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Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
El
Verdor es exultante. Manantiales que corre en toda la dimensión del paraje.
Arboles de enorme estatura azocando. Un sol que penetra en sus entrañas.
ESCENA
1
Niño:
Despierto.
No hay piedras alrededor de mi ¿dónde estoy? Tal vez esté muerto por lo que
puedo observar. Y ¿mi hermano? Recuerdo que lo estaba esperando cuando me
dormir de agotamiento. Mis piernas ya no me duelen. Las muevo y también mis
brazos y siento su rápida recuperación ¿ dónde estoy? Quizás estaré soñando
todavía pero yo vi a mi hermano y no está. Miro a todos los lados y desconozco
donde se encuentra. Apenas hallo restos del ayer. Sí…sí, yo trabajaba o creo
que trabajaba. El sol incide en mis ojos y no me deja ver con aplomo todo lo
que rodea. Me levanto. Me estiro. No hay dolor, ni siquiera alguna tristeza
conversando conmigo. Por qué estoy aquí. No, estoy soñando. No puede ser real.
Hay mucho color, sobre todo el verde. También hay mucho fresco que llega a mi
cara y me agradable. Me doy cuenta de una cosa, estoy solo en este extraño
lugar. Nunca había visto esta clase de paisajes y me conmueve. No se ha donde
caminar. Toco las palmas para comprobar que no estoy soñando y me siento,
siento mi cuerpo ¿dónde estoy? ¿Cómo he llegado a este lugar? No salgo de mi
asombro. Sí, estoy asombrado. Lo que es cierto que hay una cosa que no tengo,
el miedo. El miedo se ha ida. No me da miedo este lugar. Beberé un poco de agua,
de aquí. Hay arroyuelos por todas partes y no veo a ninguna persona.
La
anciana:
Hola
buen amigo. Pero qué joven eres ¿Quién eres tu?
Niño:
(se
encoge de brazos ante la anciana)
¿Quién
soy yo? Un chico. Estaba buscando a mi hermano. Sabe, lo vi antes y no recuerdo
bien.
La
anciana:
¿Lo
viste antes y no recuerdas? Qué hermano es ese.
Niño:
No
sé.
La
mujer:
¿No
sabes? Para empezar no he visto ese que dices que es tu hermano ¿Seguro que
tienes un hermano?
Niño:
(dudoso)
Sí
o creo que sí. Yo antes de dormirme lo vi acercarse.
La
anciana:
Chico,
no creo que tengas algún hermano ¿lo habrás soñado? Yo domino con mis ojos este
boscaje y al único que he visto es a ti ¿por lo qué he averiguado te ha traído
el viejo mirlo plateado?
Niño:
Eh.
La
anciana:
Si,
ese viejo pájaro que no sé donde se ha metido ahora. Qué el de explicaciones.
Niño:
(sin
comprender)
Eh.
La
anciana
Tú
no sabes por lo que puedo saber. Ese viejo pájaro te ha traído hasta aquí y
algún motivo tendrá. Bebe agua y duerme un poco más. El vendrá y te dirá el por
qué. Yo lo llamaré. Anda cierra los ojos. Cierra y cierra tus ojos. Sueña por unos
instantes, un sueño grato, alegre, que te lleve a sitios bellos y buenos.
(él
niño se queda dormido nuevamente)
¿De
dónde lo habrá traído el viejo mirlo plateado? Y si lo acogiera como mi hijo.
Hijo que no tuve, hijo en la muerte del paso del tiempo. Mi vientre seco dice
de mi vida en este rincón aunque de su esplendor siento solo silencio en mis
secas y arrugadas carnes. Hijo que no tuve, hijo de la muerte en el paso del
tiempo. Ay…tendré que hablar con el viejo mirlo de alas plateadas. Cierta
alegría ha vuelto en mí, una alegría que nadie palpa, que nadie saborea solo
los corazones sentados en el aislamiento, en las manos desérticas, en el pecho
hueco. Soy feliz y me entra ganas de canturrear en un murmullo para no
despertarlo ¡Viejo mirlo plateado¡ ¡Viejo mirlo plateado¡ dónde estará.
Diminutos ríos
conforman un paraje donde la naturaleza viva desde miles de años conquista las
raíces entusiasmadas en su verticalidad. En el boscaje donde la bruma y hojas
gigantescas hay una infinidad de arboles. Pero hay uno especial, el más anciano
de esa explosión de la madre tierra. El viejo mirlo plateado va hacia él
mientras sus pensamientos se vuelcan en el niño, en la niña, en muchos que les
han cortado el paso antes de brillar en la madurez de los años.
Mirlo:
Aquí estoy, todavía no
me ido a otros lugares de este planeta. Vuelvo a este maravilloso lugar donde
la naturaleza crece y crece en su curso natural. Hola querido árbol de la vida,
estoy otra vez en tu tierra y me siento agraciado y me siento dolido y me
siento con lágrimas amargasante lo que
discurre bajo la atmósfera que nos rodea.
