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Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
Callado. Su cuerpo se arruga en la luz de la tarde, una
tarde de invierno donde el viento insta en ser pesadez. Sus huesos se atrofian,
la rigidez conversa con la nada. De su mirada espejos rotos donde su abrazo se
pierde. Una mirada triste, la pequeñez de los sentidos, la dejadez. Despierto
sus ojos claros tropiezan con mis ojos, le saludo como cualquier existencia de
este mundo extraño. Ahora, se va, nos deja en una jaula donde el grito es
mareas revoltosas de la agonía, del abandono. Callado. Su cuerpo se despide de
la insonoridad de las jornadas. Su camino burbujea el encuentro más allá de este
pozo donde el todo se transforma en la nada. La montaña está frente mis ojos,
mis ojos secos, mis ojos cansados, mis ojos dolidos. Callada. Estoy
callada, la luna amarilla se aferra a la calima, a la anchura del calor. Es
invierno, un invierno donde buceamos a través de los astros de la madrugada.
Callada. Estoy callada y mi razón es una escalera subiendo donde el firmamento
me entregue algo de belleza. Y es que falta la belleza cuando paseo en el vals
de la distancia. Callado. Su cuerpo evaporado emerge en lo cotidiano de una
tarde y se va.
Te
sientas frente ante a la ventana, las persianas blancas están corridas. Tus
ojos hacen un bosquejo de un ayer casi desmemoriado. Te encuentras en un campo
abierto donde los montes rugen a tu canto aislado. No quieres regresar y
regresas cuando el despertar enciende a los mirlos con su voz. Y tu voz se
apaga, no quieres hablar de todo aquello y ya es hora de que seas cadenas rotas
de un pasado infernal. El agobio, el acoso, la desdicha, los abusos, tu
soledad, tu silencio, la muerte de tu entereza para luego resurgir de entre las
mareas violentas hasta la luz del sol de hoy. Dices que vas a pasear o eso
entiendo, bulles en la pena. Una pena que se contrae a medida que las
estaciones fraguan su marcha. Me aproximo a ti, por la espalda y no me ves. No sientes
en esa atmósfera hermética mi mano sobre tus hombros cansados.
Canto
al llanto. Canto a la despedida. No entiendes que los amaneceres son hijos de
una marea de fondo que me apresa con su pesadez, con su desgarro más allá de mi
memoria. Todo pasa. Todo cambia. fríamente miro el atrás. Caracolas lanzando
gemidos. Gaviotas danzando en una rutina aburrida. Se que estás detrás. Apoyas
tu mano sobre mis hombros y te equivocas en su ánimo. Estoy aquí, dándote la
espalda, sentada en una silla frente la ventana. Somos cuenco donde los navíos
naufragados se agarran…se agarran fuertemente en el mañana. La memoria siempre
regresará pero ellos no ¡no¡uhm…hay quien nace en el embeleso de las maravillas
de sus días, hay quien nace en la experiencia aterradora tras su pisada y
hayquien nace ni en lo uno ni en lo
otro. Pero, todo cambia. Estoy lejos…muy lejos…del ayer.
Estamos
en diciembre, en un invierno primaveral, te noto distanciada. Las ojeras de tus
manos me dirigen en senderos de desgana, aunque digas lo contrario. Siempre
mirar de frente, siempre continuar, aunque las tormentas sean latigazos que te
mortifiquen. Cuando cierres la ventana, vuelve a mí. Aquí estoy esperando que
tu manía de afrontar lo inevitable te permita ser mirada de mi mirada. Y la herida,
queda, deambulas desorientada. En las nubes plomizas del despecho. Tu rostro
árido, tus ojos sin lágrimas lo descifran.
Fuera
la venganza.
Fuera
el bochornoso ayer.
Fuera
todos, si, todos.
Fuera
la tierra que me vio morir.
Fuera
las manos olvidadas.
Fuera
todos. La luz del amanecer me magnetiza, corre un flujo de aire y luz que me
equilibra. No estoy triste, los años perdidos en vagas gentes, en la
indiferencia de la vida ya pasaron. Tu detrás de mí. Apoyas tu mano sobre mis
hombres y me siento crecer. Mis sentidos vuelan vertiginosamente en un tremor
en vertical con el aroma de tu cercana. Porque eres cercana. Porque eres mi yo.
Porque eres mis besos. Porque eres mis abrazos y me abrazas. Me gusta que me
abraces, que todas las mañanas de arrimes a mi razón y me anudes al rodar y
rodar de la jornada.
