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Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
El infinito
querida…el infinito. En esta carta de las pisadas de invierno el cosmos nos lía
a ras del misterio. Te escribo porque siento la necesidad o no , de reflejar
cada aliento que se enhebra en la isla…en la isla. El tiempo pasa…tic-tac,
tic-tac y somos hijas de estos océanos que nos acordona, que nos anuda en un
largo adiós. Tan amplio que será sonoro en los años venideros. Ahora debemos
aprovechar estos instantes, estos momentos donde la verticalidad de nuestras
alas con la sombra del ayer ampara un deseo, un sueño, el anhelo de ser
vestidas por las olas, por los astros, por los años. El infinito…todo esto es
eterno. Sí, el universo, esa luna latiendo al son de los enamorados, de los
solitarios, de los locos y nosotras aquí con nuestros ojos inconclusos
admirándola. No sé cómo decirte de esta carta, esta carta de amor tal vez.
Según lo veas nos presenta en un imaginario hábitat donde los soles nos esperan
para el retorno de los campos húmedos. Las guerras no acaban, su fin no es
posible , querida. Somos colgajos de restos de nuestros antepasados, de
descifrar lo que nos viene en gana a favor de la miseria, del hambre, de la
sed. El odio , la venganza se enraíza en las venas como sangre de muerte. Ojos
blancos. Ojos tristes. Ojos desamparados. Ojos de harapos. Y el silencio. Y la
nada. Playas abandonadas donde las ballenas callan ¡Uhm , ese silencio¡
Tenebroso, arrebatado de los miserables que somos, de lo estropeado que esta
este mundo! Pero el infinito está ahí, querida. Mira el firmamento ¡OH esas
constelaciones¡ otros mundos donde se hace invisible al ojo humano. Y lo
cierto, que la felicidad está aquí, en este instante eviterno donde nuestras
miradas son espejos de una sonrisa ¡Uhm queridas¡ me enredo en el silbo de los
montes que pueblan la isla, me enredo en esa silla donde tomo el café, me
enredo en observarte y te digo, vale la pena, no me canso. El cansancio es
ajeno a mis sensaciones , a mis emociones, a cada suspiro que piensa en ti.
Tan infinito como efímero, las
constelaciones se revuelcan en las mareas, las ballenas no cantan y retorcidos
silencios es temblor de las espaldas cansadas. Tan eterno como fugaz, los
cuerpos se abrazan, se acarician en la plenitud de la luna las manos ojerosas
hablan del amor. Tan bello como perfecto, nuestras pisadas que al unísono juegan
donde la paz es vela de la esperanza, del reverder de esas almas obsesionadas
por gravitar en la oscuridad. Y todo queda aquí. Y todo es símbolo de nuestro
hoy, de nuestro ayer. Sostenidos en puentes colgantes cantamos , bailamos y
esperamos la sonrisa de los inocentes, de las voces de las tumbas anónimas.
Asciendo
a las alturas de la desgana y me marcho y me despido. Ahora soy despedida de
toda esa memoria que quedará en una voz silenciosa de mi reconditez. Ya es hora
de partir, la conversación se hace pesada, aburrida, monótona. El vacío nos
ronda con sus garras tirando de cada de nosotras y mi yo se evade en un cavilar
intenso de que no estamos para perder el tiempo en lo obsoleto, en lo absurdo. Me
marcho, de camino mientras llamo un taxi ese jardín es toda belleza, una
llovizna frágil resbala por mi rostro y siento el habito de la sensatez. Me
despido de todo aquello que amarro mi pasado. De que sirve el pasado, no sé,
una experiencia en alas de mariposa del hoy , liviana, plena ¡uhm¡ Solo una
muerte, una pesadez que arrojo en los riscos donde los antiguos aborígenes gritaban
antes de arrojarse a la nada ¡Uhm , la tierra mojada¡ desprende una fragancia
escasa en el día a día y ello lo agradezco. Disfruto de esta despedida, es como
si destrozara hasta llegar a cenizas todo mal que me ronda. Y me despido,
disimulo y para qué. Mi postura es evidente, es evidente como este universo se
expande y contrae a medida de su caos. Es oscuro, me siento bien, el taxi
tarda. Todo es silencio y ese callar deje. Un silencio vestido de la nada. Y es
que precisamente que necesidad de aguantar la estupidez humana. No tengo
tiempo, estamos aquí en un ciclo corto donde nuestra energía se concentrará en
ese espacio habitado y la memoria será olvido. Te olvido querida y no es que no
te halla amado. En mi vida el recorrido ha sido un sinfín de ojos que miran mis
ojos, de ojos que tocan mi cuello, de ojos que besan mis labios y ahora no, no
tengo tiempo querida. Ay, amiga del alma mía, te has ido, yo me he ido. Los
años pasa y todo se remueve en el sentido de otras pasiones, de otros sueños.