Árbol de la vida:
Sí, aquí estás. Tú que
corres este mundo atrapando cada gota cruel. No hace falta que me digas a que
has venido. Tal vez , alguna mujer o hombre presa del olvido. Tal vez, algún
anciano o anciana presa de la soledad . Tal vez, algún espíritu inocente presa
de lo injusto, de abusos. No sé, no atino a averiguar, dime de qué se trata.
Mirlo:
Ahhhh…árbol de la vida.
Estoy cansado, cansado de tanta basura sobre aquellas vertientes no nace el
sol. El lado oscuro de las almas se empeña en hostigar, en martirizar, en
tortura al más indefenso de los indefensos. Sí, es cierto, vengo a pedirte
ayuda. Necesito de tu agua, de tu savia para sanar una existencia. Una vida
pequeña. Una vida corroída en su corta edad. Ahhh…dime árbol de la vida,cómo a un pequeño pueden robarle la sonrisa,
las ganas de continuar por los largos pasillos de esta existencia. Ahhh…dime
árbol de la vida, cómo puede morir este mundo que tenemos ante tanta
destrucción. La verdad , que aquí quieto contigo, mis pensamientos me llevan a
la tristeza. Una cierta angustia desquicia mi corazón y me siento cobarde. Sí,
cobarde. Somos cobardes…muy cobardes.
Árbol de la vida:
Uhm , lo que me cuentas
es repetitivo. Los siglos caminan pero el ser humano no cambia. No, no cambia.
Tan grosero. Tan grotesco. No todos. Peo hay que ser valiente para alzar la voz
en un grito de basta ya. Toma de mi lo que quieras, ya soy viejo. Alimenta a
esa criatura y si puedes, enséñala a cantar, a volar, a manejarse ante las
tempestades de la rutina, del hoy. Vuela viejo mirlo, vuela hacía el, no hay
tiempo que perder. Uhm y si puede ser que haga una visita, ya veremos que
hacemos de él. Anda, anda agujerea mi cuerpo y toma de mi líquido, de mi agua.
( y el viejo mirlo de
alas plateadas con su pico naranja, hace un agujero en tronco y toma de su
savia de la vida y se marcha con sus pensamientos)
Mirlo:
Qué triste son los
humanos en su soledad. Qué triste es son las barbaridades de sus mentes
abiertas al daño. Qué triste es no darse cuenta de lo desastrados que son. Qué
triste qué no sepan cantar. Qué triste que no sepan bailar al ritmo de sus vivencias.
Qué triste son sus quejas. Sí, sus quejas. De vez en cuando me aburren, un
cierto hastío de enojo ante los que no merecen respeto.Pero hay quien no dice nada, solo callar y
callar. Arrinconados en un túnel donde ellos buscan su propia luz, su propia
verticalidad. Me alejo de este paraje hermoso, casi perfecto y ya estoy donde
la desolación muerde las venas. Veo al chico, en su letargo, con el placer de
mis plumas arropándola del más cruel de los fríos, del más bestial de los
golpes.
Solo. El paisaje es al
mismo tiempo demoledor y apasionante. Un desierto de piedrasy el frente a la nada. Sus compañeros ¿dónde
estarán? No lo han esperado. Es tanto su agotamiento que le da igual. Su ritmo
es pausado. Su ritmo es triste. Su ritmo es apagado. Su ritmo es ausente a lo
que le rodea. Su respiración se calma y
se sienta sobre una piedra. Solo. La sed y el hambre se hacen hueco en su
estómago, en su garganta y parece delirar. Las piernas aun le duelen un poco
pero es como si no las sintiera, como si las hubiera tragado el vacío que
cabalga junto a él.
Niño:
Se han ido todos. No
puedo más. Aquí en el silencio de mi cuerpo, en el hambre y la sed que me azota
estoy invadido por ese sueño. No, no es
sueño es real. Veo a lo lejos venir alguien de mi estatura. Seguro que es el. Seguro
que se acercará a mí y me abrazará. Yo lo espero. Me duelen las piernas y no
puedo caminar hacia él. Hoy me encuentro débil, parece que me desmayo y un
hormigueo recorre mis manos ¡No¡ tengo que mantenerme firme, aunque, sentado
esperándolo ¡Qué silencio¡ y el está más cerca. Estoy mirándolo, su cuerpo se
agranda a medida que se acerca, a medida que el sueño me golpea. No, no quiero
dormir.
