Estimada N:
No es que esté
aburrida pero sus palabras no alborotan ya mi corazón, todo aquello por lo que
había luchado se ha venido abajo. Sin quererlo nuestras miradas se distanciaron
más allá de un horizonte plano donde la existencia de nuestras manos no dan ya
calidez. No confundas mi desgana de escribirte querida. Pero es que ya todo lo
que me rodea me abruma, me lleva a la nada. Sí, esa nada que emerge en un amor
roto, destruido, arrancado de sus raíces. Dormimos ahora en habitaciones
distintas, ella, pasa ante la mía y siente que su aroma se ofusca en los
océanos tenebrosos de la oscuridad. No sé lo que piensa, ni intento que me lo
diga. Para que, todo ha acabado. Quizás en verano nos veamos así con más
detalle te podré narrar lo sucedido entre nosotras dos.
Me despido, María.
Pd: hay que soportar
lo que la vida se empeña en darnos, en quitarnos…
Ahí, en su habitación escribiendo a N. seguro que le habla
de mí, de este amor fracasado. He pasado ante ella y no ha levantado la cabeza
en los restos de tinta sobre papel. Ni tan siquiera mira la pantalla del
ordenador. Seguro, más de seguro que quiere proteger su intimidad. Siento que
no es justo. Yo también debería escribir a N. contándole algo, algo de esta
ruptura que nos lleva por insondables playas salvajes. El temor se cierne sobre
mis sienes. Me siento agotada. Paso delante de nuevo de su habitación con mi café.
Hago como que no la miro pero sigue frente a ese folio. Ahora estática como si
presintiera que la están observando. Me encierro. Lloro. He de irme. Si
largarme lejos, muy lejos. Aquí solo hay vacío.
Sigo aquí ante esta carta que acabo de escribir. No sé si es
justo. N. querrá también saber de ella por su propia letra, por sus propias
palabras. Aún así le escribo, le cuento de esta relación a la deriva sin
detalle alguno. Entra y sale. Sale y entra de su habitación. Sabe que le estoy
escribiendo. Y bien lo que lo sabe, no he tenido la precaución de encender el
ordenador. Me duelo todo esto. Una se tiene que ir. Ella o yo. Yo o ella. No sé
por qué llorar…¡maldita sea¡ una gota a caído sobre este papel, la tinta se
corre como llevada por aguas fuertes. Lo demás, intacto. Así se la enviare ¡Ah
querida N¡ tú que dijiste hasta la muerte ¡cómo te has equivocado¡ Solo unas
cuantas estaciones hasta llegar al hastío. Dormir…sí, dormir, eso haré hasta
que tenga las fuerzas suficientes de volar. Sí, volar muy lejos.
Querida N:
Sé que María te ha
escrito o lo intenta. No son cosas mías. Imagino lo que te estará diciendo y es
verdad. Todo ha terminado. Me he levantado y he ido a por café. Ahí frente a un
folio. No sé lo que te estará narrando, me da igual. Ya nos veremos. No sé,
cuando tú quieras. Ella te hablará de mí, yo hablaré de ella. Esto es así. No
sé lo que contestarás pero, pienso, mejor ser neutra. Estar alejada de este lío
que nos desembarca en el desequilibrio de nuestras vidas. O quizás no.
Tomaremos rumbos distintos, tierras donde nuestros ojos censurados no acaricien
nuestros labios. Adiós N.. Un gran abrazo, se despide Anne.
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