Y
canto a las hogueras de la memoria
Y
canto a tus ojos perdurables
Y
canto como los pájaros en pleno invierno
Y
canto al adiós de las heridas del corazón
Y
canto al regreso de tus manos.
Estás
aquí, con tu invierno particular. Sabes que te quiero. Sabes que tu llanto
pronuncia una ida, una vuelta…una vuelta conmigo. Estás aquí y es invierno.
Tengo la cafetera esperándote…y te espera. Juntas, una frente a otra, nos
beberemos el olor de lo intenso, de lo intenso de nuestro amor. Un amor bello. Ya
el sol trae su alma creciente, un sol que raja todo y anuncia lluvias. La isla
de enfrente se divisa y ello quiere decir que vendrá lluvia. Danzaremos bajo
ella ¿qué te parece? Empaparnos como cuando éramos jóvenes. Sí, jóvenes. Ese espíritu
que nos entrega a la sonoridad de los días. Estás aquí, un invierno, la
despedida…
Y el crepúsculo viene, Viene con sus penas, viene con la
conversación de los pájaros, viene con el vientre roto ante la memoria perdida.
Los pasos se vuelven lentos, son las siete de la mañana y la conformidad del universo
se entrega a mis ojos. Mis ojos inconclusos, mis ojos resignados, mis ojos
buscándote. Y el crepúsculo viene, me encierro en la habitación bajo la visión
de una lámpara de decaída. Me empujo donde las olas rompen y la mar de fondo dice
que tal vez mañana. Tal vez nos encontremos,
tu y yo…yo y tú. …y ese abrazo con el afecto de los labios se expandan en cielos
de cometas de colores. Hoy, en este instante donde mi aliento se vuelve rígido,
te espero. Siempre te he esperado, aunque no lo sepas, aunque ignores mis
sueños. Y el crepúsculo viene, estoy en la isla. Una isla donde la primavera da
tonadas de cierta tristeza cuando el abandona sacudo nuestras manos, nuestros
pasos desorientados. Y, sin embargo, te espero. Aquí, con una soga aferrada a
mis palabras de amor. Y el crepúsculo viene, unos se van, otros se quedan en un
diminuto instante de tiempo. Y te escribo,
con el dolor de almas ancladas en la profundidad de fosas anónimas. Y te
escribo, con el desconcierto de una luna que me mima, que me extiende todo su
fulgor sobre mis hombros, cansados. Y el crepúsculo viene,viene con sus logros, viene con sus amenazas,
viene con la dicha de una nueva jornada donde los corazones se rinden al descanso.
Silencio, él está en silencio. La
isla se desborda en la enfermedad. La isla se desborda en la nada. Y el en
silencio. En su cama agota los últimos requisitos de esta vida, esta vida
consumida por la celeridad de cada instante. El tiempo no se detiene…tic-tac..
tic-tac. La leve luz de la tarde lo baña de malvas y azules y el está en
silencio. Se deja ir por el cansancio de su destino, un destino sombra de un
invierno calmo. Los cristales clavados en la frente muestran el agotamiento, la
sensación de la dejadez. Silencio, él está en silencio. Miramos el mañana sin
darnos cuenta de que todo en las raíces de esta tierra es un momento temporal
para ser hijos de fosas. La fuerza es huida y los ojos se desvían donde el sol
no despierta. Silencio. El está en silencio. Me cubro de un velo donde los
sentidos se hacen sordos y el quejido de la nada viene. Silencio. El está en
silencio. Y vuelo en la necedad de tanto y tanto abandono, campos de cipreses ondeando
en su murmullo. Nos iremos, donde las ciudades son jardines de colores, donde
los cantos son perpetuos, donde el descanso luce cenizas en la oquedad de la
muerte. Silencio. El está en silencio. Se va donde la existencia no tiene
cabida, donde los arroyos fluyes por los riscos de un universo sibilino.
