus lágrimas sobre
muros de papel. Viento. Dualidad. Somos sonata del silencio, presas en el
regazo compungido de aves sin alas. Ahora. Presente. Sentadas frente a frente,
solas, con el sonido insomne del océano. Sol. Adiós. Columpios de fosas
anónimas en el revés de nuestros pasos. Amor. Ida. Te quiero a pesar de las
desaliñadas lejanías donde los cuerpos se nutren de apagadas caricias.
jueves, marzo 02, 2017
ALAS DE MARIPOSA...
Viento. Hace viento. Yo aquí, sumida entre barrotes de
espejos cortantes. Me veo reflejada como la niña que fui ayer. Una niña tímida,
temerosa a las emboscadas del circular por esta atmósfera. Ahora, estoy triste,
dolida, con cicatrices eviternas. No…no curarán. Me arrancarán de cuajo de mis
cimientos y seré ala herida en los horizontes donde el sol no nace. Parece que
va a llover, no se decide. Y es que tengo frío, mucho frío…tanto que las
gaviotas insonoras a la libertad han venido a visitarme ¡Marchaos¡, digo. Pero
no quieren, se resignan como yo a estar embarcada a la deriva de mis años, de
la noción del tiempo. Por qué me encierran, por qué me censura a cada palabra
alzada por el temor, por la pena. Muy mal, me trajeron desde lejos con la
recompensa de un mañana esbozado en la belleza de la vida, del bienestar, del
equilibrio. Sí, huía y ya ves, esto es lo que soy. Mujer de mercado, mujer
echada a los perros sedientos de juventud. No más. Y yo…yo ¿Dónde estoy? No
quiero saber de esos posos de café que me daban la buenaventura, que me
refrenaban en la excusa de la huída. Cansada, la nada se revuelca sobre mi
cuerpo sucio, aborrecible y solo soy objeto de esos. Adiós a las promesas.
Adiós al buen amor. Alas de mariposa diseminada sobre esta almohada arrugada,
ponzoña de sueños derrotados. Ya empieza…la lluvia sutil la siento tras estos
barrotes de hiel, apagados. Alas de mariposa incinerada en el devenir de las
jornadas. La muerte. Sí, estoy muerta. No me ves. Gallinas descuartizadas. Sangre,
mucha sangre, solo recuerdo. No, no me preguntéis más. Alas de mariposas
ahogadas, asfixiadas en el tiritar de mis manos, mis piernas.
miércoles, marzo 01, 2017
El bosque...
El bosque. Se adentra, se incrusta en sus entrañas como
fuerza atrayente de sus sentidos. Allá va, sola, con su larga melena cobriza al
encuentro de su yo, de la estática sentencia cuyo aliento la embadurne de
solaz, de calma. El bosque. Su deseo, piedras bajo sus piernas, algún que otro tropezó
con un árbol dañado por el viento. Pero, ella, sigue…sigue en la rutina que
pronuncia sus profundidades. Lejos, muy lejos…donde nadie puede llegar. Se
cruza los brazos, se arrodilla y en el insomne silencio de su aliento grita “
Aquí estoy como hija de esta tierra, como hoguera prendida por el resonar de
tambores distantes en la reconditez de los astros. Aquí estoy, entregándome,
abandonándome en el susurrar de tu respirar: lento, herido, albergado de
cicatrices perdurables en el final de los tiempos”. El bosque. Se levanta,
sigue caminando hasta llegar a esa cueva donde sus ancestros oraban a la
fertilidad, la fecundidad de los campos, de la humanidad. Parece renacer, se
acurruca. Esa cueva se estrecha más y más hasta que ella media dormida, media
despierta comienza la danza de las fogatas invernales. Se va. El bosque. De
nuevo entre raíces sobresalientes y largos árboles se encuentra. Mira hacia
arriba y la noche avanza, algún que otra ave nocturna pasa a ras de su cabeza,
de sus manos, de sus pies. Y gira otra vez “ Aquí estoy desheredada de los
campos azules, ahora, todo rueda en el sentido del alquitrán, del cemento, de
un verde gris donde yo solo eco de los gemidos de la madre tierra. Una flauta
viene de lejos, algo queda. Sí, algo de nuestros antiguos pobladores. Aquellos
cuya unión con la naturaleza era pura, era honesta”. El bosque. Ahora se va,
incursiona aquello que le desagrada, que aborrece, el asfalto de una
civilización vil, ida. Retorna donde sus ojos se volverán blancos a cada mirada,
donde sus manos se infiltrarán del chubasco de las máscaras.
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