domingo, septiembre 30, 2018

LA ISLA....


No, no miraré atrás. Mis seres amados hace tantos años que no los veo, que no noto sus sonrisa cuando yo una pequeña jugaba a su alrededor. Ahora, la huída. He visto una cierta luz en las estrellas que me dice que tengo que marcharme lejos, muy lejos ,  a la isla. No sé donde se encuentra pero cruzaré este desierto donde cada azote de su viento me ciega, me hace doblarme en la nada de su voz pero todo tiene su fin. Yo, niña mujer he sufrido las barbaries que no cualquier ser humano de la otra orilla, del otro lado de la frontera no es capaz de imaginar. Pero como niña mujer soldado me he acostumbrado a una cosa , he de luchar, he de sobrevivir ante los aberrantes alientos del ser humano. Aunque haya sangrado, me hayan violado, me hayan pegado, haya pasado hambre, haya pasado sed , haya perdido el sentido de la existencia he de continuar en mi búsqueda. Iré a la isla, allí se dice que se vive bien, que todo es distinto, que otra esfera bien ajena a mi hoy, a mi ayer ¡Lucharé¡ Yo excombatiente saldré viva de este desierto, el dromedario me guía, la luna me alumbra y la paz que ahora siento. Uhmm….este silencio de gritos, de bombardeos, de sufrimiento que me escuece en el dormitar ¡No¡ no dormiré hasta llegar a la isla. Esa isla que dicen de bella humanidad donde las batallas las libras con flores perfumadas de esperanza en sus rituales. No, no miraré atrás. Aquí, sola, niña mujer soldado he sido. No me importa, mis ojos señalan el norte. Un norte donde alas de la libertad desencarnará en mi verticalidad. Verticalidad que no he poseído sino una prisión en mis pensamientos nutrido por la violencia, por agitadores viciosos en sus ruedas en torno al mismo eje de sus ideas. Ideas falsas. Ideas erróneas. Solo el ayer será un fantasma que volverá cuando menos me lo espero pero me es igual. Tengo que llegar a  la  isla ¡La isla¡ ¡ La isla¡ Solo me queda agua y aguantare ante este implacable, tempestuoso mar de arena y piedras hasta avistar la isla ¡La isla¡ ¡La isla¡ Por unos instantes cierro la mirada al horizonte, la noche me atrapa y el frío que siento hace que hasta los huesos me duelan. Pero, continuaré, sin mirar atrás, no vale la pena. A lo mejor desde la isla ¡la isla¡ ¡la isla¡ podré ayudar a mis compañeras, a mis compañeros que en el menudo de su edad aun no comprenden que es la existencia, la humanidad ¡La¡ ¡la¡ me viene una canción de no sé donde habré escuchado, en ella el reflejo del bien me inunda, me dice continua ya está cerca. La noche no me hace distinguir bien aunque la luna, los astros me hablan por donde seguir ¡La isla¡…¡La isla¡ Lloro, puede ser que los tormentos me busquen, puede ser que mi cuerpo manchado se retuerza ¡Apártate¡, grito. Y este grito en medio del vacío , de la nada me orienta a ser más fuerte. No, no caeré, tengo que llegar a la isla ¡la isla¡….veo revolotear mariposas ¿de dónde vendrán? Mariposas ligeras, mariposas mansas, mariposas luchadoras aun en la apariencia de sus alas frágiles.  No, no son visiones ¡la isla¡ ¡la isla¡

Voy...


Voy con el aliento de mis alas.
Voy con la voz de mi vientre.
Voy con las pisadas de mis ojos,
Despacio, columpiándose en el vacío.
Voy con el bello beso de las estrellas,
Fugaces, temblorosas cuando la luna
Las deja disolver en mis senos.
Voy con manos de pétalos,
Frágiles, dormidos en la sed de las olas.
Voy detrás de ti, lejos, muy lejos.
Silencio.
La nada.
Voy con hogueras de cuerpo desnudo.
Voy con la reconditez de mis sentidos.
Voy con la maravilla de tu eco.
Voy insana, invertida, somnolienta
En el regreso de los pianos ahogados
Tras el adiós.
Voy , sin embargo, detrás de ti, lejos, muy lejos.
Silencio.
La nada.

jueves, septiembre 27, 2018

Negra templanza...






