martes, junio 17, 2025

A VECES....

 



A veces, solo, a veces vienes a conversar con mis sentidos. Me muestro en tu regazo como indomable brisa del norte y es ahí a donde me dirijo. Me cuentas historias anónimas que mueren en mi pecho y yo te enseño algo de mi silencio, de este andar por caminos de la nada, de la insonoridad. Y te narro de mi bienestar donde las constelaciones guían mis manos cuando soy sombra de este silencio mío, de esta soledad mía. Y siempre vienes, a veces…solo, a veces. Te encaprichas en las penas que esgrimen mis sueños. Te obsesionas en mis tatuajes del pasado. Y el ayer ya no está, tal vez se halle en una vieja canción que reitera de vez en cuando en mi oscuridad.  Y vienes, a veces…solo, a veces cuando las noches empañan mi descanso, cuando nubes cenizas pesan sobre mis espaldas. Estoy aquí, donde siempre, con mis pensamientos, con mi palabra persiguiendo muros de púas. No te preocupes, la danza de la gelidez me acompaña, la mirada perdida me abriga, mis pasos fallidos se levantan.

domingo, junio 15, 2025

SOMBRAS

 












Sombras dibujando las pisadas.

Flores emergiendo entre rocas magmáticas

Un halo en la fugacidad de la existencia.

Y aquí, el silbo de los pájaros son silencio.

Mudo los sentidos en raíces revolviendo mis tripas.

Te visto en el sueño perdido, en la esquina marchita

Y aquí, el silbo de los pájaros son silencio.

Y continua en un leve tintineo de una verticalidad

Y somos peso, somos levedad

Y aquí, estoy y no estás.

Y el silbo de los pájaros son silencio

Las manos son cicatrices de una ausente caricia

En tus labios, en tus labios…

 

 

domingo, junio 08, 2025

OSCURIDAD

 




El tintineo de una campana, he nacido. Estoy aquí, en mi lecho donde los sueños juegan a las esperanzas,   las utopía. Me levanto y un desierto me viste, me seduce y converso con su aliento petrificado. Y me digo, tantos muertos en un ambiente hostil, agresivo, violento, injusto. Y me digo, tanto dolor que las lágrimas son cristales afilados de la pena, de la desgracia. Miro unos ojos, ojos blancos, ojos aterrados y encuentro una respiración perdida, ida a las tripas de tumbas anónimas. Sin más, un niño corre, entre fuego y metralla, entre minas y odios. Y no encuentra sino la rota paloma blanca sangrando….sangrando, muerta. Y, sin embargo, he nacido, el tintineo de una campanilla me seduce a enderezarme y seguir caminando en donde las rosas rajadas no se elevan para la paz absoluta. Me pongo me pantalones vaqueros y una camina ligera, salgo. Observo lo que a mi alrededor se mueve. Un jardín, farolas anunciando la despedida de la noche, un perro paseando, gallinas en su libre destino, una carretera donde de vez en cuando algún coche pasa y yo que he nacido al son del tintineo de unas campanillas. Aislada, hermética, tragando de este aire que trae un mundo convulso, arrebatado, vertiginoso en el mal me miro las palmas de mis manos. La vida se expande y contrae mientras el genocidio humano juega en la emisión repetitiva de un adiós. No, no hemos cambiado. Corre…corre le digo a ese niño, a ese ser nacido en la sonoridad del ruido, del grito en la oscuridad. Los platos rotos, una madre desvencijada. Mi hijo…mi hijo solloza en el lamento de lo inevitable. Pero ella pone la mesa en la espera de ese niño que corre y corre ante la muerte que viene, ante la muerte que lo supera, ante una madre temblorosa en cada uno de sus actos. Corre…corre le digo a ese niño, tu madre te espera. Y , yo, he nacido en medio del tintineo de unas campanillas.

viernes, junio 06, 2025

DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE JUNIO.

 







Un cosmos fósil. Somos pasajeros del tiempo. Ojos blancos bailando con intemperie del planeta tierra. El asombro conquista el vieje. El viaje al infinito de nuestra sustancia, de nuestra esencia. Las ojeras retoman cercanía y aquí donde no hay atmósfera se respira el sosiego, el silencio de una supernova que nos invita a moldearnos según ese instante…ese instante eviterno en las horas. Y las horas, dónde están. Un amago de malestar se posa sobre los hombros. Y miramos. Y volvemos a mirar a la nada. A este imperio cosmológico interminable, continuo entre el caos y el callar.  Y ahora aquí, en este mundo que nos contiene. Observamos el balanceo del oleaje. Viene y va. Va y viene. La vida se siempre en cualquier momento ¿Estamos solos? Solos y nuestros miedos, presionando las tripas hasta ser hijos no más de este universo, sibilino, misterioso. Errante en vidas ausentes en el tiempo. Huelo una rosa y escrutinio con el cuidado estas raíces que nos amparan. Estamos , somos una especie perdida en un sistema oscuro, desconocido con el deseo de encontrarnos. Sí, encontrarnos y tal vez y, quizás en el curso de los siglos no estemos tan solos en la enfermedad. Despierto y recuerdo como terráquea que somos hijos de los vientos, de los mares, de las lluvias , de esta atmósfera que nos permite cobijarnos en el ahora, en el presente. Sin embargo, nos hacemos daño. Las batallas absurdas¡, las batallas pérdidas son nuestra compulsión arrebatada, injusta. Abrimos los ojos y la pena arrebata una sonrisa, una vida. Y de hecho, seguimos , amamos, odiamos. Una contrariedad que nos encoje en un rincón de esta galaxia, solos, abatidos en la globalidad enferma.

jueves, mayo 29, 2025

LA BAHÍA

 



La bahía,

Las endechas de los cetáceos

El rincón de las mareas, eviternas

Llegan las noticias de la herida, del lamento

Ojos blancos , ojos fatigados

Y la languidez de las horas

Un tiempo roto

La intemperie de los sentidos

Muerte.

miércoles, mayo 28, 2025

EL RECUERDO

 



Su silueta recordaba a algo. Cada haz de sus movimientos me producía ese instante del tiempo de la memoria. Sin embargo, no era esa persona. Ya no existía. Una combinación del recuerdo y el viaje en lo eviterno, en lo recóndito esbozaba su imagen como parte de esa silueta. Me acerqué, quise olisquear parte de esa extrañeza que se asemejaba al ayer. Se dio la vuelta, mis ojos cayeron en la súbita nada donde los pozos enmudecen en el desconcierto. Y ese tal vez me produjo cierta sensación de desgana. Atravesé la calle y desde el otro lado su silueta, en lo lejano su presencia se me hacía presente, real. Y ahí, me quede. Me quede con esa nada de que su silueta me recordaba algo. El temor de que desapareciera me oprimía el pecho. Estática. En la verticalidad de una jornada que se casaba con el nocturno. Con ese imperio de estrellas, nebulosas, galaxias y materia oscura. Mis ojos , quietos, con el agarre del cansancio despertaban en esa silueta. Y es que su silueta me recordaba a algo. Alguien donde la razón de tiempos perdidos se enderezaba a medida que los segundos, los minutos, las horas venían a mí. Alguien que quise. Alguien donde el beso resbalo por los riscos de la distancia. Y ahí, me quede. Me quede hasta que solo su olor me encontró de nuevo mientras su figura se había marchado. Uhm, su aroma. Me llene toda , mis pulmones se insuflaron hasta ese día que nos conocimos, hasta ese día que nos dijimos adiós. Y aquí está, presente, con lo cierto de una memoria que se expande, que se contrae en este aire que viene a mí. Y es que su silueta me recordaba a algo.

sábado, mayo 10, 2025

Y la ola venía...





 




Y la ola venía. Y la ola se iba para luego regresar. Estática, vertical con el aliento de las pardelas me emancipaba de lo material, de lo corpóreo. Mi alma se revolcaba en un suspiro, en una respiración pausada. Me dejaba llevar, trepando lejos de esta urbe donde los ojos vacíos, blancos pululaban en la lumbre de mis pasos perdidos. Cierto sueño vagaba sobre mis hombros, sobre mis ojeras y colonizada de un deseo de ser ave de paso alcé mis alas. Y la ola venía. Y la ola se iba. Desperté de este sueño, de estas ganas de ser pájaro en el aire. Mis sábanas de algodón estaban revueltas. Me levanté y el inconfundible espejo de la mañana beso mis labios áridos. Y la ola venía. Y la ola se iba. Deprisa…deprisa los cipreses conjuran un adiós y ese adiós desvanecía cada vivencia insoportable rajando mis espaldas. Deprisa…deprisa el hechizo de un sol. Me vire hacia la cama, ahí estabas, plomiza, desheredada de mi corazón y con ausencia precisa eviterna. Mis ojos se cerraron y tu olor se posó en cada porosidad de mi cuerpo. Y mi suspiro. Y la ola venía. Y la ola se iba. Cuando quise contemplarte de nuevo ya no estabas, solo un residuo de un adiós largo e indescifrable. Y mis manos temblorosas cogió un folio en blanco y te escribió y te habló y te acarició y te beso en el instante perfecto que los recuerdos acechaban estas mudas paredes. Y la soledad ató un sórdido llanto. Y tu ida como las olas me revolcaron en un suspiro.  Y la ola venía. Y la ola se iba. Y yo me empecinaba en traerte, en llenarme de ti cabezudamente. Venías como un resto que en un tiempo amé, que en un tiempo me amó. Claveles secos se perfilan en el comodín, frente el espejo. No recuerdo su color solo la última vez , Aquella tarde de nuestra despedida en un parque donde las grullas observaban.  Y la ola venía. Y la oba se iba.

domingo, mayo 04, 2025

LA CASA VACÍA.

