sábado, febrero 24, 2024

CARTAS DE AMOR EN LO INSONORO

 


El infinito querida…el infinito. En esta carta de las pisadas de invierno el cosmos nos lía a ras del misterio. Te escribo porque siento la necesidad o no , de reflejar cada aliento que se enhebra en la isla…en la isla. El tiempo pasa…tic-tac, tic-tac y somos hijas de estos océanos que nos acordona, que nos anuda en un largo adiós. Tan amplio que será sonoro en los años venideros. Ahora debemos aprovechar estos instantes, estos momentos donde la verticalidad de nuestras alas con la sombra del ayer ampara un deseo, un sueño, el anhelo de ser vestidas por las olas, por los astros, por los años. El infinito…todo esto es eterno. Sí, el universo, esa luna latiendo al son de los enamorados, de los solitarios, de los locos y nosotras aquí con nuestros ojos inconclusos admirándola. No sé cómo decirte de esta carta, esta carta de amor tal vez. Según lo veas nos presenta en un imaginario hábitat donde los soles nos esperan para el retorno de los campos húmedos. Las guerras no acaban, su fin no es posible , querida. Somos colgajos de restos de nuestros antepasados, de descifrar lo que nos viene en gana a favor de la miseria, del hambre, de la sed. El odio , la venganza se enraíza en las venas como sangre de muerte. Ojos blancos. Ojos tristes. Ojos desamparados. Ojos de harapos. Y el silencio. Y la nada. Playas abandonadas donde las ballenas callan ¡Uhm , ese silencio¡ Tenebroso, arrebatado de los miserables que somos, de lo estropeado que esta este mundo! Pero el infinito está ahí, querida. Mira el firmamento ¡OH esas constelaciones¡ otros mundos donde se hace invisible al ojo humano. Y lo cierto, que la felicidad está aquí, en este instante eviterno donde nuestras miradas son espejos de una sonrisa ¡Uhm queridas¡ me enredo en el silbo de los montes que pueblan la isla, me enredo en esa silla donde tomo el café, me enredo en observarte y te digo, vale la pena, no me canso. El cansancio es ajeno a mis sensaciones , a mis emociones, a cada suspiro que piensa en ti.

domingo, febrero 18, 2024

TAN INFINITO COMO EFÍMERO....

 



Tan infinito como efímero, las constelaciones se revuelcan en las mareas, las ballenas no cantan y retorcidos silencios es temblor de las espaldas cansadas. Tan eterno como fugaz, los cuerpos se abrazan, se acarician en la plenitud de la luna las manos ojerosas hablan del amor. Tan bello como perfecto, nuestras pisadas que al unísono juegan donde la paz es vela de la esperanza, del reverder de esas almas obsesionadas por gravitar en la oscuridad. Y todo queda aquí. Y todo es símbolo de nuestro hoy, de nuestro ayer. Sostenidos en puentes colgantes cantamos , bailamos y esperamos la sonrisa de los inocentes, de las voces de las tumbas anónimas.

martes, febrero 13, 2024

NUBES DE HOSPITAL 16


 

