jueves, junio 30, 2016

Querida...

Querida pero que piensas, estás censurada bajo el exterminio de aquellos que huyen bajo el infernal oleaje. Ya lo sé. Es duro, todo es una mezcla de cobardía y rechazo por esos que nos gobiernan ¿Qué hacer? Nuestras manos se anudan a cadenas oxidadas que nos desgarra hasta inflarnos de impotencia y dolor. Por qué de esto, ahora estoy aquí sentada frente a una pantalla tecleando y tecleando este sentir momentáneo, esta repugnancia hacía nosotros mismo. Me pierdo, te pierdes, nos perdemos bajo la oscuridad absoluta. Una oscuridad que nos sumerge en las aguas infinitas de la nada. Me cuentas tus penas, tus tropiezos. No estás de acuerdo en la cuerda floja que nos movemos en esta vida. Pero, qué hacer. No llores…No, no por favor. Aún tu carta está húmeda, triste. Avísame cuando llegues, iré con un abrazo perseguido por el aroma de unos vientos de buen querer. Pero…pero, no sufras más. No te sacrifiques en la ronda de ojos muertos que te acosan, que se incrustan en tu razón y te tira. Te tira muy fuerte, demasiado. Ay  querida…un suspiro se expande entre estas paredes. No soporto tu sufrir, mi sufrir, nuestro sufrir. Hojas que se encogen en el lamento humano. Sí, esto es un lamento. Ahora me despido, abrazos para ti, para mí, para nosotros.

               Así he terminado hoy esta carta. Tenía que contestarle. Triste mano que se alza ante este teclado, ante está pantalla. Me la imagino en su corrosión, herida, desgraciada. Hoy se alza una gris jornada, algunas gotas caen. No sé que ponerme para salir y llevarle estás palabras de todo corazón. Que los dioses la aguarden. Piedad…Sí, pido piedad por ella. Un océano se asoma desde mi ventana. Un océano plano, herrumbroso, cobarde. Yo lo miro como  si la mirase a ella. No más, ya me voy. Sí, iré al buzón más próximo y expulsaré de mí esta agresión de la vida. Espero volver a verla.


martes, junio 28, 2016

Mujer de la lluvia

No sé por qué se empeñaba en seguir las ramas retorcidas y polvorientas que el viento le traía. Seguía sus vuelos, sus movimientos, sus desfiguraciones como mujer de la lluvia. Y es que llovía. Ella desnuda, en medio de una plazoleta cuya ciudad no importa. La llamaban loca. Sí, locura por el abatimiento de su persona cuando la juventud rozaba sus carnes. Ahora, anciana, arrugada, con una melena cana que se revolvía en los distintos caminos que ella tomaba. Su gato iba con ella, un gato gris y flaco. Un gato que emitía el ronronear del amor por ella. Y ella lo acariciaba, lo besaba como se besa a los amigos eternos. La llamaban loca. La plazoleta vacía. Solo un estanque del cual bebía y bebía esa vida que nos apresa en la enajenación de nuestra persona. Se detuvo, era la noche más oscura que había sentido. Astros y astros guiñándole al sentido de su existencia. Y bailo, bailo como se danza en las hogueras para purificar el alma. Se hallaba libre. Libre y cansada. El frío metálico era fuga, una fuga que la encerraba en su esfera. Por un momento tuvo algo de lucidez. Se miró las manos, sus piernas esqueléticas y se dijo me voy. “ Me voy donde las cenizas de mi muerte puedan quedarse aquí. Sí, aquí en esta plazuela que me ha dado techo, que me ha dado penas y más penas, que me ha dado alegrías”. Se fue, se dirigió hasta un pequeño jardín donde una retorcida sabina daba cierta calidez y se sentó mirando al mar. Sus negros ojos se llenaron de lágrimas, no sé si de tristeza o alegría, qué más da. Y poco a poco su luz se fue extinguiendo a medida que amanecía. Poco a poco su gato gris y flaco  murmullaba junto a ella la belleza de su ida. 

domingo, junio 26, 2016

Andar y andar...

