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¡Uhm¡
la noche y la luna. La noche y la melodía de los astros. Estoy bajo mi techo,
una conjunción ronda y me muestro
desinteresada ¡Uhm¡ pongo un cd, sin la particular mención de quien con la voz
de su yo insufla sueños del mañana. Me fijo en mi bicicleta azul, sudorosa,
arrimada a la pared. La ciudad calla. El edificio duerme y yo me evado en
submundos donde la nada es presencia. Es mi lugar particular, privado, íntimo,
secretos de mi reconditez. Sensaciones se muestran a medida que la música suena.
Una balada de ahogados. Una balada de supervivientes. Una balada de tristeza. Una
balada de alegría. Una balada bella. Una balada perfecta para mis sentidos,
para mis emociones ¡Uhm¡ la música y yo…yo y la música. No, no tengo ganas de
irme a la cama. Solo quiero vagar en lo más profundo de mis pensamientos, esos
que nadie descubre, esos que nadie observa, esos que nadie sabe. Suspiro.
Respiro. Aire y más aire. Abro ventanas, todo apagado solo, la luna. Aire y más
aire, el frescor de la noche y la luna se incrusta en mis carnes. Me siento
bien y me fumo un cigarrillo a medida que un cigarro en espiral es muerte. Y me
tomo un café para mantener cierta agilidad mental. Me siento, me levanto…me
siento y me levanto de ese sillón que mira el piano. Y las ganas me cubren al compás de cada tonada, de cada
canto enérgico, poderoso, irresistible en seguir despierta mientras la urbe la desahucio
de mi existencia. Música, lo que oigo no le importa a nadie, va más allá de mis
fronteras, va más allá de estos pasos que doy para mí misma. El arte de dejarnos amar por ella. El arte de
entregarte absolutamente a cada una de las notas. Un canto me baña de
irrealidad, de un mundo convergente en paz, en honestidad consigo mismo. La música
y yo. Yo y la música. Mi bicicleta azul y un faro que no se detiene en su ritmo
monótono. Siempre asociada a mí. Una extrañeza me golpea. Una soledad me tilda.
Una mudez me absorbe. Y la música suena alta, con mis cascos. Parte de mi está en ella, todo mi cuerpo se estremece cuando la siento y lloro.
Es mi llanto. Un llanto de felicidad.
Un llanto de calma. Un llanto ausente de preocupaciones. La nada me persigue. La nada me acoge. La nada
la beso. Y ello somos, nada ¡Uhm¡ la noche , la luna y la música. La madrugada
se aproxima. La madrugada me empuja. La madrugada me acaricia. Aquí estoy, frente
el espejo y todo se repite. Vestida de desnudez gira el disco y dejo que me
lleve lejos…muy lejos. Soy yo. Sí, soy yo ¡uhm¡ toco a las puertas de lo
sublime, a las puertas donde las constelaciones me hablan y sí, soy yo, las
llamas del hoy se han sofocado y solo quedo yo, solo yo y mi atrevida visión de
lo que se mueve a mi derredor...CONTINAURÁ