16

Asciendo a las alturas de la desgana y me marcho y me despido. Ahora soy despedida de toda esa memoria que quedará en una voz silenciosa de mi reconditez. Ya es hora de partir, la conversación se hace pesada, aburrida, monótona. El vacío nos ronda con sus garras tirando de cada de nosotras y mi yo se evade en un cavilar intenso de que no estamos para perder el tiempo en lo obsoleto, en lo absurdo. Me marcho, de camino mientras llamo un taxi ese jardín es toda belleza, una llovizna frágil resbala por mi rostro y siento el habito de la sensatez. Me despido de todo aquello que amarro mi pasado. De que sirve el pasado, no sé, una experiencia en alas de mariposa del hoy , liviana, plena ¡uhm¡ Solo una muerte, una pesadez que arrojo en los riscos donde los antiguos aborígenes gritaban antes de arrojarse a la nada ¡Uhm , la tierra mojada¡ desprende una fragancia escasa en el día a día y ello lo agradezco. Disfruto de esta despedida, es como si destrozara hasta llegar a cenizas todo mal que me ronda. Y me despido, disimulo y para qué. Mi postura es evidente, es evidente como este universo se expande y contrae a medida de su caos. Es oscuro, me siento bien, el taxi tarda. Todo es silencio y ese callar deje. Un silencio vestido de la nada. Y es que precisamente que necesidad de aguantar la estupidez humana. No tengo tiempo, estamos aquí en un ciclo corto donde nuestra energía se concentrará en ese espacio habitado y la memoria será olvido. Te olvido querida y no es que no te halla amado. En mi vida el recorrido ha sido un sinfín de ojos que miran mis ojos, de ojos que tocan mi cuello, de ojos que besan mis labios y ahora no, no tengo tiempo querida. Ay, amiga del alma mía, te has ido, yo me he ido. Los años pasa y todo se remueve en el sentido de otras pasiones, de otros sueños. Si, sigo siendo la misma, pero con unos retoques de desinterés por lo que es inconexo a mis sensaciones. Ay, amiga del alma mía, creo que no nos hemos defraudado, solo que ahora nuevos sentimientos, nuevos anhelos, nuevos sueños. Sigo en esta barca solitaria con rumbo a un horizonte donde las estrellas gravitan en mi dolor. Porqué todo tenemos un dolor, una gota quebrante a nuestras pisadas. Pero seguimos , seguimos a través de este cosmos aportando un pedacito de nuestro yo. Ay, amiga del alma mía, adiós. Un adiós condenado a perpetuo. Todo se ha acabado. No me llames, no insistas. Soy otra o la misma. La misma u otra. Qué más da. Sí, qué más da. Lo anterior no sirve para el ahora, para el todavía. Pero todavía cantan los pájaros y ello quiere decir, amiga del alma mía, que nuestras esperanzas también pueden cantar, volar en lo más alto de los crepúsculos y atravesar cumbres pedregosas, con paciencia, con ganas. Escucha , escucha el sonido de la brisa, la lluvia caer y los pájaros en su balada de alegría. Escucha, escucha tu espíritu como hija de las ganas, las ganas de seguir en este mundo maltratado, desquiciado. Ay, amiga del alma mía. El taxi llega y yo mi temblor ante la humedad que ha penetrado en mis carnes. Me subo y le digo la dirección a la que voy. Al principio son torpes mis palabras y después me concentro. Ay, amiga del alma mía. No miro atrás. No hay que mirar, lo que no puede ser , no puede ser. No he nacido para casarme con alguien y no lo haré. Libre ¡libre¡ las campanas suenan de este lugar que me alejo. Suenan a campanas a los muertos. Un amor muerto. Ay, amiga del alma mía ¡Uhm¡ es necesario esta ausencia en nuestras vidas.  La ausencia tuya. La ausencia mía. Es difícil ver el brío del mañana en estos instantes, pero lo veremos. Llego a la ciudad. Me bajo antes para ir caminando bajo mi techo. Aquí no llueve, está todo remolinado por un viento expresivo con sus dentelladas. Un desorden que marca un vuelco en la visión de este mundo Y esta ciudad, esta isla me enamora. Un amor cerrado para mi razón. Su corpulencia está teñida de una climatología especial. Y arribo a ese otro jardín, donde se encuentra el edificio en que vivo. Las mujeres de negro me esperan, es noche cerrada y el enmudecer de cuerpos tendidos en el dormitar es visible. Me acerco a ellas, quieren comunicarme algo…un algo que ignoro. Despacito, con el aliento de este nocturno donde la ramificación de mis sienes se extienden en el convencimientos de mis pisadas verticales, exactas , me aproximo a ellas. Danzan en la sombra de un ficus donde nadie las puede ver. Danzan en la creación de una atmósfera con velas en sus manos ….velas que no se apagan en sus movimientos sensuales, perfectos, en  el baile de la libertad. Por un instante fugaz , me quedo quieta y las observo. Veo en ella mi mañana, mi hoy, mi ayer. Delatan cada pedazo de mi entregado a esta existencia. Me siento cómoda y el pavor es desconocido, es de una atracción conmoviendo mi corazón, mi soledad. Ando de nuevo y ya muy próximas a ellas me invitan a su danza imparable, pausada y me siento yo. Si yo, Jam, mi nombre es Jam , nombre que se puede decir con un suspiro, nombre que mueve todos mis sentidos cuando bailo con estas mujeres de negros. Mujeres de negro, mujeres de lucha, agarradas a la supervivencia de las rutinas, de esas jornadas marcadas por el gemido de algún alma bajo la influencia del desatino de otros. Mujeres de negro, sacan sus pañuelos blancos, apagan sus velas y se insuflan de una profunda y verdadera libertad.