 




La casa vacía. Las paredes susurran la dejadez. Un espejo pide clemencia y mi rostro desdibuja los sentidos. Me arrimo donde mis pisadas de un nocturno vista mi desnudez gélida. Mis ojos bochornosos asumen el silencio y los pájaros cantan cuando un viejo piano alguna que otra nota. Las horas se pierden, un aliento raja mi garganta y soy insonora sombra de mi ayer. Me duelen las manos. Me duelen las piernas. Mis espaldas caen presa de vacíos y la nada alumbra mi perdida mirada. La casa vacía. Las paredes susurran la dejadez. Me desvisto de mi mañana, me emancipo de mi memoria hueca y respiro en la verticalidad de las estrellas. La casa vacía. Estática el sueño me retrae, despierta. Mis parpados en la pesadez de las jornadas se violentan y elevan donde un dibujo narra el canto de la nada. La radio presta su luz, noticias de cuerpecillos en la implacable eternidad del hambre, de la sed. Me descuido, trago saliva sabor a navajas, borbotea la desgana y mientras visiono esas imagines de jardines rotos, heridos, con el eco agonizante de lo podrido de esta atmósfera asomo mi estabilidad donde los acantilados llaman a la muerte. Y la muerte viene. Y la casa vacía. Y las paredes susurran la dejadez.

martes, abril 29, 2025

Una tarde








 Llueve 

Muelles vacíos

El rumiar de las ballenas

Una tarde cualquiera

Las pisadas

Un tic-tac incesante

La marea rota

Horizonte perpetuo

Estamos

Somos

Hijos de los océanos

Hijos de una tierra

Lamiendo la sequedad de los ojos

Hambrientos, deseosos de vagar en los sueños

En el infinito vientre de los pájaros

Llueve

Una tarde cualquiera

 

sábado, abril 26, 2025

DIVAGACIONES DE UNA MAÑANA DE ABRIL

 








Aquí, donde las ramas sacuden los cantos del alba. Nos escurrimos bajo sábanas de algodón en el empeño de una memoria embarazada de los ojos, fijos , en el techo blanco. Me acojo a la sensibilidad, a la fragilidad de batallas perdidas y como ola de mareas insomnes evoco el despertar. Y despierto donde la sonoridad de un espejo pregunta por mis ojos, caídos, ojerosos. Los años se embarcan en el desafío de la paz, de una calma que reviente el caos, el ruido. Y , aquí estoy, pensando en el vacío de mis manos, en mis espaldas cansadas, en mi mirada retratada en el vuelo de un ave.

jueves, abril 17, 2025

LA VISITA( NARRATIVA) 19

 

19

La visita, ha finalizado. Retorno por el mismo camino que he venido. El amanecer me acoge en una fogata de un gradiente colorido broncíneo. Ello dice que vendrán más lluvias. Cuando, no lo se. Llevo estos restos conmigo para analizarlos. Los tendré que llevar laboratorio forense para que hagan pruebas. Respiro, suspiro y mi paso se hace ahora lento, ausente de prisas. La relajación se enhebra en mis huesos, en mis músculos , en mis arterias y con el peso de mis pensamientos avanzo con la vista puesta en este descomunal, grandioso y bello paisaje. Este hábitat donde se confunde el ayer y el hoy. La chorreante estampida de unos pájaros me dice de la isla vecina, el tremor, la escalofriante bocanada magmática se hace cruel, insoportable. Mi vientre se encoje un ramo de flores secas que se clavan a las paredes de mis carnes. Mi estómago siente lo imparable, lo frenético de las entrañas de la tierra. Ese submundo desconocido e incierto. Y esa incertidumbre nos hace débiles, nos desorienta, nos apresa hasta empujarnos en los acantilados de la mala mar. Pero tenemos que ser conscientes y esto era de esperar. Pero el no calla, la tierra en su hondo lamento y enojo escupe todo el odio que tiene en sí de forma innata. Y sin más me hallo ya en la estación. No hay nadie, todos se refugian en sus hogares como si la erupción fuera a por ellos. Todos atentos a las noticias. Sí, atentos a las noticias. Ahora, en la época actual el directo es impasible al dolor, al lamento ajeno. Las imágenes que figuran día a día nos dejan desprovisto de sensibilidad. Todo nos da igual, el sufrimiento ajeno. Solo cuando nos pellizca en nuestros estómagos, en nuestras gargantas, en nuestra piel somos anunciados por el llanto, por la desgracia. Veo una niña, una inocente con la tortura de los adultos. Veo una niña prisionera de sus pensamientos sin saber nada más. La van a casar, la van a entregar al mejor pagador. Trafico humano en pleno siglo XXI, Y  lo vemos. Y callamos. Se me enerva la sangre y por estos momentos en espera del autobús de vuelta visiono un mundo horrible, gentes horrorizadas, asesinadas en el sangriente alarido del genocidio. Y la ignorancia se paga. Ellas , alas de mariposas cubiertas de grilletas, lo pagan. El tráfico infantil, hasta ahora no me había dado cuenta, pero existe la esclavitud aun…aun cuando el amanecer pronuncia su deseo de continuar su viaje por este mundo. Demasiadas injusticias para mi corazón. Me someto a sus ojos, sorprendidos, doloridos, temerosos, impotentes y me entra ganas de arrojar , se me revuelven las tripas y escupo. Llega la guagua y se sube, el mismo chofer la llevará hasta la estación. Una estación donde no espera nadie a Anne. Ay , Anne del alma mía. Tu sufrimiento evoca lástima. La temperatura va ascendiendo mientras baja por esa maltrecha carretera. Llega la guagua y se sube, el mismo chofer lo llevará, la llevará hasta la estación. El hijo de Tragalunas va contento, diseminando en su mente como será su madre. Ha visto a su padre alegre y prefiere el silencio. Ya llegará ese tiempo de contar, de narrar ese amor alejado. Ese amor cuando la marea le permite navegar. El ciego y su perro. El perro y su ciego. En la estación otra vez perdiendo la noción del tiempo. No, no hay prisas. Para qué. Cuando tengamos que consumirnos seremos ese polvo estelar que nos dio la creación. Mientras, aquí, somos hijos de los sucesos cotidianos, de una rutina alumbrada por los soles, por las lunas, por los días. Imagina Anne esos cuerpos, abrazados. En su primera suposición recurre a dos amantes huidos. Huidos de las guerras. Huides de los clanes. Huidos de una sociedad aunque ancestral de comportamiento semejante al del hoy. Un hoy donde el mundo de tumbas muestras su lado más temible, más horroroso. Y ella no comprende. Y ella no quiere comprender, por qué en esta visita instantánea a esta vida tanto y tanto desastre, tanto y tanto desafuero, de tanto y tanto desajustes.

domingo, abril 06, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 18

 