Andar y andar, eso se decía ella. Andar por barrancos donde el sol no despertara el sudor, el agotamiento ¿A dónde iba? Ello era más confuso. Caminaba sin rumbo, perdida entre pinares allá en una cumbre donde los pinzones azules tornaban en blancas tonadas. Buscar, se decía. En su mano unas piedras, piedras de la felicidad se decía ella. Piedras a medida que sus pasos lentos se volvían contra la brisa. Sentirla. Sí, sentirla a ras de su rostro como nítida fragancia que la lleva al ensueño. Y soñaba…soñaba con sus ojos esmeraldas plantados en la faz de su delgado cuerpo. Sentía por momentos ganas de correr y correr y dejarse influenciar por la espesura de una hierba seca  , hierba que se lía y retuerce en sus piernas, en su ser de la naturaleza bella. Qué grandioso es te lugar donde los arroyuelos despunta mi amanecer entre imágenes edificadas por mis sensaciones, se decía. Me quedaré aquí. Sí, en este boscaje luminoso donde el engendrar de nuevas auroras me llevará a la calma. Fuera tormentas, huracanadas palabras que muelen nuestro ser. Aquí en el monte sobre azules océanos falleceré, me recogerán las raíces fértiles del amor y seré ave que vuela por estos pinares, se decía y no dejaba de decirse. Andar y andar con la corriente de vespertinos astros alimentando mi verticalidad. Soñar despierta en la mirada estática y veraz de estas tierras, así quiero morir. Sí, morir y galopar en la esperanza, en la ilusión de una vida reiniciando día tras día en el eviterno arco iris. 


viernes, junio 24, 2016

Te escribo...





Te escribo. Sí te escribo con las alas empolvadas de cierta nostalgia que penetra y penetra en vientre azul. Me arrincono en estas palabras que soplan al vacío. Cansada. No sé por qué. Me siento cansada. Un cernícalo viene a buscarme con su vestido pardo y me lleva por senderos donde yeguas se precipitan eufóricas en la ventura de hallar ese talismán que le ofrezca sueños benevolentes. Vuelo y vuelo….sí, vuelo más allá de espejos rotos que pisan mis manos agotadas. Y el por qué de esta declaración….no sé. Hoy he visto el sonar de campanas que se encogen y estiran en la prolongación de mi sombra. Será la muerte. No. Son los pedazos de heladas miradas que se ofuscan en la caída de una tarde. No te llamo ¿Para qué? Mi voz temblorosa arruinaría cada pieza implantada en nuestra extensa amistad. Sí, te escribo, dame tu mano, dame tus palabras, algún tipo de conversación que me libere de esta pesadez. Jornada gris, jornada terrosa que empaña nuestros rostros. Y la luna, ¿dónde está? No es tristeza, ni nostalgia simplemente un eco ciego de desgana. Me desnudo. Me fumo un cigarrillo. Agua fría corre por piel, agua que me hace revivir, continuar en este destino. Recuerdas cuando me abrigabas en las noches invernales. Como nevaba…copos cayendo sobre mi cuerpo, sobre esta alma corroída ahora por el tiempo. No pienses mal, es que todo cambia. Todo gira y gira hasta toparnos con tapias de acero. Ya no puedo más por ello te escribo, te escribo…bajo la luz de una vela que se extingue, que nace, que se revuelca bajo mi respiración. Inspiro y espiro. Espiro e inspiro. Así es la ruta que hemos de tomar, un continuar de bajar y subir por las trepidantes piezas de un piano que se pierde, que se pierde…Te imagino leyéndome cuando sacas a tu perro flaco, eso te encanta. Te imagino en la noche bajo farolas ancladas a tu paso. Te imagino pensando pobre loca. Pero no importa. Te escribo y te escribo, me gusta.  Me gusta que me huelas con el perfume de la lejanía. Ahora te dejo, estoy aquí desnuda, sentada, mojada, retorciendo cada instante evaporado de nuestro ayer. 

jueves, junio 23, 2016

No sé....

No sé. Me da igual las imperfecciones de las corrientes que te llevan, que te traen hasta mis ojos. El mecer revuelve tus manos anclándose en el sentido de mis besos. Estás ahí. Sí, tan cerca y distante a la vez que el amortajar de pétalos se vuelve oscuro. Sigo tus pasos, un violonchelo se aglutina como viento que hemos de respirar. No hay tristezas, la memoria se retuerce entre pantanales lejanos. Una sonrisa hace girar mi camino y otra vez nos encontramos, otra vez somos unísona agua desembocante en barrancos fértiles. Me detengo, te detienes y ahí estamos como cuerpos gravitando al son de las hogueras del querer. 

lunes, junio 20, 2016

Si...