(El niño no se duerme
aún, espera arrinconado en una roca. La figura llega hasta el. Algo balbucea
pero no se entiende. Se posa en su frente y en el acto se transforma en un
mirlo negro de pico naranja.La persona
que veía era un mirlo.Un mirlo
gigantesco, con alas plateadas en su corpulencia negra)
Mirlo:
Me cofundes, no
importa. Aun respiras, ello es importante. Ser vital ante las circunstancia de
la existencia. Duerme tranquilo, te traeré algo de agua y tal vez podamos
conversar y tal vez puedas animarte y tal vez quieras seguirme. Me veías de lejos, la lejanía confunde a los ojos,
a los ojos desfallecidos, a los ojos lastimados, a los ojos del hambre, a los
ojos castigados por las inclemencias humanas. Agua y agua, te rociaré de un
viejo árbol no muy lejos de este desierto de piedras allá tras aquellas
montañas al fondo donde la vida es distinta, donde la espesa niebla reverdece
todo lo muerto, donde todo se mueve en la alegría del vivir ¡Qué digo¡ tú no
sabes de eso, pero es real, la vida no es esto. Es una explosión de emociones
que corretean por cada paso que darnos, a veces, sin darnos cuenta. Ahora,
espera, fugaz con los astros que vendrán en el nocturno estaré aquí. Sí, aquí,
contigo.
(el mirlo se va, deja
al niño azocado con algunas plumas plateadas para que descanse hasta que el
vuelva. Plácidamente, como un soplo de vida el niño duerme. El frío se ha ido,
el dolor se disipa paulatinamente a medida que el calor penetra en su cuerpo.
En su cuerpo de niño. Se hace por unos momentos que pueden ser horas un callar,
el viento norte lo rodea pero no se aproxima, sigue con su sentido, sigue con
su ritmo, sigue cortando rostros de mirada indecisa ante el)
Viento:
Uhmm…ha estado aquí el
mirlo plateado. El protector de las almas caídas por el desdén de los demás,
por el desprecio de este mundo te sanará. Ya verás cómo te recuperaras y
después qué…no sé. Yo sigo mi rutina natural, evocando la gélida atmósfera al
resto, a ese resto que no tiene excusas para matar una flor en pleno
nacimiento. Uhmm…te ha dejado bien arropado con sus plumas de plateadas. Ha
llegado a tiempo, antes que yo con mi fuerza, con mi brusquedad rompiera toda
tu entereza. Pero no creas que es adrede, solo es un impulso de mi carácter aferrado
a mi naturaleza. Soy el viento del norte, un viento que hace temblar por sus
cuchillos helados a muchos, menos a ti. A ti, te dejo, tienes la señal, la del
viejo mirlo plateado. Por ello, no te toco. Uhmm, sigue durmiendo.
(El viento norte se va,
se extingue de la zona del niño y habla para sí mismo mientras sigue su ruta)
Uhmm…las desventajas
para estos muchachos jóvenes en este mundo son muchas, demasiadas. Tanto frío,
tanta incertidumbre, tanta penuria y más. No , no hay oportunidad cuando eres
un niño, una mujer, no sé, todo se vuelve oscuro. Uhmm... No tardará en venir
el viejo mirlo plateado, vendrá y no sé lo que hará. Yo continúo en mi soledad,
en mi silbido impertinente, monótono observando con celeridad cada desgracia,
cada sonrisa.
Un ambiente
hostil. Un niño de corta edad a ras del viento gélido. Un barracón. Un golpe
Niño:
Ya es hora
de levantar. No sé porqué me encuentro cansado pero me tengo que levantar. Ir a
trabajar. Tengo hambre, mucha hambre.La
bocina suena y me produce rigidez en mis movimientos pero me tengo que
levantar. Tendré que hacer mucho hoy y lo haré, para comer. Anoche soñé. No sé
muy bien Creo que eran mis hermanos. Sí, creo que yo tenía otro hermano. De mis
padres no me acuerdo ¿tuve padres? Mi sueño alejado del hoy me unía a un juego.
Sí, si…ahora recuerdo y ello me hacía feliz. Ya es hora de levantar y el
cansancio no me deja pensar. Recurro a mi sueño y ello me hace feliz. Así, un
sueño feliz. El capataz viene, la bocina no deja soñar y yo merodeando en el
sueño que me hace feliz. Ya de pie voy donde sus gritos llaman. Hoy hay que
trabajar mucho.Piedra tras piedra cogeré
para que los mayores, los más grandes que yo sigan su trabajo.
Capataz:
¡Venga ya
es hora de levantar¡ Manada de gandules.Las horas se van y antes que la noche nos toque con su descanso hay que
trabajar. Sí, si…después queréis dinero. Sí, si…después queréis comer ¡ No¡
Primero atender al trabajo, tenemos que terminarlo. Venga,a levantarse. Hoy no estoy de humor.Por culpa de ustedes el jefe me ha echado una
bronca ¡Culpables¡ Sois culpables. ¡Estos enanos¡ Queréis ser mayores pero no,
nunca creceréis. Seréis nada más que miseria. Hay mucho que trabajarpara madurar y que os podáis ganar la vida.
¡A levantar¡ y no lo repito más. Estoy agotado de que tenga yo que venir a
buscarlos para que vayáis al campo de trabajo. ¡No¡ no habrá desayuno en el día
de hoy , ya es muy tarde. Y a ti que te
pasa. Porqué me miras con esa cara sonriente. Ahhhh….te estás riendo de mi (zas)
Así aprenderás.
Niño:
No señor.
No estoy riéndome de usted. Es…es que.