18

Se da la vuelta, lentamente, a la defensiva, consciente que el camino ha terminado. Ahí, está el, quien escribió la carta. Lo recuerda en años de universidad como joven distraído, evocado a sus estudios, delgado, pálido, con las ojeras en el andar de su cuerpo. Ahora, está aquí, frente a ella. Co unos kilos demás pero aun conservando esas ojeras de sus ojos azules que le hacía caer en el epicentro de su concentración. Sin embargo, más allá de ese recuerdo, de ese hoy observa algo que no había visto, su sonrisa. Una sonrisa de madurez de los años que se agolpan en las arrugas de su frente. Arrugas de estudioso, marcas donde la obstinación de su vida a llegado al logro envejeciendo precozmente. Se saludan, se dan la mano como si algo cortante los separara para algo más tal vez, un beso de las mejillas. Ella sabe que va estar sola con el y no quiere más confianza y no quiere dar confianza. Tiene una imagen de los hombres algo vinculada con su ayer, con su pasado y no quiere que pase esa frontera e invada su mundo. Ah, Anne…tu mundo. Tan sutil, tan mágico, tan hechizante, tan reservado, tan callado. Y eso está bien. Vienes a trabajar y no más. Los dos al unísono se viran hacia las cuevas, ya todo permanece callado, ya todo es estático, ya todo alienta por la condición de que está ahí. El le narra mientras reanudan los pasos. Se refiere a una cueva, el la llama C9. Le cuenta su historia que ella ya sabe como lugar de almacenamiento, lugar de garabatos , lugar de rituales aborígenes. Como el sol de primavera incide exactamente en su oquedad, en la perfección milagrosa de nuestros antepasados que no son nuestros antepasados, ellos, fueron aniquilados. Por nuestra venas corren sangre de diversos paritorios de Europa sin saber con certeza de dónde. Al comienzo no entiende que es lo que quiere. Después cuando de andar largo , muy largo, cuando la noche se nutre de la tarde, cuando la vía láctea se es un rayo de un universo magnifico. Tanto , que cuesta identificar cada constelación, cada estrella, cada nebulosa, cada galaxia ausente de nosotros. Le dice, he encontrado restos humanos Anne. No se lo he dicho ha nadie, pero usted como antropóloga y criminóloga me podrá auxiliar. Pienso, piensa que es de nuestros antiguos antecesores o de la guerra civil. No sabe, no ha hallado vestimenta alguna que los identifique , solo huesos en un rincón de la cueva de difícil acceso, tanto, que ha nadie se lo ha dicho. Entretanto la charla se mece van andando hasta el lugar. Es mejor así, en la oscuridad, con el solo el silbo de la erupción de la isla próxima. Caminan por un lugar inaccesible, desconocido para muchos. Un sendero sin la linealidad de ser paso de alguien. Lleva linternas. Va equipado. Quiere que en ese mismo nocturno ella vea lo que ha descubierto. Y le sigue con el movimiento de su inquietud ante esas horas tardías en ese paraje donde el firmamento dibujo la que somo, como ramificaciones nerviosas de nuestras carnes. Llegan a la C9, el todo del universo y su nada los acompaña. Por un instante se plantea se habrá más vida de este pequeño y grato mundo. Desconcertada amplia a la posibilidad de que tal vez no, que tal vez así pero todo es tan lejano, tan ausente. Le dice que tenga cuidado, van a penetra en la gruta que pertenece a la C9. Y entran. El olor a humedad y a tierra la hace por momentos incapaz de mantener de su verticalidad, aguanta, le sigue. Todo es silencio, solo el chorro de aguas subterránea se percibe con su goteo intermitente. El con su linterna señala. Ella ve, su fijeza se remonta a un amor herido, un amor perdido, una muerte de amor ya sea por echo de esos esqueletos en su postura, ya sea por un castigo. Es lo primero que percibe. Es lo primero que le impacta. Los esqueletos están rodeados de piedras y restos que no atina a saber lo que es. Salen. La noche en su amplitud, en su belleza, en su brisa cortante le trae el oxigeno de nuevo. Respira. El se sienta en una roca. Anne , de pie, intenta sacar las primeras ideas de lo que pudo haber sucedido. Sabe que tiene que investigar esos huesos para datar la fecha aproximada de los años en que vivían. Ello, no le preocupa.  Estrellas fugaces atraviesa su mirada y pide un deseo, un deseo que guarda en su memoria. El no comenta nada, sabe de la larga investigación. Tiene ganas de preguntar, pero se calla. El hermetismo del vacío de las palabras los invade. Las horas pasan y pasan. La tranquilidad asume esa quietud eviterna. Las flores que pueblan el lugar tras las lluvia otoñales se perciben cuando la pausada respiración infla sus pulmones. Y ahora….y ahora tienen que volver al lugar de encuentro. Ella se lleva unos pequeños restos. Y tienen que estar ahí antes de que amanezca, antes que la fragancia del café y las voces de las cuevas empiecen su jornada. Un estallido sórdido les llega. Y es que todavía. Todavía en la isla vecina se está abriendo la tierra, alimentándose de su todo, devorando cada lamento de sus gentes.

 

viernes, marzo 28, 2025

LA VISITA (NARRATIVA)17

 

17

Flores marchitas recta por mi vientre. Un despejado cielo ahora que la tarde transcurre en la espera. Me animo. Me desamino. Me miro. No me miro. Observo el maravilloso paisaje que se entorna a mi derredor y me consumo en él. Observo las fantásticas historias que narran mi cerebro sobre este lugar y mis ojos chispeados, humeantes las atrapa. Despierta sueño. Despierta imagino el mundo fantástico anterior a este confín de la isla. Sí, la isla…la isla. El mundo…si el mundo. Enigmas sin resolver de como civilizaciones arcaicas adoraban el firmamento, este cosmos tan lejano, tan cercano que nos acoge, que nos guarda en un rincón de su descomunal dimensión. Y este espacio es nuestra vida, no hay más. Por ahora, no llegaremos a otras. Es tan complicado, tiene que verterse multitud de condiciones y después que …la vida. Y qué clase de vida. A lo mejor estas construcciones, esa arquitectura tan perfecta matemática y astronómicamente fueron elaboradas por ellos. Pero eso fue hace mucho tiempo y no tenemos la suficiente memoria, las suficientes pruebas de ello. Sin embargo, hay algo en este extraño sitio que me hace asumir que hubo un auxilio externo hace muchos años…muchos. Ahora, invoco lágrimas de la naturaleza que me viste, de esas voces que provienen de esas cavernas donde las gentes rebosan de lo cotidiano. Un escalofría se posiciona en mi columna, siente pisadas a partes de las voces ocultas en las cuevas. Y estas pisadas en el silencio inmenso suenan cada vez más próximas. Estoy aturdida. Estoy espabilada. Estoy conquistada por la belleza y no quiero mirar. Su olor me va llegando. Es alguien que se acaba de duchar, es alguien de la zona. Cojo el tren más próximo y ávidamente me doy la vuelta. Una sonrisa se expande en ese rostro que viene…que viene animoso. Puedo que sea él. No más cavilaciones sobre si será o no será. Me hallo en estos montes sagrados donde el ritual de sus herederos ha sabido convivir con el ayer. Me hallo donde los primeros pobladores de la isla instalaron un imperio al sol, al tiempo como muchas civilizaciones. Y Anne siente la cercanía de quien le escribió la carta. Una enrarecida emoción se le muestra. Aun no tiene ganas de saludar en este apartado vergel donde solo el resonar de la voz se siente. Almas sordas a ella o tal vez la estén mirando como una extranjera más de su propia tierra. Y Anne admite su queja, le apetece estar sola en esos instantes donde ha vuelto a encontrarse con la bella y salvaje naturaleza. Escribe en su mente todo lo que mira, todo lo que siente, todo lo que desea. Respira hondamente, refugiada en ese aislamiento de estas montañas de la isla. La paz, eso es. La paz que escala por sus cimientos es tal que parece levitar sobre ese mar de nubes. Y zas, se conmociona , otro estruendo, su estática postura se tambalea y escucha los gritos de la desolación, de la consternación, de una queja , de una pena que dejara secuelas a lo largo de los años a aquellos que habitan la isla vecina. Se levanta y sin mirar atrás se estira en el horizonte. Una humareda letal sobresale en el mar de nubes. Su congoja la lleva otra vez allí, a la isla…a la isla. Una mano se posa sobre su hombre, al principio no se percata de esa mano raíz que intenta despertarla de su visión dramática hasta que escucha su nombre…Anne, Anne. ,,,,?¿Eres tú Anne? Entre tanto el hijo de Tragalunas se siente violentado al mirar el horizonte, ve lo mismo que Anne, pero en otra perspectiva. La mar esta revuelta, hay mar de fondo y el olor a algas le llega mientras en la parada espera el autobús. El también siente que una mano se enraíza en su hombro. Se da la vuelta, su padre algo descolorido, algo cansado lo abraza. Y se deja abraza, quiere poseer todo lo que el tuvo de su madre. Su imaginación lo lleva a la isla de Lobos y la escenifica como mujer opuesta a una sociedad parada, taciturna, arcaica. Se podría decir una mujer que quiso libre y halló su libertad allí donde los cetáceos cantan, donde los lobos de mar descansan. En su faro, aguardando a Tragalunas cada madrugada.  

 

sábado, marzo 22, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 16

 

16

Ahora que estoy aquí, en el lugar, nadie aparece. Me moldeo a un sol que viene sobre un mar de nubes que me despide de la lluvia. Me acojo en su regazo…ese tentador abrazo cálido. Miro estas cuevas casas. La nada brota ahora que es mediodía y el día se puesto su traje más esplendoroso. Me embriago de la ligera brisa e intento que este astro rey tibie un poco mi cuerpo. Sin embargo, escucho voces que sale de esta hileras de cuevas. Voces sin ojos. Voces sin labios. Voces sin cuerpos. Un eco poderoso me viene y escucho bajo estas piedras conversaciones de quien las habita. Llegan a mi con el resonar tembloroso de un eco como si naciera del estómago de estas montañas. Todo luce verde, un follaje maravilloso, agradecida tierra. Ahora que la lluvia se va me encuentro en este susurro de esos hogares y callo. Oigo sin hacer ninguna opinión. Saco la carta de la mochila. La leo, lo que se puede leer. Estoy aquí donde el camino de cuatro cruces es sitio de encuentro. Intento leer la hora, pero la tinta se ha corrido y me siento, algo cansada, respirando lo hermoso del lugar. Uhm, esta paz. Parece que por un instante hasta el volcán calla y me reconforta me hace migrar en la memoria. Hacia años que no visitaba lugar. Juan…juan vete a ver como están los cultivos. Escucho, frases , mi olfato pasea por el frescor con el aroma de un café. Por momentos siendo la necesidad de tocar en algunas de sus puertas. Pero que pensarían estas gentes con las pintas que traigo. Y ahora en este silencio solo perturbado por las voces de esas grutas me aíslo más en mi soledad. Una soledad que me ha llevado lejos. Son los años. Hay un punto en que no necesitamos a nadie solo, las esferas de nuestros vientos. Un viento norte rajando cada dolor, cada daño, cada despecho lubricado en esta sociedad. Y ahora sonrío , aunque los años me hallan cambiado todavía queda algo de esa juventud. Me hallo amenizada por un yo verdadero, conforme, luchador, constante, complaciente con quien soy. No está en su casa. Mi padre no está, algunos nubarrones aun asoman y la hora que es todavía no ha llegado. Intento fantasear en que se encuentra charlando con alguien, pero una fuerza tirana me desboca y un vértigo me consume. Un sudor frío aprieta mis sensaciones y soy fatiga constante , impertinente. Me entra ganas de llorar, me hallo impotente y me empuja una amargura que me invita a correr a no sé dónde. Y me paro. Razone y levanto mis piernas hacia el mercado. A medida que camino, que me acerco paro la esperanza, la ilusión de verlo. Y todo en esta vida se cura o casi todo. Hay países menospreciados por el ego de los imperios poderosos. Imperios que caerán como han caído a lo largo de los siglos. Anne, en estos momentos suspira, sus sentidos se desplazan a la levedad y en vertical su peso se aferra a la existencia, a lo andado. Mientras el hijo de Tragalunas ve la luz al final de un túnel negro, plomizo, pegajoso. Ve a su padre hablando con alguien de los puestos. Y se alegra y sin decir nada da media vuelta y se dirige a la estación. Sus vidas tan distintas, tan lejana sin embargo unificados en el amor. El señor anciano baja de la guagua con su perro guía. Mira como un acto inconsciente hacia arriba, hacía el cielo como si viera, como si se percatará que ya por hoy no va llover más y es que lo huele en el ambiente, en sus sentidos. Camina lentamente por la ciudad con su perro guía y le agradece que le acompaña. Y Anne agradece de seguir para adelante, sola, en su hábitat. Y los tres son personas de una sociedad enriquecida, pacífica. Y otra vez los temblores, el estremecimiento devastador de la isla vecina. Los dioses del universo conspiran en la isla vecina, una masa corpulenta despiadada se levanta contra ella. Y ellos lo siente. Anne se levanta y atisbo de inquietud la hace agarrarse a las cuatro cruces. Dónde estará, se pregunta. De todos modos esa larga espera se le hace amena y lo agradece, es como si una cama de seda tejiera en sus espaldas…en sus espaldas cansadas.

