viernes, junio 27, 2008

Cuerpo que se expande y contrae



Cuerpo que se expande y contrae
En la ribera de sus manos
En las raíces que emana de un espejo azul
Donde se refleja un fuego circular
A cada paso que da.
Cuerpo que emerge como centinela
De los agujeros negros que ondean
Este globo de agua y sal
Donde lentamente
Con el sabor marchito de las flores de mayo
Asciende por una cumbre de paz.
Cuerpo que en la alborada del anhelo
Se desplaza con viento norte
Por pasadizos donde erupcionan
El amor, el beso de mariposas añiles
Por su aterciopelado cuello.

martes, junio 24, 2008





El crepúsculo. Densa nube inanimada que juega con el vaivén de las olas. Intacta y despacio el latido de un corazón abrigado a sus sábanas de sal se agranda para beber del néctar de las sirenas flotantes de sus sueños. Tambores de aves en la lejanía, en la llanura donde arboledas de cristal son gemido. La fragilidad. El bullicio de un océano embriagado de vida. Luces que se solapan al ritmo cierto y bello de los enamorados.

domingo, junio 22, 2008

Monologos con la luna(2)





Desde entonces.....
Soy parda colina
Donde los sueños languidecen
Sin la sombra de la plateada
Como pasaje de la buenaventura
De lo que forja mis deseos.
Desde entonces,
Desde ese azotar
De mi alma,
La herida no me reniega
Y soy densa anestesia
A la balada de los pinzones.
¡Soy noctámbula ave¡
Al encuentro de mi esperanza
Aunque la brisa moribunda
Y los boscajes quebrados
Me adsorben a un vacío.
¿Por qué?
¡Somos contrastes
De los vientos de la vida ¡
En eclosión purpúrea
Cuando el hibernar del amor
Nos da su fogata de lavandas
Con su crepúsculo broncíneo
Sin ese acaecer refulgente
Por ese perfilar tangible
De las cuchillada que nos lanzan.
¡Piedra a piedra¡
Cae sobre nuestra huella,
¡Injusticias arrebatadoras¡
De nuestra sonrisa,
¡Pensamientos erróneos¡
Nos destierran.
Y sin embargo
¡Y sin embargo¡
Seguimos vagando
Sobre nuestros vastos pilares,
Sostenidos a una amapola
Que nos da el impulso brioso
De ser imagen de un Pegasus ensoñado,
Aunque nos arrebaten los sueños.
¡Los sueños¡
¿Cómo puede existir
Lapidaciones a ellos?
Quizás sean sus desastres
Que de forma descabellada
Los hace crecer
En el exterminio de otros.
¡Los sueños¡
Elixir serpenteante
Que nos anuda a esas alas
Del prodigioso canto de las aves
¡Ahora las escucho¡
¡Si¡
¡Están aquí¡
De rama en rama,
Bajo esta ventana
Donde ya la luz de la ilusión
No es paraíso
Que me espera
¿Por qué no nos espera?
Tal vez por que ha sido pisoteada
Como hojarasca que se disemina
A ras del último suspiro:
Balada de los muertos flotantes
Que se posan en nuestra alma.
Somos, ¡cuerpos desnudos¡
Deambulando de océano en océano
En busca de nuestra amante
¡¿Pero que pasa¿¡
A veces se eclipsan
Nuestras lunas inmensas
En hogueras esporádicas
Donde el bagaje de su estela
No coloniza nuestras manos
¡Manos inanimadas¡
¡Alas ateridas¡
¡La desolación del amor¡
¡No llega¡
¡No llega¡
Y asolada
Soy respirar por una pendiente
Donde las ortigas de la soledad
Me acosan
¡Desfallezco ¡
¡El nocturno
Ya toma mi cuerpo ¡
Un Sirio tripulante
Da la mágica pregunta :
¿Qué será de mi mañana?
Novo crepúsculo,
Boscaje de labios acariciándose,
Deletreando cada sentimiento
Que se posa en las llamaradas
Con la unísona cantinela
De la libertad.
¡La libertad¡
Cascadas salvajes,
Hipnotizadas por el sin fin
De nuestros adentros,
Arraigada
Por esa sutileza de un arco iris.
¡Rosa a rosa¡
Sin ser espina del lamento.