Negra templanza.
Aguaceros sumisos a las alcantarillas.
Aceras cenizas en el embeleso de ojos.
Ojos desnutridos.
Ojos penando.
Ojos desnudos.
Luna blanca.
Madrugada extraña.
Oscura melodía
En los derroteros del hambre.

domingo, septiembre 23, 2018

Es real.....


X:
Si
Y:
No
X:
Si, es real.
Y:
No, no puede ser.
X:
Si, es tan cierto. Mira mis manos la sangre aun caliente correo como ríos sin un final. Aun no está seca. Si, es real. No sé lo que ocurrió. No, no podía más. Una cierta rabia incontenida, una cierta impotencia arrebatada, una cierta ganas me dio la oportunidad. El o yo. Yo o el. Si, es real. La lucidez por un momento me dio las fuerzas suficientes y no sé cómo arremetí contra él. Sí, es  real. Tanto que ahora me siento descansar. Un descanso que se verá turbado por una sociedad impía. Pero descanso ¡La paz¡
Voz 1: lo ha matado.
Voz 2: Muerto está.
Voz 3: Lo ha matado y muerto está.
Y
Porqué. Tenías que acudir a que te auxiliarán. Yo te escuchaba y te escuchaba y en mi una gran pena sostenida me quitaba la respiración a cambio de lágrimas. Veía tu cabeza gacha recorrer las calles como en una huída interminable, voraz que te acechaba. Y ahora, el monstruo, la bestia negra no existe.
X
Si, es real ¡Te lo juro que no podía más¡ Tantas violaciones a mi existencias y etc. …Para que hablar . Tú ya sabes lo que había. Muchos saben lo que había. Y todos callaron no sé si por protegerme o por miedo a él, a las consecuencias. Ahora mira ¡Mírame¡ ¡Mis manos¡ Manos de sangre. Manos del fin de la tortura. Manos aferradas a un remordimiento nulo. Como pude haberlo…no lo entiendo.
Voz 1: lo ha matado.
Voz 2: muerto está.
Voz 3: lo ha matado y muerto está.
Y:
Dirás que fue en tu defensa. Dirás de la brutalidad de sus agujas. Dirás de ese castigo durante años. Todos lo saben. Todos callaban. No te preocupes en ese sentido. Te espera un arduo camino pero el final será benevolente, reza a las estrellas. A este sol que hoy impregna la bóveda celeste.
X:
Si. Pero no necesito rezar a nadie. Me siento agazapada en la serenidad sin comprender como he podido acabar con él…¡con él¡ Me da igual mi mañana. Presa me llevarán. Pero qué más da. El tormento ha terminado. Este es el fin. El o yo, yo o el.
Voz 1: lo ha matado.
Voz 2: muerto estás.
Voz : Lo ha matado y muerto está.
Y:
Una luz se posa sobre tu hombro. Una luz que te guiará en las jornadas serenas del hoy, del presente. Tus manos manchadas de un demoniaco. Lávate mujer. Limpia todo mal que llevas encima de ese aberrante ser. Que su alma descanse entre ortigas. Que su alma se esparza en las hogueras del castigo. Ahora, descansa. Ven. Ven aquí. Yo te apoyo. Gritaremos si es necesario. Correremos libres ¡tu libertad¡
X:
Si ¡la libertad¡ Tomo aire, hace tanto tiempo…No, no recuerdo la última vez que inspiré y espiré. Espirar e inspirar…la tranquilidad me ata. No sé por qué. El suceso es grave, muy grave. Pero aún así siento que mi existencia se vuelca en la calma. Si ¡la libertad¡ Hablar sin temores, moverte sin clavos pisoteando mis pasos. Ahora mi cuerpo es mío. Ahora mis sentidos flotan en mareas calmas.
Voz 1: Lo ha matado
Voz 2: muerto está.
Voz 3: Lo ha matado y muerto está.
Y:
Vamos amiga mía. Bajo este techo relucirás con la plenitud de los años. Vamos.
X:
Si.

martes, septiembre 18, 2018

A veces....




A veces nos turbamos,
Ausentamos la vida
A modo de ingravidez.
A veces arribamos en la oscuridad,
De unos ojos, de unas manos
Condenadoras de la paz.
A veces nos sentamos,
Ante lo belicoso de ciertas existencias,
De ciertas almas impotentes al despecho
Al sin corazón de un mundo que gira y gira
Entorno al cansancio.
Pero a veces despertamos,
Tiramos rajando las manías nefastas
En el silencio…en el silencio.

sábado, septiembre 15, 2018

No sé por qué...