 

viernes, marzo 14, 2025

LA VISITA (NARRATIVA) 15

 

15

Me detengo. He llegado al punto de encuentro, en estas casas cuevas del pueblo. La lluvia también se detiene. Estoy mojada, estoy húmeda y ello me lleva a mi ayer. Un ayer de sábanas frías. Cuantas veces suspiré por amor, no mucho, pero existió alguien en mi camino que me hacía dormir despierta mientras acaricia mi vientre, mientras la gelidez y un aire hiel rajaba mi cama. Y yo me quejaba para mis adentros. Y yo lloraba para en mi reconditez. Y yo imaginaba zarpando en la libertad de un beso, de un abrazo. No se porqué me vienen estos recuerdos a mi memoria pero , vienen. Vienen con el vencimiento de mi derrota en el paso de los años. Y me da igual que no lo supiera, me inventaba sus labios, sus ojos , sus manos acariciando mi cuello. Y ese mismo frío que sentía en esos años lo siento ahora, desolada, sola, rumiando que a lo mejor, que quizás te acercarás a mí. Tu sin nombre. Tu emergiendo de una canción de antaño. Yo me agarraba a mis sueños. Yo me agarraba a la verticalidad de las jornadas. Yo , con mi fuerza , evolucionaba a tu encuentro. Los días se hacían plomizos, con pasos perdidos en calles que desconocía sus habitantes. Sí, te busqué en el vacío, en la nada. Ahora estoy aquí en el monte, en este monte laureada de naturaleza viva, donde los pájaros después de escampar retoman su murmullo. Estoy mojada, estoy húmeda. Observando estas cuevas cuyas gentes estarán en la hora de la siesta. Temblor. La tierra se estremece y despierto de mi ayer para da cabida al presente. Este mundo cada vez marcado por desastres naturales ya sea antropogénicos o por su raíz. La huida se presenta. Aldeas enteramente destruidas, ofuscadas, eclipsadas por el reino natural. Y entonces, la huida. Ya no solo las batallas perdidas, sino los desastres de la naturaleza, las sequías, las inundaciones etc…. Retomo el silencio de mi mente y me siento, espero el encuentro. Y Anne se sienta en un banco de piedra, húmeda, temblando. Siente el tremor de la isla vecina y desde el lugar que se encuentra podrá visionar la humareda. Ahora, el cielo aun con nubarrones se va sorprendiendo como van descendiendo estos. Se halla algo fracasada, sus pensamientos frágiles, lánguidos , vacilantes la llevan a la memoria de un pasado que la hace agotarse. Ahora que se encuentra. Ahora que es ella. Ahora que todo lo referente al corazón le es igual. Ahora que el mediodía es un susurro de calma. Ahora que su libertad es altitud de donde puede visitar todo su ayer, todo lo ido, todo sus errores. Se mira a si misma y ya no tiene excusas para continuar su vida. Se mira y sus manías se vuelven refugio de su equilibrio cotidiano. Escucha las aves, se detiene en esas cuevas casa y su mente se revira y piensa la yerma compañía de aquel hombre ciego, de aquel muchacho, aquella muchacha. Parece que le pinchan el corazón y por un instantes siente esas punzadas en su pecho mientras la tierra es meneada por un pequeño terremoto. Y la nada, todo vuelve al silencio, a la penumbra de esta jornada. Mojada, húmeda, se quita la mochila y la abre. Quiere asegurar que esta en lugar exacto del encuentro, del comienzo de ese proceso de investigación. Y entonces, sus pensamientos olvidan…olvidan que se ha olvidado de ella.

 

domingo, marzo 09, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 14

 

14

El. Ella. Qué más da como me definan. Yo afirmo que soy manantial de la indeferencia ante mostrar mi sexo, mis tentaciones. Transita por la existencia en la búsqueda de la tranquilidad de mis cimientos, bien arraigados a los instantes cotidianos de la vida. Me alzo en los sentidos donde unas manos, donde unos ojos de lumbre a mi sombra cuando la conversación se instaura ante mí. La noticia de la erupción me preocupa, me mortifica. Mi padre, mi adorado padre Tragalunas. Habrá embarcado de hoy como de costumbre sin el temor del empuje, de la violencia de la marea. Habrá regresado ya ¿ Lo desconozco, hacia su casa en el muelle del norte me dirijo. Hacía esa bahía donde el relampagueando y el estruendo es más sentido. El . Ella. Me es igual lo que me consideren, solo sé que soy yo , me trago mi ruta con la naturalidad de las aves que contemplan este mundo. Este mundo enrarecido por la contaminación. El cambio climático se deja notar , me dice mi padre. Cada vez más barcas se llegan a esta tierra, a estas islas en el escape de las atrocidades del clima. Un insospechable insoportable que hace estragos en otros pueblos. El . ella. Soy yo, me personifico en la corriente briosa de mis pasiones, de mis amores. Ahora distantes. Camino en la suavidad con la belleza de jardines colgantes en la pasividad influenciable a mi aceptación. Y eso es, aceptarse asi misma, así mismo sin discriminar a nadie por sus ideas, por sus atracciones. Nómadas del vivir en un entorno donde la libertad te abraza. Sí, la libertad. Medito y escucho las nieblas de esos países donde la tortura y el castigo es tan increíblemente dramático. Y me pregunto el porqué de esta suciedad en este mundo. Un mundo privilegiado, con el don de un despertar. Y no sé por qué una alegría me asalta de vivir donde vivo. Ay estás gentes que todo asiente, todo aceptan mientras no hallan ideas malditas contra ellos. El. Ella. Así , soy, un corazón tendido en el edificante arte de la ventura. Me siento afortunado o afortunada. Pero, mi padre. Tragalunas, es tan valiente que habrá salido a la mar en su rutina. Le es igual. El y la mar. El habrá ido hasta Lobos a ver a su amada, esa amada que no conozco y es mi madre. A veces me pregunto el por qué de su distancia, de su alejamiento. Siempre he soñado que un día me lleve con él. Pero respeto su decisión, me quiere ausente de es amor de su fortuna en la verticalidad de su vida, de su estabilidad, de su calma. De este autobús veo la humareda de la isla contigua, qué mal lo estarán pasando. El pánico es fruto amargo que los desespera en una esperanza rajada, oxidada, árida. Tengo presente que somos islas volcánicas y que nuestro subsuelo duerme y duerme y ahora se ha levantado con la ira descontrolada de la penumbra a esos que viven allí. En cualquier momento la vida nos puede dar un frenazo fatídico, una parálisis que amputa cada uno de nuestros pasos. Anne respira el sabor del monte, un mestizaje que comprende lo arrebatado del verde en sus pisadas. Da gracias a este clima, a este invierno primaveral que la acompaña. No sabe cuantos kilómetros ha realizado, pero, la cuestión es no detenerse. El hijo de Tragalunas baja de la guagua , ya ha llegado a su destino. Con una mirada directa y fija y un cierto temor se enfoca en la marea. Mala marea…muy mala marea. Una lágrima resbala por sus ojos, tiene un mal presentimiento. Sus hombros , mientras llueve y esta quieto en la parada, se caen. Se mira las manos  y mira el cielo.