Silencio, él está en silencio…
Norte, la luna. Despacito consumo
el tiempo, un tiempo arrebatado por la memoria. Las cicatrices supuran el
aliento del adiós. Me levanto, la madrugada dice algo de mis manos, de mis
ojos, de mis piernas. Avanzo donde el norte señala a la luna. Estoy aquí, en
una isla donde la sonoridad del oleaje se hace esperar. Las farolas son chispas
de soledades, de llantos de algún vagabundo de la noche. Yo, impertinente te
pienso. Yo, capaz, aniquilo todo mal que vuela al ritmo de tu espalda. Danzo
con cierta presura donde los pájaros de la luna me entregan la verticalidad de
mi despertar. Sueño donde el norte es luna blanca con…si, con y no hay más. Me
encierro en esta habitación, mi rostro de roca calla, mi rostro erosionado
abraza un espejo y me veo. Un reflejo donde mi rostro distraído aun es capaz de
latir al pulso de la vida. Norte, la luna. Me inmiscuyo en la desolación de la
existencia, de este mundo enraizado al tormento. Y llamo a lo incierto de mi
entereza. Me levanto y te hago mía, así, con la pesadez de mis pensamientos. Y
te miro, aunque tu no me encuentres. Norte, la luna. Las batallas son duras de
exterminar, la enfermedad cruje y somos hijos de la miseria.
Sus ojos, desembocan donde el ocaso de sus
pasos lo hace ahuyentarse de la alegría. Su llanto, riadas donde la nada anuda
su garganta. Y es que deseo estar en casa, dice ella. La molicie de sus
piernas, de su cuerpo quebrado la ahonda a la pena, a un anhelo convirtiéndola
en hija de las lágrimas. Por la ventana se perfila una montaña, una montaña
ajena a sus piernas, a sus deseos y se desmorona en la precariedad de su ánimo.
Me mira, la miro y la conversación se hace añicos cuando sus sueños se pierden
en su oscuridad, en esas sombras que lo saborean en cada instante de su recóndito
grito ¡Uhm¡su hijo, nombra a su hijo. Su hijo y ella en la orilla de una playa
recogiendo el beso de las olas. Estática, me sustento en una luz que ella ha
perdido.Y es que deseo estar en casa,
dice ella. Las dificultades de la existencia pueden ser tan crítica, tan grave
que nos alimentados de pensamientos sombríos. Por la ventana se perfila un cielo
puro, limpio donde la luna llena acaricia la oquedad del olvido. Y ella se ha
olvidado, se ha olvidado de vivir, de una vida que no quiere. La falta de amor
impera en sus sentidos. La falta de su hijo, porque nombra a su hijo ahogándola en puñales de dolor. Por la ventana se perfila una tarde que se ha ido y una
noche que ha venido. Una noche donde la pesadumbre se amontona en barcos de
papel. Una noche de luna llena donde sucumbe al tremor de del llanto. Me voy
con mis espaldas condicionadas al peso de la existencia, con la lumbre de mi
caída bajo las hojas de otoño.
Ella
canta. Y la muchacha la escucha. Una chica de harapos, colgando ante el oleaje
de fondo, apresurándose mientras cometas en el aroma de un otoño lucen gastadas.
Ella canta. Y la muchacha la escucha. Se viran entorno a hogueras que les dan calor
en una fría noche y el faro no calla. La bahía está ahí con su temblor particular,
con su deseo particular, con su bienvenida particular. Ella canta. Y la
muchacha la escucha. Tras el telón gris una lágrima se vuelve callada y solo
conversa con el espejo frente a ella. Ella canta. Y la muchacha la escucha. Una
sala donde el eco de su rostro se desdibuja bajo la lluvia que le espera en calles
vacías. Pero ella canta y la muchacha la escucha y la lluvia para y una luna se
hace dialogar con los sonidos de la nada. Todos se han ido y ella canta y la
muchacha la escucha. Una cierta emoción amigable la condena a la pena, a una
sombra donde su garganta incansable y eviterna seduce a esa muchacha, esa
muchacha que la escucha. Todo se evanece en medio de un teatro de butacas
vacías y ella canta y la muchacha escucha.
Y todo puede ser. Puede ser que la luna entre nubes cenizas
despierte el aliento y sus ojos blancos me mire. Puede ser que me enamora en el
instante preciso de las estaciones. Y puede ser que te llame con los vientos
que vienen cuando te encuentre. Y todo puede ser, resbalo en la noche y la
oscuridad de un otoño me hace emigrar donde los arboles son sonoridad de sus
ramas…de sus ramas cobijo de pájaros. Puede ser que te piense, que converse con
tus manos. Y todo puede ser. El cansancio moja mi espalda. La música se arranca
de mis raíces y me embarco en un vuelo sin destino, sin puerto donde mecer mis
dudas. Y puede ser que te busque y que no te encuentre. Y puede ser que te
halle en el regazo de la belleza, del imperfecto ronroneo de las olas.Y todo puede ser. Ahora, en estos momentos,
un cuarto me amarra, me hace pensar sobre el absoluto absurdo de mis ganas, mis
ganas de conocerte. Algo suena a lo lejos, un suspiro o tal vez un llanto. Y
todo puede ser. Mis ojos se cierran mientras intento decirte algo, mientras enhebro
la dejadez de mis deseos.