No sé porqué, las miradas se cruzan en esa caricia de puentes estrechos sin aire. Nos desnudamos y mudamos nuestra fuga lejos, donde los párpados con velo eclosionan el rocío de los besos. No sé porqué un reloj se estanca en su tic-tac y somos alas imperfectas del tacto atrapado en los luceros del amor. El muelle cercano y no sé porqué damos un paseo, barcos gigantesco que no sabemos a dónde van, de dónde viene pero qué más da, no interesa. El calor aprieta y la danza de los transeúntes son posibles caras conocidas, desconocidas manejadas por la rutina de la mañana. El mercadillo deshabitado de flores, de aromas, de los olores de antaño solo un pan de leña, un queso de la cumbre nos lleva hasta ellos. No sé porqué atendemos a nuestros secretos, a nuestro ayer ¡Para qué¡  me digo, te dices y nos asalta la risa. No sé porqué, no comprendo, no comprendes de lo complicado del aire que respiramos. No sé por qué nos abrazamos, no más.

Y dices...


Y  dices de tus pisadas,
Libres, soñadoras, brotando
A ras de la exuberante hierba seca.
Y dices de tus palabras,
Concisas, calladas, neutrales
Nota  de la dispar confluencias de los ojos.
Y dices  de la nada,
Paz, poblador, carisma
De la cura de tu verticalidad.
Y dices ….y dices nada,
Solo, lo liviano de tus espaldas,
De la oquedad gravitando
En los ratos del silencio, del descanso.
Y dices  de tu sonrisa,
Para que más,
Inconclusa en medio de las sombras.

viernes, septiembre 14, 2018

LAS HOGUERAS DE LAS HORAS...


No sabía por los astros seguían ahí, contemplándola, lamiendo cada impulso de sus pensamientos. Ella, retorcida en el vientre de la madre naturaleza. La amaba y su belleza perfecta contemplaba absorta a medida que las horas se desvanecían. No sentía ganas de hablar, ni tan siquiera para ella misma. Solo, el resonar del oleaje invitándola a ser parte de él. Su atracción superaba cada nocturno sorprendiéndose con sus pies desnudos en la orilla, en la oscuridad de noche sin luna. Solo, los astros seguían ahí, convencidos de que ella los amaba. Se giraba en sí misma con la rutina del tiempo y el cansancio no cesaba.
Astros:
Estamos aquí, en el todo del universo absorbiendo del aroma de esa esfera llamada tierra. Tu estás ahí, callada, admirando nuestro brío en la noche. En la noche cuando la luna sin palabras se aleja de tus ojos. Ojos cenizos de alguna tristeza, de alguna pesadez.
Ella:
Si os miro cuando la luna no asalta en su lucidez. Mis penas son monólogos de años que acompañan a mis manos, vacías, inertes, yermas. Por ello, aquí estoy, mirando…mirando la chispa de vuestra calma antes las turbulencias de los días.
Astros:
Es angustioso como  vosotros, los llamados humanos, terráqueos os expandís en violentas, en causas ajenas a la nobleza y a la paz. No  decimos todos pero en cierto grado el poder maneja los hilos de ese mundo hacia la condena de los espíritus libres, pacíficos  en pozos oscuros ¿ Habrá o no habrá salida? Llevamos aquí muchos soles y todo igual, la caída de la entereza de aquellos luchadores de la paz.
Ella:
Yo soy yo. Y decido paz. Y decido libertad. No señaléis a todos, al todo. Nos llevan por precipicios pero qué hacer en la inmensidad de lo grotesco, de lo bestial, de lo desgarrador en lágrimas de impotencia. La cura sería criarnos como amigos, uno y otro de la mano, sin la perspectiva del color, de las ideologías, los pensamientos aferrados a lo nefasto.
Ballena:
Uhh. Uhhhh. Ven aquí mujer de las estrellas, nada con nosotras en esta noche de entrega las estrellas del misterio. Aun queda cierto retazo de benevolencia, de una belleza que será intocable a través de los años.
Astros:
Vete con ella. Ella que sabe de las canciones del amor, de lo hermoso, del equilibrio, de la calma.  Como mujer de los alientos positivos crecerás y te hallaras mejor.
Ella:
Sí, existe la solución
Eah, eah
Hechizo de ballenas.
Canto de astros.
La noche.
¡La noche¡
Cuando los sonidos del dolor duermen,
Cuando los pensamientos regresan
A nuestros sentidos.
Eah, Eah
Manos  lanzando lo sano,
El vuelo de palomas
En los balcones perdidos
En el adiós.