 

miércoles, marzo 05, 2025

LA VISITA(NARRATIVA)13

 

13

Una lengua magmática consume la isla vecina en ansiedad, en una caótica ráfaga de penar. Los hogares destruidos bajo esa masa corpulenta. Mientras en la isla comienza a llover, al principio sutilmente para luego ser bocanada de una tormenta que hace que los barrancos se desahoguen de su sequedad. Ella camina, bajo esa lluvia gélida y potente. Sabe que no tiene más remedio que llegar a ese lugar de encuentro a pie. Avanza contra la fiereza del temporal, con sus labios rajados por el frío mientras asciende. Y se sienta segura. Y siente una belleza casi perfecta de su situación. De rato en rato se limpia el rostro para poder continuar. De rato a rato mira su reloj que aguanta todo. Se sabe el paso que tiene que dar. Ya en otras ocasiones no tan drásticas se ha visto así. La visión se casi imperceptible, perseguida por el aguacero frenético. Y ella continua como aliento de su interior, de esa fuerza recóndita que la hace dar paso tras paso. Se le hielan las manos y expulsa bocanadas de su aliento para que sientan. La lluvia se va suavizando, hasta detenerse y sin esperarlo el sol viene a acogerla en su regazo cálido. Hacía tiempo que no sentía esas sensaciones y recuperarlas la hace más ella, más mujer de entereza indomable. Una verticalidad que le hace trepar por los toscos senderos reales que se encuentran en la zona. Sigue cada una de las flechas, cada una de las marcas de los caminos y sabe no se porque intuición que va bien encaminada. Estoy aquí, en medio de la nada, no se avista ninguna casa, solo el Monteverde y yo, y esta senda embarrada. Me siente purificada de todo mal que atrae la monotonía, la polución de una ciudad que duerme sin saber que el mundo , la madre tierra está despierta. Estoy aquí, sola, como siempre al encuentro del investigación que he de hacer. Mi visita será como agua que cae y corre libre…libre. Me dejaré ir, aquí, en la cumbre y sus gentes. Un sosiego despega de mi vientre y a pesar de las malas noticias me siento en paz. A veces tenemos que aislarnos y ser observadores de lo que a nuestro alrededor se esboza. Estoy aquí, mojada, en medio de la nada y del todo, de camino a mi visita de una cultura ancestral del Risco caído.  Estoy aquí y cavilo como serían esas formas de vidas en esta isla cuando era un virgen vergel de follaje implorante a las fuerzas del más allá. Escucho…escucho sus oraciones, sus cantos, sus danzas en el febril encuentro con el firmamento. Donde las armas no actuaban por el mero hecho de matar. Ahora aquí, veo esas guerra perdidas y eternas que hace del hambre y la enfermedad un desequilibrio descomunal, supurando el odio, supurando la envidia, supurando obsesiones de posiciones, de poder. Entre tanto, otros, los inocentes caen en lagunas de miseria, en cadenas de huida muchas veces con el termino en las fosas comunes anónimas. Estoy aquí y la colera me asalta ante tanta y tanta injusticia…ante tanta y tantas desdichas Estoy aquí y por un momento el vértigo me hace arrojar una piedra al vacío como honramientos a esos muertos del silencio.  Pero quiero olvidar ahora. Sí, ahora que me columpio entre riscos y naturaleza salvaje, quiero que esta pasión negué a mi mente y sepa disfrutar de este día, de estos instantes donde soy hija de esta tierra, de esta isla. Mi respiración se hace lenta y trota al compás de las aves que sobrevuelan estos montes. Y eso me hace feliz. Una felicidad que será perenne en mi memoria cuando llegue bajo algún techo, cuando visite ese lugar de encuentro. Yo Anne, me declaro ciudadana de este mundo. Sí, ciudadana. Como una parte más del complejo mundo de cada uno de sus seres. Porque todos tenemos nuestras propias percepciones. Yo, estoy aquí, envuelta ahora en bruma, sentada en una roca , contemplado todo lo que gira a mi derredor. Y soy parte de este lugar y de otros, donde me sienta bien. Todos tienen su maravilla singular y tenemos que valorarlos y ello no quiere decir que nos apropiemos, Déjemelos correr libres y a sus anchas. Solo la caricia mínima y frágil de nuestros ojos, de nuestros sentidos. Continua su andar ella, mientras se escucha el estruendo de la isla continua y ella lo escucha. Sabe que es algo que proviene de la tierra , de sus adentros y es natural, pero, cuando su mente se fija en las gentes , animales que lo están sufriendo es como si corriera por sus venas. No, no soporta el dolor de los pobladores de este planeta y ya sea de aquí o de allá…de allá o de aquí.

jueves, febrero 27, 2025

LA VISITA(NARRATIVA)12

 

12

Espera , me digo. Sola en el autobús camino al pueblo más inmediato para mi punto de partida. Sin más, un escalofrío recorreré mi cuerpo y mi mente se fija en ese chico, en esa chica que dice ser hijo de un tal Tragalunas. Lo siento, fatigado, desfallecido que a igual que yo supongo que todavía anda en el viaje. Una palidez me llega con la sutilidad de un velo que se cae. Sus ojos cerrados y un sudor con ganas de devolver lo revuelve, le provoca un estado de pulso débil. Y no se el porqué de estos pensamientos pero algo me dice que va bien. Tal vez la noticia halla caído sobre el como la pesadez de la desgana, del desánimo, de un delirio de como estará su padre. Lo siento mirar al mar, un mar que por un momento se vuelto turbulento, tenebroso, con un oleaje indómito , hostigador en su dimensión. Y ello , creo, que teme el hijo , la hija de Tragalunas. Solo, en esa guagua cual chófer con la cabeza en otro lado escuchando como transita esta erupción inesperada. Es como si de la tierra emergiera un látigo voluminoso, grotesco y lanzará llamas de muerte. Y yo. Sí, yo, siento como si su vida se acabará, como si todo lo hubiera perdido en su velatorio fuera conquistado por endemoniado filo de una navaja de la muerte. No se como actuar, el frio se vuelve más frío mientras subimos, el dolor se vuelve más dolor mientras el suceso continúa escuchándose. Por mi columna corre un cosquilleo que toma función de punzadas. Mi corazón exhala celeridad y parece que todo se para. El chofer se detiene y mira para mí, la única en este vehículo. Hace señas de si me encuentro bien y yo asiento. Por unos largos minutos, estático no baja la mirada de mi. Por unos largos minutos su preocupación quita importancia al trayecto. Una tos casi letal se cuece en la garganta del muchacho y la oigo y no comprendo que conexión existe entre nosotros. Espera, me digo. Respiro profundamente, tanto, que por instante pierdo conciencia de la realidad. Una realidad que no veo, que se me hace inverosímil. El chofer sube más la radio, crepita una angustia , una huida del infierno. El hijo de Tragalunas estará escuchando lo mismo y esa percepción hace que su dolencia agujeree sus sentidos. Se ha desmayado. Lo veo, lo intuyo y su chófer continua. Y yo tengo ganas de decirle al miro que se detenga, que tengo que ir de nuevo a la estación. Pero espera, me digo. Esta visión que me daña, que me raja se borra. Todo se congela. Todo se paraliza. Y decapitada de esos pensamientos continuo. Después de la oscuridad , la luz, una luz que hace que ella siga su rumbo por el centro de la isla hasta la cumbre. El paisaje se vuelve verde, con una frondosidad coronando sus ojos, lagrimosos. Los cambios del clima de la isla también se perciben, aquí el invierno es más inquieto, es más consistente. Se pone un abrigo. Mira el cielo, un cielo cenizo evocando una mezcla homogénea entre los gases de la erupción y el tiempo. Espera , se dice. Intenta mantener la calma. Y de un momento a otro el chofer de para de nuevo, un cierto y pequeño temblor de la isla se nota. No hay miedo exagerado sino un estático desierto en sus ojos. Frío, esa es la palabra correcta. Siente frío…mucho frío. El hijo de Tragalunas permanece adormilado, cansado, temeroso de que su padre le halla ocurrido algo. Fue noche de luna y de bien seguro a pesar de su avanzada edad salió en su costumbre a pescar. Y ese no saber nada de él le inquieta, lo pone nervioso, con un ataque de ansiedad en su interior que solo le apetece dormir y dormir hasta llegar a su destino. Una respiración ralentizada la acusa, llega casi al final de su camino. Se baja de la guagua y la humedad insufla sus pulmones. No ve a nadie en las callejuelas de ese pueblo y una paz se adueña de ella. Y no sabe por qué, una paz en medio de las catastróficas noticias. Su temple refugiado en su pecho hace que de pasos, no sabe si habrá más transporte habiendo pasado el egocentrismo de la tierra de forma más maligna hasta el lugar de encuentro con el que le envió la carta. Saca su móvil y comprueba que no tiene cobertura. Le da lo mismo, tal como están las cosas. El hijo de tragalunas despierta en medio de una pesadilla, una pesadilla que hace que le duela todos los huesos, cada movimiento que intenta dar hasta bajarse. El ciego y su perro bajan también , el olfato le dice del terror en cada persona por lo que está ocurriendo. Anda con su amigo, con su compañero por la ciudad callada, embebida del terror de la isla cercana. Y ella. Sí, ella. Se pasea por todo el pueblo mudo, solo, el ritmo de las noticias rompe el silencio, rompe la entereza, rompe el revoltijo de los pájaros, de los perros, de los gatos que no paran. Sí, no paran de gemir. Una sensación de desazón va adhiriéndose ha ella a cada pisada que da, a cada exhalar de su aliento que en espiral navega a su derredor. Y se siente caer y no porqué motivo, sus piernas comienzan a flaquear a su encuentro de algún sitio que exista cobertura. Mientras pasa el tiempo, el todo se vuelve insostenible, la nada es espejo que le azota y quiere derrumbarla. Pero no, no caerá, no se verá involucrada en el pavor.

