viernes, mayo 30, 2008

Monologos con la luna (1º)


Aprisa, aprisa
Te esperaba soledad
Como siempre
Entre los contrastes de las mareas
Que me embauca
Hacia un submundo de mustias flores
Sin el tierno azul de las acaricias,
Sin el balanceo plateado de los plumajes,
A la deriva por nubarrones animados.
¿Qué dices?
¿Qué hablas?
Sí, ya se,
Que eternamente serás mi amante
Como témpano de hielo,
Como templos derruidos
Cruzando en mi desencuentro.
Ubicada en cada desgajar
De mi vuelo
Por la dulce mirada del sueño.
Siempre, tan amiga.
Siempre eco de mi silencio.
Siempre palabras de mi alma
La cual ahonda
En parajes turbios,
La cual anida
En risas áridas.
¿Qué dices?
¿Qué hablas?
¿Qué si he sido hallazgo del amor?
De esa corriente de tulipanes
Acariciando mi cuerpo.
Tú, ¿qué opinas?
No ves mis pasos,
No ves mis alas abatidas,
No sientes la cascada de mi sonrisa
En un pacto con el descuido
Donde el revivir de mi corazón
Es absurdo vaivén de la clausura
De tempestad de mi mañana .
¡Mírame ¡
¡Examíname¡
¡Rastréame¡
Soy inercia
Del planear entre tundras,
Soy caída
Bajo este corrompido techo
Donde la calidez es espantada
Por el apuñalar de la esperanza.
¡Fíjate ¡
¡Me siento morir ¡
Mis llamaradas insípidas
Se hallan desbordadas
Ante toda la censura
De un sueño de amor.
¡El amor ¡
¡El amor ¡
¡Sueños de amor ¡
Playas vacías
Donde sabinas sangrantes
Aclaman a la melancolía
En las llagas de mi reconditez.
¡Sueños de amor ¡
Ahora, intranspirables a mis días
Donde la vejez de mi pecho
Sólo es reflejo
De una vida perdida
Por ese atracar
En tierras sin el cepo de la raíz
Que ahorque mi insonoridad.
Carcomida, desorientada
Sin sed que nutran
Esas huellas
Como un retoñar de la vida.
¡Sí soledad ¡
Soy océano, soy tormenta
De muertos flotantes.
¡Pétalos raídos ¡
Sin la sedosa frescura aromatizante
Que se alza al alba.
Pero, ¿sabes?
Me deleita tu sombra:
Apagada, serena,
Manto de terciopelo
Que acecha mi nada.
¡Sí , la nada ¡
Esa nada
Que nos lía
Por los abruptos acantilados
De la tristeza,
De la libertad utópica,
De la marginación
De mi fragancia.
Esta fragancia
Que estación tras estación
Se ha ido troceando
Hasta no más que ser
Estela de sables.
Ya sabes soledad
No espero nada,
No espero a nadie.
Sólo, el revuelo prodigioso
De las aves en el crepúsculo.
Sólo, la tierna atmósfera
De las olas
Sobre mi desnudez.
Sólo, el silbo de los boscajes
A mi olvido.
¿Por qué será?
Tal vez
Porque nunca sentí
El roce de su cuello
Sobre mis manos,
Estas manos desamparadas,
Infértiles para la ensoñación,
Sólo estas paredes que me astillan.
Tal vez,
Porque nunca sentí
Un “ te quiero”
Sólo, el susurro de agujeros negros
Dando zoco a mis deseos.
¡Constelaciones esfumadas¡
¡Desertización de mi ímpetu¡
¡Agotamiento precoz ¡
Pero, a veces,
Sólo los sueños
Son balada infranqueable
Donde tú no te acuestas, no me tocas,

Donde mis profundidades
Hace señas de un arco iris
Para yo ser jinete
De la maravilla revolucionaria
En mi letargo,
Sin la mortandad
De las plomizas nubes
Que pasan
Sin presentar esa imagen
Con esa misteriosa gruta
Que me imante,
Que me gravite
Como extraordinario revuelo
De una danza de su piel
Sobre mis labios
Hasta el éxtasis.
¡Sucumbir como presa
De su aliento ¡
No, ¡no ¡
Sólo, el tuyo soledad,
A veces abismo
En el retozar de mi encuentro
Por calles solitarias.

