A veces, solo, a veces vienes a
conversar con mis sentidos. Me muestro en tu regazo como indomable brisa del
norte y es ahí a donde me dirijo. Me cuentas historias anónimas que mueren en
mi pecho y yo te enseño algo de mi silencio, de este andar por caminos de la
nada, de la insonoridad. Y te narro de mi bienestar donde las constelaciones
guían mis manos cuando soy sombra de este silencio mío, de esta soledad mía. Y
siempre vienes, a veces…solo, a veces. Te encaprichas en las penas que esgrimen
mis sueños. Te obsesionas en mis tatuajes del pasado. Y el ayer ya no está, tal
vez se halle en una vieja canción que reitera de vez en cuando en mi
oscuridad. Y vienes, a veces…solo, a
veces cuando las noches empañan mi descanso, cuando nubes cenizas pesan sobre
mis espaldas. Estoy aquí, donde siempre, con mis pensamientos, con mi palabra persiguiendo
muros de púas. No te preocupes, la danza de la gelidez me acompaña, la mirada
perdida me abriga, mis pasos fallidos se levantan.
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