lunes, junio 16, 2008

El sendero


Un tragaluz. Lenguas de acero que descubren su desnudez. Capaz, se alza sobre el mar en una jornada que despierta violenta. La lluvia no cesa. Una lluvia que golpea con fuerza sobre los cristales de la ventana, sobre el tragaluz. Ella se ha levantado como un día más por las esferas de la sensibilidad que la empuja a tomar camino por un sendero de tierra abatida. Tierra que se estrangula, tierra que colmada de palmerales a sus flancos. Camina con lentitud, una lentitud que hace de su cuerpo un movimiento sinuoso. Se dirige al trabajo como cada día. Pero algo sucede. Un imprevisto. Ante ella se posan miles de mariposas que le recuerdan que es la vida. Se detiene. Su paso firme y sosegado se encoge hasta pararse. Se hace su cabello para atrás. No entiende. Queda impresionada ¿Por qué tantas mariposas? Sueños turbulentos ha tenido durante la noche. Unos sueños que la hacía descender por un sudor frío. ¿Cómo pasar? El recuerdo le viene. La estruja como a un papel. Intenta con sus pensamientos volverlo a alisar pero es imposible. Su pasado la ha marcado, la ha desahuciado de lo que hoy llamamos ganas de vivir. De repente las mariposas desaparecen. Aún meditativa sigue su camino. Va a llegar tarde al trabajo. Se apresura. Ya la ciudad no está muy lejos. De repente una palmera se desploma tras ella. El susto que le da la hace temblar. Un fuego interior se sube hasta sus sienes y su corazón...Ahí su corazón. Son latidos desbocados. Siente miedo ante todo lo que le rodea. No sabe si dar un paso más. Se queda paralizada. Delante de ella la tierra comienza a abrirse y una escalera asoma. La seduce. La invita a bajar. Ella sin saber por qué se siente atraída. Desciende. Se halla con otro mundo. Un mismo camino pero en lugar de palmeras en los lados de el hay pinos. ¿Por qué?, se pregunta. Sigue ese sendero y se tropieza con una anciana. Cuando se fija en su rostro se ve a ella misma pero más vieja, más estropeada, más sola.