domingo, febrero 23, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 11

 

 

11

Ya está aquí el autobús que me llevará primero a un pueblo de las medianías y luego otra para llegar al lugar de encuentro. Me despido de está estación donde la libertad murmulla en cada de sus transeúntes y subo, lentamente, con mi mochila. Todavía la mañana nos saluda, llegaré en unas horas a esa zona rural donde el frescor del invierno imperará en mis pulmones. Me imagino respirar con mis manos, con mis piernas donde las montañas explotan en maravilla. Oh, tierra madre, me digo. Somos hijos de ella. Somos la profundidad de un canto de un pájaro que esta época y desganado se curruca a sombra de un árbol. Oh, tierra madre, voy donde las noches son estrelladas y entra en la confusión al ser invadidos por el cosmos en toda su plenitud, una revolución de astros y polvo estelar que nos confunde, que nos tocar lo imperfecto del universo. El chofer tiene la radio puesta, una noticia viene como aliento rajado, como espasmos de una isla vecina que tiembla. Una erupción acaba de estallar. Siento ese temblor de las entrañas de la tierra en mis huesos. El miedo, la perdida y el duelo se hace volumen intransigente desesperando a esas gentes. Gentes como yo. Escucho la noticia y parece irreal, nunca razonas que vives en islas volcánicas y en cualquier momento el tremor es capaz de escupir un volumen de magma de esos cráteres que parecen tumbas. Y no, no están muertos, están sepultados en vida bajo nuestros pies. El volcán ha despertado, su lengua bestial se nutrirá de toda obra humana. En mi mente se cincela cada mirada, ojos desgarrados, ojos marchitos, ojos yermos cuando todo se pierde bajo el paso lento de la lava. Todo ido, todo prendido en el adiós. Todo lo material fundido en un mar de fuego y pena. Una ira recóndita  y bruta se escapa de nuestro espíritu , la impotencia aterra una despedida…una despedida de todo nuestra labor a lo  largo de los años, de los siglos. Los pájaros claman al llanto. Los perros recuren a un aullido indefinido, infinito a lo largo de estas horas donde todo es huida, donde todo es grotesco y cruel. Me contengo, el verdor de ese pueblo ahora es un absoluto negro humeante de pesadez. Y es pesada esta pesadilla , de este delirio de la garganta de la tierra. Se revuelca en sus gentes. Gentes que se sienten despechada por la isla….la isla. Por un momento el chofer se detiene, todos callamos, todos miramos a la nada. Se disculpa, comenta que la noticia le ha sentado como una ráfaga turbulenta en sus huesos y va a parar. Nunca creemos nada hasta cuando ocurre. Y ha ocurrido el Dios terráqueo triunfa y arroja todo su mal. Un silencio contundente se infla en los rostros de todos pasajeros, aterrados, cavilando en que puede llegar esta catástrofe descomunal. Y ella, medita, piensa en ese insulto maléfico de la naturaleza y por unos minutos su mirada se pierde tras los cristales de la guagua. Las arboledas ya empiezan a asomarse, está ascendiendo y la temperatura va decreciendo. Se fija en sus manos, sudorosas. El hijo de tragalunas, escucha la noticia. Se siente calmo y el clamor de los gritos de los que sufren penetra en su pecho. El chofer también se detiene de camino al aeropuerto. En un instante todo se ha congelado, todo es mudez. El tráfico también se ha parado y estático contemplan la gran nube de gases que transita en el cielo de la isla. Estamos conectados, subterráneamente, allí donde el mundo abisal impera hay una unión que nos produce un febril tremor. Este aberrante chillido que emerge de la tierra nos hace paralizarnos y pensar. Pensar lo poco que somos y el significado de la nada. De un vientre a la luz, de la luz a un vientre de cemento. Un hilo fino hace llorar al perro guía, ellos también lo siente como manera precoz, una forma temprana del movimiento del suelo no lejano. Lo pesado de la atmósfera los consume en un sudor frío, en un sudor que extrae toda tentación de movimiento. El chofer del autobús ha parado, escucha. Escucha un sórdido estremecimiento, un repetitivo lamento que se extiende hasta esta isla…la isla más próxima. Somos hijos del mismo origen, de la misma madre y la madre tierra enfada, enfurecida, codiciosa nos avisa. Sí, nos avisa que somos tan frágiles como el fino cristal. Y nos rompemos. Y caemos. Y nuestros deseos ansían que las vidas sean salvadas. Adiós hogares, todo quedará bajo el fango de la faz de la tierra. Ella, cierra los ojos, respira , un olor característico también se incrusta en sus venas, en las paredes de su garganta, de sus pulmones. Lleva sus manos a sus sienes, se hace un ligero masaje como si ello templara, calmara el gran exhalar de la madre tierra. En vilo, todos, sentados, incrédulos , esperando que alguien realice alguna maniobra. Se levanta, se dirige al chofer. Tenemos que continuar. Los ojos inexpresivos del conductor son desesperante, incompresibles. Arrancan motores. Apaga la radio y continua en un ambiente temeroso, que lo presta a la confusión. Se concentra, lleva personas en su vehículos, todos hinchados de estupefacción, todos asombrados, todos con el incómodo mutismo, con sus palabras reservada en el transcurso del viaje.. Un vértigo se huele cuando los barrancos pasan al lado. Un vértigo que hace que muchos se bajen. No quieren ir al lugar que deben ir, por el que han pagado. Y ese pensamiento negativo los invade como aguijones ardientes de abandono de la guagua. Pero ella se queda, sola, con sorpresa para el chofer que no sabe que hacer. Pero tragalunas se queda, solo, sola, con asombro para el chofer que tampoco sabe que hacer. Y el ciego con el gemido de su perro guía también se queda. Tres almas solitarias, intentándose equilibrarse, intentado espabilar ante la magnitud de la noticia. Se dejan ir en su ruta y esperaran a lo que posterior suceda. Almas conectadas con sus potencias enraizadas desde muy adentro, sin ese temor de la traición de los días, de las horas, de los minutos venideros.

jueves, febrero 20, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 10

 

10

Sentada. Sí, sentada mientras el tiempo se va, mientras las horas parecen no querer avanzar. Un señor con un bastón de ciego se sienta al lado de ella, en sus pies, su perro guía. Sus pensamientos se yerguen donde la mirada el no alcanza. Se interroga …que es vivir sin el color, sin ese campo de visión de los que vienen , de los que van. Tranquila, le dice él. Mi percepción de la realidad es aumentado en otros sentidos y ya estoy acostumbrado a esta oscuridad. Deme la mano señora, solo con palparla se de usted, me la imagino. Se que lleva pantalón vaqueros, se que lleva unas botas, se que lleva un pullover, se que lleva un abrigo, se que lleva una mochila, se que está sedienta por el misterio de donde va ir, pará que la querrán se pregunta, y percibo el olor de su entereza, el olor castaño verdoso de sus ojos, su pelo abandonado en los años, de su soledad, de lo somos que estamos, se que se pregunta como puedo yo estar en esta vida donde mis ojos son silencio pero, ya ve usted, es mi sino, es mi manera de continuar. No lo considero una discapacidad sino una capacidad que muchos temen, el contactar con su reconditez, con eso que lleva usted en su espíritu. Usted, que le encanta observar todo lo que se mueve a su derredor, usted que tienes ojos poblados de sueños, de un imaginario que muchos carecen. Y usted a igual que yo ve más allá de la oscuridad y córteme si ando mal encaminado, pero es así, usted le gusta mirar el universo en su complejidad , un universo oscuro y va dibujando como es , que es e igualmente hago yo. Sancho, se llama el, mi compañero eterno, inseparable, me ayuda a salvar obstáculos. Ella no dice nada, sus ojos se desvían de sus gafas negras entretanto el deja de catar su mano. Uhm…ese callar, a veces necesario, hablamos por hablar sin saber lo que estará cavilando quien está ante nosotros. Sonríe, acaricia a Sancho. Usted y su cosmos particular, y ahora que estamos aquí, los dos, esperando, le voy hacer una pregunta ¿Existe vida más allá de sus ojos? Sí, más allá de esta tierra. Si, señor, yo creo que sí, somos una minúscula partícula microscópica en la amplitud del cosmos. Somos la nada y un todo. La nada en su observación detenida de perpetuo y dantesco. Un todo, somos moléculas que se proyecta con orientación de la comunicación, organismos vivos que interactuamos y tenemos lo preciso para relacionarnos y socializarnos. Este microscópico mundo tiene su existencia, una vida peculiar distinta a otros mundos, cada uno con una característica de avance bien distinta. Y sabe una cosa señor, me da lástima que no valoremos nuestro planeta. Sí, esta tierra donde ha tenido la oportunidad de crecer en conocimientos por muy diversos que sean. Ese conocimiento debería tratarse para el bien, pero no, muchos desencadenan maléficos planes. Que los lleven a cabo o no es otra cosa. Pero somos el bien, somos el mal. Almas contradictorias que a veces desajusta el equilibrio. Quiere agua caballero, voy a ir a comprar agua. Se queda callado como pensativo. Ella lo mira , quiere ver más allá de esas gafas oscuras, acaricia a su perro, se levanta a comprar. Cuando regresa, el señor y su perro pancho ya no se encuentra. Se detiene en seco, respira y su cabeza comienza a florear cuestiones que antes no tenía. Y se siente agraciada, ese chico cuyo padre se llamaba Tragalunas le viene a la memoria. Su existencia, hijo de una mujer según le conto proveniente de la isla de Lobos. Intenta construirla, edificar como sería ella. Una mujer en un lugar donde habita solo el rumor de las olas, donde cada madrugada iba el padre del chico a visitarlo cuando la luna tejía su balada. .Qué hermoso, piensa. Qué pintoresco, piensa. Qué extraño, piensa. Somos tan pequeños y la vez tan gigantescos, que no percibimos lo sutil, lo diminuto de las relaciones, de las vidas. Y hay muchas vidas en la isla…la isla, traficantes de sueños bordados con los halos de las estrellas. Y suspira, quieta, estática ve el sitio donde estaba Pancho con su amo, no se pregunta a donde habrán ido. Solo se presta a un mayor conocimiento de mundo, de un mundo del cual ignoramos su origen. Que si cometas. Que si asteroides. Que si otros mundos. Que si un Dios. Todos juntos, reunidos en una mesa de juego al azar asegurando nuestra existencia. Y es que existimos y somos algo, pequeños, pero algo. Aun no contamos con técnicas avanzadas para el estudio del más allá de nuestro sistema solar. Solo hemos pisado la luna. Quién será ahora el primero en colonizarla, en hacerse dueño de una parcela de este accidentado satélites. Miles de lunas, miles de planetas. Y tendrán todas las condiciones para la vida, ello es algo obscuro. No sabemos. Seremos muchos sepultura,  sin saberlo. Deberíamos de mimar lo que poseemos, como se mima el amor entre dos, como se mima una amistad, cuidándola, protegiéndola ante las tempestades. Y ella quieta, de pie, con el silencio de sus alas, examina todo lo que le rodea, una estación donde vienen y van lo variopinto de una pequeña ciudad en medio del atlántico, una ciudad donde su receta de convivencia se vuelve pacífica, con la variedad suficiente de ser sostenible. Porque existe el respeto, porque existe esa educación que nos han inculcado y podemos vivir en armonía. Y ella se alegra…una satisfacción que hace grande. Todos somos grandes en el minúsculo lugar que habitamos, con nuestras penas, con nuestra felicidad, con nuestro don de ser humanos. Una especie a veces algo dañina y otras no. Y tenemos que valorar esto, ser humanos convivientes con otros humanos, con nuestros pesos acuestas, pero sin culpar a nadie, tomando decisiones en lo cotidiano. Abre la botella de agua, de pie, estática y bebe, casi hasta el final y se sienta para continuar con la espera.