Capataz:
¡Qué carajo
intentas decirme¡ Es que…Ya sabes lo que es que. (zas) Quiero que ahora mismo
te levantes y vayas deprisa a tu puesto de trabajo. No, no agaches la cabeza.
Solo eres un vago y no llegarás a nada, a nada…(zas)
Niño:
No señor.
No me pegue más. Ya voy. Ya voy.
Capataz:
Rápido,
rápido.
( Y se
levanta. Y va a su labor con sus piernas doloridas después de los azotes. Tiene
que recorrer muchos kilómetros a pie hasta el lugar)
Camina más
deprisa ¡Más deprisa¡ Y esto va para todos, hay que ser puntual lo exige el
jefe.
( El
capataz los mira. Como se van del barracón. Una nota de desprecio invade sus
venas. Enfurecido, sigue gritando con fusta en mano)
Joder, que
hecho yo para mandar esta manada de gandules, de imbéciles. Será la edad, no
saben de lo correcto o no correcto. Ya aprenderán, ¡qué si aprenderán¡
Niño:
Me duelen
las piernas y hace frío, mucho frío. Andaré más rápido para ser puntual, para
llegar alcampo de trabajo.Entiendo a mi capataz, somos unos
ineptos.Me siento avergonzado, muy
avergonzado de que me encontrará aun durmiendo. Qué no estaba durmiendo, estaba
no sé, soñando despierto. Me queda mucho por aprender. Demasiado. Mis
compañeros me han adelantado y es que me duelen las piernas. No puedo ir más
deprisa pero tengo que hacerlo. Tengo que llegar a la hora del comienzo.
Compañeros:
Te estás
quedando atrás. Ya has escuchado al capataz. Hay que ser puntual. No podemos
esperarte si no nos pasará como a ti.
( el niño
escucha sus amigos y le da una patada a una piedra del camino)
Niño:
¡Ay¡ Qué
dolorido estoy. Esperarme, no puedo ir más rápido. Chicos ¡esperarme¡ No me
dejéis solo.
(Todos sus
compañeros avanza, el se queda atrás. Cada vez más atrás, hasta que sus figuras
son difuminadas por la distancia)
Un sendero y sus adentros un boscaje donde las ramas se
estrangulan, se lían, se retuercen en el sabor de la humedad. Ella, mujer del
frío y del despecho, se adentra con sus ojos perdidos en la atmósfera enraizadas
de sus pasos. Ella, con el apetito de ser infinita oscuridad en los charcos de
barro en su camino se engancha a la brisa matutina de su frescor. Ella, sola,
con sus manos enhebrando caricias eclipsadas en el serpentear de su existencia,
se pierde en el absoluto ruido de los arboles cuando la vejez mece sus raíces.
Una vaga pena la alumbra, la seduce y siente la necesidad de ser leve como ave
al encuentro de un rastro del sol. Un sol, astro eufórico, emotivo para anclar
sus pisadas. Ella, en la soledad sembrada en su espalda, en los desiertos de sus
labios, conversa con la madre tierra. Ella, se arrodilla donde el musgo
amortigua sus rodillas y bebe de un pequeño arroyuelo que la hace emerger entre
el silencio de su cuerpo y la saciedad de su garganta muda. Ella, levanta la
cabeza y frente un cierto arco de colores la entrega a un espacio donde un
pinzón azul la enamora. Y ella se pregunta ¿por qué no? Y el pinzón azul bebe
de sus manos en forma de cuenco. Bebe de su cuerpo intacto en el paso del
tiempo, de las horas, de las estaciones. Y ella se pregunta ¿puede ser? Vuelve
al sendero que la llevó a ese milenario bosque. Una senda torturada, extinguida
en el peso de los años. Mira al frente, su techo, el chillido abstraído de la
urbe. Se retrae y en su razón imantada por un corazón de pinzón azul vuela y
vuela hacia el sol.
Las
ventanas se cierran y tras su eco se escucha el aguerrido lamento de un alma en
pena ¡Qué sucede¡ Es la primera escena después de una noche de tormentos en una
esquina del salón. Ahí una mujer danza al son de sus heridas de años.
Corrompida, obsoleta, sollozante. Su rostro luce un morado intenso y sus ojos
impregnados de sangre luce un llanto, una pena que la retuerce, que la
desmigaja.
Mujer
:
Dónde
están los Dioses de este mundo ¿Dónde andan? No veis mi ser muerto en alianza
con precipicios hasta llevarme andar por las tinieblas, por rejas cuya misión
es el absurdo de mi vida ¡Oh Dios¡ La vida se escabulle por esa madeja de
ortigas. Allí cierta mano plomiza, cierto puño de estacas sopla contra mi faz
amortajando mis sentidos, dislocando mi verticalidad y esta fe propuesta por
este mundo ¡Oh Díos¡ Acaba con todo esto . No soporto mi propio alarido. No
soporto más esa cuchilla atacando mis palabras. Está perturbado. Borrachera
tras borrachera. Y yo muro que ha de rasgar, que ha de derrumbar.