Sí. Te he dicho que si y no te das cuentas. No quieres sobrevolar a ras de la realidad. Tus sueños se esconden, se sumergen bajo tierras movedizas difíciles de salvar. Aquí estoy, tomándome un café mientras un cigarro en espiral emigra por tierras lejanas. Esas tierras donde tu yo iremos galoparemos a son de las nubes, con el tintineo del viento norte que pulirá nuestros rostros de pureza. Sé que no me escuchas, que mueles todo el eco sonoro de la alegría en una cierta nostalgia ¿Para qué? El ayer es solo navaja que se cuece en tu garganta. Te rajas, te lastimas y no te das cuenta. Ven, te digo. Ven aquí donde el arco iris florece cada alba con el soplo de horizontes no muy lejanos. Subamos a ese roque, alarguemos nuestros brazos y volemos con el impulso de alas imaginarias que no da sostén para el continuar. Sigo hablando y no me escuchas. Miras atrás. No ¡No¡ el pasado te retuerce, te embriaga de lágrimas hirientes en la espera. Aquí ya no tienes nada que hacer. Venga, vamos es ya tarde. Una luna es lumbre de la senda que hemos de correr. Sí, correr tras palabras que dan aliento a nuestros espíritus ¡Ay amor mío¡ Ven, te estoy esperando. Aprisa. Aprisa. Es muy tarde. Deja ya de navegar en la ensoñación que soslaya tu yo. Dame la mano. Aprisa. Aprisa. Así como dos arroyuelos confluyendo bajo las miradas inhóspitas de nuestra marcha. Mira la belleza de estas ínsulas, playas infinitas hasta llegar a la plateada. Bellas como tú. Tendremos que ir monte arriba, la luna nos guía, nos abraza en la eternidad de estos momentos hasta el fin.


sábado, junio 18, 2016

Vive

Corres al encuentro de yeguas salvajes que te ofrezcan el don de la irrealidad. Te apuras en tus sueños y viertes lágrimas negras sobre astros estáticos. Viene la noche. Con su coraza de fornidos gemidos. Lloras y lloras, no lo entiendo. Intentas escalar a ras de ortigas ciegas que amputan tus deseos, pero, lo intentas y lo logras. Logras el desvanecimiento de la oscura pena que se agita en tus senos, en tu vientre. Cantas…cantas muy alto. Quieres que te escuchen, que te escuche algún ave de la noche, alguna luna de este cosmos enigmático.
    Vive
Vive bajo los fuegos veraniegos
De la esencia de tu aliento.
Vive
Vive sobre las mareas indefensas
Donde tu cuerpo danza y danza.
Vive
Vive con el solo de una guitarra
Edificando tus sentidos.
Vive
Vive en la entereza de roques

Que aman tus pies alados.

viernes, junio 17, 2016

la nada...

Cierro puertas, abro ventanas, una cierta brisa añorante penetra hasta mis entrañas. Me estremezco. Me doblo. Me retuerzo entre la duda y un recuerdo efímero que colapsa mis sienes. Intento avanzar, la nostalgia pesa sobre mis hombros. Me siento débil, muy débil. El dolor agarra mi vientre y soy desalada gaviota en las profundidades de un océano incierto. No sé lo que me ocurre. Será…Sí, será esa esencia que vaga en mi mente, en mi vacía habitación, en mi deshabitada cama revuelta de una memoria que me daña, que me señala ¡Apártate de mi¡, grito. No escucha. Solo el silbo del viento, de ramas que se retuercen al amparo de una bóveda ceniza. Lucho y lucho. Sí, luchar contra el revoltijo de muros que se echan sobre mí. Ya no puedo más. ¡Escúchame¡, grito. Ven a mí con el sutil abrazo del beso, con la caricia que retorna tras un viento ido, con las manos suaves que darán  calidez al temblor que siento. No ¡no¡ nadie escucha mi suplica. Pido clemencia ante tanto y tanto silencio. Sí, silencio, esa es la palabra. Cruzaré los desiertos de hielo y me fundiré con las mareas, con la luna. Quizás ella…No, no iré a por ti. Sí, a por ti. Pero, ¿es que no te das cuenta? Ya entiendo, te has ido. Sí, ido ¡Vuelve¡ No. No…es imposible. Todo ha acabado sumergido entre las grietas que escupen ojos muertos, manos…que manos, manos de muerte. Ni adiós me has dicho ¡Por qué¡ ¡Por qué¡ Respiro hondo, me siento ahí donde tú te sentabas a meditar. Ya no hay nada. Nada. 


martes, junio 14, 2016

Azul...