domingo, febrero 16, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 9

 

9

En la estación, azocada de los filigranas solares que llegan a su cenit, ese punto más alto que por su inclinación invernal ciega los ojos. Se sienta, a la espera de un autobús que la lleve al primer pueblo para luego continuar su rumbo. Al lado de ella , un joven. Lo examina , sus rasgos delicados y refinados toma la apariencia de una joven. Pero no es chico con uñas pintadas y zapatos de tacón plano. Consuma en su belleza ante su extravagancia, ante su aspecto asexuado, androgénico que le sorprende…tanto que su mirada quiere evitarlo, evitarla. Tanto que sus ojos se pierde escoltándolo, ocultándola a la espera de un movimiento de sus palabras. Y su voz no se siente, callado, callada con el azul de iris en la guarda de la guagua se pasa el tiempo. El transporte para esos lugares lejanos o no de la isla tarde, cada dos horas sale el autobús y hay que tener paciencia. Una paciencia que no poseemos hoy en día. Giramos a ritmo desorbitado, emergiendo en el tremor de un cráter que arroja el malestar de las entrañas de nuestros sentidos. No, nos damos cuenta lo grato que es esperar, observar, embelesarse con cada mecer de una brisa que refresca nuestras ideas. Es natural y esa naturaleza en su pose, en su manera de sentarse y observar le crean un escudo eviterno donde las malas lenguas mueren por el mero hecho de dañar por dañar. Es natural y lo miro y me avergüenzo y como arroyo equivocada de donde fue manantial de la curiosidad revierto mi sendero y escondo mis ojos antes de que se de cuenta.Y antes de que me de cuenta ha desaparecido, ha sido absorbido por la muchedumbre. Me quedé con aliento cortado, iba a saludar. Escucho alguien cantar con su guitara en esta subterránea estación, me despisto y me desvío de aquel muchacho , de aquella muchacha. Me es lo mismo su sexo. El se siente , ella se sienta libre en su persona, como debe ser, acomodarse a cada una de las sensaciones que nos da la vida. Me suena lo que toca, pero no logro localizar el título en mi memoria y cuando ya ha cesado me viene y empieza con otra melodía. A ras de sus pies descalzos, una gorra. Las prisas nos llevan. Las prisas nos traen. Y el muchacho , y la muchacha otra vez está sentado, sentada al lado mío. Una extraña sensación me violenta, ha permanecido aquí todos estos momentos o se ha levantado por algún tiempo. Buenos días, le digo. Sus ojos de aguas cristalinas tropiezan con mis ojos oscuros. Advierto una cierta neutralidad que se ve pintada con el suave ángulo de su rostro impasible.  Me escondo en mi reconditez y de repente.

:Buenos días

Buenos días, repito. Hace un día bonito. Qué cantidad de gente en está estación

-Sí, un día bonito. Mucha gente en la estación, es el origen de diversas idas y venidas de la isla, es normal. Se encuentra bien señora

-si, le contesto. Solo quería hacer observación de hoy.

Sus ojos infiltrados en los míos me aferraron a un ardor de mis mejillas, supongo que lo habrá notado. Es como si se hubiera metido en mi circulando por mis arterias,  por mis venas. Es como si su todo comprendieran mi todo. Como si su nada comprendiera toda mi nada.

-Pero da pena que toda esta gente sufra de un traumatismo irrefrenable en la contaminación de esta tierra. No se extrañe señora. Yo soy así, converso con el mundo. Converso con los pájaros y ellos me dicen que cada vez les cuesta más danzar en sus vuelos, en la libertad bajo una bóveda celeste donde la atmósfera se hace irrespirable. Tanto, señora, que no hemos avanzado mucho o sí ¿Usted qué cree?

No logró comprender de esta conversación y sigo su ritmo. Se me hace raro. Todo es raro. Esta situación de mi vida, este sitio, este viaje.

-Sí, el futuro es incierto. Hay anomalías que hacen daño y ese daño viene a nosotros. Es verdad, ya no se sienten tanto los pájaros trinar. Se habla de islas de plásticos. Se habla de ríos de basura. Se habla de la desertificación. Se habla de catástrofes aún con más virulencia. El clima está cambiando, aquí, en todos lados. Los hijos de esos demonios de la sed, del hambre, de las enfermedades huyen y aun lo ignoramos…lo ignoramos. Ya no son las guerras sino el agua, los virus. No es especial que enfermedades erradicas en occidente vuelva a la luz, eso pienso . Sí, el futuro es incierto.

-Parece usted comprensible, señora. Es extraño encontrar alguien que escuche a la tierra. Sí, eso señora, escuchar a la tierra. La tenemos que escuchar en su silencio. En su herrumbre presa de incendios de despiadados, en sus muertos por guerras idiotas que llevan a ninguna parte. Más…¡Más¡ venganza, solo eso. Le puedo hacer una pregunta…no suelo hablar con nadie, ya sabe como están las cosas ¿A qué se dedica? Y perdón por la intromisión.

Perdón por la intromisión. El reflejo de sus palabras me deja ensimismada. Tu actitud respetuosa clava en mi la confianza…la confianza de confiar en él, en ella.

-          Soy investigadora.

-          -Uhm, interesante. Y puedo hacerle otra pregunta más.

-          Sí, muchacho.

Compenetrados, esta es la palabra exacta. Cómplices de una conversación que se va hilando de modo natural y sencillo, sin el asalto de lo artificial.

-          ¿Qué investiga? Por curiosidad, me parece usted una persona interesante.

-          El medio ambiente . Si investigo como la basura espacial , hará añicos el sueño de muchos en el mañana. Llegará un momento en que las naves espaciales no podrán salir de la atmósfera terráquea siente presa de la basura que orbita entorno a este planeta. Creará un caos, porque ya sabes, buscamos otros planetas donde la posibilidad de vida sea suficiente para dentro de décadas. Este mundo está sufrimiento una polución tal que somos hijos insostenibles del mañana, cuando el mañana debería ser mejor par los herederos de este planeta. Un entorno sostenible donde hombre y tierra conviva en respeto y armonía.

-          Uhm. Me recuerda cuando dice donde hombre y tierra conviva en respeto y armonía a mi padre. El siempre lo decía, el hombre de la mar, de cetáceos hablándole cuando salía a pescar para llevar su mercancía bien temprano al mercado. No me mire así, señora. Mi padre, un humilde pescador y que todos llamaban Tragalunas me crío lo mejor que pudo. Y yo creo que falta de mi madre , lo hizo de la forma más excelente que se pude hacer. Saqué mis estudios, me cultivó en la cultura y la libertad y aquí me ve, este soy yo. Siempre…siempre hablándome de mi madre. OH, mi madre.

-          Al verlo cerrar los ojos cuando pronuncia aquella mujer le digo lo siento. No sé por qué, un suspiro contenido lo agarra, lo acoge y por su tez , frágil, una lágrima deja que recorra su piel hasta su cuello, perfecto.