Si, sigo siendo la misma, pero con unos retoques de desinterés por lo que es inconexo
a mis sensaciones. Ay, amiga del alma mía, creo que no nos hemos defraudado,
solo que ahora nuevos sentimientos, nuevos anhelos, nuevos sueños. Sigo en esta
barca solitaria con rumbo a un horizonte donde las estrellas gravitan en mi
dolor. Porqué todo tenemos un dolor, una gota quebrante a nuestras pisadas.
Pero seguimos , seguimos a través de este cosmos aportando un pedacito de
nuestro yo. Ay, amiga del alma mía, adiós. Un adiós condenado a perpetuo. Todo
se ha acabado. No me llames, no insistas. Soy otra o la misma. La misma u otra.
Qué más da. Sí, qué más da. Lo anterior no sirve para el ahora, para el todavía.
Pero todavía cantan los pájaros y ello quiere decir, amiga del alma mía, que
nuestras esperanzas también pueden cantar, volar en lo más alto de los crepúsculos
y atravesar cumbres pedregosas, con paciencia, con ganas. Escucha , escucha el
sonido de la brisa, la lluvia caer y los pájaros en su balada de alegría.
Escucha, escucha tu espíritu como hija de las ganas, las ganas de seguir en
este mundo maltratado, desquiciado. Ay, amiga del alma mía. El taxi llega y yo
mi temblor ante la humedad que ha penetrado en mis carnes. Me subo y le digo la
dirección a la que voy. Al principio son torpes mis palabras y después me
concentro. Ay, amiga del alma mía. No miro atrás. No hay que mirar, lo que no
puede ser , no puede ser. No he nacido para casarme con alguien y no lo haré.
Libre ¡libre¡ las campanas suenan de este lugar que me alejo. Suenan a campanas
a los muertos. Un amor muerto. Ay, amiga del alma mía ¡Uhm¡ es necesario esta
ausencia en nuestras vidas. La ausencia tuya.
La ausencia mía. Es difícil ver el brío del mañana en estos instantes, pero lo
veremos. Llego a la ciudad. Me bajo antes para ir caminando bajo mi techo. Aquí
no llueve, está todo remolinado por un viento expresivo con sus dentelladas. Un
desorden que marca un vuelco en la visión de este mundo Y esta ciudad, esta
isla me enamora. Un amor cerrado para mi razón. Su corpulencia está teñida de
una climatología especial. Y arribo a ese otro jardín, donde se encuentra el
edificio en que vivo. Las mujeres de negro me esperan, es noche cerrada y el enmudecer
de cuerpos tendidos en el dormitar es visible. Me acerco a ellas, quieren
comunicarme algo…un algo que ignoro. Despacito, con el aliento de este nocturno
donde la ramificación de mis sienes se extienden en el convencimientos de mis
pisadas verticales, exactas , me aproximo a ellas. Danzan en la sombra de un
ficus donde nadie las puede ver. Danzan en la creación de una atmósfera con
velas en sus manos ….velas que no se apagan en sus movimientos sensuales,
perfectos, enel baile de la libertad. Por
un instante fugaz , me quedo quieta y las observo. Veo en ella mi mañana, mi
hoy, mi ayer. Delatan cada pedazo de mi entregado a esta existencia. Me siento
cómoda y el pavor es desconocido, es de una atracción conmoviendo mi corazón,
mi soledad. Ando de nuevo y ya muy próximas a ellas me invitan a su danza imparable,
pausada y me siento yo. Si yo, Jam, mi nombre es Jam , nombre que se puede
decir con un suspiro, nombre que mueve todos mis sentidos cuando bailo con
estas mujeres de negros. Mujeres de negro, mujeres de lucha, agarradas a la
supervivencia de las rutinas, de esas jornadas marcadas por el gemido de algún
alma bajo la influencia del desatino de otros. Mujeres de negro, sacan sus
pañuelos blancos, apagan sus velas y se insuflan de una profunda y verdadera
libertad.