Azul.
Todo es azul.
Balanceo de la tarde.
Playas vacías
En la búsqueda del yo.
Presente.
Ahora.
Aquí estamos
Frente el rocío
De la caricia sutil.
Azul.
Todo es azul.
Cometas blancas
Deseosas de paz.
Manos unidas
En la ruptura de cadenas.
Y la eterna paz.
Venga, vamos.
Azul.
Todo es azul.
Equilibrio de ramas ajadas
Tras el llanto ido,
Tras la nostalgia venida,
Tras el sueño logrado.
Te quiero, te lo dicho acaso.
Así, azul.

Todo es azul…


domingo, junio 12, 2016

oscuridad...

Oscuridad. Todo estaba oscuro. La noche me embriagaba de constelaciones difíciles de designar. Cual…cual sería aquella y esta otra. No sé. No me decía a marcar cada una con su nombre solo imaginaba figuras en el firmamento que me llevaba sobre este océano a un viaje sin rumbo, sin destino. Estaba sola. Sí, sola. Yo y mi barca. Mi barca y yo. No sé por qué sentí algo en mi vientre. Miré, un sobresalto en el nocturno y solo el rumorear del océano. Alguna que otra ballena pasaba pero no veía bien, todo estaba oscuro. Sentí un tenue soplido en mi espalda. Me estremecí. Me preguntaba por qué a estas horas yo estaba aquí. El soplido seguía, paraba y continuaba. Un cierto temor hizo temblar mi cuerpo, mi ser ¿Qué era? ¿Quién sería? Entonces una voz gutural como salida de las cavernas me llamaba por mi nombre. Sí, por mi nombre. Miré al cielo. Calaveras daban forma a las constelaciones. No. No podía ser. Náufragos avanzaban hacía mi. No sé lo que querían pero una batalla inacabable con la vida era sus últimos suspiros. Una bocanada triste y amarga de sus voces me invadió. Qué hacer. Estática los escuchaba. Sí, eran los muertos de los océanos, aquellos que bebieron de la felicidad de tierras nuevas sin llevarlo a cabo. Ahora solo muertos. Pena. Angustia. Dolor. Me arrinconé en el piso de la barca y la dejé que me llevará a donde quisiera. Con algo duro tropezamos. Ruptura. Quebranto. Una playa vacía. Una playa de arena negra donde mis pisadas no sabían que senda tomar. Solo había herrumbre, maderas podridas y la fetidez de la desgana, de la perdida de la conciencia y la muerte. Me arrodillé. Oré a no sé qué Dios. Daba igual. Respire hondo y cerré los ojos. Sí, cerrar hasta que amaneciera. Por qué tarda tanto el astro rey, me preguntaba. Sufrimiento. Dejadez. Humedad. Abrí los ojos y ahí estaba, el sol. Dame valor, dame vida, le dije. Me puse de pie y anduve y anduve como desterrada con el corazón agrietado. Lágrimas. Horror. Sola. Muy sola. 

jueves, junio 09, 2016

lamiendo

Lamiendo la oscuridad
Mientras los astros abogan con su mudez
Sobre cuerpos rítmicos entre tundras.
Los ojos se eclipsan
Y un acompasado movimiento
Nos deja en el agotamiento de las emociones.
Los recuerdos alborotan el ensueño
Lazos cortados en las singladuras de una luna
Meciendo el nombre de su esencia.
Se hace larga la noche,
Un sinfín de cometas blancas
Evocan el desierto de las manos.
Abrazamos las raíces
Manantiales subterráneos
Que corretean con la vida, con la vida…




domingo, junio 05, 2016

Estiamda...