-          No. No lo sienta señora. Mi madre se marchó, no me refería a ella como si estuviera muerta. Ella es de Lobos, supongo que seguirá viva. Eso decía mi padre, que allí es feliz, que allí hizo su vida y que el la visitaba cada vez que se embarcaba. Siempre me decía , no sientas desazón, no te molestes por que ella no está. Si la necesitaras vendría.

-          El muchacho se levanta. El muchacho coge la guagua del aeropuerto no sin antes darle un apretón de manos y beso en la mejilla. Estando para subir, mira atrás y ella lo mira y lo mira…no sabe si es una ilusión o una visión dos alas de mariposas de colores como el arco iris, salen de su espalda y desaparece. El guitarrista continúa con su actuación y ella ahora recuerda esa canción que toca, se levanta, le da unas monedas y vuelve al sitio que estaba. El autobús con el muchacho o muchacha de alas de mariposas de arco iris ya se ha ido. Meditativa saca un libro de su mochila y toma apuntes. Apuntes que rompe en ese preciso instante porque no sabe como describir tal situación. Las claraboyas de la estación le dice que el tiempo está cambiando, todo se va haciendo más gris, más pesado y un olor a lluvia penetra en sus fosas nasales.

viernes, febrero 14, 2025

LA VISITA(NARRATIVA)8

 

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No quiero ser consciente de este presente. Hoy a mediados de febrero devuelvo mis ojos a todo transeúnte que sube en este vehículo. Miramos los móviles como si nuestra pendiera de ella. Miradas cabizbajas , fijas, quietas a como evoluciona un rectángulo que nos dicta la era que vendrá. Sordos, nos batimos en la nada, en el vacío. Falta emoción, falta la mano humana, el trato de la existencia como seres de este planeta. Somos por condición innata sociables, pero, los espejos del hoy nos lleva a un aislamiento que hace un pasadizo oscuro hasta que una mirada se cruza con otra. Me entra frío aunque el sol brille en su aposento más álgido. Y necesitamos calor, mucho calor para que nuestras manos se unan como fortaleza a un espíritu libre, esperanzador, crítico. Penetro en mi persona y olisqueo el abismo de mi soledad. Un mundo de gentes solas y asiladas. Tenemos que sentir, sencillamente. Destruir esos candados que no deja entrar la palabra en las sombras que nos atraen, que nos seduce. En su recorrido hasta la estación se fijó en los que entran , en los que salen…en los que salen, en los que entra. Todos con la misma postura. Con ese modo peculiar del siglo XXI de insonorizarnos a otros. Mientras sus ojos vibran en cada persona, en cada postura piensa en el trabajo que ha de realizar en los montes sagrados. Hace un recorrido esquemático por la historia del mundo y todo se repite. Ya nuestros ancestros ante de cristo sabían del firmamento, de sus condiciones, de sus movimientos e iban construyendo sus pueblos en torno a ese dios sagrado llamado sol. Tenían una conexión espiritual más allá de este mundo, el más allá de nuestra atmósfera los atraía como inducidos a sus vivencias. Así giraban, entorno a los equinoccios, a los solsticios como ejemplo de cosecha, de lluvias , de un clima yermo para la subsistencia. Y adivinaban. Y acertaban. Es asombroso el ingenio humano en siglos atrás hasta que todo se oscureció con la llegada del cristianismo. Un apagón que nos llevó a un retroceso, a un parón que ahora intentamos recuperar en ciertas zonas de esta esfera ¡ Oh, cielo divino¡ traes el alimento para el hacer cotidiano. Y le hacían homenajes, tan magnánima que aun queda de sus arquitecturas, esas estructuras en cada cultura distante una de otras y con una respiración en común, el universo. Y en todos estos años , qué hemos aprendido, guerras estúpidas, opresión obsesiva, matanzas convulsas que nos lleva a lo aberrante, a lo tétrico, a lo horrible que somos. Se baja de la guagua, ya ha llegado a la estación y un hondo suspiro la conmueve, ve dos chicos besarse, ve dos chicas besarse, ve un chico y una chica besarse y considera que eso es la belleza en ese preciso momento, todo un instante que se vuelve eterno hasta que la muerte nos separe de lo terrenal y nos lleve con onda y energía lejos, muy lejos donde la materia , lo material no tiene cabida. Y ese momento lo desvía de su mirada , ensimismada en sus cavilaciones. Ella, sola. Sí, sola en la época de los solitarios. Mira el cielo ¡ Oh, cielo divino¡ traes la condición de nuestro mañana…un mañana incierto, algo estropeados, algo corroídos, algo insostenibles, pero con la fuerza suficiente para equilibrar el todo. Todo este todos que nos absorbe en un futuro mejor, más elocuente a las manos unidas. Sí, las manos unidas para desbarajuste de estos días, de esta contradicción que nos ampara.

 

 

 

 

 

 

martes, febrero 11, 2025

LA VISITA(NARRATIVA) 7

 

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Llega el autobús, me subo con lo pesado de mi mochila. Es invierno y me he defender por lo que pudiera pasar, hasta un botiquín de primero auxilios llevo por si hay que trepar por esos senderos donde jamás sabremos de su ayer con certeza. Me siento al lado de una anciana. Me saluda. La saludo. Es mayor pero su vitalidad todavía promete en las estaciones venideras. A veces caracterizamos a las gentes por su rostro, por su presencia ante nosotros, pero no captamos el espíritu de su reconditez. Esta señora quizás sea más capaz de mucha de la juventud de hoy. Una generación en crianza de una sociedad patriarcal, machista y una dictadura que le quitaba la paz tal vez de sus despertares. Y no hace mucho, creo estar viendo en ella el espejo de esa represión que la ha  esculpido con esta fortaleza del hoy donde su verticalidad permanece intocable. Es como un soplo de vida tras la calvicie de las ataduras, de las censuras, de las prohibiciones. Ella, es una mujer que se ha ido moldeando al paso de los años, al paso de innumerables azotes del vivir, de expresar lo que siente. Y , me detengo, la miro, le sonrío, volvemos hacia atrás, una descomunal cultura en ser todos autómatas, con el pensamiento crítico borrado de la manera de ser, imitando el comportamiento de quien tenemos al lado, imitando esos disparates que describen una sociedad de analfabetos del pensamiento. Me habla, me dice algo del tiempo y yo asiento. No la he entendido muy bien y comienza a hablar conmigo así sin más. Me dice de su juventud, cuando iba a la isleta disfrazada en la huida de esa libertad arrebatada. Me dice de sus disfraces, en la época franquista, sacos de harinas rematados en los ojos de la fantasía, de esa ilusión y ganas que se tiene cuando volamos en la sombra de un pueblo, escapando a cada atizar que podría condenar en prisión. Sus ojos azules, sus ojos claros, sus ojos transparentes transmiten viveza y un regocijo que la llena y la hace caminar, seguir adelante. Se me hace ameno este viaje, la visita de ese saber de épocas pasadas. Las inhalo, las vivo como si de mi se tratara. Sube por las calles de esa vieja Isleta donde todos se reúnen. Una congregación para celebrar los abismos de una religión, de una política que llevo a muchos a la marcha, a los calabozos, a la muerte. Una época donde la miseria imperaba, pero sobre todo esa unión pacíficas de sus manos en la lucha, en la resistencia. Si, resistió, tanto. Que ahora el placer de su felicidad la lleva de autobús en autobús como si fuera una segunda, una tercera juventud embarcada donde la vio parir. Otros muchos se fueron , me dice, se embarcaron rumbo a las américas en busca de la buena fortuna. Y esos muchos otros, se olvidaron de sus familias, de sus mujeres, de sus hijos. Otros, y esos otros volvieron no sin con alguna sorpresa y de nuevo se iban y de nuevo regresaban  y de nuevo la nada. Mientras los más listos hacían trapicheos en el muelle, este muelle edificado con las ganas de una Europa. Y ellos eran los cambulleros y se hicieron ricos, hija ¡Qué si se hicieron ricos? Ricos y avaros. Ese intercambio de mercancías por dinero. ….Esos alemanes, esos ingleses…aun conservo objetos de la época hija. Aquí está mi parada. Se va, casi sin despedirse, se siente orgullosa de la época que vivió y sobrevivió. Sigo en mi ruta hasta la estación. No queda mucho…pero no hay prisas…no hay que tener ganas de correr …todo a su debido tiempo y allí tendré que esperar hasta la guagua que me lleve próxima donde los ancestros ovacionaban las montañas…las montañas sagradas. Miro por el cristal de la guagua, miro cada persona que entra y visiono un mundo distinto al mismo, una visión cambiante a medida que van pasando. El cielo se ha vuelto a nublar, así somos, estamos bien, estamos más o menos y estamos bloqueados. Así es la vida, una vida recorriendo las sombras y luces del tiempo que no volverá. Hay que aprovechar cada instante como si fuera eterno, como si fuera un filamento de oxígeno, de agua, de oro. La anciana, ya no está. Cualquiera sabe si me la encontraré otra vez, me ha enriquecido, un gusto charlar con ella. Con su maquillaje desfazado, con sus arrugas añadiendo cada situación de su vida, con sus manos de anillos que quien sabe de donde provienen. De un barco extranjero, de algún emigrante de sus antepasados, de algún amor perdido.