Una lluvia sutil. La monotonía de
las horas. Pisadas. El desvanecimiento de la tarde. Paredes de blanco y la
venganza de la vejez, de la dejadez, de la enfermedad. Sin embargo, el, Amadeur
se levanta. Camina hacia el patio donde el ocaso de la jornada le brinda un
jardín de su sueño. Un sueño que ronda la calma. Todo está en calma. Todo toma
su tiempo, mientras una lluvia sutil cae en la monotonía de las horas. Se
siente bien. Se siente ganador en la lucha contra la grotesca huida. Ahora, aquí,
silbando a las flores del otoño. Es vertical, sostenido por sus piernas se
siente libre y en sus ojos el brío del descanso, de la danza con una tierra que
le atiende, que lo abrazo. Amadeur se siente por un momento retraído, su
memoria viaja hasta aquel lugar donde una bruma infernal corta sus alas. Ahora las ha encontrado y aunque herido,
dolido inspira y espira el aliento de la supervivencia, de esta vida que a
veces, de vez en cuando martiriza, zanja la libertad. Hola Amadeur, te veo
bien, paso por tu habitación y sentado levantas tu mirada y sonríes. Una lluvia
sutil. La monotonía de las horas. El trabajo ya ha terminado y me despido. La
noche está limpia en mi silencio, en mi soledad por calles de antaño donde la
historia gira. Y Amdeur duerme ¿qué soñará? Llego a la parada, el frío cala mi
cuerpo, la fragilidad de mi entereza y me despido.
Nubes. Se describe la llovizna
como algo peculiar, como algo afín de año en año en este original otoño. Islas,
una cadena nos ata a ser raíces de esta tierra, una soga barre las ganas de ser
hijas del viento. Nos estancamos, nos precipitamos en la orilla de una playa
vacía donde las olas rumorean al infinito horizonte. Donde las olas nos
entregan a sueños tristes, donde las olas hacen círculos de nuestras huellas.
Nubes. Lo gélido se adueña de nuestros espíritus, libres, nos entregamos a una
visión donde un halo de un mañana mejor nos persigue incansable. Nubes, el
ahora, el aquí, somos hijas de arena envueltas a la servidumbre de nuestros
deseos. De esos deseos trinando frente un espejo que nos muele, que nos hiere.
No, no me mires, Nos decimos y en el
transcurso de las horas cabalgamos donde la luz de un faro amanece en nuestro
ánimo. Hijas de las estrellas, esperamos. Nubes. Una silueta se arrima a mis
pisadas estáticas, verticales y somos eco de la plenitud de los corazones que
se rozan, que se acarician al ritmo de la llovizna. Nos montamos sobre yeguas
de algas y avanzamos donde los soles nos miran. Nubes ¿Cómo se mece la tarde en
su soledad¡Uhm, nos dirigimos donde los ojos opacos no saben de nuestro deseo,
de nuestro amor y nos levantamos, invocamos nuestro encuentro y nos decimos
hola, que tal . Nubes y la luz nos endereza en navíos sin ruta, en la
orientación de nuestros alientos. Nubes.
La tarde, huellas dejadas en la
espalda de los océanos para aquellos que buscan sus sueños. Amadeur viene,viene con su albornoz rojo como resto de un naufragio.
Amadeur ya se encuentra bien después de que las cuerdas de una barca lo
astillasen hasta la cercanía de la nada, de la muerte. Amdeur pasa ante mí,
sonriente, con su lenguaje particular. Amedeur no me entiende, yo no lo
entiendo solo con el idioma de los ojos, con el idioma de una alegría de estar
aquí, ahora, con sus piernas dando un paseo. Amedeur se dirige al patio, al patio
de una casa que acoge bajo su techo protector. Y amadeur sonríe, por unos
instantes mira el atardecer con su mirada estática en ese cielo limpio, en esa
tarde fría de otoño. Amadeur no sabe que lo observo, que me detengo en cada movimiento
de sus pisadas. Amadeur corta una flor amarilla nacida en un pedazo de tierra o
en un pedazo de belleza, según como se mire. Amadeur la huele y quieto con sus ojos
de alegría, suspira. Amdeur se siente feliz, se siente abrazado con su albornoz
rojo. Y para mi todo es perfecto, la
hermosura de una flor amarilla, la hermosura de la alegría de Amadeur.