No sabía por los astros seguían ahí, contemplándola,
lamiendo cada impulso de sus pensamientos. Ella, retorcida en el vientre de la
madre naturaleza. La amaba y su belleza perfecta contemplaba absorta a medida
que las horas se desvanecían. No sentía ganas de hablar, ni tan siquiera para
ella misma. Solo, el resonar del oleaje invitándola a ser parte de él. Su
atracción superaba cada nocturno sorprendiéndose con sus pies desnudos en la
orilla, en la oscuridad de noche sin luna. Solo, los astros seguían ahí, convencidos
de que ella los amaba. Se giraba en sí misma con la rutina del tiempo y el
cansancio no cesaba.
Astros:
Estamos aquí, en el todo del universo absorbiendo del aroma
de esa esfera llamada tierra. Tu estás ahí, callada, admirando nuestro brío en la
noche. En la noche cuando la luna sin palabras se aleja de tus ojos. Ojos
cenizos de alguna tristeza, de alguna pesadez.
Ella:
Si os miro cuando la luna no asalta en su lucidez. Mis penas
son monólogos de años que acompañan a mis manos, vacías, inertes, yermas. Por
ello, aquí estoy, mirando…mirando la chispa de vuestra calma antes las
turbulencias de los días.
Astros:
Es angustioso como
vosotros, los llamados humanos, terráqueos os expandís en violentas, en
causas ajenas a la nobleza y a la paz. No
decimos todos pero en cierto grado el poder maneja los hilos de ese
mundo hacia la condena de los espíritus libres, pacíficos en pozos oscuros ¿ Habrá o no habrá salida? Llevamos
aquí muchos soles y todo igual, la caída de la entereza de aquellos luchadores
de la paz.
Ella:
Yo soy yo. Y decido paz. Y decido libertad. No señaléis a
todos, al todo. Nos llevan por precipicios pero qué hacer en la inmensidad de
lo grotesco, de lo bestial, de lo desgarrador en lágrimas de impotencia. La
cura sería criarnos como amigos, uno y otro de la mano, sin la perspectiva del
color, de las ideologías, los pensamientos aferrados a lo nefasto.
Ballena:
Uhh. Uhhhh. Ven aquí mujer de las estrellas, nada con
nosotras en esta noche de entrega las estrellas del misterio. Aun queda cierto
retazo de benevolencia, de una belleza que será intocable a través de los años.
Astros:
Vete con ella. Ella que sabe de las canciones del amor, de
lo hermoso, del equilibrio, de la calma.
Como mujer de los alientos positivos crecerás y te hallaras mejor.
Ella:
Sí, existe la solución
Eah, eah
Hechizo de ballenas.
Canto de astros.
La noche.
¡La noche¡
Cuando los sonidos del dolor duermen,
Cuando los pensamientos regresan
A nuestros sentidos.
Eah, Eah
Manos lanzando lo
sano,
El vuelo de palomas
En los balcones perdidos
En el adiós.
Y callaron, se recogieron cuando la aurora esboza su sonrisa
y las constelaciones descansan. Y callaron como esclavitud de las vivencias de
la nueva rutina de las horas hasta que el sol fuera invisible en sus ojos, en
sus sentimientos. Y callaron, ella, de retorno bajo su techo. Y se callaron, todo
comenzaba de nuevo, todo rotaba en torno en las hogueras de las horas. Y callaron, y vino la luz de la mañana, y vino el andar ciego de la ciudad.
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