Y callaron, se recogieron cuando la aurora esboza su sonrisa y las constelaciones descansan. Y  callaron como esclavitud de las vivencias de la nueva rutina de las horas hasta que el sol fuera invisible en sus ojos, en sus sentimientos. Y callaron, ella, de retorno bajo su techo. Y se callaron, todo comenzaba de nuevo, todo rotaba en torno en las hogueras de las horas. Y callaron, y vino la luz de la mañana, y vino el andar ciego de la ciudad.

martes, septiembre 11, 2018

Perdida...


Perdida en la plenitud de un boscaje con sombras de algunos rayos solares intentando penetrarlo hasta su húmeda tierra. Distraída en la belleza de esos instantes me arrime a un pequeño arroyuelo que todavía quedaba de las lluvias. Bebí de él. Un sabor inexpresable, ininteligible para aquellos que no se han arrodillado en la madre tierra, maltratada, asustada por la multitud de escombros, sobre ella, arrimados.  Pero allí la pureza de la laurisilva hacia un hueco en el ayer, en un ayer de milenario. Yo, solitaria, me levante, extendí mis brazos y tuve la visión de yeguas trotantes por las inmediaciones. Solas, vírgenes de las ataduras. Sentía sus pisadas, me aproximé a ellas. En coro, alrededor de una laguna danzaban a los relinchos de la libertad. En cierta manera comprendía. En cierta manera entendía su estado. Despacito me fui desnudando. Despacito me fui acercando. Despacito me entregue a esa manada de yeguas que seguían en la rutina de la danza en derredor del lago. Las imité, me dejaron. Cuando la tarde llegó, la oscuridad venía con su dejadez, con su emoción, con su sudor. Ellas se retiraron, se fueron a no sé dónde. Yo me quede alrededor del lago, seguía con aquella danza cautivadora, embriagadora del repaso de mi existencia. En el centro del lago de repente una llama se alzó, una llama que iluminó todo mi cuerpo, todos mis sentidos. Y comprendí, comprendo la dicha de la libertad por unos momentos que serán eviternos, comprendo la belleza de mis manos que arrastrados cadenas a lo largo de los años. Ahora,  entregada a mis criterios, al dulce aroma de mis pasos, al emocionante ritmo de las horas.

sábado, septiembre 08, 2018

Su niña...





El crepúsculo esboza cierta sonrisa que hace que los cuerpos en vertical anden por la urbe. Cuerpos de miradas anónimas caminando a sus destinos. Ella, se levanta e inmediatamente mira la cama que tiene al lado. Ahí, su niña. Su niña pequeña. Le besa la frente con todo su cariño, con todo su amor. Busca el resto de un ayer, un ayer en la que no existió. Ella y su niña, su niña estática, inmóvil en el tiempo. El verano daba a su fin, un sudor palpitante se pegaba a sus espaldas y ella y su niña quieta. La coge en sus brazos y se pone ante la ventana. Le enseña donde vive. Para que no pierdas mi amor, le dice. Le habla de la vida con un monólogo que sobrepasa el vertiginoso pasadizo de la nada. Sí, la nada, de ella. Simplemente le narra historia tras historia detrás de aquellas paredes. La niña ni se inmuta. Ella al principio pena pero luego toma aire y en su lenta respiración sigue contando. Acuérdate hija de todo lo que cuento, este aire que respiramos puede ser bueno en primera presencia pero luego…luego los monstruos de la oscuridad saciarán tu verdad con velos de púas. Acuérdate hija de ser estudiosa, lectora de múltiples maneras , ello, te dará el suficiente conocimiento para abrirte a este extraño mundo. Y así seguía a lo largo de la jornada, hasta que los luceros del nocturno avanzaban para mecer la luna, la luna blanca, hermosa. Ella cogía a su niña y la posaba sobre la cama y la observaba, inamovible, de movimientos paralizados. Su memoria se retorcía de impotencia, sus sentidos se desvanecían en incomprensión. Aun así, era su niña, su niña muerta, su niña muñeca.


sábado, septiembre 01, 2018

Sigamos....