Voz
lejana:
Tras
su grito para sus profundidades el teléfono suena. Su tono es lejano, casi
ausente. Ella lo escucha y con el temor aderezándola anda apresurada a cogerlo.
Sabe que es su amiga. La única que sabe de su vida.
Mujer:
Diga.
Amiga:
Soy
yo.
Mujer:
Ya
lo se que eras tu. Única voz agradable que escucho en este infierno.
Amiga:
Siente
palidecer tus días. Estoy mortificada, intranquila. Salpicada de punzones tu
bello rostro. Tu voz es de cansancio. Que difícil es salir pero lo tienes que
hacer. Dime, ¿Cómo estas?
Mujer
:
Bien
Amiga:
Ese
bien. La nada es su significado. No me engañes. Tu voz es solo aridez y tu
melodía(por qué la siento) vendaval caótico donde una airada bestia negra
destruye tus días ¿Qué te ha hecho ahora ese desgraciado?
Mujer
:
Nada. Y no insistas. Deja que mi desolación
duerma conmigo. No vale la pena hablar.
Amiga:
¡Otra
vez¡ Te tortura ¡Condenado hijo de ….¡ Otra vez te ha pegado con sus puños de
hiel, de muerte.
Mujer
:
Sabes
todo lo que pasa. Pero me siento tan débil.
Amiga:
¿Te
ha hecho mucho daño?
Mujer
:
No.
Pero presiento que la tumba está cercana. Ay un cierto dolor en mis entrañas.
Mi ser es cenizas. Mi cuerpo tiembla y no lo puedo detener.
Amiga:
¿Qué
te ha hecho esta vez? Suenas a golpe. Suenas a gemido. Suenas a glaciar. Suenas
a lamento. Suenas a muerte ¿Qué te ha hecho? Hoy siento tu amargura más
pronunciada. Hoy no existe el sol para ti solo arenas movedizas que te tragan,
que te tragan.
Mujer :
Sí,
¡ han sonado golpes¡ Sí¡ han sonado gemidos¡ Sí ¡ha sonado el frío¡ Sí ¡ha
sonado el lamento¡ Si ¡Suena la muerte¡ Una bala se esconde entre mis sábanas.
Una bala que me perfora, que me perfora día a día ¡Tanto¡ que mi ser ya no es.
No existo. No sientes lo harta que estoy. No sientes el rumor eclipsado de mis
olas. No sientes la censura de mi oxígeno.
Amiga:
Sí,
lo siento amiga mía. Siente ese valle de lágrimas bajo techo. Deberías de huir.
Alejarte de ese ser maligno. Yo te ayudaré.
Mujer:
No,
no puedo. Ya es imposible.
Amiga:
Huye
amiga. Sí. Si puedes. Yo lanzaré esa soga que te auxilie. Ven a mi casa. Huye.
Voz
del fondo:
La
mujer y la amiga se pronuncian en silencio. La puerta se abre y un terrorífico
portazo se escucha. El pánico corre por la mujer. El se acerca. Ella cuelga.
El:
Mujer,
¿Dónde andas?
Mujer:
Aquí
, en el salón.
El:
Por
qué no has ido a esperarme tras la puerta. Sabes que llego a esta hora. Eres
asquerosa ¿Qué hacías? La verdad no te mereces nada.
Mujer:
Has
llegado antes de tiempo. Mira el reloj. Tal vez se halla parado.
El:
Que
más da. Aun así deberías esperar mi vuelta. No me quieres, lo presiento. Te
encuentro lejana.
Mujer:
No.
No es así amor mío. Te adoro.
El:
¿Me
adoras? Este halago…Falso. Todo lo que decís las mujeres es falso.
Mujer:
No
querido.
El:
Calla,
no quiero escuchar tu voz.Ahora quiero
comer, estoy cansado.
Voz
del fondo:
Un plato cae al vacío. El estruendo hace
estremecer a la mujer. El con sus ojos inyectados en sangre la mira, la observa
con asco. Ella llora, su llanto es mudez de esas paredes, bajo ese techo.
Ella:
¿Qué
pasa?
El
:
Está
fría. Como puedes servirme la comida…En que piensas. Que haces. Has perdido
todas tus facultades. Ni cocinar sabes. Salé para otro lado. No te quiero ver.
Me voy a acostar para después salir.
Voz
del fondo:
Y
recoge lo destrozado. Y recoge cada cacho de su alma desmigajada. Se intenta
recomponer pero es imposible. Por un momento sueña despierta ¿Cómo sería la
libertad? No se lo imagina. No puede aunque con toda su fuerza mental cavila.
Todo es inútil, todo es absurdo. Permanecerá en ese agujero el resto de su
vida.