Cierro
la puerta. Cierro las ventanas. El móvil suena y esta vez lo cojo. Una voz
conocida llega a mí. Una voz que me pregunta como estoy y yo respondo. Un amor
viajero a tierras de lo imposible. Es impertinente y desea verme, intento
escaparme , huir donde los astros dicen que ese no es tu destino. Sin embargo,
quedamos. Sí, una cita a cierta hora en la cafetería de un hotel. Me miro al
espejo, aun soy joven, aun una chispa de realidad se almacena en mi mente y
puedo presentarme en la aventura del tal vez, que no es un tal vez, es una
dejadez. Y porqué un hotel, no quiero bajo mi techo algo que no fue y que
quizás no pueda ser. Este espacio eclipsado para cada aventura, para cada singladura
donde la palabra amor, sin ser amor, lo ponen delante. Y prefiero esperar. Y
elijo otro lugar, otro momento, otro tiempo donde me sienta libre de mis
miedos. Porque es cierto que siempre existe temor, más con los años que me ha
tocado girar y girar. Y porqué tan distante, un hotel, a las afuera de esta
ciudad. Mi soledad es mía, mi verticalidad también. No me queda mucho tiempo,
me ducho y salgo. Me quedo en la parada a esperas que pase un taxi y lo voy.
Voy a ese hotel. Un hotel donde la frondosidad de la naturaleza brinda por la
tierra, liado de flores, de arbustos, de árboles dándome la bienvenida en su
entrada. Mientras, pienso, no tuve que coger el teléfono. Pero basta ya, no soy
una niña y la pesadez constante de su llamada me atrae sin saberlo, qué
guardara. Entro, de espalda en un rincón de la cafetería visualizo una imagen,
no ha cambiado, me acerco por detrás y digo hola. Cuando nuestros ojos inciden
unos vastos recuerdos me anuncian el ayer. Cuando nuestros ojos coinciden un
estremecimiento balbucea que no. Que no, que esto es una pesadez, que ya no
puede ser. Todo cambia, todo fluye de manera eficaz hasta ser otra. Y ahora soy
otra, con los mismos ojos, con las mismas manos, con la misma voz . Somos
distantes, me siento, le doy un beso en la mejilla y por un largo minuto
silenciamos nuestros pensamientos. Somos corrientes de la distancia, eso razone.
Y no , no , todo no es igual. Quien hablará primero. Rompo este casquete de
hielo entre nosotros y comento algo. Un algo totalmente absurdo, normal en las
conversaciones vacías de amor, de cariño fugado en el alejamiento. Y todo
cambia, como cambia el clima, como cambia el plumaje las aves, como cambia las
mareas, como cambia lo que vemos ante nosotros. Circulamos sin precipitarnos,
sin ser ese acantilado donde todo cae y nada vuelve. Todo cambia, nuestras
sensaciones y es que han pasado muchos años, estaciones donde cada una a sembrado
lo suyo y las vivencias remotas a la sabiduría de cada una. La conversación
llega un momento en que un halito de esperanza vuelve y yo con mi independencia
y su existencia con su experiencia nos hace respirar , nos hace caer en campos
donde la nada habita en lo intimo de nosotras. No, despliego mis alas y surco
cada instante del pasado, cada error, cada secuencia y esos momentos me
reprime, me dice vete. Almorzamos, calladas. Todo cambia, todo se clarifica y
el aprecio es no más que un guiño explosionando en este sitio, donde la naturaleza
prende lo que es suyo. Me levanto, voy al baño. Allí me miro en otro espejo, me
siento y aflora en mi la dejadez, la desgana, lo invalido que es este instante.