 

sábado, febrero 10, 2024

NUBES HOSPITAL 15

 

15

Cierro la puerta. Cierro las ventanas. El móvil suena y esta vez lo cojo. Una voz conocida llega a mí. Una voz que me pregunta como estoy y yo respondo. Un amor viajero a tierras de lo imposible. Es impertinente y desea verme, intento escaparme , huir donde los astros dicen que ese no es tu destino. Sin embargo, quedamos. Sí, una cita a cierta hora en la cafetería de un hotel. Me miro al espejo, aun soy joven, aun una chispa de realidad se almacena en mi mente y puedo presentarme en la aventura del tal vez, que no es un tal vez, es una dejadez. Y porqué un hotel, no quiero bajo mi techo algo que no fue y que quizás no pueda ser. Este espacio eclipsado para cada aventura, para cada singladura donde la palabra amor, sin ser amor, lo ponen delante. Y prefiero esperar. Y elijo otro lugar, otro momento, otro tiempo donde me sienta libre de mis miedos. Porque es cierto que siempre existe temor, más con los años que me ha tocado girar y girar. Y porqué tan distante, un hotel, a las afuera de esta ciudad. Mi soledad es mía, mi verticalidad también. No me queda mucho tiempo, me ducho y salgo. Me quedo en la parada a esperas que pase un taxi y lo voy. Voy a ese hotel. Un hotel donde la frondosidad de la naturaleza brinda por la tierra, liado de flores, de arbustos, de árboles dándome la bienvenida en su entrada. Mientras, pienso, no tuve que coger el teléfono. Pero basta ya, no soy una niña y la pesadez constante de su llamada me atrae sin saberlo, qué guardara. Entro, de espalda en un rincón de la cafetería visualizo una imagen, no ha cambiado, me acerco por detrás y digo hola. Cuando nuestros ojos inciden unos vastos recuerdos me anuncian el ayer. Cuando nuestros ojos coinciden un estremecimiento balbucea que no. Que no, que esto es una pesadez, que ya no puede ser. Todo cambia, todo fluye de manera eficaz hasta ser otra. Y ahora soy otra, con los mismos ojos, con las mismas manos, con la misma voz . Somos distantes, me siento, le doy un beso en la mejilla y por un largo minuto silenciamos nuestros pensamientos. Somos corrientes de la distancia, eso razone. Y no , no , todo no es igual. Quien hablará primero. Rompo este casquete de hielo entre nosotros y comento algo. Un algo totalmente absurdo, normal en las conversaciones vacías de amor, de cariño fugado en el alejamiento. Y todo cambia, como cambia el clima, como cambia el plumaje las aves, como cambia las mareas, como cambia lo que vemos ante nosotros. Circulamos sin precipitarnos, sin ser ese acantilado donde todo cae y nada vuelve. Todo cambia, nuestras sensaciones y es que han pasado muchos años, estaciones donde cada una a sembrado lo suyo y las vivencias remotas a la sabiduría de cada una. La conversación llega un momento en que un halito de esperanza vuelve y yo con mi independencia y su existencia con su experiencia nos hace respirar , nos hace caer en campos donde la nada habita en lo intimo de nosotras. No, despliego mis alas y surco cada instante del pasado, cada error, cada secuencia y esos momentos me reprime, me dice vete. Almorzamos, calladas. Todo cambia, todo se clarifica y el aprecio es no más que un guiño explosionando en este sitio, donde la naturaleza prende lo que es suyo. Me levanto, voy al baño. Allí me miro en otro espejo, me siento y aflora en mi la dejadez, la desgana, lo invalido que es este instante. Nada es similar al ayer, envuelto neblinas que me hace difusa mi despertar del hoy. Miro por la ventana del servicio, unos pajarillos cantan, los observo, la paz de este territorio donde estoy presa es indiscutible, es magnífica. Retorno, me siento y de nuevo nos miramos como si un puñal hubiese atravesado nuestro pecho. Todo un adiós.