Ella:
Que
silencio hay en la casa. Siento hielo en mis huesos. Espumas de sangre en mis
labios. Mis manos están mutiladas. Una flecha famélica me arrebato mis pasos y
ahora que…Bajo la sombra de la niebla me mezo y cuando menos me lo espero unos
machetes dan oscuridad a mi esencia, a toda mi entereza. Solo llorar y llorar
me queda. Yo mujer herida cuyo cuerpo no siento, cuya mirada se ha perdido,
cuyo yo está destruido. Yo mujer. Me siento culpable. Tantas y tantas
humillaciones decido que he comedido un error, el error de nacer ¡Soy culpable¡
Voz
del fondo:
Levanta el rugiendo como un ingrato. Ella
apoyada en la ventana mira y mira esos rayos solares que le hacen daño. El se
va con un portazo.
Ella:
Ya
se ha ido…Pero que pasa ha vuelto.
El:
¡Ven
aquí¡
Ella:
No
me golpees. Que pasa ahora.
El:
¡Calla¡
Mujer infectada por la peste. Eres vulgar, una cualquiera ¡Calla¡ No hables
cuando yo hablo.
Ella:
Perdona.
Soy toda tuya.
El:
¡Cállate¡
Voz
del fondo:
Todo
es confuso. El ambiente se hiela y un arpón envenenado atraviesa su vientre.
Ella:
¡Perdona¡
¡Perdona¡ Si he sido error para tu felicidad.
El:
¡Cállate¡
Voz
del fondo:
Latigazo
del desvarío, de la maldad. Ella se arrodilla. Ella se fatiga. Ella se
arrincona. Ella llora.
Mujer:
Por
Dios déjalo ya. Déjame.
El:
¡Cállate¡
Acaso tu sufres. Solo eres un animal. Tu sufrir no existe. Solo sirves para
engendrar. Ni eso. Ni un hijo me has dado.
Mujer:
Yo
no soy culpable. Perdóname.
El:
¡Cállate¡
No mientas. Eres una mentirosa. Solo falsedad ante mi franqueza. Estoy harto de
ti.
Mujer:
Ya
no puedo más. Mi último suspiro emerge y mi ser no quiere penar más. Y mi alma
¡ay mi alma¡ está tan confundida, tan perdida.
El:
¡Cállate¡
Me voy. No quiero estar entre basura.
Voz
del fondo:
El
teme lo peor. Pero no se arrepiente. Se marcha decidido, satisfecho. Ella yace
en el suelo. Su cuerpo se diluye en la última brisa. Sus ojos no tienen
expresión, miran al techo. Quiere descansar de el. Quiere descansar ante la
ilusión esfumada. Quiere descansar ante su desgracia. El teléfono suena. Su
amiga avistando su martirio. Se arrastra y consigue cogerlo.
Mujer:
Si
Amiga:
¡Ocurre
algo¡ Presiento lo peor.
Mujer:
Buena
amiga. Mi muerte se acerca. La ruptura con la vida.
Amiga:
Espera.
Llamo una ambulancia. Espera querida, aguanta.
Mujer:
Ya
es tarde. No ves. No ves. Veo una cierta luz de calma, de felicidad que me
lleva. Ya no tengo dolor. Solo sosiego. Ahora soy libre y como libre podré
luchar por la esperanza en otro lugar, en otro mundo.
Amiga:
¡No¡
¡No¡ Aguanta amiga. Ya voy.
Voz
del fondo:
Muere
ella. Muerte incomprendida. Muerte innecesaria. Muerte imperfecta. Llegan las
bocinas. Llega la amiga. Derriban la puerta. Ella allí. Bajo su ventana donde
el aroma del azahar la acoge en su regazo.
Ella baila sola indudablemente. En su cuarto, con la luz de
una ventana que da un jardín donde rosas secas dan lumbre a sus ojos. Ella,
camina con hoja en manos temblorosas por el paso de los años hasta su mesa.
Ella, se sienta y mira el ayer con cierta anécdota difusa, cambiante,
paralizada en la claridad de sus ideas. Su vida…Uhm…su vida. Todavía no está
agotada pero ya comienza el silbo de la dejadez de los amigos, de esas fuentes
que fueron su inspiración, de esos hechizantes regalos que con solo la palabra,
el abrazo acentuaba su sonrisa. Su cabello cano le cae hasta los hombros, sus
ojos de un azul transparente pero luminoso aun le entusiasma cuando mira al
frente y un espejo le cuenta del tiempo ido, del tiempo acumulado en sus años.
No se siente vieja y por ello ella baila sola, con los instantes capturados en
su soñar despierta. En un cajón de su mesa, sus poemas. Poemas descendientes
del sutil encanto de la luna. Los pone encima de la mesa y los repasa. En un
momento un suspiro de libertad y de paz encadena su pecho y otra vez se mira en
el espejo, más joven, más movida por la inquietud de seguir respirando el aroma
de sus rosas secas. Y ella baila sola indudablemente. En su cuarto, con la
puerta cerrada, mirándose al espejo.No
le extraña que tras de ella de repente surja una figura fugaz y se vira. Y ella
no baila sola indudablemente.En su
cuarto, con la luz de una ventana donde rosas secas dan lumbre a sus ojos, con
la puerta cerrada. Todavía tiene su camisón de lunares rojos puesto, todavía el
día no ha termino de despertar. Sobre su mesa, los poemas.Regresa a ella cuando aquella figura
asexuada, desconocida, misteriosa desaparece en un humo azul en espiral hacia la
ventana que da a un jardín donde rosas secas dan lumbre a sus ojos. Y en voz alta y con ganas y porque le da la
gana lee un poema, en su cuarto mientras ella baila sola indudablemente.
