viernes, marzo 17, 2017

ELLAS. CAPITULO 4 (NARRATIVA)

Ellos, aislado en la incertidumbre del qué será. Seguro que ya a estas horas él se habrá ido, refugiándose en el desorden del engaño. Y ella, mi querida Anne…¿Cómo estará? Lo aprecia, ha sido tan benevolente…tan exquisito con el rumbo de sus pisadas. El tiempo trajina en caos. Una primavera por venir y un invierno por irse. Todo está revuelto. Llueve, no llueve. Un astro rey que inspira a los pájaros desorientados ante la venida de nubes densas, pesadas. Hoy me encuentro pesada. No sé, no me gustan estas cosas. El deteriorado me lo imagino. Ella sumisa en un vaso de alcohol arrojando todo lo que le quedaba de él. Ay querida Anne te precipitas por riscos por no asumir tu verdad, tú única verdad ¿ Para qué lo intentaste? Supongo que para agradar, para complacer a los que te rodeaban. No pensaste en ti. No te paraste y escuchaste la reconditez de tu alma. Todo esto me apena. Sufrimiento, temor por ti ¿Qué hago ahora? Estoy aquí, en el trabajo dando clases de matemáticas. Ecuaciones y más ecuaciones, derivadas, integrales y áreas ¿Qué área te has marcado? Supongo la de un hoy incierto. Ya sé que no querías dañar. Al final todos han terminados en tumbas flotantes de heridas que tardarán mucho tiempo en cerrar. Sé que te encerraron en tus singladuras, te rechazaron en el ayer. Sí, lo recuerdo. Tu cuerpo desnudos para observar de que sexo eras, tu ser espantado ante los gritos injustos de esos que no aceptan a la persona por cómo es sino la apariencia. Así estás, eclipsada, inmersa en el que dirán. Qué digan lo que digan no es asunto tuyo sino de ellos. Un cierto temblor se apodera de mi, la preocupación, el interés de cómo estará. Me embarco en estelas sin luen el camino hacia su casa. La noche me resguarda con sus astros emanando a medida que las horas pasan. Sobre un arco de pétalos de rosas llegaré y sonreiré. Tal vez logré salvarla de las tierras movedizas que se mece. Crecer y crecer bajo el techo del querer, de la belleza casi perfecta de la intimidad, del suculento roce de la caricia surgida en el regazo lapidante del ayer. Me ando y en vertical me expansiono bajo su techo, su techo maloliente de amores insanos, impuros, llevados por las corrientes de alas moribundas hasta el fin, hasta el cansancio.

Camino y camino, ficus ambulan a mi alrededor, jardines donde la sombra de la madrugada esconde el misterio de su nuevo nacer cuando el astro rey se emancipe de la luna. Camino y camino hasta su casa, hasta su puerta moribunda donde el tremor de los sentidos contagia mis pasos precipitados. Sola, no hay nadie en la calle solo el eco luminiscente e intenso de las constelaciones invernales. Toco y toco. Nadie responde. Noche gélida que me hace acrecentar el temor sobre mis espaldas. Toco y toco. No hay luz de sus huellas. Merodeo la casa con cierto sudor, cierta desesperación. La preocupación se cierne en mi cabeza, latidos con la celeridad de que algo va mal ¡Ay querida Anne¡ ábreme, estoy aquí a los pies de estas paredes que me encapsulan en desasosiego, en miedo…tanto que me retuerzo. Quizás debería de haber venido antes pero no quería encontrarme con él. Creo que me equivoqué, que lancé mi cavilar en una discusión entre ellos que tal vez no haya existido. El, tranquilo, monótono, sumiso en su quehacer diario, tan absorto…que no se daba cuenta que ella ocultaba la realidad de sus deseos, de su amor. Se habrá ido, me lo imagino con hombros bajos, resignado, perdonándola, rechistando en sus entrañas que estúpido ha sido, siempre trabajando y trabajando. Ella, en estos momentos, dentro de esta casa. Toco y toco pero la negatividad de sus sentidos chocan con mi insistencia. No…no quiero pensar mal pero a veces se me alteran las neuronas y persigo lo peor. Ansiedad. Siento ansiedad, un ahogamiento por la desesperanza ¡Abre mujer¡ Soy yo Laura ¿Me escuchas? A lo mejor duermes. Eclipso mis ojos e inspiro y espiro…tres, cuatro, cinco, infinitamente hasta que sepa algo de ella ¡Ya basta¡ Un perro flaco se me acerca, me olisquea. Supongo que se preguntará que hace a estas ahora. Se va, huye con el rabo entre sus patas. Estoy nerviosa, muy nerviosa…inspiro y espiro…tres, cuatro, cinco, infinitamente ¿Es una luz lo que observo? Sí, una luz dentro. El alivio sobrevuela mi desquiciado corazón. Inspiro y espiro…tres, cuatro, cinco, infinitamente. Serena, tengo que estar serena…luna, gracias por escuchar, estás abrigando mi entereza. Ya me recupero. Pasos y pasos, lentos, muy lentos. Ella abre la puerta. Ella cadavérica, fantasmal silueta que ni saluda. Se va. Entro. Entre la duda y la verticalidad la persigo con mis ojos. Se sienta en el salón. La casa desprende cierto mal olor, alcohol y vómitos, vómitos y alcohol. Ella vive, el sosiego penetra por mis piernas hasta llegar a mi vientre. Antes de hablar con ella limpiaré y limpiaré. La dejaré que termine este distanciamiento con la tumba y la recuperaré en los pilares del querer, del abrigo de la belleza de una caricia ¡Venga mujer¡ me digo para mí misma. Vamos a asear esto para cuando ella nazca... 

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