miércoles, mayo 28, 2008

Cuando


Cuando la luna
Llama a la oscuridad
Por pasillos encantados
Donde pinos ondeando
Un arco de constelaciones
Hace jadear
A las amantes en eterna lucha
De unos besos en libertad,
De unos cuerpos mezcolanza
Del salvaje silbido del viento
Que dice:
¡Ay mi amor
Nos batimos contra espumas de rocas
En el canto álgido y bello
Del frisar de nuestros cuerpos desnudos!
¡Diamantes de lavandas susurran
El resonar de nuestros labios ¡
Y el pinzón azul escurridizo
Teje esa elipse en que llamas
De deseo eterniza la pasión.

martes, mayo 27, 2008

La tarde


La tarde,
Trozos de papel
Donde se evade el sueño
Siempre a la sombra de nubarrones
Que te hacen andar por pantanos
Donde tulipanes negros crecen.
La tarde,
Desertificando despacito
Estas manos que no son
Auge del amor.
Me reclino y mi respiración tosca
Acaricia tu imagen
Eclipsada en el tiempo
De mareas deformes.

jueves, mayo 22, 2008

Almas que silban al olvido

Almas que silban al olvido,
Canoas que en su vaivén
Se vierten por bosques frondosos
Donde la sequedad de sus labios
Los aísla hasta la extinción.
Pueblos que con el paso del tiempo
Son costumbres inamovibles,
Son cultivo de un sibilino aroma
de frescor bajo las llamaradas
Benevolente del paso de los siglos.

sábado, mayo 17, 2008

Renacer

Renacer bajo las inclemencias de una tempestad de hojarasca. Su piel es desfiladero de agrestes esperanzas donde el ave de la vida no la acoge. Derrotada, sumergida en una soledad que a galope desnuda cada uno de sus sueños para transformarlos en un viento de cenizas, que se va, que se evade por muertas palabras. ¡Su grito¡ ya no se siente en el latigazo fecundo de su baile con el herrumbre. De espaldas al agua mágica del amor su errar la lleva a barrotes de sal, a la nada, a la nada…

domingo, mayo 11, 2008

La luna hechizante...


La luna hechizante
En el regazo de Sirio
Cabalgante de nuestros lazos
Por tierras extravagantes en verdor.
La materia viva que se engendra
En la sombra de cuerpos circulando
Por la plenitud del amor.
Las singladuras de un día
Que se sostiene con nuestra mirada.
Flautas danzan en el discurrir de una caricia
En las cascadas que se dilatan
Junto a un acebuche serpenteante
En la felicidad de nuestra sombra.

jueves, mayo 08, 2008

Despertamos...

Despertamos en el jaleo
De las aves que ven
Tú sombra pasar,
Invocada por aguas freáticas
Al son de un cuerpo desnudo
Que teje la verdadera
Melodía del deseo.
El deseo de ser sima
De unos labios
Que con el tiempo que se van
Adhiriendo a la libertad
De unos besos,
De unas acaricias,
Del flujo uniforme de la lava
Que corretea por sus venas
Bajo la luz ondulante
De las arboledas.