Temprano
Ramas balanceando a la
vida
En un rincón de manos
unísonas.
Un canturreo
Aves embarcadas en sus
destinos
Ciertos, muy ciertos.
Un baile
En la insonoridad de
las palabras
Llevadas por las olas.
Ella baila sola indudablemente. En su cuarto, las horas son
túnel que la lleva a otro lugar, otra estación donde los raíles oxidados de un
viejo tren la hacen subir. Se sienta, con la luz de una ventana que muestra un paisaje acelerado, frondoso al
principio y luego árido y luego frondoso. Así, continuamente. No hay nadie en
ese vagón, solo, sus pensamientos y sus ojos que miran a través de los
cristales sucios. Y despierta y se ve frente a ese espejo sentada en su mesa,
con poemas en sus huesudas manos. Ella baila sola indudablemente. En su cuarto, con la luz de una ventana que da
un jardín donde rosas secas dan lumbre a sus ojos.
Miro los edificios que se asoman al balcón. Todavía la
madrugada es ese olor a humedad que me acorrala en los sueños…Los sueños , sí
estaba presente yo y …para que explicar más. Solo el sonido de una lluvia
tardía de este invierno que se va me enamora, me hace lucir con mis ojos
abiertos ante una hoja en blanco donde su nombre se condesa en la verticalidad
de mis manos.Hace tiempo que este
encuentro de mis sueños y yo no abro mi diario. Lo leo y lo releo y un cierto
temblor me emancipa de la realidad. Qué
penosa es la soledad de los cuerpos cuando a solas, cuando sus palabras se ven
rociada se sequedad. Cierro este diario donde en verde, en azul se pronuncia su
nombre. No sé cómo he podido escribirlo. Francamente me mezo en la deriva de
mis sentidos, me dejo ir corriente abajo hasta llegar al inmenso océano donde
todo se diluye, todo se pierde. El camión de la basura me entorpece, escucho su
ronronear mientras estoy aquí, frente a una hoja en blanco. Todavía tardará el
sol en ser elocuente sonoridad, mientras, mi razón se pierde en los jardines de los
sueños. No, no escribiré más, tullida
con la pesadez de los años cojo mi bastón. Un perro ladro, paseo temprano entre tanto la
lluvia cautiva el callar de la madrugada. Y me vuelvo asomar, aun las nubes presas de
las aguas manipulan mis ojos…mis ojos bien abiertos.Y quisiera ver la muerte de la luna, y
quisiera que la última estrella me saludara. Porqué no, los buenos días como rosas
frescas donde percibo su aroma. La
lluvia se aquieta, entonces, una esfera candente viene a mí y los nubarrones se
han largado. Mi intimidad y yo hacemos un juego , fijamente la pienso, la
encuentro en el espacio donde los sueños la encontraron y me expansiono con la
tonada del quizás, del todavía, del tal vez…
Mis manos con sus manos.Aceras grises en el reboso de la polución nos dejan pisar para ir de
esquina en esquina de mano a mano. Una prisa interna, en el recóndito dolor de
su memoria la hace retroceder y se distancia, se invade de una cierta timidez
del abandono. Todavía…sí, todavía los gritos de la oscuridad la apresan en una
idea exacta…qué dirán. Yo me aparto, leo cada paso que da para ausentarse de mí
y la dejo ir. La dejo marchar con la cabeza gacha, con los sentidos despiertos…muy
despiertos atándola a la duda.
Mis manos con sus manos. Farolas alumbran cada pisada dejada
por nuestros arrastrados en un amor, un querer invadido por la huída cotidiana
de la luz , de los ojos que se aferran de esquina en esquina a nuestras manos
unidas. A ella le da igual, superviviente en la entereza de sus años, de sus
luchas. Y , ahora, abrazada a mí. Y , ahora, acurrucada en mi pecho en el sueño
perfecto, en el deseo esperado. Me atiza una mezcla de desorden en mis
pensamientos…qué dirán. No, no lo veo claro. Me desagrada que me miren, que me
examinen, que me observen con la mirada amarga, insípida, llena de desdén.
Mis manos con sus manos. Es invierno, un invierno que en el
devenir de las jornadas se irá muriendo para dar a luz las flores. Flores y
flores.Se adelanta a mí, no logro
entender el porqué, pero temo que en su ausencia las calles son espacios que
nos atrapan hay que dejarla ir. Y me
siento culpable de la lucidez de mis manos, de mis manos con sus manos cuando
la puerta se abre.Busca el anonimato,
simplemente amigas. Solo amigas cuando nos sentamos en una cafetería y
charlamos sobre cualquier tema.