Estimada N:
No es que esté aburrida pero sus palabras no alborotan ya mi corazón, todo aquello por lo que había luchado se ha venido abajo. Sin quererlo nuestras miradas se distanciaron más allá de un horizonte plano donde la existencia de nuestras manos no dan ya calidez. No confundas mi desgana de escribirte querida. Pero es que ya todo lo que me rodea me abruma, me lleva a la nada. Sí, esa nada que emerge en un amor roto, destruido, arrancado de sus raíces. Dormimos ahora en habitaciones distintas, ella, pasa ante la mía y siente que su aroma se ofusca en los océanos tenebrosos de la oscuridad. No sé lo que piensa, ni intento que me lo diga. Para que, todo ha acabado. Quizás en verano nos veamos así con más detalle te podré narrar lo sucedido entre nosotras dos.
Me despido, María.
Pd: hay que soportar lo que la vida se empeña en darnos, en quitarnos…
Ahí, en su habitación escribiendo a N. seguro que le habla de mí, de este amor fracasado. He pasado ante ella y no ha levantado la cabeza en los restos de tinta sobre papel. Ni tan siquiera mira la pantalla del ordenador. Seguro, más de seguro que quiere proteger su intimidad. Siento que no es justo. Yo también debería escribir a N. contándole algo, algo de esta ruptura que nos lleva por insondables playas salvajes. El temor se cierne sobre mis sienes. Me siento agotada. Paso delante de nuevo de su habitación con mi café. Hago como que no la miro pero sigue frente a ese folio. Ahora estática como si presintiera que la están observando. Me encierro. Lloro. He de irme. Si largarme lejos, muy lejos. Aquí solo hay vacío.
Sigo aquí ante esta carta que acabo de escribir. No sé si es justo. N. querrá también saber de ella por su propia letra, por sus propias palabras. Aún así le escribo, le cuento de esta relación a la deriva sin detalle alguno. Entra y sale. Sale y entra de su habitación. Sabe que le estoy escribiendo. Y bien lo que lo sabe, no he tenido la precaución de encender el ordenador. Me duelo todo esto. Una se tiene que ir. Ella o yo. Yo o ella. No sé por qué llorar…¡maldita sea¡ una gota a caído sobre este papel, la tinta se corre como llevada por aguas fuertes. Lo demás, intacto. Así se la enviare ¡Ah querida N¡ tú que dijiste hasta la muerte ¡cómo te has equivocado¡ Solo unas cuantas estaciones hasta llegar al hastío. Dormir…sí, dormir, eso haré hasta que tenga las fuerzas suficientes de volar. Sí, volar muy lejos.
Querida N:

Sé que María te ha escrito o lo intenta. No son cosas mías. Imagino lo que te estará diciendo y es verdad. Todo ha terminado. Me he levantado y he ido a por café. Ahí frente a un folio. No sé lo que te estará narrando, me da igual. Ya nos veremos. No sé, cuando tú quieras. Ella te hablará de mí, yo hablaré de ella. Esto es así. No sé lo que contestarás pero, pienso, mejor ser neutra. Estar alejada de este lío que nos desembarca en el desequilibrio de nuestras vidas. O quizás no. Tomaremos rumbos distintos, tierras donde nuestros ojos censurados no acaricien nuestros labios. Adiós N.. Un gran abrazo, se despide Anne.

sábado, junio 04, 2016

Sol...

Sol.
Ocaso de playas vacías.
Mi cuerpo.
Mis manos.
Sentada.
El gemir de un mirlo.
Las sonoras oscuridades
De las entrañas.
Viene la noche,
Trueno del alma,
Burlescas formas
De las pisadas.
Sombras.
El adormecer de los sentidos,
El grito de los sudores,
Cadenas avanzando a la nada.
Vacío.
Extrañeza.
Aquí estoy, pensándote,

Amando el callar de tu rostro.

jueves, junio 02, 2016

una luz blanca...

Una luz blanca la envolvía, una luz blanca de ojos oscuros. Atrapada no supo que decir, la luz blanca seguía y seguía lamiendo su cuerpo, su espíritu. Como hija de las constelaciones tomaba forma humana entregándose más y más a ella. Su aroma era perfecto, su belleza algo extraño que nunca había visto. Liada a ella comenzó la danza, la danza que la nutria de vitalidad, de una calma excelsa sucumbiendo en el letargo. Hacía tantos años…sí, años en que la podrida singladura de sus soles solo la alimentaba de lágrimas. Lágrimas que caen y se agotan a ras de las mareas. Pero ahora, aquella luz blanca la envolvía, aquella luz blanca de ojos oscuros la animaba a dar sus primeros pasos donde nacen los violines exuberantes de la libertad, de una paz enraizada en su vientre.