lunes, junio 20, 2016

Si...

Sí. Te he dicho que si y no te das cuentas. No quieres sobrevolar a ras de la realidad. Tus sueños se esconden, se sumergen bajo tierras movedizas difíciles de salvar. Aquí estoy, tomándome un café mientras un cigarro en espiral emigra por tierras lejanas. Esas tierras donde tu yo iremos galoparemos a son de las nubes, con el tintineo del viento norte que pulirá nuestros rostros de pureza. Sé que no me escuchas, que mueles todo el eco sonoro de la alegría en una cierta nostalgia ¿Para qué? El ayer es solo navaja que se cuece en tu garganta. Te rajas, te lastimas y no te das cuenta. Ven, te digo. Ven aquí donde el arco iris florece cada alba con el soplo de horizontes no muy lejanos. Subamos a ese roque, alarguemos nuestros brazos y volemos con el impulso de alas imaginarias que no da sostén para el continuar. Sigo hablando y no me escuchas. Miras atrás. No ¡No¡ el pasado te retuerce, te embriaga de lágrimas hirientes en la espera. Aquí ya no tienes nada que hacer. Venga, vamos es ya tarde. Una luna es lumbre de la senda que hemos de correr. Sí, correr tras palabras que dan aliento a nuestros espíritus ¡Ay amor mío¡ Ven, te estoy esperando. Aprisa. Aprisa. Es muy tarde. Deja ya de navegar en la ensoñación que soslaya tu yo. Dame la mano. Aprisa. Aprisa. Así como dos arroyuelos confluyendo bajo las miradas inhóspitas de nuestra marcha. Mira la belleza de estas ínsulas, playas infinitas hasta llegar a la plateada. Bellas como tú. Tendremos que ir monte arriba, la luna nos guía, nos abraza en la eternidad de estos momentos hasta el fin.


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