Sigamos.
No. Es mejor quedarnos aquí a la intemperie perdida en el ciclo de las horas, de los momentos con el brío apagado de las olas…olas.
Sigamos.
No. Es mejor estar unidas en la inmensidad de los astros, de un universo hechicero de nuestro estático pero vertical correr de las acaricias.
Sigamos.
No. Es mejor estar perdidas ante tanta polución, ante tanta lengua de alfileres en su aburrimiento, en su inutilidad.
Te escucho. Pertenecemos a un mundo aparte donde los recuerdos nos reconforta de cuando éramos más jóvenes, más vitales y corríamos contracorriente. Te entiendo, cansada, neutra, con la levedad del aroma de la mar prefieres estar aquí…a solas, conmigo contemplando el concurrir de las jornadas. Es nuestra huída particular o no. Te confirmo que estoy de acuerdo contigo, aquí quietas, dejando pasar horas, los astros, la polución.
Sí. Confinadas al espacio de nuestros latidos lumbre de nuestros besos, de nuestras palabras hasta el fin...y qué fin , me pregunto. Lo eviterno se vuelve estallido de un resplandor cuando en la vida acordamos, somos cómplices del tiempo.
Te escucho. Parece que llueve, nuestras ropas no sirven de nada. Mira, mira allá lo lejos, son ballenas en la despedida de la tarde, en la bienvenida de la noche, en la libertad de sus cantos bajo un océano sibilino.
Si. Nos entregaremos como agua que somos al mar, nadaremos y bucearemos junto a ellas. Vamos.
Te escucho. Pero aún es temprano, una idea precoz que hace caer en la desesperanza del mañana, del jaleo de despertares esbozados en una sonrisa. No, todavía no, los dejaremos a su ritmo, nosotras tomaremos el aliento de la vida. De esta vida muerta.
Un gato maúlla. Un perro ladra. Pardelas lanzando el quejido de la humanidad cuando el nocturno penetra en las rocas de las olas rompientes. Se escucha un tiro. Cristales rotos. La distorsión de una sociedad que se vuelve vulnerable.
Vámonos. En la huída está nuestro renacer en el equilibrio. Esta atmósfera está viciada de sangre, de ojos blancos, de corazones estrangulados.
Si ¿habrán niños? ¿Habrá mujeres? ¿Habrá hombres? Nacidos con el tambor  que decapita todos los sueños. Nacidos con los cuchillos que raja sus pasos a lo largo de la existencia. No sé lo que siento, estoy cansada…da asco esos que se esconde detrás de sus escudos de minas. La gangrena arremete contra las ciudades en la miseria,  en la muerte, en el más absoluto silencio.
Vámonos. La tormenta está cerca, muy cerca. Una tormenta donde la nada nos rodeara y seremos vacío. Solo vacío. Aún no quiero despedirme de ti. Aún tenemos que cabalgar mansamente por las praderas de verdes hierbas y subir a la cima más alta para gritar libertad, esperanza. Todo ha terminado.
Si. Me elevo y solo veo llantos desgarradores y solo veo sangre y más sangre ¿ Para qué continuar? No merece la pena. Todo tiene que cambiar, dar un giro a la visión de los otros. Sí, los otros, los que con sus combates y guerras exterminan los inocentes.
Vámonos. Ya es hora.
Sí. Ya es hora. Atravesaremos el espejo que nos refleja y en su opacidad seremos ajenas a este turbulento designio de estas tierras pero, estarán las murallas de fuego, de veneno, de elocuentes navajazos para quien intente ¿Existen las fronteras? Solo en las miradas torpes, absurdas, incoherentes
Un gato maúlla. Un perro ladra. Pardelas atravesando a trompicones una frontera que a la luz de su sombra no existe. No. No existe. El mar tan lejano, tan cercano. Ballenas lanzando gemidos cuando la luna se evapora ante tanta y tanta penuria. Tal vez exista la magia, una magia que lucubre sobre la existencia como benefactora del bien, de la paz. Mientras, ellas, siguen  oteando el horizonte donde las ballenas lloran.