Nada es similar al ayer, envuelto neblinas que me hace difusa mi despertar del
hoy. Miro por la ventana del servicio, unos pajarillos cantan, los observo, la
paz de este territorio donde estoy presa es indiscutible, es magnífica.
Retorno, me siento y de nuevo nos miramos como si un puñal hubiese atravesado
nuestro pecho. Todo un adiós.
Tengo
que ir a trabajar, como todas las gentes de clase obrera, dejar el sudor en
unas pisadas que se pierde entre la estructura de un hospital. Yo soy hija de
esa conciencia lucida donde solo el trabajo y la casa es el lugar donde te lías
y lías hasta el dormir sobre sueños de esplendor donde el descanso tiene
cabida. No hay tiempo para más, solo alargar el agotamiento hasta un precipicio
donde la almohada te llama. Y no quiero descansar, tengo ganas de sacar algo de
mí, teñirme de viveza para ser rumor de la brisa, de las nubes, de un cielo
donde los pájaros cantan. Uhm…urgencias está rebosada, no deja de llegar
ambulancias, personas cada uno con sus dolencias. Me impresiona los distintos
sucesos que puede atravesar una noche. Algunos, muy desagradables. Llevándome
lejos…muy lejos, donde la mujer es menospreciada, es presa de insensato
lapidación dejándola lisiada , dejándola mentir, dejándola marcada para toda su
existencia. La fatiga me anuda y las horas pasan rápidas, no se cuantas
personas he atendido, pero en cada uno de ellos hay un reflejo del mal…del mal
que les daña o el mal que los apuñala. Estoy , no estoy , emerjo donde las
estrellas dan un poco de tranquilidad, todo se detiene en la madrugada, algún caso
extraviado acude a urgencias, pero nada más. Mis ojos se prestan a la conversación
con mis pensamientos con la celeridad y el impulso de estar en alerta. Y
pienso, mascullo en mi mente que dispar de creencias, todas a mi entender falsas.
Todas hiladas en la unicidad y que interpretamos siempre o casi siempre para
menospreciar otras ideas, otros credos. Y porqué tantos dioses, somos polvo de
estrellas, somos eco de un cosmos que nos mantiene como una parte de él. Y el
ser humano necesita aferrarse a un Dios, qué Dios, ese que necesitamos en los
tiempos más duros, ese que necesitamos para dar escusa de nuestros actos más perversos,
crueles. El silencio en cada templo me sustrae, cuando entro, sensaciones de un
silencio recóndito hace sumergirte en lo profundo de las almas. Y no es que sea
creyente, pero en este mundo es un lugar que congrega cada individuo como una uno
solo. Sienten aferrarse a un dogma que los caracteriza en esos instantes como
cantata a la paz. Después, bajo sus mascara, algunos, se encuentra el
desbaratado en el que desvariando sus leyendas, sus mitologías, los escritos
los transforma en una aberración sanguinolenta de muerte y odio….de odio y
muerte. Son las siete, las siete de la mañana. Todo está calma, ya me queda
poco para ser vencida por el sueño, que no será sueño sino alargamiento de mis
ganas de continuar el curso de este día que ya se presenta. Me despido, el móvil
suena, me dejo ir por el progresivo ajetreo de los pensamientos. Me acerco
hasta la playa, con su amplia avenida, con su barra erosionada con el paso del
tiempo. El día se presenta con un jadeo de la calima y calor que nos desarme en este mes de febrero. Regreso donde
las olas intocables , sordas las sigo con el ritmo de mi verticalidad. Ellas se
irán. Ellas regresarán. Solo, el resonar de su susurro galopan por mis miembros,
son lo eterno. Y nosotros, también cuando el dormir perenne nos abrace en un nicho,
bajo tierra, en cenizas. Ellas, en rasgaran en lo imperecedero de este planeta
su balada de los ahogados, solo. Y esa eternidad será la nuestra, partículas insignificantes
en lo infinito del universo. Nuestras voces, serán un vagar y vagar como el
resonar del vacío, viajaremos más allá de este sistema referencias y no seremos
nada, no más que una voz del ayer en el espacio. Mientras, aquí, rogando a un Dios
inexistente , que nos de fuerza para continuar caminando sobre tumbas espejos
de nuestro yo. Las gaviotas danzan con sus movimientos en la arena, su mirada atenta
me persigue en cada desplazamiento de mis hombros cansados, marchitados al son
de andar en la orilla.