Mis manos con sus manos. Está lloviendo. Supongo las últimas
lluvias, cada vez el clima es más cálido, más agreste. No, no la he rechazado.
Simplemente que solo seré de mis emociones debajo de un techo. Un techoatrapado de la nada de ojos . No, no estoy
disgustada. Solo es cuestión de tiempo, unos cuerpos que duermen bajo el
influjo de la caricia, del equilibrio noble de quizás mañana. Quizás mañana
tenga ganas de gritar y gritar. Y para qué me pregunto. Somos como somos ,
cimiento enderezados sin la necesidad de
dar la voz. No, no opino como ella. No necesito demostrar nada, aunque, ella se
empeña. Solo lo natural , lo espontáneo dictará mi camino. Más alegre, menos
alegre…qué más da. Ya vendrá el valor ¿Valor? Estupideces. …Ella no
entiende.Pero no quiero verla llorar y
sé que ahora por esta insignificancia de mano con mano le acecha cierta angustia,
cierto temor a que me largue ¡No¡ amada mía. No, no me iré.
Mis manos con sus manos. Se vira, me mira. Una sonrisa
conquista mis dudas. Es invierno y está lloviendo.Qué vengan los meses de la claridad. Estamos
mojadas y yo la sigo, tenemos que volver a casa. A esa casa donde lo pobre de
nuestros movimientos, de nuestras conversaciones, de nuestras miradas se
vuelven mágicas, bellas.
Una nube aparece en medio de un firmamento adolecido,
consternado,hambriento de la
humedadde sus labios, de sus manos. Dos
miradas pérdidas en el infinito de lo eviterno, de la molicie asfixiada de
raros movimientos de un atardecer. Y viene la palabra, una palabra casi
precisa, casi exacta, bañada de unas lágrimas que se van, que se encuentran. Amparadas por el oleaje cercano se miran, no
se conocen y una luz estrecha las engancha en una voz que ellas no escuchan, solo,
silencio.
Xx:
Te mueves entre los precipicios de los atardeceres. Te
asomas con la venganza muerta, con tu cuerpo grande, con tus manos pequeñas,
con tus ojos de asombro y me buscas. No me encuentras y retrocedes hacía atrás,
involucras a la brisa en el largo túnel que traerá hasta mi, supongo.
Yy:
No, no eres tú. Acaso, no me ves, no conversas cuanto mis
ojos ante ti se atreven tímidamente a señalarte y me escondo, y me voy lejos pero no mucho. Tal vez después regrese
con las primaveras de algún beso nacido en la sed de tu vientre, de tu boca.
Xx:
Uhm…la mar, la mar. Paseo mis pensamientos ausentes de la
dejadez, con la amplitud de tus mirada clara bajo el rumiar musical de las olas
contra las rocas. Y , otra vez…te observoen la paciencia de los atardeceres cuando la siesta despliega sus alas
de mariposa como velo de la distancia.
Yy:
Embarazada de poemas azules, naranjas, verdes, amarillos,
rojostomo la calma. Tu espalda se hace
gigante, enormes pasos agitados me envuelven hasta que llego a ti, pasos
acogidos por la fertilidad de un cuerpo que flota en el sueño.
Xx:
Soy liberada vertiente en lo cotidiano. Un espejo me observa
y yo también a él, la silueta de tu verticalidad me alumbra de espaldas a la
precisa palabra que te diré, que te digo. Y no entiendes, y no me ves, y no
respondes a mi aliento calmo.
Yy:
La marea sube. Llega hasta las rodillas. Vestidas alargamos
los brazos en el sentido que las ballenas son fugaces astros de las emociones.
Y te empeñas en que todavía, todavía es
temprano. Tendremos que agarrar el tiempo…tic-tac…tic-tac y respirar de su
influencia en la espera. Pero ¿no te das cuenta? Cada vez nuestras huellas, en
esta playa, se disuelven con mayor celeridad. Te llevaré rosas, te llevaré claveles, te
llevaré lirios y bajo la luna que viene te abrazaré…si me dejas.
Xx:
La marea sube. Llega hasta la cintura. Y las ballenas con su
tanto profundo nos imantan, nos hechizan en el olvido de nuestro amor.Sí ¿tú también te has olvidado? Miremos la
caída de la tarde como plenitud de un nuevo instante en la sonrisa arrinconada
en nuestros pesados hombros.
Una nube que se va. La alegríay no sé bien porqué vuelve a sus rostros. Cometas
tardíos vuelan en la playa agarrados a esa brisa fuerte. Ellas los miran. Las
palabras se desnutren, se pierden en el fondo de un horizonte bello…muy bello.
Un fondo donde el rigor del amor, del querer, del vientre a vientre muerde,
mata la desidia, el alud de hiel que penetra en el día a día. Espesa luna es la
que viene, con el todo de su fragancia, de su lumbre, de su hechizo en las
mareas de cristal.Y no se ven, y no se
tocan, y no se escuchan solo el sueño de una noche que vendrá con toda su
entereza, con toda la viveza entre sábanas liadas a sus piernas.