sábado, septiembre 01, 2018

Sigamos....


Sigamos.
No. Es mejor quedarnos aquí a la intemperie perdida en el ciclo de las horas, de los momentos con el brío apagado de las olas…olas.
Sigamos.
No. Es mejor estar unidas en la inmensidad de los astros, de un universo hechicero de nuestro estático pero vertical correr de las acaricias.
Sigamos.
No. Es mejor estar perdidas ante tanta polución, ante tanta lengua de alfileres en su aburrimiento, en su inutilidad.
Te escucho. Pertenecemos a un mundo aparte donde los recuerdos nos reconforta de cuando éramos más jóvenes, más vitales y corríamos contracorriente. Te entiendo, cansada, neutra, con la levedad del aroma de la mar prefieres estar aquí…a solas, conmigo contemplando el concurrir de las jornadas. Es nuestra huída particular o no. Te confirmo que estoy de acuerdo contigo, aquí quietas, dejando pasar horas, los astros, la polución.
Sí. Confinadas al espacio de nuestros latidos lumbre de nuestros besos, de nuestras palabras hasta el fin...y qué fin , me pregunto. Lo eviterno se vuelve estallido de un resplandor cuando en la vida acordamos, somos cómplices del tiempo.
Te escucho. Parece que llueve, nuestras ropas no sirven de nada. Mira, mira allá lo lejos, son ballenas en la despedida de la tarde, en la bienvenida de la noche, en la libertad de sus cantos bajo un océano sibilino.
Si. Nos entregaremos como agua que somos al mar, nadaremos y bucearemos junto a ellas. Vamos.
Te escucho. Pero aún es temprano, una idea precoz que hace caer en la desesperanza del mañana, del jaleo de despertares esbozados en una sonrisa. No, todavía no, los dejaremos a su ritmo, nosotras tomaremos el aliento de la vida. De esta vida muerta.
Un gato maúlla. Un perro ladra. Pardelas lanzando el quejido de la humanidad cuando el nocturno penetra en las rocas de las olas rompientes. Se escucha un tiro. Cristales rotos. La distorsión de una sociedad que se vuelve vulnerable.
Vámonos. En la huída está nuestro renacer en el equilibrio. Esta atmósfera está viciada de sangre, de ojos blancos, de corazones estrangulados.
Si ¿habrán niños? ¿Habrá mujeres? ¿Habrá hombres? Nacidos con el tambor  que decapita todos los sueños. Nacidos con los cuchillos que raja sus pasos a lo largo de la existencia. No sé lo que siento, estoy cansada…da asco esos que se esconde detrás de sus escudos de minas. La gangrena arremete contra las ciudades en la miseria,  en la muerte, en el más absoluto silencio.
Vámonos. La tormenta está cerca, muy cerca. Una tormenta donde la nada nos rodeara y seremos vacío. Solo vacío. Aún no quiero despedirme de ti. Aún tenemos que cabalgar mansamente por las praderas de verdes hierbas y subir a la cima más alta para gritar libertad, esperanza. Todo ha terminado.
Si. Me elevo y solo veo llantos desgarradores y solo veo sangre y más sangre ¿ Para qué continuar? No merece la pena. Todo tiene que cambiar, dar un giro a la visión de los otros. Sí, los otros, los que con sus combates y guerras exterminan los inocentes.
Vámonos. Ya es hora.
Sí. Ya es hora. Atravesaremos el espejo que nos refleja y en su opacidad seremos ajenas a este turbulento designio de estas tierras pero, estarán las murallas de fuego, de veneno, de elocuentes navajazos para quien intente ¿Existen las fronteras? Solo en las miradas torpes, absurdas, incoherentes
Un gato maúlla. Un perro ladra. Pardelas atravesando a trompicones una frontera que a la luz de su sombra no existe. No. No existe. El mar tan lejano, tan cercano. Ballenas lanzando gemidos cuando la luna se evapora ante tanta y tanta penuria. Tal vez exista la magia, una magia que lucubre sobre la existencia como benefactora del bien, de la paz. Mientras, ellas, siguen  oteando el horizonte donde las ballenas lloran.

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