jueves, febrero 08, 2024

NUBES DE HOSPITAL 14

 

14

Tengo que ir a trabajar, como todas las gentes de clase obrera, dejar el sudor en unas pisadas que se pierde entre la estructura de un hospital. Yo soy hija de esa conciencia lucida donde solo el trabajo y la casa es el lugar donde te lías y lías hasta el dormir sobre sueños de esplendor donde el descanso tiene cabida. No hay tiempo para más, solo alargar el agotamiento hasta un precipicio donde la almohada te llama. Y no quiero descansar, tengo ganas de sacar algo de mí, teñirme de viveza para ser rumor de la brisa, de las nubes, de un cielo donde los pájaros cantan. Uhm…urgencias está rebosada, no deja de llegar ambulancias, personas cada uno con sus dolencias. Me impresiona los distintos sucesos que puede atravesar una noche. Algunos, muy desagradables. Llevándome lejos…muy lejos, donde la mujer es menospreciada, es presa de insensato lapidación dejándola lisiada , dejándola mentir, dejándola marcada para toda su existencia. La fatiga me anuda y las horas pasan rápidas, no se cuantas personas he atendido, pero en cada uno de ellos hay un reflejo del mal…del mal que les daña o el mal que los apuñala. Estoy , no estoy , emerjo donde las estrellas dan un poco de tranquilidad, todo se detiene en la madrugada, algún caso extraviado acude a urgencias, pero nada más. Mis ojos se prestan a la conversación con mis pensamientos con la celeridad y el impulso de estar en alerta. Y pienso, mascullo en mi mente que dispar de creencias, todas a mi entender falsas. Todas hiladas en la unicidad y que interpretamos siempre o casi siempre para menospreciar otras ideas, otros credos. Y porqué tantos dioses, somos polvo de estrellas, somos eco de un cosmos que nos mantiene como una parte de él. Y el ser humano necesita aferrarse a un Dios, qué Dios, ese que necesitamos en los tiempos más duros, ese que necesitamos para dar escusa de nuestros actos más perversos, crueles. El silencio en cada templo me sustrae, cuando entro, sensaciones de un silencio recóndito hace sumergirte en lo profundo de las almas. Y no es que sea creyente, pero en este mundo es un lugar que congrega cada individuo como una uno solo. Sienten aferrarse a un dogma que los caracteriza en esos instantes como cantata a la paz. Después, bajo sus mascara, algunos, se encuentra el desbaratado en el que desvariando sus leyendas, sus mitologías, los escritos los transforma en una aberración sanguinolenta de muerte y odio….de odio y muerte. Son las siete, las siete de la mañana. Todo está calma, ya me queda poco para ser vencida por el sueño, que no será sueño sino alargamiento de mis ganas de continuar el curso de este día que ya se presenta. Me despido, el móvil suena, me dejo ir por el progresivo ajetreo de los pensamientos. Me acerco hasta la playa, con su amplia avenida, con su barra erosionada con el paso del tiempo. El día se presenta con un jadeo de la calima y calor que nos  desarme en este mes de febrero. Regreso donde las olas intocables , sordas las sigo con el ritmo de mi verticalidad. Ellas se irán. Ellas regresarán. Solo, el resonar de su susurro galopan por mis miembros, son lo eterno. Y nosotros, también cuando el dormir perenne nos abrace en un nicho, bajo tierra, en cenizas. Ellas, en rasgaran en lo imperecedero de este planeta su balada de los ahogados, solo. Y esa eternidad será la nuestra, partículas insignificantes en lo infinito del universo. Nuestras voces, serán un vagar y vagar como el resonar del vacío, viajaremos más allá de este sistema referencias y no seremos nada, no más que una voz del ayer en el espacio. Mientras, aquí, rogando a un Dios inexistente , que nos de fuerza para continuar caminando sobre tumbas espejos de nuestro yo. Las gaviotas danzan con sus movimientos en la arena, su mirada atenta me persigue en cada desplazamiento de mis hombros cansados, marchitados al son de andar en la orilla.