Descanso.
Con pies desnudos del sudor. Me aquieto en este jardín, donde las rosas parecen
no dormir, donde las lavandas son parte de mí, donde un romero me insufla de
recuerdos. Y retrocedo, un paso atrás, antes de acabar en este hospital. Me
vengo donde el invierno era invierno, ahora es solo un aliento de polvo
sahariano que vetan mis ojos, mi respiración. La noche es cómoda, un agradable
desdén a la gelidez de esta estación. Ahora se puede decir que la primavera
forma eviterna parte de la isla…si, una isla arrinconada en la lejanía de otras
tierras, de otros amores. Aquí, en el instante donde la ciudad es duermevela me
envuelvo en una atmósfera de nostalgias que perecerán cuando el crepúsculo del
día expulse esta luna…esta blanca luna. Los hielos se están rompiendo y me quedo
aquí. Esto implica un cambio en el ph del agua , esto implique miles de
especies muertas, esto implica aumento del nivel del mar, esto implica ciudades
hundidas como la Atlántida. Siglos después , miraremos atrás y veremos este
mundo como con un cambio drástico lo que ahora nos encontramos, bucearemos en
lo que fue inevitable y seremos hallazgo de ciudades sumergidas en las
profundidades. Pero basta, el daño del agua. Sí, su daño. Ya sea agua dulce,
salada. Estamos ante el mal de este siglo, el agua. Un agua que se atraganta
cuando en su orilla ve un niño hambriento, sediento y no puede dar de beber. Un
agua envenenada de los avances de este mundo, por esas guerras sin fin. Me
acerco a un rosal, el ambiente trasquila una a una mis pieles fabricadas de
vivencias. Yo mujer solitaria cuando la madurez se refleja en mis ojeras, en
mis arrugas. Yo mujer , he llegado hasta aquí, arrastrando un carro de zarzas que
indujeron a este solido aislamiento. Dicen de que errores vivimos. Dicen que
los paso de ayer son espejo de nuestro espejo. Miro la luna. Huelo estas rosas
rodeado de un jardín en plena madrugada , mi vida hace un recorrido tiempo
atrás y me sostengo en el ya, en este tiempo que me hace levantar la cabeza y
el ánimo. Canto para mis adentros, como playa vacía, como loba corriendo en
yermas llanuras me expando y me edifico de cada pleito sufrido en lo hondo,
donde nadie puede llegar, donde nadie llegará. Me afirmo y desde este punto me ramifico
en lo maravillo, en saber decidir, en saber elegir. No, no hay prisas , el
tiempo contemplara los ojos que estáticos me haga temblar…Si , temblar cuando
los mire. Yo soy libre. Yo soy madre de mis actos. Yo soy estela que se atreve
a danzar sola…digan lo que digan. Y danzo. Y canto. Y es la madrugada, la luna
pálida me señala el andar de las horas. La luna pálida me avisa de mi grito en
la templanza de riscos donde todo lo mágico me absorbe. Mientras este planeta
parece estar enfermo, enfurecido, dolido. Mientras las muertes continúan en
suceso de la injusticia, en voces del callar que nunca sabremos de sus
torturas, de su parecer. Descanso. Mis pies desnudos. Nadie me ve. Aquí, en
este jardín bajo el edificio. Y tal vez encuentre el amor. Aunque consumida por
el hilar e hilar de mariposas que no vuelan pierda la esperanza. Pero que es la
esperanza, un pedazo extenso de ilusiones que nos hace continuar y continuamos
en lo frío del silencio. Un silencio que amo, un silencio que se empeña en ser
la plenitud de mis ojos. Las catástrofes se engullen este punto del universo,
pero sobrevivimos, como plaga beneficiaria o no de él. Y todo es cíclico, tendrá
que venir generaciones y generaciones para ver la claridad de los amaneceres, el
tiritar de las estrellas como muestra de que estamos vivos. Y tal vez encuentre el amor. Vientre con vientre.
Labios con labios en el curso de las horas.