domingo, junio 08, 2008

Anne

Las nubes pasan rápidas, parece un lienzo de cascadas pero en horizontal. Desde su ventana se observa el follaje oscuro de un monte lejano y cerca de ella el murmullo ensordecedor de la ciudad. Una ciudad que llama a la luna, una luna amarilla por la polución. La bóveda plúmbica a veces la deja aparecer y ella con toda su corpulencia da luz aquellos lugares más recónditos. Ella, Anne, se halla en su habitación. Como de costumbre. Los gritos han acabado con ella, esos aullidos infelices que son hacha a la esperanza de los demás. Anne lee. Lee y lee todo lo que pueda leer, todas esas palabras que no más que son un juego del autor con su lector.
Anne es delgada, es un tallo donde los pétalos ya están marchitos y el olor se ha esfumado de la ilusión. Con sus apenas 18 años ya sabe todo lo que hay que saber de la vida. Sabe de los susurros del viento, del abrigo del sol, de las lágrimas de un día nublado, de los juegos de la nieve, de la hojarasca que viste la calle cuando ella pasea. Los estudios le van bien, quiere lo antes posible liberarse de su hogar, de la tormenta que discurre por el zurrándole a ella. Anne, que deliciosa es. Siempre es amable con cualquiera excepto con aquellos que quieren hacerle daño. Pone una cara por delante y otra por detrás. Como todo el mundo. Si, somos un poco falsos. Cara a esta sociedad y este mudo hay que serlo a veces sino latigazos rasgarán tus mejillas. Anne sigue leyendo en su cama hasta que el sueño acuda. Ella a veces desea que el sueño la emborrache de tal manera para caer inconsciente y soñar y soñar. Pero, ello, no ocurre todos los días. Hay noches donde el sueño huye de ella como la lluvia del viento y, otras, viene a ella como abeja a su panel. Hoy sin saber porqué no puede dormirse, por su mente pasan miles de imágenes rápidamente, todo su pasado se casa con su presente y hace en ella erupcionar un malestar. Anne sigue leyendo, un libro de no se que. Poco a poco siente algo extraño, como un cosquilleo que va desde sus pies hasta su cabeza. Un cosquilleo dulce. Pasa de sus pantorrillas a sus rodillas huesudas y de ahí sigue por sus blancos muslos hasta su vientre. En su vientre se agudiza para pasar por sus pechos avanzando hasta su cuello y cabeza. A ella eso le encanta. De pronto sobre su cuerpo comienza a ver una serie de sombras. Para su sorpresa la sombra eran palabras, palabras que animaban a su espíritu a levantarse, a respirar ¡Como correteaban las palabras por su cuerpo ¡ A ella eso no le produjo temor sino una gracia infinita. Las palabras poco a poco se fueron bajando de su cuerpo. Y, en el suelo, hicieron como una especie de círculo invitándola a ella a situarse en el centro. Ella así lo interpretó y cuando ella estuvo en el centro de ellas una piroctenia de color estalló. Ella estaba sorprendida, casi era incrédula a lo que le estaba sucediendo. Las palabras la invitaban a que ella formara parte de una de ellas, parte de un libro donde el final fuera la esperanza y la paz.

jueves, junio 05, 2008

Gaviota de fuego (microrelato)

Baja por la montaña donde el sonido mágico de las flautas la imantan hasta el océano. Bosques de oscura tonada son sombra que ha de pisar, son sombra que la socorren de un sol hostigador. A su paso la soledad es hojarasca que cruje en el gemido de su pecho. El río que a lo largo la acompaña ha dejado de cantar, es piedra y tierra donde no más que crecen recuerdos amargos. Llega al mar. Una gaviota de fuego viene a por ella. Le cuenta de ese otra isla donde el amor como volcán erupciona y barre con todo el ayer. Se transforma entonces en parte de esa gaviota de fuego que viaja por el vasto mar hasta aquel pedazo de tierra donde las puertas están abiertas.

miércoles, junio 04, 2008

Navegantes del norte

Navegantes del norte. Violines que como aves son sombra de cuerpos imantados por la libertad. Un reducto de haces de polvo de estrellas que anuncia la esperanza de pisar otras tierras. Sus almas se disecan en lo subterráneo de nuevos vientos. Sus huesos son halito de una travesía que llama a la muerte en un mar de puentes brumosos. Sollozos que irrumpen en la mudez de miradas grises conquistadas por gaviotas negras que sueñan en aguas malditas. ¡La desesperación¡ El blanco palpitar de seres humanos embarcados al vacío. ¡La nada¡ ¡La nada¡ ¿A qué vienes luna?, se dicen. Nuestros corazones vagan por una frontera de calamidades donde nuestros cuerpos son asistidos por un océano de sables al rojo vivo. ¡La nada¡ ¡La nada¡ Tinieblas nos alcanzan y nos hacen caminar por veredas de sed y hambre.

martes, junio 03, 2008

La desnudez del alba


La desnudez del alba
Se encamina por la belleza
Que rota sobre tus labios.
Cobrizos océanos de seda
Me envuelven en un sueño
Que vaga a ras de tu cintura
Por la que transpiran rosas selváticas,
Donde las constelaciones es orificio
Por el cual nuestras vidas se evaden
En el corpulento fulgor de nuestros besos.
¡Ay amada mía¡
Me dices
¡Ay amada mía¡
Te digo
Palabras que florecen
En el esplendor de un sol
Que es sinfonía de los cuerpos
Gravitando en llamaradas de amor.