martes, mayo 06, 2008

LA MUERTE



LA MUERTE
La tarde es naciente de la penumbra. Una niebla densa y viscosa merodea por cada una de las casas del pueblo despertando así el olor a bosque, a hierba. La casa de Anne se encuentra apagada, no hay luz en su interior. Ella, de rodillas, se halla en los campos de cultivos. Está sola con el párroco del pueblo.
- ¿Por qué? ¿Por qué me tiene que suceder esto a mí?- dice ella en un sollozo que hace ser más fúnebre el ciprés que está detrás de ella.
- No hija mía. El ahora estará allá arriba en la vera de Dios descansando.-sermonea el párroco a la vez que pone su mano sobre la cabeza de Anne.
- No padre. ¡No¡ Ello es imposible- grita Anne
El aroma del azahar vuela alrededor de ellos. Una pequeña brisa se levanta anunciando la huída de la niebla.
- Pero hija. Como que imposible. Dios lo cuida ahora. Su alma vaga entre nosotros. Reza por él.
- ¡Rezar¡ ¿Rezar a dicho? Váyase usted a la mierda. No creo en sus rezos. No creo en su Dios. ¡Creo en la vida¡ Esta vida que nos viste de palabras, de silencios, de acaricias.
- ¡Anne¡ ¡Anne¡ Comprendo que estés dolorida y más con este tipo de muertes repentinas. Pero, no olvides hija, existe Dios. El está ahí- el cura con paciencia implanta esas palabras.
Anne se levanta. Se vira hacia el ciprés. En él ve una figura fantasmagórica que le hace palidecer.
- Anne , ¿qué te pasa? ¿Te encuentras bien?
- ¡Qué me pasa¡¡Qué me pasa¡-la histeria la cruza- Pero es que no se da cuenta. Dígame, no se da cuenta. Mi marido se ha muerto- el llanto la caza-Sí, señor cura.¡ Mi marido ha muerto esta mañana por estos campos¡ Toda su vida cuidándolos. Y , ahora, observe como se lo agradecen. ¡Qué me pasa¡ Usted viene con sus chorradas, con su palabra serena intentado inculcarme ese culto a un Dios que no existe. Después de la muerte no hay nada. Yo sin él soy nada.- grita.
La noche con celeridad los aparta de la última claridad. Se presenta fúnebre y devastadora. La humedad corretea por cada uno de ellos. De los naranjeros, ejemplos de espíritus de la oscuridad, son quejido. Anne se vira y enclava sus pupilas de cuchillos con las del cura. El tambalea un poco en el poder de convicción y se siente invadido por el temor a esa mujer.
- No pienses así Anne. Medita. Creo que deberíamos volver a tu casa.
- Usted no es quien para decirme lo que he de pensar. Yo no tengo que meditar nada. Tengo mis propias ideas si lo quiere saber y su Dios no está en ellas.- con un aullido feroz y agresivo Anne se desahoga con el cura- Y si quiere saber si voy a volver a casa, olvídese. Me quedaré aquí. Aquí donde la muerte sorprendió a mi querido esposo- se aproxima al cura con una insinuación cínica- Usted señor cura ha estado toda la vida solo, no. ¿Alguna vez se ha enamorado, ha besado, ha penetrado su lengua que solo sirve para sermones, creo yo, en la boca de una mujer?
- Pero como se le ocurre decir esas cosas- se ruboriza y su tez toma un color carmín- Comprendo el estado en que esta.
- ¡El estado en que estoy¡ Estoy perfectamente. Se ha muerto mi marido. Usted, tal vez , no lo comprenda. Y quiero permanecer aquí toda la noche. Aquí en el último lugar que estuvo con vida y saborear así todos estos años que trabajamos juntos. Hágame el favor de irse. Largase maldito. Quiero estar sola.
- No, hija. La soledad y tus condiciones no son buenas aliadas.
- Pero, de que va usted.- lo señala con el dedo- ¡Lárguese¡- se lleva las manos a la cabeza y se tira de los pelos.
- No puedo dejarla usted en este estado. Compréndame.
- ¡No¡ No lo comprendo. Acaso , me esta llamando loca. Loco es usted con sus estúpidas creencias.-dice airada
El nocturno se acopla absolutamente. La niebla es muda. El viento calla. La luna emerge como amiga de aquellos que buscan el camino. El cura cabizbajo se va con paso lento. Anne se vuelve otra vez hacia el ciprés. Se aproxima mientras sus fuerzas desfallecen paulatinamente. Lo abraza como si de su amor se tratara. Siente de el llamas encantadas que la azotan con una leve tonada. Ve su imagen. Lo siente. Se querían tanto… Ante sus ojos la escena de sus cuerpos sudorosos cuando terminaban la labor. Ante sus ojos la escena de esa ducha juntos para después cenar.

domingo, mayo 04, 2008


Se reproduce igual que las alas de mariposas que van a la deriva de su ser. Mesetas inconfundibles donde la bocanada de penas se respira al son de un retorcido desierto. Ella va con un pasadizo sobre sus hombros donde la búsqueda del amor queda atrapada en el devastador silencio. Aguas arriba mira, observa, examina y una luz densa de nostalgia la diseca para que sus ojos no vuelvan más a ese ayer fantasma en el que esqueletos flotantes de cenizas la siguen, la absorben, la revientan. Evoluciona, triste y apagada, hacia un mundo donde el amor la acoge inexorablemente en una nave de plata rumbo a la alegría, rumbo a esa fe que constructivamente nos apresa en el si. Sí, hoy alzare mi vuelo por laderas verdes cuyo frescor acaricie mi vientre.