sábado, febrero 03, 2024

NUBES DE HOSPITAL 13

 

13

Descanso. Con pies desnudos del sudor. Me aquieto en este jardín, donde las rosas parecen no dormir, donde las lavandas son parte de mí, donde un romero me insufla de recuerdos. Y retrocedo, un paso atrás, antes de acabar en este hospital. Me vengo donde el invierno era invierno, ahora es solo un aliento de polvo sahariano que vetan mis ojos, mi respiración. La noche es cómoda, un agradable desdén a la gelidez de esta estación. Ahora se puede decir que la primavera forma eviterna parte de la isla…si, una isla arrinconada en la lejanía de otras tierras, de otros amores. Aquí, en el instante donde la ciudad es duermevela me envuelvo en una atmósfera de nostalgias que perecerán cuando el crepúsculo del día expulse esta luna…esta blanca luna. Los hielos se están rompiendo y me quedo aquí. Esto implica un cambio en el ph del agua , esto implique miles de especies muertas, esto implica aumento del nivel del mar, esto implica ciudades hundidas como la Atlántida. Siglos después , miraremos atrás y veremos este mundo como con un cambio drástico lo que ahora nos encontramos, bucearemos en lo que fue inevitable y seremos hallazgo de ciudades sumergidas en las profundidades. Pero basta, el daño del agua. Sí, su daño. Ya sea agua dulce, salada. Estamos ante el mal de este siglo, el agua. Un agua que se atraganta cuando en su orilla ve un niño hambriento, sediento y no puede dar de beber. Un agua envenenada de los avances de este mundo, por esas guerras sin fin. Me acerco a un rosal, el ambiente trasquila una a una mis pieles fabricadas de vivencias. Yo mujer solitaria cuando la madurez se refleja en mis ojeras, en mis arrugas. Yo mujer , he llegado hasta aquí, arrastrando un carro de zarzas que indujeron a este solido aislamiento. Dicen de que errores vivimos. Dicen que los paso de ayer son espejo de nuestro espejo. Miro la luna. Huelo estas rosas rodeado de un jardín en plena madrugada , mi vida hace un recorrido tiempo atrás y me sostengo en el ya, en este tiempo que me hace levantar la cabeza y el ánimo. Canto para mis adentros, como playa vacía, como loba corriendo en yermas llanuras me expando y me edifico de cada pleito sufrido en lo hondo, donde nadie puede llegar, donde nadie llegará. Me afirmo y desde este punto me ramifico en lo maravillo, en saber decidir, en saber elegir. No, no hay prisas , el tiempo contemplara los ojos que estáticos me haga temblar…Si , temblar cuando los mire. Yo soy libre. Yo soy madre de mis actos. Yo soy estela que se atreve a danzar sola…digan lo que digan. Y danzo. Y canto. Y es la madrugada, la luna pálida me señala el andar de las horas. La luna pálida me avisa de mi grito en la templanza de riscos donde todo lo mágico me absorbe. Mientras este planeta parece estar enfermo, enfurecido, dolido. Mientras las muertes continúan en suceso de la injusticia, en voces del callar que nunca sabremos de sus torturas, de su parecer. Descanso. Mis pies desnudos. Nadie me ve. Aquí, en este jardín bajo el edificio. Y tal vez encuentre el amor. Aunque consumida por el hilar e hilar de mariposas que no vuelan pierda la esperanza. Pero que es la esperanza, un pedazo extenso de ilusiones que nos hace continuar y continuamos en lo frío del silencio. Un silencio que amo, un silencio que se empeña en ser la plenitud de mis ojos. Las catástrofes se engullen este punto del universo, pero sobrevivimos, como plaga beneficiaria o no de él. Y todo es cíclico, tendrá que venir generaciones y generaciones para ver la claridad de los amaneceres, el tiritar de las estrellas como muestra de que estamos vivos.  Y tal vez encuentre el amor. Vientre con vientre. Labios con labios en el curso de las horas.